1 Artículo escrito por JOAN SONET, C. M. (Butlletí Informatiu Provincial, nº 233, marzo-mayo 2013) U na vez más, se me ha ofrecido la oportunidad de redactar la biografía de un misionero recién fallecido. Esta vez a petición del Visitador P. Enrique Alagarda, en la primera entrevista que tuvimos después de su retorno de Palma de Mallorca, donde el día anterior, 9 de abril de 2013, había presidido los actos del sepelio y Misa exequial del benemérito P. José Barceló Morey, fallecido a las 8 de la tarde del día anterior, 8 de abril del año 2013, ya hospitalizado desde hacía pocos días. Para empezar, me atrevo a decir que, a mi parecer, se trata de uno de los misioneros más preclaros, activos, edificantes que ha tenido la Provincia de Barcelona, con una sed insaciable de investigación acerca de temas relacionados especialmente con los orígenes de la Provincia y otros muchos temas vicencianos. Además de su enorme celo apostólico desarrollado, sobre todo, en la Misión de Honduras. Seguro que los múltiples escritos publicados por este incansable misionero en “Anales” y en nuestro “Butlletí Informatiu” harán que su nombre sea reconocido por la mayoría de los lectores tanto de nuestro país como de América Latina. Indiquemos brevemente sus inicios vitalicios. El P. Visitador, cuando ya casi daba por terminado este estudio, me ha entregado dos largos folios con la biografía que el mismo P. Barceló había escrito y que una breve parte de ella iré intercalando. “Nací (el día 1) en el mes del rosario de 1928, en el tranquilo y agrícola pueblo de Bonnany, de padres realmente cristianos”, en la Isla de Mallorca que tantísimos misioneros ha dado a la Congregación. Según su biografía propia, “la primaria la realicé en la escuela pública y parroquial, donde de los 6 a los 10 años fui cantador de la iglesia; cantaba con absoluta naturalidad la misa de Requiem, de Ángelis, tertia, completas dominicales, todo en latín y casi de memoria”. El futuro misionero paúl, después de haber sido aconsejado por el P. Francisco Mas, “a los diez años mi padre me pasó a la Escuela Apostólica de la Misión de Palma…”. A los 16 años, el ya maduro joven José Barceló, junto con otros cinco compañeros, embarcaron hacia Barcelona para ir a empezar los dos años de Seminario Interno en L’Espluga de Francolí, el tradicional día 7 de septiembre. Entre otros recuerdos de mi convivencia con el modélico Hno. Barceló, me ha quedado su aspecto que le distinguía como una persona sencilla, afable, experimentada. Fue un gran aficionado no sólo a la música cantada, como hemos mencionado, sino también tocada: órgano y piano. Nos deleitaba sentirle tocar escogidas piezas de piano a 4 manos, en las varias veladas que teníamos durante el año. Su ordenación sacerdotal, tuvo lugar el día 15 de marzo 1953, fiesta de Santa Luisa de Marillac, de manos de Mons. Emilio Lissón, C. M. “Comenzaba mi etapa de adulto el 19 de marzo, festividad de San José, onomástico de mi abuelo, de mi padre y el propio; canté con gozo la primera Misa en mi pueblo natal, estuve una semana y luego, con gran pena para todos, para Barcelona donde tomaría por primera vez el 2 avión de hélice, con los compañeros PP. Juan Company y Pablo Sans, camino de San Pedro Sula, el 15 de abril, vía Madrid-Habana-San Pedro Sula-Tegucigalpa… Los nueve años vividos en el Seminario me enriquecieron mucho intelectual, humana y responsablemente”. Llegados a San Pedro Sula, se dirigieron en seguida al Seminario Interdiocesano de San José de Tegucigalpa. El P. Visitador había escogido a aquellos tres misioneros para unirse a varios padres ya en la Misión, encabezados por el P. Mariano Pérez. Los Profesores hicieron sus reuniones de programación el 1 de mayo, con la participación del Arzobispo Mons. José de la Cruz Turcios y el Vicario General. “Con toda ilusión y esfuerzo diario, propio de la juventud, me entregué a la delicada tarea de la formación sacerdotal. Con muchas clases diarias entre los seminaristas grandes y chicos. Prefecto de disciplina de los minoristas, historia, Escritura bíblica, música, coro musical… La satisfacción de haber hecho cuanto pude y preparando un grupo de jóvenes hondureños al sacerdocio, que hoy sirven en sus pueblos, me llena de gozo”. Tras tres meses de vacaciones en España, a principios de 1962, deseoso de convivir con su amado padre y hermanos, el P. Barceló volvió a Honduras, primero ayudando en los ministerios de la Catedral y, muy pronto, escogido como encargado de la extensa Parroquia de San José del barrio Medina, ayudado por el también muy celoso P. Juan Civit como vicario. El 11 de diciembre, Mons. García Villas le nombraba párroco. Se trataba de una parroquia muy extensa, 30.000 habitantes, con media docena de barriadas, algunas todavía sin iglesia. Con su vicario construyeron tres iglesias y un gran salón escolar apto para toda clase de actividades. Ambos se veían obligados los domingos a celebrar cuatro o más misas. Los barrios eran habitados mayoritariamente por obreros y clase media de la ciudad; campesinos en las aldeas, con un millar de feligreses practicantes, con siete Asociaciones parroquiales. Fomentó el acercamiento de la clase obrera a la religión, mediante la Hermandad de Jesús Nazareno, que llegó a tener un centenar y medio de miembros de ambos sexos, con actividades lúdicas incluidas, en las que no podían faltar los partidos de fútbol. El celo apostólico del P. Barceló llegó a un grandioso auge. Se estableció también la Legión de María, con cuatro “presidium”, formada por mujeres. A eso hay que añadir el organizar un programa de radio los domingos de media hora de duración. A partir del año 1964 al 1972, aceptó encargarse de la edición de la “Hoja Dominical”. No fue extraño que el año 1964 fuese nombrado Consejero Viceprovincial y dos años más tarde Vicevisitador de Honduras, cargo que en dos ocasiones le obligó a viajar a Roma para asistir a la Asamblea General. Durante dos años, no especificados, fue encargado diocesano del Movimiento Familiar Cristiano. Cargos y más cargos, debido a la valoración de su responsabilidad por parte de la Provincia y de la diócesis de San Pedro Sula. El año 1974, ya más libre de compromisos personales, en su destino a la Capilla de La Montserrarte, editó un número extraordinario del “Butlletí Informatiu”, con la biografía de los primeros 91 Misioneros de la Provincia destinados hasta entonces a Honduras. 3 En 1977, cuando se sentía muy a gusto como vicario y dando clases de Biblia, el Superior General, P. James W. Richardson, de acuerdo con el Visitador, le escogió para sustituir al P. Nicolás Mas como Director Provincial de las Hijas de la Caridad de la Provincia de Barcelona Otra responsabilidad que dice mucho de la valoración que los Superiores tenían acerca de las múltiples capacidades del P. Barceló. He logrado recoger una pequeña parte de su presentación ante las Hijas de la Caridad: “No tengo la experiencia del P. Mas, ni la capacidad de mi querido P. José Mulet, pero mi primera disposición, se lo digo con toda seguridad, será servirles con todas mis fuerzas y capacidad y sobre todo con la gracia del Señor…”. El nuevo Director desarrolló muy eficientemente este cargo hasta el año 1993. Y de Barcelona otra vez a Brooklyn para ayudar, durante siete años, en la Casa de Cursillos, dejando que los padres jóvenes, Astor Rodríguez y Balduino Martínez, fueran los responsables y él su colaborador. A partir de 1988, el veterano P. Pedro J. Gómez empezaría a hacerse cargo de los Cursillos de Cristiandad. El P. José Barceló ocupó el cargo de Superior de la Comunidad de Barcelona durante los tres primeros años de siglo, coincidiendo el año 2002 con el Centenario de la Provincia de Barcelona, que fue celebrado por todo lo alto durante los tres días de festejos, con la participación de los cuatro Visitadores de España y numerosos misioneros de las otras tres Provincias de la Península, además de todos los posibles de la nuestra. Nuestro biografiado demostró su afán de recoger datos históricos haciendo un largo e interesantísimo estudio acerca del Fundador principal de la Congregación de la Misión en Barcelona, el año 1774, el Arcediano de la S. I. Catedral Barcelona Francisco Santjust y Pagés. En el año 2003, fue destinado a Palma de Mallorca, sin ningún cargo en particular, pero no podía quedarse sin prestar su ayuda en las actividades tanto en la iglesia como fuera de casa. El P. Barceló demostró una gran simpatía con los “exalumnes de la Missio” con quienes se prestaba a dialogar y aconsejar con cuantos se lo pedían sin que faltara nunca a las Reuniones que eran organizadas anualmente. Siempre que el tiempo se lo permitía, lo dedicaba a la lectura, a la escritura, a publicar o archivar datos vicencianos en su ordenador. El Día de la Provincia de este año, en la fiesta de la conversión de San Pablo, era tradicional que fueran homenajeados y participaran en la concelebración de la Eucaristía, junto con el P. Visitador, los Padres que conmemoraban alguna efemérides especial de vocación o sacerdocio. Fueron el P. José Barceló, quien pronto celebraría los 60 años de ordenación sacerdotal, y 50 años el P. Gaspar Sastre. El día 15 de marzo, la celebración fue en la tricentenaria iglesia de nuestra Casa de Palma, con asistencia de toda la Comunidad y algunos representantes de las otras Comunidades y con la presencia de un gran grupo de “Exalumnes de la Missió”. Quién iba a decir que, poco pocas semanas más tarde, nuestra iglesia de Palma de Mallorca volvería a llenarse para asistir a la Eucaristía del funeral del P. Barceló. Hacía algún tiempo que el P. Barceló se quejaba de dolores cada vez más intensos y 4 que casi ya no le permitían andar sin apoyo. Estos dolores empeoraron pocos días antes del 8 de abril y fue llevado al hospital, lugar donde el Señor de la Vida le tenía destinado entregar su alma al Creador. Creo que la mejor manera de dar fin a esta más o menos extensa Biografía, es dando gracias al Dueño de la mies por haber regalado a la Provincia un misionero tan al estilo de San Vicente, fiel a las cinco virtudes propias: sencillez, humildad, mansedumbre, mortificación y celo por la salvación de las almas. La suya ya debe estar gozando del premio de los justos, uniéndose a los cantos angélicos e intercediendo por su tan amada Provincia de Barcelona y por cada uno de sus miembros, de toda la Congregación y de las Hijas de la Caridad.