Elementos esenciales de un altar de Muertos Día de Muertos, esta es una tradición muy mexicana, nosotros rendimos tributo a nuestros seres queridos montando un altar con las cosas favoritas del difunto, además de otros elementos que permiten que éste regrese del más allá, así como que pueda regresar sin perturbación alguna. Velas: Representan la luz que alumbra el camino del difunto hacia el mas allá. La Ofrenda: Esta debe contener los alimentos favoritos del difunto. El camino: Debe haber un camino que permita volver al difunto para recibir la ofrenda y este mismo lo devolverá. El perro negro: Este cuida el camino y ahuyenta a los malos espíritus, además de acompañar al difunto para que este no se pierda. Sal: Sirve como purificador, este impide que el espíritu no se corrompa en su viaje de ida y vuelta, y así pueda volver el año siguiente. Agua: Se ofrece agua para que las almas mitiguen su sed después de un largo viaje y repongan su energía para el camino de vuelta. Incienso: Este es un elemento de alabanza. El Petate: Este tiene varias funciones que van desde cama para que el anima descanse hasta mesa para colocar los alimentos. Cruz de ceniza: Esta es para que al llegar al altar el espíritu pueda dejar sus últimas culpas. Foto: Esta es para atraer el alma del difunto y que no se confunda, también es una forma de mostrar respeto hacia nuestro ser querido. Elementos no muy comunes pero que también sirven para recibir a nuestro difunto: Ropa limpia: Esta es para que se pueda cambiar y regrese limpio al más allá. Cigarros: El fumar es considerado como un acto placentero, además de que el humo servía como oráculo para conectar al cielo con la tierra. Alcohol: Para recordarle buenos momentos de su vida y si es el caso uno de sus placeres favoritos. Lo importante en este día es recordar a nuestros seres queridos con respeto y alegría, así como hacerles saber que se encuentran en nuestro corazón y pensamientos Simbolismos en el altar del Día de Muertos. ORÍGENES DE LA FESTIVIDAD DEL DÍA DE MUERTOS: La muerte en la cultura mixteca, como en la mayoría de las culturas Mesoamericanas, no representa el final de la vida, sino el inicio del camino a una nueva forma de existir junto a los dioses. Más que el hecho de morir, importa más lo que sigue al morir. Y es ese otro mundo sobre el que hacemos representaciones, costumbres y tradiciones, pues ante el camino desconocido que la muerte nos señala, sólo es posible imaginarla con símbolos. Aunque consideraban que el ciclo de la vida culminaba con la muerte, consideraban también que esta última era sólo un paso más en la existencia, por ello debían realizar algunas ceremonias. Siendo la más importante la que es conocida actualmente como la Festividad del día de Muertos, la cual tiene un gran pasado prehispánico conjugado con la herencia española. La ofrenda indígena se remonta hace unos mil 800 años antes de Cristo, pues sepultaban a sus muertos con ofrendas específicas. Más tarde, más o menos mil 500 años antes de cristo, los pueblos sepultaban los cadáveres acompañados con ricas ofrendas de cerámica, alimentos y utensilios personales. Los habitantes de Mesoamérica creían que después de morir, continuarían viviendo en otro modo. Los muertos eran enterrados con toda case de objetos que pudieran serles útil en su viaje al Mictlán. La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta con los muertos. Así representaban la relación que creían existía entre el ciclo siembra-cosecha y vida-muerte. La existencia en el más allá decían, era de acuerdo con la forma de su fallecimiento, no a la conducta observada en vida, por lo tanto no se temía a castigos posteriores a la muerte. DÍAS DE LA CELEBRACIÓN: 28 de octubre : Se recuerda a quienes perecieron violentamente o a los que murieron al nacer, conocidos como los “abrojos”. 31 de Octubre : Ponen los Altares para los niños y para los adultos en la tarde o en la noche, hay quienes a partir de las 12 del día. El 1º de Noviembre : El día de Todos los Santos. El Altar es más que nada para los angelitos que llegan desde las 8 a.m. (Oaxaca) o a partir de las 12 del día (Edomex). Los cuetes despiden a los “abrojos” y dan la bienvenida a los angelitos. Que se van a las 8 p.m. (Oaxaca) El 2 de Noviembre : El día de Los Fieles Difuntos. Se reciben a los adultos, que llegan desde las 8 a.m. y se van a las 8 p.m. (Oaxaca). A esa hora ya pueden recoger el Altar y empezar a repartir la ofrenda. Se van los angelitos a las 12 del día y legan los adultos. (Edomex) El 3 de Noviembre : Otros recogen este día el Altar a las 12 del día, hora en que se van los adultos y hasta entonces hacen la repartición. (Edomex) ORÍGENES EUROPEOS: Se celebra en la iglesia Católica el 1 de noviembre día de “Todos los Santos” y tiene por finalidad honrar a todos los moradores del cielo, a los santos canonizados y a los que no lo han sido todavía. Fue creada por el papa Gregorio IV y a partir del siglo IX comenzó a extenderse por toda Europa ya que antes sólo se celebraba en Roma, pero únicamente entre los religiosos de los distintos conventos. En su etapa primitiva, esta fiesta nació en las catacumbas de Roma, al honrar en una ceremonia general a los mártires cristianos que fueron sacrificados en tiempos del emperador Diocleciano. Para los católicos, el 2 de noviembre es también una fecha de celebración, pues en ella se intercede por las almas de los difuntos. Fue instituida entre los siglos X y XI por San Odilón Abad, quien pertenecía al Monasterio de Cluny, quien ordenó que en todos los monasterios de su abadía se celebrara a los Fieles Difuntos. La celebración consistía en misas, limosnas y oraciones, pues los vivos podían ayudar a los muertos mediante plegarias.” Se establece esta instrucción a raíz de un incidente singular ocurrido en dicho monasterio. Según referencias de algunos cronistas de aquella época, uno de los religiosos del monasterio escuchó gritos de rabia lanzados por los demonios ante las oraciones de los religiosos mediante las cuales les eran arrancadas de las manos las almas de los difuntos que ellos atormentaban, por lo que, enterado de este hecho, San Odilón expidió un decreto en el que ordenaba a todos los monasterios de su jurisdicción, se estableciese el día 2 de Noviembre la conmemoración de todos los fieles difuntos, rezándose el oficio de muertos o celebrándose misas de réquiem para todos aquellos que habían muerto desde el principio del mundo. La creencia de que las almas volvían a la tierra existió también en algunos pueblos de España: el día de su llegada, las personas no se acostaban para que las almas pudieran descansar en sus camas. Con la llegada de los españoles, llega el cristianismo los altares u ofrendas tienden a incluir nuevos elementos como: Santos, Cristo, cruces y algunas frutas que no existían en América. Dos de las principales similitudes entre estas dos visiones fueron la creencia de la inmortalidad del alma y el culto a los muertos. Al igual que el hecho de ofrecer presentes, encender velas y quemar resinas aromáticas. Después de la conquista española se estableció en México el día de Todos Santos y de los Fieles Difuntos, por disposición del Papa Gregorio IV. DESTINOS Y DIOSES Primero: El Tlalocan o lugar de Tlaloc ; considerado como el paraíso del dios de la lluvia estaba reservado para aquellos que morían en circunstancias o fenómenos relacionadas con el agua: los ahogados , los fulminado por el rayo, de lepra, pulmonía, resfríos, quienes morían accidentalmente, , los que se desbarrancaban, a los que les cayó una piedra, par rayo . El lugar era una suerte de paraíso terrenal donde les recibía Tláloc . En ese lugar pasaban la eternidad cazando mariposas, disfrutaban nadando y comiendo deliciosos frutos o jugando pelota. Ahí reinaba un verano eterno. Segundo: Con Huitzilopochtli , el dios de la guerra llegaban sólo quienes morían en combate, los cautivos que eran sacrificados, las mujeres que morían al dar a luz y y los comerciantes que habían perecido en las expediciones mercantiles. Llegaban a la casa del sol. Ichan Tonatiuh Ilhuícatl (“el cielo que es la morada del Sol”). Morir peleando era para los aztecas la mejor muerte, una muerte deseada. Pues ella otorgaba la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender como pájaros. El tercer destino de los muertos era: el Mictlán o lugar de los muertos , sitado en las profundidades de la tierra, reservado para los no clasificados o para quienes morían de muerte natural. Era habitado por dos dioses de la muerte: el señor Mictlantecuhtli y la señora Mictecacíhuatl. El camino de las almas destinadas al Mictlán era muy complejo, pues durante cuatro años debían transitar por distintos lugares enfrentando todo tipo de peligros y visicitudes antes de llegar al Chignahuamictlán , lugar donde descansaban o desparecían. Esos lugares de paso al más allá eran: dos sierras que casi se juntan, una serpiente, una lagartija verde (algunos dicen que era un cocodrilo), ocho desiertos, ocho cerros, una zona de vientos helados que cortaban como navajas (por eso les quemaban sus ropas) y por último cruzaban el río Chignahuapan , con la ayuda del perrito con el que eran enterrados. Y así los afortunados que finalizaban con bien su travesía llegaban ante Mictlantecuhtli , a quien entregaban, a manera de ofrenda, manojos de teas y cañas de perfume, algodón, hilos colorados y mantas. También para que sus almas pudieran llegar a su destino final y vencer las dificultades de su travesía les colocaban a los cadáveres diversos objetos, que les permitían vencer los obstáculos. De aquí viene de manera importante la concepción del Altar de Muertos como ofrenda actual. Durante ese largo viaje, podían detenerse en sus moradas terrenas solamente una vez al año, esa fecha caía a principios de noviembre. Para ayudar a que estas almas errantes recobraran fuerza y ánimos, los aztecas les preparaban un festín con la comida y la bebida que sus difuntos gustaban de tomar en vida. Cuarto: Las almas de los niños pequeños muertos tenían un lugar especial, Chichihualco (la casa de la leche), donde había un bello y frondoso árbol, el Chichiuahuitl (árbol de leche) que como su nombre lo dice de sus ramas goteaba leche, con la cual se alimentaban. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba o el quinto sol. Tenían la creencia que ellos sí reencarnaban. Así, una vez más, de la muerte se generaría la vida. Para los nahuas “cada dios elegía a sus súbditos y los mataba con sus poderes específicos. Había otros dioses que mataban a los elegidos y los llevaban a sus propios reinos. Por ejemplo, la muerte en estado de ebriedad era señal de que Ometochtli (el principal de los dioses del pulque) había escogido a la víctima, y que el destino del muerto era el paraíso de los borrachos. Otro caso interesante es el de Tlazoltéolt , diosa que inspiraba el adulterio y se llevaba a quienes morían ajusticiados por dicho delito. También Tezcatlipoca los aguardaba. ELEMENTOS DEL ALTAR DE MUERTOS Y SU SIGNIFICADO. Cada uno de los siguiente elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada, misticismo. Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas en el Altar de Muertos así como su significado son: La sal: Es un elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año. El agua: Representa la fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen o sacien su sed después de su largo recorrido y también para que se fortalezcan a su regreso. En algunas culturas simboliza la pureza del alma. Es la que da vida y energía para el camino. En algunos lugares acostumbran poner una jarra y un vaso , preferentemente de vidrio transparente para que se pueda apreciar el contenido. El agua natural aparece como ofrenda en distintas culturas del mundo desde tiempos remotos. Algunas personas creen que al verla el alma se moja los labios resecos por el largo viaje desde el más allá. Velas y veladoras: Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras . La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Sirve como una guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan ver mejor su camino, llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. Se dice que el cirio representa el alma sola. También representan con sus llamas la ascensión del espíritu. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa. En la antigüedad se decía que la luz servía para alumbrar el viaje que hará el difunto por el desierto que tendría que cruzar hasta llegar a su destino final. En lugares como en Xochimilco se acostumbra encender una vela por cada persona y se la llama por su nombre al prenderla. O se ponen tantas velas como son los infantes muertos que la familia aún recuerda. Copal e incienso: El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses ya que el incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Una fragancia que es un signo de reverencia. Se dice que se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro. También que el humo de éste simboliza el paso de la vida a la muerte. Algunas personas aún utilizan incensarios o en su defecto pequeños anafres o braceros. Se sirven de cote en rajas y o carbón de madera para poner en ellos pedazos de copal y ensomar el lugar. Las flores: Son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo; la flor amarilla , la tierra y la morada el luto. Y el rojo de la "mano de león", "moco de pavo", o también llamado “gallito” o “cresta de gallo”, significa específicamente la expresión de la sangre de Cristo y la Resurrección, así como la vida humana y animal. Son un símbolo de festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se cree se irá contenta. En algunos lugares el alhelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños. Las flores de cempasuchil por lo general recuerdan el alma del difunto, ya que es la tradicional flor de muertos, su color es amarillo/o anaranjado se dice que representa la fuerza de la luz del sol y de la vida. Viene del náhuatl: cempoalxochitl que quiere decir “flor de 20 o más pétalos”, “veinte hojas” o "veinte flor”. Se dice que es efeméride de la muerte y que también simboliza la tristeza. Caminos de pétalos: En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos, por lo general con flor de cempasúchil deshojada, desde la puerta de la entrada hasta el Altar que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. Representa así el camino del color y olor que trazan las rutas a las ánimas, que por su color encendido como el sol sirve para iluminar y orientar el alma del muerto para que no se extravíe. El pan: Es un símbolo que funge como un ofrecimiento fraternal. La iglesia lo presenta como el Cuerpo de Cristo;. Recuerda el alma del difunto y simboliza toda una tradición. Es un pan que se elabora en distintas regiones del país especialmente para esta Festividad. La pieza tiene forma redonda, para simbolizar una tumba; el núcleo, en la parte superior, representa la base del cráneo, los adornos laterales, los huesos de las extremidades; y es adornado con azúcar roja que simboliza la sangre. En algunos lugares como en Xochimilco es en forma de difunto y lleva un nombre. Para el Altar de los “difuntitos” se elabora un pan en piezas pequeñas y es el que se pone especialmente para ellos. Retrato o fotografía del muerto/a: El de la persona a quien se dedica el tributo y cuya ánima nos visitará. Es un recordatorio de nuestros seres queridos. En algunos sitios se dice que éste debe quedar escondido y no a la vista, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver pero ya no existe. Imágenes religiosas: De santos de la devoción tanto del difunto como de la familia. Se colocan para que sirvan como medio de interrelación entre muertos y vivos, ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan la paz en el hogar y la firme aceptación de compartir los alimentos. El platillo o la comida favorito: La buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita. Con estos alimentos se trata de agradar el difunto compartiendo los que más le gustaban y ser gratos a su buena voluntad. En el Altar está constantemente presente una estela de aromas, representando el banquete de la cocina en honor de los seres recordados. El mole con pollo, gallina o guajolote, es el platillo favorito que ponen en el altar muchos indígenas de todo el país. En algunos otros lugares acostumbran poner una o varias cazuelas con comida. Acompañándolas con un chiquihuite o tortillero. Los platillos varían de acuerdo a las regiones del país en donde se esté celebrando esta festividad. Bebidas como el chocolate, el atole y el café: Son parte de las bebidas tradicionales que los vivos acostumbran tomar en esos días, especialmente el chocolate ya sea de agua o de leche; con lo cual se convida a los difuntos a deleitarse de estas bebidas y con mayor razón si en vida ellos también gozaban de su sabor. La tradición prehispánica dice que los invitados tomaban chocolate preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto. Las calaveras de dulce: Son una costumbre indígena. Ya los pueblos mesoamericanos tenían presente el símbolo de la calavera como un recordatorio de la muerte como parte del proceso de vivir y no representaban en absoluto para ellos un símbolo que les causara terror, sino más bien reverencia y respeto. Hoy en día son una dulce tradición que sólo está presente en estas fechas, son consideradas una artesanía tradicional mexicana. Se acostumbra poner en el Altar con el nombre del difunto o difunta en la frente del cráneo escrito sobre un papelito brillante y con azúcar glass. Actualmente las hay de amaranto y de chocolate también. Y las realizan en varios tamaños. El licor y los cigarros: Es para que las ánimas que en vida gustaron de las “bebidas espirituosas” y/o de los cigarrillos recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida. Hacen la función de saciar la sed del muerto y darle también el gusto de tomarse un buen trago. Algunas personas acostumbran poner la botella del licor preferido, otras sirven una copita y así la dejan en el altar, dependiendo de la bebida que sea la acompañan con un salero, y con un platito con limón partido. Papel picado: Es un adorno para el Altar que da colorido y representa la alegría de vivir. Muchos de sus diseños son artesanales y en ellos están estampados motivos relacionados con la muerte. Algunas personas las ponen como cortinas, carpetas o manteles para adornar las paredes cercanas al Altar y/o cubrir las mesas o los niveles del altar. Los colores usados en estos adornos tienen su significado: El color morado o rosa oscuro se usa en señal de duelo. El color morado es representativo del luto cristiano. Y el color naranja del luto azteca. El papel picado color negro en diseños geométricos es negro hace referencia, en la religión prehispánica al Tlilan, el lugar de la negrura, y al Mictlán, es decir el sitio de los muertos. “Entierritos” o figuras con la forma de un esqueleto: Antiguamente eran mucho más conocidos los “entierritos” que eran representaciones de figuras humanas cuyas cabezas eran de garbanzos y con el traje de papel negro, simulando al difunto y a los padres trinitarios, que eran quienes se encargaban de llevar los cadáveres de la gente humilde al camposanto. Es muy encontrar representaciones con esqueletos en varias formas, son muy populares las que tienen una ambientación de acuerdo a diferentes profesiones y oficios; algunas son verdaderamente chuscas. Se representan en estas artesanías desde bebés hasta ancianos, todos “calacas”. Ambas artesanías acompañan el adorno del Altar y le dan un toque humorístico. Las frutas naturales y las frutas en dulce: Son la ofrenda que nos brinda la naturaleza. Generalmente son frutas de la temporada que varían de acuerdo a las regiones. Son una manera de enriquecer el disfrute de las ánimas que vienen a saborear de los “olores” de las mismas. Porque se dice que es a través de los aromas que despiden tanto las frutas como la demás comida que ellas se alimentan. En algunas regiones como en el Istmo de Tehuantepec acostumbran colocar cuatro banderas de papel picado metidas en naranjas. Las naranjas o las frutas con banderas significan la libertad que la muerte da. Por otro lado cuando las frutas en conserva o en dulce tienen la función de endulzar el “paladar” de las ánimas y son un elemento para aumentar su disfrute. Objetos personales del muerto/a: Algunas personas gustan de colocar aquellos objetos que fueron los favoritos o preferidos del difunto, los cuales, se cree que llevará a su viaje. Y dependiendo de su afición o del trabajo que desempeñó se ponen en la parte baja del Altar aquellas cosas queridas por ellos. En algunas lugares se acostumbra poner en el último nivel ropa limpia para recibir a las ánimas, para que se cambien y se quiten del polvo del camino, y se encuentren más cómodas durante su estancia entre sus familiares. Niveles de la o las mesas para base del altar: Es muy común que el Altar se estructure en diversos niveles. Que por lo general son tres. Para su construcción se pueden utilizar mesas de diferentes tamaños o incluso tablas. En el nivel superior al centro del altar, es usual colocar una fotografía del difunto al que se dedica el Altar. En el nivel intermedio suele ponerse comida, golosinas y cosas que gustaban al muerto. En la parte inferior, además de leña, carbón, un brasero o Tres piedras empleadas como piragüas para formar un fogón, se coloca agua y una cruz de ceniza. Con la llegada de los españoles llega el cristianismo, por lo que los altares u ofrendas sufren algunos cambios como fuero colocar imágenes religiosas de santos, Cristo, cruces y también algunas frutas que no existían en América. Dentro de la doctrina cristiana los tres niveles del Altar representan a las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu santo. Cada nivel es cubierto con un mantel bordado o deshilado, papel de china, plástico y cubierto también por flores de muerto las cuales forman una alfombra sobre la que se va depositando toda la ofrenda. Juguetes y dulces: En el altar de los “difuntitos” se acostumbra poner juguetes, que en algunos lugares aún son de barro; para que estas almitas tengan con que jugar y divertirse más durante el tiempo que van a acompañar a sus vivos. Los arcos de caña: En algunos lugares de la República, como aquí en ciertas comunidades de Oaxaca el Altar es adornado principalmente por un arco de carrizo o de caña de azúcar cubierto con flores multicolores de cempazúchil; y el arco sostiene hilos de los que cuelgan mandarinas, naranjas, limas y plátanos. La cantidad de arcos varía de dos arcos a cuatro; a este conjunto suele llamársele portada o retablo. El arco habla del deseo, de quienes viven en la tierra, de unirse a los que ya habitan en el cielo, a los que ya no morirán otra vez. “Si en todas partes estás, en el agua y en la tierra, en el aire que me encierra y en el incendio voraz; y si a todas partes vas conmigo en el pensamiento, en el soplo de mi aliento y en mi sangre confundida, ¿no serás, Muerte, en mi vida, agua, fuego, polvo y viento?” Xavier Villaurrutia, “ Décima muerte La fiesta del Día de Muertos es una de las más importantes en México y debes prepararla poniendo el típico altar de muertos. El altar u ofrenda se coloca para recibir a los muertos que visitan a sus familiares. Así que checa los siguientes tips que te ayudarán a tener una ofrenda impresionante y segura, ¡la más completa! El altar ideal debe tener tres niveles. La parte alta representa El Cielo y ahí se colocan las imágenes de los Santos; en medio está El Limbo y ahí va la foto de los muertitos que se supone, están pagando sus pecadillos; la tercera es La Tierra y en ella se colocan todas las cosas como comida, dulces, agua, etc. Alrededor o en la puerta de la habitación en donde se coloque, debe tener un arco que simboliza el permiso que da San Pedro para que las almas puedan salir y regresar al Paraíso; enfrente se coloca un caminito de pétalos de flor de cempoatxóchitl para que los muertos se guíen, ayudados por su hermoso color amarillo fuerte. En el altar no pueden faltar sillas para todos los difuntos, la foto del muertito, sal, vasos con agua, velas, comida en ollas de barro, flores de cempatzóchitl, terciopelo o nube. El papel picado no puede faltar; figuras de calaveras en barro o cartón, copales con incienso, calaveras de azúcar con el nombre del muertito y uno que otro vivo, un petate y todos los que fueron los objetos personales preferidos del muertito. Los altares dedicados a las almas de los niñitos muertos incluyen juguetes, dulces y otras golosinas de azúcar. Bajo el altar, se coloca un petate. En un altar de muertos ¡bien mexicano! no puede faltar comida como el mole, arroz, pipián, hojaldras, chiles, tamales, pan de muerto, dulce de calabaza o tejocote, y algunas bebidas mexicanas como el tequila y el pulque o una botella de licor. También se ponen frutas de temporada como naranjas, mandarinas, guayabas, cañas y jícamas. Ahora checa los significados de algunos elementos de la ofrenda Los vasos con agua sirven para que el muertito que viene del purgatorio se refresque y beba para que sus pecados se perdonen. La sal se coloca para los niños que murieron sin ser bautizados. Las velas simbolizan la luz contra la oscuridad de la muerte. Sirven para iluminar el camino de los muertitos para que así lleguen con bien. El papel picado que cubre y decora la mesa, estos mantelitos presentan imágenes de la muerte en un sin fin de formas y figuras. Generalmente se usa el color naranja, que representa el luto prehispánico y el morado que es el color de luto de la Iglesia Católica. Se supone que a través del papel picado pasan los espíritus de los difuntos, por eso se colocan también en las puertas y colgados de pared a pared. El copal con incienso, es para que las almas adultas se guíen a través del olor. Para guiar a las almas de los chiquitos, se colocan ofrendas desde la puerta para que sepan bien a dónde los esperan. Las calaveritas de dulce, elaboradas con azúcar, agua hervida y limón. Se decoran con papel metálico en los ojos y betún de colores para los detalles de la cara. En la frente llevan el nombre de la persona viva o muerta a quien se van a ofrecer y es una forma de representarlos. El pan de muerto; sobre él se colocan bolitas de la misma pasta que simbolizan las lágrimas del muertito y unas tiritas que supuestamente son los huesos. Las figuras de la muerte, representada por graciosos esqueletos, que en papel, piñatas, títeres y otros juguetes de madera, nos recuerdan que la muerte es parte del ciclo de la vida y que los mexicanos nos podemos reír y jugar con ella. Ahora sí, armando un altar como éste, podrás impresionar a todos en este Día de Muertos y lo más padre será cuando escuchen tu explicación de cada elemento que conforma tu padrísima ofrenda. ¿Qué es la ofrenda de muertos? Según nuestra propia tradición, es el sitio sagrado donde los vivos honran a los muertos. Se llevan flores, adornos y ofrendas, ya que se busca tratar de olvidar, aunque sea un momento, la línea que separa la vida de la muerte. El altar cuenta con diferentes símbolos que constituyen la tradición ritual que se dedica a los difuntos. Si toda la familia colabora, la preparación es sencilla, además de que no cuesta mucho: 150 pesos, si compras lo principal y lo complementas con comida que tienes en casa. La mayor parte de los elementos que la componen se encuentran en nuestra mismo hogar, mientras que el resto se puede adquirir con facilidad en mercados y tiendas de autoservicio. Pero también compara precios ya que, por ejemplo, un ramo de cempasúchil te lo pueden vender desde 20 y hasta 200 pesos. De acuerdo a las creencias tradicionales y ancestrales de la cultura mexicana, los siguientes son los ingredientes básicos en las ofrendas: Foto del difunto: Puedes colocar una fotografía o incluso una pintura o dibujo de la persona. Si cuentas con la típica foto color sepia, por ejemplo de tu abuelo, y crees que se encuentra algo deteriorada, en un estudio fotográfico la restauran por 300 pesos promedio. Las imágenes sirven para recordar al fallecido en memoria de quien se está poniendo el altar en la casa, según información de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Algunas personas incluyen también imágenes de santos que se cree funcionan como medio de interrelación entre muertos y vivos, ya que el altar también es sinónimo de las buenas relaciones sociales. Papel picado: El papel picado es representativo de México: aparece no sólo en la celebración del día de muertos, sino también en festividades como las del mes patrio. Es una muestra de la artesanía de los pueblos por las figuras que se forman al recortarlo, con múltiples dobleces con tijeras, el papel combinado con el viento es para que tenga algo de movimiento el altar. Se trata de papel de china, principalmente de color morado, verde, amarillo y naranja. El pliego cuesta entre uno y dos pesos en papelerías. En Office Depot venden paquetes de tres pliegos en 4.90 pesos. Pan de muerto: Se trata de uno de los elementos principales de estas festividades. Está hecho de anís, es redondo como domo, adornado con cintas de la misma masa, con una protuberancia al centro que representa el cráneo y esferas alrededor que asemejan huesitos. Se dice que es el alimento de las almas que van a hacer un recorrido desde el más allá. La Iglesia lo presenta como el “Cuerpo de Cristo”. El pan individual cuesta entre cinco y diez pesos; un pan grande entre 40 y 90 pesos. Te gastarás unos 50 pesos aproximadamente, dependiendo la panificadora a la que acudas. Flores de cempasúchil: Se trata de flores amarillas de la familia de los claveles, también llamada flor de cuatrocientos pétalos. En náhuatl significa “veinte flor”. Por mucho tiempo han sido las flores representativas de los muertos ya que su color los conduce hacia la ofrenda. Un ramo pequeño cuesta 20 pesos; mediano 40. Algunos “vivos” en esta temporada llegan a venderlas en 200 pesos, así que compara antes de comprar. También son tradicionales el alhelí y la nube; su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños. El ramo: 30 pesos promedio en mercados. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos que sirven también para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa. Calavera de azúcar: Es muy tradicional la figura de cráneo humano hecha de azúcar blanca con finos adornos de colores en azúcar o papel y en la frente se escribe el nombre del difunto. También es costumbre regalarlas a los amigos con sus respectivos nombres. En las ofrendas se colocan dos calaveras de azúcar grandes y doce medianas o pequeñas. Se dice que las chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y las grandes al Padre Eterno. En los mercados puedes encontrarlas en 5 pesos las chicas y 10 pesos las grandes. Si decides adquirirlas en tiendas de autoservicio los precios se elevan casi un 50%: 9.50 las chicas y entre 18 y 20 pesos las grandes. Aunque se cuenta que este elemento dulce es para ayudar a otros difuntos viajeros a cargarse de energía para seguir su camino, a final de cuentas terminarás comiéndotelas tú. Velas: Existen velas envueltas en papel, instaladas en vidrio o incluso en plástico, con precios desde 4 hasta 7 pesos cada una. La tradición dicta colocar doce luces, por lo que te conviene comprar cajas con doce piezas en 50 pesos promedio. La flama que producen significa "la luz", la fe, la esperanza. Es guía, con su flama titilante para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. Agua: Se debe usar una jarra y uno o varios vasos con agua, de preferencia de vidrio transparente. Puedes usar los de casa o bien comprar cajas con seis vasos que cuestan entre 50 y 100 pesos. La creencia dice que el líquido sirve para refrescar al muerto que ha realizado un viaje muy largo desde el más allá. También sirve para que fortalezcan su regreso. También se acostumbra colocar un jabón de pan con una toalla, esto para que el difunto se quiera lavar antes de empezar el banquete. No gastes, mejor utiliza los de casa. Otros elementos: Cada estado de la República tienen sus propias costumbres y comida típica que también se incluyen en las ofrendas. Uno de los platillos más comunes es el mole, que en nuestra cultura representa festejo. Los golletes (panes en forma de rueda) se colocan en las ofrendas sostenidas por trozos de caña. Por cierto: un kilo de caña te cuesta desde 11.80 pesos en Bodega Aurrerá y hasta 12.50 pesos en Superama. En algunos lugares también se acostumbra el incienso y el copal, para limpiar el ambiente de los malos espíritus: se trata de resina de vegetal que se quema en el sahumador (incensario) o brasero. Puedes encontrarlo en mercados como el de Sonora. También existen ofrendas para los muertos “chiquitos”, dedicadas a los niños. Sus ánimas llegan el día primero de noviembre para nutrirse de la esencia y el olor de los alimentos que sus padres les prepararon. Para estos inocentes difuntos se colocan flores y candelabros blancos (para simbolizar la pureza) así como dulces de alfeñique y pasta elaborada con azúcar para fabrican figuritas. También es común poner juguetes tradicionales. De igual forma, es válido colocar innovaciones propias, de manera que la ofrenda tenga un toque más personal. En México tenemos una relación muy particular con la muerte, sobre todo en la parte del país en donde hubo culturas prehispánicas, o más propiamente dicho mesoamericanas. La mayoría de estos pueblos creían que para que el mundo pudiera existir como lo conocemos el sol necesitaba la sangre y por ello hacían sacrificios, para alimentar a los dioses y mantener el mundo. Cuando los españoles conquistaron estos territorios y comenzó la evangelización, a los mesoamericanos les parecía lógico que hubiera un sacrificio por parte de un dios y todavía tenía más sentido la comunión (comerse el cuerpo de Cristo). A esta mezcla de culturas que fue necesario hacer, se le llama sincretismo cultural. Una muestra del mismo son los altares de muertos que en estos días vemos en algunas ciudades, pueblos y comunidades. Aquí se mezclan la costumbre de darle al muerto lo necesario por su tránsito en el inframundo y las tradiciones católicas de rezar por las almas de los difuntos. Así en los altares se pone comida, flores, velas, incienso -o mejor aún- copal y una cruz. Por supuesto que los altares varían un poco dependiendo de la región, así que aquí hablaremos de los más tradicionales, en los que se prepara la habitación en donde estará el altar barriéndolo con hierbas aromáticas. El altar se compone de siete pisos o escalones forrados con tela negra, en donde cada uno representa los pecados capitales: gula, avaricia, pereza, soberbia, lujuria, ira y envidia. En el primer escalón se coloca la foto del santo o virgen de la devoción, el segundo escalón es para las ánimas del purgatorio, en el tercero se pone sal, con todos los niños del purgatorio, en el cuarto se pone pan y vino hecho por los parientes del difunto ya que es una consagración, en el quinto se coloca la comida y fruta preferida por el muerto, en el sexto se coloca la foto del muerto a quien se dedica el altar, y en el séptimo queda la cruz de un rosario hecho de tejocotes y limas. En la noche se cierra el cuarto para que el muerto pueda bajar y sentirse a sus anchas, verse en el espejo y purificar su alma. Al día siguiente se abre la habitación y la familia se sienta a comer las ofrendas dejando en la mesa un lugar vacío para él y en su silla una veladora prendida, y se le sirve la comida como a todos los presentes. Significado de los elementos que forman el Altar de Muertos; las ofrendas en sí, son un homenaje para aquellos que ya no están, pero que queremos recordar, debemos contener nueve elementos que son: AGUA: fuente de vida. Se ofrece a las ánimas para que mitiguen la sed después del largo recorrido y fortalecimiento para su regreso. SAL: La sal que purifica, sirve para que el cuerpo no se corrompa, además de significar un elemento de sabiduría. CERAS: Son velas, veladoras y cirios, sustituyen a las ramas del ocote. Significan la luz, fe, esperanza. Es el símbolo del amor eterno y su llama el triunfo. Simbolizan al espíritu del muerto y a los Dioses. FLORES BLANCAS: Como el alelí y la nube, son la pureza y la ternura, por ello están relacionadas con los niños. Deben instalarse el 31 de octubre, o el 1o. de noviembre, según la costumbre del lugar. FLORES AMARILLAS: Dedicadas al adulto, de preferencia el cempasuchitl, que significa la riqueza, la flor de oro, que posee poderes curativos y al perder sus poderes, se termina la vida. Se le llama la flor de muerto porque exclusivamente se da en el mes de noviembre. LOS JUGUETES O LA ROPA: Según a quién se dedique, son para que al llegar las ánimas se sientan contentas. EL ITACATE: Sustituido por pan o tamales; es el ofrecimiento fraternal, ya que se cree que las almas son nuestros hermanos. La iglesia lo presenta como el cuerpo de Cristo. LOS PANES: Pan en forma de rueda y bañado por azúcar de color principalmente rosa, se coloca sostenido por un trozo de caña, significa el cráneo y las cañas las varas donde se insertaban.