ÁREA TEMÁTICA: Teorias e Metodologias TEORÍA DE MODELOS CULTURALES (TMC). UNA HERRAMIENTA DE ANÁLISIS CULTURAL / THEORY OF CULTURAL MODELS (TMC). A TOOL FOR CULTURAL ANALYSIS. Barroso, Josué Gutiérrez Licenciado en Sociologia Universidad de La Laguna jgb_84@hotmail.com 2 de 15 Resumo En este artículo se propondrá un modelo de análisis de las culturas denominado Teoría de Modelos Culturales (TMC), la cual está siendo utilizado en la elaboración de una Tesis Doctoral adscrita al Departamento de Sociología de la Universidad de La Laguna titulada “La paradoja del cambio generacional en la Isla de La Gomera: consecuencias demográficas, sociales y económicas”. La Teoría de Modelos Culturales tiene como antecedentes teóricos directos las aportaciones de T. Parsons, P. Bourdieu, Grignon y Passeron, F. Dubet, D. Martuccelli, D. Cuche , Z. Bauman y U. Beck entre otros. Por lo tanto, la TMC se concibe como una herramienta de estudio de las culturas en sus diferentes ámbitos (definidos en esta teoría como esfera normativa, valorativa y sociopolítica) que permitiría el análisis de las mismas de una forma estandarizada y relativamente objetiva, pues reúne todas las cuestiones que se deben estudiar sobre la vida cotidiana de los diferentes sectores socioculturales de una sociedad. Si bien esta TMC no es la solución definitiva a los problemas metodológicos y teóricos del análisis de las culturas, este constructo teórico pretende aportar una propuesta de análisis de las culturas de los grupos sociales relativamente homogénea para así poder establecer correspondencias o disparidades entre los universos culturales de los diferentes grupos sociales. Además, a esta Teoría se le añadirán diversas consideraciones metodológicas y epistemológicas a la hora de aplicar la teoría de modelos culturales a la realidad social, así como se mostrarán ejemplos concretos que ayudarán más a la comprensión de este constructo teórico. Abstract In this article we propose a model for analysis of cultures called Theory of Cultural Models (TMC), which is being used in the preparation of a doctoral thesis in the Department of Sociology at the University of La Laguna entitled "The paradox of change generation on the Island of La Gomera: demographic, social and economic impact. The Cultural Model Theory theoretical background is direct input from T. Parsons, P. Bourdieu and Passeron Grignon, F. Dubet, D. Martuccelli, D. Cuche, Z. Bauman and U. Beck among others. Therefore, the TMC is conceived as a tool for the study of cultures in different areas (defined in this theory and normative, values and sociopolitical level) that would allow the analysis of them in a standardized and relatively objective, because it meets all issues must be studied on the daily life of different cultural sectors of society. TMC is not the solution to the methodological and theoretical analysis of cultures problem´s. This theoretical construct aims to provide a proposal for the analysis of the cultures of relatively homogeneous social groups in order to establish correlation or disparities between cultural worlds of different social groups. Moreover, at this theory will be added various methodological and epistemological considerations when applying the theory of cultural models of social reality, and will show specific examples that will help further the understanding of this theoretical construct. Palavras-chave: modelo cultural; cultura; grupos sociales. Keywords: cultural model, culture, social groups. PAP0410 3 de 15 4 de 15 1. INTRODUCCIÓN El estudio de la cultura siempre ha sido una cuestión polémica en el sentido de que en gran cantidad de ocasiones se hacen análisis sin un modelo concreto, pues los investigadores de este ámbito habitualmente plasman en un documento todas sus notas de investigación sin establecer un orden teórico estandarizado que muestre de manera coherente tanto la planificación como los resultados de la investigación. Tal es la ausencia de un rigor metodológico y epistemológico común que algunos autores han destacado esta cuestión, pues “la noción de cultura, entendida en un sentido amplio que remite a modos de vida y de pensamiento, es ampliamente admitida en la actualidad, aún cuando no deja de carecer de ambigüedades relativas al contenido y a la forma de abordar su estudio.”(Cuche,2007, pp. 6). Es por ello por lo que este apartado tiene por objeto el intento de marco de análisis provisional para abordar la investigación de las culturas. Éste ha sido denominado Teoría de los Modelos Culturales (TMC) y se concibe como un instrumento eminentemente práctico a la hora de abordar la investigación de las culturas pertenecientes a grupos sociales diferentes. Cabe destacar, como se dijo en el resumen, que dicho esquema conceptual se está utilizando actualmente en mi Tesis Doctoral “La paradoja del cambio generacional en la Isla de La Gomera: consecuencias demográficas, sociales y económicas” ,en proceso de elaboración y cuyo proyecto fue aprobado por la Universidad de La Laguna. 2. ANTECEDENTES DE LA TEORÍA DE MODELOS CULTURALES El concepto modelo cultural encuentra su base en la aportación de diferentes autores pertenecientes tanto a la sociología como a la antropología o el estudio de la cultura. A continuación se exponen algunos ejemplos de esquemas conceptuales que inspiran a la TMC. En primer lugar, uno de los primeros intentos de realizar un constructo teórico destinado al estudio de los aspectos culturales de toda una sociedad fue el de Talcott Parsons, autor famoso, entre otras cuestiones, por su teoría de sistemas. Este autor realiza una contribución importante a la hora de delimitar sobre lo que está formado la sociedad. Así, se encarga de diferenciar los sistemas sociales de los biológicos, culturales y de personalidad (siempre sin abandonar sus famosos esquemas cuatripartitos). Así, el sistema social es “un conjunto de roles institucionalizados o, lo que viene a ser igual, de instituciones” (Toharia, 1978, pp. 125). Otro concepto relacionado la Teoría de Modelos Culturales es el habitus de Pierre Bourdieu, pues trata de sistematizar la cultura de grupos sociales concretos. El habitus es , en palabras de Bourdieu, “el principio generador de prácticas objetivamente enclasables y a la vez el sistema de enclasamiento de esas prácticas”(Bourdieu,1998, pp. 169). Diferentes habitus generan variados estilos de vida, y, al afirmar que existen varios habitus en función del grupo social de pertenencia, Bourdieu nos demuestra que, entre otros aspectos, el gusto está socialmente condicionado. Los diferentes habitus que define el autor francés se caracterizan por ser un sistema de signos distintivos que se cristalizan en prácticas y juicios de valor que enclasan a las personas en sus grupos sociales. Por lo tanto, para el concepto modelos culturales dicha teoría del autor francés es fundamental, pues trata de configurar las culturas de los diferentes sectores sociales que integran la sociedad con el objeto de sistematizar el conocimiento. Para Bourdieu, unas “condiciones de existencia diferentes producen unos hábitus diferentes” (Bourdieu, 1998, pp. 170). He aquí el famoso materialismo de dicho autor, pues lo material condiciona la ideología no ya de las personas, sino de los grupos sociales en general. Dichas variaciones se cristalizan en estilos de vida diferentes. De esta forma, la identidad social se define y se afirma en la diferencia. Existen otros autores que han tratado de sistematizar los aspectos culturales de las diferentes épocas. Luc Boltanski y Éve Chiapello tratan de analizar los universos culturales desde otra perspectiva. Sin duda, su obra El Nuevo Espíritu del Capitalismo es una de las más importantes a día de hoy tanto por la explicación que ofrece sobre la cultura actual como por su complejidad a nivel teórico. Además, es una obra crucial a la hora de plantear hipótesis a contrastar empíricamente. 5 de 15 Primeramente, Boltanski afirma que el capitalismo ha renovado por tercera vez su espíritu y éste ha provocado la aparición de la ciudad por proyectos. Pero, para poder explicar ésta, es necesario saber primero qué es una ciudad y cuántas han existido. Boltanski utiliza el término ciudad (que viene del cité francés y a su vez del latin civitas) como una palabra que “hacía referencia a una ciudad importante pero considerada como una persona moral” (Boltanski y Chiapello, 1998, pp. 63). Esto significa que dicho término implica la creación de un sistema de valores que se considera justo y en el que se trata de establecer un orden de grandeza. Pero una cosa a tener en cuenta es que la justicia de una ciudad no implica igualdad, sino es establecimiento de un sistema de valores que es legitimado. Esa justicia es de diferente naturaleza en función del tipo de ciudad, aspecto que determina los tipos de principios superiores que son comunes a casi todos los individuos dentro de una ciudad. Así, quien más cumple dichos principios se le considera el grande de esa cité en términos de Boltanski. Ese cumplimiento se demuestra en las pruebas modelo que tiene cada ciudad, es decir, en los exámenes que ha de superar todo individuo para ser grande. Por lo tanto, esta forma de englobar los aspectos culturales en el concepto de ciudad, que varía a lo largo de la historia tal y como hemos explicado, viene a ser algo muy parecido al significado que se le dará al concepto propuesto de modelos culturales, aunque se tratará de que este último sea, además de un concepto teóricamente completo, una herramienta metodológica a la hora de estudiar las diferentes culturas. Complementario al carácter teórico de la tesis de de Boltanski y Chiapello es la solución metodológica a la hora de estudiar las diferentes culturas que ofrecen Grignon y Passeron. Dichos autores establecen dos enfoques a la hora de estudiar las culturas populares, el relativista y el legitimista, cada uno con sus ventajas e inconvenientes. El enfoque relativista tiene como trasfondo la idea de que las culturas han de ser descritas y no jerarquizadas. Es por ello por lo que los enfoques relativistas tratan de forma autónoma las culturas populares, es decir, estudian su organización, sus prácticas... pero sin tener en cuenta que éstas pueden estar influidas por algún tipo de dominación. Así, pueden pasar por alto, por ejemplo, que el pueblo puede jerarquizar las culturas poniendo la suya propia en último lugar, por considerarla vulgar en referencia a una cultura culta o exquisita. El sociólogo relativista, en su deseo de elevar a la cultura popular rompiendo la dominación existente, puede caer en la deriva o perversión producida por este enfoque: el populismo. De esta forma, Grignon y Passeron afirman que el populismo es una postura muy peligrosa, pues lleva consigo un sesgo importante en toda investigación. Hay otro enfoque a la hora de abordar las culturas populares que pone el acento, al contrario que el relativismo, en las relaciones de dominación: es la teoría de la legitimidad cultural. Así, esta teoría lleva implícita la idea de que las culturas populares no deben estudiarse de forma autónoma, sino que es necesario observar los mecanismos y los efectos de la jerarquización a la hora de estudiar las mismas. Es por ello por lo que Grignon y Passeron dicen que esta teoría tiene lo que llaman realismo sociológico: los grupos sociales no son independientes, sino que, aunque en apariencia parezca que no, dependen los unos de los otros. A diferencia del relativismo, al constatar en la realidad que una cultura es legítima, el sociólogo no se muestra a favor o en contra de la misma, por lo que de alguna forma es neutra su afirmación. Así, aunque al sociólogo le ofenda o no simpatice con la cultura de estudio, existe el consenso de que es la cultura legítima.Como el relativismo, la teoría de la legitimidad cultural también puede degenerar en otra perversión: el miserabilismo. Ésta consiste en definir las diferencias entre la cultura popular y la culta en términos de falta. Así, el miserabilista podría llegar a refugiarse en la cultura legítima y a partir de ella describir las culturas populares como si fueran inferiores, adoptando por tanto una actitud paternalista con respecto a la cultura de las clases bajas. Por lo tanto, como dicen Grignon y Passeron, la sociología relativista y la miserabilista de las culturas populares no serán nunca sociologías, pues son enfoques que llevan implícitos ciertos juicios morales que provocan que la investigación no sea concluyente. Y es que, en su vida, cada sociólogo, al ser un ciudadano, puede ser relativista social, es decir, considerar que todo es respetable y alinearse con el pueblo. Pero cuando una persona se pone las “lentes” de sociólogo, ha de dejar sus prejuicios a un lado y tratar de investigar con un cierto grado de rigurosidad. 6 de 15 Además, y tratando de esclarecer la controversia entre los enfoques, es de destacar lo que afirma Cuché, que, si bien no especifica cómo llevar a la práctica su afirmación, da pistas acerca de cómo superar esa dificultad analítica: “Tomados como principios metodológicos, el relativismo cultural y el etnocentrismo no se contradicen sino que, por el contrario son complementarios. Su utilización combinada permite que el investigador aprehenda la dialectica de lo mismo y del otro, de la identidad y de la diferencia, dicho de otro modo, de la Cultura y de las culturas, fundamento de la dinámica social”(Cuche,2007, pp. 149). Por otro lado, existen intentos de sistematizar la cultura actual de los países occidentales avanzados a través de diferentes conceptualizaciones, aunque no son constructos teóricos aplicables a cualquier época de la historia como los anteriormente citados. Aún así, resulta provechoso para el objeto de nuestro trabajo un breve análisis de los mismos. Uno de esos conceptos es la sociedad red de Castells, que, como el mismo afirma, es por ahora, una “sociedad capitalista” (Castells,1997, pp. 507). Dicho autor, nos da la visión de dicha sociedad como una red donde impera el desorden debido a un lógica incontrolable de mercados y del capital. Así, los individuos están en todos sitios y en ninguno a la vez, siendo casi imposible analizarlos sin hacer referencia a la red. Dentro de este concepto incluye aspectos culturales, las relaciones de poder, la influencia de la tecnología en las relaciones sociales, aspectos políticos, etc. Es de resaltar lo amplio de su teoría en lo que al concepto de sociedad red se refiere, pues es un intento muy complejo de explicar la sociedad actual. Dubet, en cambio, pone el énfasis en cómo ha cambiado el modo de socialización en el mundo actual. Para dicho autor, durante décadas ha estado vigente el programa institucional, una forma de aplicar en los individuos de forma simultánea una suerte de socialización y la constitución como sujeto, por lo que integra socialmente a las personas a través de un hábitus y dota de una identidad al propio sujeto. De esta forma, este programa trata de “inculcar normas que configuran al individuo y simultáneamente le vuelven autónomo y libre” (Dubet, 2006, pp. 22). Sin embargo, para dicho autor ese programa institucional actualmente está en decadencia tanto por la existencia de la heterogeneidad de principios contradictorios y la progresiva separación entre acción social y subjetividad individual (Dubet, 2006, pp. 63-100). Se crea, por tanto, un conflicto que perturba la socialización de los individuos. La teoría de modelos culturales lo que intentará es observar en qué cuestiones los grupos sociales se diferencian entre sí y en cuales son más semejantes. Otro concepto importante es la sociedad riesgo de Ulrich Beck. Para éste, los individuos están “condenados a la individualización”(Beck y Beck- Gernsheim,2003, pp. 42), por lo que cada uno tiene una misma consigna: “vivir nuestra propia vida”(Beck, 2001, pp. 233). Es por ello por los individuos se ven obligados a elegir continuamente sin apenas reflexión consciente debido a que casi no hay tiempo para pensar, lo que hace que haya no un homo economicus sino un “homo options”(Beck y Beck Gernsheim,2003, pp. 44). Cada persona, en base a esos criterios, vive su vida independiente y tiene su propia cultura o autocultura (nada de lazos de clase ni fraternidad, a no ser que sean productivos). Ante esto, el resto de la sociedad se limita a “dejar en paz a la gente” (Beck y Beck-Gernsheim, 2003, pp. 102), por lo que el individuo se siente disperso y confundido en su vida diaria, totalmente desrutinizado. A esta sociedad riesgo también llama Beck la “sociedad individualizada” (Beck y Beck-Gernsheim, 2003, pp. 43) en el sentido de que la pobreza, el fracaso y la exclusión social pasan a ser una responsabilidad individual, y como tal, se trata de manera individualizada. Así, la sociología, al igual que las acciones de las instituciones, cada vez más está orientada al sujeto, primando más las conductas individuales y las actitudes típicamente liberales. Referente a esta individuación, cabe citar a Blas Cabrera cuando destaca la paradoja de que “la coexistencia de la reivindicación de la importancia de las culturas sociales con un acusado y creciente individualismo e individuación de la sociedad, que parece vincular los objetivos vitales y personales y las prácticas sociales"(Cabrera Montoya, 2005, pp. 3). Por último, y para concluir con este apartado, encontramos otro autor que conceptualiza la sociedad existente en la actualidad en los países occidentales avanzados. Bauman establece el concepto de sociedad líquida, que viene a ser “aquella en que las condiciones de actuación cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas” (Bauman,2006, pp. 9). Así, Bauman justifica la 7 de 15 existencia de este tipo de sociedad analizando la vida de las personas, la política, el amor, el sexo, etc...destacando que en la actualidad tienen un tiempo de implantación en la sociedad muy corto, importando más la velocidad del mismo que no su duración en el tiempo. Por lo tanto, este autor tiene una opinión similar a la de Ulrich Beck, pues destaca que los individuos “viven en el presente y por el presente (...) para obtener satisfacción”(Bauman,2006, pp. 16), teniendo que ser esta última de carácter inmediato. 3. TEORÍA DE LOS MODELOS CULTURALES (TMC) 3.1 Definición de “Modelos culturales”. Para la caracterización del término modelos culturales, en primer lugar hay es necesario hacer referencia al concepto de cultura. Basándonos en Cuché, la primera definición del concepto etnológico de cultura es de Edward B. Tylor y el pionero en aplicarlo a sus investigaciones fue el antropólogo Franz Boas. Posteriormente, sobretodo desde la antropología, se han establecido diferentes acepciones al concepto de cultura y lo han aplicado de diferente forma a la hora de estudiar las mismas, en los estudios de comunidades étnicas o culturales de Malinowski, R. Lynd, Ruth Benedict o Margaret Mead. Introduciéndonos más en la definición de modelos culturales, cabe destacar, que éste viene a englobar lo que Antonio Ariño concibe como cultura antropológica. Y es que, Ariño nos describe que existen, en teoría, dos acepciones del término cultura: la humanística y la antropológica (Ariño, 1997, pp. 24-25,45-46). La primera es lo que denominaría Raymond Williams “el estado desarrollado de la mente” (Williams,1994, pp. 11). Esta es la cultura de los intelectuales, es decir, es la cultura que, la sociedad considera culta. La otra concepción de la cultura es la antropológica. Sin duda, esta acepción es la más utilizada en los trabajos de campo y en las diferentes investigaciones de tipo antropológico.. Esta última definición de cultura es en la que se apoyará el concepto de modelos culturales. Por tanto, podríamos definir el término modelos culturales como un término que trata de sistematizar la cultura de un determinado sector social, cultural o étnico, cuyo fin último es proporcionar una herramienta con la cual los investigadores del área de la cultura obtengan la información lo más fiable y ordenada posible a la hora de estudiar los diferentes universos culturales. Por tanto, claramente está influenciado, como ya se expuso en el apartado de antecedentes, por los conceptos de los autores estudiados. Esta influencia, como se puede observar, viene dada en mayor parte por los intentos de hacer modelos de análisis de las sociedades que por el contenido de las teorías de los autores estudiados. Cabe resaltar que esta teoría se concibe para estudiar sectores de población amplios, pues su utilidad viene dada al sistematizar categorías que se suelen presentarse algo caóticas, como los relacionados con los valores, normas sociales, costumbres, etc, para así ordenarlos y tratar de que doten de un sentido a la misma. 3.2 Contenido de un Modelo Cultural. En cuanto a la forma que adoptan los modelos culturales, es necesario destacar que han sido útil como inspiración las “lógicas” de Dubet y Martuccelli (Dubet y Martuccelli,2000, pp. 74-82), pues los modelos culturales vienen a ser una adaptación (flexible se entiende) de dicha teoría. El concepto alrededor del cual gira la óptica de esos dos autores es la “experiencia social”, que proviene de un doble mecanismo: cómo las personas sienten el mundo social y como lo construyen. ¿De qué forma se puede llevar a la práctica por parte de las personas algo tan abstracto como un sentimiento a la hora de edificar su visión del mundo? Dubet y Martuccelli afirman que dicha experiencia social está formada por tres lógicas fundamentales que tratan de integrar y combinar los individuos para ser coherentes consigo mismos: la lógica estratégica, la lógica de integración y la lógica de subjetivación. Por lo tanto, éstas tres determinan la relación entre el actor y el sistema (social, cultural...) que le rodea. Mediante la estratégica, los individuos movilizan unos determinados recursos para lograr los fines que se proponen. Así, los medios para alcanzarlos pueden ser la capacidad de influir en el comportamiento de los demás (o lo que es lo mismo, el poder en términos weberianos) o la capacidad de adaptarse a recibir órdenes 8 de 15 de una autoridad. Como vemos, el individuo se nos presenta como “el empresario de sí mismo” (Dubet y Martuccelli,2000, pp. 76), pues juega con unos recursos como si de un mercado se tratara. Por lo tanto, en cierta forma, esta lógica es algo instrumental y utilitarista. La segunda lógica, de integración, es uno de los postulados de la sociología clásica concretada por conceptos como el de cohesión social de Durkheim o el habitus de Bourdieu. Ésta lo que trata de mostrar es cómo los individuos se adaptan al medio social (cómo se distribuyen dentro del seno de la sociedad) y cómo interiorizan los aspectos culturales de la comunidad en la que viven. Sin duda, la integración social y cultural ha preocupado mucho a la sociología, pues ha sido una de las fuentes de conflictividad más importantes en los últimos tres siglos y, como no, también en la actualidad. De esta forma, esta lógica determina la identidad social con la que nos mostramos hacia los demás. Por último, la lógica de la subjetivación se refiere a cómo los individuos se definen a ellos mismos, basándose en el grado de creatividad, autonomía, libertad...es decir, que remite a todo lo que “se presenta como no social”(Dubet y Martuccelli,2000, pp. 79). Por supuesto que no está en contradicción con la lógica anteriormente explicada, pues puede ocurrir que el individuo se considere a sí mismo como un ser único y que a la vez haya asumido un habitus determinado. Por lo tanto, la subjetivación es la reafirmación que hacen las personas para afianzar su personalidad, cobrando especial importancia la “presentación del yo” en términos de E. Goffman. En cuanto a la adaptación de esta teoría de las lógicas de Dubet y Martuccelli al concepto de modelos culturales, hay que destacar que la diferencia radica en que las lógicas no se van a centrar en el individuo sino en el grupo social/cultural, siendo el contenido de las lógicas diferente al de los modelos culturales, pues la óptica con la cual se observa no es a través del individuo sino a través del grupo objeto de estudio. 3.3 Esferas de la TMC. Inspirado en lo anterior encontramos las esferas normativa, valorativa y sociopolítica, las cuales forman parte de lo que hasta aquí hemos llamado modelos culturales. Dentro de de dichas esferas se encuentran gran cantidad de aspectos que se deberían de investigar en el estudio de cada grupo social o cultural. Sin embargo, es necesario destacar que la autonomía de cada esfera es una necesidad metodológica y no orgánica, por lo que ninguna de ellas funciona al margen del resto. La Esfera Normativa englobaría todo lo relacionado con la integración social y las normas sociales predominantes que ejercen su influencia sobre los individuos. De esta forma, serían los hechos sociales, en términos durkheimnianos, que se imponen, siempre de forma relativa, a los individuos. Esto viene a ser lo que Dubet y Martuccelli han denominado “lógica de la integración”, aunque con las diferencias, en cuanto al cambio de óptica descrito. Además, esta esfera incluiría también aspectos que dichos autores engloban en la lógica estratégica, como se verá a continuación. Dentro de esta esfera tenemos, en primer lugar, las costumbres, las prácticas y las tradiciones de dicho grupo social. Por costumbres no habría que entender las prácticas antiguas de dichos grupos que perviven hasta hoy, sino el conjunto de actividades, prácticas, etc...que suelen realizar los grupos sociales de forma habitual y que tienen inculcados sus miembros. De esta forma, las costumbres vendrían a ser los rituales de los grupos sociales para consolidarse tanto internamente (fomentar los lazos de unión entre los diferentes miembros del grupo) como externamente (reafirmar su identidad con respecto al resto de colectivos socioculturales). En este sentido, entendemos como ritual lo expuesto por R. Collins, que, inspirado en Goffman y Durkheim, elabora una teoría de los rituales de interacción, la cual viene a ser una “teoría de la situaciones, de los encuentros temporales entre cuerpos humanos cargados de emociones y conciencia por efecto de la cadenas de encuentros vividas anteriormente”(Collins, 2009, pp. 18). También se comprendería dentro de este ámbito el concepto de vida cotidiana de Alaminos y Penalva: “formas históricas (usos, costumbres, rutinas, etc...) que adoptan tanto los problemas esenciales que deben resolver los individuos como sus respuestas a los mismos” (Alaminos y Penalva, 2011, pp. 157). Así, esta vida cotidiana serían las respuestas particulares de los individuos a problemas estructurales existentes en cualquier sociedad. 9 de 15 Un aspecto fundamental de cada grupo social son sus códigos morales. Con respecto a lo primero, sería interesante estudiar la normativa imperante en dicho grupo social y determinar si hay diferenciación con respecto al resto de grupos sociales. Además, sería crucial determinar que origen tienen dichas normas morales, que puede ser religiosa, tradicional, rural/urbano, etc. En cuanto a los códigos legales, en ocasiones, las disposiciones legales no tiene sentido estudiarlas por su escasa influencia. Por ejemplo, si se quiere comparar el modelo cultural de jóvenes con el del resto de la sociedad, no es pertinente el estudio de las normas legales, pues afectan de igual forma a unos y a otros. Sin embargo, cuando son dos grupos étnicos o culturales muy diferentes si conviene analizar esta cuestión. Los códigos morales, a pesar de que habitualmente no están plasmados en ningún lugar, resultan de vital importancia para el desarrollo de la vida dentro de cada grupo social o cultural. Dichos códigos son las normas sociales imperantes en todo grupo social y suelen estar influenciados por aspectos como la religión, entre otros. Además, habría que estudiar la influencia de aspectos que no se han mostrado hasta el siglo XX a la hora de configurar las normas sociales de un determinado grupo social o cultural, como la de los medios de comunicación o la publicidad. De esta forma, actualmente se producen cambios en los códigos morales a una velocidad vertiginosa: existen una moda de deseos efímeros, intensos, urgentes y desechables que se ha visto apoyada por un consumismo de mercado exacerbado. Por tanto, los códigos morales y la incitación al consumo, por ejemplo, van íntimamente ligados en este mundo global. También existen normas sociales, que, igualmente influenciadas por los códigos morales o religiosos anteriores, determinan las relaciones interpersonales (matrimonio, concepción de las relaciones sexuales, amistades, relaciones familiares...) y las aficiones habituales. En este sentido, un código moral de un grupo social que prime el aspecto católico puede dar como resultado un mayor número de matrimonios, así como puede primar las familias extensas. En el caso de los jóvenes, por ejemplo sería un grupo social que al tener un código moral relativamente diferente, concibe las relaciones sexuales de una forma diferente a otros colectivos. Por lo tanto, y para tener un mejor conocimiento de las normas sociales y su influencia, resulta crucial estudiar dichos aspectos. Los códigos morales definidos en los párrafos anteriores determinan de una forma más o menos directa (según el grupo social objeto de estudio) la visión de lo adecuado o no adecuado socialmente hablando. De esta forma, en cada sector social hay determinadas prejuicios o problemas que la mayor parte de la población suele asociarlos a la misma causa, por lo que sería relevante para nuestro objeto de estudio analizar la imagen social que tienen los individuos de su propio grupo social y del resto de colectivos, los tabúes, los prejuicios... los cuales se expondrán en el siguiente apartado. Por último, dentro de esta esfera hemos decidido incluir algo que Dubet y Martuccelli incluyeron en la lógica estratégica: la gestión de recursos para alcanzar los objetivos propuestos. De esta forma, dicha gestión por la cual se movilizan recursos para alcanzar un determinado fin es aplicable a todos los ámbitos: laboral (alcanzar el trabajo deseado), educativo (aprobar un examen o obtener algún título educativo), deportivo (ganar un partido), amor (lograr que una persona se enamore de uno mismo)...Por ello, los individuos que constituyen las sociedades ordenan las fuerzas, medios y recursos para lograr sus cometidos en cualquier ámbito. Centrándonos en la siguiente esfera que compone la TMC, esto es, la Valorativa, ésta trata de dar cuenta del universo valorativo de un grupo social o cultural, pues en el apartado anterior se estudió la influencia de los diferentes agentes sociales pero no los valores en sí. No es nuestro objetivo definir lo que son los valores y sus connotaciones éticas o morales, si bien es necesario tener en cuenta que se utilizará la concepción subjetivista del término valor, esto es, “algo tiene valor en sí mismo en la medida en que se le atribuye (Iglesias, 2007, pp. 104). Simplemente, diremos que “el significado sociológico del concepto valor se relaciona con la definición de lo bueno y lo malo, de lo que es importante o relevante en la vida, de lo aceptable y lo rechazable, de lo admitido o lo prohibido, de lo que hay que hacer o evitar”(Sánchez et al,2004, pp. 37). En primer lugar, hay que determinar que valores son preponderantes y cuáles no. Dicho análisis se encuentra inspirado, como otros aspectos anteriores, en la definición de “grande” y “pequeño” elaborada por Boltanski 10 de 15 y Chiapello ya definida en apartados anteriores. Así, dichos autores definen como “grande” los valores descritos como positivos (o bien vistos) por un grupo social y como “pequeños” los valores que no están socialmente aceptados, tal y como se describió en el apartado de Antecedentes. Es conveniente destacar que los valores se califican como válidos cuando coinciden con la norma, pues sin un anclaje en la realidad cultural o social serían meros entres metafísicos. De esta forma, en cada grupo social o cultural siempre existen unos determinados valores que se encuadran en una u otra de las categorías anteriores. Como instrumento útil a la hora de clasificar los valores, se propone tomar como referencia una clasificación basándonos en la de Inglehart y su Encuesta Mundial de Valores (Díez Nicolás,1994), pero adaptándolos a esta teoría de modelos culturales según el grupo social/cultural objeto de estudio. Otro aspecto a estudiar es el grado de autonomía cultural que posee un determinado grupo objeto de estudio. Por grado de autonomía se comprende el grado de aspectos análogos que tiene un determinado sector social o cultural con respecto al resto de la sociedad. De esta forma, cuanto más se parezca al resto de la sociedad, menos autonomía cultural tendrá. Aquí entran en juego las relaciones de poder, pues la autonomía no viene dada sino que suele ser una reacción de un grupo social con respecto al resto de la sociedad, tal y como explican Grignon y Passeron a la hora de definir las culturas dominantes y las dominadas. Por ejemplo, es relativamente fácil observar, a priori, que determinados colectivos, por ejemplo, el de los gitanos, poseen un elevado grado de autonomía cultural dentro de las sociedades avanzadas occidentales, pues tienen hasta códigos legales y morales propios. Por lo tanto, dicha autonomía cultural la podríamos denominar intergrupal, pues se refiere al resto de grupos sociales o culturales. Existe otra autonomía cultural, la cual podríamos denominar intragrupal, que trata de estudiar la distancia cultural dentro del propio grupo social. Medir esta distancia es útil a la hora de analizar, dentro de un mismo grupo social, los diferentes sectores según la edad o el sexo. Esto sería, adaptando el análisis de Durkheim sin su vertiente dicotómica, la determinación del grado de solidaridad entre iguales dentro del mismo grupo social. De esta forma, se podrían encontrar diferentes universos valorativos dentro de un mismo grupo social o cultural, influyendo estos en las actitudes y acciones del colectivo objeto de estudio. Para concluir el análisis del aspecto autonomía cultural, y tal como dice Denys Cuche, “la identidad social es al mismo tiempo inclusión y exclusión” (Cuche,2007, pp. 106). Esto significa que hay que estudiar las relaciones entre los iguales del grupo social y la relación de éstos con los otros grupos para poder comprender la identidad colectiva de un determinado grupo social. Otro aspecto a tener en cuenta es la tolerancia de un grupo social o cultural respecto a otros con valores relativamente diferentes al del primero. De esta forma, se podría establecer el nivel de tolerancia cultural de un determinado sector social respecto a otros colectivos. Ésta puede ser también estudiada a través de la confrontación del universo valorativo de un grupo con valores o actitudes habitualmente problemáticos (como la aceptación de la homosexualidad o la de otros grupos étnicos) cuya imagen social suele ser negativa en las sociedades occidentales actuales (árabes, gitanos...). Así, a través de la citada confrontación, se puede conseguir determinar la tolerancia cultural de un grupo social. Por otro lado, es importante estudiar aspectos que podríamos denominar “mentales” del grupo social objeto de estudio. Por mentales no hay que entender que son cuestiones individuales, sino aspectos que si bien se manifiestan en los propios individuos, pueden tener un origen social y así reflejarse en la mayor parte de los individuos integrantes de un grupo social o cultural determinado. En este sentido, se define como mentalidad al “conjunto de formas de conducta, rasgos de la mente y la personalidad que comparten los individuos integrados en la cultura” (Iglesias, 2007, pp. 39). Para evitar equívocos, y en términos de J.A. Marina, se considera que la personalidad es un concepto inventado, pues es constructo que sirve para explicar el estilo propio de desear, sentir y actuar que tiene una persona (Marina, 2007, pp. 93). Por lo tanto, cualquiera tiene personalidad en este sentido, no incluyendo ninguna connotación de estilismo ni moda, siendo ésta resultado de lo aprendido y lo elegido por cada uno de los individuos referente a cualquier ámbito. En esta teoría, y a efectos metodológicos, se incluyen dentro de estos aspectos “mentales” el nivel de felicidad o las perspectivas de futuro de sus integrantes. Estos son dos cuestiones que habitualmente determinan las actitudes del grupo social. Con respecto al estudio del nivel de felicidad, se puede medir tanto 11 de 15 el nivel de satisfacción de los individuos con respecto a la vida como las razones que lo explican, pues puede primar en ese nivel de felicidad el hedonismo, la importancia de la familia o el trabajo. Así, es un asunto cuya importancia a la hora de definir el universo cultural es relativamente elevada. La perspectiva de futuro de un grupo social determina la visión de los miembros de un grupo social con respecto a las situaciones que ocurrirán en tiempos venideros. Con respecto a esta cuestión sería importante estudiar las diferentes vertientes de esta perspectiva de futuro según los diferentes ámbitos (económico, social, cultural o familiar), pues no necesariamente tiene que ser en todos esos planos la perspectiva positiva o negativa, ya que puede variar según se cuestione sobre un campo u otro. Por último, y dentro de esta esfera valorativa, encontramos lo que se denominará aspectos diferenciadores dentro del grupo social. Por “diferenciador” entendemos cuestiones que los individuos utilizan para reafirmar su identidad y así dotarse de una personalidad propia. Los diferentes estratos y colectivos sociales tienen diversa condición dentro de una cultura y conciben distintas concepciones de la realidad que los diferencian unos de otros. Claro está que en todos los grupos sociales no se manifestará la cuestión diferenciadora entre sus propios individuos de la misma forma, pues en unos será un fenómeno social mucho más arraigado que en otros. Volviendo al concepto de “diferencia”, definido por José Luis Castilla en su obra (Castilla,2005), también está relacionado con el concepto de cultura y, más concretamente, con el de “identidades”, definidas normalmente de forma negativa, es decir, por oposición a otros. Dentro de estos aspectos diferenciadores se pueden encontrar diversas cuestiones que serían necesario analizar como la alimentación, el vestuario, los adornos culturales, las aficiones...en resumen, particularidades que se muestran socialmente para que el resto del grupo social o de la sociedad reconozca la personalidad del individuo o del grupo social objeto de estudio, además de que, por supuesto, el individuo la reafirme a sí mismo. Por último, remitimos al análisis elaborado por Gutiérrez referente a la construcción el universo valorativo juvenil (Gutiérrez,2007), tanto para ver cómo se configuró un estudio referente a los valores diferenciadores de un grupo social como para observar la resolución de valores que podrían ser contradictorios. La Esfera Sociopolítica es la que para Dubet y Martuccelli es la lógica estratégica (sin la cuestión de la movilización de recursos, que se incluyó en la esfera normativa) y trata de englobar todos los aspectos formativos, laborales y políticos de un determinado grupo social. De esta forma, esta esfera lo que intenta es mostrar la realidad material de los grupos sociales para así ver sus relaciones con las esferas valorativa y normativa. En esta esfera estudiaremos los aspectos que habitualmente suelen estudiarse y para los que existe una mayor cantidad y calidad de datos disponibles. Dentro de esta esfera podemos encontrar una vertiente que se denominará formativa. En ella, se incluirán aspectos relativos al nivel de formación de una sociedad. Entre otros aspectos, se recopilarán datos acerca de la población relativos a la influencia de la cultura humanística (en términos de Antonio Ariño) en la misma. De esta forma, puede confrontarse el nivel de formación intelectual con la mayor o menor cohesión grupal (incluido en la esfera normativa) con el fin de observar si existe una relación entre la mayor influencia de la cultura humanística y la menor influencia de los códigos morales del grupo social objeto de estudio. Por otro lado, encontramos un plano al que se denominará laboral, pues trataremos de estudiar aspectos relacionados con el mundo del trabajo. De esta forma, podemos determinar cuales son los oficios más habituales, la tasa de infrautilización educativa (Tasa de personas que tienen un trabajo no acorde con su nivel educativo), la influencia del paro en dicho grupo social y todo tipo de datos relacionados con el mundo del trabajo, incluyendo el nivel de satisfacción con respecto al plano laboral y sus perspectivas de futuro en este ámbito, así como sería necesario analizar el nivel de arraigo social de los integrantes) del grupo social. Y es que dicho arraigo puede influir, por ejemplo, en el hecho de producirse o no la movilidad geográfica o social de un grupo social y, por consiguiente, puede determinar la apertura o el cierre de un determinado colectivo social o cultural. Por último, encontramos, dentro de esta esfera, el plano político dentro del cual enmarcaremos las cuestiones relativas con la cultura política y las relaciones de poder existentes dentro de un grupo social. Por cultura política entendemos lo que Almond y Verba definen como “la orientación psicológica de los 12 de 15 individuos hacia la política” (Caminal,1996, pp. 265). Cabe destacar que este concepto tiene tres elementos que lo conforman: el ámbito de la subjetividad (tiene en cuenta lo que la gente piensa, cree y siente), las actitudes (propensión a percibir, interpretar y actuar en relación a un objeto estímulo determinado) y las orientaciones a objetos políticos (forma en que se produce la relación psicológica entre sujeto y objeto político). Para la teoría de modelos culturales, la definición de cultura política será, adaptando la de Almond y Verba, la siguiente: distribución de la pautas de orientación hacia los objetos políticos entre los miembros de un grupo social. De esta forma, se pueden observar tanto aspectos relativos a la percepción de la influencia de la política sobre el propio grupo social como las razones de interés/desinterés de la política, intenciones de voto, etc. También se incluye dentro de este plano político el estudio de las relaciones de poder. Se entiende que éstas serán la influencia del poder (capacidad de imponer la voluntad de una persona o grupo social sobre otro) en las relaciones interpersonales, en el acceso al plano laboral, en la determinación de las amistades... Por lo tanto, y al igual que ocurría con la autonomía cultural, puede estudiarse estas relaciones de poder de forma intergrupal e intragrupal. Con respecto a la primera, lo que trataría es de analizar esas relaciones de poder de unos grupos sociales o culturales con otros. En cambio, la intragrupal se refiere a las relaciones de poder existentes entre los individuos del mismo grupo. En conclusión, se ofrece un cuadro que resumen las diferentes esferas y sus respectivos planos de estudio: ESFERA Esfera normativa PLANOS DE ESTUDIO Costumbres y tradiciones. Códigos legales. Códigos morales. Normas sociales Gestión de recursos para alcanzar objetivos. Esfera valorativa Valores preponderantes y menos importantes. Grado de autonomía cultural intergrupal e intragrupal Tolerancia respecto a otros grupos sociales o culturales. Aspectos mentales: perspectiva de futuro y nivel de felicidad. Aspectos diferenciadores. Esfera sociopolítica Formativo. Laboral. Político. Tabla 1. Esferas y planos de la TMC. Elaboración Propia. 3.4 Aplicación de la TMC en la realidad social Centrándonos en el concepto de modelos culturales, éste ha de concebirse como un instrumento flexible a la hora de adaptarlo a cualquier grupo social. Por lo tanto, según el objeto de estudio y el fin de la investigación que deseemos, sería conveniente ampliar algunos planos, citar otros y simplemente agregar o suprimir los que se crean convenientes, pero siempre respetando el esquema propuesto relativo a las tres esferas. Por ejemplo, si se estudia un grupo etáreo (por ejemplo los jóvenes) no se aplicaría el mismo énfasis en los mismos planos por igual que si se estudia un grupo étnico o cultural. Es necesario reseñar, de igual forma, que la división en esferas propuesta en esta comunicación es más metódica que real, pues los aspectos contenidos en cada una de ellas a menudo impregnan cuestiones de otras esferas. De esta forma, la influencia de las cuestiones incluidas en la esfera valorativa afectan al resto de ellas. Por ello, se propone dicha división como un método de análisis de la realidad y no como una 13 de 15 reducción de la misma, pues trata de englobar en esferas los aspectos que se muestran para así favorecer la comprensión del mundo socio-cultural. Por otro lado, y teniendo en cuenta que el objeto de este trabajo no es hacer una receta mágica del estudio de las culturas, es necesario tratar aunque sea de forma muy breve los aspectos metodológicos a tener en cuenta a la hora de aplicar la teoría de los modelos culturales a un grupo social o cultural. Dicha brevedad se debe a que existe una gran cantidad de bibliografía donde se detallan las formas y el contenido de cada una de las metodologías y técnicas existentes en la investigación social En primer lugar, en cuanto a la metodología propiamente dicha, se utilizarán tanto técnicas cualitativas como cuantitativas (Cea de Ancona, 2001). De esta forma lo que se aplicará en las investigaciones será la complementariedad como estrategia de integración metodológica. Así, se utilizarán métodos cuantitativos (la encuesta básicamente ) y cualitativos (entrevista en profundidad, grupo de discusión, análisis documental y linguístico). Es necesario añadir que, en lo que se refiere a tipos de técnicas, la teoría de modelos culturales está abierta a cualquiera aceptada científicamente que el investigador considere conveniente aplicar. Por último, y para concluir este trabajo, se propone un plan de trabajo a la hora de aplicar la teoría de modelos culturales, que no difiere en exceso de las estrategias de investigación convencionales: delimitar adecuadamente la población objeto de estudio, plantear diferentes hipótesis a priori sobre el grupo social objeto de estudio a la vez que se escogen los planos dentro de las esferas que componen el modelo cultural más convenientes para dicho objeto de estudio y, por último, elaborar el propio modelo cultural resultado del estudio. 4. CONCLUSIÓN Como cierre de esta aproximación al estudio de las culturas que se ha denominado TMC, es necesario resaltar nuevamente el hecho de que es más metódico que teórico, destacando sobretodo la instrumentalidad de la herramienta metodológica estándar que se ha desarrollado en estas páginas. Además, en esta comunicación se ha intentado dotar de una base teórica consistente desde la cual se articulen dichos modelos culturales, definiendo tanto el abordaje de la realidad social como el contenido práctico de la TMC (esferas). 5. BIBLIOGRAFÍA Ariño, A. (1997): Sociología de la cultura, Barcelona: Ariel. Alaminos, A. y Penalva, C. (2010): La vida cotidiana en la España del siglo XXI, en Del Campo, S. y Tezanos, J.F.: España. Una sociedad en cambio, Biblioteca Nueva, Madrid. Bauman, Z. (2006): Vida líquida, Barcelona: Paidós. Beck, U. – Beck- Gernsheim, E. (2003): La individualización: el individualismo institucionalizado y sus consecuencias políticas y sociales, Barcelona: Paidós. Beck, U.: “Vivir nuestra propia vida”, en Giddens, A. ; Hutton, W. (eds.) (2001): En el límite. La vida en el capitalismo global, Barcelona: Tusquets. Boltanski, L. y Chiapello, E. (1998): El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid: Akal. Bourdieu, P. (1998): La distinción, Madrid: Taurus. 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