Los autos sacramentales de Lope de Vega: estado de la cuestión y

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Los autos sacramentales de Lope de Vega: estado de la cuestión
y propuesta de estudio
Amparo Izquierdo Domingo
IES Mondúver, Xeraco
izquierdodomingo@hotmail.com
El estudio de los autos sacramentales de Lope de Vega presenta algunos problemas. El principal,
desde mi punto de vista, es la falta de ediciones actuales, rigurosas y críticas que estudien los
textos con criterio filológico. Dichas ediciones permitirían registrar las singularidades
lingüísticas261 propias del autor, entre otras cuestiones, y permitir, la atribución sin reservas de
algunos textos ‒evidentemente no en su totalidad‒ a su autor. Con dicha finalidad se habría de
elaborar una serie de características que permitiera relacionar un texto con el resto del corpus
sacramental.
La publicación más completa de los autos sacramentales de Lope de Vega data de fines del
s. XIX (años 1892 y1893) a cargo de Marcelino Menéndez Pelayo (1963). Dichos textos fueron
reeditados posteriormente en la BAE (tomos CLVII, CLVIII, CLXIX). Tal publicación, como
veremos más adelante, presenta más de un problema de autoría expresado ya en su momento por
don Marcelino. El resto de publicaciones modernas de los textos sacramentales suman apenas
seis ediciones críticas a lo largo del s. XX. Se trata de las ediciones de José Fradejas (1957) La
siega; Avalle Arce y Gregorio Cervantes Martín (1985), Las hazañas del segundo David; Enrique
Rull Fernández (1986), La puente del mundo, junto a otros autos de diferentes autores; Celsa
García Valdés (1991), La Concepción de Nuestra Señora; Valentín Azcune (1997), La comedia
261
Sobre la ortografía de los escritores del Siglo de Oro español en general, han expresado los profesores J.
Cañedo e I. Arellano lo siguiente: «Es cierto que las grafías de los escritores auriseculares no son,
estrictamente hablando, caóticas, y que siguen un determinado sistema. Ahora bien, no es menos cierto que
ese sistema, valga la paradoja, es muy poco sistemático casi siempre, y por otro lado [...] muchos rasgos de la
sistematización son irrelevantes», Cañedo y Arellano, 1987.
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del viaje del hombre262 y, por último, El labrador de la Mancha y El bosque de amor, de Agustín
de la Granja (2000).
En 1985 fue publicado, con autoría de Lope de Vega, El socorro de Cádiz en la revista
Criticón (número 29) a cargo del crítico Víctor Dixon. Posteriormente, el investigador desmintió
tal atribución, por un posible error de edición, ya que el auto fue escrito por Pérez de Montalbán
y no por su maestro263.
La principal dificultad de la investigación radica en asegurar la autoría de los textos.
Evidentemente, la tarea se presenta ardua ya que, de los aproximadamente cincuenta autos de
nuestro autor, únicamente tenemos la certeza de su autoría de los publicados por el mismo Lope
en El peregrino en su patria, edición de 1604 ‒con reedición en 1618‒ que contiene El viaje del
alma, Las bodas del Alma y el Amor divino264, La maya y El hijo pródigo265. De autoría lopiana
son los doce manuscritos publicados por el licenciado José Ortiz de Villena, con buen criterio, en
262
Otra cuestión a debatir sería la consideración de algunas obras dramáticas que, a pesar de estar divididas en
actos, mantienen los personajes y asuntos propios del auto sacramental. Tal es el caso de la presente obra La
comedia del viaje del hombre publicada por V. Azcune y catalogada por De la Granja como auto sacramental.
Dicha comedia ʻa lo divinoʼ, fue terminada, o cuidadosamente copiada, a mediados de agosto de 1584 según
se desprende del último folio del manuscrito de la Biblioteca de Palacio (ms.II-462, fols.25-33vº). De la
Granja, 2000, p. 30.
263
Dixon, en su conferencia «Un discípulo de Lope de Vega», en Congreso Internacional Lope de Vega y el
Teatro Clásico Español: Nuevas estrategias de conocimiento en Humanidades, Valencia, 5 mayo 2012. De la
Granja mantiene la autoría de Lope de este auto en su clasificación, 2001, pp.17-18.
264
Pfandl lo nombra con diferente título El desposorio del Alma y el Amor divino, 1922, p. 401.
265
Martin, en su tesis doctoral inédita, Los autos sacramentales de Lope de Vega, presentada en el año 1981ante
la University of North Carolina at Chapel Hill, considera El hijo pródigo más parábola dramatizada que auto.
Lo citamos a través de Avalle-Arce y Cervantes Marín, en la “Introducción” a su edición de Las hazañas del
segundo David, p. 13 y nota 10. Otras tesis inéditas sobre los autos de Lope defendidas en universidades de
Estados Unidos y de difícil acceso para el investigador son las de R. L. Scungio, The Chronology of Lope de
Vega´s «Autos sacramentales» as Show by their Strophic Versification, together with a Study of the
Versification and Orthography of those Doubtful Attibution, tesis doctoral inédita, Tulane University, 1952;
C. Roberts Morrow, Popular lyric tradition in the autos of Lope de Vega, Tulane University of Louisiana,
1969; O. Estenoz, Retórica de los autos sacramentales de Lope de Vega, State University of New York at
Buffalo, 1977. No se han tenido en cuenta en este artículo dado el carácter tan general de sus temas.
Recientemente en España se han defendido dos tesis doctorales, igualmente inéditas sobre los autos
sacramentales de Lope de Vega: Los autos sacramentales de Lope de Vega: Clasificación y funciones de
dramáticas, UNED, 2010, por quien firma estas líneas y la tesis de M. P. Nogués Bruno, Clasificación de los
autos sacramentales de Lope de Vega, Universitat Autònoma de Barcelona, 2011.
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1644 con el título de Fiestas266 del Santísimo Sacramento, repartidas en doce autos
sacramentales con sus loas y entremeses. Incluye los siguientes autos: Los acreedores del
hombre267, Las aventuras del hombre, El cantar de los cantares, El heredero del cielo, El
misacantano, El niño pastor268, El nombre de Jesús, Del pan y del palo, El pastor lobo y la
cabaña celestial, La puente del mundo, La siega269 y La vuelta de Egipto (2ª edición, ¿1612?270).
A estas ediciones se sumarían los publicados por Isidro de Robles en 1664 en Navidad y
Corpus Christi festejados271 por los mejores ingenios de España, en diez y seis autos a lo divino,
diez y seis loas y diez y seis entremeses. Representados en esta Corte y nunca hasta ahora
impressos, que incorpora El nacimiento de Cristo, Nuestro Señor272 y El tirano castigado273.
La selección más extensa fueron los Autos y coloquios, edición de Menéndez Pelayo.
Consta de un total de cuarenta y un autos. Entre ellos convergen, evidentemente, los textos ya
publicados en el s. XVII por Isidro Robles y Ortiz de Villena, y los incluidos en El peregrino en
su patria más una serie de autos inéditos hasta la fecha.
266
Pedro Vergés, Zaragoza, 1644.
267
Proveniente de la Biblioteca de Osuna, se le atribuyó en alguna ocasión a Rojas Zorrilla por confusión con el
homónimo copista del manuscrito original.
268
También conocido como El pastor ingrato.
269
Menéndez Pelayo como indica en sus «Observaciones preliminares» a la edición de Autos y coloquios, tendrá
más en cuenta la publicación con correcciones de los autos La siega, Del pan y del palo, De los cantares y El
pastor lobo y la cabaña celestial, realizada por González Pedroso (1865).
270
Restori data una primera versión del auto La vuelta de Egipto posiblemente del año 1584. Flecniakoska
(1961, pp.49-51) advierte que a pesar de la coincidencia del título se trata de dos autos diferentes. El
publicado por Restori pertenecería a las primeras obras del Fénix, mientras que el publicado por Ortiz de
Villena pertenecería a una etapa posterior.
271
Recogidos por Robles, natural de Madrid, 1664.
272
Titulado también Auto famoso del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en la selección de Menéndez
Pelayo y, en la de Flecniakoska, Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo y Nuevo oriente del sol y más
dichoso portal. La alusión de un mismo auto con diferentes títulos la encontrarmos de nuevo en el caso de El
pastor ingrato, El niño pastor y Divino pastor; en Las hazañas del segundo David y El segundo David y,
finalmente en Dos Ingenios y esclavos del Santísimo Sacramento y El desengaño del Mundo. Todo ello fruto
de la multiplicidad de manuscritos y copistas.
273
Flecniakoska(1961, pp.49-51) considera la irregular versificación de dicho auto como motivo suficiente para
sospechar la intrusión de un autor diferente del Fénix en la redacción del auto.
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Estos veintitrés274 autos inéditos fueron publicados con recelos de autoría dado que
únicamente un reducido grupo de manuscritos son autógrafos. Una posible causa de la falta de
originales nos la proporcionaría el mismo erudito en la introducción y comentario de los autos.
Nos ofrece unas pinceladas sobre la procedencia y conservación de estas piezas. Según
Menéndez Pelayo: “No podemos determinar con exactitud la copia y extensión de los autos
perdidos. Lope nos dejó catálogos incompletos de una parte de sus comedias y el número
aproximado del total de ellas, pero en ninguna parte nos dejó indicación sobre el número ni sobre
los títulos de sus autos”.
Nuestro estudioso afirma (1963, Introducción, p.XVIII) a su vez, que debió de haber más
de medio centenar de autos. Considera igualmente posible que
algunos se conserven anónimos o luzcan en las obras de otros autores. Pero también es de temer
que el mayor número haya perecido sin dejar rastro, tanto por descuido del mismo Lope, que los
improvisaba al correr de la pluma considerándolos, sin duda, como ejercicios de piedad más que
de literatura, como porque andando los tiempos y mudándose el gusto, el prestigio y la
popularidad de los autos de Calderón desterró los de Lope y todos los antiguos del escenario
movible de los carros del Corpus y aun de la memoria de las gentes.
Aicardo, por su parte, considera como posibles causas de la escasez de autógrafos el menor
consumo de autos en la época de Lope, en comparación con la generación de Calderón y la
pésima fama de Lope, poco idónea para el encargo de piezas sacramentales (1907, p. 464).
Diferencia el autor los autos sacramentales de los navideños, distinción que no seguiremos
siguiendo el criterio de Ignacio Arellano y Enrique Duarte (2003).
A ello habría que añadir que, con una ingente producción anual de autos de Lope para la
fiesta del Corpus y su posterior representación en ciudades como Segovia, Sevilla, Madrid o
Toledo, se podría suponer el éxito de tales composiciones hasta el punto de considerar
innecesario en la copia de algunos manuscritos especificar la autoría de nuestro autor al ser
sobradamente conocida.
De entre los autos publicados a fines del XIX, la mayoría provienen de manuscritos de la
Biblioteca Nacional, procedentes a su vez de la Biblioteca de Osuna. De esta colección contamos
274
La producción de Lope de autos sacramentales fue fijada por Rennert y Castro (1969, p. 530) en cuarenta y
dos autos conservados, cinco perdidos y dos dudosos.
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únicamente con dos autos autógrafos :Obras son amores275 y La isla del sol. Este último lo cita
La Barrera (1969) como autógrafo aunque no lo es en su totalidad. Según Menéndez Pelayo, sí lo
son las encomiendas, suscripción y rúbricas finales. Kenji Inamoto, por su parte, sigue la estela
de Fichter (1941) quien ya se refirió en su estudio a Obras son amores, uno de los dos autos
sacramentales reconocidos en aquel entonces ya como autógrafos de Lope, probablemente porque
al final del manuscrito de esta obra figura la fecha tachada y trocada por otra, así que presentaba
algún problema de fecha. El manuscrito de La isla del sol, procedente de la Biblioteca de Osuna,
se conserva actualmente en la Biblioteca Nacional de Madrid. Fernández Navarrete y Sáinz de
Baranda, Chorley y Rocamora coincidieron en describir que este manuscrito era autógrafo de
Lope de Vega, pero en 1899 el gran archivero y bibliófilo don Antonio Paz y Meliá modificó la
opinión sostenida y defendida hasta entonces, añadiendo esta nota: “Las dos últimas hojas,
autógrafasˮ. Pero al Sr. Paz le siguieron respetuosamente, sin ninguna modificación crítica,
Rennert276, Alenda y Mira, Grismer y Pérez y Pérez. Seguramente este manuscrito quedó sin
estudiar, después de examinarlo don Antonio Paz en 1899, porque todavía no ha habido nadie
que haya podido rectificar el error que cometió al transcribir algunos datos que contiene el último
folio 21 recto (Inamoto, 1996). La parte considerada como autógrafa se reduce, en sentido
estricto, a un folio y medio, los folios 20 recto, 20 verso y 21 recto, en los que se registran una
acotación y 52 versos del texto con la firma y rúbrica de Lope de Vega.
Nada dice sobre Menéndez Pelayo sobre otro autógrafo de Lope: Las hazañas del segundo
David. Aicardo (1907, pp. 459-460) lo nombra aunque lo considera perdido al igual que
Flecniakoska y no será impreso hasta 1985. El auto rescatado por Avalle-Arce y Cervantes
Martín (1985, p. 13) tiene como extraordinaria novedad el hecho de que se trata del texto
autógrafo de Lope de Vega, en perfecto estado de conservación y perfectamente legible, como se
puede observar en la reproducción facsímile que llevaron a cabo ambos autores. El primero en
citar el manuscrito autógrafo como obra de Lope fue Francisco Medel del Castillo (1735)277 en
275
Compuesto no se sabe con certeza si en 1615 o 1620, al estar borrada la primera fecha del manuscrito y
sustituida con la segunda. El original, autógrafo todo, fue adquirido para la Biblioteca Nacional en 1854 por
Hartzenbusch.
276
Rennert y Castro (1969), propusieron en su biografía de Lope, un catálogo de autos. Incluyen los
seleccionados en El peregrino en su patria, en Fiestas del Santissimo Sacramento, más los publicados por M.
Menéndez Pelayo, (1963, pp.501-503).
277
Reproducida esta aseveración por Hill (1929, pp.144-369).
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1735. Medio siglo más tarde Víctor García de la Huerta278 lo incluye en su catálogo (1785, p.
208). Cayetano Alberto de la Barrera (1969, pp. 435 y 456) al realizar la lista de los manuscritos
cita dos existentes en la Biblioteca del Duque de Osuna: Las hazañas del segundo David y La
isla del sol y un tercero añadido posteriormente, Obras son amores.
Existen cuatro manuscritos diferentes de este auto sacramental279, y en tres de ellos la obra
está atribuida a Calderón de la Barca280. A pesar de la errónea atribución, el hecho de que se
pudiese llegar a pensar que el autor de esta obra era Calderón de la Barca, aunado a la cantidad de
copias manuscritas, testimonia las altas cualidades estéticas que sus contemporáneos vieron en
Las hazañas del segundo David281.
El resto de manuscrito inéditos, hasta finales del siglo, son copias del original. Entre ellos
encontramos: El coloquio del bautismo de Cristo282, La adúltera perdonada, La venta de la
zarzuela283, Nuestro bien, El hijo de la iglesia, El villano despojado284, La margarita preciosa,
La privanza del hombre285, La locura por la honra286, Los hijos de María del Rosario, El triunfo
de la Iglesia287 y La araucana.
278
Flecniakoska (1961, pp.49-51) da a conocer el auto a través de la información de García de la Huerta, no de
Medel.
279
Avalle Arce y Cervantes Martín, «Introducción» (1985, p.17).
280
Mariscal de Gante (1969, pp. 596 y 599) cree que Las hazañas del segundo David era obra de Lope de Vega y
El segundo David, de Calderón. La diferencia es que Mariscal de Gante no vio ninguno de los dos autos sino
que copió su fuente favorita, La Barrera (1969,pp.596-599).
281
La existencia del auto sacramental Las hazañas del segundo David, en el autógrafo de Lope de Vega, fue
anunciado desde el año 1933. La Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, en sus Anais, catalogó y proclamó la
existencia del auto de Avalle-Arce y Cervantes Martín (1985, p.20).
282
De la Granja considera El bautismo de Cristo (Coloquio del Bautismo de Cristo) como auto. No va
desencaminado ya que se trata de una representación moral de diferentes episodios de la vida de Cristo,
repetidos en los autos de nacimiento. Aquí lo incluiremos como auto aduciendo que los textos de Lope
pertenecen a un estado embrionario del género y tal proceso de creación permite ligeras libertades (De la
Granja, 2000, p.43).
283
No mencionada en el catálalogo de La Barrera (1969); lo mismo ocurrirá con La araucana.
284
De la Granja (2000, p. 78) propone el título de El hidalgo y el villano para este auto.
285
Auto incompleto al final. Se registra como de Lope por la perfección de algunas redondillas, estilo propio de
nuestro autor.
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Miguel Zugasti (1993, p. 434)288 duda de la autoría de este último auto a pesar de estar
comúnmente aceptada. Flecniakoska, por su parte, lo acepta como de Lope, aunque La Barrera lo
considere anónimo. Para Fr. Modesto de Sanzoles el auto La araucana de Lope era una comedia,
naturalmente ʻ a lo divinoʼ (1959, p, 92). Rodríguez Puértolas refuerza esta idea de Sanzoles
considerando los autos así como el resto de su producción dramática como sub specie comoediae
( 1970, pp. 90-133). El mismo Lope define los autos como “comedias [...] todas de historias
divinas” en la tan citada Loa entre un villano y una labradora (Menéndez Pelayo, 1963, p. 143).
De la Granja relaciona la semejanza de títulos entre comedias y autos, planteando la supuesta
reelaboración de las comedias como autos. Algunos ejemplos: La comedia Los torneos de
Aragón / auto sacramental anónimo, El torneo de amor; El viaje del hombre (comedia citada en
El peregrino/ El viaje del alma (auto sacramental); El mesón de la Corte / El mesón del Alma
(también llamado El mesón del Mundo); El labrador del Tormes/ El labrador de la Mancha; La
puente de Mantible (comedia anterior y distinta de la de Calderón)/ La puente del Mundo; El
tusón de Inglaterra / El tusón del rey del cielo (o El tusón, a secas); El tirano castigado
(comedia)/ El tirano castigado (auto sacramental), etc. (2000, p. 65).Wardropper mismo realiza
las conexiones propias entre el auto La venta de la Zarzuela y la comedia La Serranilla de la
Zarzuela (1967, p. 282). La íntima conexión entre la intriga de muchas comedias profanas y las
de los autos, como divinizaciones de ellas, las marca también Marcel Bataillon (1964, pp. 183205).
286
Se trata de una transposición a lo divino de una comedia de Lope. Será característica del Fénix reutilizar un
mismo argumento y un mismo título para comedia y auto. El catálogo de Paz y Melià recoge en el mismo
número dos manuscritos con títulos diferentes: Auto sacramental la locura por la honra de Lope de Vega
Carpio y Auto famoso de la locura por el alma de Lope de Vega Carpio. Menéndez Pelayo, en su edición,
publica el primero sin haberse dado cuenta de que los dos manuscritos eran idénticos; los últimos quince
versos los podría haber encontrado en la copia de L. Pérez La locura por el alma. Cito a través de
Flecniakoska (1961, p. 37).
287
En la colección de La Barrera se le designa con el nombre de El hijo de la Iglesia, según Menéndez Pelayo.
La Barrera y Huerta citan como autos diferentes El triunfo de la Iglesia y El hijo de la Iglesia.
288
Zugasti (1993, p.434), escribía literalmente: Es posible, incluso, que Lope insistiera sobre el tema en el auto
sacramental La araucana, donde la acción es reelaborada en clave alegórica. Los indios ocupan ahora los
papeles principales: Caupolicán simboliza a Cristo, Colocólo a San Juan Bautista y Rengo al diablo. Aunque
comúnmente aceptada, la atribución del auto a Lope es muy dudosa, sólo basada en el testimonio del
manuscrito original.
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Los manuscritos restantes presentan ya para Menéndez Pelayo en el momento de su
selección problemas de autoría por diferentes motivos. Supone el auto La oveja perdida atribuido
en primera instancia a Timoneda, seguramente por el título y, por el estilo, a Mira de Amescua.
Las albricias de Nuestra Señora, por su parte, ha sido considerado de un periodo anterior a
Lope; contribuye a ello el hecho de que el manuscrito no lleve el nombre de nuestro autor289.
El príncipe de la paz, cuya copia fue encontrada en la Biblioteca del Museo Británico, se
atribuyó en un principio a Mira de Amescua al igual que La Santa Inquisición. Este auto La
Barrera lo considera de Lope a raíz de un manuscrito del año 1629 encontrado en la Biblioteca de
Osuna. Sin embargo, se conserva en la Biblioteca Nacional otro manuscrito atribuido a Mira de
Amescua y se dice “que se representó en esta corte el año de 1624”. De hecho, Menéndez Pelayo
contabiliza tres manuscritos con el mismo título y considerables variantes. En la actualidad,
Agustín de la Granja (2000, pp.44) lo atribuye sin reservas a Lope a pesar de la opinión de
críticos como Flecniakoska (1961, pp.49-51) quien lo sigue considerando de Mira. Para Aicardo,
resulta dudosa la autoría al igual que en El yugo de Cristo (1907, p. 31 y ss.).
Flecniakoska (1961, pp.49-51) quien niega la atribución de dicho auto a Lope y lo elimina
asimismo de su catálogo, reconoce el trabajo de recopilación de autos de Menéndez Pelayo. No
obstante, critica los problema sobre autoría que deja por resolver. Para intentar mitigar estos
males recurre a diferentes catálogos, amén del de Menénez Pelayo, tendrá en cuenta los de Paz y
Meliá y Rennert y Castro.
Finalmente, Las cortes de la muerte, se considera original de Lope, a pesar de que la loa la
firme, de nuevo, Mira de Amescua. Flecniakoska (1961, pp.49-51) duda de la autoría de este auto
impreso por Menéndez Pelayo e incluso lo elimina de su lista de autos de Lope por considerarlo
una mezcolanza de comedias, autos y entremeses de autores como Lope, Tárrega, Francisco de
Rojas, Tirso de Molina, Tárrega y Quiñones de Benavente. Rennert y Castro (1969, pp. 501 y ss.)
dudan asimismo de la autoría de este auto y del auto Las prisiones de Adán, ‒no contemplado por
Menéndez Pelayo‒ que eliminó Flecniakoska de su catálogo al considerarlo un manuscrito
probablemente de fines del s. XVII.
Otros autos se incluyen, sin tener la certeza de su autoría, por haber sido clasificados
anteriormente en el catálogo de Pedroso o en las selecciones de libreros como Medel (1735) y
Huerta (1785), como el caso del auto Los hijos de María del Rosario, al contrario que en los
ejemplos anteriores.
289
La Barrera (1969, p.411), lo cita como de Lope pero el manuscrito no lleva el nombre del autor.
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El resto se trata de textos estragados o llenos de omisiones como Auto del Rosario de
Nuestra Señora290, desaliñados como El tusón del rey del cielo o compendio de autos anteriores
como El yugo de Cristo291 auto inédito en la Colección del Museo Británico. Seguramente se trate
de una refundición al compartir versos con El viaje del Alma. Del mismo modo, se incluyen
aquellos en los que intervienen colaboradores, en concreto, un discípulo de nuestro autor como en
Dos ingenios292 y esclavos del Santísimo Sacramento293 o se presentan dobles manuscritos como
El niño pastor, también llamado en otro manuscrito El pastor ingrato294.
Menéndez Pelayo aborda el origen incluso de aquellos manuscritos publicados en la
Colección Robles. Sirva de ejemplo el Auto Famoso de Nuestro Salvador Jesucristo, publicado
siempre con el nombre de Lope pero se trata supuestamente de una refundición, al mantener
rasgos de estilo del Fénix. Finalmente, acaba el erudito afirmando que “entre los impresos y los
inéditos algunos autos no parecen dignos de Lope: por lo menos advertimos entrometimiento de
ajena pluma. Pero como faltan pruebas positivas y extensas, únicas que en estos casos deciden,
hemos creído obligación incluir esos poemas dudosos para que los doctos examinen el punto y, si
es posible, lo decidan” (1963, p. x).
Flecniakoska elaboró una selección diferente y, ciertamente más crítica, pero habría que
esperar un par de décadas para que vieran la luz autos inéditos hasta el momento. A cargo de las
más recientes publicaciones de autos inéditos de Lope se halla Celsa García Valdés, con una
edición crítica de La concepción de Nuestra Señora. El presente auto se encuentra citado en los
290
Aicardo (1907, p. 129) considera este auto, junto a El tirano castigado y Los hijos de María del Rosario,
dudosos para atribuirlos íntegramente a Lope o modificados y adulterados, siendo los dos marianos escritos
por encargo.
291
No es un auto autógrafo y no es completamente seguro que sea de Lope ya que en el catálogo de los libreros
Medel y Huerta consta como anónimo.
292
Flecniakoska (1961, pp. 39-55) indica la existencia de varios manuscritos para establecer el auto titulados Dos
ingenios y esclavos del Santísimo Sacramento. Dos se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid, y un
tercero, en Parma. El segundo manuscrito de la BN de Madrid lleva por título El desengaño del Mundo y la
fecha de 1612. Rechaza el crítico la posibilidad de que el autor de tal manuscrito fuera Pérez de Montalbán,
dada su juventud en dicha fecha. El título El desengaño del Mundo será el utilizado por De la Granja (2000,
p.43) en su clasificación.
293
Al igual que en La privanza del hombre o La vuelta de la Zarzuela las redondillas aseguran la autoría de
nuestro poeta para Menéndez Pelayo (1963).
294
Este auto es el mismo que con el número diez aparece en Fiestas del Santísimo Sacramento. Menéndez
Pelayo logra otro texto en un manuscrito de la Biblioteca Nacional que da la fecha de composición.
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catálogos de Medel y Huerta, sin que en ninguno de los dos se advierta si se trata de un impreso o
de un manuscrito, aunque por la ausencia de noticias posteriores parece más probable lo segundo,
según afirma García Valdés (1991, pp. 205-206)295. C. A. de la Barrera recoge la noticia e incluye
el auto, dentro de las obras de Lope de Vega, “Autos sacramentales sueltos”. Menéndez Pelayo
menciona el título de este auto, junto con otros tres del mismo autor, haciendo referencia a los
catálogos anteriores y afirma no haber logrado ninguna noticia de tales piezas. Finalmente le
corresponderá a A. Restori, tras un exhaustivo seguimiento de la comedia El nacimiento del alba,
concluye que dicha comedia está formada por los dos primeros actos de La madre de la mejor
con el auto de Lope La concepción de Nuestra Señora como tercer acto.
Agustín de la Granja se ha dedicado a rectificar y dilucidar algunas dudas de don
Marcelino. Para empezar, aparte del fondo documental de la Biblioteca Nacional, atiende otros
catálogos de autos anónimos. En la Biblioteca “Menéndez Pelayo” de Santander, encontró dos
autos de Lope en un tomo manuscrito que contiene varias obras de teatro en su mayor parte
desatendidas por la crítica. En dichos autos, El labrador de la Mancha y El bosque de Amor, no
se hizo constar el nombre del autor, por tanto, se incluían como ʻanónimosʼ. El mismo trabajo de
investigación le llevó a atribuir a Lope con reservas cuatro autos más: La conversión de la
Magdalena (1586), La ninfa del cielo (1599-1605), Los torneos de Cristo con el Amor divino
(1607) y El mayorazgo del cielo (1609). Por el momento dichos autos siguen siendo considerados
como atribuidos.
Del número de autos de Lope ya habíamos comentado anteriormente que Menéndez Pelayo
le atribuye medio centenar. El discípulo y biógrafo de Lope, Pérez de Montalbán, en su Fama
póstuma, dice que pasaron de cuatrocientos ‒aunque esta indicación no deja de ser dudosa ya que
el mismo Lope afirmó haber escrito 1500 comedias y Montalbán le atribuye 1800‒. A esta cifra
habría que añadir casi doscientas piezas más en un acto ‒ entre navideñas y marianas no
destinadas al día del Corpus‒ dado que en 1630 el erudito José de Pellicer (De la Granja, 2000,
pp. 15-19) dé “seiscientos autos sagrados” escritos por Lope. En las páginas que imprime Juan
Antonio de la Peña sólo un lustro más tarde, aparece un número más exiguo en lo que se refiere a
los autos: “Sus comedias más de mil y seiscientas. Los autos sacramentales, más de doscientos”.
A comienzos del s. XVIII la estimación numérica de los autos escritos por Lope vuelve a sufrir
otra rebaja considerable. La nueva cifra procede de otro erudito, Juan Isidro Fajardo y Monroy,
quien, habiendo sido comisionado en 1718 para determinar el número y la autenticidad de los
autos sacramentales de Calderón, habla de los de Lope; en concreto, de “cien autos sacramentales
295
García Valdés realiza un excelente seguimiento siguiendo los pasos del erudito italiano para llegar a estas
conclusiones.
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que escribió el peregrino ingenio y fénix de España Lope de Vega Carpio, de quien tenemos dado
a luz un libro con doce autos”. Se refiere Fajardo a la recopilación del licenciado Ortiz de
Villena. Nada comenta Fajardo de los aparecidos en El peregrino en su patria o los publicados
por Isidro de Robles.
Agustín de la Granja ( 2000, p.17) expone como razones para explicar la difícil búsqueda
de los autos de Lope la falta de un catálogo anotado por el Fénix con el número y título de sus
autos, al igual que hizo en El peregrino y que echara en falta en su momento Menéndez Pelayo.
A ello se añade el hecho de que los diferentes copistas de los manuscritos de Lope no hicieran
constar en ellos el nombre del autor y en el caso de que lo hubieran hecho, no es posible
garantizar que aquellos primitivos textos vendidos por Lope a los autores de comedias sean hoy
los mismos que los que entonces salieron de su pluma.
La venta de los originales de los autos a diferentes autores de comedias indica la conciencia
mercantil del fenómeno. Los ingresos por tales ventas no eran nada desdeñables. Juan Pérez de
Montalbán estima en 6.000 ducados los ingresos de Lope por la venta de sus autos. Rennert y
Castro atribuyen, sin embargo, como honorarios a principios del s. XVII, 500 reales por comedia
y 300 por auto (1969, pp. 501 y ss.). Razón suficiente para escribir estas piezas que, por su breve
extensión y facilidad de argumento ‒solían coincidir auto y comedia con mismo tema y título‒
resultarían muy atractivas para el Fénix. La inmensa memoria del poeta y su facilidad
compositiva harían el resto.
Agustín de la Granja plantea dos soluciones para acceder al descubrimiento de nuevos
manuscritos de Lope. La primera pasa por estudiar atentamente los vericuetos de la
representación teatral del último tercio del s. XVI y primero del s. XVII. Sobre todo, los
itinerarios de las compañías a las que Lope vendió sus textos y que, a partir de ese momento,
fueron sus nuevos dueños. Esto permite allegar noticias indirectas sobre los autos sacramentales
de Lope tales como la representación de un auto en verso para la fiesta del Corpus que se llevó a
cabo en la ciudad de Méjico en 1642 titulado Los cisnes de Lope de Vega y cuyo conocimiento
nos llega gracias a la redacción de documentos del cabildo de dicha ciudad y que recoge De la
Granja en su estudio296.
Tras el ejercicio crítico imprescindible también se puede llegar a la localización y ulterior
rescate de algún texto atribuido o anónimo que hubiera podido recalar en alguna biblioteca. A
través de ejemplos sustraídos de las loas conservadas en manuscritos se puede intuir el título de
296
Todo el comentario sobre las propuestas de estudio de los autos del crítico se remite a la introducción arriba
indicada.
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algún auto desconocido. Tal es el caso del comentario de Pedro Díaz en una loa en la que se
aludía al Auto de la penitencia297 de Lope de Vega. Flecniakoska (1961, p. 55) alude al auto
sacramental de Lope perdido La Virgen de los Reyes, representado en Sevilla por Alonso de
Olmedo en 1622. Rennert y Castro (1969, pp. 501 y ss), en su catálogo de autos sacramentales de
Lope perdidos nombran cinco: La cárcel de amor, La coronación de la humanidad de Cristo, El
corsario del alma y las galeras, La Natividad de Nuestra Señora y Las hazañas del segundo
David.
Lope no deja de proporcionar autos, año tras año sin preocuparse ya por el posible punto de
destino. Las obras sacramentales se repiten en diferentes lugares y van pasando de compañía en
compañía, razón por la que la mayoría de copias de sus manuscritos aparecen estragadas o de
dudosa autoría o más de un manuscrito diferente sobre la misma obra como anteriormente
habíamos indicado.
Añade De la Granja el fenómeno de la refundición mental de algunos fragmentos de sus
autos. El ejercicio de remodelación estrófica constituye una prueba de argumentación de autoría
favorable a Lope. Cuestión que resulta muy importante, ya que hasta la fecha, el vínculo entre
Lope de Vega y algunos autos era conocido, aceptado o apuntado en algunos casos como La
oveja perdida, La isla del sol y El labrador de la Mancha y en otros casos discutido o ignorado
como La Santa Inquisición o El bosque de amor. Los dos primeros autos fueron publicados en la
ya comentada edición y estudio preliminar de Marcelino Menéndez Pelayo quien incorporó La
Santa Inquisición298 aun suponiéndolo más de Mira de Amescua que de Lope, a pesar del criterio
de Cayetano Alberto de la Barrera y otros autores. Los manuscritos 191 de la Biblioteca
Menéndez Pelayo de Santander y 15.810 de la Biblioteca Nacional de Madrid contienen los
restantes, razón por la que de ellos se han venido dando tan pocas noticias.
De la Granja indica una lista de versos o estrofas similares o idénticas entre autos como La
oveja perdida y El labrador de la Mancha; entre El bosque de amor y La Santa Inquisicion; entre
El labrador de la Mancha y La isla del sol; La isla del sol y La oveja perdida; La adúltera
perdonada y La concepción de Nuestra Señora y, por último, La adúltera perdonada y De los
297
El dato aparece en el libro de S. Arata Los manuscritos teatrales (siglos XVI y XVII) de la Biblioteca de
Palacio; posteriormente, apareció en la recopilación de F. Antonucci y S. Arata (1995, pp. 144-146). El Auto
de la penitencia hay que ponerlo en relación directa con La conversión de la Magdalena y con La penitencia
de la Magdalena, autos sacramentales representados en 1586 por el autor de comedias Jerónimo Velázquez en
la villa de Getafe (De la Granja, 2000, p.32).
298
Heydenreich (1983, pp. 35-52) trata de este auto anónimo en el contexto de otros autos y documentos que
aluden a la Inquisición.
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cantares. Ello ha permitido, por ejemplo, autentificar la autoría de algunos autos atribuidos a
Mira de Amescua y clasificar como lopianos autos designados hasta la fecha como anónimos.
Lope se serviría de ʻplantillas mentalesʼ a la hora de escribir sus piezas y provocar ʻaceleraciones
esporádicasʼ en sus obras dramáticas.
Esta autorrefundición o autotraslado lopesco lo confirmó Jenaro Alenda en 1918. En dos de
sus autos la Murmuración, personaje alegórico de La isla del sol, se retrata a sí misma, de igual
manera que en el auto La oveja perdida del mismo autor. Llegó a percatarse Alenda, además, de
una remodelación estrófica reductiva hecha desde un auto sacramental de Lope a otro anónimo.
Tras incorporar en su Catálogo el título El labrador de la Mancha y reproducir un pasaje
concluye argumentando el gran parecido existente entre ese modo de hablar y el que usa Lope en
sus dramas villanescos.
Tras peregrinar por el panorama de estudio crítico de los autos lopianos desde sus primeras
publicaciones nos atrevemos a sugerir una propuesta de estudio. La utilización de las nuevas
tecnologías permitirían, en un corpus más breve como es el de los autos, en comparación con la
ingente producción de las comedias, avanzar en el estudio de la autenticidad de las obras. Hemos
de tener en cuenta que ya los últimos años la tecnología al servicio de la investigación ha sido
muy importante por lo que se refiere a la catalogación digital de los depósitos bibliográficos de
las bibliotecas, con la posibilidad de consultar los registros a través de sus catálogos en línea.
Esto permite localizar, en primera instancia, manuscritos e impresos teatrales antiguos en
aquellas instituciones que poseen este tipo de fondos, lo que antes era tarea muy ardua, si no
disponían de repertorios publicados en papel.
Ya desde La casa di Lope, indican la importancia del creciente número de obras
disponibles en formato digital. Dominan las anteriores a 1900, ya que a partir de esta fecha su
difusión puede verse afectada por los derechos de autor. La proporción aumenta notablemente
con las pertenecientes a los siglos XVI y XVII, merced a la existencia de diferentes direcciones
de la Red que se ocupan de este periodo exclusivamente, entre los que cabe destacar el Portal de
teatro del Siglo de Oro de la Biblioteca Nacional de España, así como a la comercialización de la
base de datos TESO (Chandwyck Healey). Los formatos ofrecidos son variados. Las hay
digitalizadas como imágenes facsimilares de su versión en papel más o menos moderna, pero
abundan las que están en modo texto, aunque con frecuencia no respondan a criterios de crítica
textual e, incluso, puede que no especifiquen su procedencia.
Afortunadamente, en los últimos tiempos han aumentado los que obedecen a trabajos
rigurosos de fijación textual, llevados a cabo por los proyectos de edición de los principales
dramaturgos áureos que se han desarrollado y que constituyen una de las facetas más destacadas
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de la investigación reciente en las áreas de humanidades. Algunos de estos equipos, como GRISO
o Moretianos, han puesto en línea sus textos limpios sin estudios introductorios ni notas.
El proceso que proponemos partiría de la obtención de textos en formato digital: en un
principio autos sacramentales de Lope, atribuidos a él, o anónimos. Para ello podemos servirnos
del material existente en internet, obtener el material desde libros impresos o, en el caso de
manuscritos de difícil acceso, la mayoría en este caso, pasarlos directamente a un formato PDF
desde el que pudiéramos trabajar.
A partir de ahí comenzaría el proceso de digitalización de los textos impresos. Debemos
utilizar un escáner para digitalizar los textos, obteniendo un PDF con las imágenes de cada
página del libro. También mediante un programa informático de reconocimiento óptico de
caracteres (OCR) se extraen los textos del documento creado anteriormente. El programa
recomendado para esta labor es el Omnipage de ScanSoft, que da excelentes resultados en esta
labor.
Posteriormente, la tarea consistiría en organizar los ficheros del texto, uno por autor y libro
en carpetas. Para ello con el explorador de archivos de Windows creamos las carpetas y vamos
dejando los ficheros de texto con los textos de ellas. Posteriormente, pasaremos a utilizar un
programa que permita buscar textos dentro de las carpetas y ficheros, al estilo de un buscador de
internet. El programa elegido sería Google Desktop que presenta un aspecto muy similar al
buscador Google de Internet, permitiéndonos trabajar en ficheros dentro de nuestro ordenador y
buscar aquellos versos o composiciones estróficas que se puedan repetir en los diferentes textos
para justificar la autoría de nuestro autor o descartarla.
Hasta el momento la digitalización de textos referidos al Fénix se ha centrado en las
comedias, evidentemente, por la trascendencia de estos textos en el teatro del Siglo de Oro. Pero
tal vez haya dejado a la sombra los autos del autor. Un catálogo digitalizado de dichos autos
permitiría una mayor fijación textual de los mismos.
La base de toda investigación se deberá centrar siempre en la búsqueda y estudio de los
manuscritos que de momento desconocemos o no sabemos a ciencia cierta a quién atribuirlos.
Los autos designados como anónimos o la lista de autos perdidos del Fénix sería un buen punto
de partida, tal vez el más fructuoso dado que existen noticias de sus títulos y ciudades de
representación de tales autos perdidos en las fiestas anuales del Corpus.
Una realidad con la que deberemos contar es la presencia de diferentes copias de un
manuscrito original, atribuido a un solo autor en unos casos o a diferentes autores en otros.
Idéntico problema ocasionarían los diferentes títulos de las obras Divino pastor, El niño pastor y
El pastor ingrato, entre otros; La vuelta de Egipto publicada por Restori y la de 1612 son dos
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autos diferentes a pesar de coincidir en el título, ¿Cabría plantearnos la posibilidad de reescritura
continua de los autos de Lope entre su primera época y su etapa de madurez?
La construcción de la base de datos anteriormente indicada nos ayudaría a decidir la
autenticidad de una copia ‒ de fragmentos de dicha copia seguramente en muchos casos‒ en
detrimento de otras. La coincidencia de una serie de versos, como es el caso de Lope en varios de
sus autos, permitiría atribuir, si no en su totalidad, sí parcialmente la autoría del texto a la pluma
de nuestro autor.
La comparación de los dobles manuscritos descartaría versiones refundidas ‒o fragmentos
refundidos‒, copias estragadas y torpezas en la versificación que no cuadren con el estilo de
nuestro autor, ya que la misma refundición mental de nuestro poeta le llevaría al uso constante de
formas métricas usuales como las redondillas o décimas. El uso de determinadas composiciones
estróficas, como los romances, nos serviría asimismo para este fin.
Un catálogo de títulos de comedias y fecha de composición de las mismas nos podría servir
para datar aproximadamente las obras y reconocer la autoría de Lope o de varios autores. Esta
propuesta no es, evidentemente, la panacea, ni pretende serlo. Sin embargo, un estudio
sistematizado de los textos ya conocidos y el futuro estudio de autos anónimos nos conduciría a
adelantar bastante en el estudios de los autos de Lope de Vega, piezas dramáticas que no han sido
foco de muchos estudios como puede ser comprobado por cualquier estudioso que desee
asomarse a la bibliografía actual sobre el tema.
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