7 -¿Y aliara?-pregunta el Uunfrau.

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REVIS'CA DEL CENTRO DE LECTORA
Y luego ... nada! se halla prosa p u r a :
y aquel poema tan noble y tan hermoso,
se convierte en epígrama terrible.
J . MAICT~
Fo~cccn~
PEQUEÑOS
POEMAS E N PROSA
arÁ~oco
L a cumbre d e los Alpes ... inmensa cordillera
d e abrujados picos ... e n el centro y el corazón
inismo d e las iiiontaíias.
P o r encima dc estas; vése u n cielo silencioso
d e color verde pálido.
E l frio es áspero y cruel ; la nieve es dura y
deslumbradora. Por debajo de ella surgen las
masas de rocas Iieladas y roidas por la tempestad.
Dos gigantes, dos colosos se yerguen a aiiibos
lados del Iiorizoniie, el i'unfraii y el T i n s t e r a a r ~
liorn.
\' el l ~ u n f r a diceá
~i
su vecino :
-(Qué hay de niievo? Tíi q u e estás 4 mayor
altiira q u e yo: dime q u e es lo q u e sucede por ahí.
abajo.
Trascurren millares de afios... en u n iiistante.
Y el Tiiisteraarhorn contesta con voz tonante:
-Las apretadas iiiibes cubre11 1 t i e r r a . Espera.
Trasciirren toiiavía algtines inillnres de años en
u n instante ...
-¿Y aliara?-pregunta el Uunfrau.
- A h o r a diviso algo. Allá bajo veo siempre
u n a cosa igual ... E l mismo cuadro. E s niezq~iino
y abigarrado. 151 aziil d e las aguas. la negrura d e
los bosques, las piedras arises ainoiitonodas.
Alrededor d e esto vénse agitarse todavía esas
especies d c mizquinos insectos q u e tii sabes, esos
animalitos d e dos patas q u e jamás han podido
mancharnos á ninguno de los dos.
-¿ liombres!
-Si, hombres.
Trascurren algunos millares de siglos iuAs ...
en u n instante.
Vamos, ¿ y a h o r a ?
-Parece q u e se ven ménos insectos, muje el
Tinsteraarllorn. E l espacio está más despejado,
las aguas se Iion contraido y los bosques se han
mermado.
Vuelven á pasar millares d e siglos ... en Lin
instante.
-¿Qué ves?-prcgunta el Yunirau.
-Hay más limpieza alrededor d e nosotros. ..
pero allá abajo, m u y lejos, e n los valles, hay todavía manchas y alguna cosa q u e se agita.
-¿Y ahora?-pregunta el Yunfaru despues d e
1
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otros millares d e aíios transcurridos e n u n instante.
-.4hora
está bien,-responde
el Tinsteraarhorn.-Todo
está limpio y blanco donde quiera
q u e se mire. Por todas partes nuestra buena
amiga la nieve, compacta y uiiida. T o d o está
helado. Aiiora nos encontramos bien. i'rranqkiilidad completa !
-Enhorabuena.-conresta
el Vunfrau.-Pero
hemos charlado demasia~io,m i viejo amigo. Ya
es tiempo d e dorinir.
-Ya es tiempo.
Lasinmensas montaiias duermen y duerme tainbién el cielo claro y verde por encima d e la tierra
eternamente enllludecidn.
LA NATL'RA1.EZ.i
Penetré en una iiimensa sala sitbterránea, d e
bó7redas elevadas. Hallábase toda ella iluminada
por u n resplandor igual q u e parecía venir iic debajo d e tierra.
Eii el centro estaba sentada una mujer d e aspecto grandioso, vestida con u n ancho traje d e
color verde. T e n í a la cabeza apoyada e n una man o y parecía sumergida en profiinda ineditación.
Comprendíase e n seguida q u e aquella niiijer
era la natiiraleza; y u n frio sc'ibito y u n temor reverente invadieron mi alma.
Acerquéme á la mujer sentada, y saludiíniiola
respetuosamente, le dije:
-iOh madre c o m ú n ! j e n q u e piensas? E n los
destinos futuros d e l a liurnaniilad? j E n las condiciones necesarias para qiie aquella alcance la
perfección y la felicidad posibles?
L a ii?ujer volifió hácia mi lentamente sus ojos
sombríos, penetraiites y terribles. Siis labios se
entreabrieron, y oí una voz resonante coino el
choque d e u n hierro con otro.
-Pienso,-dijo,-en
el medio iie dar fuerza
mayor á los míisculos; á las patas de la pulga; para q u e le sea más fácil evitar las persecuciones d e
sus enemigos. E l equilibrio entre la defensa y el
ataque está roto y es preciso restablecerlo.
-¿Cómo,-murmuré
yo,-piensas
eii esto?
( P e r o n o somos nosotros sus criaturas preferidas?
Ella frunció el entrecejo.
-Todos los animales son hijos mios,-dijo. Me
tomo iguales cuidados por todos ellos y á todos
los extermiiio igualmente.
-Pero... el bien ... la razón ... la justicia, iiiurmiiré yo nuevaniente.
-Estas son palabras liuiilanas, r e p ~ i s ola voz
d e hierro. Y o n o reconozco n i el bien iii el mal.
Vuestra razón n o es la ley para mi. Y la justicia,
( q u é es la justicia? Yo te h e dado la vida y yo t e
la quitaré y se la concederé á otros, á gusanos d e
la tierra ó á hombres, indiferenteniente. E n clian-
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REVISTA DEL CENTRO DE LECTCRA
to á ti, procura defenderte y n o vengas é importunarme.
Quise replicar, pero la tierra y todo lo q u e se
hallaba á mi alrededor rugió sordamente y se extremeció ...
Eiitónces me desperté.
I ~ A TOURGVENEF.
N
NOTAS E IMPRESIONES
Dejemos correr los años
por penas ó por bonanzas,
y n o teniendo esperanzas
n o tendremos desengaños.
*
,*
C u a n d o la fé, el a m o r y el entusiasmo
el hombre pierde, n o le hables d e gloria:
lira d e cuerdas rotas. n o Iiay sonido
q u e ya á ninguna pulsación responda.
.
*
¡ Q u é desengaños tendrás
d e este murido q u e bendices!
siempre i~eiirossido felices,
y n o io soi~zoslamás.
L u z ! quiero m u c h i i u z ! n o esta luz vana;
n o estos reflejos pálidos q u e veo,
sino la soberana
luz q u e ilumine ciianto yo deseo.
De alguna AOr el botón
s i n advertirlo aplastamos,
y entonces tal vez pisamos
las fibras d e u n corazón.
..
¿ Q u é queda tras la muerte,
d e la vida del h o m b r e ?
la corrupción d e la materia inerte
y polvo y luego ni siquiera el nombre.
NOMEN
s u primera mitad ; una importante refereiicia
comercial, solicitada hace diez años: ha llegado
ahora á poder d e su corresponsal, q u e iie mucho
tiempo acá n o había vuelto A ocuparse en el negocio a q u e aquella se referia ; acreedores pagados
d e m u y antiguo apremian y amenazan con frases
acerbas á personas q u e ya n o les deben nada :
amantes q u e se han olvidaiio mútuamente se envian las declaraciones más tiernas, ó se dirigen
dulces reproches; y hay electores invitados por
circular oficial á concurrir 6 tina elección habida
hace cinco ó seis años. etc.. erc.
A n o ser por la a~ltenticidadd e la letra muchos
destinatarios se hubieran creido victirnas d e u n a
broma de mal género, al recibir estas inverosimiles cartas; pero la realidad y verdad d e éstas
son indisciitibles. ¿ C ó m o explicar, sin embargo,
estas coiiiunicacioncs postales q u e llegaban con
retraso tan inmenso, y d e las cuales había n o pocas q u e tenian verdadero carácter d e mensajes d e
ultra-tumba?
De la manera más seiisilla. E1 cartero de Berchem, á q u e nos hemos referido, era u n funcionario caprichoso y antojadizo.
Muchos dias, por ciialili~iermotivo, n o le daba
la gana d e distribiiir las cartas y demás pliegos
q u e recibía.
Después d e su muerte se h a encoiitraiio en su
cuarto una gran miileta llena d e los tales documentos postales q u e detenía caprichosamente.
T o d o s estaban intactos y completamente cerrados. N o se ha podido sospecliar d e él la falta d e
probidad. E l cartero era u n maniático.
L a administracio~id e correos n o ha encontrado
otra cosa inejor q u e Iiacer distribuirá los destinaC dias
tarios liis tan retrasadas caitas. D L I I U I I ~dos
n o se ha hablado en todo Amberes más qiie de
esa extraordinaria distribución postal.
Cualquier autor cirrnico podría escribir u n a
chistosa pieza con los qiriCipi.oqt6os á q u e ha dad o lugar la singular ocurrencia del cartero suicid a d e Berchem.
.
Los periódicos d e Amberes refieren una historia en extremo curiosa q u e bien merece ser reproduciJa. E l hecho á q u e se contrae n o tiene p r e cedentzs eii la historia del servicio postal.
Dias atrás se suicidió u n cartero agregado á la
administración d e Uerchem, subdivisión r u r a l d e
Amberes.
Desde el dia de s u rnuerie, los Iiabitantes del
barrio donde aquel prestaba sus servicios reciben cartas escritas desde hace muchísimo tiempo, algunas d e las c ~ i a l e scuentan catorce ahos d e
fecha.
Varios viudos, consolados ya y casados e n
segundas nupcias, abren con asombro cartas d e
>
Hablase e n las academias científicas d e las variaciones q u e ha sufrido la corriente del G u l f
Str-enm, ese gran rio d e agua caliente q u e sale
del golfo d e Méjico y se dirige a la costa del noroeste d e Europa.
E n Inglaterra y Francia preocupa m u c h o esa
cuestión, por l o q u e influye, n o solo e n el bieneFtar y la riqiieza d e la población marítima, s i n 6
tanibién en el clima d e aquellos paises Para Espana ofrece así mismo grande interés ... S a b i d o e s
q u e la temperatura s u a r e y h ú m e d a depende la
influencia d e aquella g r a n corriente oceanica.
IAIP Y LIB.DE TORROSA
Y TARRATS.
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