CULTURA|S BEN JONSON FÉLIX ROMEO Puedes entregarme este texto y su resumen (ambos). Adjúntalos a cualquier entrega semanal. Mató, al menos, a dos hombres. Y sabía lo que pesaba un cadáver: cuando servía como voluntario en la guerra de Inglaterra contra Flandes, cruzó las líneas enemigas, mató a un soldado, se colgó los despojos al hombro, según contó su primer biógrafo e íntimo amigo, William Drummond of Hawthornden, y volvió al campamento. Se aburrió pronto de la guerra. Ben Jonson, que había nacido en 1572 en Westminster, trabajó después como obrero en la construcción, pero su deseo era vivir del teatro: lo intentó como actor, sin éxito, e inmediatamente después como autor, donde en seguida consiguió triunfar. Con la primera de sus obras, La isla de los perros, una sátira escrita en colaboración con Thomas Nashe, fue encarcelado. A cada uno según su humor le encantó a su amigo William Shakespeare, que interpretó un papel en la obra y que ayudó a financiar su estreno en el año 1598. La obra seguía la teoría de los humores, según la cual cada persona pertenece a un carácter determinado. Sobre el colérico, Ben Jonson escribió: “Está bajo el influjo de la bilis, es alto y delgado y vive en medio de permanentes arrebatos y de sueños resplandecientes, llenos de truenos y de cosas peligrosas”. La representación, a cargo de la Henslowe's Company, gustaba mucho al público, pero Ben Jonson tuvo un altercado con uno de los actores, Gabriel Spencer. Discutieron, pasaron a las manos y luego, en duelo, aparecieron las espadas. El 22 de septiembre de 1598, en Hogsden Fields, Ben Jonson usó su arma con más habilidad y Gabriel Spencer murió. En el juicio, Ben Jonson se declaró culpable de homicidio y fue encarcelado en Newgate. Por su condición de hombre culto, salió de la prisión al cabo de muy pocos días. Llevaba en el pulgar la marca de los presos. Al éxito de A cada uno según su humor le siguió el del resto de sus obras, cuyo escenario solía ser el Londres contemporáneo. Fue el escritor preferido de la corte, y después la corte se cansó de él y él se sumió en la melancolía, que aumentó con el incendio de su biblioteca. Tras sufrir varias crisis cardiacas, Ben Jonson murió en 1637. Fue enterrado en la Abadía de Westminster. De pie. En uno de sus poemas, había escrito: “Que la Tierra no se atreva, con envidia, a interponer su sombra”. Resume el texto en unas 50 palabras Cultura|s La Vanguardia Miércoles, 6 de abril 2011