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Revista No. 49
Los familiares miskitos
Un tayanani es un tayanani.
Cuando Eliseo Durán se daba cuenta que alguién en Chinandega, de apellido Durán decía que era su
pariente, el comentaba: "Si somos parientes, no somos nada".
Para mi abuelo Eliseo, los familiares eran familiares.
Ese asunto de los parientes le sonaba lejano. Hace unos días el señor Medrano Pantin Wilson me recordó
esas palabras de mi abuelo.
El señor Medrano dijo que todos ahí, en Krasa, una comunidad de Río Coco arriba, todos eran familiares,
tayanani como dicen ellos.
- ¿Cómo, todos son de apellido Pantin? le pregunté.
y él, riéndose, dijo:
"No, todos somos de Krasa, son 300 mis familiares"
Aquí en las comunidades Miskitas, las personas de cada comunidad se reconocen como tayanani
o sea como familiares.
No hacen la diferencia que hacemos, en el resto del país, que si son hermanos, primos hermanos, o sólo
primos, que si es un pariente lejano o cercano.
Cuando hay problemas, los tayananis se buscan. Cuando se ven colgando las hamacas en los corredores de
las casas, es que algún tayanani vino enfermo, o a vender o a resolver algo.
Isaías Pantin, hijo mayor del señor Medrano, nos cuenta:
'Cuando pequeño, quedé huérfano de madre y fui criado por mis abuelos
Cuando murió mi abuelita quedé tan triste que me escapé en una lancha para Waspán, sólo tenía 9 años.
Una señora me ayudó a llegar a Managua y me dio la dirección de una mujer miskita que era de Krasa".
"Cuando di con la casa, vi una mujer cosiendo y su hijo jugaba en la calle, platiqué con él y jugamos.
Cuando cayó la noche la mujer salió y hablamos, nunca antes la había visto, le dije que venía de Krasa,
ella me dijo que me podía quedar en su casa un mes.
Al poco tiempo me llevó donde un señor que tenía un taller, con el aprendí la mecánica.
En la casa de esa señora viví 4 años. Aunque nunca le dije mamá, yo la recuerdo como mi mamá".
"Aquí, cuando los niños quedan huérfanos ya se sabe que si los abuelos o los tíos, no los pueden criar otro
tayanani se va hacer cargo de ellos, no hay niños abandonados, sin amparo.
Los únicos niños miskitos desamparados, son los que se viven en Managua.
Con los familiares, también se dan problemas, conozco un hombre que está desesperado, porque cada vez
y cuando encuentra en el corredor de su casa las hamacas colgadas".
Sin embargo el señor Medrano, dice:
"En la vida es bueno contar con familiares, a mí me gusta recibirlos.
Los que viven río abajo, de vez en cuando me pasan saludando.
Los de aquí de Kraza los domingos o los días de fiestas me visitan.
Sé que el día menos pensado, vendrá algún Tayanani a buscarme, no importa si tengo años de no verlo, o
si no lo conozco, no importa, es mi tayanani".
Este apego entre los tayanani les ha ayudado a los miskitos a mantenerse como pueblo.
y es que un tayanani es un tayanani, eso no se puede negar.
Mi tuquito de patio
"A mi lo que me falta es tierra
“A mi lo que me falta es tierra para seguir sembrando.
Porque este es un tuquito de patio". Dice doña Esperancita Díaz Amador.
"Yo quería sembrar palos frutales y chagüite, aparte de las flores.
Así que le dije a mi vecino que me prestara un pedacito de tierra de la que colinda con mi casita. Que me
diera el permiso de acondicionar la zacatera para sembrar. Al ver tanto entusiasmo, me prestó media
manzana.
Ahí nomás conocí a la Blanquita, la que trabaja en el CIPRES aquí en Río San Juan.
Miré que podía mejorar mi manera de sembrar.
y ya somos varias mujeres. del Asentamiento "Laureano Mairena" que trabajamos con huertos.
Es cierto que ya soy mayor pero el encanto por las plantas cada día es más grande.
Mi edad no me detiene para mejorar la tierra que me rodea. No desperdicio ni un tuquito de patio.
El chagüite está sembrado en asocio con los marañones, aguacate, papayos, acetunos y naranjas.
Mi viejito Ignacio y yo pusimos jocotes yuplones, melocotones y pitahayas a la orilla del cerco.
Más abajo, buscando el ojo de agua, ahí tengo yuca con frijolito.
Tengo de toda variedad:
frijol arroz, alacín, mungo, gandul, frijol de vara, chícharos...
También cerca del ojo de agua, tengo un almácigo de hortalizas. Está bien bonito.
Fíjese que hay palitos tan tiernos, tan delicados que no aceptan trasplante.
Hay que sembrarlos de una vez donde van a quedar.
Por eso vea como está de adornada la entrada de la casa.
pasada pasó un vecino y me dijo:
Esperancita cortá ese monte.
Con tantos palos, ya tu casa parece cosa de
brujos.
¿`pero cómo voy a botar ésto, si además de adornar, es mi alimento?
Solo me voy al patio y corto lo que necesito.
Yo me carcajeo con mi viejo, de sólo pensar de cuando la gente me vea poniendo unos mechones por la
noche.
Nunca van a idear que son para matar chocorrones”.
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