L a s C a s a s A n t ig u a s Po r t u g u e s a s El pequeño país que es Portugal, incrustado en la Península Ibérica, dispone de una variedad geográfica y climática apreciables, que condicionaron la distribución de su población. Lo atraviesa de Este a Oeste dos ríos importantes, el Duero y el Tajo. El primero delimita por el Sur la trayectoria hacia occidente de los Montes Cantábricos, y el segundo delimita por el Sur el avance de los Montes de Toledo hacia el litoral Atlántico que, en Portugal se manifiestan en una cordillera que va desde la Sierra de la Estrella a Sintra cerca de Lisboa. El paso de las depresiones atmosféricas que se forman en el Atlántico y que en oblicua se dirigen hacia el nordeste de la Península riegan las tierras al norte del Tajo mas abundantemente en el litoral que en el interior serrano y dejan secas las tierras al Sur del Tajo. El regadío del Norte permitió la explotación del maiz, traido de las Américas y en el Sur se cultivan todavía las gramíneas tradicionales: el trigo y la avena. Esto permitió a Orlando Riveiro clasificar dos regiones típicas divididas por el Tajo: Portugal Atlántico y Portugal Mediterráneo. El contraste puede ser apreciado comparando el Oporto atlántico con la Lisboa mediterránea. La región entre el Duero y el Tajo mantiene todavía recuerdos de la vida pastoril en la que los rebaños eran conducidos a los pastos de la Sierra de la Estrella, que se encontraban en Beira de la Sierra o, simplemente en Beira. La población se concentra sobre todo en el litoral Norte con una propiedad muy dividida. Las viviendas aprovechan los materiales de la región: los granitos al norte del Duero, en las Beiras interiores y en el centro alentejano, los calcáreos de la Extremadura en el resto del Alentejo y en el Algarve, y tambien adobe en el litoral beirano. Portugal no tiene dimensiones para que se dieran en su historia grandes regiones administradas por poseedores de grandes palacios como en el caso de Francia o España. La división de la propiedad estimulaba la emigración y los portugueses son un pueblo de emigrantes. No son enteramente imaginadas los lamentos de Fernam Mendes Pinto, cuando se queja de la suerte que “ no me contenta con colocarme en mi Patria, desde el comienzo de mi juventud, en un estado tal que en ella viví siempre en miserias y pobreza, y no sin algunos sobresaltos y peligros de la vida, me quiso llevar también a alguna parte de las Indias (y) en lugar de remedios que yo iba a buscar en ellas, me fueron creciendo con la edad los trabajos y los peligros”. (Fernam Mendes PintoPeregrinación, 1614). Las navegaciones fueron sobre todo una empresa real con el apoyo de una orden militar, pero, en general en ellas participó el pueblo en servicios que eran compensados con prerrogativas regias o con los éxitos de las actividades comerciales consentidas por la autoridad real. Se reconocen en la historia portuguesa ciclos económicos ligados al comercio con los nuevos mundos descubiertos: de la pimienta , del maiz, del azúcar, del “pan brasil”, de la naranja ... La mayor parte de las casas históricas portuguesas son el resultado de esas actividades. El éxito económico proviniente de ellas llevaba al emprendedor a querer perpetuar su memoria, construyendo en las proximidades de su casa una capilla a la que asignaba una obligación religiosa (decir misas para la salvación de su alma) y para garantizar esa obligación vinculaba a la obligación un conjunto de sus propiedades, cuyos rendimientos la sustentaba. El “vínculo” no podía establecerse en perjuicio de los hijos del vinculador. Pero a partir de su establecimiento pasaba a ser administrado por una persona, generalmente el hijo mayor, o no existiendo hijo varón, la hija mayor: era los “morgados” Según el momento de los ciclos, las casas construidas representaban las características propias del estilo de moda y, en Minho, encontramos el granito como evidencia de “piedra fina” a participando en el ornamento recargado del estilo manuelino, en la logia y en las columnas del gusto renacentista (Casa de Bertiandos), la decoración adosada en la fachada con predominio de pilastras, al gusto que en Portugal de designa como arquitectura cha (Casa de Rodas, estilo cha tardío), la imposición del barroco, con fachadas salientes y dominio de la simeetía (Casa de Aurora, Calheiros, Lage), o el ornamento que que huye a ese imperio de la simetría que se encuentra en el estilo rococó (Casa de Brejoeira). Tradicionalmente construidas en su inicio en torno a una torre mas decorativa que defensiva, las casa van acumulando añadidos conforme a las necesidades familiares, o , con la intervención de un arquitecto, se renuevan y se convierten en un todo homogéneo, generalmente simétrico y harmónico (Aurora, Calheiros, Brejoeira). En la familias, el matrimonio entre morgados llevó a la concentración de morgadios que fueron, en el siglo XIX, durante las guerras liberales, bajo la influencia de la Revolución Francesa, extinguidos como privilegios. La división de las propiedades que estaban vinculadas a las obligaciones religiosas hicieron cada vez mas difíciles de conservar por las casas históricas y por sus capillas. Por otro lado aumenta la movilidad de las propiedades vinculadas. Lo mismo aconteció con la extinción de las órdenes religiosas que liberó las propiedades eclesiásticas. Gran parte de éstas fueron adquiridas por las propias figuras públicas promotoras de ésta extinción y como pago presentaban la relación de sus gastos durante las luchas liberales a cuyo triunfo habían contribuido (Oliveira Martins- Portugal Contemporáneo,1881). El elevado coste que supone la conservación de las casas y la división de las propiedades por muerte de sus propietarios, llevó a la decadencia de algunas de ellas, lo que permite su adquisición por el Estado o por las autarquías locales que las transforman en sedes de Cámaras Municipales y Bienes Públicos. Al final del siglo XIX y principios de XX mucha fueron destruidas en nombre del progreso para abrir nuevas calles y ensanchan plazas o hacer edificios nuevos al gusto de la época. Algunas de las casas destruidas tenían un valor arquitectónico real, como las obras de Nasoni, un significativo arquitecto portuense del siglo XVIII, de origen italiano, o la antigua Cámara de Oporto. Las villas amuralladas fueron prácticamente desfiguradas para dar lugar a la circulación rodada. Entretanto la llegada de emigrantes enriquecidos provenientes del Brasil, introducían una nueva arquitectura y estimulaban la imaginación de escritores como Camilo Castelo Branco (1825 –1890) con el personaje en boga: el “brasileiro”,el emigrante que se enriqueciera en Brasil. Las casas brasileñas son hoy muy apreciadas, en cuanto sencillas, de planta rectangular y ventanas en ojiva, en contraste con otras mas exóticas de torrecitas y profusamente cubiertas de ventanas. En las décadas de los 50 y 60 del siglo acabado, se produjo en Portugal, una afluencia de emigraciones semejante a las época de los descubrimientos; sin embargo, los nuevos mundos que la población buscaba era el viejo mundo europeo, donde sus oficios estimados y solicitados. Esos emigrantes ambicionaban en general construir una casa en el lugar donde habían nacido y donde habían pasado dificultades de vida para testimoniar allí que habían triunfado. Se produce entonces un chorro de construcciones en los lugares mas sorprendentes en las serranías mas inhóspitas o en urbanizaciones de facilmente consentidas. La traza de las nuevas casas o se ajustaba a un nuevo barroquismo de propietario nuevo rico y que tenían verdadero interés arquitectónico, o eran construidas a partir de planos editados en serie, vendidos a bajo precio en los países donde se encontraban trabajando y eran inapropiados a los lugares donde se iban a edificar, chocando algunas veces con las casas históricas de las proximidades. Así, desde el punto de vista cultural se produce una clara degradación del paisaje portugués y en particular del paisaje del Minho. Actualmente , la situación de las casas históricas o típicas de apreciable valor cultural en el panorama portugués, no es prometedor a pesar de las medidas que ya se han tomado para su protección. La creación de un Ministerio de Cultura debería haber permitido definir políticas de equilibrio entre evolución y memoria, entre deseo de transformación propio del progreso y el deseo de conservar lo que es constante en la comunidad a la que culturalmente se agrega. Pero el deseo de popularidad de las personalidades públicas y la necesidad de demostrar que tienen una política cultural propia, hacen que la orientación se cambie cada vez que la nueva personalidad accede al cargo público y así, la orientación definida muestra un énfasis alterno en las mas diversas perspectivas. El organismo que debería presidir la protección del patrimonio arquitectónico, el IPPAR, tuvo el coraje de definir recientemente su posición como de equilibrio de intereses antagónicos, reconociéndose que su misión era independiente de las entidades que a ella recurrían y le elevaban sus pretensiones. Por eso ha asistido recientemente , sin intervenir debidamente , a la destrucción (por un propietario millonario peri ignorante que precisaba mas bien ser orientado) hecha por excavadoras, en uno de los jardines mas característicos y una de las referencias mas significativas de la época aurea de los descubrimientos, en donde se habían ensayado los primeros pasos de los jardines renacentistas portugueses con la introducción de ornamentos y especies botánicas asiáticas y que al convertirlo en viña .... lo descaracterizó totalmente. Entre tanto ha mostrado absoluta parálisis en la reglamentación del ornamento urbano y paisajístico y en las medidas para identificar que inmuebles significativos a proteger, suspendiendo las reuniones de los consejos que definirían los proyectos de edificación, en un momento en el que los promotores de urbanismo se mueven al asalto de todo cuanto es terreno para su ocupación con nuevas urbanizaciones sin respeto por las volumetrías y por lo local. Otro peligro, todavía mas grave acecha a éste tipo de casas. El debate abierto en Portugal sobre la regionalización ha mostrado que la población no confiaba todavía en entregar a personalidades provinciales, sin una fuerte fiscalización de la Administración Central, las decisiones sobre política regional. Pero como la regionalización está consagrada en la Constitución, ha sido abandonada a las autoridades provinciales la capacidad de decidir sobre cuestiones que afectan al patrimonio de toda la población y en particular al patrimonio cultural. También aquí el gran enemigo es el empresario urbanista y la intimidad con que trata con las autoridades autárquicas convirtiéndose con frecuencia la misma autoridad en el mas indisciplinado urbanizador. A la par de esas dificultades, los propietarios de las Casas Antiguas han visto, con gran éxito, el apoyo de las autoridades centrales en la ayuda para la conversión de las casas históricas para el turismo con los mejores resultados. Vasco Teixeira de Queiroz (Asociación Portuguesa de Casas Antiguas)