tesis 21: la justificación por la fe - Estudio Teológico Agustiniano de

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Tesis 21. La justificación por la fe.
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TESIS 21. LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE.
1. SENTIDO DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE EN S. PABLO, EN LA REFORMA
PROTESTANTE Y EN EL CONCILIO DE TRENTO.
La justificación es la acción salvífica que Dios realiza en cada hombre por Jesucristo en
el Espíritu Santo, y por la cual, de un modo gratuito y gracioso, y a través de la fe,
otorga la liberación de los pecados y la renovación interior.
La justificación es un concepto clave en la teología paulina. Desarrolla su tesis
fundamental en Gálatas y Romanos: la justificación por la fe en Cristo, no por las obras
de la ley. En contra de los judaizantes.
Gál 2,16: “ El hombre no se justifica por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo”.
Resumen:
A la cuestión subyacente en la polémica contra los judaizantes ¿por qué no pueden
justificar las obras de la ley, sino sólo la fe? la respuesta de Pablo es definitiva y clara:
decir justificación es decir nueva vida.
Esa vida nueva es la de Cristo; sólo puede, pues, ser recibida como don absolutamente
gratuito, como vida entregada. No puede adquirirse autónomamente con esta o aquella
obra humana, sino acogerte en la adhesión amorosa y agradecida de la fe.
La justificación es, en suma, pura gracia y la gracia es la persona y la vida del mismo
Cristo dándosenos ( Ruiz de la Peña).
1.1. Justificación en el A.T.
El concepto de justificación deriva del concepto de “justicia de Dios”, un concepto que
por lo general viene opuesto al de “ira de Dios”.
“Justicia de Dios” es una justicia salvadora manifestada en los favores que Dios otorga a
los suyos. La “justicia” es la fidelidad de Yahvé a su promesa, manifestada en sus
actuaciones concretas a favor del pueblo de Israel y sus miembros. A esta actitud de
Dios han de corresponder los hombres con la práctica de la justicia y con la alabanza.
En el 2º y 3º Isaías aparece especialmente clara la relación entre la justicia y la salvación;
equivalen ambas a la presencia de Dios. La justicia tiene un carácter escatológico, es la
salvación que el propio Yahvé traerá al pueblo.
En el periodo postexílico el interés se va a centrar cada vez más en la justicia del hombre,
de cada uno de los justos. Un paso más será considerar la justicia como algo que el justo
posee, aunque él no se considere tal ante Dios y tenga la conciencia del pecado; pero así
se puede abrir paso la idea de la justicia que asegura a cada uno la salvación personal.
1.2. Justificación en el N.T.
Quien más trata de este tema es Pablo, en la carta a los Corintios, pero sobre todo en la
carta a los Romanos. Pablo va a reinterpretar la idea dominante en el A.T. a partir de
Cristo.
Pablo
Tesis 21. La justificación por la fe.
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En la carta a los Corintios Pablo escribe a la Iglesia de Corintio desarrolla una doble
polémica ¿ cómo se justifica el hombre?. Hay varias respuestas:
. los griegos: el hombre se justifica a través de la sabiduría.
. el judaísmo: el hombre se salva por medio de las obras de la ley.
Pablo encuentra un auditorio con helenistas y cristianos que proceden del judaísmo, de
ahí desarrolla una polémica contra el helenismo y otra contra el judaísmo.
. frente al helenismo, sostiene que la salvación se obtiene por medio de Jesucristo.
Él es la sabiduría por excelencia: 1 Cor 1, 13.
. frente al judaísmo: el hombre se salva por la fe, no por las obras. 2 Cor 20,25.
a) La justicia de Dios es el fundamento de la justificación del hombre.
Es en Romanos donde desarrolla con más amplitud esta doctrina. En esta carta no hay
una definición de la justicia de Dios. Pero las menciones relativamente frecuente de esta
noción la relacionan con la revelación del amor de Dios en Cristo, con la fidelidad de
Dios a su promesa salvadora y la “apropiación “ del hombre de esta salvación en la
justificación que acontece por la fe: Rm 1,17: “ en él (evangelio) se revela la justificación de
Dios, de fe en fe, como dice la escritura: El justo vivirá por la fe”.
Rm. 3, 3ss: “nuestra injusticia realza la justicia de Dios”. La infidelidad de Israel a la alianza
no puede provocar la infidelidad de Dios a sus promesas. A Dios le corresponde la
fidelidad, la justicia, la veracidad; al hombre, la infidelidad, el engaño, la injusticia. Sólo
Dios es el fiel, y el justo.
Rm. 3,21-31: Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que
creen - pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios - y son
justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien
exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para
mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente, en el tiempo
de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser él justo y
justificador del que cree en Jesús.¿Dónde está, entonces, el derecho a gloriarse? Queda
eliminado.!? Por qué ley? ¿Por la de las obras? No. Por la ley de la fe. Porque pensamos que el
hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley. ¿Acaso Dios lo es únicamente de los judíos
y no también de los gentiles? ¡Sí, por cierto!, también de los gentiles; porque no hay más que un
solo Dios, que justificará a los circuncisos en virtud de la fe y a los incircuncisos por medio de la
fe. Entonces ¿por la fe privamos a la ley de su valor? ¡De ningún modo! Más bien, la
consolidamos. Se recoge el tema central de la revelación de la justicia de Dios. Se
presentan dos temas en íntima relación:
. vv 21-26: revelación de la justicia de Dios y posibilidad de acceso a ella por el
creyente.
. vv 27-31: justificación por la fe y no por las obras.
Estamos en un nuevo tiempo, que se produce con la venida de Jesús: “ahora” se ha
manifestado la justicia de Dios. Este tiempo de Cristo se caracteriza por la revelación de
la justicia de Dios, que se produce sin la ley.
El v.22 especifica las características que tiene esta “justicia de Dios”.
. Se revela mediante la fe en Jesucristo.
. La fe es adhesión personal al acto salvífico objetivo realizado por Jesús; por ello
es fe en Jesucristo.
. La nueva situación objetiva que Cristo abre para todos es contraria a la anterior,
en la que todos están sometidos al pecado.
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. La justicia de Dios revelada en Cristo, de la que el hombre participación en la fe,
tiene como consecuencia la justificación de éste.
. Esta justificación es por gracia, en virtud del amor de Dios manifestado en Jesús
y en concreto por el hecho de su muerte expiatoria.
. Hay una doble postración de la justicia de Dios:
. Una primera, no definitiva, en el tiempo del A.T. en que ha pasado por
alto el pecado de los hombres.
. La segunda y definitiva, acontece en el tiempo presente. La justicia de
Dios provoca ahora la justificación del que cree en Jesús.
. Los dos polos del proceso de la justificación son la iniciativa gratuita de Dios y
la fe en Jesús de cada hombre.
Los vv 27-31 insisten en la oposición entre la fe y las obras de la ley. Las obras no
justifican. La fe en Jesús es la única que justifica. Afirma, además la universalidad de la
justificación por la fe: esta justificación se ofrece a todos los hombres, no sólo de los
judíos que son los únicos que poseen la ley. La salvación que Jesús trae no conoce
fronteras. Mediante la fe no se quita valor a la ley, sino que ésta es confirmada. La ley
solamente cumple su fin cuando es trascendida en la fe.
Rm 10, 3. Pues desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no
se sometieron a la justicia de Dios. La única verdadera justicia es la de Dios; es inútil seguir
pretendiendo la propia, la de la ley, la que viene de las obras. Reconocer la justicia de
Dios, su fidelidad y su amor es creer en Cristo y en concreto en su resurrección y
señorío.
La revelación de la justicia de Dios en Pablo y la justificación del hombre que cree están
en íntima relación.
b) ¿ En qué consiste, entonces, la justificación por la fe?
La doctrina de la justificación por la fe es la consecuencia de la primacía absoluta de
Cristo en la salvación.
La justificación del hombre es el resultado de su acogida de la justicia de Dios; ello tiene
lugar por la fe en Cristo, y a que en Él se ha revelado esta justicia, la salvación para
todos los hombres.
La fe en el A.T. es la confianza en Dios que hace posible la misma existencia del pueblo
de Israel, y la garantía de su futuro.
En el N.T aparecen los motivos de la obediencia, la confianza, la fidelidad…, pero la
originalidad es su vinculación a la aceptación del mensaje cristiano, al reconocimiento
de Jesús como Salvador y como Señor y la decisión de establecer con él una relación
total, hasta el punto de que es Jesús el que vive en el creyente.
La fe es la aceptación de la justicia de Dios, que produce la justificación del hombre. Por
la fe se conoce la revelación de la justicia de Dios. Se acepta el mensaje cristiano. Se
confía completamente en Dios enunciando a fundarte en uno mismo y a alcanzar la
salvación por las propias fuerzas.
No podemos considerar la fe como un mérito para alcanzar la justificación. La fe
significa el abandono de la confianza en las propias obras, la exclusión de la invocación
ante Dios de un derecho o un mérito. Pero es un acto personal y libre, aunque es lo
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contrario de la afirmación de uno mismo. La fe, siendo libre, no es una “obra” del
hombre en el sentido de las obras de la ley.
. Pone como ejemplo a Abraham: en él se da el modelo de la fe, el paradigma de
la justificación por la confianza en Dios y no por las obras.
La fe del hombre, único medio para alcanzar la justificación , no es una obra nuestra,
sino un don de Dios, pero la obra salvadora de Cristo se reconoce y acepta en libertad.
Ahora bien, la justificación por la fe no priva de sentido a las obras del cristiano. La fe es
una opción que se ha de manifestar en todos los aspectos de la vida y que comporta una
actuación consecuente. La fe “actúa por la caridad”. Si las obras no son consecuentes
con la fe que se profesa, se muestra que esta fe no es auténtica. ( Gal 5,6; Rm 13,8)
Respecto a la aparente contradicción entre la teología de Santiago y Pablo, no tiene
sentido. En ambas se aprecia que la fe y la contraposición fe-obras, lejos de significar
una descalificación del recto obrar quiere ser solo una impugnación de la
autocomplacencia típica judaica en el propio mérito. St 2,14-26: ¿De qué sirve, hermanos
míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un
hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les
dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué
sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá
decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras
mi fe. ¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces bien. También los demonios lo creen y
tiemblan.¿Quieres saber tú, insensato, que la fe sin obras es estéril? Abraham nuestro padre ¿no
alcanzó la justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?¿Ves cómo la fe
cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su perfección? Y alcanzó pleno
cumplimiento la Escritura que dice: Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia y fue
llamado amigo de Dios.» Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe
solamente. Del mismo modo Rajab, la prostituta, ¿no quedó justificada por las obras dando
hospedaje a los mensajeros y haciéndoles marchar por otro camino? Porque así como el cuerpo sin
espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Las obras de que habla Santiago
no son las de la ley, sino las del amor; en ellas se perfecciona la fe. Es la consecuencia
lógica de la fe en Jesús. La fe que no se manifiesta en al vida práctica, no es auténtica.
¿Es la justificación una simple declaración de justicia en sentido forense o se trata de un
cambio efectivo, de una transformación real? Ladaria afirma que tiene, en ciertos
aspectos de su origen veterotestamentario una cierta estructura forense. Se habla de la
justicia de Dios en relación con el juicio en el que Dios interviene para probar su
fidelidad a la alianza frente a la infidelidad y al pecad de los hombres. Pero lo más
probable es que a pesar de la estructura forense el contenido material vaya más allá. La
justificación produce en el hombre una novedad real en la medida en que es fruto de
una nueva relación con Dios, de la relación de amistad y filial. La justificación significa
un cambio real en el ser humano.
1.3. Justificación por la fe según Lutero.
a) Oposición ley-evangelio.
El tiempo de la ley es el tiempo del A.T. El hombre puede salvarse por el cumplimiento
de la ley. A éste sigue el tiempo del Evangelio, del N.T. Lutero cree que el tiempo de la
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ley ha pasado y con Cristo llega una nueva era en al que cuenta la obra de Cristo, no
nuestras propias obras.
Es imposible alcanzar la salvación con la multiplicación de las obras ( pecado
indestructible-concupiscencia) que lo domina. Es necesario optar por Dios, por la gracia.
Esto se descubre por el evangelio.
b) Justificación por la fe en la Reforma protestante.
1. Oposición ley-evangelio.
Se admite, por regla general, que el punto básico en torno al que gira la teología de
Lutero es la distinción entre ley y evangelio.
El tiempo de la ley es el tiempo del A.T. El hombre puede salvarse por el cumplimiento
de la ley. Lutero cree que este tiempo ha pasado y ha llegado el tiempo del evangelio,
del N.T. Con Cristo llega una nueva era en la que cuenta la obra de Cristo, no nuestras
propias obras.
Es imposible alcanzar la salvación con la multiplicación de obras, es necesario esperarlo
todo de la gracia. Esta función se descubre sólo a la luz del Evangelio.
La cuestión para Lutero es que hay que optar por Dios: “sola fides”, “sola gratia”, “sola
Christus”, “solus Deus”. Exclusión de las buenas obras en la consecución de la
justificación.
2. Negación de la libertad.
Rechaza la libertad del hombre. Es debido a la realidad del pecado que está totalmente
corrompido, incapacitado para hacer el bien. Todas sus obras son pecado. El pecado
hace al hombre no-libre, no puede obrar el bien, no puede amar a Dios.
La voluntad del hombre es esclava, no hay libre albedrío. No se puede hablar de un
determinismo total porque la libertad a la que se refiere es la que hace en relación a la
salvación del hombre. No es libre respecto a las obras de tipo moral, pero sí admite la
libertad en cuestiones prácticas, económicas, sociales.
Si el hombre es una naturaleza corrompida y un sujeto desprovisto de libertad ¿qué le
reta en orden a la salvación. La sola fides.
3. Fe fiducial.
¿Qué entiende Lutero por fe? fundamentalmente la firme y gozosa confianza de que
Dios quiere agraciar al pecador, merced a la promesa que le ha hecho en Cristo.
La fe es ante todo fe fiducial. La certeza de que Dios mira al pecador con misericordiosa
benevolencia a pesar de su pecado; el esperarlo todo de la bondad divina, no esperar
nada de la condición humana. La acción se da por parte de Dios, mientras que el
hombre sólo puede adoptar una actitud de pura receptividad.
4. ¿Justificación extrínseca?
¿Cómo entiende la justificación del pecador? El pecado original ha corrompido la
naturaleza humana; en cuanto identificado con la concupiscencia, no desaparece nunca.
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La justificación consiste, por tanto, en la acción por la que Dios, en vez de imputar al ser
humano su pecado, le imputa la justicia de que se trata ante todo de una declaración, en
virtud de la cual Dios tiene justo al que era y continúa siendo pecador. La justificación
no transforma al ser humano. El pecado persiste, pero ya no es imputado.
Estamos ante una concepción forense de la justificación. El cristiano es justo, santo por
la santidad ajena o extrínseca, por misericordia y gracia de Dios.
La secuela de la justificación forense es la célebre tesis del hombre a la vez justo y
pecador. Pecador en realidad y de verdad, pero justo por imputación.
No deberíamos olvidar que además de la idea de justificación, Lutero emplea la de
santificación, en la que se incluyen los rasgos de una regeneración ética merced al don
del Espíritu, que permite al convertido participar de los atributos morales de Dios.
5. Valor de las obras.
Se niega a ver en ellas la menor virtud justificante. Pero eso no significa una recusación
del recto obrar. Les concede un doble valor:
. Son signo inequívoco de la santificación.
. Sirven al bien común de los hermanos.
Son garantía de la autenticidad de la fe.
1.4.
Justificación por la fe en el concilio de Trento.
La reacción católica a estas doctrinas de Lutero encuentra su expresión sobre todo en el
decreto sobre la justificación del concilio de Trento.
El punto e partida del concilio es la doctrina del pecado original. Consta:
. prólogo
. 16 capítulos
. 33 cánones
Cap 1. Redundando en la postura antipelagiana este capítulo reitera la
incapacidad de la naturaleza y de la ley para justificar al pecador.
Después de esta constatación de la universalidad del pecado y de la
imposibilidad por parte del hombre de salir de él, se contempla la obra redentora de
Cristo (cap 2-3). Es necesaria la redención en y por Cristo, que se aplica a través del
Bautismo.
Jesús ha sido enviado por el Padre cuando ha llegado la plenitud de los tiempos, para
redimir a los hombres, justificarlos y hacerlos hijos por adopción. Ha muerto por todos,
pero sólo reciben los beneficios de su muerte aquellos a quienes les ha comunicado los
méritos de su pasión. Hace falta el renacimiento en Cristo.
Cap 4. Se centra en el tratamiento del tema específico del decreto. La justificación
del impío es definida en una primera aprox. como el paso del estado en que el hombre
nace como hijo de Adán, en estado de pecado, al estado de gracia y de filiación
adoptiva. El paso de la enemistad a la amistad con Dios no se da más que mediante el
bautismo o el deseo del mismo.
Cap 5-6: Se refiere a la preparación a la justificación necesaria en los adultos.
En el cap 5 se afirma que sólo por la gracia de Dios, que se da por medio de Cristo, la
gracia previniente da comienzo el proceso por el que el hombre llega a la amistad con
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Dios. Ahora bien, esta gracia de Dios tiende a que los hombres la acepten y libremente
cooperen con ella. Afirmada la necesidad absoluta de la gracia, se resiste en que le
hombre es ante Dios un verdadero sujeto, que hay una capacidad de respuesta libre. La
prioridad de la gracia divina es indiscutible y absoluta, pero no conlleva la anulación de
la libertad humana. Esta afirmación de la libertad humana se opone a la concepción
luterana que niega dicha libertad.
El cap 6 trata de las disposiciones concretas para la justificación. Es la descripción de un
proceso dinámico; trata de reflejar el movimiento que lleva al pecador hacia Cristo. El
eje conductor del movimiento es la secuencia de las tres virtudes ( fe-esperanzacaridad).
. fe. fe intelectual, frente a la fe fiducial de los reformadores. Se define
como el movimiento hacia Dios.
. por medio del temor de Dios. No es el miedo forzado, sino más bien
aquel temor que nos aleja activamente del pecado y nos mueve a la
dolencia en él. Este temor es provechoso para la conversión.
. a través de la esperanza. No es propiamente teologal.
. inicio de la caridad. Todavía no plenamente realizada, pero sí presente de
modo germinal: se empieza a amar a Dios como fuente de la justicia y a
aborrecer los pecados.
El proceso que se describe no es necesariamente una sucesión cronológica de
acontecimientos.
Cap 7. el más importante. Trata de la esencia y las causas de la justificación del
impío. La justificación no consiste sólo en el perdón de los pecados ( aspecto negativo),
sino en la santificación y renovación interior del hombre ( aspecto positivo). Se toca así
otro de los grandes puntos controvertidos: la justificación efectiva, que produce una
transformación real e interna en el pecador; no es una mera declaración forense,
extrínseca. Se insiste primeramente en la libre aceptación de la gracia.
Causas de la justificación:
. final. La gloria de Dios y de Cristo y la vida eterna del hombre.
. eficiente. Dios misericordioso, que nos lava y santifica por la gracia.
. meritoria. La satisfacción de Jesucristo, mediante su pasión y muerte.
. instrumental. Es el sacramento del bautismo, sacramento de la fe. no se
considera la fe misma como causa instrumental de la justificación.
. formal. La justicia de Dios; pero no aquella justicia en virtud de la cual él es
justo, sino aquella por la que nos hace justos, nos justifica. Esta renovación es
real, no sólo somos considerados justos, sino que lo somos verdaderamente.
Esta justificación va unida a la gracia y dones, del espíritu y juntamente con ellos van
unidas las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, que son el dinamismo de la
gracia, de la justificación. La fe no es viva, no justifica si no va acompañada de la
esperanza y la caridad.
Cap 8-11. Características o propiedades de la justificación.
Cap 8. La gratuidad. Aborda el tema de la justificación por la fe. la fe es el inicio,
fundamento y raíz de la justificación. El papel de la fe se extiende a todas y cada una de
las etapas en que se articula el acontecimiento salvífico. Que el hombre se justifique
“gratuitamente” significa que “nada de lo que precede a la justificación merece la gracia
misma de la justificación”.
Tesis 21. La justificación por la fe.
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No obstante, el concilio se expresa con prudencia en relación con a justificación por la
fe. Utiliza preferentemente una noción de fe entendida como asentimiento intelectual a
las verdades reveladas. Con esta definición no se recoge la idea global que tiene Pablo
de la fe y que le permite afirmar sin restricciones que de ella viene la justificación. En
todo caso, es claro que si la fe no es viva, no justifica, si no va acompañada de la
esperanza y del amor, es decir, de la confianza y el amor incondicional a Dios.
Cap 9. La incertidumbre. Trento, consecuente con su noción de fe, niega radicalmente la
posibilidad de la “certeza de la fe” que excluye todo error acerca de la propia
justificación y la perseverancia final; por ello, la fe que justifica no puede consistir en esa
certeza. Ello no quiere decir que no sea importante la confianza en Dios, en su
misericordia y en los méritos de Cristo. De esto no se puede dudar, aunque sí hay que
dudar de la propia debilidad y disposición para la recepción de la gracia.
Cap 10. La perfectibilidad. La gracia que recibimos en el bautismo debe crecer.
Cap 11. La amisibilidad. La justificación puede perderse de dos maneras:
. mediante un pecado grave.
. mediante la pérdida de la fe.
Otro punto del que habla el decreto es del mérito. Los reformadores creían percibir aquí
un retorno al pelagianismo y una tácita negación de la soberanía y gratuidad
incondicionadas de la iniciativa salvífica divina.
La doctrina del mérito, rectamente entendida, corrobora la visión dinámica del estado
de gracia: Cristo acompaña permanentemente al justificado, sosteniéndolo e
impulsándolo hacia su madurez religiosa. El mérito no es, pues, la justicia de las obras,
que escandalizaba a los protestantes, sino el fruto de la santidad real y el resultado del
crecimiento orgánico de la nueva vida.
Valoración del concilio (Ruiz de la peña – el don de Dios)
Reconociendo lo que había de valioso en los reformadores, asume varias de las tesis
fundamentales de la posición protestante:
. que la iniciativa y la primacía de la salvación corresponde a la gracia.
. que la fe es absolutamente necesaria para la justificación.
. que el hombre no queda justificado si no reconoce su necesidad de la
misericordia divina y no confía en ella.
. que nada de lo que el pecador pueda hacer merece la justificación que es puro
don gratuito.
Contra los reformadores:
. frente a la tesis del siervo arbitrio se enseña el papel de la libertad humana, que
dispone al hombre para la acción salvífica de Dios y coopera con ella.
. frente a una justificación puramente forense, imputada extrínsecamente, se
enseña una justificación efectiva, real, intrínseca.
. frente a una fe fiducial, como abandono a Dios, se proclama una fe viva,
animada, estrecha, unida a la esperanza y a la caridad.
2. NECESIDAD DE LA GRACIA Y DE LA LIBRE COLABORACIÓN HUMANA
PARA LA JUSTIFICACIÓN: LA DIALÉCTICA GRACIA-LIBERTAD.
2.1. La justificación, acción de Dios en el hombre.
Tesis 21. La justificación por la fe.
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Hay dos extremos que se han de mantener en la doctrina de la justificación: la iniciativa
divina y la aceptación por parte del hombre.
1. Iniciativa divina: el hombre, por el hecho de su condición creatural,
tiene una radical incapacidad de llegar a Dios si el propio creador no se le acerca en el
ofrecimiento de su amistad y de su gracia. Así como hay una absoluta y total iniciativa
divina en la creación y en la encarnación, la hay también en la justificación.
La justificación es “gracia”, favor de Dios. Sólo él puede tener la iniciativa de la acogida
misericordiosa del hombre que se ah alejado de él al pecar.
Toda nuestra justicia viene de Dios en Cristo y en este sentido puede ser legítimo
afirmar que nuestra justicia es “ajena”, es decir, justicia de Cristo el único realmente
justo.
La iniciativa divina en la salvación de cada uno tiene su fundamento en la radical
iniciativa divina en la obra salvadora de Jesús. Lo que Cristo ha llevado a cabo de una
vez para siempre significa nuestra salvación personal.
2. Aceptación por parte del hombre de esta salvación.
La gracia de Dios tiene la primacía, pero es necesario el asentamiento y la cooperación
del hombre a la justificación.
Es necesaria la respuesta en la fe. La renuncia del hombre a apoyarse en sí mismo, a
alcanzar la salvación por las propias fuerzas.
Es entrega, abandono confiado a Dios y después viene el asentimiento, la dimensión
intelectual. Además es necesaria la libertad con la que el hombre responde en la entrega
de la fe.
La justificación es, pues, una acción de Dios que no se realiza sin la fe, sin la
cooperación humana que, paradójicamente, consiste en al aceptación de Dios y en la
exclusión de nuestras propias obras.
La justificación está unida a la esperanza y al amor. Tampoco cabe la disociación de la fe
y las buenas obras. No podemos separar nuestra apertura a Dios y nuestra relación con
el prójimo.
Otro de los puntos en los que insiste el concilio de Trento en su doctrina de la
justificación es el de la real transformación del hombre justificado. La justificación va
unida a la santificación del hombre, al don del Espíritu.
3. LA RENOVACIÓN INTERIOR POR LA GRACIA. FRUTO DE LA
JUSTIFICACIÓN.
La justificación es, primaria y esencialmente, el encuentro del Dios y el hombre que da
paso a una relación interpersonal, en la que el hombre pecador es agraciado para
devenir santo.
Es el compendio teológico de la doctrina de la gracia. El factor constituyente de esta
gracia santificadora es el don que de sí mismo hace Dios.
Decir justificación es, pues, decir autodonación de Dios: gracia increada. Ahora bien,
esta autodonación de Dios produce en nosotros una transformación interior, la llamada
gracia creada. En el justificado se registra una real mutación interior, una auténtica
transformación de su modo de ser y de obrar. En la escritura este nuevo estado es
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designado con términos como nueva creación , renovación, regeneración… son
expresiones que suponen que en el justo se ha verificado un incremento ontológico, un
enriquecimiento del ser humano agraciado en su globalidad.
Trento expresa tanto la comunicación real de parte de Dios, como la subsiguiente
transformación real de parte del hombre; contra todo extrinsicismo quiso enseñar que el
don increado produce un efecto creador
(transformación interior del hombre), que
le es inherente, no transitorio, sino estable. Esto se quiere significar con la categoría de
gracia creada: ella es el efecto finito de la presencia infinita de Dios en el justo. Efecto a
considerar no ya como una cosa, sino como el nuevo modo de ser del hombre
justificado. La gracia increada es Dios en concreto que se da al hombre. La gracia creada
es el hombre en concreto que, habiendo recibido ese don, es elevado y dinamizado por
él.
En virtud de este nuevo modo de ser, el justificado es capaz de actos y actitudes que
antes le eran imposibles. Para que tales actos y actitudes sean realmente operaciones
vitales suyas y no de Dios obrando en él sin él, algo tiene que haberse producido en su
interior, ese algo es un nuevo modo de ser, inherente y estable, que lo transforma
ontológicamente, lo habilita para realizar connaturalmente operaciones sobrenaturales
y es el efecto creado de la inhabitación de Dios en él.
Si la teología no hiciese mención de la gracia creada y se atuviera exclusivamente a la
increada, se podría pensar que Dios está absolutamente sólo para hacerlo
absolutamente todo y que su acción se limita a producir una mutación moral, pero no
una conformación ontológica y vital.
El concepto de gracia creada, por el contrario, viene a poner de manifiesto que quien es
amado por Dios puede amar a Dios, que el justo es llamado así porque lo es; la suya es
una justicia propia ( no una imputación jurídica de la justicia ajena de Dios); los actos
que realiza son, pues, su actos; en ellos emerge la nueva vida que la iniciativa salvífica
divina le ha conferido por una suerte de renovación, regeneración o nuevo nacimiento.
Por tanto gracia increada y creada no son dones distintos por los que el hombre sería
justificado. Son respectivamente la causa y el efecto de la justificación-santificación. La
prioridad corresponde a la increada, pero son inseparables, en cuanto dimensión de un
mismo y único acontecimiento- el amor creativo de Dios en el hombre.
3. SÍNTESIS DOCTRINAL Y DIÁLOGO ECUMÉNICO.
La doctrina de la justificación ha sido considerada tradicionalmente como uno de los
puntos de oposición entre los católicos y los protestantes. Pero en el actual estado del
diálogo ecuménico se constata un consenso e lo esencial: el hombre justificado es un
hombre interiormente renovado,; la justificación es una nueva creación; el cambio que
se produce no es meramente jurídico o extrínseco, sino que surge efecto en los planos
ontológico y operativo.
Que pueda hablarse de un consenso en lo esencial lo pone de manifiesto por el estudio
de H. Küng, el concepto de justificación en K. Barth y la comparación de su
pensamiento con la doctrina católica.
Diferentes documentos interconfesionales se han publicado en los últimos años: ( años
80)
Tesis 21. La justificación por la fe.
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. the gospel and the church y church and justification: de la comisión luteranocatólico romana.
. Jsutification by Faith: del diálogo luterano-católico romano de los EE.UU.
. the condemnations of the reformation: del grupo de trabajo ecuménico de
teólogos protestantes y católicos de Alemania.
En ellos se constata una amplia coincidencia que lleva incluso al grupo de trabajo
compuesto por teólogos católicos y protestantes alemanes a afirmar que las diferencias
que se mantienen no son tales que justifiquen por sí solas la división entre los cristianos.
No obstante, no debe ignorarse que continúan existiendo diversidad de acentos en la
teologías respectivas: en general la teología católica subraya más la libertad en la
acogida de la gracia y la transformación interna del hombre; pero no por ello además el
primado absoluto de la gracia.
Un progreso fundamental en el entendimiento mutuo entre católicos y luteranos en el
tema de la justificación se consiguió con la firma en Ausburgo el 31 de octubre de 1999
por parte de la Iglesia católica y la federación luterana mundial de la “declaración
conjunta sobre la doctrina de la justificación entre la Iglesia católica y la federación
luterana mundial”, a la que acompañan una “declaración oficial común” con un anexo,
que precisan el valor del consenso alcanzado. Se reconoce el alto grado de consenso
logrado en verdades fundamentales entre la justificación, de manera que en la
actualidad ya se puede decir que los anatemas y las condenas que por ambas partes se
producen en el s.XVI ya no alcanzan en este momento a la otra parte. Puntos centrales
del acuerdo:
. que la justificación es una verdad fundamental de la fe cristiana.
. que la iniciativa de la justificación viene de Dios.
. que el hombre la recibe por la fe.
. que no puede alcanzarla por los propios méritos.
La declaración señala todavía algunos puntos en los que las comprensiones luterana y
católica no coinciden del todo:
. la transformación interior del hombre.
. el concepto de concupiscencia.
. El simul iustus et peccator1.
. la cooperación del hombre ala gracia.
“ A la vez justo y pecador”: ¿ en qué medida podemos afirmar que en el hombre justificado sigue habiendo pecado? La
justificación no acontece sin la cooperación activa del hombre. Parece que en esta disposición y cooperación se dan grados y que es
posible que no se alcance siempre el grado máximo que sería de desear, aunque la justificación se consiga realmente. La obra de
Dios en nosotros encuentra resistencia. Quedan restos del hombre viejo. La respuesta humana rara vez alcanza la intensidad de la
oferta radical del amor de Dios. Puede quedar en el justificado un resto del pecado que proviene de su no total asentimiento a la
gracia ( concupiscencia-inclinación al mal).
La justificación plena es una esperanza escatológica, no es una adquisición definitiva en esta vida. Hay que poner de relieve la
dimensión escatológica de la justificación. Con la Iglesia vive también el pecado de los que viven en su seno. La Iglesia, al acoger en
su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación. “ santa et simul te semper purificanda”.
Conclusión: El hombre es internamente trasformado en la acción justificadora de Dios acogida por la fe. pero tanto por lo que se
refiere a su aceptación personal de la gracia como al ámbito social en que se encuentra en la Iglesia y en el mundo, se haya todavía
afectado por el pecado.
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