04-tu.qxd 07/08/01 20:13 Página 1 4 Justicia, Seguridad y Policía Piratas del asfalto EL REY Lo tomaron como rehén en un asalto Un gran susto para la empleada de una panificadora en un robo Un camionero que trasladaba una carga de cerámicos fue asaltado y tomado de rehén ayer en Cañuelas por cuatro delincuentes armados que vestían uniformes policiales y que luego lo abandonaron en la localidad bonaerense de González Catán, según informaron fuentes policiales. El hecho ocurrió a la 1 de ayer, cuando Fernando Quintana, de 29 años, conducía un camión Mercedes Benz cargado con cerámicos, desde Luján hacia La Plata. Pero al llegar al cruce de las rutas 6 y 3, en la localidad de Cañuelas, el transporte fue interceptado por un vehículo 4X4 en el que viajaban cuatro hombres armados, quienes redujeron a Quintana y lo obligaron a descender del rodado que conducía. El camionero, bajo amenaza de muerte, debió subir a la camioneta, tras lo cual ambos rodados emprendieron la marcha en dirección que el chofer no pudo precisar, según explicaron las fuentes consultadas. Sólo algunas horas más tarde, Quintana fue abandonado en una calle de la localidad de González Catán de donde solicitó ayuda a sus familiares. En tanto, los delincuentes desaparecieron con el camión y su carga. Según pudo saberse, el hombre no fue agredido por sus captores, a quienes no pudo verles la cara. Los ladrones sólo buscaban el rodado y el cargamento que llevaba. Se cree que antes de cometer el atraco llevaron a cabo un trabajo de inteligencia. DE LA PLATA La Plata, miércoles 8 de agosto de 2001 EN MEDIALUNAS Fue a las 6.30 de la madrugada. Ella no sabía dónde estaba la plata porque la noche anterior no había trabajado. El delincuente la tomó del brazo y la llevó hasta el baño. Revisó el local y encontró el dinero del día anterior escondido Eran las 6.30 de la madrugada, todavía reinaba la noche y el rostro del otro lado de la puerta de vidrio de El Rey de La Plata en Medialunas le pareció familiar. La joven empleada pensó que se trataba de un cliente y abrió la puerta para dejarlo entrar. -Me das media docena de medialunas, pidió el muchacho. -¿Dulces o saladas?, preguntó la chica, de 25. -Dulces, contestó él. Un segundo después, el corazón de la joven iba a estallar de miedo cuando el tipo impusiera su fuerza para exigirle que le entregara un dinero que ella no tenía. El desconocido la tomó de un brazo y la llevó hacia el baño -la zona más oscura del local- para quedarse mirándola a los ojos, “como pensando lo que iba a hacer”, según describió Laura Cataldi a Trama Urbana en horas del mediodía de ayer, cuando aún sentía el temor que la había atormentado de madrugada. La noticia “Ya vino todo el mundo a ver cómo estaba”, recibió a los cronistas la empleada de la panadería ubicada en calle 49 entre 1 y 2 de La Plata. La familia de la joven se enteró de lo ocurrido muy temprano por la madrugada, a través de la radio, y corrió para escucharla personalmente, a pesar de que su voz se sentía nerviosa pero bien a través de la Frecuencia Modulada 92.1. Ella los calmó El delincuente la soltó del brazo y se puso a buscar. Ni la joven ni su compañera del turno mañana sabía con exactitud el dinero que pudo haberse llevado el ladrón junto con la media docena de medialunas que había pedido, las monedas que quedaban en la caja registradora y el teléfono celular de la chica. Lo que queda Asustada. “Nos habían robado pero no nos habían tocado, sentí miedo” sin dejar de reconocer sus miedos. “El tema es que me llevó hasta el baño y me asusté. Me dio miedo porque estaba oscuro, porque se levantó la remera como para mostrarme que estaba armado y porque me agarró del brazo y se quedó mirándome: me miraba pensando qué iba a hacer porque yo le decía que no había plata, que no había trabajado y no sabía si habían dejado plata...”. Madrugada de miedo Cataldi comenzó a trabajar a las 6.30 de la mañana después de un franco y no tenía la menor idea sobre lo que habían hecho sus compañeros. No sabía si habían dejado la plata escondida en algún lugar y sólo había visto las monedas de la caja registradora, tal vez el único dinero que hubiera en el comercio. Por suerte no era así, la chica, espantada de pensar en las posibilidades que tenía el delincuente para hacer lo que quisiera con ella, asustada por lo que pudiera ocurrirle comenzó inmediatamente a describir cada uno de los escondites en los que sus compañeros podrían haber dejado la plata de la caja del día anterior. “Yo le abrí la puerta porque le vi cara conocida y pensé que era un cliente”, contó la víctima, quien explicó: “Nosotras llegamos a las 6 de la mañana y estamos a merced de cualquier cosa”. La situación no pudo ser peor para Cataldi. Era muy temprano como para que hubiera plata en el local, por lo que se asustó tanto que el delincuente ni tuvo que mostrarle el arma, apenas amenazó con un gesto que indicaba que iba a tomar un revólver de su cintura, una o dos veces, y la chica supo que no iba a poder hacer nada. En los tres años que lleva de trabajo en la panificadora, ella ya fue víctima de dos robos a mano armada, aunque nunca antes habían sido como ayer. “Nunca antes me habían agarrado. Las otras veces que nos robaron nos pidieron la plata de la caja, se la dimos y nada más”, señaló la chica. El miedo quedará para ella por un tiempo. Por lo pronto, ayer mismo se había puesto a intentar recuperar su celular, por lo que a pesar del miedo llamó varias veces a su número: “me atienden pero no contestan nada, se escuchan voces pero no muy bien lo que dicen... enseguida cortan... por suerte tiene tarjeta... ya se les va a acabar”, se esperanzó.