LEZAMA LIMA - Biblioteca Digital

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JOSÉ
LEZAMA
LIMA
JORGE LUIS ARCOS*
J
SÉ L
AMA LIM
(Fragmento)
Caso aparte resulta [José] Lezama [Lima] ,
descomunal incorporación de la cultura
universal a su sistema poético del mundo,
a su concepción de la cultura como una
segunda naturaleza, a su validación cognoscitiva de la imago. La poesía de Lezama significa la aventura poética más absoluta emprendida en el ámbito del idioma .
Hay que recurrir a los grandes poetas de la
contemporaneidad para encontrarle pariguales: Rilke, Celan , Pound , Eliot, Perse, y
aún así su poesía continúa siendo una experiencia única, irrepetible. Una poesía tan
volcada hacia el conocimiento, hacia la
penetración del ser de la realidad, tenía
que establecer determinadas correspondencias con el conocimiento filosófico y
teológico. Lezama ha sido calificado de
poeta teólogo. Pero en general , tanto la
poesía del autor de Muerte de Narciso, co mo la de Vitier y García Marruz se nutren
de un acendrado pensamiento aunque
siempre desde una raíz poética. Por eso
les fue tan cercana la lección de María
Zambrano, quien buscaba, aunque desde
la filosofía, la aprehensión integral del ser,
y que encontró finalmente en la razón
poética su vía de acceso a una suerte de
sabiduría unitiva, tanto en ella como en los
poetas antes mencionados desde presupuestos católicos evidentes. Precisamente
su catolicidad esencial, más su naturaleza
poética, les impedía desdeñar el mundo de
las apariencias . Si para ellos el centro de la
realidad es trascendente, sólo podrían
revelarlo a través de las apariencias, como
aportándole más ser a la propia realidad ,
como tambíen supo ver Octavio Paz en la
poesía de Vitier. Pero es en la poesía de
Lezama donde ese exceso de realidad se
torna más inaudito. Su afán de unión o
igualación con Dios o con un principio creador, genésico, es tan poderoso, que Lezama parece recrear, o crear de nuevo,
toda la realidad. Su poder incorporativo no
conoció límites. Y el "cubrefuego" de su
imagen, dador de una potencia de conocimiento, de un apoderamiento de zonas
desconocidas de la realidad, de un poder
cristalizador de cuerpos, materias, sustan-
Los poetas de Origenes. seleCCión. prólogo. bibliografía y notas de
Jorge LUIS Arcos . Fondo de Cultura Económica. México. 2002. 454 pp.
cias como no había acaecido antes en la
poesía de la lengua.
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y RAFAEL VARGAS
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MARlNAGRAF
MARTADONls
I11II&I:
MIGUEL GARCIA RUIZ
JULIO CORTÁZAR*
PARA LLEGAR A
JOSÉ LEZAMA LIMA
(Fragmentos)
En diez dias . interrumpiéndome
para resp irar y darle su leche a
mi gato Teodoro W. Ado rno , he
leído Paradiso , cerra ndo (¿cerrando?) el itinerario que hace
muchos años iniciara con la lectura de algunos de sus cap ítulos
ca idos en la rev ista Origenes
como otros tantos objetos de
Tlbn o de Uqbar. No soy un crítico : algú n día , que sospecho lejano , esta suma prodigiosa encontrara su Maurice Blanchot, porque de esa raza debera ser el
hombre que se adentre a su larvario fabuloso. Me propongo solamente señalar una ignorancia
vergonzosa y romper por adelantado una lanza contra los ma lentendidos que la seguiran
cuando Latinoamérica oiga por
fin la voz de José Leza ma Lima .
De la ignorancia no me asombro ; también yo desconocía a
Lezama doce años atras, y fue
preciso que Ricardo Vigón , en
Pari s, me hablara de Oppiano
Licario que acababa de publicarse en Orígenes y que ahora cierra (si es que algo puede cerrarlo) Paradiso . Dudo de que en
esos doce años la obra de Lezama haya alcanzado la presencia activa que en un plazo equivalente fueron logrando la de un
Jorge Luis Borges o la de un
Octavio Paz, a cuya altura esta
sin la mas mínima duda. Raza nes de dificultad instrumental y
esencial son una primera causa
• Julio Cortazar, La vuelta al día en ochenta
mundos, siglo
224 pp.
XXI
editores , México, 1969,
de esa ignorancia; leer a Le - tismo , y Lezama no sólo es herzama es una de las tareas mas mético en sentido literal por cuanarduas y con frecuencia mas irri- to lo mejor de su obra propone
tantes que puedan darse. La una aprehensión de esencias por
perseverancia que exigen escri- vía de lo mítico y lo esotérico en
tores de frontera como Raymond todas sus formas históricas, psíRoussel , Hermann Broch o el quicas y literarias vertiginosamaestro cubano es infrecuente mente combinadas dentro de un
incluso entre "especialistas", y sistema poético en el que con frede ahí que en el club sobren los cuencia un sillón Luis xv sirve de
sillones . Borges y Paz (vuelvo a asiento al dios Anubis , sino que
citarlos para colgar el blanco en
lo mas alto del arbol de nuestras
tierras) le llevan a Lezama la
ventaja de que son escritores
meridianos , casi diría apolíneos
desde el punto de vista del perfecto ajuste expresivo, del sistema coherente de su espíritu. Sus
dificultades y aun sus oscuridades (Apolo puede ser también
nocturno, bajar al abismo para
matar a la serpiente Pitón) responden a la dialéctica que evoca
Le cimetiére marin:
... Mais rendre la lumiere
Suppose d 'ombre une mome moitie.
Extremos puntos de tensión de
un arco de raíz mediterranea,
ceden lo mejor de su fuerza sin
los tres enigmas previos que
haran del lector de Lezama un
Edipo perpetuo. Y si digo que ello
constituye una ventaja de aquéllos sobre éste, me refiero casi
éticamente a los lectores que
detestan los trabajos de Edipo,
que optan por la maxima cosecha
con el mínimo de riesgo. En la
Argentina , en todo caso, se tiende a hurtarle el cuerpo al herme-
2
Biblioteca de Méxic
ademas es formalmente hermético, tanto por un candor que lo
lleva a suponer que la mas heteróclita de sus series metafóricas
sera perfectamente entendida
por los demas , como porque su
expresión es de un barroquismo
original (de origen , por oposición
a un barroquismo lúcidamente
mis en page como el de un Alejo
Carpentier). Se ve, pues , lo difícil
que resulta entrar en el club
cuando tantas dificultades se van
sumando para trabar el goce de
una lectura, salvo si .el goce
comienza con las dificultades
mismas, puesto que yo empecé
por leer a Lezama como quien
trata de resolver la cifra de messunkaSebr A.icefdok. segnittamurtn, etcétera, que finalmente
se aclara en: Descends dans le
cratére du Yocul de Sneffels .. . ;
se diría que la prisa y el sentimiento de culpa que suscita la
proliferación bibliográfica llevan
al lector contemporáneo a descartar, muchas veces irónicamente , todo trovar clus. A ello se
suman los falsos ascetismos y
las solemnes anteojeras de la
especialización mal entendida,
contra la que se alza hoy en
buena hora una actitud como la
estructuralista . Todavía un Goethe alcanzaba a fundir al filósofo
y al poeta, ya querellados en su
siglo, por obra de una avasalladora intuición unitiva ; hasta
Thomas Mann (hablo ahora de
novelistas) pareció que esa coexistencia se mantenía viva en
autor y lectores, pero es un hecho que ya la obra de un Robert
Musil, para ceñirse al campo de
expresión germánica, se vio privado del eco universal que hubiera debido encontrar. Aunque se
trate de un mismo lector, éste
tiende hoya adoptar una actitud
especializada según lo que esté
leyendo, resistiéndose a veces
de manera subconsciente a toda
obra que le proponga aguas mezcladas, novelas que entran en el
poema o metafísicas que nacen
con el codo apoyado en un mostrador de bar o en una almohada
de quehacer amoroso. Acepta
moderadamente la carga extraliteraria de cualquier novela, pero
siempre que el género conserve
sus prerrogativas básicas (que
nadie conoce bien, dicho sea de
paso, pero ésta es otra cuestión).
Paradiso, novela que es también
un tratado hermético, una poética
y la poesía que de ella resulta ,
encontrará dificultosamente a sus
lectores: ¿dónde empieza la novela , dónde cesa el poema , qué
significa esa antropología imbricada en una mántica que es también un folklore tropical que es
también una crónica de familia?
Se habla mucho en nuestros días
de ciencias diagonales, pero el
lector diagonal se tomará su
tiempo en aparecer y Paradiso,
tajo al sesgo en esencias y presencias , conocerá la resistencia
que le opone el haz de las ideas
recibidas . Pero el tajo ya está
dado; como en la historia china
del perfecto verdugo, el decapitado sigue en pie sin saber que
apenas estornude su cabeza ro dará por el suelo.
Si la dificultad instrumental es
la primera razón de que se ignore tanto a Lezama , las circunstancias de nuestro subdesarrollo
político e histórico son la segunda. Desde 1960 el miedo, la hipocresía y la mala conciencia se
aliaron para separar a Cuba y a
sus intelectuales y artistas del
resto de Latinoamérica . Los ya
conocidos , Guillén , Carpentier,
Wilfredo Lam , salvaron y salvan
la barrera por la vía de un prestigio internacional anterior a la revolución cubana , que obliga a
ocuparse de ellos cuando llega
el momento. Lezama , ya entonces inexcusablemente al mar-
JOSÉ LEZAMA
LIMA
(1910-1976)
Se abre este número de la
revista con una memoria y
breve homenaje a Lezama
Lima , de cuyo nacimiento
se cumple el centenario.
Turbulenta ·y compleja la
extensa obra del cubano ,
que concebida como se sabe sin contemplaciones para ninguna clase de lector y
tardíamente, con la natural
resistencia del contexto crítico intolerante en el que le
tocó vivir durante las dos úl timas décadas de su vida ,
terminó después de su
muerte por convertirse en
uno de los mayores astros
de la gran literatura cubana
y latinoamericana del siglo
xx.
El texto de Julio Cortázar,
Para llegar a Lezama Lima,
que fragmentariamente aquí
se publica en primer término, pertenece al libro La
vuelta al día en ochenta
mundos (1969). Creo es
fundamental ese larguísimo
ensayo del argentino. que
se violentaba entonces por
la sordera que en esos años
había en Cuba frente a la
obra de tantos artistas y
poetas cubanos "que se ven
forzados a vivir y a trabajar
en un aislamiento del que. lo
menos que puede decirse.
es qye da asco y vergüen5- {son palabras del autor
de Rayuela en esos años).
3
Bibliot eca de México
gen de las tablas valorativas de abundan θΠ su prosa Υ que, por
los magisters peruanos ο mexi- contraste con la sutileza Υ la honcanos ο argentinos, ha quedado dura del contenido, suscitan θΠ el
del otro lado de la barrera hasta lector superfιcialmente refιnado
υπ ρυπΙο θΠ que incluso aquellos
υπ movimiento de escandalo e
que han oido su nombre Υ qui- impaciencia que casi nunca es
sieran leer Tratados en La Ha- capaz de superar. Si a eso se
bana, Ana/ecta de/ re/o}, La fije- suma que las ediciones de los lίza, La eΧΡresiόn americana ο bros de Lezama suelen estar
Paradiso, πο pueden πί podran muy mal cuidadas tipograficaconseguir ejemplares. Tanto θl mente, Υ que Paradiso diste de
como muchos otros poetas Υ ser una eχceΡcίόπ, πο puede exartistas cubanos se νθΠ forzados traiiar que a las perplejidades de
a νίνίΓ Υ a trabajar θΠ υπ aisla- fondo se sume la impaciencia
miento del que 10 menos que que producen las extravagancias
puede decirse es que da asco Υ ortografιcas ο gramaticales donvergϋeΠΖa . Desde luego, 10 que
de trastabillan los ojos del dόmίimporta es cerrar el paso al Πθ que casi todos Ilevamos dencomunismo totalitario. ιΡara- tro. Cuando hace aiios comence
diso? Nada que merezca ese a mostrar ο a leer pasajes de
nombre puede νθπίΓ de seme- Lezama a personas que πο 10
jante infierno. Duerma usted conocian, el asombro que provotranquilo, la ΟΕΑ vela su sueiio.
caba su vίsίόπ de la realidad Υ la
Queda, quiza, una tercera Υ osadia de las imagenes que la
mas agazapada raΖόπ del torvo comunicaban, se veia casi siemsilencio que θπνυθlνθ la obra de pre mitigado por una amable ίΓΟ­
Lezama; voy a hablar de ella sin nia, por una sonrisa de perdonapudor alguno precisamente por- vidas. Νο tarde θΠ darme cuenta
que las escasas criticas cubanas de que entraba allί θΠ accίόπ υπ
que conozco de esa obra πο han rapido mecanismo de defensa, Υ
querido mencionarla, Υ θΠ cam- que los amenazados de absoluto
bio conozco su fuerza negativa se apresuraban a magnifιcar las
θΠ manos de tantos fariseos de
tachas formales como υπ pretexnuestras letras. Me ΓθfιθΓo a las to acaso inconsciente para queincorrecciones formales que darse de este lado de Lezama,
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Biblioteca de Mexico
seguirlo θΠ su implacable
aguas profundas.
ΕΙ hecho incontrovertible de que
Lezama parezca decidido a πο
escribir jamas correctamente υπ
nombre ΡΓορίο ingles, frances ο
ruso, Υ de que sus citas θΠ idiomas extranjeros esten consteladas de fantasias ortograficas,
induciria a υπ intelectual rioplatense tίpico a νθΓ θΠ θl υπ πο
menos tίpico autodidacto de pais
subdesarrollado, 10 que es muy
exacto, Υ a encontrar θΠ eso una
jυstίfιcacίόπ para πο penetrar θΠ
su verdadera dίmeπsίόπ, 10 que
es muy lamentable. Desde luego
θΠΙΓθ los argentinos idiosincrasicos la cοrreccίόn formal θΠ el
escribir como θΠ el vestir es
siempre una garantίa de seriedad, Υ cualquiera que anuncie
que la tierra es redonda con υπ
"estilo" aceptable merecera mas
respeto que υπ cronopio con una
papa θΠ la boca pero cOn mucho
que decir atras de la papa. Si
hablo de la Argentina es porque
la COnOZcO υπ pOCO, pero tambien
cuando estuve θΠ Cuba me θΠ­
contre con jόveπes intelectuales
que se sonreian ίrόnίcamente al
recordar cόmο Lezama suele
pronunciar caprichosamente el
nombre de algύn poeta extranjepara
πο
sυmersίόπ θΠ
cia americana abriendo eleáticamente, órficamente los ojos en el
comienzo mismo de la creación,
Lezama Adán previo a la culpa,
Lezama Noé idéntico al que en
los cuadros flamencos asiste
aplicadamente al desfile de los
animales: dos mariposas, dos
caballos, dos leopardos, dos hormigas, dos delfines... Un primitivo que todo lo sabe, un sorbonnard cumplido pero americano
en la medida en que los albatros
disecados del saber del Eclesiastés no lo han vuelto a wiser
arid a sadder man sino que su
ciencia es palingenesia, lo sabido es original, jubiloso, nace
como el agua con Tales y el
fuego con Empédocles. Entre el
saber de Lezama y el de un
europeo (o sus homólogos rioplatenses, mucho menos americanos en el sentido al que apunto) hay la diferencia que va de la
inocencia a la culpa. Todo escritor europeo es "esclavo de su
bautismo", si cabe parafrasear a
Rimbaud; lo quiera o no, su decisión de escribir comporta cargar
A la ironía defensiva que se
con una inmensa y casi pavorosa
apoya en falencias de superficie
tradición; la acepte o luche conse suma la que ha de provocar
tra ella, esa tradición lo habita, es
en muchos la insólita ingenuidad
su familiar o su íncubo. ¿Por qué
que aflora en tantos momentos
escribir, si de alguna manera ya
de la narrativa de Lezama. En el
todo ha sido escrito? Gide obserfondo es por amor a esa ingenuivó sardónicamente que como
dad que hablo aquí de él; más
nadie escucha, hay que volver a
allá de todo canon escolar, sé de
decirlo todo, pero una sospecha
su penetrante eficacia; mientras
de culpa y de superfluidad muetantos buscan, Parsifal encuenve al intelectual europeo a la más
tra, mientras tantos hablan,
extrema vigilancia de su oficio y
Mishkin sabe. El barroquismo de
de sus medios, única manera de
complejas raíces que va dando
no rehacer caminos demasiado
en nuestra América productos
andados. De ahí el entusiasmo
tan disímiles y tan hermanos a la
que producen las novedades, el
vez como la expresión de Vallejo,
asalto en masa a la nueva rebaNeruda, Asturias y Carpentier
nada de lo invisible que alguien
(no hagamos cuestión de géneha conseguido corporizar en un
ros sino de fondos), en el caso
libro; basta pensar en el simboespecialísimo de Lezama se tiñe
lismo, el surrealismo, el "nouvede un aura para la que sólo en au román": por fin algo verdadecuentro esa palabra aproximadoramente nuevo que no se habían
ra: ingenuidad. Una ingenuidad
sospechado ni Ronsard, ni Stenamericana, insular en sentido
dhal, ni Proust. Por un tiempo se
directo y lato, una inocencia
puede dejar dormir el sentimienamericana. Una ingenua inocen-
ro; la diferencia empezaba en el
momento en que esos jóvenes,
puestos a decir algo sobre el
poeta en cuestión, se quedaban
en la buena fonética mientras
que Lezama, en cinco minutos de
hablar de él, los dejaba a todos
mirando para el techo. El subdesarrollo tiene uno de sus índices
en lo quisquillosos que somos
para todo lo que toca la corteza
cultural, las apariencias y chapa
en la puerta de la cultura. Sabemos que Dylan se dice Dílan y no
Dáilan como lo dijimos la primera
vez (y nos miraron irónicos o nos
corrigieren o nos olimos que algo
andaba mal); sabemos exactamente cómo hay que pronunciar
Caen y Laon y Sean O'Casey y
Gloucester. Está muy bien, lo
mismo que tener las uñas limpias
y usar desodorantes. Lo otro empieza después, o no empieza.
Para muchos de los que con una
sonrisa le perdonan la vida a Lezama, no empieza ni antes ni
después, pero las uñas, se lo
juro, perfectas.
Biblioteca de México
(VIENTWEMw
Pero sobre todo es i m 3aportante destacar en la ap,
sionada defensa de Cortá'^
zar esas líneas sobre el
enorme desafío que se pn
sentaba, entonces y aho
al leer al instrumentalment
ite I
intrincado y crítico autor dej
Paradiso, a cuya complicación se agregaba el huracán
de erratas que las primeras
ediciones de sus libros padecieron en su isla; died
Jice
Cortázar:
"... Leer a Lezama es
una de las tareas más arduas y con frecuencia más|
nás
irritantes que puedan dardarse", pero más adelante expone con lucidez y convi^
ivicción que esa tarea terriblej
ible
vale la pena para descu brir
a un hombre de genio.
Léase el texto de C/Ortazar, como el de Octavi
ivio
Paz en 1978 o el de Julio
Ortega en 1981, para apreciar las justas dimensiones
que los grandes y agudos
escritores y críticos logra-
I
ron descubrir a tiempo ei
las páginas del enorme
oscuro caribeño. Hay qu
leer también los luminosos
fragmentos poéticos y prosísticos del propio Lezama
que aquí se publican.
Cerramos el número con
otros materiales sobre Albert Camus, de cuya muerte se cumple medio siglo,
incluido un texto de Jean
Paul Sartre, su grande colega y maestro, con el que
tuvo al fin de su vida dolorosas diferencias.
E.
L.
Reinaldo González, Re ynaldo Arena s, José Leza ma Lima y Emmanuel Ca rball o en la puerta de Trocadero 162
to de culpa ; hasta los epígonos
llegan a creer que están haciendo algo nuevo. Después, despacio, se vuelve a ser europeo y
cada escritor amanece con su
albatros colgado del pescuezo .
Entre tanto Lezama en su isla
amanece con una alegría de preadamita sin corbata de pájaro, y no
se siente culpable de ninguna tradición directa. Las asume todas,
desde los hígados etruscos hasta
Leopold Bloom sonándose en un
pañuelo sucio, pero sin compromiso histórico, sin ser un escritor
francés o austriaco; él es un cubano con un mero puñado de cultura propia a la espalda y el resto es
conocimiento puro y libre, no responsabilidad de carrera. Puede
escribir lo que le dé la gana sin
decirse que ya Rabelais, que ya
Marcial. .. No es un eslabón de la
cadena, no está obligado a hacer
más o mejor o diferente, no necesita justificarse como escritor.
Tanto su increíble sobreabundancia como sus carencias proceden
de esa inocente libertad , de esa
libre inocencia. Por momentos,
leyendo Paradiso, se tiene una
impresión extraplanetaria ; ¿cómo
es posible ignorar o desafiar a tal
punto los tabúes del saber, los no
escribirás así de nuestros mandamientos profesionales vergonzantes? Cuando asoma el inocente
americano, el buen salvaje que
atesora los dijes sin sospechar
que no valen nada o que ya no se
estilan, entonces pueden ocurrir
dos cosas con Lezama. Una, la
que cuenta: lo genial irrumpe sin
los complejos de inferioridad que
tanto nos agobian en Latinoamérica, con la fuerza primordial
del robador del fuego . La otra, que
hace sonreír a los acomplejados,
a los impecablemente cultos, es el
lado aduanero Rousseau, el lado
papelón a lo Mishkin, el hombre
que en Paradiso, después de un
pasaje extraordinario, pone punto
y aparte y dice con la tranquilidad
más absoluta: "¿Qué hacia mientras transcurría el relato de sus
6
ancestros familiares , el joven
Ricardo Fronesis?"
Si estoy escribiendo estas páginas es porque sé que párrafos
como el citado pesarán más en la
ponderación de los dómines que
la prodigiosa invención con que
Paradiso vuelve a proponerse el
mundo. Y si cito la frase sobre el
joven Fronesis es porque también
me molestan esa y muchísimas
otras cursilerías, pero sólo en la
medida en que puede molestarme
una mosca posada en un Picasso
o un maullido de mi gato Teodoro
mientras estoy escuchando música de Xenakis. La impotencia
frente a lo intrincado de una obra
disfraza su retirada con los pretextos más superficiales -puesto que
de la superficie no ha pasado-.
Así, conocí a un señor que jamás
escuchaba discos de música clásica porque, según él, el chirrido de
la púa le impedía gozar de la obra
en su total perfección; sentado tan
exigente criterio, se pasaba el día
escuchando una de tangos y be-
leras que daba miedo. Cada vez mi epigrafe, y es ti empo de seguir
que cito un pasaje de Lezama y a otra cosa.
cosecho una sonrisa y un cambio ¿Una nove la, Paradiso? Si , en
de tema , pienso en ese señor: los cuanto hay un hilo semiconducincapaces de acceder a Paradiso tor - la vida de José Cemi- al
se defenderán siempre asi, y para que van o del que sa len los múlellos todo será ruido de púa , mos- tip les episodios y relatos con eca y maullido. En Rayuela defini y xos o inconexo s. Pero ya de enataqué al lector-hembra , al inca- trada ese "argumento " tiene
paz de la verdadera batalla amo- característica s curiosas. No sé si
rosa con una obra que sea como Lezama vio que el desarrollo iniel ángel para Jacob. Si se dudara cial del tema llevaría a pensar
de la legitimidad de mi ofensiva, con gran regocijo en Tristram
baste entender el doble sistema Shandy, pues si bien José Cemi
posible de lectura de la novela, y ya está vivo al com ienzo del
de ahi pasaron al poI/ice verso relato y en cambio Tristra m, que
después de asegurar patética- cuenta su propia vida , ni siquiemente que la habian leido "de las ra ha nacido a mitad del libro , es
dos maneras que indica el autor", evid ente que el protagonista en
cuando lo que proponía el pobre torno al cual se organiza Para autor era una opción y jamás diso queda en la penumbra
hubiera tenido la vanidad de pre- mientras el libro avanza tomántender que en nuestros tiempos se dose todo el tiempo necesario
leyera dos veces un mismo libro. para narrar la vida de los abue¿Qué esperar entonces del lector- los, los padres y los tíos de José
hembra frente a Paradiso que, Cemí. Más importante es obsercomo decía el personaje de Lewis var que falta en Paradiso lo que
Carroll , sería capaz de poner a yo llamaría el reverso continuo ,
prueba la paciencia de una ostra? la urdimbre que "hace" una
Pero no hay paciencia allí donde novela por más fragmentarios
empieza por no haber humildad y que puedan parecer sus episoesperanza, donde una cultura dios. No es un reparo, puesto
condicionada , prefabricada, adula- que lo esencial del libro no deda por los escritores que cabría lla- pende para nada de que sea o
mar funcionales , con rebeliones y no sea una nove la como la que
heterodoxias
cuidadosamente podría esperarse; mi propia lecdelimitadas por los marqueses de tura de Paradiso , como de todo
Queensberry de la profesión , lo que conozco de Lezama , parrechaza toda obra que va verda- tió de no esperar algo determideramente a contrapelo. Capaz de nado , de no exigir novela , y enhacer frente a cualquier dificultad tonces la adhesión a su co nteniliteraria en el plano intelectual o do se fue dando sin tensiones
sentimental siempre que se ajuste inútiles, sin esa protesta petulana las leyes del juego de Occidente, te que nace de abrir un armario
dispuesta a jugar los más arduos para sacar la mermelada y enajedreces proustianos o joycianos contrarse en cambio con tres
que comporten piezas conocidas y chalecos de fantasía . A Lezama
estrategias adivinables, retrocede hay que leerlo con una entrega
indignada e irónica apenas se la previa al fatum , así como subiinvita a conocer un territorio ex- mos al avión sin preguntar por el
tragenérico, batirse con una len- color de los ojos o el estado del
gua y una acción que responden a hígado del piloto; lo que irrita a la
un sistema narrativo que no nace inteligencia crítica en su sala de
de los libros sino de largas leccio- pesas y medidas es connatural a
nes de abismo; y he aquí que por toda crítica intelígente en su ca fin he podido colocar la razón de verna de Alí Babá.
7
Bibliote c a de MeKico
SE V ERO S AR DU Y*
CARTA DE LEZAMA
(1981)
tizo. Como un prisma con frecuencia le doy vueltas a una de sus más significativas afirmaciones:
"El mundo sólo se mueve por el malentendido universal, por el malentendido todo el mundo se pone
de acuerdo. Porque si, por desgracia, todo el
mundo se comprendiera, no podría entenderse
21 de julio 1969
Sr. Severo Sarduy
En París :
Querido amigo : Recibí sus letras en las que me jamás ."
Qué certeza para acercarse a nuestros días,
convoca a la fiesta de la piña barroca de Sceaux,
según su bella estampa. Pero todo viaje es para pues si no fuera por la enajenación , la vida actual
mí muy problemático pues como no me acostum- no lograría alcanzar su lagos . Al suprimirse la enabré a viajar en mi juventud , ya en mi madurez toda jenación , la vida se convertiría en una llanura de
traslación adquiere un ritmo histérico , de ultrapre- nieve , de la misma manera que ya san Agustín
ocupaciones banales , insistencias y majaderías . exigía que existiesen herejes y mucho después
Ya el saltimbanquismo me atrae muy poco, pues , Gracián con amarga tolerancia acepta "q ue este
en realidad , quisiera estar un año por París y por mundo se concierta de desconciertos". Por eso
Madrid , descansando y reponiéndome, ya que en Baudelaire tuvo que pedir ayuda al demonio de la
los últimos años mi salud si no precaria ha sido lucidez, especie de .. de la enajenación.
inestable . Si pudiera hacer el viaje con mi esposa,
Cariños de
creo que todo se desenvolvería con un ritmo
J. Lezama Lima
andantino. Todo se me presenta como un barullo,
como nubes acabalgadas , pero después el rayo
11
de la gracia va operando, hasta que el día se configura . Usted , sin duda alguna , comprenderá
.. la piña barroca de Sceaux .. " es más que una
mucho de mis estados de ánimo.
Volvamos a nuestros carneritos. Usted me con- metáfora lezamesca de mi carta de invitación -las
sulta sobre la aparición de la obra en uno o dos ediciones Seuil , donde se publicó Paradíso , en la
tomos. Si los dos aparecieran en el mismo mo- colección que hoy animo, habían invitado a Lezamento en las librerías , no me disgustaría, sino pre- ma para la salida del libro en París-; es una realiferiría que fuese en un solo tomo, pues si entre dad de la repostería local. En esa naturaleza
tomo y tomo mediara un tiempo, aunque fuese muerta cuidadosamente dorada y asimétrica , cobreve, la unidad de la obra se resentiría en esa mo los bodegones españoles , que es la escritura
espera. Todo intermedio abriría una laguna en el de Lezama , pero donde los manjares y frutas de la
centro de la obra. También comprendo que las ra- península han sido sustituidos por la chisporrotezones de la casa editorial para publicar la obra en ante cornucopia insular, donde el quimbombó y el
uno o dos tomos, deben de tener sólida funda- caimito, la guayaba y el mango desdibujan la geomentación . Usted , con el cariño que en todo mo- metría puntual y atenuada de las manzanas , immento ha acompañado al Paradíso , y que es una pera la calidad de lo "abrillantado", de lo confitado.
de mis alegrías , sabrá encontrar la diagonal de la El almíbar, alquimia simplona del azúcar nacional ,
fuerza , la mejor solución.
lo dora y alcorza todo , empacando frutas y pasteYa estoy enamoriscado del tono conjunto de les en una empalagosa capa de escarcha que con
Baudelaire, que ustedes van a dar. Espero su el calor y los días se enturbia y adensa como un
regalía , que por sí solo hará una pascua o un bau- espeso cristal. Pero este rasgo acaramelado no es
más que el sello de una conquista o apropiación
'Los novelistas como críticos (Tomo 11 ), Norma Klahn y Wilfrido H.
más vasta, en que Lezama reconoce el brío de la
Corral (compiladores), Fondo de Cultura Económica, México, 1991 ,
720 pp.
gesta mambisa , los indicios de la independencia,
8
Biblioteca de Mexi co
un atisbo de subversión : " ... la arrogancia de la
cocina española y la voluptuosidad y las sorpresas
de la cubana , que parece española pero que se
rebela en 1868".'
No excluyo que las actuales frutas heladas, pl enas de sus jugos intactos apenas cuajado el sorbete y tapadas con sus propios pen achos, que con
trofeos aún sangrantes y menores, de caza forestal, amenizan las calles de Sceaux, reanuden , de
algún modo, la tradición festiva y barroca del
Castillo, que Colbert confió a Claude Perrault y
que Le Brun , asistido por Coysevox y Girardon ,
iba a aligerar con sus flamígeros carros de la
Aurora y una decoración de plafones insistente en
sus metáforas monárquicas. La Fedra de Racine,
referencia constante de Lezama, se representó en
la inauguración ; más tarde, para una visita del
soberano y de Madame de Maintenon , el poeta
cortesano compuso el Idilio de Sceaux, celebración aplicada de las victorias del Rey-Sol.
El banquete que intenté ofrecer al maestro'
estaba pues tan esmaltado por los prodigios suburbanos de la gastronomía como por las connotaciones textuales de una época -el clasicismo del
rigor métrico, el barroco de la imagen racinianaque adquirió en él al categoría de era , esos periodos de la imaginación en que el hombre vive a plenitud una gran poesía '
dad familiar, círculo intermedio entre la legendaria
casa materna y la "fiesta innombrable" de la isla
natal.
Los biógrafos de Lezama no hablan de viajes.
Armando Álvarez Bravo señala , no obstante, en
1949, una corta estancia en México donde Lezama "en contacto con la tierra firme , con el paisaje americano, amplía sus conceptos sobre este
cosmos , del que sólo conocía un aspecto, las
islas" .' Luego, en 1950, "realiza un nuevo y breve
viaje, esta vez a Jamaica . Basándose en él y en la
anterior excursión , empieza a fraguar una teoría
sobre la expresión americana". Creo que a partir
de entonces -a menos que Eloísa Lezama Lima
pueda modificar esta interpretación-, el área intimidante, la región enemiga de todo desplazamiento se va estrechando, reduciendo al territorio
asegurador que en su quehacer cotidiano baliza la
Madre , espacio marcado por su atención, como si
la respiración dificultosa de Lezama le impidiera
alejarse de la medida de ese otro soplo, de un
ritmo ideal de contacto con el espacio y el aire,
garantía a la vez de supervivencia y sosiego.
Aunque en poemas como El arco invisible de
Viña/es dejó constancia de sus travesías por la
isla interrumpiendo el puro regodeo fonético de su
poesía con detalles tan realistas y minuciosos que
llegan a armar como un relato -el muchacho vendedor de estalactitas, la botella llena de cocuyos
donde guarda los 10 céntimos que gana por cada
. como no me acostumbré a viajar en mi juventud .. ." Está, la vida de Lezama , sellada por lo que
fue también el centro de su sistema político y título de su obra clave: La fijeza. Y aún más: el encierro, una persistente inmovilidad , fobia de todo desplazamiento: "toda traslación adquiere un ritmo
histérico". Ese todo que se le "presenta como un
barullo, como nubes acabalgadas", en una imagen
escenográfica de ópera estridente, es la posibilidad de moverse, el potens -para utilizar su expresión- de la deriva , como si el cuerpo estuviera fijado, por ataduras de inflexibilidad genética , a ciu' Paradiso , Era, México, 1968, cap . 1, p. 17.
A esto se refiere la "Página sobre Lezama que. con el manuscrito
ft
2
de una carta a su hermana Eloísa , constituye la contratapa de las
"Cartas (1939-1976)", Orígenes, Madrid, 1979. La carta que aquí
comento no forma parte del volumen y es inédita.
3 Aunque la presencia de los clásicos franceses , y entre ellos la del
propio Racine, impide que este periodo se incluya, si nos atenemos
a la estricta definición del término , entre las eras imaginarias:
.. El convencimiento de que la imagen se expresaba tanto en
eras imaginarias. en periodos históricos, que sin ofrecer grandes
poetas viv ían a plenitud una gran poesía. Desde VirgiHo hasta la
aparición del Dante no surgen grandes poetas ; sin embargo , es
una época de gran poesia . Es el periodo de los merovingios y
Europa entera se llena de conjuros y prodigios. El hombre del
pueblo está convencido de que Cario Magno ha conquistado
Zaragoza cuando tenía 220 años , como los hombres del Antiguo
Testamento, empiezan las peregrinaciones y la construcción en
piedra de los grandes símbolos. [La imagen como fundam ento
poético der mundo, por Lol6 de la TorMente , en Bohemia (¿hacia
1960). El sUbrayado es mío.]
• Lezama Uma. Los grandes todos , Arca, Montevideo , 1968 , presen·
tación y entrevistas por Armando Á1varez Bravo.
9
Biblioteca de México
hablando de poesía siempre"; María Zambrano ,
que escribe entonces su Cuba secreta , verdadero
decálogo de Orígenes ; el doctor Pittaluga , de
quien Lezama dice lo que más tarde la condescendiente sucesión de viajeros invitados por la
Revolución acuñará como la imagen del propio
Lezama: "fue un caballero y un sabio ... Era un
estilo viviente, sabía citar un clásico o fumarse un
tabaco en una forma incomparable"; Luis Cernuda, Wallace Stevens , Karl Vossler ...
Pero como si a la fijeza física, al encierro insular y doméstico correspondiera , por una ley de
identidad de antípodas, la suprema agilidad , la fulguración de las asociaciones , la cultura de
Lezama lo abarca, con ese vistazo del león que es
uno de los atributos del Buda al nacer, al mismo
tiempo, todo. Una simple página puede ensartar,
como en un espejismo semántico , el pitagorismo
improvisado y asimétrico, Le Corbusier, un cofre
alemán de relieves barrocos, un cuadro de Brue ghel , una mayólica con una limosnera argelina, un
pandero, el rococó Luis xv, Quentin La Tour, el
piedra y que coloca debajo de la almohada ; su Concilio de Trento, un carcaj escarlata , el Greco ,
hermano , saltimbanqui picassista ; la madre, que Swedenborg, Boehme , Baudry, autor de un bisabanica la puerta para alejar a una lagartija ; la her- cuit, para atenernos a las referencias explícitas,
mana que pasa sin hacer ruido, para no despertar, pues la extensión de las connotaciones y bifurcaantes de ir a visitar a su soldado: estampa de la ciones abarcaría la totalidad enciclopédica .
familia guajira que rememora en su dibujo las de
Siempre que me encontré en algún sitio descrito
Abela o Víctor Manuel-, Lezama no fue , ni siquie- por Lezama lo reconocí a partir de su descripción, a
ra, uno de esos viajeros insulares adictos -como tal punto es precisa lo que muy bien puede llamarlos de mi propia fam ilia- al tren número uno, el se su videncia . Un monasterio tibetano, en el Hique recorría , a velocidades irrisorias , o indias, las malaya, la sucesión verde y marchita de las arroceseis provincias, con paros vecinales que abarrota- ras ceilanesas, una cabeza antonina del Museo de
ban los andenes .
las Termas o la roseta de Notre Dame junto a la
Frecuentó , eso sí , en Bauta , cerca de La Haba- horizontal del río. Toda una metafísica es la perna ,' la parroquia de Ángel Gaztelu, presbítero cepción justa -una de las pautas búdicas, según el
miembro de la redacción de Orígenes, en banque- discurso inaugural de Sarnath , en que Sakiamuni
tes dominicales, criollos florilegios de sobremesa señaló a gacelas y discípulos la vía- se podría dericon sonetos siesteros, y también en las bodas y var de la agudeza visual lezamiana, de su despliebautizos de sus amigos, fiel , como al ritmo de las gue y focalización de la vista antes de la mirada,
estaciones, al regreso cíclico de las conmemora- como si sólo la ausencia y lejanía del objeto real
ciones y rituales cristianos.'
-cuya imagen mental contemplamos- permitiera su
Sin embargo , la voluptuosidad de saber, la mag- efecto de realidad en el texto; toda una ciencia de
nitud de similitudes, de conexiones y referencias los signos: anular, obliterar, tachar el referente en la
que hilvana este hombre inmóvil son tales, que distancia para que, en la pureza y desnudez del sigasombran , ya en los años treinta , a los primeros nificado, nos dé acceso a la majestad del signifiviajeros con que va discutiendo su teología insular cante, a la compacidad de la letra. De all í, quizás, el
y trazando las bases de su sistema poético a par- rigor de Lezama en su fijeza, la persistencia, casi
tir de la imagen como fundamento del mundo: moral , de su inmovilidad , como si las cosas, una
Juan Ramón Jiménez, "con usted , amigo Lezama , vez percibidas en su literalidad, fueran a desvanetan despierto, tan ávido, tan lleno, se puede seguir cerse, como si la roseta de Notre Dame , contemplada de cerca, fuera a reducir a "un pitagorismo
~ Como lo evoca, con el acierto que s610 otro miembro de Orígenes
improvisado y asimétrico" , el rigor incandescente de
podria lograr, Lorenzo Garcia Vega en Los años de "Orígenes",
sus cifras, la razón ardiente de los números, como
Monte Av i!a. Caracas. 1979.
En esta misma ca rta, al dar la metáfora de la alegria que le ca usasi más allá de la cosa mentale todas las cosas se
ría recibir las obras completa s de Baudelaire, Lezama evoca "una
pascua o un bautizo",
degradaran y del ser, exterior a la imagen , no hubie-
6
10
ra más que simulacros o residuos de ser. 7
Lezama gustaba citar esta frase de Pascal: "Es
bueno ver y no ver, éste es precisamente el estado de la naturaleza."
La poesía es potencia de conocimiento .
.ritmo andantino." Hay, en el surgimiento de este
diminutivo, una epifanía de la lengua cubana.
Ninguna de las versiones del castellano en América ha sido más devota de lo minúsculo, de lo diminuto, como si las palabras torcidas o miniaturizadas se prestaran de inmediato a un abarcamiento total de la escucha, sonoro jardín japonés.
El cariño -que es el afecto más cubano- linda con
la pulsión de achicar; la reducción divierte y fascina, acerca. El cubano siempre tuvo una aversión
innata a lo monumental, que el choteo, esa jarana
o irrisión inesperada , esa irrupción de lo paródico
y levemente grotesco, manifiesta en la primera
oportunidad. Cuántas frases de rancia oratoria, o
de un lirismo neblinoso y grosero, han quedado
ridiculizadas por una trompetilla, como enfrentadas con sus dobles siniestros, con las imposturas
pintarrajeadas de su presunción.
Juan Goytisolo señalaba cómo, al contrario de
lodos los países a lo largo de la historia , que han
considerado a sus guerras, cualesquiera que fueran sus estragos reales, como catástrofes inconmensurables o prefiguraciones apocalípticas, Cuba había bautizado a una de las suyas de "guerra
1 La carta que comento es del21 de julio de 1969. Unos días después.
el 12 de agosto, Lezama escribe a su hermana Eloísa hablando esta
vez de una invitación de la UNESCO que le hiciera César Femández
Moreno poco después de la de Seuil, en que insiste en esta imposibi~
lidad de todo desplazamiento y acorta drásticamente su posible estan-
chiquita". Subrayó también el gráfico impacto caricatural de la frase que sanciona toda fortuna desmoronada, prestigio desmentido o público escarnio del héroe de ayer: "iSe le cayó el altarito!"
Podía leerse, también, la página de Lezama , a la
escucha de estas oscilaciones, como una partitura
de bruscos acordes mínimos, esos estrechamientos
y torsiones de la desinencia que esmaltan la lengua
cubana con su fiesta de miniaturas, como aceitadas
maquinarias barrocas siempre prestas a desplegar
su desfile de enanos socarrones, levantando los
pies, sonando sus chaquetines de monedas.
cia en ésta: en mi carta dice: "quisiera estar un año por París y por
Madrid. descansando y reponiéndome": en la de Eloisa, Lezama Lima
dice: "pienso estar una semana en París y un mes en Madrid:'
.. como nubes acabalgadas , pero después el
rayo de la gracia va operando ... " Escenografía
barroca , esplendente pedagogía del Concilio de
Trento que apela sin reservas a lo más eficaz, a lo
más explícitamente teatral para deslumbrar a los
fieles, para reunirlos en el cono luminoso que filtra
una Lucerna borrominesca , o bajo los ángeles remolineantes de un plafón de Pozzo, en un mismo
movimiento ascendente y helicoidal. Todo por llegar a lo más verosímil, a lo más palpable: al misterio encarnado. Todo por convencer.
Como te dije por teléfono. la UNESCO me ha invitado a París para
su conve rsa torio sobre Gandhi. Me siento tan desolado, indolente y abúlico , que lo que en otras épocas hubiera sido motivo de
gran alegría, ahora lo es de hondas preocupaciones. El sentirse
solo, sin familia , sin respaldo , te va debilitando en tal forma que
pierdes el entusiasmo y la decisión. María Lu isa me embulla y
creo, si Dios quiere, que el viaje lo haremos, pero estos últimos
diez años han sido de tan hondas preocupaciones, que todo se
nos ha problematizado y confundido. Si hago el viaje, pienso estar
una semana en París y un mes en Madrid .
A una pregunta sobre los viajes, del Centro de Investigaciones
Literarias de La Habana , Lezama responde:
Es que hay viajes mas espléndidos: los que un hombre puede intentar por los corredores de su casa , yéndose del dormitorio al
baño, desfilando entre parques y librerías. ¿Para qué tomar en
cuenta los medios de transporte? Pienso en los aviones, donde
los viaje ros caminan sólo de proa a popa: eso no es viajar. El viaje
es apenas un movimiento de la imaginación. El viaje es reconocer, reconocerse . es la pérdida de la niñez y la admisión de la
madurez. Goethe y Proust. esos hombres de inmensa diversidad.
no viajaron casi nunca. La ¡mago era su navio. Yo también: casi
nunca he salido de La Habana . Admito dos razones: a cada sali·
da . empeoran mis bronquios. y además. en el centro de todo viaje
ha flotado siempre el recue rdo de la muerte de mi padre. Gide ha
dicho que toda travesía es un pregusto de la muerte. una anticipación del fin . Yo no viajo: por eso resucito . [~ Inlerrogando a Lezama Lima ". en Recopifación de textos sobre J.L.L. Casa de las
Américas , La Habana, 1970.]
.. Usted, sin duda alguna, comprenderá mucho
de mis estados de ánimo. " Ojalá que mi vida, aunque sin el telas que animó la suya, llegue a configurar las suficientes simetrías y paralelismos , las
necesarias coincidencias y complicidades con la
de Lezama, como para justificar esta "empatía".
"Volvamos a nuestros carneritos." Si mi desciframiento es justo del "dibujo mismo de la letra rizada
11
Bibliotec a de México
y caprichosa , como el borde orlado del clavel, flor
suya preferida, en aquella escritura que no parecía
necesitar de los signos de admiración ni de interrogación para dejar señal de una apertura incontestable, de una diferente vehemencia",· no reconozco
esta expresión como frase idiomática cubana ni
recuerdo haberla oído en mi infancia . Tiene, sin
embargo, el tono de lo verosímil idiolectal. Pero quizá sólo se trate de una formalidad de precedencia;
una frase idiomática, el saber anónimo de todos, no
es más que la repetición , la imagen acuñada ,
monedada y gastada por el uso, de lo que un día
fue , gracias a una leve alteración del lenguaje normativo, el hallazgo de un poeta . Y viceversa .
"Todo intermedio abriría una laguna en el centro
de la obra ." Curiosa premonición , en lo temporal ,
de lo que será, en Oppiano Licario , la estructura
formal : todo el relato gira en torno a una "laguna" ,
a una ausencia textual ; esa Súmula , clave pitagórica y suma gnoseológica del mundo , a la cual
nunca tenemos acceso , y que un ciclón y un perro,
igualmente infernales y oportunos , dispersan para
siempre. Una página en blanco, signo ilegible y
lacunario de la pérdida , interrumpe -o centra- la
inconclusa suite de Paradiso.9
" ... hará una pascua o un bautizo. " Además de lo
ya comentado -la fidelidad de Lezama al festejo
de los rituales cristianos, su sentido católico y criollo de la celebración- cabe recordar la identidad
del destino poético de José Cemí con el del Cristo
como hijo. Ello es legible desde las primeras líneas de Paradiso: Cemí pierde la respiración -el
libro se desplaza desde esta arritmia hasta la
recuperación total del soplo: el ritmo hesicástico
de la poesía- ante los criados de la familia, metáforas de la Trinidad ; define su vida , a partir de la
devoción a la Madre, como una encarnación o un
misterio, y finalmente es reconocido, por Oppiano
Licario, gracias a sus iniciales: J. C. 'o
"El mundo sólo se mueve por el malentendido universal, por el malentendido todo el mundo se pone
• Fina Garcia Marruz, "Estación de gloria", en op. cit., p. 278.
i Queda así para siempre borrado el libro que establece un relación
cósmica entre las excepciones de la naturaleza y las de la forma , la
Súmula, de la cual, arrancado al perro, Cemi rescata sólo un poema
que para nosotros se configura como un blanco en la página -posiblemente Lezama pensó añadirlo al final de la redacción-; igualmente queda incompleto el libro que va a cerrar, con Paradiso, la fundamentación insular por al imagen, la palabra genltora. Deriva en el rio,
espejeo en el agua, fluir sin fin , dispersión de la ceniza: cuerpo borrado de los fundadores . ISevero Sarduy, ct. ' Opplano Ucalio: el libro
que no podla concluir", en Vuelta, 18 de mayo de 1978, p. 32, Y también en Point otContact, invierno, 1981, p. 123.)
" Julio Ortega, "Aproximaciones a Paradiso", Imagen, 1-15 de enero
de 1969, núm. 40, suplemento, pp. 9-16. Recogido en CIP- cit., Casa
de las Américas.
de acuerdo . Porque si, por desgracia, todo el mundo se comprendiera, no podría entenderse jamás."
No he encontrado, en la misma edición de las
obras completas de Baudelaire que envié a Lezama , la cita exacta. Pero esa paradoja suscita una
lectura reactivada a la luz del psicoanálisis actl,lal;
la perennidad de la obra, como el prisma a que le
da vueltas Lezama para engarzar la frase, no sería más que esa posibilidad , siempre renovada, de
otra lectura , de otra refracción en la nítida arista,
en lo traslúcido de la otra cara, para que el rayo de
la escritura , en apariencia incoloro y unido, se
abra en el haz divergente del iris.
El lenguaje estructurado, informativo, ese que
con sus nudos y nexos nos constituye y precede,
sería un gran Otro falsamente eficaz, soporte quebradizo del entendimiento y la comunicación , Si
nos atuviéramos a ese simulacro utilitario, a su
falaz garantía , no nos entenderíamos jamás. Sólo
las faltas , los defectos, los olvidos, los lapsus de
ese código permiten que aflore, a la superficie
compacta y como marmórea del lenguaje, la insinuación del sujeto, un vislumbre de verdadera
comunicación . De allí la escucha, como distraída y
ausente del analista, que no presta atención al
fárrago inoportuno del discurso constituido, a lo
que el analizante cree decir, sino al segundo, en el
umbral de lo perceptible, en que ese discurso bascula, se desdice, se interrumpe, vacila, cae.
En el fondo , el locutor-auditor ideal de Chomsky es
lo que Lacan llama en otra parte el sujeto -supuesto- saber, el sujeto supuesto saber completamente
la lengua , el sujeto supuesto saber siempre lo que
dice, y este personaje, único, invariable, impecable,
del que se debe decir que se sueña, no existe.
Entonces , se ganaría algo en la consideración científica del lenguaje si se partiera de esto que. Lacan
formula muy sencillamente, y que es una especie de
verdad primera -se necesita cierto tiempo para de cirio pero es una verdad primera- y es que el malentendido es la esencia de la comunicación. El error de
cierto número de ciencias que son legítimamente
ciencias es empero imaginar que lo bien entendido
es la esencia de la comunicación. "
" ... una llanura de nieve." n Entre las constancias de
la poesía cubana, pacientemente repertoriadas por
Cintio Vitier, está, en una previsible paradoja, el frio,
lo helado, la nieve, esa constelación de valor y sentido se metaforiza en "incoincidencia con la realidad,
ausencia de destino, insuficiencia para la comunión
I
humana profunda, atmósfera de resentimiento y de
acción: el yo, el sujeto, o la fuerza exterior de la
rencor, vida oculta, desamparo, desolación".'^
gracia. Comienza la vasta y tortuosa historia de la
interioridad.
"... ya san Agustín exigía que existiesen here-
Una vertiente del pensamiento de la Edad Media,
jes..." Actitud, en el esplendor de su paradoja,
y Descartes, derivan pues de san Agustín; santo
muy católica: el pecado forma parte del plan divi-
Tomás, al contrario, se inscribe en un regreso y
no; el dibujo necesita, para destacar sus contor-
recuperación de la Antigüedad. En el mismo en
nos y relieves -según la doxa medieval-, de la
que, explícitamente, surgirán Ulises y
Paradiso"
sombra. Si san Agustín, citado por Claudel, profiere el etíam peccafa - a u n el pecado sirve a la glo-
"...este mundo se concierta de desconciertos", cie-
ria de Dios y a la redención del mundo-, citado por
rra aquí, la célebre frase de El criticón, la tríada que,
Lezama parece más concernido aún por el mal,
uniendo lo más distante y en apariencia disímil,
posible reminiscencia de la herejía que le dio fun-
Lezama, en el rayo del saber oblicuo, enmarca y
damento: el dualismo maniqueo, que del Mal hace
dibuja. Trivium de la enajenación: alrededor de
un principio tan activo como el Bien y ve, hasta en
Lezama, desde la época de la carta y hasta su
la menor imagen de lo manifiesto, un combate de
muerte, todo parecerá simulación y suave risa,
esos antagónicos. Como san Agustín, que vaticina
farsa discreta y general. Pero precisamente, gra-
que con la toma de Roma la Antigüedad concluye,
cias al consenso colectivo de la apariencia, al
que le ha tocado vivir el crepúsculo de un saber y
malentendido y el desconcierto promulgados, casi
hasta vacila ante el paganismo, así Lezama, en el
carnavalescamente, al rango de verdad, al discurso
desasosiego de los últimos años, no deja de evo-
inflado y vacuo aceptado como norma y código
car la resaca de la babarie, al ver aniquilada de
moral, la sociedad del simulacro funciona, sobrevi-
golpe la sociedad católica en que ha vivido y que
ve, prospera incluso, como si en esa caída el hom-
-aunque a contracorriente:
escribió al margen de
ella- sustenta su lenguaje y su fe.
La herejía que san Agustín exige y rechaza es
bre contemplara una imagen indolente y sin te/os
de su historia, una manifestación, aunque grotesca,
tan válida como las otras, de su posibilidad.
la de Pelagio, asceta nacido en Gran Bretaña, fijado en Roma, que a su paso por África en 411
"Por eso Baudelaire tuvo que pedir ayuda al de -
intenta un diálogo con él. Como muchos refugia-
monio de la lucidez, especie de... [¿compendio?]
dos italianos sigue a Palestina.
de la enajenación." No descifro con exactitud la
Los pelagianos, transformando el cñstianismo
palabra que sigue a espec/e de, quizá sea "com-
en pura moral, sostuvieron que lo esencial para el
pendio" pero el rasgo inicial y el que sigue a la
hombre era la búsqueda de la virtud, y que éste
letra d son discutibles. Prefiero, de todos modos,
podía alcanzarla - y a que no hay mal en s í - gra-
que esta lectura de Lezama termine apelando, a
cias a su sola voluntad. Llegaron a conceder tan
partir de lo ausente como en Oppiano Licario, a
poca importancia al pecado original que postula-
convergencia y complicidad del lector. El texto ger-
ron la inutilidad del bautizo. San Agustín afirmaba,
mina más allá de la muerte, aunque sea en la vaci-
al contrario, que el hombre no puede salvarse sin
lación de una letra, en el teorema de su sombra.
la intervención de Dios, sin la gracia. De allí quizás
que siglos más tarde lo invocaran contra los jesuí-
Son ya pocos los años que me quedan para sentir el
tas los adeptos de Port Royal. Éstos no creyeron,
terrible encontronazo del más allá. Pero a todo
como los maniqueos, en un mal absoluto a cuyo
sobreviví, y he de sobrevivir también a la muerte.
combate debe de consagrarse el hombre; no dife-
Heidegger sostiene que el hombre es un ser para la
rían, sin embargo, radicalmente de ellos: sostuvie-
muerte; todo poeta, sin embargo, crea la resurrec-
ron que el mal era tan fuerte que el hombre no
ción, entona ante la muerte un hurra victorioso. Y si
podía liberarse de él sin la gracia.
alguno piensa que exagero, quedará preso de los
Una probable historia de Occidente podría tejer-
desastres, del demonio y de los círculos infernales."
se a partir de esta controversia. Hasta entonces el
cristianismo, como el pensamiento de la Antigüe -
Voces 2: Lezama
dad, se sustentaba de exterioridades, de leyes, de
D u r a n , Montesinos, Barcelona, 1 9 8 1 , pp. 3 3 - 4 1 .
Lima, edición de R a f a e l Humberto Moreno-
principios y obediencias. A partir del momento en
que interviene la gracia, se plantea también una
interrogación sobre el motor último de toda posible
'· Cintio Vitier, Lo cubano en la Poesía. Universidad Central de las
Villas. 1958, p. 486.
Henri Marrou. "Le pélagianisme". en Jean Deniélou y Henri Man-ou.
Nouvelle Histoire de l'église. I. Des originies a Grégoire le Grand.
Seuil, Paris, 1963. pp. 450-459.
" "Interrogando a Lezama Lima", Centro de Investigaciones Literarias, en op cit.. Casa de las Americas. La Habana, 1970.
DIÁLO G O POÉTICO
OCTAVIO PAZ*
REFUTACiÓN DE
LOS ESPEJOS
en este juego de las apariciones y las desapariciones que jugamos sobre la tierra ,
en este ensayo general del Fin del Mundo que es
nuestro siglo, te veo:
estás sentado en una silla hecha de una sola
nube de metal polisemia arrancado a la avaricia del
diccionario,
y tus ojos contemplan tu poema -¿o es tu poema
el que contempla las visiones de tus ojos?
-sea lo uno o lo otro, te veo: teatro de las metamorfosis, cámara de las transformaciones , templo
del triple Hermes.
Por tu cuerpo corren las sustancias enamoradas
de su forma , giran los elementos en busca de su
imagen,
perpetuas revoluciones del lenguaje que sólo
habita la forma que inventa para devorarla y seguir
girando.
Sí, tú eres la gran boa de la poesía de nuestra
lengua que al enroscarse en sí misma se incendia
y al incendiarse asciende como el carro de llamas del profeta y al tocar el ombligo del cielo
se precipita como el joven Faetonte, el avión fulminado del Sueño de Sor Juana.
Sí, tú eres el pájaro que perfecciona el diccionario y que, plantado sobre la piedra de las etimologías,
canta -¿y qué dice su canto? Dice: cuacuá cuacuá -lo lúcido es lo lúdico y lo lúdico es lo agónico.
Sí, tú eres, como el gato de la bruja de Michelet,
el lugarteniente de los participios en la noche llena
de esdrújulos.
Sí, tú eres el guardián del Spermatikos Lagos y
lo preservas, como tu maestro Carpócrates, de la
tiranía del cosmócrata.
Los espejos repiten al mundo pero tus ojos lo
cambian: tus ojos son la crítica de los espejos: creo
en tus ojos.
N unca nos vimos, yo le enviaba mis libros y él los
suyos , nos escribíamos a veces, nos tratamos
siempre de usted.
Leí su nombre por primera vez, hace más de cincuenta años, en Espuela de plata, hoja de poesía.
¿A quién espoleaba esa espuela? Caballito de
palo, caballo de ajedrez, caballito del diablo,
veloz zumbido azul montado por un jinete que
segaba jardines de tinta con un largo silbido.
El jinete desmontó y, alzando el yelmo de yedra ,
descubrió un rostro hecho de catorce letras:
yo vi , entre los chopos líquidos de las eles y los
montes magnéticos de las emes,
rodeado de vocales -sólo faltaba la u, caracol de
la melancolía , ciervo enamorado de la lunaa José Lezama Lima , apoyado en su vara poliglota , pastor de imágenes .
Me mostró un pobre cemento de corazón de león
y me dijo : a un puente, un gran puente, no se le ve.
Desde entonces cruzo puentes que van de aquí
a allá, de nunca a siempre,
desde entonces, ingeniero de aire, construyo el
puente inacabable entre lo inaudible y lo invisible.
Nos tratábamos de usted pero ahora, al leer en
xerox el manuscrito de Fragmentos a su imán, lo
tuteo .
Tú no me oyes ya, tú eres silencio más allá de
sentido y sin sentido, tú estás más acá de silencio
y de ruido,
no obstante, puesto que has escrito: sólo existen
el bien y la ausencia, tú existes y te tuteo .
Si el Agua ígnea demuestra que la imagen existió antes que el hombre , tú eres ya tu Imagen.
Has vuelto a ser lo que fuiste antes de ser José
Lezama Lima : el bien y la ausencia en una sola
imagen .
Tú dices que lo lúdico es lo agónico y yo digo que
lo lúdico es lo lúcido y por eso,
José Lezama Lima. Fragmentos a su imán . poema-prólogo de Oc -
ta vio Paz. Ediciones Era. S. A .. México. 1978. 168 pp.
Aunque no esperas a nadie, insistes en que al guien tiene que llegar. ¿alguien o algo, quién o
qué?
14
Bi bli oteca de M exico
Preguntas al muro y el muro no responde y tú rascas al muro hasta que sangra y muestra su vacío:
ya tienes la compañía insuperable, el pequeño
hueco donde cabes tú con tus Obras Completas y
tus fantasmas .
Ese agujero no es el espejo que devuelve tu imagen ; es el espejo que te vuelve Imagen,
aquel o aquello que fuiste antes de ser José
Lezama Lima, pastor entre jardines de eles y colinas
de emes.
Ya entraste en el espejo que camina hacia nosotros , el espejo vacío de la poesía ,
contradicción de las contradicciones, ya estás en
la casa de las semejanzas,
ya eres, a los pies del Uno, sin cesar de ser otro,
idéntico a ti mismo.
la sangre que no se acostumbra a la tenaza noctumal
José Lezama Lima: qué pocos son capaces de pe-
en la posible ciudad creada
dir, como tu amigo Víctor Manuel, un regalo para
regalarlo .
Yo lo he imitado y te pedí un manojo de frases: te
las regalo para que te reconozcas
-no en el que escribió esas frases sí no en aqueltú-mismo en que ellas te han convertido.
Es el ciervo que ve en las respuestas del río
a la sierpe, el deslizarse naturaleza
con escamas que convocan el ritmo inaugural.
Nombrar y hacer el nombre en la ceguera palpatoria.
La voz ordenando con la máscara a los reyes de
Grecia,
y vuelve a la primigenia esfera en remolino .
El sacerdote, dormido en la terraza,
despierta en cada palabra que flecha
a la perdiz caída en su espejo de metal.
El movimiento de la palabra
en el instante del desprendimiento que comienza
a desfilar en la cantidad resistente ,
para los moradores increados, pero ya respirantes .
Las danzas llegaron con sus disfraces
al centro del bosque , pero ya el fuego
había desarraigado el horizonte.
La ciudad dormida evapora su lenguaje,
el incendio rodaba como agua
México, D. F. , a 29 de abril de 1978
por los peldaños de los brazos .
La nueva ordenanza indescifrable
JOSÉ LEZAMA LIMA
levantó la cabeza del náufrago que hablaba .
OCTAVIO PAZ
el tamaño silencioso del naufragio.
Sólo el incendio espejeaba
Marzo y 1971
En el chisporroteo del remolino
el guerrero japonés pregunta por su silencio,
le responden, en el descenso a los infiernos,
los huesos orinados con sangre
de la furiosa divinidad mexicana.
El mazapán con las franjas del presagio
se iguala con la placenta de la vaca sagrada.
El Pabellón de la vacuidad oprime una brisa alta
y la convierte en un caracol sangriento.
En Rio el carnaval tira de la soga
y aparecemos en la sala recién iluminada.
En la Isla de San Luis la conversación ,
serpiente que penetra en el costado como la lanza ,
hace visibles los faroles de la ciudad tibetana
y llueve, como un árbol , en los oídos.
El murciélago trinitario,
extraño sosiego en la tau insular,
con su bigote lindo humeando.
Todo aquí y allí en acecho.
15
Biblioteca d e México
JOSÉ LEZAMA LIMA*
POEMAS
16
Aibliot".,c;I dp Mpxieo
~L
Dibujo de Wilfredo Lam
se borra a sí misma y avanza
DE:
FRAGMENTOS A SU IMAN
con cómicos ojos de langosta .
Cada palabra destruye su apoyatura
DISCORDIAS
y traza un puente romano secular.
De la contradicción de las contradicciones ,
caricioso y aparece
la contradicción de la poesía,
indistinto como una proa fálica .
Gira en torno como un delfín
obtener con un poco de humo
Restriega los labios que dicen
la respuesta resistente de la piedra
la orden de retirada .
y volver a la transparencia del agua
Estalla y los perros del trineo
que busca el caos sereno del océano
mascan las farolas en los árboles.
dividido entre una continuidad que interroga
De la contradicción de las contradicciones,
y una ínterrupción que responde ,
la contradicción de la poesía ,
como un hueco que se llena de larvas
borra las letras y después respíralas
y allí reposa después una langosta.
al amanecer cuando la luz te borra .
Su ojos trazan el carbunclo del círculo,
las miasmas langostas con ojos de fanal ,
Diciembre y 1971
conservando la mitad en el vacío
y con la otra arañando en sus tropiezos
el frenesí del fauno comentado.
Contradicción primera: caminar descalzo
sobre las hojas entrecruzadas,
que tapan las madrigueras donde el sol
se borra como la cansada espada,
que corta una hoguera recién sembrada.
Contradicción segunda: sembrar las hogueras.
Última contradicción : entrar
en el espejo que camina hacia nosotros,
donde se encuentran las espaldas,
y en la semejanza empiezan
los ojos sobre los ojos de las hojas,
la contradicción de las contradicciones.
(1937)
La contradicción de la poesía,
Dibujo de Amelia Peláez
17
Biblioteca de México
le hablaban al oído
MARíA ZAMBRANO
mientras Arace li trazaba un circulo mágico
María se nos ha hecho tan transparente
con doce gatos zodiacales,
que la vemos al mismo tiempo
y cada uno esperaba su momento
en Suiza , en Roma o en La Habana .
para salmodiar El libro de los muertos.
Acompañada de Araceli
María es ya para mí
no le teme al fuego ni al hielo .
como una sibi la
Tiene los gatos frígidos
a la cual tenuemente nos acercamos,
y los gatos térmicos,
creye ndo oír el centro de la tierra
aquellos fantasmas elásticos de Baudelaire
y el cie lo de empíreo,
la miran tan despaciosamente
que está más allá del cie lo visible .
que María temerosa comienza a escribir.
Vivirla , sentirla llegar como una nube ,
La he oído conversar desde Platón hasta Husserl
es como tomar una copa de vino
en días alternos y opuestos por el vértice ,
y hundirnos en su légamo.
y terminar cantando un corrido mexicano.
Ella todavía puede despedirse
Las olitas jónicas del Mediterráneo,
abrazada con Araceli ,
los gatos que utilizaban la palabra como ,
pero siempre retorna como una luz temblorosa .
que según los eg ipcios unía todas las cosas
como una metáfora inmutable ,
Marzo y 1975
Grabado de Diago
18
(1945)
DE:
ENEMIGO RUMOR
%V
AH, QUE TÚ ESCAPES
JOSE LEZAMA LIMA
POES/A COMPLE::TA
Ah , que tú escapes en el instante
en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.
Ah , mi amiga , que tú no quieras creer
las preguntas de esa estrella recién cortada ,
que va mojando sus puntas en otra estrella
enemiga.
Ah , si pudiera ser cierto que a la hora del baño ,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos :
antílopes, serpientes de pasos breves , de pasos
evaporados,
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada .
Ah , mi amiga , si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía
acompañar,
pues el viento, el viento gracioso ,
se extiende como un gato para dejarse definir.
aaaee
~~fh9R11
eemm ,
DE:
UNA OSCURA PRADERA ME CONVIDA
LA FIJEZA
PENSAMIENTOS EN LA HABANA
Una oscura pradera me convida,
sus manteles estables y ceñidos,
giran en mí, en mi balcón se aduermen.
Dominan su extensión , su indefinida
cúpula de alabastro se recrea .
Sobre las aguas del espejo,
breve la voz en mitad de cien caminos ,
mi memoria prepara su sorpresa :
gamo en el cielo , rocío, llamarada.
Sin sentir que me llaman
penetro en la pradera despacioso,
ufano en nuevo laberinto derretido.
Allí se ven, ilustres restos ,
cien cabezas , cornetas, mil funciones
abren su cielo , su girasol callando ,
Extraña la sorpresa en este cielo ,
donde sin querer vuelven pisadas
y suenan las voces en su centro henchido,
Una oscura pradera va pasando,
Entre los dos, viento o fino papel,
el viento, herido viento de esta muerte
mágica, una y despedida.
Un pájaro y otro ya no tiemblan.
Porque habito un susurro como un velamen ,
una tierra donde el hielo es una reminiscencia ,
el fuego no puede izar un pájaro
y quemarlo en una conversación de estilo calmo .
Aunque ese estilo no me dicte un sollozo
y un brinco tenue me deje vivir malhumorado ,
no he de reconocer la inútil marcha
de una máscara flotando donde yo no pueda ,
donde yo no pueda transportar el picapedrero o el
picaporte
a los museos donde se empapelan los asesinatos
mientras los visitadores señalan la ardilla
que con el rabo se ajusta las medias.
Si un estilo anterior sacude el árbol,
decide el sollozo de dos cabellos y exclama:
my soul is not in an ashtray.
• José Lezama Urna, Poesía completa , Instituto del libro, La Habana .
Cuba, 1970, 468 pp.
Cualquier recuerdo que sea transportado,
recibido como una galantina de los obesos
embajadores de antaño,
no nos hará vivir como la silla rota
de la existencia solitaria que anota la marea
y estornuda en otoño,
y el tamaño de una carcajada,
rota por decir que sus recuerdos están
recordados ,
y sus estilos los fragmentos de una serpiente
19
Biblioteca de México
quebrar el fuego
que queremos soldar
y nos hablan del modelo viviente y de la parábola
sin preocuparnos de la intensidad de sus ojos .
Si alguien nos recuerda que nuestros estilos
del quebrantahuesos.
Ellos que cargan con sus maniquíes a todos los
están ya recordados;
que por nuestras narices no escogita un aire sutil ,
puertos
sino que el Eolo de las fuentes elaboradas
y que hunden en sus baúles un chirriar
de vultúridos disecados.
por los que decidieron que el ser
habitase en el hombre,
Ellos no quieren saber que trepamos por las
sin que ninguno de nosotros
raíces húmedas del helecho
dejase caer la saliva de una decisión bailable,
-donde hay dos hombres frente a una mesa; a la
aunque presumimos como los demás hombres
derecha , la jarra
que nuestras narices lanzan un aire sutil.
y el pan acariciado-,
y que aunque mastiquemos su estilo,
Como sueñan humillarnos ,
we don 'f choose our shoes in a show-window.
repitiendo día y noche con el ritmo de la tortuga
El caballo relincha cuando hay un bulto
que oculta el tiempo en su espaldar:
ustedes no decidieron que el ser habitase en el
que se interpone como un buey de peluche,
hombre ;
que impide que el río le pegue en el costado
vuestro Dios es la luna
y se bese con las espuelas regaladas
por una sonrosada adúltera neoyorquina.
contemplando como una balaustrada
al ser entrando en el hombre.
El caballo no relincha de noche;
Como quieren humillarnos le decimos
los cristales que exhala por su nariz,
fhe chief of fhe fribe descended the sfaircase.
una escarcha tibia, de papel;
la digestión de las espuelas
Ellos tienen unas vitrinas y usan unos zapatos.
después de recorrer sus músculos encristalados
En esas vitrinas alternan el maniquí con el
por un sudor de sartén.
quebrantahuesos disecado,
El buey de peluche y el caballo
y todo lo que ha pasado por la frente del hastío
oyen el violin , pero el fruto no cae
del búfalo solitario.
reventado en su lomo frotado
Si no miramos la vitrina, charlan
con un almíbar que no es nunca el alquitrán.
de nuestra insuficiente desnudez que no vale una El caballo resbala por el musgo
estatuilla de Nápoles.
donde hay una mesa que exhibe las espuelas,
Si la atravesamos y no rompemos los cristales,
pero la oreja erizada de la bestia no descifra .
no subrayan con gracia que nuestro hastío puede
La calma con música traspiés
y ebrios caballos de circo enrevesados,
donde la aguja muerde porque no hay un leopardo
y la crecida del acordeón
elabora una malla de tafetán gastado.
Aunque el hombre no salte, suenan
bultos divididos en cada estación indivisible,
porque el violín salta como un ojo.
Las inmóviles jarras remueven un eco cartilaginoso:
el vientre azul del pastor
se muestra en una bandeja de ostiones.
En ese eco del hueso y de la carne, brotan unos
bufidos
cubiertos por un disfraz de telaraña,
para el deleite al que se le abre una boca,
como la flauta de bambú elaborada
por los garzones pedigüeños.
Piden una cóncava oscuridad
donde dormir, rajando insensibles
el estilo del vientre de su madre .
Pero mientras afilan un suspiro de telaraña
dentro de una jarra de mano en mano,
Pintura de René Portocarrero
e/ rasguño en /a tiorba no descifra.
20
Indicaba unas molduras
que mi carne prefiere a las almendras.
Unas molduras ricas y agujereadas
por la mano que las envuelve
y le riega los insectos que la han de acompañar.
y esa espera , esperada en la madera
por su absorción que no detiene el jinete .
mientras no unas máscaras , los hachazos
que no llegan a las molduras ,
que no esperan como un hacha o una máscara,
sino como el hombre que espera en una casa de
hojas.
Pero al trazar las grietas de la moldura
y al perejil y al canario haciendo gloria ,
rétranger nous demande le ga(l;on maudit.
El mismo almizclero conocía la entrada ,
el hilo de tres secretos
se continuaba hasta llegar a la terraza
sin ver el incendio del palacio grotesco.
¿Una puerta se derrumba porque el ebrio
sin las botas puestas le abandona su sueño?
Un sudor fangoso caía de los fustes
y las columnas se deshacían en un suspiro
que rodaba sus piedras hasta el arroyo.
Las azoteas y las barcazas
resguardan el líquido calmo y el aire escogido;
las azoteas amigas de los trompos
y las barcazas que anclan en un monte truncado,
ruedan confundidas por una galantería disecada
que sorprende
a la hilandería y al reverso del ojo enmascarados
tiritando juntos.
Dibujo de Mariano
grabadas en el aire escogido.
Nos recorremos
y la nueva sorpresa nos da los amigos
y el nacimiento de una dialéctica :
mientras dos diedros giran mordisqueándose .
el agua paseando por los canales de los huesos
lleva nuestro cuerpo hacia el flujo calmoso
de la tierra que no está navegada ,
donde un alga despierta digiere incansablemente
a un pájaro dormido.
Pensar que unos ballesteros
disparan a una urna cineraria
y que de la urna saltan
unos pálidos cantando,
porque nuestros recuerdos están ya recordados
y rumiamos con una dignidad muy atolondrada
unas molduras salidas de la siesta picoteada del
cazador.
Para saber si la canción es nuestra o de la noche,
quieren darnos un hacha elaborada en las fuentes
de Eolo.
Quieren que saltemos de esa urna
y quieren también vernos desnudos.
Quieren que esa muerte que nos han regalado
sea la fuente de nuestro nacimiento,
y que nuestro oscuro tejer y deshacerse
esté recordado por el hilo de la pretendida.
Sabemos que el canario y el perejil hacen gloria
y que la primera flauta se hizo de una rama robada .
Nos recorremos
y ya detenidos señalamos la urna y a las palomas
Nos da los amigos que una luz redescubre
y la plaza donde conversan sin ser despertados.
De aquella urna maliciosamente donada ,
saltaban parejas, contrastes y la fiebre
injertada en los cuerpos de imán
del paje loco sutilizando el suplicio lamido.
Mi vergüenza , los cuernos de imán untados de
luna fría ,
pero el desprecio paría una cifra
y ya sin conciencia columpiaba una rama .
Pero después de ofrecer sus respetos ,
cuando bicéfalos, mañosos correctos
golpean con martillos algosos el androide tenorino,
el jefe de la tribu descendió la escalinata.
Los abalorios que nos han regalado
han fortalecido nuestra propia miseria,
pero como nos sabemos desnudos
el ser se posará en nuestros pasos cruzados.
y mientras nos pintarrajeaban
para que saltásemos de la urna cineraria ,
21
Biblioteca de México
sabiamos que como siempre el viento rizaba las
aguas y unos pasos seguian con fruición nuestra
propia miseria .
Los pasos huian con las primeras preguntas del
sueño.
Pero el perro mordido por luz y por sombra ,
por rabo y cabeza;
de luz tenebrosa que no logra grabarlo
y de sombra apestosa ; la luz no lo afina
ni lo nutre la sombra ; y así muerde
la luz y el fruto , la madera y la sombra ,
la mansión y el hijo, rompiendo el zumbido
cuando los pasos se alejan y él toca en el pórtico.
Pobre rio bobo que no encuentra salida,
ni las puertas y hojas hinchando su música.
Escogió, doble contra sencillo, los terrones malditos,
pero yo no escojo mis zapatos en una vitrina.
Al perderse el contorno en la hoja
el gusano revisaba oliscón su vieja morada ;
al morder las aguas llegadas al rio definido,
el colibri tocaba las viejas molduras .
El vial in de hielo amortajado en la reminiscencia .
El pájaro mosca destrenza una música y ata una
música .
Nuestros bosques no obligan el hombre a perderse ,
el bosque es para nosotros una serafina en la
reminiscencia .
Cada hombre desnudo que viene por el rio ,
en la corriente o el huevo hialino,
nada en el aire si suspende el aliento
y extiende indefinidamente las piernas.
La boca de la carne de nuestras maderas
quema las gotas rizadas.
El aire escogido es como un hacha
para la carne de nuestras maderas ,
y el colibrí las traspasa .
Dibujo de Rene Portocarrero
DE:
POEMAS NO PUBLICADOS EN LIBRO
ODA A JULlÁN DEL CASAL
Déjenlo, verdeante, que se vuelva;
permitid le que salga de la fiesta
a la terraza donde están dormidos.
A los dormidos los cuidará quejoso,
fijándose como se agrupa la mañana helada .
La errante chispa de su verde errante,
trazará círculos frente a los dormidos
de la terraza , la seda de su solapa
escurre el agua repasada del tritón
y otro tritón sobre su espalda en polvo.
Dejadlo que se vuelva, mitad ciruelo
y mitad piña laqueada por la frente .
Mi espalda se irrita surcada por las orugas
que mastican un mimbre trocado en pez centurión,
pero yo continúo trabajando la madera ,
como una uña despierta ,
como una serafina que ata y destrenza en la
reminiscencia.
El bosque soplado
desprende el colibrí del instante
y las viejas molduras.
Nuestra madera es un buey de peluche;
el estado ciudad es hoy el estado y un bosque
pequeño.
El huésped sopla el caballo y las lluvias también .
El caballo para su belfo y su cola por la serafina
del bosque;
el hombre desnudo entona su propia miseria,
el pájaro mosca lo mancha y traspasa.
Mi alma no está en un cenicero .
Déjenlo que acompañe sin hablar,
permitid le, blandamente, que se vuelva
hacia el frutero donde están los osos
con el plato de nieve, o el reno
de la escribania, con su manilla de ámbar
22
por la espalda . Su tos alegre
espolvorea la máscara de combatientes japoneses.
Dentro de un dragón de hilos de oro,
camina ligero con los pedidos de la lluvia,
hasta la Concha de oro del Teatro Tacón,
donde rígida la corista coloca rá
sus flores en el pico del cisne ,
como la mulata de los tres gritos en el vodevi l
y los neoclásicos senos martillados por la pedanteria
de Clesinger. Todo pasó
cuando ya fue pasado, pero también pasó
la aurora con su punto de nieve.
pues allí viste el eleph negro en lo alto del surtidor.
Cronista de la boda de Luna de Copas
con la Sota de Bastos . tuviste que brindar
con champagne gelé por los sudores frias
de tu med ianoche de agonizante.
Los dormidos en la terraza ,
que tú tan sólo los tocabas quejumbrosamente ,
escup ian sobre el tazón que tú le llevabas a los
cisnes.
No respetaban que tú le habías encristalado la
te rraza
y llevado el menguante de la liebre al espejo .
Tu s disfraces, como el almirante samurai,
que tapó la escuadra enemiga con un abanico ,
o el monje que no sabe qué espera en El Escorial,
hubieran producido otro escalofrío en Ba udelaire.
Sus sombríos rasg uños , exagramas chinos en tu
san gre,
se igualaban con la influencia que tu vida
hubiera dejado en Baud elaire,
como lograste alu cinar al Sileno
con ojos de sapo y diamante frontal.
Si lo tocan , chirrían sus arenas;
si lo mueven , el arco iris rompe su s cenizas.
Inmóvil en la brisa , sujetado
por el brillo de las arañas verdes.
Es un vaho que se dobla en las ventanas.
Trae la carta funeral del ópalo .
Trae el pañuelo de opopónax
yagua quejumbrosa a la visita
sin sentarse apenas , con muchos
quédese, quédese,
que se acercan para llorar en su sonido
como los sillones de mimbre de las ruinas del
ingenio,
en cuyas ruinas se quedó para siempre el ancla
de su infantil chaqueta marinera .
Los fantasma s resinosos, los gatos
que dormían en el bolsillo de tu chaleco estrellado,
se embriagaban con tu s ojos verdes .
Desde enton ces, el mayor gato, el peligroso
genuflexo,
no ha vuelto a ser acariciado.
Cuando el gato termine la madeja ,
le gustará jugar con tu cerquillo,
como las estrías de la tortuga
nos dan la hoja precisa de nuestro fin .
Tu calidad cariciosa,
Pregunta y no espera la respuesta ,
lo tiran de la manga con trifolias de ceniza .
Están frías las amadas florecillas .
Frías están sus manos que no acaban ,
aprieta las manos con sus manos frías .
Sus manos no están frías , frío es el sudor
que lo detiene en su visita a la corista .
Le entrega las flores y el maniquí
se rompe en las baldosas rotas del acantilado.
Sus manos frías avivan las arañas ebrias ,
que van a deglutir el maniquí playero .
Cuidado, sus manos pueden avivar
la araña fría y el maniquí de las coristas .
Cuidado, él sigue oyendo como evapora
la propia tierra maternal ,
compás para el espacio coralino.
Su tos alegre sigue ordenando el ritmo
de nuestra crecida vegetal ,
al extenderse dormido.
Las formas en que utilizaste tus disfraces,
hubieran logrado influenciar a Baudelaire.
El espejo que unió a la condesa de Fernandina
con Napoleón Tercero, no te arrancó
las mismas flores que le llevaste a la corista,
Dibujo de Rene Portocarrero
23
Biblioteca de México
que colocaba un sofá de mimbre en una estampa
japonesa ,
el sofá volante, como los paños de fondo
de los relatos hagiográficos ,
que vino para ayudarte a morir.
El mail coach con trompetas ,
acudido para despertar a los dormidos de la
terraza ,
rompía tu escaso sueño en la madrugada ,
pues entre la medianoche y el despertar
hacías tus injertos de azalea con araña fría ,
que engendraban los sollozos de la Venus
Anadyomena
y el brazalete robado por el pico del alción.
Sea maldito el que se equivoque y te quiera
ofender, riéndose de tus disfraces
o de lo que escribiste en La Caricatura ,
con tan buena suerte que nadie ha podido
encontrar lo que escribiste para burlarte
y poder comprar la máscara japonesa.
Cómo se deben haber reído los ángeles,
cuando saludabas estupefacto
a la marquesa Polavieja, que avanzaba
hacia ti para palmearte frente al espejo.
Qué horror, debes haber soltado un lagarto
sobre la trifolia de una taza de té.
es la forma en que hemos sido retocados.
¿Por quién?
Respondan la chispa errante de tus ojos verdes
y el sonido de tu tos alegre.
Los frascos de perfume que entreabriste,
ahora te hacen salir de ellos como un homúnculo, .
ente de imagen creado por la evaporación,
corteza del árbol donde Adonai
huyó del jabalí para alcanzar
la resurrección de las estaciones.
El frío de tus manos,
es nuestra franja de la muerte,
tiene la misma hilacha de la manga
verde oro del disfraz para morir,
es el frío de todas nuestras manos.
A pesar del frío de nuestra inicial timidez
y del sorprendido en nuestro miedo final ,
llevaste nuestra luciérnaga verde al valle de
Proserpina .
La misión que te fue encomendada ,
descender a las profundidades con nuestra chispa
verde,
la quisiste cumplir de inmediato y por eso
escribiste:
ansias de aniquilarme sólo siento.
Pues todo poeta se apresura sin saberlo
para cumplir las órdenes indescifrables de Adonai.
Ahora ya sabemos el esplendor de esa sentencia
tuya ,
quisiste levar el verde de tus ojos verdes
a la terraza de los dormidos invisibles .
Haces después de muerto
las mismas iniciales, ahora
en el mojado escudo de cobre de la noche,
que comprobaban al tacto
la trigueñita de los doce años
y el padre enloquecido colgado de un árbol.
Sigues trazando círculos
en torno a los que se pasean por la terraza,
la chispa errante de tu errante verde.
Todos sabemos ya que no era tuyo
el falso terciopelo de la magia verde ,
los pasos contados sobre alfombras,
la daga que divide las barajas,
para unirlas de nuevo con tizne de císnes.
No era tampoco tuya la separación,
que la tribu de malvados te atribuye,
entre el espejo y el lago.
Eres el huevo de cristal,
donde el amarillo está reemplazado
por el verde errante de tus ojos verdes.
Invencionaste un color solemne,
guardamos ese verde entre dos hojas.
El verde de la muerte.
Ninguna estrofa de Baudelaire,
puede igualar el sonido de tu tos alegre.
Podemos retocar,
pero en definitiva lo que queda,
(1949)
Ilustración de René Portocarrero
24
qué compañía la chi spa errante de su errante
ve rde ,
mitad ciruelo y mitad piña laqueada por la frente .
Por eso aqui y alli, con los excavadores de la
identidad ,
entre los reseñadores y los sombrosos,
abres el quitasol de un inmenso Eros.
Nuestro escandaloso cariño te persigue
y por eso sonríes entre los muertos.
RETRATO DE DON FRANCISCO DE QUEVEDO
La muerte de Baudelaire, balbuceando
incesantemente: Sagrado nombre, Sagrado nombre,
tiene la misma calidad de tu muerte,
pues habiendo vivido como un delfin muerto de
sueño,
alcanzaste a morir muerto de risa .
Tu muerte podía haber influenciado a Baudelaire.
Aquel que entre nosotros dijo:
ansias de aniquilarme sólo siento,
fue tapado por la risa como una lava .
Sin dientes, pero con dientes
como sierra y a la noche no cierra
el negro terciopelo que lo entierra
entre el cla vel y el clavón crujiente .
Bailados sueños y las jácaras molientes
sacan el vozarrón Santiago de la tierra .
Noctámbulo tizón traza en vuelo ardientes
elipses en Nápoles donde el agua yerra.
Muérdago en semilla hinchado por la brisa
risota en el infierno, el tiburón quemado
escamas suelta, tonsurado yerto.
En esas ruinas , cubierto por la muerte,
ahora reaparece el cigarrillo que entre tus dedos
se quemaba,
la chispa con la que descendiste
al lento oscuro de la terraza helada.
Permitid que se vuelva, ya nos mira ,
En el fin de los fines ¿qué es esto?
Roto maíz entuerto en el faisán barniza
y en la horca se salva encaramado.
25
Biblioteca de México
JULIO ORTEGA*
PRÓLOGO A
EL REINO DE LA
IMAGEN
\
.
(Fragmentos)
"Sólo lo difícil es estimulante"
escribió José Lezama Lima
(1910-1976) al inicio de uno de
sus libros; y, en efecto, pocas
obras más difíciles y más estimulantes hay en la literatura latinoamericana como la suya propia.
Obra compleja, oscura y brillante,
cuya desmesurada empresa
cuestiona las nociones establecidas del acto literario para proponerse el diseño insólito de una literatura capaz de reformular
nuestra misma experiencia de lo
real. Pocas veces la literatura
nuestra ha emprendido una
aventura poética como esta que
Lezama Lima se propuso. Empresa radical, que dicta sus propias reglas, que se muestra en el
proceso mismo de su riesgo, que
da cuenta de su acopio como de
sus disoluciones, que procede a
una reconstrucción del mundo
natural , y que, al final, funda un
universo verbal cuya ambición de
sentido es rehacer nuestra percepción. Y, sin embargo, no es
ésta una obra programática: el
riesgo es su signo, y la zozobra le
resulta connatural. Lezama Lima
se nos aparece hoy, culminado el
ciclo de su trabajo, como un artesano del sentido: como Borges,
pero más allá de Borges, fue un
• José Lezama Lima, El reino de la imagen,
selección, prólogo y cronología de Julio
Ortega, Biblioteca Ayacucho, Caracas, Venezuela, 1981 , 630 pp.
escritor dotado por un espacio
propio, por un ámbito fecundo,
pródigo en reg istros y en su
capacidad de conversión verbal.
O sea, fue un escritor que producía una obra, no uno que se debía al acabado de un libro. Fue el
autor de amplios frescos, de trabajos poéticos que teorizaban
sobre una práctica siempre inacabada. Fue, por eso, un autor
de una obra que no podría haber
culminado; que era, por su propia
naturaleza, a la vez inacabable e
imperfectible.'
De allí la calidad , manual, artesanal de su trabajo, que supone el taller fecundo de su obra;
de una obra cuyos tomos fue produciendo no como quería MalIarmé para sustituir al mundo
sino, más bien , para reinterpretarlo, para reconocer su sentido y
celebrar los laberintos de ese reconocimiento. Es por eso que al
leer cualquier página de Lezama
vemos al escritor escribiendo, no
al escritor reescribiendo; es decir,
Lezama no solamente se entrega
a la fluencia circular de sus ritmos, a la sintaxis abierta y a ve, Una excelente interpretación del sentido de
la obra de Lezama es la que propone Cintio
Vitier, a partir de la poesía, en el capítulo
"Crecida de la ambición creadora. La poesía
de José Lezama Lima y el intento de una
teleologla insular" , de su libro Lo cubano en
la poesía, Santa Clara, Universidad Central
de Las Villas, 1958, pp. 369-97; asi mismo lo
es la memorable presentación de Julio
Cortázar "Para llegar a Lezama Lima", en su
La vuena al dla en ochenta mundos, México,
siglo XXI, pp. 135-155. Ambos trabajos están
reunidos en Pedro Simón, ed., Recopilación
de textos sobre José Lezama Lima, La Habana, Casa de las Américas, 1970.
26
ces distraída de su prosodia incorporadora , a la figuración prelógica de su discurso que es un
acto haciéndose en el texto; sino
que, además, Lezama emplea el
lenguaje como si el lenguaje no
hubiese sido aún escrito; esto es,
como si entre las palabras y las
cosas no hubiese sido todavía
establecida una propiedad referencial y un orden discursivo del
nombre en el mundo. Lo cual
quiere decir que las palabras son
más que el nombre: son el nombre y su resonancia original, la
energía material y primaria que la
poesía libera para reconstruir la
interacción de la imagen en un
espacio de exploración y revelación. De allí el riesgo: nada puede ser prometido al inicio del
texto; y de allí la zozobra: ~ablar
con los nombres para decir no la
cosa sino la imagen como evento, puede culminar en un naufragio del lenguaje, en un espacio
donde el sentido entrevisto puede no ganar una forma. De estos
riesgos extremos y de estas zozobras fecundas está hecha,
todo, la poesía de Lezama; pero
toda su obra está recorrida por
este drama del texto, que así se
sitúa más allá de la eficacia o de
la bondad de un recurso literario,
más allá de la "palabra justa" y
del "acabado de la forma" , Se
sitúa en el origen mismo de los
textos: en el acto por el cual el
lenguaje es un espacio originario;
no sólo un instrumento sino tam-
bien una materia poderosa y
enigmática capaz de rehacernos
y de devolvernos al sentido.
Escribir escribiendo: nada es
previo o posterior, todo se decide
en esa incesante y proliferante
actividad, un poco maniática, un
tanto ritual, cuya celebración es
una forma de la dicha pero tam­
bién una ironía y una agonía.
Escribir no para desrealizar luego
de discernir, como en Borges; no
para acumular la intensidad de la
transparencia vivida, como en
Octavio Paz; no para habitar y
decir la excepción, su brillo y nos­
talgia, como en Cortázar. Escribir,
más bien, para que el lenguaje
2
5
Es pertinente esta conclusión de Guillermo
Sucre: ΈΙ hermetismo de Lezama es un modo
de ser. No depende de una sintaxis, compleja
o no. mucho menos del ocultamiento delibera­
do de una clave que, en sí misma, ya sea clara. Es cierto que Lezama concibe su sistema
poético regido por la razón. Esto no debe entenderse mal. Frente a los términos de la escolástica; ente de razón fundado en lo real, lo
cual darla en poesía: ente de razón fundado
en lo imaginario, él prefiere otra posibilidad: ta
poesía como ente de razón fundado en lo irreal. Por ello Lezama gusta citar una fórmula de
Pascal: Un arte incomprensible, pero razonable. Sin ser menos lúcida, su opción es evidentemente más radical: aventura no sólo en
lo imaginario como imaginable, como virtualidad, sino también en lo inexistente, lo no cread o . . V é a s e "Lezama Lima: el logos de la imaginación", en su La máscara, ta transparencia,
Caracas,, Monte Ávila. 1975. pp. 181-206.
ocurra como la incesante pre-figuEn el acto del poema, así,
ración, y, desde allí, como la acontece el lenguaje como un esnueva percepción de una hiperfi- pacio exploratorio. Pero su pecuguración. Acto del origen y acto liar aventura no busca un proceso
del final, el acto poético acontece de esclarecimiento revelador, sino
como el primer día y es por eso que descubre no pocas veces,
fundacional; pero también ocurre más bien, un espacio de descocomo la revelación cumplida y es, nocimiento. Y este es, segurapor eso, paradisíaco. Naturalmen- mente, el rasgo por el cual Lete, entre ambos extremos, entre zama difiere más de sus contemesas tensiones, las palabras poráneos: la poesía no sólo nos
abundan buscando despertar una descubre, también nos encubre.
forma, un proceso dinámico, un Es el lenguaje pre-lógico, tanto
cuerpo verbal vivo. Muchas ve- como su figuración autónoma, no
ces, en su poesía Lezama diseña referencial, lo que nos conduce a
el camino de esa búsqueda, esta noción de un desconocer, a
camino ardido y sumerso, y quizá este descenso a las potencialidael poema entero, el poema como des y virtualidades, desde donde
origen y revelación es sólo el la imagen emprende su vía metaparadigma, el sueño totalizado de fórica, su razón originaria, para
este camino de fragmentos y esta encarnar como nuevo lenguaje
ruta de figuraciones. De allí que del mundo, como decir posible.
desde esta aventura en el origen,
en las figuraciones del poema,
'• Saúl Yurkievich advierte que "La poesía
Lezama debió moverse hacia las devuelve
a la memoria germinal, anterior a la
organizaciones más discursivas reproductiva. Para Lezama Lima la reminiscencia se apoca y empobrece al pasar del
del texto de la novela. No sin an- germen a la forma, de la visión a la escritura
tes haber pasado por el ensayo, Propone y practica el camino inverso: el
retroceso de la menos forma factible al estapor la teoría del poema y del co- do germinativo, el abandono de los cuerpos
para reintegrarlos a su misterio prenatal."
nocimiento poético, una de cuyas Véase
"José Lezama Lima: el eros relacioconfiguraciones, por cierto, es su nable o la imagen omnímoda y omnívora, en
su La confabulación con la palabra, Madrid.
libertad americana.
Taurus, 1978. pp 116-125.
3
27
Biblioteca de México
JOSÉ LEZAMA LIMA
A PARTIR DE LA POESÍA*
(Fragmentos)
Es para mí el primer asombro de
la poesía, que sumergida en el
mundo prelógico, no sea nunca
ilógica. Como buscando la poesía una nueva causalidad, se
aferra enloquecedoramente a
esa causalidad. Se sabe que hay
un camino, para la poesía, que
sirve para atravesar ese desfiladero, pero nadie sabe cuál es
ese camino que está al borde de
la boca de la ballena; se sabe
que hay otro camino, que es el
que no se debe seguir, donde el
caballo en la encrucijada resopla,
como si sintiese el fuego en los
cascos, pero sabemos también
que ese camino sembrado de
higueras, cepilla las virutas del
perro de aguas cuando comienza su lucha con el caimán en las
profundidades del légamo removido.
Si divididos por el espíritu de
las nieblas o un sueño inconcluso, tratamos de precisar cuando
asumimos la poesía, su primer
peldaño, se nos regalaría la imagen de una primera irrupción en
la otra causalidad, la de la poesía, la cual puede ser
brusca y ondulante, o persuasiva y terrible, pero ya una
vez en esa región, la de la otra causalidad, se gana después una prolongada duración que va creando sus
nudos y metáforas causales. Si decimos, por ejemplo,
el cangrejo usa lazo azul y lo guarda en la maleta, lo primero, lo más difícil es, pudiéramos decir, subir a esa
frase, trepar al momentáneo y candoroso asombro que
nos produce. Si el fulminante del asombro restalla y
lejos de ser rechazados en nuestro afán de cabalgar
esa frase, la podemos mantener cubierta con la presión
de nuestras rodillas, comienza entonces a trascender, a
evaporar otra consecuencia o duración del tiempo del
poema. El asombro, primero, de poder ascender a otra
región. Después, de mantenemos en esa región, donde
* Op. cit.
vamos ya de asombro en asombro, pero como de natural respiración, a una causalidad que es
un continuo de incorporar y devolver, de poder estar en el espacio
que se contrae y se expande,
separados tan sólo por esa delicadeza que separa a la anémona
de la marina.
Tenemos, pues, que el cangrejo de lazo azul nos hizo ganar
otra región. Si después lo guardó
en una maleta, nos hizo ganar
una morada, es decir, una causalidad metafórica. Pero he ahí que
cualquier viajante de comercio
puede guardar su lazo azul en
una maleta, pero le falta ese primer asombro que inicia otra causalidad en la región, pues pasmo
aquella corbata azul, en el viajante de vulgaridad cotidiana, se desinfla sin tocar la poesía.
Así, la poesía queda como la
duración entre la progresión de la
causalidad metafórica y el continuo de la imagen. Aunque la
poesía sobre su causalidad
metafórica, se integra y se destruye, y apenas arribada a la fuente del sentido, el contrasentido golpea al caudal en su progresión. Si la causalidad al llegar a su final no se rinde al continuo de la
imagen, aquella fantasía en el sentido platónico no
puede realizar la permanencia de sus fiestas.
Guiados por la precisión de la poesía, colocamos
como una espera inaudita, que nos mantiene en vilo,
como con ojos de insectos. Durante cerca de doce
siglos antes de Cristo, hasta el siglo pasado, en las
enloquecedoras precisiones demostradas por los
arqueólogos, los epítetos homéricos, Terento, la de las
grandes murallas, o la áurea Mícenas, estaban como en
acechoflotante,semejante a la holoturia atravesada por
el amanecer. Hasta que la alucinación de Schlieman
descansó en la contemplación de una tumba rectangular en Micenas, con los restos de diecinueve personas,
entre ellas dos niños pequeños, no encontró su arraigo
al epíteto homérico: "Los rostros de los hombres estaban cubiertos con máscaras de oro, y sobre el pecho
tenían petos de oro. De las mujeres, dos tenían bandas
de oro sobre la frente, y otra una magnífica diadema de
oro. Los dos niños estaban envueítos en /aminas de
oro. Junto a los hombres estaban tendidos en el suelo
sus espadas, puñales, copas para beber, de oro y de
plata y otros utensilios. Las mujeres tenían a su lado
sus cajas de tocador de oro, alfileres de diversos metales preciosos, y sus vestidos estaban adornados con
discos de oro decorados con abejas, jibias, rosetas y
espirales de oro..." Treinta y cuatro siglos para comprobar la veracidad de un epíteto...
Comenzaban así a hervir los prodigios, desde la
suerte del Almirante misterioso, para nosotros los americanos, que sorprende en la cabellera de las indias,
como unas sedas de caballo. Aquí lo sutil se hace fuerte, lo acerado ahilado viste como una resistencia acerada, refugiándose en la convocatoria para lo secular
eterno. Sorprende después un perro grande, pero sin
habla, que lleva en su boca una madera, donde el
Almirante jura que cree ver letras. La imitación de lo
desconocido es por el costado americano más inmediata y deseosa. Lo desconocido es casi nuestra única
tradición. Apenas una situación o palabras, se nos convierten en desconocido, nos punza y arrebata. La
atracción de vencer las columnas en su limitación, o las
leyes del contomo, está en nuestros orígenes, pues
parece como si el misterioso Almirante, siguiese desde
el puente nocturno, el traspaso entre la sexta y la séptima morada, donde ya no hay puertas, según los místicos, y existe como la aventura de la regalía en el misterio. Sorprende además, la diferencia extrema en el
pequeño círculo mágico. Un árbol que tiene ramas
) cañas, y otra rama que tiene lentiscos. Los peces
tienen formas de gallos, azules, amarillos, colorados.
Toda esa riqueza de formas produce espera y descanso. En medio de esa diversidad, el hombre se nutre de
una espera, que tiene algo del arco y de la flecha aporética.
Aun la muerte entre nosotros parece que ordena, y
el caso de Martí, tan viviente antes como después de
su muerte, tiene antecedentes en la tierra de los hechizos. En 1530, en el Castillo de la Fuerza, coinciden el
que va a enloquecer buscando la juventud, Juan
Ponce de León, y el que ya adivina que la tierra no lo
va a contener, si el camino del río dialoga con las sombrías hojas de la medianoche. Hernando de Soto,
hechizado de su época, perenne habitador de un castillo, regalador de la misma sobreabundancia. El buscador de la juvencia, queda en asombro viendo cómo
el otro le regala riquezas, le burla su desconfianza, con
el indescifrable gesto bueno, sólo leíble en la tierra de
los prodigios y del eterno renacer. Le envía a su muje
con dinero, pues ya el otro sabe que la tierra no le
podrá dar la paz, aunque bailen sobre su podredumbre, y los caballos hagan suerte para despistar a los
Indios, que saben el secreto, y que apenas alejados los
españoles, comenzarán a desenterrar al hechizado.
Como en cuanto "sintió unas calenturas, que el primer
día se mostró lenta y el tercero rigurosísima", según
nos dice el Inca Garcilaso, sintió que su mal era de
muerte, apenas pudo hacerse de papel para dictar el
testamento. Tres años siguieron a su muerte, en que
amigos y su esposa Inés de Bobadilla, lo seguían buscando, dejando señales en los árboles y "cartas escritas metidas en un hueco de ellos con la relación de lo
que habían hecho y pensaban hacer el verano siguiente". Desenterrado, sepulto en el río, continuaban desde
las sombras las visitas del hechizado. El solo conocí-
miento de su muerte, tres años después de estar en la viaje que podía tener sus riegos secretos. Y al mismo
tierra de fondo de río, mata a su esposa, que había tiempo, qué confianza en la delicadeza de sus customandado con juventud y riqueza, al buscador de la dios que cuidaban las travesuras y las moscas del diajuvencia, para decirle que estaba en el Castillo de la blo. Uno solo que se hubiera perdido o mostrado su
Fuerza. Ya el hechizado había estado en el entierro y desagrado, habría traído consecuencias no previsibles.
\ .
en la casa de la muerte de los nobles curacas, reparEn sombrías hileras de cruces, veintitrés sacerdQtes
tiendo "la almorzada de perlas", como se decía al franciscanos, misioneros en el Japón, al mismo tiempo
reparto hecho con las dos manos, para hacer cuentas del canto y de la gloria, penetran en la muerte. Con sus
de rosario, a pesar de que eran gruesas como garban- uniformes, que la altura abrillanta como un metal terrozos gordos, según decía el cronista. Llega así el hechi- so, con sus salmos apenas musitados, con sus rostros
zado a la casa de la muerte. Gigantes con cara de dia- nobles que la flaccidez de la muerte ladea, irrumpen,
mantes defendían la entrada de las maravillas. Luego, como una milicia que penetra por las murallas transpainterminables ejércitos en los relieves, con hachas de rentadas, con la misma unidad , en el mismo coro, por
pedemal, que descargaban la muerte centelleando. La el mismo boquete de la muerte. El mismo resplandor
quinta fila de arqueros con flechas de pedemal y cuen- de veintitrés hombres, que al unísono repiten el gesto
co de venado labrado en cuatro esquinas. Después, del Crucificado mayor, marcha paralelizado en la escelas picas de cobre. Y Hemando de Soto, que se ade- na entregada a la infamia, pues veintitrés lanzas buslanta para entrar en la casa de la muerte. Y el ejército, can los costados, las risotadas no de una ronda, sino
en el relieve de la casa de la muerte, disparando ince- de un regimiento, con la algazara y tumulto de merensantemente, y el batallador que se desploma. Pero dero sombrío, los jefes a caballo, las máscaras y los
está más allá de ser guardado en la tierra, de ser meci- rabos diabólicos, los guardias que agigantan sus pasos
do en el río, sobrevive tres años después de muerto, para extender una herida, para vigilar impasiblemente
vuelve muerto para recoger a su esposa y volver a una agonía, los indiferentes que se retiran como espepasearse en su castillo.
rando el final del cansancio de la gloria y de la infamia.
No sólo los hechizos, enviándonos sus meteoros y Pero ni siquiera tienen la tradición de la cruz, y el aspa
sus cometas, sino a veces situaciones excepcionales, vertical tiene casi una triple extensión que la horizontal,
que se mantienen en unidad de espacio, logran pene- y para herir en el costado tienen que usar unas lanzas
trar en el invisible poético, dándole como un centro de tan largas que parece que van a tocar una llama más
gravedad a su permanencia . En el período de la res- que agrandar una herida. En lo alto, como una uma de
tauración Meijii, en el Japón, doscientos niños de las aire dorado, fuerte , lista a la formación de sonidos, lo
mejores familias japonesas fueron enviados al invisible que se llena como de la otra milicia, que viene
Vaticano. Aquella unidad coral de garzones penetraron como a preparar la recepción de los veintitrés hombres
en los pasillos seculares con sus colores, con su piel, que llegan , ya en su transparencia, para agrandar la
con su habla como el chillido de las gaviotas. Debió de rueda de un resplandor mayor.
ser una sorpresa mayor que la de los misioneros llegaNo solamente esos coros que han penetrado con
dos al oriente. ¿Cuál habrá sido la reacción de la roma- algazara coloreada en la ciudad desconocida, o majesnidad ante aquel envío de lo más delicioso del feuda- tuosamente en lo invisible, sino que el hombre ha
lismo de los shaguns? ¿Al regresar a su país, qué esbozado gestos, situaciones, fugas y sobresaJtos, que
impresión llevarían los garzones japoneses de aquella unas veces exhalados por inexplicables exigencias, y
majestuosa valoración teocrática? ¿Qué copias engen- otras por violencia de un destino indescifrable, lo rodedraron, en lo que eran pintores, la Academia y la an como si hubiese una zona de trabajo y expectativas,
Creación? Ellos que copiaron con tanta delicadeza y alejados de la mera carga individual, donde coinciden
fidelidad las estampas chinas, diferenciándose, no obs- los acarreos corales, muchedumbres, cogidas por
tante de sus modelos, en formas significativas y muy idénticos destinos, marchando congeladas dentro de
visibles, por la colocación en la misma estampa, de un las mismas finalidades. En un salón, podemos establesapo domesticado por la magia taoísta o una pesada cer la división de los que fuman y los que desdeñan la
hoja de helecho que se mueve gemebunda.
hoja encendida; en la cámara de la muerte, asisten los
que parlotean y los que se adormecen. En una traveEra una forma de invasión y reconocimiento hasta en- sía, los que contemplan la estela, o los que bajan a valtonces desconocida. No eran los misioneros, los mer- sar. Se acercan en sus potros los campesinos a un torcaderes o los guerreros iracundos, los que llevaban la neo de gallos, unos llegan silbando, otros cetrinos
responsabilidad secreta de la visitación: Por las calles silenciosos, mascullan la borraja. Fulgurantes agrupade la romanidad se veían aquellos muchachos extraí- ciones, que en un instante o en cualquier unidad de
dos de la flor del feudalismo japonés. Por otra parte, tiempo, establecen como una clave, una familia, una
qué valor incomparable en esas familias, de permitir un semejanza en lo errante o inadvertido. Claves que no
30
existen en una demorada casa temporal, sino impues-
mecanismo interno de sus compuertas, que ruedan o
tas por una circunstancia, un agrupamiento aparente-
se sobreviven con el tatuaje de aquella situación.
mente caprichoso o fatal, pero que establece una divi-
Cautiverio que atrajo todas las luces en su marcha,
sión por gestos o actitudes, por acudimientos o inhibi-
pero que el tiempo de la dispersión fue extinguiendo
ciones, tan importantes, dentro de ese breve reducto
sus luces y sus redobles, quedando como un proce-
temporal, como una reorganización por lo económico,
sional de pesadilla.
por las exigencias del trabajo, o por los linajes que se
Nosotros entresacamos de esos coros en la imagen,
fundan o se suceden. Nada más lejos de poder con-
con un tiempo que llevan en su centro: la espera a los
tentamos con la creencia de que son agrupamientos
pies de la muralla, el adolescente errante, la retirada
banales o dictados por el capricho. Muy pronto, en el
(Anabasis o la Grand Armée) y el destierro.
ejemplo de los que en la travesía contemplan la estela,
¿Por qué escogemos como entidad coral imaginaria
se cambian miradas, se acercan. Si continúan en la
los que esperan a los pies de las murallas, y no la ciu-
medianoche en la contemplación de esos dualismos
dad sitiada? Porque los sitiados se acogen a la perma-
engendrados por invisibles Nikés, ya se ciñen las
nencia o a la muerte. El fin de una ciudad sitiada es el
manos. Treinta años más tarde, ese hecho tiene una
fuego o la irrupción de los moradores bárbaros. Vemos
asombrosa y patética resonancia, se evoca con júbilo
cómo el gran Príamo, conducido en el carro por
o con socarronería, mientras unas meninas jugando a
Hermes, se acerca al Aquileo, "le abrazó las rodillas,
los yaquis disimulan sus risitas con dientes de leche.
besó aquellas manos terribles, que habían dado muer-
En el otro ejemplo, el guajiro silbante que se acerca al
te a tantos hijos suyos". Viene a buscar a su hijo muer-
galleo, un colono oloroso a nicotina está en su diestra.
to y él mismo arriesga la vida. Pero el que espera a los
El Sultancillo, al que le tiró su escarcela llena de doblas
pies de las murallas, corre el riesgo de que su espera
isabelinas, tumba y arrebata. De ahí sacó el silbante
se trueque en otra entidad imaginaria: la retirada, el
una promesa de primeros labrantíos. Después, moja
coro en fuga bajo el cierzo. A través de su hijo muerto,
los corazoncitos con la hija plañidera del rico home. Lo
el que domaba los potros, Príamo, establece un demo-
vemos después hincharse con un cucharón en la mela-
rado contacto con Aquileo. "Príamo Dardánida admiró
za. "Tiene tres ingenios", dicen ahora los copistas fra-
la estatura y el aspecto de Aquileo, pues el héroe pare-
casados. Pero en el día de su muerte, cabeceando
cía un dios; y a su vez, Aquileo admiró a Príamo
como una góndola, se ve llegar a un natural guajolote
Dardánida, contemplando su noble rostro y escuchan-
de mala brillantina, principal Tomás Risitas, pasándose
do su palabra." El rescate de Héctor y la tregua de once
la estrella de su espuela por los labios, para estimular
días lograda por Hermes, es una larga pinta de luz en-
una canción con lo de adentro.
tre los aqueos y los teucros. Dos entradas de Hermes,
dos banquetes fúnebres, tiempo entre dos auroras. Es
En asombro o bulto que desconcierta un instante del
decir, la comunicación entre las dos fuerzas se hace
vivir, a veces se reproduce coralmente en idéntica
imprevisible, el rescate del cuerpo de Héctor, por ejem-
situación y tiempo. Lo que fue hecho excepcional, de
plo. Y esto monstruoso: los donativos que acepta
larga cauda, pasa a un todo, llevando por la energía
Aquileo, a espaldas de Agamenón, por la devolución
proporcional a la misma intencionalidad, riesgo o fre-
del cadáver. El mismo Hermes que guía a Príamo
nesí, que mantiene esa coincidencia durante un tiem-
hasta la tienda del Aquileo, resguarda la fuga después
po, que es al mismo tiempo contorno y sucesión del
de la conducta reprobable del Aquileo. El dios guía en
hecho. Intencionalidad y tiempo quedan en esas oca-
una acción noble y en una acción reprobable, pues en
siones tan bien soldados, que forman dentro del tiem-
realidad el pasaje no tenía por qué hacerse a base de
po, como cuantidad sucesiva, un remolino aparte y
la nobleza de Príamo y de la mezquindad del Aquileo,
como congelado para la visión. Que esos hechos son
que tasa su acción y aconseja la discreción con
orgánicos dentro del mundo que los motiva y engarza,
Agamenón y la astucia para burlar sus propias tropas.
lo revela su característica más valiosa, es decir, que
Después que el Aquileo queda dueño del campo, se le
vuelven, que se reintegran, que son necesidad afano-
ve mezquino en esa acción de indudable grandeza. Su
sa de reintegrarse y reincidir dentro de la ciudad.
cortesía tiene un precio, su gesto no está solamente
Surgidos esos hechos, cuando alcanza la plenitud en
llevado por la suprema caballerosidad. Desde el princi-
su presentación, adquieren una trágica eficacia, por el
pio de La llíada, se observa entre los que esperan a los
rendimiento fabuloso que se exige de las personas que
pies de las murallas, la tendencia a la subdivisión, o al
coinciden en él, por el paréntesis que ofrecen entre una
menos a la existencia de dos fuerzas, la de Agamenón
incitación potencial y una extinción, que es una sus-
Atrida, y el héroe, el que trae el origen misterioso y la
pensión. Volverá a reincidir ese hecho privilegiado,
protección de Dios. Apolo tiene que mantenerse lan-
pero deshecho el encantamiento que encuadraba esa
zando sus bengalas para avisar los excesos del Atrida.
coralidad en una misma unidad de tiempo, rompe el
La gula por la Criseida y Briseida dividen al Agamenón
31
Biblioteca de
México
y al Pélida. El campamento sitiador sucumbe al que
los dragones en el camino de los triunfos de Hércules.
hiere de lejos, saetas tras saetas se ven caer a los
Después de haber dominado al león y a la hidra, viene
héroes, víctimas de un maleficio. A pesar de la diferen-
su victoria en la Hesperia sobre el dragón. Pero el sur-
cia entre Agamenón Atrida y el Aquileo Pélida ¿qué los
gimiento del dragón en la tradición occidental, nos
une? La condición excepcional, impuesta por la tensión
parece difícil y paradojal, pues en la primitiva cultura
entre los sitiados y los sitiadores. Hay una relación
china, las primeras dinastías son llamadas de los
entre Héctor, Patroclo y el Aquileo, donde ya no puede
cinco dragones, y entre sus primeros reyes, del perío-
figurar el Atrida, que establece en la situación excep-
do mítico, Fou Hi, Chin Noum y Hoang Ti, con una
cional, la solución igualmente excepcional. Situación
antigüedad de 2697 años antes de Cristo. Vico no
que se enrarece cada vez más entre los que esperan
podía comprender el hechizo entero de la ciudad, de
a los pies de las murallas, pues Agamenón utiliza a
la marcha del campesinado penetrando en lo irreal, en
Patroclo cada vez que la ocasión es propicia contra el
lo imposible. ¿Cómo pudieron llegar esas fábulas grie-
Pélida. Hay un designio indescifrable, pero que no obs-
gas a los japoneses, se pregunta Vico, o a la China
tante actúa como si estuviese perfectamente descifra-
donde existe una Orden de Caballeros del Hábito del
do. Después de la estallante cólera del Aquileo, viene
Dragón? La respuesta brinca de concluyente: porque
la mansa entrega de Briseida al comando dirigido por
Fou Hi, que corresponde a lo que pudiéramos llamar
Patroclo, del linaje de Zeus. En el canto final, la llega-
un equivalente del período cadmeo, lleva la letra y el
da del cortejo de Hermes y de Príamo, encuentra al
número, y al mismo tiempo es el primer rey de drago-
Pélida dispuesto a todas las soluciones, aun a la acep-
nes de la cultura china. Si existen cinco dinastías de
tación de las dádivas. La intervención de la única clari-
dragones, con la mantenida presunción de que éstos
dad posible en medio de los que esperan a los pies de
son invencibles, pues no podían tener la menor noticia
las murallas. Si no hubiese un desciframiento que es
de los triunfos de Hércules, que llevaba al dragón a
como un puente entre el "hiere de lejos", y el hecho que
una flaccidez vencida. Entre el dragón que lucha con
se deshace en la interpretación divinal, el canto caería.
Hércules, y los dragones de las primeras dinastías chi-
Pero ahí se ofrece visible y externo, y al mismo tiempo,
nas, debe de mediar la extensión cronológica que va
lejano y misterioso, un campo donde lo circular de los
desde la tortuga agrietada para la adivinación, en la
sitiados, la espiral abierta de los sitiadores, la manera
China arcaica, y la lira de concha de tortuga, pulsada
de atraer y descifrar un encuentro entre los dioses, por
para la adivinación, en la China arcaica, y la lira de
un lado Afrodita, la chipriota diosa y por el otro la diosa
concha de tortuga, pulsada por Orfeo. Si a esto añadi-
de ojos de lechuza. Aquiles, que tiene la mitad de su
mos que el dragón verde es el característico en la
sangre del lado de lo divino, prorrumpe en gritos poten-
China del Este tenemos que llegar a la conclusión que
tes contra la enemistad de los dioses, celoso de ese
era en extremo difícil esa influencia de la Grecia mito-
extremo del héroe pasado a los efímeros.
lógica sobre una lejanía casi irreconciliable. Vico no
Vico cree que las palabras sagradas, las sacerdotales, eran las que se transmitían entre los etruscos.
pudo conocer esa otra naturaleza del pueblo como
penetración de un coro en los designios.
Pero para nosotros el pueblo etrusco era esencial-
No basta que la imagen actúe sobre lo temporal his-
mente teocrático. Fue el más evidente caso de un
tórico, para que se engendre una era imaginaria, es
pueblo surgido en el misterio de las primeras inaugu-
decir, para que el reino poético se instaure. Ni es tan
raciones del dios, el monarca, el sacerdote y el pueblo
sólo que la causalidad metafórica llegue a hacerse
unidos en forma indiferenciada. El convencimiento
viviente por personas donde la tabulación unió lo real
que tenía el pueblo de que el dios, el monarca y el
con lo invisible como los reyes pastores o sagrados, el
sacerdote eran la misma persona, le prestaba a cada
Monarca como encarnación viviente del Uno (que en
una de sus experiencias o de sus gestos, la participa-
la cultura china arcaica es el agua, el norte y el color
ción en un mundo sagrado. Por eso la división que
negro), o un Julio César, un Eduardo el Confesor, un
Vico hace, entre los primitivos romanos, de las quaes-
San Luis, o un Alfonso χ el Sabio, sino que esas eras
tionem nominis y las quaestionem
imaginarias tienen que surgir en grandes fondos tem­
definitíonis,
pen-
sando que estas últimas eran "las ideas que se des-
porales, ya milenios, ya situaciones excepcionales,
pertaban en la mente humana al proferir la palabra",
que se hacen arquetípicas, que se congelan, donde la
eran, en esa dimensión etrusca, la misma cosa. Pues
imagen las puede apresar al repetirse. En los milenios,
en aquel pueblo, el nombre y la reminiscencia, eco
exigidos por una cultura, donde la imagen actúa sobre
animista de cada palabra, cobraban un relieve de un
determinadas circunstancias excepcionales al conver­
solo perfil. Vico podía creer en la transmisión sacerdo-
tirse el hecho en una viviente causalidad metafórica,
tal, pero se le hacía muy difícil la concepción del pue-
es donde se sitúan esas eras imaginarias. La historia
blo de sacerdotes, las innovaciones hechas por el
de la poesía no puede ser otra cosa que el estudio y
pueblo entero. Vico, por ejemplo, se decide a colocar
expresión de las eras imaginarias.
JOSÉ LEZ AM A LI MA
EL ROMANTICISMO Y
EL HECHO AMERICANO*
(Fragmentos)
En algún cuadro de Orozco, pintado con noble ternura , aparece un padre franciscano tratando de
levantar por los brazos a un indio, que viene a ren-
ros juri sdiccionales de las órdenes queda ron cumplidos, y entonces fueron la s comunidad es , en Ca taluña
o en Zaragoza , los que se vieron obligados a defender
dirle la cornucopia de los diezmos debidos. Liberados de las exigencias del poder central , por tierra s
americanas podian manifestar con pureza un recto
espíritu evangélico. En Santo Domingo, los dornini-
en una forrna sangrienta sus prerrogati vas y resgu ardos contra el poder central. Asi cuando Antonio Pérez
se declaró en rebeld ia contra el poder ce ntra l. se acoge al fuero zaragozano , para librarse de la s acechan-
cos que mantenían la tradición del padre Victoria ; en
Cuba, y después ante Carlos v, el padre de las
Casas; en México , los padres franciscanos . Y lo que
zas de Felipe 11, pero para acercarlo a Madrid exige el
fuero de la inquisición, que utiliza sus tizones para
arrancar confesión de asesinato, sin lograrlo . Cuand o
es más sorprendente, las colonias jesuitas del Paraguay, donde la compañía liberada , desde los
Hapsburgo, para tener un apoyo austriaco frente a
las intentonas del nacíonalismo de la Reforma , realiza experiencias para lograr la Jerusalén terrestre en
relación con la celeste. A medida que la colonización
se integra y el poder central se muestra más absorbente, el conflicto surge y se exacerba, al extremo de
llevar el clero católico , en la Argentina y México, al
separatismo , tratando de unir las esencias espirituales de la nación con las esencias evangélicas.
El proceso de ese hecho tiene una visible raiz histórica . En la Edad Media, desde la época de Fernando
111 el Santo y Alfonso x el Sabio, el clero luchó tenazmente por mantener sus fueros y el respeto de su
el desdén de Aquisgrán el papa Pío V II se entristeció ,
pe ro no ordenó guerra santa . Cuando la invasión francesa , el clero español tocó a rebato , llegando la crueldad del canónigo Calvo a limites tan excesivos , que
las Juntas de liberación llegaron a destituirlo. De esa
manera el clero español se oponía a la supresión de la
Inquisición , que fue la primera medida de José Bonaparte en la gobernación de España, yalliberalismo .
Napoleón se dio cuenta de inmediato lo que significaba su derrota en España , "rebajó mi moral en Europa ",
comentaba en los días finales de Santa Elena . Cuando la vuelta de su destierro, el Papa , dándole una palmadita a Luciano, lo despidió diciéndole: "Puesto que
va usted a París. haga las paces entre él y yo . Yo estoy en Roma ; él no tendrá nunca queja de mi. " El clero
jurisdicción . Cada pueblo, un templo, fue la divisa de
las primeras comunidades españolas. Un nuevo ma-
americano tomó distinto partido en relación con el
poder central. Casi todas las cátedras episcopales
pa, esencial y profundo, que tenía sus raices en lo
popular yen lo evangélico. Al adoptar la compañía su
política de acercamiento a los Austrias , en la época de
Carlos V y del austríaco Fernando el Católico, el mantenimiento de esos fueros fue relegado , pues ya los
jesuitas eran poder, política que tenía cierta justificación histórica, pues había que marchar en milicia contra la Reforma y aun contra la suspensión a que se
obligaba la vacilante actitud del Papado en relación
con la orden, y a las suspicacias de la autorídad romana después de las rectorías de Loyola, de Díego Laínez y de San Francisco de Borja, exigiendo que el
eran provistas oídos los virreyes , la monarquía metropolitana y las altas autoridades eclesiásticas. El mismo beato Claret, en sus años de obispado en Santiago, se jura fiel de Isabel 11 , sin que le rocen los problemas del separatismo. Pero el clero municipal, establece sus relaciones con los agricultores y con los pequeños terratenientes , no establece contacto con el poder
central y se sabe hostil en relación con la jerarquía, ya
que ésta , radicada en ciudades de más importancia,
establece relaciones con autoridades subordinadas a
lo hispánico. Aparecen entonces, a príncipios del siglo
XIX, los curas independentistas de México y de las Jun-
priorato general de la orden estuviese en manos de
extranjeros. Con la fundación de la Inquisición, los fue-
tas de Buenos Aires, los curas constituyentes de Cádiz, como el padre Varela . Hay en ellos algo del abate
Sieyés, del abate Marchena y de Blanco White . Toman
parte en la Revolución francesa , se convierten , des-
• o p. cir.
33
Biblio tec a de Méx ico
simulable, el arzobispo cambiaba posturas y se mordía labios, y el virrey lanzaba a vuelo prudencial su
mirada entre la alegría desatada del pueblo y la cólera atada y como reconcentrada del arzobispo . Se
encarcela a fray Servando, se retracta éste, pero el
frenesí del arzobispo lo envía a Cádiz, y allí lo sigue
vigilante, y fray Servando, como un precursor de
Fabricio del Dombo, comienza la ringlera de sus
fugas y sus saltos de frontera .
¿Por qué ese ensañamiento en su ilustrísima el
arzobispo? ¿Qué se agitaba en el fondo de aquellas
teologales controversias? Fray Servando al pintar la
imagen guadalupana en el manto de Santo Tomás,
de acuerdo con la legendaria prédica de los evangelios que éste había hecho, desvalorizaba la influencia
española sobre el indio por medio del espíritu evangélico. Había una tácita protesta antihispánica en su
colonización , y el arzobispo, oliscón de la gravedad
de la hereje interpretación , le salía al paso, lo enrejaba y lo vigilaba ; sabiendo el peligro de aquella prédica y sus intenciones, fray Servando, bajo apariencia
teologal , sentía como americano, .y en el paso del
señor barroco al desterrado romántico , se veía obligado a desplazarse por el primer escenario del americano en rebeldía, España, Francia, Inglaterra e
Italia. Al fin la querella entre el arzobispo frenético y
el cura rebelde va a encontrar su forma racíné , se
arraiga en el separatismo. De la persecución religiosa va a pasar a la persecución política, y estando en
Londres, al tener noticias del alzamiento del cura
Hidalgo, escribe folletos justificando el ideario separatista . Rodando por los calabozos, amigándose con
pués de abjurar, de nuevo al catolicismo, después de
haber traducido a Lucrecio y a Voltaire, o se acogen al
liberalismo inglés. Consecuencia : ganancia del catolicismo, amplitud de su compás, con su gran revolución, su absurdidad inagotable en lo poético, y la constante prueba del ejercicio de su libertad . Todo lo que
haya sido contrario a esa actitud del catolicismo, es
tan sólo vicisitud histórica , suceso, pero no cualificación de su dogmática.
A fines del siglo XVII I, aquel señor barroco, que veíamos en las fiestas pascuales, ir de su granja, rodeado de aromas y de paños de primor, al vistoso zócalo , donde repasa la filigrana del sagrario, al tiempo
que establece el chisporroteo del torito y la revuelta
tequila pone en la indiada el reojo de su frenesí.
¿Qué ha pasado? Su ilustrísima ha presidido con
disimulado quebranto, el predicamento de un curita
juvenil , afiebrado, muy frecuente en la exa ltación y el
párrafo numeroso . Su patemidad mayor ha contemplado el tumulto del pueblo al paso de un predicador
dado a tesis heresiarca, a machacar con probanzas
y distingos, sobre apariciones y contrapruebas. Para
oír al joven investido ha acudido hasta el virrey, pues
la festividad es de rango mayor, se trata de predicar
en unas fiestas guadalupanas. Y el tonsurado, que
causa tal revuelo verbal , fray Servando Teresa de
Mier, se ha lanzado, según el arzobispado, en peligrosas temeridades. Afirmaba el predicador que la
imagen pintada de la guadalupana estaba en la capa
de Santo Tomás, y no en la del indio Juan Diego . El
pueblo se mostraba en ricas albricias, en júbilo indi34
el liberalismo de Jovella nos, com batiendo contra la
invasión francesa, o desemba rcando con los conjurados de Mina , al fin encuentra con la procla mación
de la independencia de su pais, la ple nitud de su
rebeld ía, la forma que su madurez necesitaba pa ra
que su vida alcanza ra el se ntido de su proyecció n
histórica.
En fra y Serva ndo, en esa transición del ba rroco al
roman ticismo, sorprendemos ocultas sorpresas mu y
americanas. Cree romper con la tradición , cuando la
agranda . Así , cuando cree se pararse de lo hi spánico ,
lo reencuentra en él, agrandado . Reform ar dentro del
ordenamiento previo, no romper, sino retomar el hilo,
eso que es hispánico , fra y Servan do lo espuma y
acrece, lo lleva a la temeridad . El catoli cismo se
recuesta y se hace tronal ; huidizo, rehusa el descampado , pues nuestro tronad o mexicano, lo lleva a
recibe a las si ete de la maña na, en el co nvento
donde está preso fray Servando, y ya a las once,
éste para gan arlo por los más finos modos , fi nge un
sueño, en que el pastor Jovino. el sesudo ministro
Jovellan os, estu dia su cau sa, lo liberta y le muestra
un semblante mu y benévolo:
El nevado Arlanzón que me aprisiona.
El fuego mismo helara de Narciso .
Soy naufrago infeliz que una borrasca.
La más
oscura que exhaló el abismo,
las playas de la Hesperia.
Arrojó hasta
Donde en vano el remedio solicito.
El pastor Jovino sonríe la gracia de los versos de ci r-
calabozos, a co nspiraciones novedosas, a tenaces
reconciliaciones roman as, a di ctados proféticos , a
inmensas pira s funerales. El calabozo no lo lleva a la
cun stancia, disculpa ndo el ripio prosai co del último
verso, descifra fácilmente la apetencia del sueno, y
ordena la libertad de Fray Servand o. Buen signo
america no, la fi neza del solicita r con mi sterio, como
en ese marcado antecedente , como un sueño que la
ruptura con la secularidad , sino por el contrario a
agrandarla , para que el calabozo sea el gran ojo de
ajena fin a atención se ve obligado a descifrar.
Rea bsorbe el frag mento no dañado de la tradición
buey que levanta los destinos. Primera señal americana : ha convertido, como en la lección de los griegos, al enemigo en auxiliar. Si el arzobispo frenetizado lo persigue , logra con su cadeneta de cal abozos ,
aclararse en la totalidad de la independencia me-
católica, se acerca como un pez por el sueño, aunque
xica na . Su proyección de futurid ad es tan ecuánime
y perfecta , que cuando ganamos su vida con sentido
retrospectivo, desde el hoy hacia el boqu erón del
calabozo romántico , parece como lector de destinos ,
arúspice de lo mejor de cada momento. Creador, en
llega con respeto, se sorprende ante el cenizoso
corralón hispánico literario del principio del XIX. iSi
aú n los románticos pa recen ingenieros de minas, y
las poetisas deste rradas histéricas que hacen las
compras matinales para las comidas del señor ministro solterón! La jactancia querenciosa lo interrumpe, y
sin nada de la sombría vanidad, tiene la alegría que
medio de la tradición que desfallece, se obliga a la
síntesis de ruptura y secularidad , apartarse de la tradición que se resguarda para rehallar la tradición que
se expande, juega y recorre destinos .
En Bayona, la curiosidad americana lo lleva a penetrar en una sinagoga . Inmediatamente, sobre esa
curiosidad comenzarán a caer los dones. Como buen
americano se regala en el simpathos . Sorprende que
L
hablan un español meticuloso, tien en el orgullo de
que los semitas que Adriano envió a España, son de
la gran tribu de Judá . Al terminar el Rabino , lo rodean para que opine sobre el sermón. La onda larga de
su simpatía no retrocede ante refutar al predi cador, y
como lo hace tan bien le ofrecen en matrimonio "una
bella y rica Raquel , y en francés Fineta". Termina
revisándole sus sermones a los rabinos , y en que
éstos le llamen Jajá, que significa sabio. Otro signo
americano; entrar en templo ajeno por curiosidad ,
ganarlo por la simpatía y llevarlos después al saboreo de nuestra omnisciente libertad .
En ese liberalismo de esfera armilar y de pisapapeles, pintado por Gaya, Jovellanos, que en la poesía es el pastor Jovino , se siente tocado por su simpatía. El día del triunfo de Jovellanos, la noticia se
35
Biblioteca de México
estira sus piernas y se recorre. La vanidad americana
es amigotera y como en requiebro. Fray Servando
sorprende el convento dominico desconchado, heladas las palabras por los corredores, sin pimienta de
cita oportuna, pura mortandad engarabitada y ríspida,
y anota en sus memorias: "iY al infeliz que, como yo,
trae las bellas letras de su casa , y por consiguiente se
luce , pegan como en un real de enemigos hasta que
lo encierran o destierran!" Rifoso ademán que recorre
desde el refrán hasta el reojo del espejo de ultramarinos , pues las consecuencias de esa vanidad amistosa y llevadera terminan en bonachona punta de
refrán. El que escama para el lucimiento, salta para
como un arúspice consultivo en el Palacio de la Presidencia de México, en la amistad de Guadalupe
Victoria. Pero le llega el momento de rendir, se incorpora y silabea: "Se dice que soy hereje, se asegura
que soy masón y se anuncia que soy centralista . Todo
es , compatriotas carísimos, una cadena de atroces
imposturas. Ni mis escritos ni mis palabras ni mis
actos podrán jamás proponerse como calumnias de
tanto tamaño; más como se haga mucha mención del
ruidoso sermón de Guadalupe que prediqué muchos
años ha y se afecte extrañeza por qué no digo misa ni
hago vida ascética, como religioso dominico, y tal vez
a esto se le quiera dar el carácter de otros tantos apoyos de dichas quimeras." Y pasa de las palabras a los
hechos que a todos obligan. Demuestra que no decía
ahorcado, o luce que te enyesarán , o la más sibilina
de luzco y traduzco. En esas mezclas de alegre rebelión para encontrar el buen refrán , cómo no recordar
el criollísimo de José María de Heredia, para que el
sol alce su frente al encanto de su fama o el yo alzaré el mundo de José Martí. Ambas son formas del pretender para ayudar, ambas criollísimas.
Cuando el mando de Jovellanos, como americano
que malicia rápido y traspasa, se da cuenta de la tiesura de los nuevos. "Logré hablar al ministro, porque
misa, enseñando la mano despedazada; que no estaba en el claustro por haberse secularizado en Roma.
Que no era masón, porque la masonería era un partido. Y que él no predicó contra el milagro de la Guadalupe, sino que la predicación del Evangelio en
América se debió a Santo Tomás, cosa que defendería hasta morir.
Fray Servando fue el primer escapado, con la
también llevaba recomendación para el portero", nos
necesaria fuerza para llegar al final que todo lo aclara, del señorío barroco, del señor que transcurre en
voluptuoso diálogo con el paisaje. Fue el perseguido,
que hace de la persecución un modo de integrarse.
dice en sus memorias. Conocimiento del que toma sus
precauciones para las cien puertas tebanas y sabe la
fuerza del recurso menor. Intuición de esa tiesura de
los nuevos por inevitable minoridad o alarde superior
que rehúsa la mirada fija , que penetra con naturalidad en el momento de la recepción
oportuna. Esa recomendación para
el ministro y para el portero, revela un instinto fresco para precisar el ordinario pequeño en el
hombre, que desconfía del
recién llegado, pero sucumbe
ante el apaciguamiento del
menor más cercano. Recomendaciones del barbero, del
que nos sirve la sopa , del vecino de la azotea, de la seguridad
majadera de lo diminuto, que se
alza por encima de la tranquila valoración normal, y que el americano
hecho a la recepción de la panoplia de las contingencias, valora
como su llave de penetración que
le encristala el muro para que el
instante necesario de la sombra al lIegar a su casa, se realice con plenitud y
nos avise con querencia.
Desprendido, por una aparente sutileza que entrañaba el secreto de la historia americana en su dimensión de futuridad, de la opulencia barroca
para llegar al romanticismo de principios
del siglo XIX, al fin realiza un hecho,
toca la isla afortunada , la independencia de su país. El paisaje
del señor barroco, navegando
con varia fortuna, se había
volatilizado con lentitud que
pocos asimilaban. Fray Servando es el primero que se de-
Después de haber rendido su vida en
los calabozos, en los disfraces de la persecución , en la madrugada de las fronteras, le
llegan sus días, en que es instalado
Dibujo de Fernando Vicente
36
Biblioteca de México
cide a ser el perseguido, porque
ha intuido que otro paisaje naciente, viene en su búsqueda, el que
ya no contaba con el gran arco
que unía el barroco hispánico y
su enriquecimiento en el barroco americano, sino el que intuye la opulencia de un nuevo
destino, la imagen , la isla, que
surge de los portulanos de lo
desconocido, creando un hecho,
el surgimiento de las libertades de
su propio paisaje, liberado ya del
compromiso con un diálogo mantenido con un espectador que era
una sombra.
Jose Lezama Lima
El
ERA
JOSÉ LEZAMA LIMA
PARADISO*
Capítulo
IX
(Fragmentos)
Al inaugurarse la mañana, Upsalón** ya había
encendido su tráfago temprano. Arreglos en las
tarjetas, modificaciones de horarios, listas con los
nombres equivocados, cambios de aula a última
hora para la clase de profesores bienquistos,
todas esas minucias que atormentan a la burocracia los días de trabajo excepcional , habían comenzado a rodar. Desde las ocho a las diez de la
mañana, los estudiantes candorosos de provincia
copiaban en sus libretas las horas de clase. Saludaban a las muchachas que habían sido sus
compañeras en todos los días del bachillerato. Si
alguno conocía a otros estudiantes de años superiores, se mezclaba con ellos muy orondo, risueño
• José lezama Lima. Paradiso, ilustraciones de René Portocarrero.
edición revisada por el autor y cuidada por Julio Cortázar y Carios
Monsilláis, Ediciones Era, México, 1970. 496 pp.
... La Universidad
en su disfraz de suficiencia gradual. Los de último
año pertenecían a una hierofanía especial: únicamente sus parientes, primos de provincia , podían
mezclarse con ellos. Intercambiaban risotadas
que eran el asombro de los otros compañeros bi soños. -Mi primo esta noche vendrá conmigo al
baile de los novatos -dijo al regresar al grupo, frotándose las manos. -Yo iría con este mismo traje,
mí tía de Camagüey me lo regaló -dijo una de las
muchachas, se miró de arriba abajo con mirada
graciosa, después hizo una reverencia como si
recogiese flores en la falda.
La escalera de piedra es el rostro de Upsalón,
es también su cola y su tronco. Teniendo entrada
por el hospítal, que evita la fatiga de la ascensión,
todos los estudiantes prefieren esa prueba de reencuentros, saludos y recuerdos. Tiene algo de
mercado árabe, de plaza tolosana, de feria de Bag-
37
Biblioteca de México
dad ; es la entrada a un horno , a una transmutación , en donde ya no permanece en su fiel la indecisión voluptuosa adolescentaria . Se conoce a un
amigo, se hace el amor, adquiere su perfil el hastío, la vaciedad. Se transcurria o se conspiraba , se
rechazaba el horror vacui o se acariciaba el
tedium vitae , pero es innegable que estamos en
presencia de un ser que se esquina , mira opuestas direcciones y al final se echa a andar con firmeza, pero sin predisposición, tal vez sin sentido.
No tiene clases por la tarde, pero sin vencer su
indecisión se viste para ir a la biblioteca de Upsalón, donde esperará a que el que se sienta a su
lado comience a conversar con él. El diálogo no se
ha entablado, pero la tarde ha sido vencida . No
son aquellos dias de finales de bachillerato en que
se sentaba en el extremo de un banco, en el relleno del malecón , colgaba un brazo del soporte de
hierro y sentía que la noche húmeda lo penetraba
y lo tundía . Oye a los que están hablando en un
banco del patio en Upsalón, al grupo que todos los
días va a la biblioteca, al que se precipita sobre el
profesor para hacerle preguntas banales, sin
saber que cada vez que se pone en marcha para
esa forzada salutación, se gana una enemistad o
un comentario que lo abochornaría si lo oyese.
En la segunda parte de la mañana, desde las
diez en adelante, la fluencia ha ido tomando nuevas derivaciones, ya los estudiantes no suben la
38
escalera de piedra hablando, ni se dirigen a la
tablilla de avisos en los distintos decanatos, para
tomar con precisión en sus cuadernos los horarios
de clase . Algunos ya habían regresado a sus
casas con visible temor; habían oliscado que en
cualquier momento la francachela de protestas
podía estallar. Otros , que ya sabían perfectamente todo lo que podia pasar, se fueron situando en
la plaza frente a la escalinata . De pronto, ya con
los sables desenfundados, llegó la caballería, movilizándose como si fuera a tomar posiciones.
Miraban de reojo los grupos estudiantiles, que
ocupaban el lado de la plaza frente a la escalera
de piedra . Cuchicheaban los estudiantes, formando islotes como si recibieran una consigna. Llegó
al grupo una figura apolínea , de perfil voluptuoso,
sin ocultar las líneas de una voluntad que muy
pronto transmitía su electricidad. Por donde quiera que pasaba se le consultaba , daba instrucciones. La caballería se ocultaba en el lado opuesto
al ocupado por los estudiantes. Usaban unas capas carmelitas, color de rata vieja, brillantes por la
humedad en sus iridiscencias, como la caparazón
de las cucarachas. Hacían vibrar sus espadas en
el aire, saltando un alacrán por la sangre que
pasaba al acero . Su sombrero de caballería lo
sujetaban con una correa , para que la violencia de
la arremetida no los dejase en el grotesco militar
de la testa al descubierto. La violencia o el caracoleo de los potros justificaba 1<Il correa que le restaba toda benevolencia a la papada. El que hacía
de Apolo, comandaba estudiantes y no guerreros,
por eso la aparición de ese dios, y no de un guerrero, tenía que ser un dios en la luz, no vindicativo, no obscuro, no ctónico. Estaba atento a las
vibraciones de la luz, a los cambios malévolos de
la brisa, su acecho del momento en que la caballería aseguró la hebilla de la correa que sujetaba
el sombrero terminado en punta. Pareció dentro
de su acecho buscar como un signo. Tan pronto
como vio que la estrella de la espuela se hundía
en los ijares de los caballos, dio la señal. Inmediatamente los estudiantes comenzaron a gritar
muerte para los tiranos, muerte también para los
más ratoneros vasallos babilónicos. Unos, de los
islotes arremolinados, sacaron la bandera con la
estrella y sus azules de profundidad . De otro islote, al que las radiaciones parecían dar vueltas como un trompo endomingado, extrajeron una corneta, que centró el aguijón de una luz que se refractaba en sus contingencias, a donde también
acudía la vibración que como astilla de peces soltaban los machetes al subir por el aire para decidir que la vara vuelva a ser serpiente. El que' ha.cla
de Apalo parecía contar de antemano con ,las empalizadas invisibles que se iban a movilizar para
detener a la caballería en los infiernos. La s espuelas picaron para quemar el galope, pero las improvisadas empalizadas burlescas se abrieron , para
darle manotazos a los belfos que comenzaron a
sangrar al ser cortados por los bocados de plata .
Las guaguas comenzaron a llenar la plaza , chi llaban sus tripulantes como si ardiesen , lanzaban
protestas del timbre, buches del escape petrolero,
enormes carteras del tamaño de una tortuga, que
cortaban como navajas tibias. Rompieron por las
calles que fluían a las plazas, carretas pintadas
que ofrecían su temeridad de colores a los cascos
equinales, que se estremecían al sentir el asombro de la pulpa aplanada por la presión de la marcha maldita . La pella que cuidaba la doradilla de
los buñuelos , se volcó sobre los ojos de los encapuchados. Una puerta de los balcones de la plaza,
al abrirse en el susto de la gritería escurrió el agua
del canario que cayó en los rostros de los malditos
como orine del desprecio, transmutación infinita
de la cólera de un ave en su jaula dorada . La mañana, al saltar del amarillo al verde del berro, cantaba para ensordecer a los jinetes que le daban
tajos a la carreta de frutas y a la jaula del canario .
El que hacía de jefe de la caballería ocupó el
centro de la plaza , destacó al jinete de un caballo
gris refractado bajo el agua, para que persiguiese
al estudiante que volaba como impulsado por el
ritmo de la flauta. A medida que la caballería se
extendía por la plaza , parecían ganar alas sus ta-
Iones de divi nidad victoriosa al interpretar las
reducciones de la luz. Un jinete de bestia negra
llevó su espada a la mejilla de un estudiante que
se aturdió y vino a caer debajo del caballo sombrío . El parecido a Apolo corri ó en su ayuda, perseguido por el caba llo color gris bajo el agua . Tiró
de sus pies, mientras los que parecían de su guardia llovían piedras sobre el caba llo negro y el grisoso espía , partiéndole los ca rtones de su frente
con un escudo sin relieve. El Apolo volante no se
detuvo un instante después de su rescate , pues
comenzó a lanzarle apóstrofes a los estudiantes
que habían huido tan pronto la caballería picó
espuelas . Volvían el rostro y ya entonce s cobraban verdadero pavor, veía n en la lejanía las ancas
de los caballos negros y la mirada del vengador
que caía sobre ellos, arrancándole pedazos de la
camisa con listones rosados , sangre ya ra spada .
Así los grupos, entre alaridos y toqu es de claxons, se fueron deslizando de la plaza a la calle de
San Lázaro, donde se impulsarían por esa avenida que lanzaba a los conspiradores desde la escalera de piedra hasta las aguas de la bahía , frente
al Palacio presidencial , palmerales y cuadrados
coralinos , con los patines de los garzones que parecían cortar la mañana en lascas y después
soplarlas como si fuesen un papalote. La plaza de
Upsalón tenía algo del cuadrado medieval , de la
vecinería en el entorno de las canciones del calendario: cohetes de verbena y redoblantes de
Semana Santa. Fiestas de la Pasión en el San
Juan y fiestas del diciembre para la Epifanía,
esplendor de un nacimiento en lo que tiene que
morir para renacer. El cuadrado de una plaza tiene
algo del cuadrado ptolemeico, todo sucede en sus
cuatro ángulos y cada ventana una estrellita fija
con sus ojeras de riñonada. Las constelaciones se
recuestan en el lado superior del cuadrado como
en un barandal. Algunas noches, al recostarse la
cabeza de Jehová en ese lado , parece que el
barandal cruje y al fin se ahonda en fragmentos
apocalipticos .
Dos cuadras después de haber salido de la
plaza , algunos estudiantes se dirigieron al parque
pequeño, donde de noche descansaban las sirvientas de sus trabajos en alguna casa cercana y
los enamorados comenzaban a cansarse en un
Eros indiscreto. En la mañana , bañados por una
luz intensa, que se apoyaba en el verde raspado
de los bancos, donde las fibras de la madera se
enarcaban por encima del verde impuesto, los
estudiantes volaban gritando en la transparencia
de una luz que parecía entrar en las casas con la
regalía de su cabellera .
Aprovechándose del pedestal saliente de alguna columna, o extrayendo de algún café una silla
crujidora, algunos estudiantes querían que sobre
el tumulto el verbo de la justicia poética prevaleciese . Como los delfines y la cipriota diosa surgiendo de la onda, con el fondo resguardado por
una opulenta concha manchada por hojillas de
líquenes, los adolescentes puestos bajo la advocación de la eimarmené, en el arrebato y en el
espanto inmediato, hacían esfuerzos de gigantomas por elevarse con la palabra por encima de la
gritería. De los caballos negros, opulentos de ancas, brotaba fuego, iluminando aún más la transparencia con la candelada. Las detonaciones impedían la llegada del verbo con alas, el que hacía
de Apolo, de perfil melodioso, había señalado los
distintos lugares en la distancia donde los estudiantes deberían alzarse con la palabra. Como si
escalasen rocas se esforzaban en ser oídos, pero
el brillo de la detonación y en ese fulgurar la cara
del caballo con su ojo hinchado por la pedrea,
ponía un punto final de pesadilla en el cobre de los
arengadores.
La caballería parecía confundirse por ese entrecruzamiento de playa, avenida y parque. No podía
precisar con eficacia a cuál de los grupos había
que perseguir. El encapotado mayor que los comandaba se confundía en la dispersión de los caminos, mientras los estudiantes en la formación de
sus islotes repentinos parecían bañarse como en
una piscina. En ocasiones un solo jinete perseguía
a un estudiante que se aislaba por instantes, reci-
bía refuerzos de piedras y laterías, estaba ya en la
otra acera , describía espirales y abochornaba al
malvado, que terminaba frenetizado pegando un
planazo en una ventana , que soltaba una persiana anclada en la frente del centauro desinflado.IEl
\,
primer turbión que se precipitó hacia el parque, los
confundió aún más; por allí siguió la caballería,
cuando la alharaca les tironeó el pescuezo, el
grueso de los estudiantes saltaba por la avenida,
marchando más deprisa , mascullando sus maldiciones con más pozo profundo y libertad.
Entre tantos laberintos, la dispersión iba debilitando la caballería. Su conjunto ya no operaba en
su nota coral , sino cada soldado volvía persiguiendo a uno solo de los estudiantes, terminando
conque el caballo sudoroso se echaba a reír de las
saltantes burlas de los estudiantes. Parecía que
comenzaban a amigarse con los estudiantes,
pues a pesar de los planazos que recibían en las
ancas, sonaban sus belfos con la alegría con que
tomaban agua por la mañana . La transparencia de
la mañana los hacía reidores al sentir las alas
regaladas . Al relincho épico de la inicial acometida, había sucedido un relincho quejumbroso, que
los hacía reidores como si las espuelas les produjesen cosquillas y afán de lanzar a los encapotados de sus cabalgaduras. El relincho marcial al
apagarse en el eco, era devuelto como una risotada amistosa. La risotada terminaría en un rabo
encintado.
Los grupos estudiantiles que se habían ladeado
hacia el parque, por diversas calles se iban incorporando de nuevo al aluvión que bajaba por la
avenida de San Lázaro, de aceras muy anchas
con mucho tráfico desde las primeras horas de la
mañana, con público escalonado que después se
iba quedando por Galiano, Belascoaín e Infanta,
ya para ir a las tiendas o a las distintas iglesias, o
hacer las dos cosas sucesivamente, después de
oír la misa, de rogar curaciones, suertes amorosas
o buenas notas para sus hijos en los exámenes.
Se iban deslizando de vidriera en vidriera, gustando los reflejos de una tela, o simplemente, y esto
es lo más angustioso, pasando veinte veces por
delante de cualquier insignificancia, mero capricho
o necesidad a medias, que no se puede hacer
suya, y que por lo mísmo subraya su brillo, hasta
que la estrella se va amortiguando en nuestras
apetencias y queda por nuestra subconsciencia
como estrella invisible, pero que después resurge
en el estudiante y en el soldado, en unos para
matar y en otros para dejarse matar. Si trazáramos
un círculo momentáneo en torno de aquellos transeúntes matinales, los que salen para sus trabajos, o para fabricar un poco de ocio en sus tijeras
caseras, penetramos en el secreto de los seres
40
Biblioteca de M ••l c o
condenaciones. Aunque había sentido la mágica
que están en el contorno, estudiantes y soldados,
envueltos en torbellinos de piedra y en los reflejos
imantación de la plaza, de los grupos arremolina-
de los planazos sobre aquellos cuerpos que can-
dos en el parque, de la retirada envolvente hacia
tan en la gloria. Las inmensas frustraciones here-
el mar, estaba como en duermevela entre la reali-
dadas en la coincidencia de la visión de aquel ins-
dad y el hechizo de aquella mañana. Pero intuía
tante, que presenta como simultáneo en lo exte-
que se iba adentrando en un túnel, en una situa-
rior, lo que es sucesivo en un yo interior casi su-
ción en extremo peligrosa, donde por primera vez
mergido debajo de las piedras de una ruina, moti-
sentiría la ausencia de la mano de su padre.
va esa coincidencia en los contornos de un círcu-
Antes de llegar a Palacio, los estudiantes se
lo que está segregando esos dos productos: el
fueron situando en los portales del macizo cua-
que sale a buscar la muerte y el que sale a rega-
drado de la cigarrería Bock, que ocupaba una
lar la muerte. Los que no participan de esos en-
rotunda manzana. Al llegar a la esquina de la ciga-
cuentros, eran la causa secreta de esos dualismos
rrería, Cerní pudo ver que en el parque, rodeado
de odios entre seres que no se conocen, y donde
de su grupo de ayudantes en la refriega, el que
el dispensador de la vida y el dador de la muerte
tenía como la luz de Apolo, lanzaba una soga para
coinciden en la elaboración de una gota de ópalo
atrapar el bronce que estaba sobre el pedestal.
donde han pasado trituradas y maceradas, retorci-
Una y otra vez lanzaba la soga, hasta que al fin la
das como las cactáceas, muchas raíces que en
atrapó por el cuello y comenzó a guindarse de la
sus prolongaciones se encontraron con algún
soga para desprender la falsa estatua. Entonces
acantilado que las quemó con su sol.
fue cuando de todas partes empezaron a salir ron-
Al llegar al parque Maceo ya los estudiantes
das de policías, acompañados de soldados con
habían recibido nuevos contingentes de alumnos
armas largas. Las descargas eran en ráfagas y
de bachillerato, de las normales, escuelas de
Cerní permanecía en su esquina como atolondra-
comercio; en conjunto serían unos mil estudian-
do por la sorpresa. No sabía adonde dirigirse,
tes, que afluían en el sitio donde la situación se iba
pues el ruido incesante de los disparos, impedía
a hacer más difícil. La caballería había logrado
precisar cuál sería la zona de más relativa seguri-
rehacerse y cerca de allí estaba una estación de
dad. Entonces sintió que una mano cogía la suya,
policía. Pero entonces acudió el veloz como
lo tironeó hasta la próxima columna, así fueron
Apolo, de perfil melodioso, dando voces de que
saltando de resguardo en columna, cada vez que
recurvaran al mar. El que hacía de jefe de la caba-
se hacía una calma en las detonaciones. Detrás
llería reunió de nuevo a sus huestes que conver-
del que lo tironeaba, iba otro en su seguimiento,
gieron por los belfos de las bestias. Se veía como
un poco mayor, que asombraba por su calma en la
un grotesco rosetón de anca de caballos. Les tem-
refriega. Así retrocedieron por Refugio, corriendo
blaba todo el cuerpo, después coreaban el aire
como gamos perseguidos por serpientes. Al llegar
con sus dos patas traseras, se sentían persegui-
a Prado, un poco remansados ya, el que tiraba el
dos por demonios mosquitos invisibles. Un tribilín
brazo, se volvió hacia él, riéndose. Era Ricardo
sin domicilio conocido, entraba y salía por las
Fronesis, que lo había reconocido tan pronto se
patas de los caballos. Alguno de los jinetes quiso
había generalizado el tiroteo y que había corrido
con su espadín apuntalar al perrillo, pero fue bur-
en su ayuda. Cerní no pudo expresar en otra
lado y raspó el adoquinado, exacerbando chispas
forma su alegría que abrazando a Fronesis, poniéndose rojo como la puerta de un horno. Le pre-
que le rozaron los mejillones.
sentó al que venía en su seguimiento, Eugenio
Los gendarmes de la estación salieron rubricando con tiros la persecución, pero ya los estu-
Foción, mayor que Fronesis y que Cerní; repre-
diantes tenían la salida al mar. Entrando y disper-
sentaba unos veinticinco años, muy flaco, con el
sándose por las calles travesañas a San Lázaro,
pelo dorado y agresivo como un halcón, era de los
los estudiantes se hicieron casi invisibles a sus
tres el que estaba más sereno. La caminata, los
perseguidores. Quedaba el peligro supremo del
peligros de la marcha, la cercanía de los disparos,
castillo de la Punta, pero el que remedaba las apa-
no habían logrado alterarlo. Le dio la mano a Cerní
riciones de Apolo, dio la consigna de que sin for-
con cierta indiferencia, pero éste observó que era
mar un grupo mayor fueran por Refugio, hasta
una indiferencia que no rechazaba, porque había
entrar por uno de los costados de Palacio. Hasta
comenzado por no mostrar una fácil aceptación.
ese momento José Cerní había marchado solo
Se oían en la lejanía los disparos, pero cada vez
desde que los grupos estacionados frente a Up-
espaciándose más, al mismo tiempo que los estu-
salón habían partido con sus aleluyas y sus maldi-
diantes convergían al Prado y allí se iban disper-
ciones. Se ponía el cuenco de la mano, como un
sando. Cerní con sus dos amigos, Fronesis y
caracol, sobre el borde de los labios y lanzaba sus
Foción, tomaron por la calle Colón, para despedirse
3C
41
Biblioteca de México
al llegar a la esquina de la calle de Trocadero .
Mientras cumplimentaban el término de la tumultuosa caminata , Fronesis para iniciar la conversación ,
pues Cemí mostraba un silencio tímido , dijo que se
había matriculado en Derecho y Filosofía y Letras,
que su tia Leticia le había dicho que él lo haría en
Derecho, lo que hacía que tuviesen asignaturas
comunes, así es que se verían con mucha frecuencia. Foción, continuó informando Fronesis, no era
estudi ante , trabajaba en la oficina de un abogado, y
procuraba ser estudioso. Estaba siempre en sus
ratos de ocio en Upsalón y con los que allí estudiaban . ¿Por qué? Ya lo sabría en los días sucesivos,
cuando se encontrasen de nuevo en la plaza de la
colina . El tiempo muy breve en que Fronesis aludió
a Foción , mantuvo éste entreabierta una sonrisa no
muy anchurosa , pero donde cabía la burla secreta y
la alegría manifestada . Las leyes del apathos de los
estoicos funcionaron de inmediato, no, no le cayó
nada bien Foción a Cemí. Después de darse las
manos de despedida, un rato largo Cemí mantuvo el
recuerdo de su sonrisa, ofrecida con un artificio que
se hacía naturaleza, por la facilidad con que se mantenía en su apariencia vivaz.
Cem í llegó a su casa con el peso de una intranquilidad que se remansaba , más que con la angustia de una crisis nerviosa de quien ha atravesado
una obscuridad , una zona peligrosa . La presencia
de Fronesis, el conocimiento de Foción, lo habían
sobresa ltado, pues cuando la revuelta parecía que
había llegado a su final , surgía la nueva situación.
Al toque en la puerta de su casa había acudido
Rialta , que lo esperaba sentada muy cerca de la
puerta , ansiosa por ver llegar a su hijo. Con ese
olfato típicamente maternal , se había dado perfecta
cuenta de que su hijo acudía a la inauguración de
las clases en Upsalón y que el curso comenzaría
con algazaras y protestas, pues los estudiantes
cada día iban penetrando con más ardor en la
inquietud protestaria del resto del país. Cuando lo
vio llegar se sintió alegre, pues siempre que las
madres ven que un hijo parte para un sitio de peligro, se atormentan pensando que fuera de su cui-
dado le pasará a su hiJO lo peor. La alegria de su
equivocación maternal se hacía visible en Rialta .
-Tenía ganas ya de que llegaras, he oído decir que
ha habido disturbios en Upsalón y he estado toda la
mañana rezando para que no fuera a suceder algo
desagradable. Ya sabes que cuando te agitas, el
asma te ataca con más violencia. Mi hijo -Rialta se
emocionó al decir esto-, perdí a tu padre cuando
tenía treinta años, ahora tengo cuarenta y pensar
que te pueda suceder algo que ponga en peligro tu
vida, ahora que percibo que vas ocupando el lugar
de él, pues la muerte habla en ocasiones y sé como
madre que todo lo que tu padre no pudo realizar, tú
lo vas haciendo a través de los años, pues en una
familia no puede suceder una desgracia de tal magnitud , sin que esa oquedad cumpla una extraña significación , sin que esa ausencia vuelva por su rescate. No es que yo te aconseje que evites el peligro,
pues sé que un adolescente tiene que hacer
muchas experiencias y no puede rechazar ciertos
riesgos que en definitiva enriquecen su gravedad
en la vida. Y sé también que esas experiencias hay
que hacerlas como una totalidad y no en la dispersión de los puntos de un granero. Un adolescente
astuto produce un hombre intranquilo. El egoísmo
de los padres hace que muchas veces quisieran
que sus hijos adolescentes fueran sus contemporáneos, más que la sucesión , la continuidad de ellos
a través de las generaciones, o lo que es aún peor,
se dejan arrastrar por sus hijos, y ya éstos están
perdidos, pues ninguno de los dos está en su lugar,
ninguno representa la fluidez de lo temporal; uno,
los padres , porque se dejaron arrastrar; otro, los
hijos, que al no tener qué escoger, se perdían al
estar en obscuridad en el estómago de un animal
mayor. Después, al paso del tiempo, cuando llegan
a ver a sus hijos serenos, maduros dentro de su circunstancia, no pueden pensar que fueron esos riesgos, esos peligros, la causa de su serenidad posterior, y que sus consejos egoístas, cuando ya sus
hijos son mayores, son un fermento inconcluso, una
espina que se va pudriendo en el subconsciente de
todas las noches.
42
811 i 1 _ de M6xlco
.......
_-~
JEAN-PAUL S ARTRE"
ALBERT
CAMUS**
Hace seis meses, ayer apenas,
nos preguntábamos todavía:
"¿Qué va a hacer Camus?". Circunstancialmente, desgarrado por
contradicciones que es menester
respetar, había elegido el silencio.
Pero era una de esas raras personas a quienes se puede esperar,
puesto que eligen despacio y se
mantienen fieles a su elección . Ya
hablaría, llegado el momento. Ni
siquiera nos habríamos atrevido a
conjeturar lo que diría entonces.
Simplemente, pensábamos que
debía de estar cambiando con el
mundo, como todos nosotros;
esto bastaba para que su presencia síguiera viva.
Nos habíamos distanciado, él
y yo. Un distanciamiento no significa gran cosa, aunque haya de
ser definitivo; a lo sumo una manera diferente de convivir, sin perderse de vista , en un mundo tan
pequeño y angosto como el que
nos ha cabido en suerte. Eso no
me impedía pensar en él, sentir
su mirada fija sobre la página del
libro o del diario que él leía, y preguntarme: "¿Qué dirá de esto?
¿Qué dirá de esto, ahora?". Su
sílencio que, según las circunstancias y mi propio humor, juzgaba yo unas veces demasiado prudente, y otras, doloroso, era una
característica de cada día, como
el calor o la luz, aunque humana.
Jean-Paul Sartre . Literatura y arte, traduc~
ción de Maria Seuderi, Situations IV, Editorial
Losada , Buenos Aires , 1966. 348 pp .
•• [Articulo publicado después de la muerte
de Camus. (N.del E.)]
Se vivía de acuerdo o en contra
de su pensamiento, tal como nos
lo revelan sus libros -sobre todo
La caída , acaso el más hermoso
y el menos comprendido-, pero
siempre a través de su pensamiento. Era ésta una aventura
singular de nuestra cultura, un
movim iento cuyas fases y cuyo
término intentábamos adivinar.
Ca mus encarnaba en este siglo,
y contra la historia, al heredero
actual del antiguo linaje de moralistas cuyas obras constituyen
quizá, lo más original de las letras
francesas. Su humanismo obstinado, estrecho y puro, austero y
sensual , sostenía una lucha incierta contra los acontecimientos
densos y deformes de la época.
Por otra parte, la terquedad misma de sus rechazos reafirmaba ,
en el corazón de nuestro tiempo,
la existencia del hecho moral,
contra los maquiavélicos, contra
el becerro de oro del realismo.
Camus era, por así decirlo, esa
afirmación inquebrantable. A poco que se leyera y reflexionara,
se daba con los valores humanos
que llevaba apretados en el puño: enjuiciaba el acto político.
Había que convertirlo o combatirlo; en una palabra, era indispensable para esa tensión que constítuye la vida del espíritu. Hasta
su silencio de los últimos años
tenía un aspecto positivo. Cartesiano del absurdo, se negaba a
abandonar el suelo firme de la re flexión moral, para aventurarse
por los caminos inciertos de la
43
8 1bUoteea de Mé.ico
práctica . Lo adivinábamos, y adivinábamos también los conflictos
íntimos que callaba; porque la
moral , considerada en sí misma ,
exige a la vez rebeldía y repudio.
Esperábamos: había que esperar, había que saber. Hiciera lo
que hiciese en lo sucesivo, y decidiera lo que decidiese, ya no
podía dejar de ser una de las
fuerzas principales de nuestro
ámbito cultural, ní de representar
a su modo la historía de Francia y
de este siglo. Pero quizá habíamas conocido y comprendido su
itinerario. Lo había hecho todo
-una obra cabal- y, como siempre ocurre, todo quedaba por
hacer. El mismo lo decía: 'Tengo
mi obra por delante". Ahora, se
acabó. El escándalo singular de
esta muerte es la abolición del
orden humano, por irrupción de lo
inhumano.
También el orden humano es
sólo un desorden; es injusto y
precario: hay dentro de él quien
mata y quien muere de hambre .
Pero al menos ha sido fundado
por los hombres , y son hombres
quienes lo mantienen o combaten . De acuerdo con este orden,
Camus tenía que vivir: ese hombre en marcha nos obligaba a
interrogarnos; él mismo era un
terísticas de una obra y las circunstancias del momento histórico han exigido tan a las claras
que un escritor viva .
Llamo escándalo al accidente
que mató a Camus, porque hace
aparecer, en el seno del mundo
humano, lo absurdo de nuestras
exigencias más profundas. A los
veinte años, atacado de pronto
por una enfermedad que trastornaba su vida, Ca mus descubrió el
absurdo: negación estúpida del
hombre. Se fue acostumbrando a
él , pensó su condición insoportable, salió del paso. Podría creerse, no obstante, que sólo sus primeras obras dicen la verdad de
su vida, ya que este enfermo que
recobró la salud había de ser
aplastado por una muerte imprevisible y venida de fuera . El absurdo sería , pues, esa pregunta
que ya nadie le hace, y que él ya
no hace a nadie; este silencio que
ni siquiera es ya un silencio, que
ya no es absolutamente nada.
Yo no lo creo así. Lo inhumano, en cuanto se manifiesta, deviene parte de lo humano. Toda
vida que se detiene -aun la de
un hombre tan joven- es a la vez
un disco que se rompe y una
vida completa. Todos los que lo
amaron encuentran en su muerte algo intolerablemente absurdo. Pero habrá que aprender a
considerar esta obra mutilada
como una obra total. En la mediinterrogante que buscaba res- da en que el humanismo de Capuesta . Vivía en la mitad de una mus contiene una actitud humalarga vida ; por nosotros, por él, na ante la muerte que había de
por los hombres que imponen el sorprenderlo, en la medida en
orden y por quienes lo rechazan , que su búsqueda orgullosa de la
era imperativo que saliera del felicidad suponía y reclamaba la
silencio, que decidiera, que sa- necesidad inhumana de morir,
cara conclusiones. Otros mue- reconocemos en esta obra y en
ren viejos; otros, rezagados la vida que no es separable de
siempre, pueden morir en cual- ella, el intento puro y victorioso
quier momento sin que el senti- de un hombre que luchó por resdo de su vida -de la vida- resul- catar cada instante de su existe cambiado. Pero nosotros, de- tencia al dominio de su muerte
sorientados y vacilantes, necesi- futura.
tamos que nuestros hombres
mejores lleguen hasta la salida
France-Observateur, núm. 505, 7 de
del túnel. Pocas veces las caracenero de 1960.
44
Camus
Albert Camus
L'étranger
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que ¡'al con!ltatc que.- le Jcunc jouma.hw: ¡\-aH
de tountc IC't )"('UI\: . Je o';ti P"L" rcgardc du (61C'
de Manc. Je n'cn ;11 pa~ etl le (cml" p:IIrcc que
le pl"t'SidclH m'.. dit dalU une fonnc bll.ll'T't
qut' j'auDi\ la (~U~· IRnch« iur unc:t.t)lacc:
publique au nom du l.euple rnn~1 ..
~¡,.L-=ft~}v::::::::C~~~( ~>'
J
JEAN-PAUL SARTRE*
EXPLICACiÓN DE
L'ÉTRANGER
,
A penas salido de la prensa, L'Étranger de Albert
Camus obtuvo el éxito más grande. Se repetía que
era "el mejor libro desde el armisticio". Entre la
producción literaria de la época esa novela era ella
misma una extranjera. Nos llegaba del otro lado
de la línea , del otro lado del mar; nos hablaba del
sol, en esta desabrida primavera sin carbón , no
como de una maravilla exótica, sino con la familiaridad cansada de quienes han gozado demasiado
de él; no se preocupaba de sepultar una vez más
y con sus propias manos al viejo régimen ni de imbuimos la sensación de nuestra indignidad ; al
leerla se recordaba que había habido en otro tiempo obras que pretendían valer por sí mismas y no
probar nada. Pero, como contrapartida de ese carácter gratuito, la novela era bastante ambigua:
¿cómo había que entender a ese personaje que,
al día siguiente de la muerte de su madre, "se bañaba, iniciaba una aventura amorosa irregular e
iba a reír ante una película cómica", que mataba a
un árabe "a causa del sol " y que, la víspera de su
ejecución, afirmando que "había sido dichoso y lo
seguía siendo", deseaba muchos espectadores alrededor del cadalso para que "lo acogieran con
gritos de odio"? Unos decían: "Es un tonto, un po-
bre tipo"; otros, mejor inspirados: "Es un inocente" .
Pero quedaba por comprender el sentido de esa
inocencia .
El señor Camus, en El mito de Sisifa , aparecido
algunos meses después , nos ha dado el comentario exacto de su obra : su personaje no era bueno
ni malo, moral ni inmoral. Estas categorías no le
convienen ; forma parte de una especie muy singular a la que el autor reserva el nombre de absurda .
Pero esta palabra adquiere bajo la pluma del señor
Camus dos significados muy diferentes: lo absurdo
es a la vez un estado de hecho y la conciencia lúcida que ciertas personas adquieren de ese estado.
Es "absurdo" el hombre que de una absurdidad
fundamental saca sin desfallecimiento las conclusiones que se imponen . Hay en ello la misma traslación de sentido que cuando se llama "swing" a
una juventud que baila el swing. ¿Qué es, pues, lo
absurdo como estado de hecho, como dato original? Nada menos que la relación del hombre con
el mundo. La absurdidad primera pone de manifiesto ante todo un divorcio: el divorcio entre las
aspiraciones del hombre hacia la unidad y el dualismo insuperable del espíritu y de la naturaleza ,
entre el impulso del hombre hacia lo eterno y el
45
Biblioteca de México
carácter finito de su existencia , entre la "preocupación" que es su esencia misma y la vani dad de sus
esfuerzos. La muerte , el pluralismo irreductible de
las verdades y de los seres , la ininteligibilidad de lo
real , el azar, son los polos de lo absurdo. En verdad , no son estos temas muy nuevos y el señor
Camus no los presenta como tales. Fueron enumerados, desde el siglo XV III , por cierta especie de
razón seca , somera y contemplativa que es propiamente fran cesa; sirvieron de lugares comunes
al pesimismo clásico . ¿No es Pascal quien insiste
en "la desdicha natural de nuestra condición débil
y mortal y tan miserable que nada puede consolarnos cua ndo pensamos en ella de cerca?". ¿No es
él quien le señala su lugar a la razón ? ¿No aprobaría sin reservas esta frase de Camus: "El mundo
no es ni enteramente racional ni tan irracional"?
¿No nos demuestra que la "costumbre" y la "diversión" ocultan al hombre "su nada , su abandono, su
insuficiencia , su impotencia , su vacío"? Por el estilo helado de El mito de Sísifo, por el tema de sus
ensayos, el señor Camus se coloca en la gran tradición de esos moralistas franceses a los que
Andler llama con razón los precursores de
Nietzsche; en cuanto a las dudas que plantea con
respecto al alcance de nuestra razón, se hallan en
la tradición más reciente de la epistemología francesa. Si se piensa en el nominalismo científico, en
Poincaré, Duhem y Meyerson , se comprenderá
mejor el reproche que nuestro autor le hace a la
ciencia moderna: "Me habláis de un sistema planetario invisible en el que los electrones gravitan alrededor de un núcleo. Me explicáis ese mundo con
una imagen . Me doy cuenta entonces de que
habéis venido a parar a la poesía. '" Es lo que
expresa por su parte y casi al mismo tiempo un
autor que bebe en las mismas fuentes cuando
escribe : "(La física) emplea indiferentemente
modelos mecánicos, dinámicos o también psicológicos , como si liberada de pretensiones ontológicas, se hiciera indiferente a las antinomias clásicas
del mecanismo o del dinamismo que suponen una
naturaleza en sí misma".' El señor Camus tiene la
coquetería de citar textos de Jaspers, Heidegger y
Kierkegaard que, por lo demás, no parece comprender siempre bien. Pero sus verdaderos maestros están en otra parte: el giro de sus razonamientos, la claridad de sus ideas, el corte de su
estilo ensayista y cierto género de siniestro solar,
ordenado, ceremonioso y desolado, todo anuncia
un clásico, un mediterráneo. En él todo, inclusive
su método ("El equilibrio de evídencia y lirismo es
.. Jean-Paul Sartre , E l hombre y las cosas, Situations 1, traducción :
Luis Echávarri, Editorial Losada , Buenos Aires, 1960, 248 pp.
, El mito de Sísifo, página 25 de la edición castellana de Editorial
Losada.
, Merleau-Ponty: La structure du comportement (La Renaissance du
Livre , 1942), pág. 1
46
lo único que puede permitirnos asentir al mismo
tiempo a la emoción y la claridad")' recuerda a las
antiguas "geometrías apasionadas de Pascal y de
Rousseau y lo aproxima a Maurras, por ejemplo,
ese otro mediterráneo del que difiere , no obstante,
en tantos respectos, mucho más que a un fenomenólogo alemán o un existencia lista danés.
Pero el señor Camus, sin duda alguna, nos concedería de buena gana todo eso. En su opinión , su
originalidad consiste en ir hasta el fin de sus ideas.
Para él no se trata, en efecto, de coleccionar máximas pesimistas. Es cierto que lo absurdo no está en
el hombre ni en el mundo, si se los toma aparte;
pero como la característica esencial del hombre es
"estar en el mundo", lo absurdo, para terminar, se
identifica por completo con la condición humana.
Por lo tanto, no es ante todo el objeto de una simple noción: es una iluminación desolada la que nos
revela . "Levantarse, tomar el tranvía, cuatro horas
de oficina o de fábrica , la comida, el sueño lunes,
martes, miércoles, jueves, viernes y sábado con el
mismo ritmo ...... y luego, de pronto, los decorados
se desploman y alcanzamos una lucidez sin esperanza. Entonces, si sabemos rechazar la ayuda
engañosa de las religiones o de las filosofías existenciales, nos atenemos a algunas evidencias
esenciales: el mundo es un caos , una "divina equivalencia que nace de la anarquía "; no hay día siguiente, puesto que se muere. " ... en un universo
privado repentínamente de ilusiones y de luces el
hombre se siente extraño. Es un exilio sin remedio,
pues está privado de los recuentos de una patria
perdida o de la esperanza de una tierra prometida'"
Es que, en efecto, el hombre no es el mundo: "Si yo
fuese un árbol entre los árboles ... , esta vida tendría
un sentido, o más bien, este problema no lo tendria ,
pues yo formaría parte de este mundo. Yo sería
este mundo, al que me opongo ahora, con toda mi
, conciencia ... Esta razón tan irrisoria es la que me
opone a toda la creación .'" Así se explica ya en
parte el título de nuestra novela: el extranjero es el
hombre frente al mundo. El señor Camus muy bien
habría podido elegir también para titular a su obra
el nombre de una obra de Georges Gissing: Né en
exil (Nacido en el exilio) . El extranjero es también el
hombre entre los hombres. "Hay días en que ... se
encuentra extraña a la mujer que se había amado.'"
Soy en fin yo mismo con relación a mí mismo, es
decir el hombre de la naturaleza con relación al
espíritu: "El extraño que, en ciertos segundos, viene
a nuestro encuentro en un espejo.'"
J El mito de Slsifo, página 14 de la edición castellana de la Editorial
Losada .
• Ibld., pág. 20.
, Ibld ., pág. 15.
t El mito de Sísifo, página 47 de la edición castellana de Losada.
, Ibld ., pág. 21 .
• Ibld ., pág. 21 .
Pero no es solamente esto: es una pasión de lo
absurdo. El hombre absurdo no se suicidará; quiere
vivir, sin renunciar a ninguna de sus incertidumbres,
sin porvenir, sin esperanza , sin ilusión, y también sin
resignación . El hombre absurdo se afirma en la rebelión . Mira a la muerte con una atención apasionada y esa fascinación lo libera : conoce la "divina irresponsabilidad" del condenado a muerte. Todo está
permitido, pues Dios no existe y se muere. Todas las
experiencias son equivalentes, sólo que conviene
adquirir la mayor cantidad posible de ellas. "El presente y la sucesión de los presentes ante un alma
sin cesar consciente es el ideal del hombre absurdo.'" Todos los valores se derrumban ante esta "ética de la cantidad"; el hombre absurdo, arrojado a
este mundo, rebelde , irresponsable, "nada tiene que
justificar". Es inocente . Inocente como esos primitivos de que habla Somerset Maugham, antes de la
llegada del pastor que les enseña el Bien y el Mal, lo
permitido y lo prohibido. Inocente como el príncipe
Muichkin, quien "vive en un presente perpetuo matizado con sonrisas e indiferencia". Un inocente en
todos los sentidos de la palabra, un "idiota" también,
si queréis. Y esta vez comprendemos plenamente el
título de la novela de Camus. El extraño que quiere
describir es justamente uno de esos terribles inocentes que constituyen el escándalo de una sociedad porque no aceptan las reglas de su juego. Vive
• Ibid ., pág. 56
47
Biblioteca de Méx ico
entre los extraños, pero para ellos es también un
extraño. Por eso le amarán algunos, como Marie, su
querida, quien siente afecto por él porque es "raro";
y otros lo detestarán por eso, como esa multitud de
sedentarios cuyo odio siente de pronto. Y nosotros
mismos , que al abrir el libro no estamos familiarizados todavía con la sensación de lo absurdo , trataremos inútilmente de juzgarle de acuerdo con nuestras normas acostumbradas: también para nosotros
es un extraño.
Así, el choque que habéis sentido al abrir el libro y leer "Pensé que era un domingo más, que
mamá estaba ya enterrada , que iba a reanudar mi
trabajo y que, en suma , nada había cambiado" 'o
era deseado: es el resultado de vuestro prilller encuentro con lo absurdo. Pero esperábais sin duda
que al continuar la lectura de la obra veríais que
se disipaba vuestro malestar, que todo se aclaraba poco a poco, se fundaba en razón, se explicaba. Vuestra esperanza ha sufrido una decepción:
L'Étranger no es un libro que explica : el hombre
absurdo no explica , describe. Tampoco es un libro
que demuestra. El señor Camus se limita a proponer y no se preocupa de justificar lo que es , por
principio, injustificable . El mito de Sísifo nos va a
enseñar la manera como hay que acoger la novela de nuestro autor. En él encontramos , en efecto ,
la teoría de la novela absurda. Aunque lo absurdo
de la condición humana sea su único tema, no es
una novela de tesis , no emana de un pensamiento "satisfecho" y que tiende a suministrar sus do-
cumentos justificativos; es, al contrario , el producto de un pensamiento "limitado , mortal y rebelde ".
Demuestra por sí misma la inutilidad de la razón
razonadora : "El hecho de que (los grandes novelistas) hayan preferido escribir en imágenes más
bien que con razonamientos revela cierto pensamiento que les es común, convencidos de la inutílidad de todo principio de explicación y del mensaje docente de la apariencia sensible ."" Así el mero
hecho de entregar su mensaje en forma novelesca revela en el señor Camus una humildad orgullosa. No se trata de resignación, sino del reconocimiento rebelde de los límites del pensamiento
humano. Es cierto que ha considerado su deber
dar de su mensaje novelesco una traducción filosófica que es precisamente el "Mito de Sísifo" y
más adelante veremos qué es lo que hay que pensar de ese doblaje. Pero la existencia de esta traducción no altera , en todo caso, el carácter gratuito de la novela. En efecto , el creador absurdo ha
perdido inclusive la ilusión de que su obra es necesaria . Quiere, al contrario, que percibamos perpetuamente su contingencia. Desea que se escriba en exergo: "Habría podido no existir", como
Gide quería que se escribiese al final de Les Fauxmonnayeurs: "Se podría continuarla." Habría podido no existir: como esa piedra , como ese curso de
agua, como ese rostro; es un presente que se da,
sencillamente, como todos los presentes del mundo. No tiene ni siquiera esa necesidad subjetiva
que los artistas reclaman de buena gana para sus
" L'É/ranger, pag o36.
" El mi/o de Sisifo, pág. 81 .
48
obras cuando dicen: "No podía dejar de escribirla , vida de uno de esos santos de lo absurdo que
pues tenía que librarme de ella. " Volvemos a enumera en El mito de Sísifo y que gozan de su
encontrar aquí , pasado por la criba del sol clásico , fa vor particular: el Don Juan , el Comediante , el
un tema del terrorismo superrealista: la obra de Conquistador, el Creador. No es eso lo que ha he arte no es sino una hoja arrancada de una vida. La cho y, hasta para el lector familiarizado con las
expresa , ciertamente , pero habría podido no teorías de lo absurdo, Meursault, el protagonista
expresarla. Y, por otra parte, todo es equivalente : de L'Étranger, resulta ambiguo , Por supuesto, se
escribir Los poseídos o beber un café con leche. nos asegura que es absurdo y la lucidez implacaEl señor Camus no exige, por lo tanto, del lector ble constituye su característica principal. Además ,
esa solicitud atenta que exigen los escritores que en más de un punto está construido de manera
"han sacrificado su vida a su arte", L'Étranger es que proporciona una ilustración concertada de las
una hoja de su vida, Y como la vida más absurda teorías expuestas en El mito de Sisifo, Por ejemdebe ser la vida más estéril, su novela quiere ser plo, el señor Camus escribe en esta última obra :
de una esterilidad magnífica, El arte es una gene- "Un hombre es más un hombre por las cosas que
rosidad inútil. No nos asustemos demasiado: bajo calla que por las cosas que dice," Y Meursault es
las paradojas del señor Camus vuelvo a encontrar un ejemplo de ese silencio viril , de esa renuncia a
algunas observaciones muy juiciosas de Kant con contentarse con palabras: "(Le han preguntado) si
respecto a la "finalidad sin fin" de lo bello, De to- había observado que yo estaba ensimismado y ha
das maneras, L'Étranger está ahí, arrancado de reconocido únicamente que yo no hablaba para no
una vida , injustificado, estéril , instantáneo, aban- decir nada ,"" Y precisamente, dos líneas antes, el
donado ya por su autor, y abandonado por otros mismo testigo de descargo ha declarado que
presentes, Así es como debemos tomarlo: como Meursault "era un hombre", "(Le han preguntado)
una comunión brusca de dos hombres, el autor y qué entendia por eso y ha declarado que todo el
el lector, en lo absurdo, más allá de las razones,
mundo sabía lo que quería decir," Asimismo el seEso nos indica más o menos la manera como ñor Camus se explica largamente sobre el amor
debemos considerar al protagonista de L'Étranger, en El mito de Sísifo: "No llamamos amor -dice- a
Si el señor Camus hubiese querido escribir una lo que nos liga a ciertos seres sino por referencia
novela de tesis no le habría sido difícil mostrar a a una manera de ver colectiva y de la que son resun funcionario alardeando de superioridad en el ponsables los libros y las leyendas,"" Y, paralelaseno de su familia y luego, de pronto, presa de la mente, leemos en L'Étranger. "Ella quiso saber
intuición de lo absurdo, resistiéndose un momento entonces si yo le amaba, Contesté " que eso nay decidiéndose por fin a vivir la absurdidad funda- da significa , pero que sin duda yo no le amaba,""
mental de su situación, El lector se hubiese con- Desde ese punto de vista la cuestión que se planvencido al mismo tiempo que el personaje y por tea en la audiencia y en la mente del lector alrelas mismas razones , O bien nos habría trazado la dedor de la pregunta: "¿Meursault amaba a su
madre?" es doblemente absurda, Ante todo, como
dice el abogado: "¿Se le acusa de haber ocultado
a su madre o de haber matado a un hombre?"
Pero sobre todo la palabra "amar" carece de sentido, Sin duda Meursault ha encerrado a su madre
en el asilo porque no tenía dinero y porque "ya
nada tenían que decirse", Sin duda también , no
íba a verla con frecuencia, "porque eso le ocupaba su domingo, sin contar el esfuerzo para ir a la
parada del ómnibus, tomar los boletos y hacer dos
horas de camino", " ¿Pero qué significa eso? ¿No
pertenece todo al presente, todo a sus estados de
ánimo presentes? Lo que se llama un sentimiento
no es sino la unidad abstracta y la significación de
impresiones discontinuas, Yo no pienso siempre
en quienes amo, pero pretendo que los amo hasta
cuando no pienso en ellos, y sería capaz de com" L'É/rangar, pag o 121 ,
El mito de Sís;(o , pág . 63 .
.. L'É/ranger, pág, 59,
.. Ibld" pág, 12,
n
49
Biblioteca de Mixleo
prometer mi tranquilidad en nombre de un sentimiento abstracto , en ausencia de toda emoción
real e instantánea. Meursault piensa y obra de manera distinta: no quiere conocer esos grandes sentimientos continuos y semejantes; para él no existe el amor, ni tampoco los amores. Sólo cuenta lo
presente, lo concreto. Va a ver a su madre cuando
siente el deseo de hacerlo, eso es todo. Si ese
deseo existe, será lo bastante fuerte para hacerle
tomar el ómnibus, puesto que tal otro deseo concreto tendrá bastante fuerza para hacer correr a
ese indolente y para hacerle saltar a un camión en
marcha. Pero siempre llama a su madre con la
palabra tierna e infantil de "mamá" y no pierde una
ocasión de comprenderla y de identificarse con
ella. "Del amor sólo conozco esa mezcla del deseo , ternura e inteligencia que me une a tal ser."1.
Se ve , por lo tanto , que no se debería descuidar el
aspecto teórico del carácter de Meursault.
Asimismo , muchas de sus aventuras tienen como
razón principal poner de relieve talo cual aspecto
de la absurdidad fundamental. Por ejemplo, como
hemos visto, El mito de Sísifo alaba "la divina disponibilidad del condenado a muerte ante el que se
abren la puertas de la prisión cierta madrugada", "
y para que gocemos de esa madrugada y de esa
disponibilidad es para lo que el señor Camus ha
condenado a su protagonista a la pena capital.
"¿Cómo no había visto yo -le hace decir- que
nada era más importante que una ejecución.. y
que, en un sentido , era inclusive la única cosa verdaderamente interesante para un hombre?" Se
podrían multiplicar los ejemplos y las citas. Sin
embargo, este hombre lúcido, indiferente, taciturno , no está enteramente hecho para las necesidades de la causa. Sin duda el carácter, una vez
esbozado, se ha terminado por sí solo; el personaje tenía sin duda una pesadez propia. Lo cierto
es que su absurdidad no nos parece conquistada,
sino dada: es así y nada más. Tendrá su iluminación en la última página, pero ha vivido siempre
según las normas del señor Camus . Si hubiera
una gracia de lo absurdo habría que decir que él
posee esa gracia. No parece plantearse ninguna
de las cuestiones que se agitan en El mito de
Sisifo; tampoco se ve que se haya rebelado antes
de ser condenado a muerte. Era feliz, se dejaba
llevar y su dicha no parece haber conocido ni
siquiera esa mordedura secreta que el señor Camus señala en muchas ocasiones en su ensayo y
que proviene de la presencia cegadora de la
muerte. Su indiferencia misma se parece con mucha frecuencia a la indolencia, como en ese domingo en que se queda en casa por simple pereza y en que confiesa que se ha "aburrido un poco".
Así, hasta para una mirada absurda, el personaje
tiene una opacidad propia. No es el Don Juan, ni
el Don Quijote de la absurdidad, y con frecuencia
hasta se podría creer que es su Sancho Panza.
Está ahí, existe , y no podemos comprenderlo ni
juzgarlo plenamente; vive, en fin, y sólo su densidad novelesca puede justificarlo para nosotros.
Sin embargo, no habría que ver en L'Étranger
una obra enteramente gratuita. El señor Camus
distingue, lo hemos dicho, entre el sentimiento y la
noción de lo absoluto. Dice a este respecto: "Como las grandes obras, los sentimientos profundos
declaran siempre más de lo que dicen conscientemente ... Los grandes sentimientos pasean consigo su universo, espléndido o miserable."" Y añade
un poco más adelante: "La sensación de lo absurdo no es lo mismo que la noción de lo absurdo. La
fundamenta y nada más. No se resume en ella
sino durante el breve instante en que juzga al universo ."" Se podría decir que El mito de Sísifo aspira a darnos esa noción y que L'Étranger quiere
inspirarnos ese sentimiento. El orden de aparición
" Ibid .• pág. 53.
" El mito de Slsi(o. pág . 18.
" Ibid .• pág. 31 .
" El mito de Sisi(o. pág. 63.
50
de las dos obras parece confirmar esta hipótesis .
L'Étranger, que se publicó primeramente , nos
sumerge sin comentarios en el "clima" de lo absurdo; luego viene el ensayo para aclarar el paisaje.
Ahora bien , lo absurdo es el divorcio , el desacuñe .
L'Étranger será por lo tanto , una novela del desacuñe, del divorcio, del extrañamiento. De ahí su
construcción hábil ; por una parte el flujo cotidiano
y amorfo de la realidad vivida ; por otra parte la
recomposición edificante de esa realidad , por la
razón humana y el razonamiento . Se trata de que
el lector, puesto al principio en presencia de la realidad pura, la vuelva a encontrar, sin reconocerla ,
en su transposición racional. De ahí nacerá la sensación de lo absurdo, es decir, de la impotencia en
que nos hallamos de pensar con nuestros conceptos, con nuestras palabras, los acontecimientos del mundo. Meursault encierra a su madre ,
toma una querida , comete un crimen . Estos diferentes hechos serán relatados en su proceso por
los testigos y agrupados y explicados por el fiscal.
Meursault tendrá la impresión de que se habla de
otra persona . Todo está construido para producir
de pronto la explosión de Marie, quien habiendo
hecho en la barra de los testigos un relato compuesto según las reglas humanas, estalla en sollozos y dice "que no era eso, que había otra cosa ,
que la obligaban a decir lo contrario de lo que pensaba ". Esos juegos de espejo son utilizados corrientemente desde Les Faux-monnayeurs. No está en eso la originalidad del señor Camus . Pero el
problema que debe resolver le va a imponer una
forma original : para que sintamos el desacuñe
entre las conclusiones del fiscal y las verdaderas
circunstancias del homicidio, para que conservemos al cerrar el libro la impresión de una justicia
absurda que jamás podrá comprender ni siquiera
alcanzar los hechos que se propone castigar, es
necesario que primeramente nos hayamos puesto
en contacto con la realidad o con una de esas circunstancias. Pero para establecer ese contacto el
señor Camus, como el fiscal , sólo dispone de palabras y conceptos; tiene que describir con palabras, reuniendo pensamientos, el mundo anterior
a las palabras. La primera parte de L'Étranger podría titularse, como un libro reciente, Traducido del
sí/encio. Nos encontramos aquí con un mal común
a muchos escritores contemporáneos y cuyas primeras manifestaciones veo en Jules Renard; yo lo
llamaré: la obsesión del silencio. El señor Paulhan
vería en ello ciertamente un efecto del terrorismo
literario. Ha tomado mil formas, desde la escritura
automática de los superrealistas hasta el famoso
"teatro del silencio" de J. J. Bemard. Es que el si lencio, como dice Heidegger, es el modo auténtico
de la palabra . Sólo calla quien puede hablar. El
señor Camus habla mucho y en El mito de Sisifo
inclusive charla . Y sin embargo nos confía su amor
al silencio. Cita la frase de Kierkegaard : "El más
seguro de los mutismos no consiste en callar, sino
en hablar"" y añade por su cuenta que "un hombre es más un hombre por las cosas que calla que
por las cosas que dice". Así , en L'Étranger se ha
propuesto callarse . ¿Pero cómo se puede callar
con palabras? ¿Cómo se puede expresar con conceptos la sucesión impensable y desordenada de
los presentes? Esta empresa implica el recurso a
una técnica nueva .
¿Qué técnica es ésa? Me habían dicho: "Es
Kafka escrito por Hemingway." Confieso que no he
encontrado a Kafka . Las consideraciones del señor Camus son todas terrestres. Kafka es el novelista de la trascendencia imposible; el universo
está para él cargado con signos que no comprendemos; hay un revés del decorado. Para el señor
Camus el drama humano es, al contrario, la
ausencia de toda trascendencia : "Yo no sé si este
mundo tiene un sentido que está fuera de mi alcance. Pero sé que no conozco ese sentido y que
por el momento me es imposible conocerlo. ¿Qué
significa para mí una significación fuera de mi condición? Yo no puedo comprender más que en términos humanos. Lo que toco, lo que me resiste ,
eso es lo que comprendo." Para él no se trata , por
lo tanto, de encontrar disposiciones de palabras
que hagan suponer un orden inhumano e indescifrable: lo inhumano es simplemente el desorden ,
lo mecánico. En él nada hay de sospechoso, de inquietante, de sugerido. L'Étranger nos ofrece una
sucesión de opiniones luminosas. Si desconcierEl mito de Sísifo. pág . 29. Piénsese ta mbién en la teorla del len·
guaje de Brice Parain y en su concepción del silencio.
M
51
Blbllotec.. da M6xlco
ta n es únicamente por su número y por la falta de
un lazo que las una. Las mañanas, los crepú sculos claros , las tardes implacables son sus horas
fa voritas; el ve rano perpetuo de Arg el es su estación preferida. La noche apenas tiene lugar en su
unive rso . Si habla de ell a es en estos términos:
"Me desperté con estrellas en el rostro. Los ruidos
del ca mpo sub ian hasta mí . Olores de noches , de
tí erra y de sal refrescaban mis sienes. La maravillosa paz de este estío dormido entraba en mí
como una marea."21 Quien ha escrito estas líneas
está tod o lo lejos posible de las angustias de un
Ka fka. Se halla muy tranquilo en el centro del
desorden ; la ceguedad obstinada de la naturaleza
le irrita sin duda , pero le tranquiliza. Su elemento
irracional no es sir.o un negativo: el hombre absurdo es un humanista, no conoce más que los bienes de este mundo.
La comparación con Hemingway parece más provechosa. El parentesco de los dos estilos es evidente . En uno y otro texto aparecen las mismas frases corta s; cada una de ellas se niega a aprovechar
el impulso adquirido por las precedentes, cada una
es un comenzar de nuevo. Cada una es como una
toma de vista de un gesto, de un objeto. A cada
gesto nuevo, a cada objeto nuevo corresponde una
fra se nueva. Sin embargo, no quedo satisfecho: la
existencia de una técnica de relato "americana" le ha
sido, sin duda alguna , útil al señor Camus. Dudo de
que haya influido en él propiamente hablando.
Hasta en Oeath in the Afternoon, que no es una
novela, Hemingway conserva ese modo entrecortado de narración que hace salir a cada frase de la
nada mediante una especie de espasmo respiratorio ; su estilo es él mismo . Sabemos ya que el señor
Camus tiene otro estilo, un estilo de ceremonia.
Pero, además, en L'Étrangermismo , alza a veces el
tono; la frase adquiere entonces un caudal más
amplio y continuo: "El grito de los vendedores de
diarios en el aire ya menos tenso, los últimos pájaros en el jardín público, el pregón de los vendedores
de sándwiches, el quejido de los tranvías en los
altos recodos de la ciudad y ese rumor del cielo
antes que la noche caiga sobre el puerto, todo eso
recomponía para mí un itinerario de ciego que conocía mucho antes de ingresar en la cárcel."" A través
del relato jadeante de Meursault disciemo en transparencia una prosa poética más caudalosa que lo
sostiene y que debe de ser el modo de expresión
personal del señor Camus. Si L'Étranger muestra
huellas tan visibles de la técnica americana es porque se trata de un préstamo deliberado. El señor
Camus ha elegido entre los instrumentos que se le
ofrecían el que le parecía más conveniente para su
propósito . Dudo de que lo utilice en sus próximas
obras.
Examinemos más de cerca la trama del relato y
nos daremos cuenta mejor de sus procedimientos.
"También los hombres segregan lo inhumano
-escribe el señor Camus-. En ciertas horas de lucidez, el aspecto mecánico de sus gestos , su pantomima carente de sentido vuelven estúpido cuanto
los rodea."" He aquí, por lo tanto, lo que hay que
expresar ante todo: L'Étranger debe ponernos ex
abrupto "en estado de malestar ante la inhumanidad del hombre". ¿Pero cuáles son las ocasiones
singulares que pueden provocar en nosotros ese
malestar? El mito de Sísifo nos da un ejemplo de
ellas: "Un hombre habla por teléfono detrás de un
tabique de vidrio; no se le oye , pero se ve su mímica sin sentido: uno se pregunta por qué vive. ""
Quedamos informados, casi demasiado, pues el
ejemplo revela cierto prejuicio del autor. En efecto,
el gesto del hombre que telefonea y al que no oís
no es sino relativamente absurdo: es que pertenece a un circuito truncado. Abrid la puerta , aplicad el
oído al auricular y el circuito queda restablecido, la
actividad humana vuelve a adquirir su sentido.
Habría que decir, por lo tanto, si se obrara de buena
fe , que no hay sino absurdos relativos y sólo con
referencia a "racionales absolutos". Pero no se trata
de buena fe , sino de arte: el procedimiento del
señor Camus es muy rebuscado: entre los personajes de que habla y el lector va a intercalar un tabique de vidrio. ¿Qué hay más inepto, en efecto, que
hombres detrás de un vidrio? Éste parece dejar que
pase todo y sólo intercepta una cosa: el sentido de
sus gestos . Falta elegir el vidrio: será la conciencia
del Extraño. Es, en efecto, transparente; vemos
todo lo que ella ve. Sólo que se la ha construido de
tal modo que es transparente para las cosas y
opaca para los significados.
"Desde ese momento todo sucedió muy rápidamente. Los hombres avanzaron hacia el ataúd con
un paño. El sacerdote, sus acompañantes, el director y yo salimos . Delante de la puerta se hallaba una dama a la que yo no conocía: 'El señor
Meursault', dijo el director. No percibí el nombre de
la dama y comprendí solamente que era enfermera delegada. Inclinó sin una sonrisa su rostro huesoso y largo. Luego nos alineamos para dejar que
pasara el cadáver. "25
Unos hombres bailan tras un vidrio. Entre ellos y
el lector han interpuesto una conciencia, casi nada,
una pura translucidez, una pasividad pura que
registra todos los hechos. Pero se ha realizado la
" L'Étranger, pág. 158.
" L'Étranger, pág. 128. Véa nse ta mbién pág . 81-82, 158-159, etc.
" El mito de Sisifo, pág. 21 .
" tbid ., pág, 21 .
" L'Étranger, pág . 23.
52
jugarreta: precisamente porque es pasiva , la conciencia no registra sino los hechos. El lector no se
ha dado cuenta de esa interposición . ¿Pero cuál es
el postulado que implica este género de relato? En
suma, de lo que era organización melódica se ha
hecho una adición de elementos invariantes; se
pretende que la sucesión de los movimientos es
rigurosamente idéntica al acto tomado como totalidad. ¿No nos las tenemos que haber aquí con el
postulado analítico, que pretende que toda realidad
es reducible a una suma de elementos? Ahora bien ,
si el análísis es el instrumento de la ciencia , es también el instrumento del humorismo. Si quiero describir un partido de rugby y escribo: "Vi a unos adultos en calzoncillos que se peleaban y se arrojaban
a tierra para hacer pasar una pelota de cuero entre
dos postes de madera," hago la suma de lo que he
visto , pero deliberadamente no tengo en cuenta su
sentido: hago humorismo. El relato del señor Camus es analítico y humorístico. Miente -como todo
artista- porque pretende restituir la experiencia
desnuda y filtra socarronamente todas las relaciones significativas, que pertenecen tambíén a la
experiencia. Es lo que hizo en otro tiempo Hume
cuando declaró que no descubría en la experiencia
sino impresiones aisladas. Es lo que hacen todavía
al presente los neorrealistas americanos cuando
niegan que haya entre los fenómenos algo más que
relaciones externas. Contra ellos la filosofía contemporánea ha establecido que los significados
eran también datos inmediatos. Pero esto nos llevaría demasiado lejos. Bástenos señalar que el universo del hombre absurdo es el mundo analítico de
los neorrealistas. El procedimiento ha hecho sus
pruebas literariamente: es el de L'ingénu o de Mi cromégas; es el de Gulliver, pues el siglo XVIII tuvo
también sus extranjeros, en general "buenos salvajes" que, transportados a una civilización desconocida , percibían los hechos antes de comprender su
sentido. ¿El efecto de ese cambio de lugar no consistía, precisamente, en provocar en el lector la sensación de lo absurdo? El señor Camus parece
recordarlo en muchas ocasiones, sobre todo cuando nos muestra a su protagonista reflexionando
sobre los motívos de su encarcelamiento.'"
Ahora bien , es este procedimiento analítico el
que explica el empleo de la técnica americana en
• L'É/rangar, págs. 103, 104.
53
Biblioteca de M¡'xJco
trascendencia , inerte como una cosa; y al otro lado
el verbo "ser" que no tiene más que el sentido de
una cópula, que une al participio con el sustantivo
como al atributo con el sujeto; el carácter transitivo
del verbo ha desaparecido y la frase se ha coagulado; su realidad , ahora , es el nombre. En vez de
lanzarse como un puente entre el pasado y el porvenir, no es ya sino una pequeña sustancia aislada
que se basta a sí misma. Si , por añadidura, se tiene
cuidado de reducirla todo lo posible a la proposición
principal, su estructura interna adquiere una sencillez perfecta y gana otro tanto en cohesión. Es verdaderamente un insecable, un átomo de tiempo.
Naturalmente, no se organizan las frases entre si;
se las yuxtapone únicamente; en particular se evitan todas las relaciones causales, que introducirían
en el relato una especie de embrión de explicación
y pondrían entre los instantes un orden diferente de
la sucesión pura . Se escribe: "Un momento después ella me ha preguntado si la amaba. Yo le he
contestado que eso no quería decir nada, pero que
me parecía que no. Ella ha parecido triste . Pero
mientras preparaba el almuerzo y a propósito de
nada ha vuelto a reír de tal manera que la he besado. Es en ese momento cuando los ruidos de una
disputa han estallado en casa de Raymond ."27 Subrayamos dos frases que disimulan de la manera
más cuidadosa posible un nexo causal bajo la pura
apariencia de la sucesión. Cuando es absolutamente necesario aludir en una frase a la frase anterior se utilizan las palabras y ', "pero", "después" y
"fue en ese momento cuando", que no evocan sino
la disyunción, la oposición o la adición pura. Las
relaciones de estas unidades temporales son externas, como las que el neorrealismo establece entre
las cosas; lo real aparece sin ser traído y desaparece sin ser destruido, el mundo se hunde y renace
a cada pulsión temporal. Pero no vayamos a creer
que se produce por sí mismo: es inerte. Toda actividad por su parte tendería a sustituir con poderes
temibles el tranquilizador desorden del azar. Un
naturalista del siglo X IX habría escrito: "Un puente
saltaba sobre el río". El señor Camus rechaza ese
antropomorfismo y dirá: "Sobre el río había un
puente". Así la cosa nos entrega inmediatamente su
pasividad . Está ahí, simplemente; indiferenciada :
"Había cuatro hombres negros en la habitación ...
Delante de la puerta se hallaba una dama que yo
no conocía ... Delante de la puerta estaba el coche ... Junto a ella se hallaba el ordenador de
pagos ... " Se decía de Renard que terminaría escribiendo: "La gallina pone". El señor Camus y
muchos autores contemporáneos escribirían: "Hay
la gallina y ella pone". Es que les gustan las cosas
L'ftranger. La presencia de la muerte al final de
nuestro camino ha disipado en humo nuestro porvenir, nuestra vida "no tiene mañana", es una sucesión de presentes. ¿Qué quiere decir eso sino que
el hombre absurdo aplica al tiempo su espírítu de
análisis? Allí donde Bergson veía una organización
que no se puede descomponer, el hombre absurdo
no ve sino una serie de instantes. Es la pluralidad
de los instantes incomunicables la que finalmente
dará cuenta de la pluralidad de los seres. Lo que
nuestro autor toma prestado a Hemingway es, por
lo tanto, la discontinuidad de sus frases cortadas
que se calca en la discontinuidad del tiempo. Ahora
comprendemos mejor el corte de su narración:
cada frase es un presente . Pero no un presente
indeciso que hace sombra y se prolonga un poco
sobre el presente que le sigue. La frase es clara , sin
rebabas, cerrada en sí misma ; está separada de la
frase siguiente por una nada, como el instante de
Descartes está separado del instante que le sigue.
Entre cada frase y la siguiente el mundo se acaba
y renace: la palabra, desde el momento en que se
eleva, es una creación ex nihilo; una frase de
L'Étranger es una ísla . Y nosotros caemos en cascada de frase en frase , de nada en nada. Para
acentuar la soledad de cada unidad frásica es para
lo que el señor Camus ha decidido hacer su relato
en el tiempo de pretérito perfecto. El pretérito indefinido es el tiempo de la continuidad: "Paseó durante largo tiempo". Estas palabras nos remiten a un
pluscuamperfecto, a un futuro; la realidad de la
frase es el verbo, es el acto, con su carácter transitivo, con su trascendencia. "Se ha paseado durante
largo tiempo" disimula la verbalidad del verbo; el
verbo queda roto, dividido en dos: a un lado encontramos un participio pasado que ha perdido toda
" L'Étranger, pág. 51 .
" Ib id, pág. 23.
54
por ellas mismas, no quieren diluirlas en la corriente de la duración . "Hay agua ": he aqui un trocito de
eternidad , pasivo, impenetrable , incomunicable ,
rutilante : iqué goce sensual si se lo puede tocar!
Para el hombre absurdo es el único bien de este
mundo. Por eso el novelista prefiere a un relato
organizado ese centelleo de pequeños fulgores sin
mañana , cada uno de los cuales es una voluptuosidad ; por eso el señas Camus, al escribir L'Étranger,
puede creer que calla : su frase no pertenece al universo del discurso; no tiene ramificaciones , ni prolongaciones, ni estructura interior; podria definirse ,
como la Sílfide de Valéry:
explicación , de la significación ; darle un lugar privilegiado sería admitir que las significaciones existen . El
señor Camus lo pule , lo resume , lo reproduce con
frecuencia en estilo indirecto, le niega todo privi legio
tipográfico , de modo que las frases pronunciada s
aparecen como acontecimientos semejantes a los
otros, espejean durante un instante y desaparecen.
como un relámpago de calor, como un sonido, como
un olor. Por eso, cuando se inicia la lectu ra del libro
no parece que uno se encuentra en presencia de
una novela , sino má s bien de una melopea monótona , del canto gangoso de un árabe. Se puede creer
entonces que el libro se parecerá a uno de esos
aires de que habla Courteline , que "se va n y nunca
vuelven" y que se interrumpen de pronto sin que se
sepa por qué . Pero poco a poco la obra se organiza
por sí sola bajo los ojos del lector y revela la sólida
infraestructura que la sostiene. No hay un detalle
inútil , uno solo que no sea tomado de nuevo más
adelante y lanzado a la contiend a; y cuando cerramos el libro comprendemos que no podía comenzar
de otro modo, que no podía tener otro fin ; en este
mundo que se nos quiere dar como absurdo y del
que se ha extirpado cuidadosamente la causalidad ,
el menor incidente tiene importancia , no hay uno
solo que no contribuya a conducir al protagonista
hacia el crimen y la pena de muerte. L'Étranger es
una obra clásica , una obra de orden , compuesta a
propósito de lo absurdo y contra lo absurdo. ¿Es
enteramente lo que deseaba el autor? No lo sé; la
que doy es la opinión del lector.
¿y cómo se puede clasificar esta obra seca y
neta , tan compuesta bajo su desorden aparente,
tan "humana", tan poco secreta tan luego como se
posee la clave? No podríamos llamarla un relato :
el relato explica y coordina al mismo tiempo que
narra , sustituye con el orden causal el encadenamiento cronológico. El señor Camus la llama "novela" . Sin embargo , la novela exige una duración
continua , un devenir, la presencia manifiesta de la
irreversibilidad del tiempo. No sin vacilar daría yo
ese nombre a esta sucesión de presentes inertes
que deja entrever por debajo la economía mecánica de una pieza armada o en ese caso sería , a la
manera de Zadig y de Candide , una novela corta
de moralista , con un discreto sabor de sátira y
retratos irónicos" que , a pesar del aporte de los
existencialistas alemanes y de los novelistas norteamericanos , sigue pareciéndose mucho , en realidad, a un cuento de Voltaire.
Ni vista ni conocida:
el tiempo de un seno desnudo
entre dos camisas.
y se la mide muy exactamente por el tiempo de
una intuición silenciosa .
En estas condiciones se puede hablar de un todo
que sería la novela del señor Camus. Todas las frases de su libro son equivalentes, como son equivalentes todas las experiencias del hombre absurdo;
cada una se plantea por sí misma y remite a las
otras a la nada; pero por lo mismo, salvo en los raros
momentos en que el autor, infiel a su principio, hace
poesía, ninguna se destaca sobre el fondo de las
otras. Los diálogos mismos forman parte integral del
relato; el diálogo, en efecto, es el momento de la
Febrero de 1943
:zt
Los del rufián. el juez de instrucción , el fisca1. etcétera.
55
Biblioteca de México
MAURICE BLANCHOT*
EL MITO DE SíSIFO
IALBEJ1T
Un autor para el que la tarea de
escribir es tanto un instrumento
de meditación como un medio de
expresión, se dirige necesariamente hacia los más antiguos mitos; tiene que pensar en Prometeo, en Orfeo, a veces también
en Sísifo. Es curioso el que este
héroe del tormento infundado
ocupe un lugar relativamente mediocre en la literatura ; tal vez porque su historia es un poco breve,
¿fue condenado porque traicionó
a los dioses, porque había encadenado a la muerte , o porque
amó a la vida hasta el punto de
sacrificarle la trascendencia?
La leyenda deja estas dudas
en el aire y sólo se ocupa de su
castigo; le encontramos en los
infiernos, condenado al horror de
un trabajo sin redención , siempre
idéntico, siempre gratuito desde
el momento en que terrnina. Se le
contempla cuando empuja con
toda la fuerza de su agotado
cuerpo la enorme piedra que
amenaza con aplastarle; luego,
arrastrado por el peñasco que
cae, desciende hasta el mundo
inferior, de donde intentará subir
constantemente. Este extraño
héroe está unido a una realidad
irrazonable. Carga con la singularidad de un destino que le condena a agotarse en vano; no sólo a
causa de éste parece maldito, se
halla también a merced de una
paradoja que le obliga a ser fuerte, a consumir su fuerza yana
hacer nada. Cada vez que se
encuentra al pie de la montaña es
Maurice Blanchot. Falsos pasos. Pre-textos , traducción: Ana Aibar Guerra, Valencia ,
España, 1977, 336 pp.
¡CAMUS
L~
EL MITO
DE SISIFO
EL HOMBRE
r ·_"·. . . . .R_
. E .BE.,~LD...E...__--.
I
1
I
un hombre intacto, con toda su
fuerza, y cuando, cerca de la cima , se le escapa el peñasco, es
apenas un hombre que ha consumido todo lo que era en una tarea
nula. Sísifo, en este sentido, encarna un mito bastante oprimente. En un mundo en el que todo
gasto de energía debe desembocar en una acción real que la conserve, Sísifo es imagen de lo que
se pierde, de un intercambio eternamente deficitario, de una balanza en perpetuo desequilibrio.
Representa una acción que es lo
contrario de la acción. Simboliza,
por su trabajo, lo opuesto al trabajo. Es lo útil-inútil, o sea, a los
ojos de un mundo profano, lo
insensato y lo sagrado.
En su ensayo sobre Le Mythe
de Sisyphe , Albert Camus ha
intentado, bajo la máscara del
héroe, describir y captar a su
nivel más sincero el sentimiento
del absurdo, que le parece inseparable de la sensibilidad y el
pensamiento contemporáneos .
La intención de esta obra es de
considerable magnitud, puesto
que no se contenta con analizar
un problema en el que el hombre
56
Biblioteca de México
actual se reconoce con una
complacencia y orgullo inconscientes , sino que intenta también
unirlo a este problema por unas
cadenas que no puede romper.
Los que lean esta obra como un
intento de explicación de nuestro
tiempo, como un esfuerzo por
reunir dentro de una misma
perspectiva modos de pensar y
sentir dispares, encontrarán en
ella análisis que les iluminarán;
pero hay que señalar que la obra
de Camus contiene algo aún
más serio y exigente. No se em plea el absurdo como medio de
ver claro , hay que enfrentarse a
él y sostenerlo en una experiencia que, de no llevarse hasta el
final, se convierte en ridícula.
Esta obra debe ser considerada
como algo más que notable a
nivel literario a causa de la intimidad de las experiencias en
que parece haberse formado.
El sentimiento del absurdo es
incomprensible, se experimenta
con evidencia en las situaciones
más vulgares, pero el análisis
que intenta expresarlo sólo en cuentra vestigios insignificantes.
El hombre que piensa repentinamente que está envejeciendo,
que las expresiones "mañana",
"más tarde", ya no tienen sentido
para él, se siente rozado por el
absurdo; si observa un rostro,
una piedra, un trozo de cielo,
que se salen de sus imágenes
habituales, se siente herido por
un sentimiento de rareza irreducible, tiene la impresión del sin
sentido que nos provocan no los
estados excepcionales de nuestro pensamiento, sino la simple
coherencia lógica de nuestros
mecanismos mentales: lo racional , desde una cierta perspectiva , es también lo absurdo . Los
ejemplos de esta situación sui
generis pueden encontrarse tanto en el arte de vivir como en el
simple arte, en los "instantes"
que iluminan la vida cotidiana y
en la monotonía de una existencia a la que nada altera . Pero el
espíritu posee en grado sumo el
privilegio de iluminar el absurdo,
y lo hace de un modo simplista ,
abrumador, inexorable, tal que
ningún argumento sutil puede
enmascarar. Volviéndose hacia
el mundo , lo ve de un modo que
la razón no puede comprender;
volviéndose hacia el hombre , lo
descubre infinitamente ávido de
esa explicación que no puede
alcanzar. Aquí, una realidad que
puede ser descrita , expresada
por medio de leyes , utilizada ,
pero nunca aclarada ni concebida en su totalidad . Allá , un ser
que aspira sin cesar a la claridad , que invoca , ante la diversidad con que se encuentra, a una
unidad que se oculta . Esto es el
absurdo. Depende del hombre y
del mundo . Se halla en la relación que une a un ser cuya vocación es la búsqueda de la verdad
con un universo para el que ésta
carece de sentido. Deriva constantemente de la eterna confrontación de lo absoluto, objeto del
deseo del hombre, con lo relativo , respuesta del mundo a ese
deseo.
Estos razonamientos pertenecen a cualquier época, su sencillez es tal que parecen carentes
de fuerza . Pero en este punto
aparece la originalidad del absurdo: míentras que las religiones, para justificar su invocación
a una unidad que la existencia
rídiculiza , proponen la fe en otra
existencia que satisfaga esa
invocación, y las filosofías han
construido, por encima del mundo que se desploma y escapa,
un mundo esencial que subsiste,
el espíritu del absurdo, por el
contrario , acepta tal cual la contradicción que le es dada de antemano, se encierra en ella , la
agudiza, toma conciencia y, lejos
de buscar una escapatoria a través de ensoñaciones, intenta
vivirla como la única pasión que
puede satisfacerle. Según una
imagen de la que filósofos y escrítores se han servido alternativamente, el pensamiento, una
vez descorrido el velo de las
apariencias, se encuentra repentinamente en la soledad de
una región remota donde no hay
puntos de orientación, ni razón
de ser, ni esperanza alguna de
escapatoria: pero de esta imposibilidad el pensamiento hace su
destino, exaltándose en él y desgarrándose. Albert Camus observa que la mayoría de los filósofos de nuestra época se han
57
Biblioteca de México
internado en estos desiertos ,
reconociéndolos como el dominio del pensamiento. De Husserl
a Kierkegaard , de Heidegger a
Jaspers y Chestov, señala toda
una familia de pensamientos ,
cuya influencia en nosotros es
evidente que han puesto al descubierto alguno de los rostros de
la reflexión sobre el absurdo.
Sería insuficiente decir que estos filósofos han cerrado el camino a la razón , no es solamente el
universo razonable lo que han
convertido en ruinas, sino que
han tomado como reino esas
mismas ruinas , el exilio como
patria , y, en la contradicción , la
paradoja, el vacío, la angustia,
han comprometido la realidad
del hombre en una aventura que
la convierte en enigma y pregunta oAdemás , incluso los grandes
escritores contemporáneos se
de la pasión , que opone al espíritu , que quiere entender el mundo que no puede ser entendido,
pasión que expresa y funda ,el
absurdo, las doctrinas dan un
salto ilegítimo, evadiéndose, Este salto , que tiene al absurdo por
trampolín , es llamado por Camus suicidio filosófico ,
Un sucinto examen de los filósofos contemporáneos presenta
el interés de acercarnos al problema que estamos tratando;
hemos llamado absurdo a esa
situación humana que aspira
apasionadamente a la claridad y
a la unidad, en un universo en el
que esta aspiración siempre termina en decepción ; al que acepta dicha situación como único
punto de partida , irrefrenable
evidencia , se le impone la regla
de no intentar escapar de ella
empleando cualquier truco, de
conservarla en todo rigor, puesto
que no puede evadirse de un
modo válido , y de vivirla teniendo plena conciencia de todo lo
que exige, Desde el momento en
Albert Camus
que , con todas mis fuerzas, me
uno, en tanto que único posible,
han agotado en la creación de preciso glorificar la excepción , a un universo donde mi presenobras que son espejos del silenciar a la razón , que es la cia carece de sentido , es preciso
absurdo: Sade , Melville , Dos- norma , y salvarla haciéndole to- que renuncie totalmente a la es toievski , Proust, Kafka , Joyce , mar conciencia de su fracaso peranza. Desde el momento en
Malraux, Faulkner y otros mu - como se reclaman de la opinión que, hacia y contra todo, manchos novelistas que han dado al de que la razón es apta para tengo mi voluntad de ver claro,
sinsentido la garantía de un arte captar la irrazonable diversidad aun sabiendo que la oscuridad
razonablemente acoplado al del mundo y construyen un nue- no disminuirá jamás , es preciso
absurdo .
vo modo de inteligibilidad en el que renuncie totalmente al repoEs sencillo captar en un breve que el no-sentido se reduce a so. Desde el momento en que
esbozo algunos de los temas del una simple categoría del pensa- sólo puedo impugnarlo todo sin
absurdo , pero lo es menos el miento . En ambos casos, el ab- otorgar a nada , ni siquiera a esta
mantenerlos en todas sus exi- surdo ha sido eludido, ya sea impugnación , un valor absoluto,
gencias e ir hasta el extremo de dando como respuesta a la ra- es preciso que renuncie a todo,
lo que proponen . Según Albert zón su propia pregunta sobre el incluso a ese acto de rechazarlo
Camus , las filosofías existencia- mundo incomprensible , o bien todo. Ausencia total de esperanles, que con tanta fuerza han interpretando la ininteligibilidad za, insatisfacción consciente ,
reconocido la realidad de lo que del mundo como verdad de una lucha sin fin , tales son las tres
no tiene sentido, no la toman co- significación superior. La razón exigencias de la lógica del abmo punto de partida más que acepta el juego de interrogar en surdo' que definen el carácter de
para desprenderse de ella y en- vano, y halla en esta derrota la la experiencia consistente en
contrar el principio de una expli- vía que la lleva a la trascenden- vivir sin recurso. ¿Esto es todo?,
cación . Tan pronto, partiendo del cia. El mundo convierte su irra- podría serlo, pero Camus aún
hecho de que existe lo imposible cionalidad concreta en prototipo saca otras consecuencias de la
en el universo, deducen que es de una nueva racionalidad. Des- condición en la que investiga.
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Biblioteca de México
Mantiene, en primer lugar, que el
suicidio es un falso desenlace
del absurdo; salir de la vida porque no tiene sentido es aceptar
la derrota y poner fin a un destino irrazonable, en lugar de mantenerlo como una constante rebelión . La muerte nos es dada
como un posible inevitable que
en cada instante nos entrega al
mañana . El hombre absurdo,
vuelto hacia la nada como hacia
el absurdo más evidente , se
siente lo bastante ajeno a su
vida como para aceptarla , recorrerla e incluso acrecentarla ; vive porque es absurdo el hacerlo,
y desea vivir lo máximo posible,
el mayor tiempo posible . Abraza
el presente y la sucesión de presentes, siendo en todo momento
plenamente consciente de ello ;
acepta como una suerte la duración que le mantiene cara al
mundo. A excepción de la única
fatalidad de la muerte, de todo,
alegria o felicidad , se halla liberado.
"Así -escribe Camus- deduzco del absurdo tres consecuencias, que son mi rebelión, mi
líbertad y mi pasión . Con el único medio de la conciencia , convierto en norma de vida lo que
era invitación a la muerte, y
rechazo el suicidio. " En su ensayo, demuestra cuál es el estilo
de vida que responde a estas razones. Don Juan, el actor y el
aventurero representan el absurdo: "Son príncipes sin reino,
pero tienen la ventaja sobre los
demás de que saben que todo
reino es ilusorio. Saben , y en
ello radica toda su grandeza ,
que es ocioso hablar de sus malvadas intenciones o de los rescaldos de la desilusión." Igual mente, Sísifo es también consciente: conoce la vanidad de lo
que le aplasta , pertenece al peñasco y éste le pertenece, puesto que ha sido capaz de comprender su abrumadora ligereza.
A su tormento se añade una silenciosa alegría . "También él
considera que todo está bien .
Este universo sin dueño no le
parece ni estéril ni va no.. Hay
que concebir a un Si sifo feliz."
¿Feliz? Si el libro de Camu s no
merece ser juzgado como una
obra corriente , es preciso con siderarla a igual ni vel , porque en
algunos momentos su lectura se
nos hace pesada e indignante ;
se debe a que él mi smo no es
completamente fiel a su norma,
convirtiendo el absurdo no en el
que desordena y rompe todo , sino en algo susceptible de ser
organizado , incluso capaz de
organizarlo todo . En su obra , el
absurdo aparece como una especie de desenlace , una solución , una salvación . El hombre
que ha analizado lo extraño de
su condición , advirtiendo su mecanismo y suscribiéndola con
lucidez y sinceridad , se convierte, desde el momento en que
deduce de ella una norma de
vida, en un impostor, alguien que
ha perdido la visión : se salva
con lo que le pierde , tomando
como clave el hecho de no tenerla , manteniendo fuera de las
terribles garras del absurdo al
absurdo mismo .
No debe pensarse que este
abandono, esta contradicción ,
sean fácilmente evitables; forman parte de lo que Camus llama la búsqueda del absurdo.
Incluso si se tuviera conciencia
de que hay un modo de evitarlo,
éste se convertiría en el acto, en
la trampa en la que nunca se había pensado caer, encontrándose cazado de la forma más mi serable, seriamente herido. Hay
que deducir de Mythe de Sisy phe que esta búsqueda no proporciona posiblemente ninguna
ventaja , si lo que se persigue es
organizarse cómodamente a nivel intelectual. Camus reconoce
con facilidad : "Tengo dos certezas, mi ansia de absoluto y de
unidad, y la irreductibilidad del
mundo a cualquier principio racional y razonable." Pero estas
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Biblioteca de México
dos ce rtezas no son más que
traducciones frági les , dudosas .
simpli stas , expresadas en lenguaje discursivo, de una situación que precisamente consiste
en que no puede ser aclara da, ni
siquiera descrita con autenticidad. Lo único que puede hacer
la razón para ace rcarse a ella es
poner en duda con stantemente
sus propios métodos de acercamiento. Si se admite, cosa de la
que Camu s no parece haberse
dado cuenta , que el dominio del
absurdo es el del no-saber, se
comprenderá que la razó n no
pued e ocuparse de él más que a
condición de en vilecerlo y utilizarlo; indudablemente, la razón
es capaz de comprobar por si
misma este abuso y de autodenunciarse como depositaria
infiel. Y es precisamente esta
capacidad de cuestionarse , de
denunciarse constante e infatigablemente, la que le da una
apariencia de autenticidad por la
que aumenta su legítima pretensión de ocuparse del absurdo .
La acusación que es capaz de
lanzar contra sí misma le permite comprometerse en una pirueta sin fin consistente en perderse
constantemente y después reencontrarse; cada vez que cae , se
levanta; cada vez su caída la
restituye a sí misma. La autenticidad de su "perderse" podrá ser
negada hasta que la razón no
haya demostrado que , por sí
misma, por sus propios medios ,
puede autodestruirse , convertirse en locura . Suponiendo que la
razón , mediante una impugnación verdadera , pudiese convertirse en extravío, éste no representaria un desenlace. Habría
que aspirar a un más allá de la
locura , a una nueva posibilidad
en la locura que fuese también
impugnada, denunciada por una
razón que se ha vuelto loca,
pero que ha permanecido fiel a
sí misma en la locura . Y sobre
esta posibilidad aún no se podría
decir: esto es el absurdo.
ALBERT CAMUS *
EL TESTIGO DE
LA LIBERTAD
(Alocución pronunciada en Pleyel, en noviembre
de 1948 , durante un encuentro internacional de
escritore s, y publicado por La Gauche, el 20 de
diciembre de 1948.)
V ivimos en una época en que los
hombre s, por ideologías mediocre s y feroces , se acostumbran a
tener vergüenza de todo . Vergüenza de sí mismos, vergü enza
de ser feli ces , de amar o de crear.
Una época en que Rad ne se
rubori za ría de Berenice y Rembrandt, para hacerse perdonar el
haber pintado La ronda nocturna ,
correría a hacer penitenda. Los
escritores y los artista s de hoy tienen sentido de cu lpa y está de
moda entre nosotros hacernos
perdonar nuestra profesión. La verdad es que se
nos ayuda a ello con bastante interés . De todos
los rin cones de nuestra sodedad política se levanta una gran protesta en contra nuestra que nos
obliga a justificarnos . Debemos justificarnos de
ser inútiles al mismo tiempo que de servir, por
nuestra misma inutilidad , a malas causas. Y cuando respondemos que es muy difícil quedar limpios
de acusaciones tan contradictorias , se nos dice
que no es posible justificarse a los ojos de todos,
pero que podemos obtener el generoso perdón de
algunos, tomando su partido, que es, por otra
parte , el único verdadero, según ellos. Si este tipo
de argumento falla , se le dice entonces al artista:
"Observe la miseria del mundo. ¿Qué hace usted
por ella?" A este chantaje cínico , el artista podría
contestar: "¿ La miseria del mundo? No la aumento. ¿Quién de ustedes puede decir otro tanto?"
Pero no es menos cierto que ninguno de nosotros ,
si es exigente consigo mismo , puede permanecer
indiferente al llamamiento de una humanidad
desesperada . Es preciso , pues , sentirse culpable
a todo trance . Esto nos arrastra al confesionario
laico, el peor de todos .
• Albert Camus, Moral y política , traducción: Rafael Aragó, Editorial
Alianza -Losada. Madrid , 1984, 144 pp .
60
y sin embargo, el problema no
es tan senci llo. La elección que
se nos pide no puede hacerse
por sí misma , está determinada
por otras elecciones, hechas
anteriormente . Y la primera elección que hace un artista es, precisamente , la de ser artista. Y si
ha elegido ser artista , lo ha hecho
considerando lo que él mismo es
y a causa de una cierta idea que
se forma del arte. Y si esas razones le han parecido lo suficientemente buenas como para justifica r su elección existe la posibi lidad de que sigan
siendo suficientemente buenas para ayudarlo a
definir su posición frente a la historia. Esto es, al
menos, lo que pienso , y quisiera singularizarme un
poco , esta noche, haciendo hincapié, ya que
hablaremos aquí con libertad , a título individual ,
no sobre un remordimiento que no tengo, sino
sobre los dos sentimientos que frente a la miseria
del mundo, e incluso a causa de ella, abrigo con
respecto a nuestra profesión, es decir, el agradecimiento y el orgullo. Ya que hay que justificarse,
quisiera decir por qué hay una justificadón en ejercer una profesión que, dentro de los límites de
nuestras fuerzas y de nuestro talento , y en medio
de un mundo endurecido por el odio, nos permite
a cada uno de nosotros decir tranquilamente que
no es el enemigo mortal de nadie. Pero esto exige
una explicación y no puedo darla si no hablo un
poco del mundo en que vivimos y de lo que nosotros , artistas y escritores , nos consagramos a
hacer en él.
El mundo que nos rodea es desdichado y se
nos pide hacer algo para cambiarlo. ¿Pero cuál es
esa desdicha? A primera vista , se define fácilmente: se ha matado mucho en el mundo en estos últimos años y algunos prevén que se seguirá matando. Un número tan elevado de muertos termina
por enrarecer la atmósfera. Naturalmente esto no
es nuevo. La historia oficial ha sido siempre la historia de los grandes criminales . Y no es de hoy
que Caín mate a Abel , pero es de hoy que Caín
mata a Abel en nombre de la lógica y reclama después la Legión de Honor. Daré un ejemplo para
que se me entienda mejor.
Durante las grandes huelgas de 1947, los periódicos anunciaron que el verdugo de París abandonaría también su trabajo. No se ha reparado lo
suficiente , en mi opinión, en la decisión de nuestro
compatriota. Sus reivindicaciones eran claras. Pedía naturalmente una prima por cada ejecución, lo
que está en las normas de toda empresa. Pero ,
sobre todo, reclamaba enérgicamente el rango de
jefe de negociado. Quería, en efecto, recibir del
Estado, al que tenía conciencia de servir eficazmente, la única consagración , el único honor tangible que una nación moderna puede ofrecer a sus
buenos servidores, es decir, un estatuto administrativo. Así se extinguía , bajo el peso de la historia ,
una de nuestras últimas profesiones liberales. Sí,
efectivamente, bajo el peso de la historia. En los
tiempos bárbaros, una aureola terrible mantenía al
verdugo alejado del mundo. Era el que, por oficio,
atentaba contra el misterio de la vida y de la carne.
Era, y lo sabía, objeto de horror. Y ese horror consagra al mismo tiempo el precio de la vida humana. Hoyes sólo objeto de pudor. Y, en esas condiciones , encuentro que tiene razón , al no querer
ser más el pariente pobre al que se esconde en la
cocina porque no tiene las uñas limpias. En una
civilización en la que el crimen y la violencia son
ya doctrinas y están en trance de convertirse en
instituciones, los verdugos tienen todo el derecho
de ingresar en los cuadros administrativos. A decir
verdad , nosotros, los franceses , estamos un poco
atrasados. Repartidos por el mundo, los verdugos
están ya instalados en los sillones ministenales.
Sólo que han reemplazado el hacha por el sello.
Cuando la muerte se convierte en un asunto
administrativo y de estadísticas es que , en efecto,
las cosas del mundo va n mal. Pero si la muerte se
hace abstracta es que la vida también lo es. Y la
vida de cada uno no puede ser sino abstracta a
partir del momento en que se la somete a una ideología . Desgraciadamente estamos en la época de
las ideologías, y de las ideologías totalitarias, es
decir, lo bastante seguras de sí mismas, de su
razón imbécil o de su mezquina ve rdad , como para creer que la salvación del mundo reside sólo en
su propia dominación . Y querer dominar a alguien
o algo es desear la esterilidad , el silencio o la
muerte de ese alguien . Para comprobarla , basta
con mirar a nuestro alrededor.
No hay vida sin diálogo. Y en la mayor parte del
mundo, el diálogo se sustituye hoy por la polémica . El siglo xx es el siglo de la polémica y del insultoo La polémica ocupa, entre las naciones y los
individuos, e incluso a nivel de las disciplinas antaño desinteresadas, el lugar que ocupa tradicionalmente el diálogo reflexivo. Miles de voces , día y
noche, cada una por su lado, en un monólogo
tumultuoso, vierten sobre los pueblos un torrente
61
Blblloteca de México
go de las poblaciones paseándolas por Europa
como símbolos exangües que sólo cobran una vida irrisoria en las cifras de las estadísticas. Desde
que esas hermosas filosofías entraron en la historia , enormes masas de hombres, cada uno de los
cuales , no obstante , tenía antaño una manera de
estrechar la mano , están definitivamente sepultados bajo las dos iniciales de las personas desplazadas , que un mundo muy lógico inventó para
ellas.
Sí, todo esto es lógico. Cuando se quiere unificar el mundo entero en nombre de una teoría , no
hay otro camino que hacer este mundo tan descarnado, ciego y sordo como la teoría misma . No
hay otro camino que cortar las raíces que vinculan
al hombre a la naturaleza. Y no es una casualidad
que no se encuentren paisajes en la gran literatura europea desde Dostoievski. No es una casualidad que los libros más significativos de hoy, en
lugar de interesarse por los matices del corazón y
parlas
verdades del amor, sólo se apasionan por
de palabras engañosas, ataques, defensas, exaltaciones . Pero , ¿cuál es el mecanismo de la polé- los jueces, los procesos y la mecánica de las acumica ? Consiste en considerar al adversario como saciones, y que en lugar de abrir las ventanas a la
enemigo , en simplificarlo, en consecuencia , y en belleza del mundo, las cierran cuidadosamente a
negarse a verlo . No sé de qué color tiene los ojos la angustia de los solitarios . No es una casualidad
aquel a quien insulto, ni sé si sonrie , ni de qué que el filósofo que inspira hoy todo el pensamienmanera . Convertidos en casi ciegos gracias a la to europeo es el mismo que escribió que únicapolémica , ya no vivimos entre los hombres , sino mente la ciudad moderna permite al espíritu tomar
conciencia de sí mismo y que llegó a decir que la
en un mundo de siluetas .
No hay vida sin persuasión . Y la historia de hoy naturaleza es abstracta y que sólo la razón es consólo conoce la intimidación. Los hombres viven, y creta . Este es, en efecto, el punto de vista de
solamente pueden vivir, con la idea de que tienen Hegel y es el punto de partida de una inmensa
algo en común , que les permitirá volver a encon- aventura de la inteligencia, que termina por matar
trarse . Pero nosotros hemos descubierto que hay todo. En el gran espectáculo de la naturaleza,
hombres a los que no se persuade . Era y es impo- esos espíritus ebrios sólo se ven a sí mismos. Es
sible que una víctima de los campos de concen- la ceguera definitiva.
¿Para qué ir más lejos? Quienes conocen las
tra ción explique a quienes lo degradan que no
ciudades
destruidas de Europa saben de lo que
deben hacerlo. Porque estos últimos ya no repreestoy
hablando.
Esas ciudades ofrecen la imagen
sentan a hombres , sino a una idea arrasada por la
de
este
mundo
descarnado, reseco de orgullo,
fiebre de la más inflexible de las voluntades. El
que quiere dominar es sordo. Frente a él hay que donde , a lo largo de un monótono apocalipsis, anpelear o morir. Por eso, los hombres de hoy viven dan errantes los fantasmas a la búsqueda de una
en el terror. En el Libro de los muertos se lee que amistad perdida, con la naturaleza y con los seres.
el egipcio justo, para merecer el perdón , debía El gran drama del hombre de Occidente es que
poder decir: "No he atemorizado a nadie." En esas entre él y su acontecimiento histórico ya no se
condiciones, el día del juicio final buscaremos en interponen las fuerzas de la naturaleza ni las de la
vano a nuestros grandes contemporáneos en la amistad. Con las raíces cortadas y los brazos
resecos, el hombre se confunde ya con las horcas
fila de los bienaventurados .
No es de extrañar que esas siluetas, sordas y que le tienen destinadas. Pero, al menos, en el
ciegas , aterrorizadas, alimentadas con tickets , y colmo del despropósito, nada debe impedirnos
cuya vida entera se resume en una ficha policial , denunciar el engaño de este siglo que aparenta
pueden ser después tratadas como abstracciones correr tras el imperio de la razón, cuando sólo busanónimas. Es interesante comprobar que los regí- ca las razones para amar que perdió. Y nuestros
menes surgidos de esas ideologías son, precisa- escritores, que terminan todos por apelar a ese
mente, los que, por sistema , proceden al desarrai- sucedáneo desdichado y descarnado del amor
que se llama moral, lo saben bien . Los hombres
62
de hoy pueden , tal vez, dominar todo en ellos , y
ésa es su grandeza . Pero hay, al menos, algo que
la mayoría de estos hombres no podrá jamás vo lver a encontrar: la fuerza para amar que les arrebataron . Por eso tienen vergüenza . Y es justo que
los artistas compartan esta vergüenza porque
contribuyeron a ella. Pero que sepan decir, al
menos, que tienen vergüenza de sí mismos y no
de su profesión .
Pues todo lo que constituye la dignidad del arte
se opone a un mundo asi y lo rechaza . La obra de
arte, por el solo hecho de existir, niega las conquistas de la ideología . Uno de los sentidos de la
historia del mañana es la lucha , ya iniciada , entre
los conquistadores y los artistas . Ambos se proponen, sin embargo, el mismo fin. La acción política
y la creación son las dos caras de una misma
rebelión contra los desórdenes del mundo. En los
dos casos se quiere dar al mundo su unidad . Y
durante mucho tiempo la causa del artista y la del
innovador político se confundieron. La ambición
de Bonaparte fue la misma que la de Goethe. Pero
Bonaparte nos dejó el tambor en los liceos y Goethe las Elegías romanas. Mas desde que las ideologías de la eficacia , apoyadas en la técnica, intervi nieron , desde que por un sutil movimiento, el
revolucionario se convirtió en conquistador, las
dos corrientes de pensamiento divergen . Pues lo
que busca el conquistador de la derecha o de la
izquierda , no es la unidad , que es ante todo la
armonía de los contrarios , sino la tota lidad , que
consiste en aplastar las diferencias. El artista distingue allí donde el conquistador ni vela. El artista
que vive y crea desde la ca rne y la pasión sabe
que nada es simple y que el otro existe . El conquistador quiere que el otro no exista , su mundo
es un mundo de amos y de esclavos. este mismo
mundo donde vivimos . El mundo del artista es el
mundo de la discusión viva y de la comprensión .
No conozco una so la gran obra que se ha ya construido sólo sobre el od io, pero si conocemos los
imperi os del odio. En una época en que el co nqu istad or, por la lógica misma de su actitud . se
convierte en ejecutor y politico. el artista esta obligado a ser refractario . Frente a la sociedad políti ca co ntempo ránea, la única actitud coherente del
artista , o si no debe renun ci ar al arte, es el rechazo sin conces ión . No puede se r, aunque lo quiera ,
cómplice de los que emplean el lenguaje o los
medios de las ideologías contempo rán eas .
Por todo esto , es inútil y ridiculo pedirnos justificación y compromi so. Comprometidos , lo esta mo s, aunque in vo luntari amen te . Y, para term inar,
no es la lucha la que nos hace artistas, sino el arte
el que nos obliga a ser luchadores . Por su función
misma , el artista es el testigo de la li bertad y es
ésta una justificació n que suele pagar ca ra . Por su
función misma esta enredado en la má s inextricable espesura de la historia, alli donde se ahoga la
propia carne del hombre . Por ser el mundo como
63
B iblioteca de M e xico
es , estamos co mprometidos con él, queramos o
no quera mos , y somos por naturaleza enemigos
de los idolos abstractos que en él hoy triunfan , ya
sea n naciona les o partidistas. No en nombre de la
moral y de la virtu d, como se intenta hacer creer
con un enga ño adicional. No somos virtuosos , y
no lo lamen tamos , al ver el aspecto antropométrico que toma la virtud en nuestros reformadores.
En nombre de la pasión del hombre, y por lo que
existe de único en él, siempre rechazaremos esas
empresas que se arropan con lo que hay de más
miserable en la razón.
Pero esto determ ina , al mismo tiempo, nuestra
solidaridad con todo el mundo, y como tenemos
que defender el derecho de cada persona a la so ledad, jamás seremos unos solitarios. Tenemos que
apresurarnos, y no podemos trabajar solos . Tolstoi
pudo escribir, sobre una guerra que no habia
hecho, la más hermosa novela de todas las literaturas. Nuestras guerras no nos dejan tiempo para
escribir sobre nada que no sea ellas mismas, y al
mismo tiempo, matan a Péguy y a miles de jóvenes
poetas. Por eso, creo que, por encima de nuestras
diferencias, que pueden ser grandes , la reunión de
todos estos hombres esta noche tiene sentido . Más
allá de las fronteras , a veces sin saberlo, todos trabajan juntos en los mil rostros de una misma obra
que se levantará frente a la creación totalitaria .
Todos juntos, sí, y con ellos , esos miles de hombres
que tratan de erigir las formas silenciosas de sus
creaciones en el tumulto de las ciudades. Y con
ellos , incluso los que no están aquí, pero que por la
fuerza de las cosas se nos unirán algún día . Y también esos otros que creen poder trabajar para la
ideología totalitaria con los medios de su arte, mientras que en el seno mismo de su obra la pujanza del
arte destruye la propaganda , reivindica la unidad de
la que e/los son los verdaderos servidores y los
destina , a nuestra obligada fraternidad , al mismo
tiempo que a la desconfianza de los que, provisionalmente , los emplean .
Los verdaderos artistas no son buenos vencedores políticos, pues son incapaces de aceptar
despreocupadamente -iah! yo lo sé bien- la
muerte del adversario . Están de parte de la vida ,
no de la muerte. Son los testigos de la carne, no
de la ley. Por su vocación , están condenados a la
comprensión de lo que consideran su enemigo.
Esto no significa , por el contrario, que sean incapaces de juzgar el bien y el mal. Pero, ante ei peor
criminal , su aptitud para vivir la vida de otros les
permite reconocer la constante justificación de los
hombres: el dolor. Esto es lo que siempre nos
impedirá pronunciar el vereQicto absoluto y, en
consecuencia , ratificar el castigo absoluto. En este
mundo nuestro de la condena a muerte, los artis-
tas testimonian en favor de lo que en el hombre se
niega a morir. iEnemigos de nadie, excepto de los
verdugos l Y esto es lo que siempre los destinará ,
eternos girondinos , a las amenazas y a los golpes
de nuestros jacobinos de puños de lustrina . Después de todo , esta mala posición , por su misma
incomodidad , constituye su grandeza . Llegará el
dia en que todos los reconocerán y, respetuosos
de nuestras diferencias, los más valiosos de nosotros dejarán de desgarrarse como lo hacen . Reconocerán que su vocación más profunda es
defender hasta sus últimas consecuencias el
derecho de sus adversarios a tener otra opinión.
Proclamarán , de acuerdo con su condición , que es
mejor equi vocarse sin matar a nadie y dejando
hablar a los demás que tener razón en medio del
silencio y de los cadáveres. Intentarán demostrar
que si las revoluciones pueden triunfar por la violencia , no pueden mantenerse sin el diálogo. Y
sabrán entonces que esa singular vocación les
crea la más perturbadora de las fraternidades , la
de los combates dudosos y de las grandezas amenazadas , la que a través de todas las épocas de la
inteligencia no dejó jamás de luchar para afirmar
contra las abstracciones de la historia lo que rebasa a toda historia : la carne, ya sea sufriente , o
dichosa . Toda la Europa de hoy, erguida en su
soberbia , les grita que esa empresa es irrisoria y
vana. Pero todos nosotros estamos en el mundo
para demostrar lo contrario.
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El Conaculta a rraves de la Biblioteca de Mexico "Jose Vasconcelos"
en colaboración con el Fondo Nacional para la Cu lTUra 'f las Anes se complacen en
invitarle a la exposición
Viajar dentro de la casa
escultura y cotidianidad
Javier del Cueto
BIBLIOTECA DE MÉXICO
Saja de exposiciones I
Del4 de agosto al 26 de septiembre de '2.010
Pl aza de la Ciudadela 4
Centro Histórico
Metro Balde ra s
41 55 08 JO ext. 3859
La (Del lat. iIIe) artodeter. Formas de singular en femenino. Dichosa (De dicha 1) 1.
adj. feliz. 2. adj . Que incluye o trae consigo
dicha. Dichosa virtud. Soledad dichosa. PALABRA (Del lat. paraba/a) 1. f. Segmento
del discurso unificado habitualmente por el
aéento, el significado y pausas potenciales
inicial y final. 2. f. Representación gráfica de
la palabra hablada. 3. f. Facultad de hablar.
4. f. Aptitud oratoria. sábado (Del lat.
bíblico sabbatum, este del gr. aá~~QTov ,
este del hebr. sabbat, y este del acadio sabattum, descanso) 1. m. Sexto día de la
semana, séptimo de la semana litúrgica. 9
(Del lat. novem) 1 . adj . Ocho más uno. de
(Del lat. de) 1. prep. Denota posesión o pertenencia. la (Del lat. iIIe) 1. arto deter.
Formas de singular en femenino. noche
(Del lat. nox, noctis). 1. f. Tiempo en Que
falta la claridad del día. por (Del lat. pro,
infl. por peno prep. Denota el medio de eiecutar algo. Canal (Del lat. car . . . .
tación de televisión y radio. 22
de signos o cifras con Que se r
número veintidós.
podrían aplicársele las palabras
Luis de Góngora: "Pregonero y relator
~u.i:lln1tril3,n
y contemplen."
de
Vive /o Cultura
~ Biblioteca
'~mMéxico
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