Basílica de Luján, 8/2/15 HOMILIA MISA CARDENAL PIRONIO

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Basílica de Luján, 8/2/15
HOMILIA MISA CARDENAL PIRONIO
Queridos hermanos:
Estamos celebrando un nuevo aniversario de la llegada al
cielo del querido Cardenal Pironio.
Había nacido el 3 de diciembre de 1920. Fue ordenado
sacerdote el 5 de noviembre de 1943 en esta amada
Basílica y consagrado Obispo en 1964, también aquí.
Pablo VI lo creó Cardenal y Juan Pablo II le confió el
Pontificio Consejo de Laicos.
Falleció en Roma el 5 de febrero de 1998.
El 23 de junio del 2006 se inicia el proceso de
beatificación.
En la presentación de las Actas de Seminario sobre él,
realizado en Buenos Aires en el 2002, escribe el Cardenal
Martini, Arzobispo de Milán, refiriéndose al amado Pironio:
“Este hombre sin duda ha sido una de las mayores
personalidades en la Iglesia del fin del milenio”.
No puedo dejar de mencionar las 10 Jornadas Mundiales
de la Juventud que supo organizar y animar.
Y como experiencia personal diría una síntesis que no
dudo que es compartida por todos ustedes: “El nos
transmitía siempre el gusto por las cosas de Dios”.
Qué aspectos desearía destacar:
1.
El Concilio:
Pudo participar como perito en el concilio Vaticano II y
esto ha marcado profundamente su pensamiento y su
estilo
de
relaciones.
“He querido ser padre, hermano y amigo” y son muchos
los testimonios que dan fe de haberlo logrado.
2.
Hombre orante:
El 10 de febrero de 1975 hizo una espléndida meditación
sobre la oración y es allí donde decía: “Para orar bien se
necesita una doble experiencia: Experiencia de nuestra
pobreza, experiencia de la paternidad de Dios. Entonces
la oración se hace muy breve, muy intensa y muy filial.”
3.
Su sentido de Iglesia:
“Como Iglesia tenemos que preguntarnos si a través de
nuestra presencia, de nuestros gestos, de nuestras
instrucciones,
realmente
estamos
expresando
y
comunicando al Cristo de la Pascua”
4.
Hombre de diálogo:
El era capaz de dialogar con personas de diversos
sectores, generaciones y líneas de pensamiento. Todos se
sentían escuchados y amados por él. Por eso el Papa
Pablo VI al final del Concilio, lo designa miembro del
Secretariado para los no creyentes.
5.
Amor al laicado:
Escribe en su testamento: “¡Magnificat! Doy gracias a
Dios por haber podido gastar mis pobres fuerzas y
talentos en la entrega a los queridos laicos, cuya amistad
y testimonio me han enriquecido espiritualmente. He
querido mucho a la Acción Católica. Si no hice mas, es
porque no he sabido hacerlo. Dios me concedió trabajar
con los laicos desde la sencillez campesina de Mercedes
(Argentina) hasta el Pontificio Consejo para Laicos.
¡Magníficat!.”
Queridos hermanos: Estamos haciendo memoria de este
pastor excepcional que fue el Cardenal Pironio. En este
domingo la Iglesia nos presenta a Jesús Buen Pastor en el
evangelio de Marcos. Allí vemos a Jesús sanando
enfermos. Ante todo a la suegra de Pedro que al recobrar
la salud, se puso a servir a Jesús y a los que estaban con
El. Para esto Dios nos sana, para que podamos servir y
dar cobijo a nuestros hermanos. Esta ha sido una
constante en la vida del Cardenal. Son varios los
testimonios que afirman que aún con su enfermedad
avanzada no dejó nunca de estar a disposición de todos
los que a él nos acercábamos.
Y Jesús no permitía que los que quedaban curados lo
ponderaran. Porque Jesús no buscaba que lo alabaran
sino que a El le interesaba dar vida y consolar. La Gloria
era para el Padre y el Bien para el prójimo. También en la
vida de Pironio al ponderar su presencia, nos decía: “No
es obra mía, no es mérito mío, vengo a celebrar con
ustedes la fidelidad de Dios: El es fiel. Mírenlo a el, no se
detengan en mi.”
Y también: “Venimos al mundo, para realizar una tarea
que Dios nos ha asignado a cada uno. Cada uno de
nosotros ha venido marcado con una misión especial que
tiene que realizar con toda sencillez.”
Estamos viviendo este tiempo privilegiado de la Iglesia
con el Papa Francisco. El nos ha dado como programa de
su pastoreo la Exhortación Apostólica “El Evangelio de la
Alegría”.
Si comencé diciendo que el amado Cardenal Pironio nos
transmitía el gusto por las cosas de Dios, deseo concluir
con aquello que siempre nos atraía y era su alegría.
Solía repetir: no se olviden de decirle a los jóvenes que
fui feliz. Y en su testamento después de agradecer al
Señor el don del sacerdocio, afirma: “me he sentido
extremadamente feliz de ser sacerdote y quisiera
transmitir esta alegría profunda a los jóvenes de hoy,
como mi mejor testamento y herencia.”
Y también más adelante nos enseña la raíz de su alegría:
“Agradezco al Señor el privilegio de su cruz. Me siento
felicísimo de haber sufrido mucho. Sólo me duele no
haber sufrido bien y no haber saboreado siempre en el
silencio mi cruz. Deseo que, al menos ahora, mi cruz
comience a ser luminosa y fecunda.”
Queridos hermanos:
Al leer y hacer memoria del Cardenal, nos contagia el
entusiasmo del creyente, la alegría de sabernos Iglesia y
el fervor misionero.
Mientras agradecemos a Dios Padre el don inmenso de su
hijo Eduardo Pironio y habernos dado a nosotros el don
de conocerlo y amarlo, pedimos a la Virgen de Luján, a
quien él tanto amó, nos conceda la gracia de vivir para
Dios y para nuestros hermanos.
Así sea
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