Tempos Sociais e o Mundo Contemporâneo

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Araújo, E.; Duque, E.; Franch, M. & Durán, J. (eds) (2014)
Tempos Sociais e o Mundo Contemporâneo - As crises, As Fases e as Ruturas
Centro de Estudos de Comunicação e Sociedade, Universidade do Minho . ISBN 978-989-8600-23-3
pp. 220 -231
Vivencias del tiempo social: compaginar la
participación política, el cuidado y el empleo
Marina Sagastizabal1
Introducción
La teoría feminista ha señalado importantes sesgos de género en el campo de
análisis de algunas disciplinas académicas. Estos sesgos están relacionados y responden a un sistema de estratificación concreto: el sistema “sexo-género”. A través de
éste, se produce una división sexual del trabajo, del espacio y del tiempo por la cual
lo que socialmente se valora corresponde al ámbito público y está protagonizado
por los hombres y, en contraposición, lo que corresponde al ámbito privado y está
protagonizado por las mujeres, queda relegado a un segundo plano, menospreciado
e invisibilizado. En el plano analítico, el estudio sobre la triple presencia-ausencia
parte de algunos debates académicos desarrollados en el campo del feminismo
sobre las concepciones modernas de ciudadanía, de trabajo y de tiempo, poniendo
de manifiesto el sesgo de género presente en las mismas y proponiendo otras definiciones que enriquezcan el análisis e incluyan experiencias que no se limiten a
la esfera pública y masculina. De esta forma, se pretende flexibilizar las fronteras
entre lo público y lo privado, visibilizando la aportación de las mujeres en estos
tres ámbitos de la vida: el empleo o la formación, el trabajo doméstico-familiar y la
participación política.
Para ello, se apuesta por analizar el ámbito cotidiano de la vida de las personas, donde lo público y lo privado se entrelazan, y donde el tiempo se convierte en
una categoría privilegiada para dar cuenta de las relaciones sociales, de los ritmos,
de las estrategias que se llevan a cabo para compaginar y “encajar” las distintas
actividades, etc. Paralelamente, el tiempo sirve como herramienta para estudiar
los obstáculos, las desigualdades y el malestar que genera la organización social
actual. Asimismo, este estudio es deudor de las investigaciones previas realizadas
en relación a la situación de “doble presencia” de las mujeres, situación reconocida
por distintas académicas y denominada de varias formas: la jornada interminable
(Durán, 1986), the second shift (Hochschild, 1989), la doble presencia (Balbo, 1994),
o la doble presencia-ausencia (Izquierdo, 1998). La relevancia del estudio de la triple
Marina Sagastizabal, Universidad del País Vasco. E-mail: marina.sagastizabal@ehu.es.
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Marina Sagastizabal
presencia-ausencia se puede situar en el análisis de los usos del tiempo y de los
significados que se atribuyen al mismo, ofreciendo una mirada que abarca tanto
aspectos cuantitativos como cualitativos. Al mismo tiempo, el tema de la investigación pretende reflejar las dificultades que actualmente experimentan las mujeres
para poder disfrutar de un “tiempo de vida” (Cordoni, 1993), es decir, de una organización temporal que les permita estar presentes en el empleo, el trabajo doméstico-familiar y la participación política en pie de igualdad.
El objetivo de esta comunicación es dar a conocer los primeros pasos llevados
a cabo en el estudio de la triple presencia-ausencia. Para ello, en primer lugar, se
exponen alguno de los fundamentos teóricos del estudio sobre la triple presencia-ausencia. En segundo lugar, se muestran los resultados del análisis de una pequeña
parte del estudio empírico que se ha llevado a cabo a través de una metodología cualitativa, utilizando la entrevista biográfica como técnica de investigación2.
Concretamente, se da cuenta de cómo se articula el tiempo de la triple presencia-ausencia a lo largo del ciclo vital, de las distintas vivencias sobre el tiempo y los
encajes temporales en torno a ésta, de la dimensión moral, de las desigualdades,
la politización del tiempo y las estrategias para compaginar la triple presencia-ausencia. Finalmente, se presentan algunas conclusiones preliminares.
Fundamentos teóricos de la triple presencia-ausencia
Actualmente en las sociedades occidentales, las mujeres son las principales
responsables de la gestión doméstica y desempeñan trabajos de cuidado. Además,
están presentes en el mercado laboral de una forma generalizada. Sin embargo,
el volumen y la calidad del trabajo doméstico-familiar sigue condicionando su
presencia o ausencia en el mercado laboral a lo largo de sus trayectorias vitales
(Balbo, 1994). La doble presencia-ausencia es un término utilizado para reflejar la
dificultad que requiere compaginar dos esferas que presentan lógicas dispares: el
empleo y el trabajo doméstico-familiar. Además, desde una perspectiva sincrónica,
este término hace referencia a la simultaneidad de “estar” y “no estar” en ninguno
de los dos ámbitos, reflejando las limitaciones que esta situación comporta bajo la
actual organización social (Carrasco, 2001). Por lo tanto, la doble presencia-ausencia
El estudio sobre la triple presencia-ausencia comenzó a través del proyecto de fin del Máster en Estudios Feministas y de
Género (UPV-EHU) en el curso 2011-2012 y se encuentra aún en desarrollo. Por lo tanto, esta comunicación presenta los
resultados de una parte del análisis constituida por cuatro entrevistas biográficas. El interés de este estudio recae en la
situación de triple presencia-ausencia, siendo la trayectoria de participación política el hilo conductor del relato. A la hora
de definir el perfil de las personas entrevistadas, se ha tenido en cuenta el sexo; la presencia en los tres ámbitos y el ciclo
vital. Respecto la participación política, se ha entrevistado a personas que participan de forma intensiva en alguna asociación u organización política. Respecto al trabajo de cuidados, se ha tenido en cuenta una definición amplia del cuidado que
comprende que todas las personas somos interdepedientes (Pérez Orozco, 2006), por lo que a lo largo de nuestras vidas
vamos a tener que cuidar y ser cuidados, necesitando en algunos momentos cuidados intensivos y en otros no. Todas las
entrevistas se han llevado a cabo en el País Vasco, entre las provincias de Álava, Guipúzcoa y Navarra y se han llevado a cabo
en euskera, por lo que las citas seleccionadas han sido traducidas posteriormente. El perfil de las personas entrevistadas se
puede resumir de la siguiente forma:
E-1: Maritxu, mujer joven, estudiante, participa en el Movimiento Estudiantil, Guipúzcoa.
E-2: Arrats, hombre joven, estudiante, participa en el Movimiento Juvenil, Navarra.
E-3: Amaia, mujer adulta, empleada, dos hijos (0-3 años), participa en una asociación del Ámbito del Euskera, Guipúzcoa.
E-4: Peio, hombre adulto, empleado, dos hijos (0-3 años), participa en una Asociación de Vecinos, Álava.
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limita a las personas a la hora de poder dedicarse a cualquier otra tarea, incluida la
participación política.
En este contexto, surge el interés por estudiar la triple presencia-ausencia,
incluyendo la participación en el análisis. Las condiciones de vida con las que
cuentan las personas en su vida cotidiana influyen en sus respectivas presencias y
ausencias en estas tres esferas (empleo-formación, trabajo doméstico-familiar, participación política). Así, en el día a día los hombres cuentan con una infraestructura
doméstica que les permite una dedicación exclusiva a las tareas tradicionalmente
ubicadas en las esfera pública (el empleo y la política), mientras que para las mujeres es muy difícil poder compatibilizar el trabajo asalariado con la participación
política, ya que esto supondría una triple carga de trabajo (Astelarra, 1990). Por lo
tanto, para las mujeres, combinar las presiones producidas por el cruce del tiempo
organizativo-participativo, el tiempo familiar y el tiempo del mercado laboral es
un difícil problema de “malabarismo temporal” (Verge, 2012). En este contexto, el
tiempo se convierte en una categoría privilegiada para estudiar las relaciones sociales y, concretamente, puede convertirse en indicador del bienestar de las personas
(Moreno, 2007). Así, el tiempo facilita la comprensión de los cambios de la sociedad
contemporánea y, sobre todo, de las desigualdades sociales que esta comporta.
La triple presencia-ausencia a lo largo del ciclo vital
A través del análisis de los relatos de vida, es posible profundizar en los significados que cada persona da al uso que hace del tiempo y a los diferentes tiempos
sociales. Este significado subjetivo del tiempo hace referencia al tiempo interno
o tiempo personal, que está vinculado a los ciclos del tiempo incorporado (crecer,
nacer y envejecer) y a la identidad que se desarrolla a través de éstos (Leccardi, 2002).
El sentido del tiempo interno o personal tiene un carácter único (Lewis & Weigert,
1992), unido al contexto y a las experiencias de cada persona, que se contrapone a la
inalterabilidad del “tiempo de reloj” (Adam, 1999). Así, mediante la construcción de
sus biografías las personas pueden llevar al presente un acontecimiento del pasado
y transformarlo, creando una historia y una trayectoria vital que difícilmente es estable (Lewis & Weigert, 1992). Los horizontes temporales de las personas dan sentido
al presente y crean una narrativa sobre sus experiencias, construyendo el pasado a
través del conocimiento del que disponen en el presente, omitiendo algún detalle,
cambiando algún otro, o sumando nuevos elementos (Ramos, 2007). Al mismo
tiempo, tal como apunta Llona (2012), en este proceso de reflexión y de creación del
relato biográfico el cuerpo funciona como una referencia, ya que supone el punto
de continuidad en el universo cambiante que representa el paso del tiempo y, del
mismo modo que las emociones son centrales en las experiencias vitales de las
personas, también constituye un componente sustancial de la memoria.
En este sentido, como se ilustra en la siguiente cita, las personas entrevistadas
han subrayado que comprenden el tiempo dedicado a la participación política como
un estilo de vida, es decir, como una manera de vivir “diferente”, una identidad sujeta
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a la práctica de ciertos valores, y en base a éstos, toman sus propias decisiones y
diseñan las estrategias para cuadrar los tiempos:
“Y en el modelo de vida en el que creemos, nosotros/as no queremos estar cada
uno/a ocho horas trabajando, y no tenemos una hipoteca de la leche, en ese
sentido tenemos un alquiler barato, nos tocó una vivienda social, esto ayuda, y
en realidad qué es necesario, pues bueno la necesidad es muy relativa: algunos/
as necesitarán meter ocho horas para su hipoteca, sus vacaciones, su no se qué…
Pero yo prefiero tener menos y, bueno, ofrecerle otras cosas a mis hijos/as” (…)
“Entre las cosas que de verdad no son necesarias o de algunas por lo menos
prescindir para hacerlo más equilibrado en vistas a los/as niños/as y a otros
ámbitos” (E-3: Amaia).
Así, en base a la identidad y a las experiencias personales de cada individuo, el
uso del tiempo se jerarquiza y se prioriza de diferente forma. Los tiempos se estratifican y se articulan, creando una secuencia de presencias y ausencias a lo largo del
ciclo vital. En general, desde una perspectiva diacrónica, se puede constatar que las
personas entrevistadas han participado de forma constante en estos tres ámbitos.
Dicha participación, sin embargo, no ha sido equilibrada a lo largo de toda su trayectoria, sino que se ha caracterizado por los altibajos, por la diferente intensidad y ritmos
con los que se ha llevado a cabo en cada momento vital. De esta forma, en algún
caso, cuando la formación ha supuesto una dedicación intensiva que prácticamente
se asemeja a la jornada completa del ámbito laboral, se ha disminuido el tiempo
dedicado a la participación. De la misma forma, el cuidado de criaturas pequeñas ha
supuesto en algún caso la reducción de la jornada laboral, por lo que se han hallado
fórmulas más flexibles que han permitido compaginar dichas tareas. Además, cuando
al tiempo de cuidado y al tiempo del empleo se le suma el de la participación, resulta
necesario tomar ciertas decisiones que se relacionan con el ámbito político, como por
ejemplo, disminuir el tiempo de participación o, por el contrario como se ha manifestado en la cita anterior, seguir el “estilo de vida” que desde este ámbito se reivindica
y renunciar a ciertas “comodidades” que puede otorgar una jornada completa en el
mercado laboral (vivienda en propiedad, vacaciones, etc.).
Apropiación, expropiación y privación de tiempos de
la triple presencia-ausencia
El significado que las personas entrevistadas otorgan al tiempo difiere según
su experiencia personal respecto a la cantidad de trabajo, a la dedicación de tiempo
que ésta supone y a cómo se experimenta dicha dedicación. De esta forma, el tiempo
dedicado a algunas tareas se vivencia como parte del tiempo propio y el dedicado
a otras como una carga. Tomando como referencia la propuesta de Soledad Murillo
(1996) que distingue dos acepciones de “lo privado” (privado como propio y privado
como privación)3, se pueden identificar en las entrevistas vivencias del tiempo
3
Soledad Murillo distingue el tiempo propio como una apropiación de sí mismo que marca la idea inefable de privacidad,
es decir, la retirada voluntaria y puntual de un espacio público, para beneficiarse de un tiempo propio; y el tiempo como
privación de sí, que carece del privilegio de reserva y le está vedado sustraerse de las demandas ajenas, lo que se traduce
en una presencia continuada y atenta a los asuntos de los otros (Murillo, 1996: XVI).
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cotidiano cercanas tanto a lo “propio” (tiempo para sí) como a la “privación” (tiempo
para el resto). Así, dependiendo del significado subjetivo que cada persona otorga al
tiempo referente a cada ámbito (empleo-formación, cuidados y participación política), éste es vivido en términos de tiempo propio o como privación del tiempo. En
este sentido, se puede diferenciar una experiencia de tiempo como expropiación o
como privación, es decir, una expropiación de tiempo supone perder un tiempo que
antes poseías, sin embargo, una privación de tiempo supone un tiempo que nunca
se ha tenido. De esta forma, como se puede entrever en la siguiente cita, el tiempo
dedicado a la participación política puede ser vivido como tiempo propio:
“Aprendes muchas cosas como persona, ayuda a construir o moldear tu identidad,
te sientes parte de una causa justa, muchas cosas buenas, conoces a gente muy
interesante y que vale mucho, ves cosas diferentes, no sé, muchas cosas pero
sobre todo que te sientes orgulloso de ti mismo por hacer una cosa positiva, y
eso es la leche, ¿no?” (E-2: Arrats).
O, por el contrario, como queda de manifiesto en el siguiente relato, como una
expropiación de un tiempo que antes se tenía:
“Y vas poniendo como prioridades: primero está el colectivo, está el grupo, están
las reuniones, están las manis, y lo último eres tú… con todas las consecuencias.
(…) Antes sí respetaba mi tiempo, mis amistades, luego hubo un tiempo en el que
no lo hacía, todo era tener la agenda llena (…) entonces otra vez he cogido eso, y
ahora sí creo que es necesario mantener un equilibrio” (E-1: Maritxu).
En este sentido, esta forma de experimentar el tiempo dedicado a la participación se identifica con la concepción de domesticidad que propone Murillo (1996),
que la comprende más allá de las cargas familiares y el estado civil, aproximando su
contenido a una “vinculación específica sustentada por un aprendizaje de género. Por
ello, lo doméstico no se estrecha a los límites del hogar, es más una actitud encaminada al mantenimiento y cuidado del otro” (…) En otras palabras, cuando un sujeto no
se percibe autorreflexivamente y, en cambio, está atento a cubrir las necesidades afectivas y materiales de otros sujetos” (1996: 9). Este hecho ya ha sido descrito por otras
autoras como Arneill (2006) que subrayan cómo las mujeres en mayor medida que
los hombres, a lo largo de la historia, han participado y participan en beneficio de los
demás más que en beneficio de ellas mismas. No obstante, es importante tener en
cuenta la reivindicación para “apropiarse” del tiempo presente en la cita, politizando
así el significado del tiempo y reivindicando más tiempo para sí. Asimismo, en relación al cuidado, son interesantes las distintas experiencias respecto a cómo se vive
el tiempo en base al género ya que, como se evidencia en las siguientes citas, éste
puede ser experimentado como parte del tiempo propio o como una carga que resta
tiempo para poder participar en el ámbito político, más aún cuando no se ofrecen
medios para compaginar ambas dedicaciones:
“Al final es un poco la cabeza ¿no?, Cuando estás con los críos no te das cuenta
de las horas que empleas con ellos ¿no? Estás haciendo cosas, vas con los críos
a hacer la compra, vas a los columpios, vas a cualquier lado con ellos. Y entonces
para ti ese tiempo no es el que dedicas a ellos, es tu vida al fin y al cabo. No notas
esa diferencia, ¿no? Entre los críos o tu vida” (E-4: Peio).
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“Me ha tocado «x», o yo lo he elegido, pero pienso que son parte de mi vida y
entonces pues bueno, hay que compaginarlo. Es difícil, es difícil... (pausa) por
tiempo físico y luego también porque no se ofrecen medios desde diferentes
grupos o colectivos.. se ofrecen pocos” (E-3: Amaia).
En este sentido, puede que vivir el tiempo de cuidado como tiempo propio sea
consecuencia de una carga de cuidado flexible y ocasional. La realización de tareas
como ir a la compra con las criaturas o llevarlas al parque no tiene un carácter rígido
y cotidiano, sino que se orienta más bien por la flexibilidad y el acontecimiento
(Carrasquer et al, 1998). Este hecho está muy relacionado con el sistema de sexo-género y el reparto de tareas en base a éste, ya que, como constata la investigación
realizada por Pilar Carrasquer, et al.,: “el conjunto de tareas donde la presencia de las
mujeres es más significativa, casi exclusiva, incluye, de hecho, aquéllas que implican
mayor cotidianidad y rigidez (…) Por el contrario, las tareas más compartidas son
aquellas que, aunque cotidianas, mayor grado de flexibilidad suponen, como es, por
ejemplo, el jugar con los hijos e hijas” (1998: 103-108).
Encajes temporales de la triple presencia-ausencia
Como se ha constatado en otros trabajos, el tiempo social es también tiempo de
interacción. Un tiempo en el que los ritmos personales “encajan” con otros órdenes
temporales mayores, como las instituciones sociales y culturales (Lewis & Weigert,
1992). Así, se configura una trayectoria temporal para las personas, marcando el
tiempo biográfico a través de la transición de distintos estatus, como por ejemplo,
los estatus laborales (primero se es estudiante, después contratado/a en prácticas, a
continuación empleado/a y finalmente, jubilado/a). Como subrayan Lewis y Weigert
(1992), un rasgo estructural crítico del tiempo social es el “encaje temporal”, ya que
es preciso que todas las acciones sociales cuadren temporalmente con otros actos
sociales de mayor alcance, por lo que encajar el tiempo personal con el tiempo de
interacción supone la necesidad de «estratificar» y «sincronizar» los tiempos. De esta
forma, participar en el empleo, en el cuidado y en la política supone una secuencia
de presencias-ausencias donde el tiempo ha de articularse y sincronizarse en torno
a estas tres tareas, así como a sus respectivas lógicas. En este sentido, del mismo
modo que estas tres actividades están presentes a lo largo del ciclo de vida, marcan
las trayectorias biográficas de las personas entrevistadas, por lo que se puede afirmar que, el tiempo de cuidado, del empleo y de la participación política es también
un “tiempo interno o incorporado” (Ramos, 2007; Leccardi, 2002): siguiendo el ciclo de
vida existe un tiempo para ser niño o niña y participar en el mundo de la escuela,
seguido de un tiempo de ser joven y participar en el movimiento juvenil, después
para entrar en el mercado laboral y participar en sus problemáticas, independizarse
e irse a vivir a un barrio nuevo y participar en su asociación de vecinos, etc. En
este sentido, como apunta Ramos (2007), cada cosa tiene su momento oportuno, su
“kairos”, por lo tanto, no se trata de un tiempo externo o “cronos”, sino un tiempo que
se introduce en el propio ser que marca la ocasión oportuna para cada actividad.
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Sin embargo, las personas entrevistadas también han descrito que trabajar por
un cambio social profundo conlleva una participación política que supone mucho
esfuerzo y dedicación, hasta el punto de que a menudo el ciclo de vida se ha de
adaptar a sus exigencias. Así, la participación se dibuja como un modelo lineal que
exige una implicación continua y que hace referencia a la dimensión del tiempo
como entorno, es decir, no como algo de lo que se dispone para actuar sino como un
entorno con el que se topa y donde encaja la acción (Ramos, 2007). De esta forma,
este modelo-entorno lineal de participación limita, condiciona, determina y arrastra
la acción, constituyendo un transcurrir del mundo con el que hay que coincidir y al
que hay que adaptarse. El tiempo imperante en la organización temporal actual es
el tiempo del trabajo asalariado y, como apunta Lasén (1997: 195): “las cadencias
impuestas por los métodos científicos de la organización del trabajo, como el taylorismo o el fordismo, que hacen que el cronómetro reine en los talleres, desbordan
también a las otras esferas de la vida cotidiana”. Así, los ritmos de la participación
política a menudo se asemejan a los ritmos marcados por el mercado laboral; bien
porque refuerzan la figura del “trabajador a tiempo completo”, o bien porque, como
se muestra en la siguiente cita, sus ritmos se asemejan significativamente a la lógica
del “tiempo de reloj” descrito por Bárbara Adam (1999):
“Y yo creo que muchas veces eso ha desaparecido, esto es, la sensibilidad en gran
medida se ha apartado, hemos sido unas máquinas y punto. (…) El ritmo va a toda
pastilla, el conflicto, esto, los estados, cada uno con lo suyo,.. Lo otro lo hemos
apartado” (E-3: Amaia).
Dimensión moral de la triple presencia-ausencia
El tiempo, tal como subraya Ramos (2007), además de ser un recurso para la
acción es también un recurso moral a través del cual lo que se hace o no se hace está
sometido a estrictos juicios morales relacionados con la idea del “bien” (lo bueno o
esperable) y el “deber” (lo que alguien ha de hacer). Estos juicios morales están vinculados a los valores sociales y las pautas culturales vigentes. Como se ha podido entrever a lo largo de las entrevistas, la administración del tiempo dedicado al empleo-formación, el trabajo doméstico-familiar y a la participación política presenta una
importante carga moral, puesto que a menudo estas tres actividades se definen en
las experiencias cotidianas de las personas entrevistadas como “obligaciones”.
Además, a través del análisis se ha constatado que existe una especie de
“código moral” implícito que guía las posibles presencias y ausencias de las personas
que participan en el ámbito político: existen unas razones que en un momento dado
pueden resultar legitimas a la hora de dejar de participar en una organización o
disminuir la carga de trabajo y otras, por el contrario, se consideran ilegítimas. Este
código se relaciona también con los valores imperantes en la sociedad en general, así
como con la ideología de género en particular. En este sentido, en el material producido a través de las entrevistas se percibe cómo de la misma manera que socialmente
el empleo constituye un horizonte en la vida, principalmente para los hombres; las
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circunstancias que se relacionan con éste a menudo se erigen como razones legítimas para ausentarse de la participación política. Por otro lado, las cargas de cuidado
y, especialmente, la maternidad, funcionan también como razones legítimas para las
mujeres, al igual que socialmente forman parte de los imperativos de género hacia
ellas. Sin embargo, actividades que tienen relación con el tiempo propio, el ocio y
la autorrealización o el disfrute personal frecuentemente se definen como razones
ilegítimas, ya que se consideran actividades secundarias o de menor importancia:
“Siempre he intentado ver de verdad, quiero decir, si la militancia tenía de verdad
una importancia impepinable, pues lógicamente hacía eso y lo otro lo apartaba
(…) las cosas de ocio por supuesto las coloco por debajo, eso sí” (E-2: Arrats).
Por lo tanto, entre las personas entrevistadas se ha identificado cierto malestar
producido por la necesidad de adaptar los ritmos de vida a las exigencias de la
lógica mercantil, de los mandatos de género y de la participación política. En este
sentido, como se ilustra en la cita, mantener una triple presencia-ausencia supone
tener que vivir “de prisa y corriendo”, acelerando los ritmos de vida y convirtiendo el
entorno temporal (Ramos, 2007) en un auténtico “caos”:
“Yo no tengo rutina. Ni para comer, muchas veces ni como (…) Siempre corriendo-corriendo, y sudando a todas partes” (E-4: Peio).
Desigualdades, politización del tiempo y estrategias para
compaginar la triple presencia-ausencia
La organización temporal vigente, basada en la lógica del mercado laboral,
impide un reparto equitativo del tiempo de trabajo, ya que las cargas más importantes, en vez de repartirse, recaen sobre las personas “a tiempo completo”. Este hecho
dificulta las posibilidades de participación política de las personas que no pueden
estar al “cien por cien”, constatando la existencia de una tendencia hacia la discriminación de las personas que asumen responsabilidades de cuidado, principalmente
mujeres. Por lo tanto, repartir las cargas y responsabilidades del trabajo político (así
como las del cuidado y del empleo-formación) resulta indispensable para favorecer
la participación de todas las personas. En este sentido, es necesario subrayar que
aquellas personas que se dedican al “cien por cien” a la participación política o
al empleo-formación, lo hacen gracias al trabajo invisible de otras personas, que
cubren sus necesidades en el día a día, constituyendo una forma de “militante champiñon” que brota lavado y planchado en el día a día, recuperando la descripción
irónica del “trabajador champiñón” a tiempo completo que hace Pérez Orozco (2006).
Las personas entrevistadas han subrayado que los altibajos que caracterizan
las ausencias-presencias en sus trayectorias de vida son inevitables y reivindican
que los ritmos de la participación, del empleo y del cuidado deberían adaptarse a los
ritmos de vida, y no al revés. De esta forma, han subrayado la necesidad de lograr un
“equilibrio” entre los tiempos, un “tiempo de vida” que les permita poder dedicarse a
las tres tareas, politizando así el significado que dan al uso del tiempo:
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“Un poco buscar el equilibrio entre ellas, sin dejar la militancia pero sin dejar
a los amigos, sin dejar la militancia pero sin dejar tampoco la relación con la
familia o con la novia” (E-2: Arrats)
“Antes sí respetaba mi tiempo, mis amistades, luego hubo un tiempo en el que
no lo hacía, todo era tener la agenda llena (…) entonces otra vez he cogido eso, y
ahora sí creo que es necesario mantener un equilibrio” (E-1: Maritxu).
“Es que cuando me quedé embarazada lo tenía muy claro, sí, voy a ser madre,
pero además de madre yo soy Amaia y Amaia es Amaia con sus amigos, Amaia con
su militancia y Amaia con todas sus cosas. Y eso mantenerlo a un nivel… a veces
cuesta mucho eh, desapareces del mapa y te conviertes en madre y solamente
madre, ¿no? Pero sí lo he tenido en mente y he querido de una manera u otra
estar ahí” (E-3: Amaia).
Como subraya Ramos (2007), el tiempo se politiza cuando lo que se hace con
él sigue una lógica de poder, así, son ejemplo de ello las situaciones de vida en las
que se hace lo que se hace porque no se puede elegir. En este sentido, las personas
entrevistadas han politizado el significado del tiempo en la medida en que han
reivindicado poder decidir en qué quieren emplearlo. Para, de esta forma, poder
tener el control sobre su propio tiempo a la hora de dedicarlo a lo que ellas quieran,
bien para las amistades o la pareja, bien para la participación política, etc. Pero más
allá de politizar un tiempo entendido como recurso para la acción (para hacer esto o
lo otro), también han politizado el tiempo encarnado o incorporado. En este sentido,
el “tiempo de ser madre” que es un tiempo biológico pero también tiempo de deber,
tiempo que se moraliza, sobre todo en el caso de los mandatos de género hacia las
mujeres; en esta cita se politiza y, se reivindica un tiempo más allá de los mandatos
de género, un tiempo para ser madre pero también para ser Amaia; Amaia con sus
amigos, Amaia con su militancia, etc.
Por lo tanto, a lo largo del análisis de los relatos de vida se ha constatado que
el objetivo de las personas que viven en una situación de triple presencia-ausencia
es decidir sobre su propio tiempo, apropiarse de él y, conseguir así un equilibrio en su
vida cotidiana, tarea que no resulta fácil debido a que la sincronía de las actividades
supone vivir a un ritmo acelerado, al tiempo que produce un fuerte malestar que
provoca una vivencia de privación o expropiación del tiempo propio o “tiempo para
sí”. Sin embargo, a falta de este equilibrio y de mayores cotas de poder de decisión,
las personas entrevistadas han señalado algunas estrategias que pueden facilitar,
aunque de manera precaria, compaginar una triple presencia-ausencia. Algunas
están relacionadas con aspectos de carácter material como la externalización de los
cuidados a través de la ayuda familiar o de los servicios públicos, la posibilidad de
flexibilizar los horarios del empleo y de la participación política, de llevar a las personas que precisan cuidado a las reuniones4 o de repartir las cargas de trabajo entre
4
Hay que señalar que probablemente esta estrategia sólo sea factible si las personas que precisan cuidado son criaturas, ya
que las atenciones más especializadas que necesitarían otras personas posiblemente no puedan ser compatibles con llevar
a cabo una reunión.
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la pareja. Otras, hacen referencia a aspectos más subjetivos como trabajar la comunicación interpersonal y la empatía, trabajar los elementos afectivos, hacer frente de
manera colectiva a los problemas “privados” otorgando un reconocimiento social al
trabajo de cuidado, entre otros. Sin embargo, se ha podido constatar que más allá de
todo esfuerzo por compaginar y llevar a cabo todas las tareas, el cuerpo no entiende
de intenciones, por lo que a menudo resulta necesario aflojar el ritmo. Dicho de
otra manera, se ha evidenciado que toda acción precisa su consiguiente período de
descanso y que, por lo tanto, los altibajos son inherentes a los ritmos cotidianos.
Conclusiones
A través del análisis de los relatos de vida se han identificado diferentes significados respecto al uso del tiempo que han resultado útiles a la hora de profundizar
en las experiencias para compaginar las tres presencias-ausencias. Concretamente,
se ha podido observar que tanto el tiempo empleado en el empleo-formación, en
el trabajo doméstico-familiar, como en la participación política tiene una fuerte
carga moral y política, ya que son actividades que se entienden como prioritarias
en los proyectos de vida de las personas entrevistadas, por lo que éstas reivindican
un “tiempo de vida” en el que puedan estar presentes en estos tres ámbitos. En este
sentido, se ha hecho referencia al significado que para las personas entrevistadas
tiene el uso del tiempo en la participación política, relacionándolo con una manera
de vivir alternativa, una práctica cotidiana continua que se aleja de las concepciones sobre la participación política más formales o convencionales, acercándose a la
definición que Seyla Benhabib (1990) reivindicaba sobre la participación, como un
concepto que no esté relacionado únicamente con la esfera propiamente política,
sino que se extienda también al ámbito cultural y social. Así, según esta autora, el
espacio público se crearía allí donde las personas participantes se comprometan a
un discurso público, con independencia de dónde se produzca este discurso, es decir,
tanto si se produce en la cocina de una casa o en el pleno de un Ayuntamiento.
Asimismo, los relatos de vida han facilitado el análisis del tiempo personal
(interno y biográfico) y del tiempo de interacción (histórico-social) de las personas
entrevistadas, pudiendo ahondar tanto en el significado subjetivo que otorgan al
uso del tiempo, como en el malestar producido por el hecho de tener que “encajar” su tiempo personal con las exigencias marcadas por la organización temporal
vigente (el tiempo histórico-social). El relato biográfico ha resultado ser una técnica
con gran potencial para llevar a cabo esta labor. Además, esta forma de hacer operativa la categoría de tiempo ha facilitado comprender las lógicas cotidianas y los
ritmos de vida que acompañan a las estrategias para compaginar los tres ámbitos,
ayudando a comprender la articulación cotidiana del continuum presencia-ausencia.
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