14 de marzo de 2011 Artículo de opinión - 09 La deuda ficticia Jaime Durán Chuquimia, economista Ha estado ausente en la discusión de la deuda interna del Tesoro General de la Nación (TGN) las implicaciones monetarias de dicha obligación. Cuando se analiza la deuda del Estado se debe distinguir la “ficticia” de la “real”. La ficticia corresponde a la deuda contratada con el Banco Central y actúa como instrumento de regulación monetaria. La real es aquella que se obtiene con el sector privado. Vivienda (UFV) el año 2004. El precio de la UFV crece a la par de la inflación. El valor de la UFV se incrementó en 37% entre 2005 y 2010. Por tanto, la expansión de esta parte de la deuda es claramente artificial. Empero, lo interesante es que esta sólo existe en los libros del BCB, su efecto monetario es neutro ya que dicha “creación de dinero” fue pulverizada por la propia hiperinflación. El Estado posee el monopolio de la creación de dinero, que es una forma de deuda. Así aparece en el balance del Banco Central donde la emisión monetaria está consignada como un pasivo. Cuando el Tesoro se presta del Instituto emisor en el fondo “crea dinero”. La otra parte de la deuda ficticia es la correspondiente al Fondo de reconstrucción de seguridad alimentaria y apoyo productivo. Que corresponde al crédito otorgado por el Banco Central para atender los desastres causados por el fenómeno climatológico Niño – Niña. Esta llega a Bs2.064 millones (6%), en el fondo se trató de poner en circulación esta cantidad de dinero. ¿Qué implicaciones tiene esto para la deuda interna? Muchas y grandes. En primer lugar debe reconocerse que esto sólo se puede hacer en economías que cuentan con moneda propia. Algo que ocurre en nuestro país gracias a la “bolivianización”. Cuando Bolivia se encontraba dolarizada cualquier emisión de dinero se traducía en descenso de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia (BCB). Ni bien los ciudadanos contaban con algunos multicolores pesos bolivianos corrían a cambiarlos por dólares. Al estar bolivianizada la economía, la gente se queda con los billetes nacionales. Por tal motivo, gracias a la bolivianización se recupera la política monetaria: La capacidad de gobernar la cantidad de dinero en circulación. Un examen de la deuda interna del TGN muestra el alcance de la deuda “ficticia”. Al 2010 el total llega a Bs31.191 millones. De estos, Bs7.380 millones (23%) corresponden a la deuda histórica con el BCB. Qué se originó en los préstamos del BCB al TGN en la época de la hiperinflación (1980 – 1986). En 1992, cuando gobernaba Jaime Paz Zamora, se consolidó este monto en USD790 millones. El año 2005 este monto llegó a Bs5.849 millones, el 2010 pasó a Bs7.380 millones. Creció porque se cambio su denominación de dólares a Unidades de Fomento a la En resumen 29% de la deuda interna es “ficticia”. El límite de la deuda ficticia es la inflación. De hecho, es también el límite de la política monetaria. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que actualmente el BCB cuenta con un sistema de manejo muy preciso de la liquidez monetaria. Se puede argumentar que la inflación de 7,18% de 2010 es producto de la gran cantidad de dinero en circulación. Argumento que no resiste una prueba empírica pues el resultado que arroja el análisis científico muestra que el origen de la inflación actual es el incremento mundial de precios de alimentos. Súmese a lo señalado el hecho de que el Viceministerio de Tesoro y Crédito Público tuvo la habilidad de lograr que casi el 90% de la deuda esté contratada a plazos mayores a cinco años, con tipos de interés bajísimos y se notará que la administración de la deuda es razonable, por decir lo menos. La lógica del tendero que indica que la deuda “está creciendo al ritmo de USD1.000 millones por año” excluye un examen profundo de la teoría del dinero. Viejo debate en el que los economistas bolivianos estamos obligados a ingresar, máxime si se trata de una experiencia exitosa que ha tenido la capacidad de seguir el camino inverso a la dolarización. www.economiayfinanzas.gob.bo