Paulo Coelho Tres historias judaicas Lo que me hace sufrir El rabino Moshe de Sassov reunió a sus discípulos para decir que finalmente había aprendido cómo se debía amar al prójimo. Todos pensaron que el hombre santo había tenido una revelación divina, pero Moshe lo negó. -En realidad, estaba saliendo hoy de casa para hacer unas compras, cuando vi a mi vecina Esther conversando con su hijo. Ella le preguntó: -¿Me quieres? El hijo le respondió que sí. Entonces, la mujer insistió: -¿Tú sabes qué es lo que me hace sufrir? -No tengo ni la menor idea- respondió el hijo. -¿Cómo puedes quererme si no sabes lo que me hace sufrir? Procura descubrir cuanto antes todo lo que me hace infeliz, pues sólo así tu amor podrá ser impecable. Y el rabino Moshe de Sassov concluyó: -El verdadero amor es el que sabe evitar sufrimientos innecesarios. Lo que alegra a Dios Los alumnos de Ball-Shem estaban celebrando el día de la Alegría de la Torá bebiéndose el vino del maestro. La mujer del rabino se quejó: -Si se lo toman todo, no va a quedar nada para la santificación. -Pon fin a la fiesta – respondió el rabino. La mujer fue hasta la sala donde los discípulos bebían. Pero, nada más abrir la puerta, cambió de idea y regresó adonde estaba su marido. -Estaban bailando, cantando y alegrándose con la vida –explicó la mujer -. No he tenido valor. -Lo has entendido todo: es así como Dios recibe la gratitud de su pueblo, alegrándose porque ellos están contentos. Vuelve allí y sírveles más vino a mis discípulos. La oración de los rebaños La tradición judaica cuenta la historia de un pastor que siempre le rezaba así al Señor: -Maestro del Universo, si tienes un rebaño, yo lo cuidaré sin pedir nada a cambio, sólo porque yo te amo. Cierto día, un sabio escuchó la extraña oración. Preocupado con que pudiera entrañar alguna ofensa a Dios, le enseñó al pastor las oraciones que conocía. Pero, nada más separarse, el pastor olvidó las oraciones; no obstante, con miedo de ofender a Dios pidiéndole cuidar de sus rebaños, decidió abandonar por completo Paulo Coelho toda conversación con Él. Esa misma noche, el sabio tuvo un sueño: -¿Quién guardará los rebaños del Señor? – decía un ángel -. El pastor rezaba con el corazón, y tú le enseñaste a rezar con la boca. Al día siguiente, el sabio regresó al campo, le pidió perdón al pastor, e incluyó la Oración del Rebaño en su libro de salmos.