REVIS'CA DEL CENTRO DE LECTORA Y luego ... nada! se halla prosa p u r a : y aquel poema tan noble y tan hermoso, se convierte en epígrama terrible. J . MAICT~ Fo~cccn~ PEQUEÑOS POEMAS E N PROSA arÁ~oco L a cumbre d e los Alpes ... inmensa cordillera d e abrujados picos ... e n el centro y el corazón inismo d e las iiiontaíias. P o r encima dc estas; vése u n cielo silencioso d e color verde pálido. E l frio es áspero y cruel ; la nieve es dura y deslumbradora. Por debajo de ella surgen las masas de rocas Iieladas y roidas por la tempestad. Dos gigantes, dos colosos se yerguen a aiiibos lados del Iiorizoniie, el i'unfraii y el T i n s t e r a a r ~ liorn. \' el l ~ u n f r a diceá ~i su vecino : -(Qué hay de niievo? Tíi q u e estás 4 mayor altiira q u e yo: dime q u e es lo q u e sucede por ahí. abajo. Trascurren millares de afios... en u n iiistante. Y el Tiiisteraarhorn contesta con voz tonante: -Las apretadas iiiibes cubre11 1 t i e r r a . Espera. Trasciirren toiiavía algtines inillnres de años en u n instante ... -¿Y aliara?-pregunta el Uunfrau. - A h o r a diviso algo. Allá bajo veo siempre u n a cosa igual ... E l mismo cuadro. E s niezq~iino y abigarrado. 151 aziil d e las aguas. la negrura d e los bosques, las piedras arises ainoiitonodas. Alrededor d e esto vénse agitarse todavía esas especies d c mizquinos insectos q u e tii sabes, esos animalitos d e dos patas q u e jamás han podido mancharnos á ninguno de los dos. -¿ liombres! -Si, hombres. Trascurren algunos millares de siglos iuAs ... en u n instante. Vamos, ¿ y a h o r a ? -Parece q u e se ven ménos insectos, muje el Tinsteraarllorn. E l espacio está más despejado, las aguas se Iion contraido y los bosques se han mermado. Vuelven á pasar millares d e siglos ... en Lin instante. -¿Qué ves?-prcgunta el Yunirau. -Hay más limpieza alrededor d e nosotros. .. pero allá abajo, m u y lejos, e n los valles, hay todavía manchas y alguna cosa q u e se agita. -¿Y ahora?-pregunta el Yunfaru despues d e 1 7 otros millares d e aíios transcurridos e n u n instante. -.4hora está bien,-responde el Tinsteraarhorn.-Todo está limpio y blanco donde quiera q u e se mire. Por todas partes nuestra buena amiga la nieve, compacta y uiiida. T o d o está helado. Aiiora nos encontramos bien. i'rranqkiilidad completa ! -Enhorabuena.-conresta el Vunfrau.-Pero hemos charlado demasia~io,m i viejo amigo. Ya es tiempo d e dorinir. -Ya es tiempo. Lasinmensas montaiias duermen y duerme tainbién el cielo claro y verde por encima d e la tierra eternamente enllludecidn. LA NATL'RA1.EZ.i Penetré en una iiimensa sala sitbterránea, d e bó7redas elevadas. Hallábase toda ella iluminada por u n resplandor igual q u e parecía venir iic debajo d e tierra. Eii el centro estaba sentada una mujer d e aspecto grandioso, vestida con u n ancho traje d e color verde. T e n í a la cabeza apoyada e n una man o y parecía sumergida en profiinda ineditación. Comprendíase e n seguida q u e aquella niiijer era la natiiraleza; y u n frio sc'ibito y u n temor reverente invadieron mi alma. Acerquéme á la mujer sentada, y saludiíniiola respetuosamente, le dije: -iOh madre c o m ú n ! j e n q u e piensas? E n los destinos futuros d e l a liurnaniilad? j E n las condiciones necesarias para qiie aquella alcance la perfección y la felicidad posibles? L a ii?ujer volifió hácia mi lentamente sus ojos sombríos, penetraiites y terribles. Siis labios se entreabrieron, y oí una voz resonante coino el choque d e u n hierro con otro. -Pienso,-dijo,-en el medio iie dar fuerza mayor á los míisculos; á las patas de la pulga; para q u e le sea más fácil evitar las persecuciones d e sus enemigos. E l equilibrio entre la defensa y el ataque está roto y es preciso restablecerlo. -¿Cómo,-murmuré yo,-piensas eii esto? ( P e r o n o somos nosotros sus criaturas preferidas? Ella frunció el entrecejo. -Todos los animales son hijos mios,-dijo. Me tomo iguales cuidados por todos ellos y á todos los extermiiio igualmente. -Pero... el bien ... la razón ... la justicia, iiiurmiiré yo nuevaniente. -Estas son palabras liuiilanas, r e p ~ i s ola voz d e hierro. Y o n o reconozco n i el bien iii el mal. Vuestra razón n o es la ley para mi. Y la justicia, ( q u é es la justicia? Yo te h e dado la vida y yo t e la quitaré y se la concederé á otros, á gusanos d e la tierra ó á hombres, indiferenteniente. E n clian- 8 REVISTA DEL CENTRO DE LECTCRA to á ti, procura defenderte y n o vengas é importunarme. Quise replicar, pero la tierra y todo lo q u e se hallaba á mi alrededor rugió sordamente y se extremeció ... Eiitónces me desperté. I ~ A TOURGVENEF. N NOTAS E IMPRESIONES Dejemos correr los años por penas ó por bonanzas, y n o teniendo esperanzas n o tendremos desengaños. * ,* C u a n d o la fé, el a m o r y el entusiasmo el hombre pierde, n o le hables d e gloria: lira d e cuerdas rotas. n o Iiay sonido q u e ya á ninguna pulsación responda. . * ¡ Q u é desengaños tendrás d e este murido q u e bendices! siempre i~eiirossido felices, y n o io soi~zoslamás. L u z ! quiero m u c h i i u z ! n o esta luz vana; n o estos reflejos pálidos q u e veo, sino la soberana luz q u e ilumine ciianto yo deseo. De alguna AOr el botón s i n advertirlo aplastamos, y entonces tal vez pisamos las fibras d e u n corazón. .. ¿ Q u é queda tras la muerte, d e la vida del h o m b r e ? la corrupción d e la materia inerte y polvo y luego ni siquiera el nombre. NOMEN s u primera mitad ; una importante refereiicia comercial, solicitada hace diez años: ha llegado ahora á poder d e su corresponsal, q u e iie mucho tiempo acá n o había vuelto A ocuparse en el negocio a q u e aquella se referia ; acreedores pagados d e m u y antiguo apremian y amenazan con frases acerbas á personas q u e ya n o les deben nada : amantes q u e se han olvidaiio mútuamente se envian las declaraciones más tiernas, ó se dirigen dulces reproches; y hay electores invitados por circular oficial á concurrir 6 tina elección habida hace cinco ó seis años. etc.. erc. A n o ser por la a~ltenticidadd e la letra muchos destinatarios se hubieran creido victirnas d e u n a broma de mal género, al recibir estas inverosimiles cartas; pero la realidad y verdad d e éstas son indisciitibles. ¿ C ó m o explicar, sin embargo, estas coiiiunicacioncs postales q u e llegaban con retraso tan inmenso, y d e las cuales había n o pocas q u e tenian verdadero carácter d e mensajes d e ultra-tumba? De la manera más seiisilla. E1 cartero de Berchem, á q u e nos hemos referido, era u n funcionario caprichoso y antojadizo. Muchos dias, por ciialili~iermotivo, n o le daba la gana d e distribiiir las cartas y demás pliegos q u e recibía. Después d e su muerte se h a encoiitraiio en su cuarto una gran miileta llena d e los tales documentos postales q u e detenía caprichosamente. T o d o s estaban intactos y completamente cerrados. N o se ha podido sospecliar d e él la falta d e probidad. E l cartero era u n maniático. L a administracio~id e correos n o ha encontrado otra cosa inejor q u e Iiacer distribuirá los destinaC dias tarios liis tan retrasadas caitas. D L I I U I I ~dos n o se ha hablado en todo Amberes más qiie de esa extraordinaria distribución postal. Cualquier autor cirrnico podría escribir u n a chistosa pieza con los qiriCipi.oqt6os á q u e ha dad o lugar la singular ocurrencia del cartero suicid a d e Berchem. . Los periódicos d e Amberes refieren una historia en extremo curiosa q u e bien merece ser reproduciJa. E l hecho á q u e se contrae n o tiene p r e cedentzs eii la historia del servicio postal. Dias atrás se suicidió u n cartero agregado á la administración d e Uerchem, subdivisión r u r a l d e Amberes. Desde el dia de s u rnuerie, los Iiabitantes del barrio donde aquel prestaba sus servicios reciben cartas escritas desde hace muchísimo tiempo, algunas d e las c ~ i a l e scuentan catorce ahos d e fecha. Varios viudos, consolados ya y casados e n segundas nupcias, abren con asombro cartas d e > Hablase e n las academias científicas d e las variaciones q u e ha sufrido la corriente del G u l f Str-enm, ese gran rio d e agua caliente q u e sale del golfo d e Méjico y se dirige a la costa del noroeste d e Europa. E n Inglaterra y Francia preocupa m u c h o esa cuestión, por l o q u e influye, n o solo e n el bieneFtar y la riqiieza d e la población marítima, s i n 6 tanibién en el clima d e aquellos paises Para Espana ofrece así mismo grande interés ... S a b i d o e s q u e la temperatura s u a r e y h ú m e d a depende la influencia d e aquella g r a n corriente oceanica. IAIP Y LIB.DE TORROSA Y TARRATS.