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Los inicios de la Lógica en AlAndalus: Ibn Hazm de Córdoba
1
The beginning of logic in Al-Andalus: Ibn Hazm of
Cordoba
RAFAEL RAMÓN GUERRERO
Universidad Complutense de Madrid
rafael.ramonguerrero@gmail.com
Resumen: Aunque los primeros textos de lógica en el mundo árabe del Próximo Oriente
comenzaron a ser conocidos a fines del siglo VIII, sin embargo su desarrollo no tuvo lugar hasta
el siglo X, con la obra de muy afamados lógicos, cristianos y musulmanes. Apenas se sabe
cuándo se introdujo la lógica en el Occidente musulmán. Aunque se habla de la segunda mitad
del siglo X. El primer texto conservado data de la primera mitad del siglo XI. Se trata de la obra
de Ibn Hazm de Córdoba titulada Aproximación a la definición de la lógica.
Palabras Clave: Filosofía árabe, Lógica, Al-Andalus, Ibn Hazm.
Abstract: The earliest texts of logic began to be known in the Arab world of the Middle
East at the late eighth century. However, the development of logic did not occur until the tenth
century. This took place with the work of logicians Christians and Muslims. It is not known in
what time the logic was introduced in Muslim Spain. It is said that it occurred in the second half
of the tenth century. The extant first text is dated at the beginning of the eleventh century. It is
the work of Ibn Hazm of Cordoba titled Approximation to the Definition of Logic.
Key-Words: Arabic Philosophy, Logic, Al-Andalus, Ibn Hazm.
L
os árabes se establecieron pronto en Siria, Persia y norte de Egipto y se sintieron
empujados a asimilar la cultura clásica, al considerarse herederos de la tradición
cultural existente allí. Parece que en época omeya se iniciaron las traducciones
de textos griegos que culminaron en los siglos X y XI2. EL NOMBRE DE ARISTÓTELES
PRONTO SE HIZO CONOCIDO; LA PROFUSIÓN DE “VIDAS ÁRABES” SUYAS REFLEJA LA IMPORTANCIA
1
Esta investigación se realiza con la ayuda del Proyecto de Investigación El legado clásico (griego,
latino y persa) en el Islam de al-Andalus, Referencia: HUM2007-61136/FISO, Ministerio de Educación y
Ciencia. Dirección General de Investigación.
2
Cf. DAIBER, D., “Semitische Sprachen als Kulturvermittler zwischen Antike und Mittelalter. Stand
und Aufgaben der Forschung”, Zeitschrift der deutschen Morgenländischen Gesellschaft, 136 (1986), pp.
292-313. D’ANCONA, C., “Le traduzioni di opere greche e la formazione del corpus filosofica arabo”,
Storia della filosofia nell’Islam medievale, a cura di C. D’ANCONA, Turín, Giulio Einaudi Editore, 2005,
vol. I, pp. 180-258.
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ISSN: 11368071
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RAFAEL RAMÓN GUERRERO
QUE TUVO, OSCILANDO ENTRE LO HISTÓRICO Y LO ANECDÓTICO3.
Su figura fue determinante
para el desarrollo de la filosofía en el Islam, como señaló un antiguo biógrafo árabe:
«Por causa de Aristóteles se multiplicaron la filosofía y las ciencias antiguas en los
países islámicos»4. Fue, incluso, considerado “sabio” porque una parte de la sociedad
islámica identificó en él filosofía y sabiduría: conocido por el sobrenombre de “el
Maestro primero”, la versión de sus obras configuró un corpus arabicum en el que se
incluyeron sus textos originales y un conjunto de libros espurios5. Entre sus primeras
obras traducidas están los textos del Organon, a los que se añadió Retórica y Poética,
además de la Isagoge de Porfirio6.
En el mundo islámico, filósofos y teólogos consideraron que la lógica era un
instrumento (οργανον, âla). Los teólogos musulmanes la emplearon para dar a
sus doctrinas fuerza argumental con la que oponerse a los ataques de pensadores
heterodoxos o a los teólogos cristianos. Conocido pronto, sin embargo, el desarrollo
de la lógica7 se produjo a lo largo del siglo X, cuando el Organon comenzó a ser
estudiado y comentado y dio lugar a géneros literarios utilizados para su exposición y
enseñanza, estudiados por D. Gutas8, quien señala la importancia que al-Fârâbî tuvo
en la evolución de las obras lógicas en árabe9.
En efecto, al-Fârâbî fue de los primeros en estudiar la lógica griega y uno de los
más sobresalientes en ella. Continuó la tradición alejandrina, compuso comentarios al
Organon y escribió tratados independientes, seleccionando y reorganizando libremente
las materias expuestas por Aristóteles, por lo que se puede decir que con él la lógica
llegó a ser un saber vivo y en progreso10. Se enfrentó a la lógica desde la perspectiva
de su época, en la que también se discutía si la lógica aristotélica tenía que ver con
palabras o con realidades. Junto con Avicena, fue de los primeros lógicos árabes que
modificaron la lógica griega para adaptarla a propósitos lingüísticos y culturales.
Uno de sus tratados fue el Kitâb Qâtagûriyyâs ayy al-maqûlât (Libro Categorías,
es decir, de las categorías)11, que es una de las partes de la lógica, aquella que versa
3
Cf. DÜRING, I., Aristotle in the Ancient Biographical Tradition, Göteborg, 1957. GUTAS, D., “The
Spurious and the Authentic in the Arabic Lives of Aristotle”, Pseudo-Aristotle in the Middle Ages. The
Theology and other Texts, ed. by J. KRAYE, W.F. RYAN and C.B. SCHMITT, Londres, 1986, pp. 15-36.
4
IBN AL-QIFTÎ, Ta’rîj al-hukamâ’, ed. J. LIPPERT, Leipzig, 1903, p. 69.6-7.
5
Cf. DAIBER, H., “Salient Trends of the Arabic Aristotle”, The ancient tradition in Christian and
Islamic Hellenism, ed. by G. ENDRESS and R. KRUK, Leiden, 1997, pp. 29-41.
6
Edición BADAWI, A., Mantiq Aristû, El Cairo, 3 vols., 1948-1952; nueva edición Kuwayt - Beirut,
1980. Cf. PEETERS, F., Aristoteles Arabus. The Oriental Translations and Commentaries on the Aristotelian
“Corpus”, Leiden, J. Brill, 1968. Cf. también Dictionnaire de philosophes antiques, publié sous la
direction de R. GOULET, París, CNRS, vol. I, 1989, pp. 502-528.
7
Cf. RESCHER, N., The Development of Arabic Logic, Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1964.
8
GUTAS, D., “Aspects of Literary Form and Genre in Arabic Logical Works”, en: BURNETT, CH. (ed.),
Gloses and Commentaries on Aristotelian Logical Texts, Londres, The Warburg Institute, 1993, pp. 29-76.
9
Ib, pp. 47-50.
10
Cf. Al-Farabi’s Commentary and Short Treatise on Aristotle’s De Interpretatione, translated with an
introduction and notes by F. Z. ZIMMERMANN, Londres, 1981, p. XXIII.
11
La edición de éste y de los otros tratados se encuentra en Al-Mantiq ‘ind al-Fârâbî, vols. I, II y III,
ed. R. AL-‘AYAM y vol. IV ed. M. FAKHRY, Beirut, 1985-1987. El Kitâb Qâtâgûriyyâs en vol. I, 1985, pp.
89-131. Este texto había sido editado, con traducción inglesa, por DUNLOP, D. M., “Al-Farabi’s Paraphrase
of the Categories of Aristotle”, Islamic Quarterly, 4 (1958) 168-197 y 5 (1959) 21-54.
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sobre *las reglas de los inteligibles aislados y de los términos que los expresan+,
según dice en Ihsâ’ al-‘ulûm12. Para él, el libro Categorías se ocuparía del lenguaje,
pues no es sino un estudio de la forma de las expresiones verbales, esto es, de las
palabras en tanto que expresiones de pensamientos. De aquí la relación que mantiene
con la gramática y, a la vez, su diferencia con ella. Lógicos posteriores afirmaron la
misma idea: que es una obra que tiene que ver con el lenguaje.
Compuso también una obrita, titulada quizá posteriormente Kitâb al-mujtasar
al-sagîr fî l-mantiq ‘alà tarîqat al-mutakallimîn13 (Breve resumen de la lógica,
a la manera de los teólogos), donde ofrece una breve descripción de las clases de
silogismo, tomando sus ejemplos de los teólogos musulmanes, con el fin de mostrar
la posibilidad de reducir los argumentos dialécticos de los teólogos a los silogismos
categóricos establecidos por Aristóteles14. Su intención, al parecer, era incorporar
la metodología científica griega a las ciencias islámicas15, tarea en la que también
tuvo seguidores como el andalusí Ibn Hazm (994-1064) y un poco más tarde Algazel
(1058-1111).
II
Los primeros testimonios que hablan de la lógica en al-Andalus lo hacen señalando
la desconfianza y el temor de los andalusíes hacia la filosofía. Son textos de Ibn Tufayl
de Guadix16 y de Ibn Tumlûs de Alcira17, que plantean el problema de la introducción
de obras filosóficas griegas o de los filósofos musulmanes de Oriente.
Ibn Ŷulŷul (m. después del año 994) habla18 del interés por la ciencia en la España
musulmana sólo desde mediados del siglo IX. El cadí Sâ‘id al-Andalusî (1029-1070)
recoge esta noticia19 y añade que ese interés por la ciencia y por la filosofía no se
manifestó públicamente hasta el siglo X, con lo que viene a decir que no interesaron
12
Al-Fârâbî: El catálogo de las ciencias, ed. A. GONZÁLEZ PALENCIA, 2ª ed., Madrid-Granada, 1953,
pp. 46-47 del texto árabe, p. 32 de la versión española.
13
Ed. cit.: Al-Mantiq ‘ind al-Fârâbî, vol., II, pp. 65-93.
14
GYEKYE, K., “Al-Fârâbî on the Logic of the Arguments of the Muslim Philosophical Theologians”,
Journal of the History of Philosophy, 27 (1989) 135-143.
15
Cf. GUTAS, D., “Aspects of Literary Form”, p. 50.
16
El filósofo autodidacto, nueva traducción española por Ángel GONZÁLEZ PALENCIA, Madrid, 2ª ed.
1948, pp. 50-51.Nueva edición, al cuidado de E. Tornero, Madrid, Ed. Trotta, 1995.
17
Introducción al arte de la Lógica por Abentomlús de Alcira, texto árabe y traducción española
por Miguel ASÍN, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1916, pp. 8-15 texto árabe, pp. 9-26 de la
traducción. Para un análisis de este texto véase ELAMRANI-JAMAL, A., “Éléments nouveaux pour l’étude de
l’Introduction à l’art de la logique d’Ibn Tumlûs (m. 620h/1223)”, Perspectives arabes et médiévales sur
la tradition scientifique et philosophique grecque, Actes du colloque de la SIHSPAI, ed. par A. HASNAWI,
A. ELAMRANI-JAMAL et M. AOUAD, Lovaina-París, Peeters, 1997, pp. 465-483.
18
Les génerations des médecins et des sages (Tabaqât al-atibbâ’ wa-l-hukamâ’), édition critique par
F. SAYYID, El Cairo, Institut Français d’Archéologie Orientale, 1955, p. 92. Del capítulo dedicado a la
medicina en al-Andalus hay versión española por VERNET, J., “Los médicos andaluces en el Libro de las
generaciones de los médicos de Ibn Ŷulŷul”, Estudios sobre historia de la ciencia medieval, Barcelona,
Universidad de Barcelona, 1979, pp. 469-486.
19
Kitâb tabaqât al-umam, ed. H. BÛ ‘ALWÂN, Beirut, Dar al-Talî‘a, 1985, pp. 158-159. Trad. española:
Libro de las categorías de las naciones, estudio y traducción de F. MAÍLLO SALGADO, Madrid, Akal, 1999,
pp. 121-122.
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ni social ni políticamente. Cita a varios sabios andalusíes que destacaron en el estudio
de las ciencias, entre los que está Abû ‘Ubayda Muslim b. Ahmad b. Abî ‘Ubayda
al-Laytî (m. en 907 o en 916), versado en tradiciones y jurista, conocedor de los
movimientos de las estrellas. También Yahyà b. Yahyà, conocido por Ibn al-Samîna
(m. 967), de quien dice que era experto en varias disciplinas, entre ellas la dialéctica
(al-ŷadal), y que fue mu‘tazilí20. De Muhammad b. Ismâ‘îl, conocido por el Sabio (alhakîm) (m. 943), afirma que fue un hombre versado en aritmética y en lógica (mantiq),
además de notable gramático y lexicógrafo. Esta noticia confirma que el interés por
la filosofía quedó reducido inicialmente a la lógica, quizá vinculada al movimiento
teológico de la mu‘tazila, como había ocurrido en Oriente21.
Hubo autores que se dedicaron explícitamente a la lógica y en ella sobresalieron.
El primero fue Muhammad b. ‘Abdûn al-Ŷabalî (ca. 930 - ca. 995), que viajó a Oriente
en 958, vivió en Basra y en Fustât (Egipto), y regresó a al-Andalus en 971. De él
se sabe que estudió con Abû Sulaymân al-Siŷistânî, según los testimonios de Ibn
Hazm, de Sâ‘id y de Ibn Abî Usaybi‘a22, aunque éste afirma explícitamente que no
estuvo en Bagdad. Fue maestro de Abû ‘Utmân Sa‘îd b. Muhammad b. al-Bagûniš
(ca. 977 – 1052)23, médico, científico, teólogo y lógico, discípulo también del célebre
matemático Maslama b. Ahmad al-Maŷrîtî (m. ca. 1008). Otro autor que jugó un
notable papel en el desarrollo de la lógica en al-Andalus, especialmente en Ibn Hazm,
fue su maestro de lógica, Abû ‘Abd Allâh Muhammad b. al-Husayn (o al-Hasan) alMadhiŷî24, conocido por al-Kinânî o al-Kattânî, discípulo a su vez de Muhammad b.
‘Abdûn al-Ŷabalî25, y autor de tratados de lógica y filosofía, de gran calidad, valor y
utilidad26. De él dice Sâ‘id27 que fue médico de Almanzor y de su hijo y que cuando se
inició la fitna (la guerra civil) emigró a Zaragoza, donde se estableció. También afirma
de él que estaba dotado de amplios conocimientos en lógica.
Esto es todo lo que sabemos por ahora de la dedicación de estos personajes a la
lógica. No se ha conservado ninguna obra que explicite algo más. Entonces, ¿qué
lógica era la que se conocía en la España musulmana en el siglo X y comienzos del
siglo XI? Podrían ser las obras lógicas de Aristóteles. Pero no hay testimonio directo
20
Ib., p. 162; trad. MAÍLLO, p. 123. Aunque es difícil saber si por “dialéctica” (ŷadal) quiere decir
“lógica”, quizá haya que suponer que se refiere a la habilidad en la disputa, puesto que en la biografía del
siguiente personaje sí utiliza el término mantiq.
21
Cf. RAMÓN GUERRERO, R., “La filosofía en la corte de al-Ma’mûn de Toledo”, Miscelánea de
Estudios Árabes y Hebraicos, Universidad de Granada, 33 (1983-84) 167-179.
22
Según un texto de Ibn Hazm que citaré más adlenate, véase nota 62. Sobre Muhammad b. ‘Andûn
al-Ŷabalî, cf. IBN ŶULŶUL, Les génerations, p. 115. S‘ID AL-ANDALUSÎ, Tabaqât, pp. 191-192; trad. MAÍLLO,
pp. 142-143. Cf. también IBN ABÎ USAYBI‘A, ‘Uyûn al-anbâ’ fî tabaqât al-attibâ’, ed. N. RIDÂ, Beirut, 1965,
pp. 492-493. Cf. RESCHER, N., op. cit., pp. 135-136. Cf. SUTER, H., Die Mathematiker und Astronomen der
Araber und ihre Werke, reimp. Amsterdam, Apa – Oriental Press, 1981, p. 69, nº 161.
23
Cf. S‘ID, op. cit., pp.194-195; trad. MAÍLLO, p. 144. USAYBI‘A, op. cit., pp. 495-496. Cf. SUTER, H,
o. c., p. 101, nº 222.
24
A él alude directamente en su obra Marâtib al-‘ulûm, editada en: CHEJNE, A. G., Ibn Hazm, Chicago,
1982, pp. 216-251. La alusión en la página 242, líneas 13-14.
25
Cf. USAYBI‘A, o. c. , pp. 491-492.
26
IBN HAZM, Risâla fî fadl, p. 185. Cf. DUNLOP, D. M.,“Philosophical predecessors and contemporaries
of Ibn Bâjjah”, The Islamic Quarterly, 2 (1955) pp. 105-108.
27
Tabaqât, pp. 192-193; trad. MAÍLLO, p. 143.
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de ello. El nombre de Aristóteles ya era conocido en el siglo X, como atestigua la
biografía que le consagró Ibn Ŷulŷul28, aunque de la información que ofrece sobre sus
obras no se deduce que tuviera un conocimiento directo de los textos, sino que podría
haber sido adquirido en alguna otra fuente29.
III
Para ver qué tipo de lógica se conocía en al-Andalus a comienzos del siglo XI
hay que acudir a la primera obra de lógica que se ha conservado, al-Taqrîb li-hadd
al-mantiq wa-madjal ilay-hi (Aproximación a la definición de la lógica. Introducción
a ella)30, de Ibn Hazm de Córdoba. Antes de ser conocida, Asín Palacios31 ya había
dado noticia de ella, destacando que su doctrina, aristotélica en líneas generales,
no coincidía con la del Organon y señalando cómo Ibn Hazm se sirve de ejemplos
jurídicos y de proposiciones de la ley religiosa. La obra ya ha sido editada y a ella se
han consagrado algunos artículos32, aunque se carece aún de un estudio completo y de
una versión íntegra del texto33.
En esta obra su autor quiere exponer la norma o el criterio (al-miyâr) válido para
todas las ciencias: «En cuanto a la ciencia de la lógica, la hemos expuesto en este
libro: es el criterio de toda ciencia»34. La lógica es el resultado de un don que Dios
ha dado al hombre, por el que es superior a los animales: la razón y la facultad de
comprender35. Como es un don universal, puede aplicarse a las cosas naturales (tabâ‘i’)
y a los asuntos religiosos (šarâ‘i’). Esta última afirmación convierte la obra de Ibn
Hazm en un compendio original: pretende ser una introducción a la lógica por medio
de palabras comunes, de un lenguaje simple y familiar, capaz de ser entendido por
todos los hombres, y de ejemplos jurídicos que muestren su aplicación a las ciencias
religiosas. Era un método nuevo, innovador, según reconoce el discípulo de Ibn Hazm,
28
Les génerations, pp. 25-27. Cf. GARCÍA JUNCEDA, J. A. – RAMÓN GUERRERO, R., “La vida de Aristóteles
de Ibn Ŷulŷul”, Anuario del Departamento de Historia de la Filosofía y de la Ciencia, UAM, Curso
1984/85, pp. 109-123.
29
Piénsese que todavía a comienzos del siglo XII, parece que Avempace sólo hace una lectura indirecta
de la obra aristotélica. Cf. IBN BÂJJAH, Opera metaphysica – Rasâ’il Ibn Bâjja al-ilâhiyya, ed. M. FAKHRY,
Beirut, Dar al-Nahar, 1968, 19912, Introducción, pp. 18-23 (en árabe).
30
Editada por ABBAS, I: Rasâ’il Ibn Hazm al-Andalusî, Beirut, 1984, vol. IV, pp. 91-356. Anteriormente,
el mismo I. Abbas la había editado aisladamente en Beirut, 1959, y en ella se lee en el título la palabra
hudûd, definiciones, en lugar del singular, hadd, definición, que figura en esta nueva edición.
31
ASÍN PALACIOS, M., Abenházam de Córdoba y su Historia crítica de las ideas religiosas, Madrid, 5
vols., 1927-1932; reimpresión, 1984, vol. I, pp. 249-251.
32
BRUNSCHVIG, R., “Los teólogos-juristas del Islam en pro o en contra de la lógica griega: Ibn Hazm,
al-Gazâlî, Ibn Taymiyya”, Al-Andalus, 35 (1970) 143-177. Es versión española del texto francés aparecido
en las Actas del Convegno Internazionale: Oriente e Occidente nel Medioevo: Filosofia e Scienze, Roma,
1971, pp. 185-209. TURKI, M. A., “Notes sur l’évolution du zâhirisme d’Ibn Hazm (456/1063) du Taqrîb à
l’Ihkâm”, Studia Islamica, 49 (1984) 175-185. CHEJNE, A. G., Ibn Hazm, pp. 157-177. CHEJNE, A. G., “Ibn
Hazm of Cordova on Logic”, Journal of the American Oriental Society, 104 (1984) 57-72.
33
He ofrecido un esbozo de versión española del prólogo en el artículo “El prólogo del Taqrîb li-hadd
al-mantiq de Ibn Hazm de Córdoba”, Qurtuba, 1 (1996) 139-155. Me he ocupado de otras partes de este
texto en varios artículos que se hallan en prensa.
34
Taqrîb, p. 349:7. Cf. también p. 102:8-9.
35
Ibid., pp. 93-94.
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al-Humaydî (m. ca. 1095): «Para explicar la lógica, eliminar la mala opinión sobre
ella y desmentir las falsedades sobre ella, siguió un camino que, por lo que sabemos,
nadie antes que él había seguido»36. Un método que no dejó de escandalizar en ciertos
ambientes37.
La obra se inicia con un prólogo38 en el que, después de exponer los principales
dones que el hombre ha recibido de Dios, razón y lenguaje, critica a quienes sostienen
que la lógica no es necesaria porque la tradición piadosa del Islam no la consideró tal.
Su respuesta es clara: tampoco ninguno de los piadosos antepasados tuvo necesidad
de la gramática y, sin embargo, nadie discute su utilidad, porque, al propagarse la
ignorancia entre los hombres, hubo que eliminar la ambigüedad en la lengua árabe para
comprender la Palabra de Dios. Dígase lo mismo del Derecho: antes no existían libros
de Derecho y ahora son imprescindibles39. Por consiguiente, la lógica es necesaria
por cuatro razones: por la existencia de las cosas, ya que favorece su esclarecimiento;
por la concepción de las cosas en el intelecto, pues la lógica ayuda a darles forma y a
discernirlas en la mente; por la existencia del lenguaje oral, que hace posible que el
hablante y el oyente se comuniquen, llegando a la mente del oyente lo que posee la
mente del hablante; y, en fin, por la existencia de signos, de los que el más importante
es la escritura, que permite la comunicación entre personas distantes en el espacio y
en el tiempo40.
Algunos sabios han compuesto libros para clasificar las maneras de designar las
cosas, estableciendo definiciones sobre ellas que facilitan su comprensión. Destaca
Aristóteles, que compuso ocho libros de lógica, donde fija las definiciones de la lógica,
por lo que son de gran utilidad. Sin embargo, las gentes se han dividido en cuatro
grupos ante estos libros: quienes creen que encierran incredulidad y hacen prevalecer
la herejía; quienes afirman que contienen un discurso incomprensible y divagador;
quienes los leen con entendimiento perturbado, deseos torcidos y miradas insanas,
llenos de desprecio hacia ellos; y quienes los consideran con mente serena, limpia
reflexión y sano entendimiento. En estos últimos se confirma la unicidad de Dios, pues
son testigos de la división de las cosas y de las huellas que Dios ha dejado en ellas;
ven en esos libros un piadoso compañero y un verdadero refugio. La causa de esta
disparidad de criterios sobre los libros lógicos de Aristóteles está en la complejidad
de la traducción y en el uso de términos poco frecuentes y de uso muy limitado. Ante
estas dificultades que él mismo ve, Ibn Hazm pretende servirse de términos fáciles
y sencillos. Indica que estos libros son como poderosos medicamentos, beneficiosos
para quienes son de naturaleza sana y fuerte, pero dañinos para quien es de complexión
débil y enfermiza41.
Se propone, pues, remediar las dificultades que plantea la lectura de los libros
de lógica de los griegos. Compone este tratado para poner en claro todo lo que en
aquéllos hay de difícil:
36
37
38
39
40
41
Ŷadwat al-muqtabis, ed. M. T. Tanŷi, El Cairo, 1952, p. 291.
Cf. BRUNSCHVIG, R., o.c., p. 150.
Taqrîb, pp. 93-104.
Ib., pp. 94-95.
Id., pp. 96-97.
Id., pp. 98-101.
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«Quien lea este libro nuestro sabrá que estos libros [de lógica] no sólo tienen utilidad para
una sola ciencia, sino para toda ciencia. Su utilidad también es muy grande para el Libro de
Dios Altísimo, para la tradición oral del Profeta y para las fetuas sobre lo lícito y lo ilícito,
lo obligatorio y lo tolerado»42.
Después del prólogo, expone la Isagoge de Porfirio o introducción a la lógica (almadjal ilà l-mantiq), parte que divide en diez apartados o capítulos (bâb). Siguen otros
libros del Organon junto con Retórica y Poética, según la tradición griega aceptada en
el mundo árabe. Los explica en cinco apartados, de los que el primero está consagrado
a Categorías43.
Este libro hace referencia a los nombres simples con los que Aristóteles inicia
sus escritos de lógica, nombres que en griego son llamados “categorías”, que quiere
decir “los diez predicamentos”. Establece en primer lugar las cinco maneras de
aplicación de un término a muchas cosas: a) términos unívocos (al-mutawati‘a), los
que coinciden en nombre y definición, como “viviente”, que es un término único
que se aplica a diferentes individuos con la misma definición44; b) términos diversos
(al-mujtalifa), los que difieren en nombre y definición, como “hombre” y “asno”45;
c) términos equívocos (al-muštaraka), los que coinciden en el nombre pero difieren
en su definición, como “águila”, nombre que designa un pájaro y una estrella46; d)
términos sinónimos (al-mutarâdifa), los que coinciden en la definición y difieren en
el nombre, como sinnawr y aywan, que son dos palabras distintas que se aplican
al mismo individuo: el animal que está en las casas y captura ratones, el gato47; e)
términos derivados (al-muštaqqa), los que difieren en la definición y en el nombre por
el que se caracteriza su especie, pero coinciden en algunos atributos que comparten
en el nombre del que derivan48.
En segundo lugar, establece la división entre palabras simples y compuestas;
éstas son las que proporcionan un enunciado completo, como “Zayd es emir”, y son
de cinco clases: la proposición (jabar), la información (istijbâr) —o averiguación
42
Ib., p. 102:8-10.
Ib, pp. 134-186.
44
Corresponden a los términos “sinónimos” de Aristóteles, Cat., 1a 6 ss. Cf. traducción árabe en
Mantiq Aristû, Kuwayt - Beirut, 1980, vol. I, p. 33:9.
45
No se le pueden llamar “equívocos”, como hace Chejne, Ibn Hazm, p. 170, porque, como señala el
filósofo cordobés en la siguiente clase de términos, la equivocidad implica un mismo nombre y diferente
definición. Cf. MADKOUR, I., L’Organon d’Aristote dans le monde arabe, París, 2ª ed., 1969, p. 62.
46
Son los términos “homónimos” de Aristóteles, Cat., 1a 1; trad. árabe, p. 33:3, donde el término
griego es traducido por al-muttafaqa.
47
Para Aristóteles el término “sinónimo” se aplica a aquellas cosas cuyo nombre es común y su
significado es el mismo y que corresponde, como he advertido antes, a los términos que Ibn Hazm llama
“unívocos”.
48
Para Aristóteles son los “parónimos”, que son todas aquellas cosas que reciben su denominación
a partir de algo, con una diferencia en la inflexión, Cat., 1a 13; trad. árabe, pp. 33:14-34:1. Los ejemplos
que pone Aristóteles, grammatikós y grammatiké, derivados de gramma, no tienen nada que ver con los
que propone Ibn Hazm: “vestido blanco”, “pájaro blanco” y “hombre blanco”, que coinciden físicamente
(ŷismâniyya), y “león valiente (šuŷâ‘)” y “hombre valiente”, que coinciden metafóricamente (nafsâniyya).
En la versión árabe del texto de Aristóteles el ejemplo es “valiente” (šuŷâ‘), derivado de “valentía”
(šaŷâ‘a).
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(al-istifhâm)—, la invocación (la exclamación o interjección) (nidâ‘), el deseo
(al-ragba) y el mandato (amr). A estas cuatro últimas no se aplica la verdad ni la
falsedad, ni tampoco puede establecerse a partir de ellas demostración (burhân);
en la proposición, en cambio, sí entra la verdad y la falsedad, la necesidad y la
persuasión. Habla después de la predicación y del doble tipo de predicación que hay,
substancial y accidental.
Después de estos prolegómenos, Ibn Hazm se ocupa con detalle de las diez
categorías: substancia (ŷawhar); cantidad o número (kammiyya, ‘adad); cualidad
(kayfiyya); relación (idâfa); tiempo (zamân); lugar (makân); posición (nisba); posesión
(milk); acción (fâ‘il) y pasión (munfa‘il). Sigue después un capítulo en que trata de
los siguientes términos, explicando su significado: otro (gayr), semejante (mitl),
diferencia (jilâf), contrario (didd), incompatible (munâfî), oposición (muqâbala),
adquisición (qunya), privación (‘adam). Antes de finalizar el apartado correspondiente
a Categorías, Ibn Hazm discurre sobre el movimiento y sus clases.
Por lo que se puede leer tanto en esta parte de la obra, como en las otras, no se trata
más que de una exposición resumida del contenido del Organon de Aristóteles y de la
Isagoge de Porfirio. Como apunta Chejne49, la terminología que utiliza para designar
las partes del Organon parece derivar de la empleada por los primeros lógicos en
el Islam, como al-Kindî, aunque también depende en algunas explicaciones de lo
que al-Fârâbî había considerado. ¿Cuáles son, entonces, las fuentes lógicas del autor
cordobés?
Parece que las fuentes primarias, es decir, los textos de Aristóteles y de Porfirio,
deben ser descartados, puesto que una simple comparación del vocabulario en la
traducción árabe de esos textos y en la obra de Ibn Hazm muestra una gran diferencia.
Podría ser quizá algunos de los comentarios o epítomes del Organon y de Isagoge de
al-Kindî no conservados hasta ahora50, autor conocido en al-Andalus y contra quien Ibn
Hazm escribió una refutación51; pero no se sabe si Ibn Hazm pudo tener conocimiento
de ellos. Sâ‘id al-Andalusî sólo dice de al-Kindî que sus libros de lógica tuvieron éxito
entre la gente, pero que no contienen el arte del análisis (sinâ‘at al-tahlîl) y no pueden
por ello dar a conocer la verdad y el error, aunque no cita ningún título52.
Más difícil es que conociera los textos de al-Fârâbî, puesto que Sâ‘id reconoce su
competencia en lógica al decir que supera en esta ciencia a todos los musulmanes,
pero no cita ningún título referente a sus obras de lógica53, lo que podría indicar que
no estaban disponibles todavía en al-Andalus.
Tampoco se pueden considerar como fuentes las Epístolas de los Ijwân al-Safâ’
o Hermanos de la Pureza, introducidas —al parecer— por el matemático Maslama
al-Maŷrîtî hacia el año 1000 en al-Andalus. En ellas hay ciertamente una exposición
de los textos lógicos de Porfirio y de Aristóteles, pero una simple lectura de las
Epístolas y del Taqrîb muestra una gran divergencia entre estos dos escritos. Aquéllas
49
Ibn Hazm, p. 175.
Cf. USAYBI‘A, op. cit., pp. 279-293. Cf. MCCARTHY, R. J., Al-Tasânif al-mansûba ilà faylasûf al‘arab, Bagdad, 1962.
51
Al-Radd ‘alà l-Kindî al-faylasûf, editada en Rasâ’il Ibn Hazm, vol. IV, pp. 361-405.
52
Sâ‘id, o. c., p. 136.
53
Ib., pp. 137-138.
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explican cinco partes en la lógica: Isagoge54, Categorías55, Sobre la Interpretación56,
Analíticos Primeros57 y Analíticos Posteriores58, mientras que el Taqrîb se ocupa de
Isagoge como introducción, y luego de las siguiente cinco partes: Categorías, De la
Interpretación, Analíticos segundos (Kitâb al-burhân), Retórica (Kitâb al-balâga) y
Poética (Kitâb al-ši‘r).
Las fuentes en las que Ibn Hazm pudo aprender la lógica debieron ser los autores
andalusíes que sobre ella ya habían escrito, como parece deducirse del siguiente
testimonio que él mismo proporciona:
«He estudiado las definiciones de la lógica (hudûd al-mantiq) con Abû ‘Abd Allâh
Muhammad b. al-Hasan al-Madhiŷî, el médico, que Dios se apiade de él, conocido por
Ibn al-Kattânî; no he visto mente más aguda que la suya en este asunto, ni facultad de
discreción más amplia que la suya. Había estudiado con el médico Abû ‘Abd Allâh alŶabalî, quien a su vez había estudiado en Bagdad con Abû Sulaymân Dâwûd b. Bahrâm
al-Siŷistânî59. Este Dâwûd había estudiado con Mattà60. También la estudié con Tâbit b.
Muhammad al-Ŷurŷânî al-‘Adawî, de kunya Abû l-Futûh; no he visto entre las criaturas de
Dios, loado y ensalzado sea, a nadie más versado en esta ciencia que él, ni con más celo que
él, ni más capaz para ella que él, pues cuando llegué al comienzo de los Apodícticos con
al-Ŷurŷânî, compareció conmigo ante él Muhammad b. al-Hasan, presentándose y dándose
a conocer a al-Ŷurŷânî; fue testigo de mi estudio con al-Ŷurŷânî. Éste había aprendido esta
ciencia de al-Hasan b. Sahl b. al-Samh61 en Bagdad, quien, a su vez, la había aprendido de
Mattà. Me contó Tâbit que vivió con al-Hasan en una misma casa durante un año»62.
Esta noticia, de la que en principio no hay por qué dudar, pone en relación a Ibn
Hazm con la escuela lógica de Bagdad, de la que Abû Bišr Mattà b. Yûnus y al-Fârâbî
habían sido sus maestros más importantes.
Un análisis terminológico de Categorías parece confirmar también esta vinculación
con la escuela de Bagdad. Sin embargo, como he señalado, no se puede concluir
que la relación sea directa, sino indirecta, a través de algún resumen o transmisión
54
Rasâ’il Ijwân al-Safâ’, Beirut, Dâr Sâdir, 1957, vol. I, pp. 390-403.
Ib., pp. 404-413.
56
Ib., pp. 414-419.
57
Ib., pp. 420-428. La denominación de esta parte de la lógica es distinta también. En los Ijwân este
capítulo se titula Fî l-Anûlûtîqâ al-ûlà y el título del siguiente es Fî ma‘nà l-Anûlûtîqâ al-tâniyya. Ibn
Hazm, en cambio, habla de los Analíticos Posteriores bajo la tradicional denominación de Kitâb al-burhân
(Libro de la demostración).
58
Rasâ’il, pp. 429-451.
59
Muerto ca. 985. Sobre la vida de este personaje, cf. GARCÍA-JUNCEDA, J. A. - RAMÓN GUERRERO R.,
“La vida de Aristóteles de Abû Sulaymân al-Siŷistânî”, Anales del Seminario de Historia de la Filosofía,
7 (1989) 25-36.
60
Se trata del lógico cristiano de Bagdad Abû Bišr Mattà b. Yûnus (m. ca. 940), maestro y compañero
de al-Fârâbî.
61
Discípulo cristiano del también cristiano Yahyà b. ‘Adî (m. 974), quien, a su vez, había sido discípulo
de Al-Fârâbî (m. 950). Sobre Ibn al-Samh véase KRAEMER, J. L., Humanism in the Renaissance of Islam,
Leiden, J. Brill, 1986, pp. 130-135.
62
Este texto se encuentra en el manuscrito de Esmirna que contiene el Taqrîb; es citado por el editor
I. ABBÂS, vol. IV, introducción, p. 39. Sobre los nombres aquí mentados, cf. DUNLOP, D. M., art. cit. y
Rescher. N., o. c.
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oral. La lectura de las páginas en que Ibn Hazm describe la categoría de “substancia”
(al-ŷawhar), cuya versión ofrezco al final de este artículo, confirma la pobreza de
su contenido en relación con lo que se puede leer en el texto de al-Fârâbî que se
conoce63Lo mismo cabe concluir de la lectura de las líneas que consagra a la Retórica64.
En primer lugar, por el uso del término balâga en la expresión ‘ilm al-balâga, que
designa una de las ciencias islámicas, la que tiene que ver con la elocuencia y la
explicación del carácter inimitable del Corán, por lo que de ella se ha dicho que es
una especie de retórica motivada “islámicamente”65, frente al término jatâba, que es
el empleado en filosofía para referirse especialmente a la Retórica de Aristóteles. En
segundo lugar, porque en esas páginas no hace más que presentar un esbozo de retórica
que apenas tiene que ver con lo que expone Aristóteles. Señala que la retórica varía
de unas lenguas a otras en función de la perfección de los hablantes al adecuar “las
expresiones verbales y los significados que van parejos en toda lengua”66. Para que el
discurso sea elocuente no se puede abusar de los términos raros (alfâz mustagraba):
«La retórica la comprende tanto el hombre común como el experto y emplea un tipo de
expresión que llama la atención del hombre común porque es algo desacostumbrado para
ellos, lo mismo que atrae al experto por lo inusual de su composición (nazm) y de su
contenido (ma‘nà). Debe abarcar todo el asunto sin añadirle nada que no le sea propio, ni
quitarle nada que le sea necesario. Se le hará comprensible al receptor por su claridad y se
le hará accesible lo remoto, abundando en los contenidos, pero facilitando su retención por
la brevedad y sencillez de su vocabulario»67.
En su idea de retórica predomina el concepto de claridad más que el de sugestión
y persuasión que gobierna otras retóricas. Por ello, propone utilizar la reiteración,
pero para explicar los aspectos incomprendidos del discurso, no cuando el receptor
haya recibido perfectamente el mensaje. Concluye que hay dos tipos de balâga o
retórica: la que emplea una expresión verbal habitual para la mayoría de la gente, cuyo
paradigma sería al-Ŷâhiz68, y la que utiliza una expresión inhabitual, como sucede
con al-Hasan al-Basrî69 y Sahl b. Hârûn70. Habría todavía un tercer tipo de retórica
entre las dos anteriores, la que emplea el traductor del KalÌla wa-Dimna, fuese Ibn
al-Muqaffa‘ o cualquier otro. Ibn Hazm termina aludiendo a ejemplos tomados de
los retóricos árabes; incluso recomienda que quien desee conocer la retórica deberá
aplicarse en todas las ciencias y, sobre todo, en el conocimiento del Corán, del hadît,
de la historia y de las obras de ‘Amr b. Bahr, así como tener una predisposición innata.
63
Edición citada en nota 11.
Taqrîb, pp. 351-353.
65
HALLDÉN, PH., “What is Arab Islamic Rhetoric? Rethinking the History of Muslim Oratory and
Homiletics”, International Journal Middle East Studies, 37 (2005) p. 21.
66
Taqrîb, p. 351.
67
Ib., p. 352.
68
Escritor, polemista y teólogo del siglo IX. Cf. RAMÓN GUERRERO, R., “La traducción según alŶâhiz”, VersioneS. Revista del Centro de Traducciones Filosóficas “Alfonso el Sabio”, 7 (2006) 24-30.
69
Famoso predicador, muerto en el año 723, citado frecuentemente como modelo de estilo en sus
sermones. Ha sido considerado como el iniciador del movimiento teológico de la mu‘tazila.
70
Uno de los primeros prosistas árabes, maestro de retórica, que vivió a finales del siglo VIII y
comienzos del siguiente.
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En realidad, añade, “lo natural (al-tab‘) no rinde sin acopio de saberes (‘ulûm)”71.
Claridad, novedad y rareza hecha comprensible tanto para el pueblo como el experto
son los presupuestos fundamentales de su retórica72. Nada de lo que dice recuerda la
retórica aristotélica.
Por consiguiente, la vinculación de Ibn Hazm con la tradición lógica del mundo
islámico oriental, que dependía de la tradición lógica griega procedente de Aristóteles,
parece segura, aunque pendiente de confirmar por la lectura de textos intermedios, hoy
desconocidos. Pero no hay en él nada que permita afirmar un conocimiento directo de
Aristóteles y de su Organon.
IV
Como apéndice, ofrezco a continuación una versión del texto de Ibn Hazm sobre
la substancia73:
«1. Capítulo sobre la substancia
Es el primero de los diez términos (ru’ûs) que nos presenta que es el género supremo74,
porque es el sujeto de ellos; los restantes (términos) son predicados de él. Subsiste en
sí mismo, mientras que los demás no subsisten en sí mismos. Los antiguos llamaron
“substancias verdaderas primeras” a las substancias individuales, queriendo decir con
ello que [substancias son] Zayd, ‘Amr, el camello adulto de ‘Abd Allâh, el perro de Jâlid o
el vestido de ‘Amr, y cosas semejantes. A los géneros y especies los llamaron “substancias
segundas”, porque las primeras son en realidad los individuos subsistentes; a los accidentes
que están en los individuos subsistentes los llamaron “accidentes verdaderos y primeros”;
a sus especies y géneros que están en las especies y en los géneros de las substancias los
llamaron “accidentes segundos”.
Sabe que las substancias no tienen contrario en absoluto, pues si alguna vez se les
describe por la contrariedad, sólo se pretende [con eso describir] la oposición de sus
cualidades. En este sentido es inútil [pretender] que el Primero Altísimo tenga contrario
por su naturaleza, porque Él, loado y ensalzado sea, no tiene cualidad alguna, mientras
que la oposición no estaría sino en una cualidad de quien da forma; pero el Creador, loado
y ensalzado sea, no es contrario ni opuesto ni contradictorio. No hay dios sino Él.
De la substancia no se dice ni más ni menos, es decir, un burro no es más burro que otro
burro, ni un macho cabrío es más macho cabrío que otro macho cabrío, ni un hombres es
menos hombre que otro hombre. Así también es la cantidad, según se verá en su capítulo,
si Dios, loado y ensalzado sea, quiere. La oposición, el más y el menos se aplican sólo en
algunas cualidades, según se verán en su capítulo, si Dios quiere, loado y ensalzado sea.
La definición descriptiva (rasm) de la substancia es cuando decimos que subsiste por
sí misma y que recibe contrarios. El alma subsiste por sí misma y recibe la ciencia y la
ignorancia, la valentía y la cobardía, la honradez y la codicia y los restantes caracteres
morales (ajlâq) opuestos, que son sus cualidades. De la misma manera, la mayoría de los
71
72
Taqrîb, pp. 352-353.
Cf. PUERTA VÍLCHEZ, J. M., Historia del pensamiento estético árabe, Madrid, Akal, 1997, pp. 273-
276.
73
74
Taqrîb, pp. 144-146.
Literalmente: el género de los géneros.
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cuerpos recibe la blancura y la negrura, de los cuales uno es un color que es dividido por
la vista, el blanco, y el segundo es el que une por la vista, el negro. Muchos de ellos reciben
el calor y el frío, el tacto, que es la rugosidad o la lisura, el olor, que es el perfume y el
hedor, y otras cualidades distintas a las que los sentidos se aplican. Todo el que subsiste en
sí, recibe los opuestos y es la substancia. Toda substancia subsiste en sí, recibe los opuestos
y los sustenta en su esencia. Por eso el Creador, loado y ensalzado sea, se exceptúa de ser
una substancia o de llamarse substancia, porque el Altísimo no es sujeto de ninguna de las
cualidades en modo alguno, pues no es substancia.
En cuanto al hecho de que la gente crea que la cualidad recibe los contrarios porque el
color recibe la blancura y la rojez, se trata de una opinión errónea, porque algunos géneros
de la cualidad son los contrarios mismos, pues son contrarios por sí mismos, pero no son
sujetos de contrarios en sí mismos; antes bien, los contrarios son predicados por sí mismos.
La substancia es sujeto de ellos, como Zayd, que una vez es niño y otra anciano; unas veces
está amarillo por el miedo o por la enfermedad y otras está moreno por el sol; unas veces
está caliente por su cercanía al fuego, otras veces está frío por su cercanía a la nieve;
unas veces está sentado y otras veces está de pie, y siempre es el mismo Zayd. Todas estas
cualidades y accidentes se suceden en él yendo y viniendo; unos son contrarios y otros son
diferentes. Así también el discurso y el pensamiento y también la imaginación75 no reciben
contrarios, como recibe contrarios la substancia, porque el discurso y la imaginación o son
verdaderos o son falsos, por la verdad del significado de la cosa imaginada o del discurso,
o por su falsedad, pues la verdad y la falsedad no son sucesivos en un solo discurso ni en
una sola imaginación, sino que son dos discursos [distintos], uno de ellos verdadero y el
otro falso; lo mismo sucede con la imaginación. Dios es el más sabio».
Recibido: 9 de noviembre de 2009
Aceptado: 17 de marzo de 2010
75
Corrijo aquí el texto, que dice literalmente: “el discurso y el pensamiento que son la imaginación”.
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