La virgen de Fátima

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Nuestra Señora, del Pilar a Medjugorje
José María Macarulla
(josemaria.macarulla@gmail.com)
El mes de mayo invita a que los cristianos intensifiquemos el trato con nuestra
Madre del Cielo, la Santísima Virgen María. Son innumerables las advocaciones marianas
a lo largo de la historia y a lo ancho de la geografía mundial. Por eso he elegido como el
título de este artículo la primera y la última - por ahora – de esas apariciones de resonancia
y trascendencia universales, aunque también citaré algún detalle de otras apariciones
intermedias, de importancia indiscutible.
Siempre María ha estado pendiente de los asuntos locales ¿qué pueblos o comarcas
no tienen o tenemos una advocación mariana propia que aglutine nuestras devociones
filiales? También vemos que, cuando la aparición habla a los videntes, siempre alude a
grandes problemas: la conversión de la Humanidad, el desagravio al Señor o la penitencia
por tantos y tantos pecados de los hombres.
El Pilar de Zaragoza
Cuenta una venerable tradición que, cuando el apóstol Santiago llegó a Zaragoza
cansado y desanimado por sus escasos éxitos misionales, la Virgen, aún en carne mortal, se
le apareció sobre un pilar transportado por ángeles, le infundió fe y ánimo y le consiguió
unos éxitos inmediatos. ¡Cuántas veces y cuántos fieles no habremos besado ese bendito
Pilar hasta hacer el hoyo que demuestra que somos un poco “morrudicos”!
El 29 de marzo de 1640, Nuestra Señora del Pilar protagonizó un milagro tan
espectacular y tan confirmado que admiró a Europa entera: el reimplante de la pierna
derecha de un mendigo, Miguel Juan Pellicer, amputada por gangrena u osteomielitis dos
años antes (El Milagro de Calanda). En el proceso notarial y canónico que relata los hechos
se dan detalles técnicos que hoy, en el siglo XXI, resultan idénticos a los que se observan
en los implantes quirúrgicos de los miembros amputados.
La Virgen de Guadalupe
Recién descubierta América e iniciada la colonización de México, la Santísima
Virgen se apareció varias veces al indito Juan Diego, que sólo hablaba náhuatl, para pedirle
que el señor obispo le construyera un templo para acoger a todos sus nuevos hijos de
aquellas tierras. La imagen milagrosa que se imprimió de repente en la tilma o ayate del
indio es desde entonces venerada y admirada por el mundo hispano al completo, y por ella
españoles e indios se fueron identificando como un único pueblo de Dios. El nombre que la
Señora utilizó en náhuatl para presentarse al enfermo Juan Bernardino, tío de Juan Diego,
en el instante de curarle, fue el de “Coatlalopé” que significa “la que aplasta a la
serpiente” y que los españoles asimilaron como Guadalupe.
Lourdes
En 1858 la Santísima Virgen se apareció varios días seguidos a la niña Bernardette
Soubirous confirmándole el dogma de la Inmaculada, recién promulgado, al presentarse a
sí misma con la frase en occitano “Que soy era Inmaculada Concepciou”,
recomendándole rezar el rosario y haciéndole excavar la fuente cuya aguas tantas
curaciones milagrosas han protagonizado. (Yo mismo - y sólo lo digo como favor, no
como milagro, - me sumergí en ellas después de una resección gástrica poco satisfactoria y
desde entonces hasta hoy, 52 años después, me encuentro perfectamente bien: ¡Gracias,
Madre mía!).
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Fátima
En 1917, en plena guerra mundial, María se apareció a los tres pastorcillos de
Aljustrel encareciéndoles, una vez más el rezo del santo Rosario por la conversión de los
pecadores, revelándoles secretos del futuro, entre ellos el final de la guerra – que se han ido
cumpliendo – y mostrándoles en especial las terribles penas del Infierno. Como rúbrica de
autenticidad nos dejó el maravilloso milagro del sol. En todos los casos las apariciones
elevaron la moral y la vida de piedad de los fieles que tuvieron que vencer la resistencia,
obstáculos y tropiezos que les ponían los enemigos de la Iglesia: en Francia, el laicismo
revolucionario; en Portugal, la masonería gobernante y en Los Balcanes, como veremos
luego, el comunismo soviético.
Medjugorje
Significa “entre montañas” y es una localidad idílica de Bosnia-Herzegovina,
habitada por croatas católicos. Cuenta la historia que el sacerdote se quejaba de la creciente
frialdad de sus fieles, sometidos al yugo comunista, cuando solicitó en Roma a un colega
“carismático” que rezase por sus paisanos. Éste le impuso las manos sobre la cabeza y le
dijo simplemente: te mando a mi madre. Poco después, la Virgen empezó a aparecerse a un
grupo de seis niños y les fue dejando mensajes para que los transmitieran a los fieles de su
pueblo.
Desde el año 1981, en el que empezaron las apariciones hasta hoy, cuando
continúan sucediendo, ha caído el telón de acero y ha azotado los Balcanes la terrible
guerra interétnica; mientras tanto, la Santísima Virgen siempre ha invitado a rezar por la
paz de los hombres con Dios y de los hombres entre sí. Milagrosamente Medjugorje se
ha librado del azote de la guerra y la piedad de los fieles ha crecido de forma espectacular;
uno de los pilotos serbios que tenía órdenes de bombardear ese pueblo se perdía unas veces
a causa de la niebla o por otras circunstancias hasta el punto de que después de pasarle esto
en cinco ocasiones desertó de la milicia y emigró al Nuevo Continente, sin cumplir
aquellas órdenes destructoras.
Por último, cuando el obispo católico de Sarajevo preguntó al Papa Juan Pablo II
cuándo visitaría su ciudad, el Pontífice replicó: ¿Por qué no me pregunta cuándo visitaré
Mendjugorje?
Breve conclusión
Vista la eficaz protección maternal de nuestra Señora sobre sus fieles no hace falta
que en este mes de las flores les encarezca con mi mejor ánimo que no se olviden de ella y
le preparen un ramillete personal.
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