Homilía del Señor Obispo Stephen E. Blaire Ordenación de Cesar Martínez, Junio 6, 2015; Catedral de la Anunciación en Stockton, California César, hermano mío, El pasaje del Evangelio que elegiste nos presenta a Jesús, el Buen Pastor, como el modelo para tu ministerio como sacerdote. Hoy, en unión con el Señor Jesús, estás entregando tu vida a Dios por las ovejas que vas a pastorear. Por tu ordenación sacerdotal, tomarás el lugar de Jesús --el buen pastor, asumiendo el "olor de las ovejas" porque estarás cerca de la gente que vas a servir y la vas a conocer como el pastor conoce a sus ovejas por su nombre. Como sacerdote, entrarás en la humanidad misma –en el corazón mismo de las personas que vas a servir, siendo parte de sus alegrías y sus tristezas. Vas a vivir y respirar la Encarnación de Dios, que ha entrado a través de Jesús, en nuestra condición humana. Vas a descender con Jesús en las aguas del Jordán, con la humanidad pecadora. Vas a sentarte y hablar con la mujer samaritana en el pozo. Vas a sentarte a la mesa y a comer con el pecador Zaqueo que abrió las puertas de su casa a Jesús. Vas a beber vino en las bodas de Cana. Podrás disfrutar de la compañía de Martha y María y de su hermano Lázaro. Presidir en el lugar de Cristo el buen Pastor, sobre el rebaño, es una gracia de Dios. Tú has sido elegido y nombrado. El ministerio sacerdotal no es un trabajo fraccionado. El sacerdote que ve su ministerio sacerdotal como un trabajo o como una carrera, se convierte en un funcionario eclesiástico. Un sacerdote tal, celebra los sacramentos, responde las llamadas de los enfermos y hace citas como un trabajo que hay que cumplir, pero su vida real es su tiempo personal con sus gustos e intereses. Puede llegar a ser un burócrata eclesiástico que tiende a pensar que su vida debe ser agradable, con buenas relaciones y un montón de tiempo personal fuera del horario y de las responsabilidades ministeriales. Nadie niega la importancia del ocio y la oración y el descanso para renovar y recrear la vida interior y la imaginación. De hecho es necesario. Pero si la vida personal no está correctamente alineada hacia el ministerio sacerdotal, nos predisponemos a la desilusión, la insatisfacción y la autodestrucción. Todo lo que hacemos como sacerdotes deben estar alineado con nuestro llamado a ser sacerdotes. Monseñor Harmon Skillen, que falleció la semana pasada, hablaba a menudo sobre nuestra humanidad, nuestro cristianismo y nuestro sacerdocio. El veía que cada uno se edificaba sobre lo otro. Yo añadiría que para que nuestra humanidad sea auténtica, para que nuestra fe en Jesús sea madura, ambas deben de estar en armonía con nuestro ministerio sacerdotal. Si no es así, nosotros fracasaremos como sacerdotes, disminuyendo nuestra humanidad y debilitando nuestra fe. Cuanto más llegamos a conocer a Jesús, más llegamos a conocernos a nosotros mismos. La gracia construye y perfecciona la naturaleza. 1 Me pareció fascinante el que Monseñor Skillin eligiera para su Misa de funeral la lectura de Jeremías en donde el gran profeta se lamenta y dice: "Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir.” Los sufrimientos, los desafíos, el rechazo que Jeremías estaba experimentando como un profeta de Dios, parecían ser demasiado para él poder soportarlos; pero, unos pocos versos más adelante, el grita que hay un fuego ardiendo dentro de su corazón y que él no puede dejar de hacer el trabajo de Dios. La llamada de Dios a ser sacerdote es una llamada profundamente profética y terriblemente exigente. Pero, por otra parte, ¿por qué pensamos que nuestra vida debe ser diferente a la vida de Jesús? Como sacerdotes, estamos llamados a caminar el mismo camino que Jesús recorrió, profundamente involucrados en el misterio Pascual de Jesús: su pasión, su muerte y su resurrección. El salmo 16 puede convertirse en la oración del sacerdote con un corazón ardiente: "Señor, Tú eres la parte de mi herencia y mi copa". "Pongo siempre al Señor ante mi vista; con Él a mi derecha jamás vacilaré. Por lo tanto se alegra mi corazón y mi alma se regocija.” Es interesante ver en el Evangelio de Marcos que los Herodianos y los Fariseos felicitaban a Jesús sólo como un medio de tenderle una trampa para hacerlo caer. A mi parecer, esos cumplidos nos descubren cómo la gente veía a Jesús. Podríamos llamar, lo que la gente decía de Jesús, “las mejores prácticas” de un Buen Pastor. "Eres un hombre veraz" le dijeron a Jesús. Tomar el lugar de Jesús significa que tú predicas la palabra de Dios con tus palabras y con tus acciones. Espero que seas ardiente al hacerlo pero siempre con suavidad. El Papa Francisco nos exhorta a evitar la arrogancia y como un apóstol "hacer todo lo posible por ser amable, sereno, entusiasta y alegre; una persona que transmite alegría en donde quiera que él vaya." "No te preocupa la opinión de nadie" le dijeron a Jesús. Al tomar el lugar de Jesús, espero que recuerdes que has sido libremente elegido por Dios, no por tus méritos propios sino por la gracia de Dios, y que respondas como un siervo fiel de la Iglesia, con un gran celo por la salvación de toda la humanidad. "No te guías por el respeto humano" le dijeron a Jesús. Al tomar el lugar de Jesús, serás un siervo fiel de Cristo para todo el pueblo de Dios, que son UNO en virtud de su bautismo. El Cardenal Oscar Rodríguez en su discurso a los seminaristas este pasado mes de abril en San Antonio, les dijo que "Nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde", y que el mismo Santo Padre había dicho que "el camino de Cristo" no está pavimentado con "vanidad, orgullo y éxito." "Enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad" le dijeron a Jesús. Al tomar el lugar de Jesús significa que tú serás un mayordomo fiel de Cristo, predicando el Evangelio, celebrando los sacramentos y proclamando a Cristo. Con un corazón que a menudo está herido, (porque de hecho experimentas tus propias debilidades, fracasos y heridas) tú puedes ser un pastor que es compasivo y misericordioso con las ovejas que buscan el significado y el propósito de sus vidas. 2 Cesar, en unión con Cristo el Sumo sacerdote, que tú seas siempre un Buen Pastor que da su vida a Dios por el pueblo que ama y reverencia. Señor Obispo Stephen E. Blaire 3