En la foto aparece mi madre, MARÍA INÉS MOLINA ARAVENA, cuando tenía cerca de 35 años, junto a sus hijos, no todos de su vientre, pero ella se esmeró en criarlos como suyos, desde que se casó con mi padre. Yo nací más de 10 años después, pero puedo decir que tengo una madre excepcional, un gran ejemplo a seguir, maravillosa, mi gran amiga, consejera, consentidora y la mejor aliada en mis proyectos de vida. Mi madre, viuda desde los 28 años de edad, salió adelante sola con sus 2 hijos, Carlos y Claudio, hasta que conoció y se casó con mi padre, Misael Rojas. Mi padre tenía ya 6 hijos, a quienes tuvo que internar y encargar a otras familias, ya que su madre los dejó de un día para otro siendo pequeños. Mi madre se hizo cargo de todos, sin hacer diferencias ni excepción. Los crió, les enseñó valores, veló por su cuidado y con dedicación trató que fueran felices y grandes personas, lo que son hoy en día. Creo que esta foto es la que refleja de mejor manera el amor de madre, un gran Corazón de Mamá, ya que madre no es solo la que gesta y da a luz, sino también, y mucho más valiosa, la que cría y da amor a sus hijos sin ser carne de sí misma. Cryss Rojas Molina Enfermera Medicina del Trabajo Los Ángeles, Gerencia Ñuble Bío Bío Mi mamá se llama ADELA GONZÁLEZ BARRA, una mujer extraordinaria y adorable. Tiene 78 años y vive en Tunca, pleno campo chileno. Su vida ha sido de entrega y servicio; con un amor infinito ha cuidado siempre de mí y mis hermanos. Recuerdo haberme sentido amada y especialmente protegida en mi niñez, cuando los tiempos eran difíciles. Sin comodidades, ella lavaba en una artesa, sacaba leche de la vaca, hacía pan que luego horneaba, tejía de noche y preparaba alimentos en cocina a leña. Nunca la escuche quejarse. No sé cómo se las arreglaba con 5 hijos y a eso hay que agregar 2 más, porque su generosidad no tiene límites. Aun así, ahí estaba ella realizando labores sociales: Junto a los vecinos hizo grandes esfuerzos para construir la escuela rural, a la que fui en mis primeros años de colegio. También participaba activamente del Comité de Navidad. En estas últimas décadas ha formado parte de un taller de mujeres campesinas, con múltiples actividades, desde técnicas artísticas hasta desarrollo de habilidades cognitivas, sin contar que ha mantenido y trabajado en desarrollar mejoras en el Comité de Agua Potable, obra que beneficia a toda la comunidad. Todas estas actividades son una realidad, la forma en que ella ha hecho de su vida un permanente servicio. Siento por ella una profunda admiración como mujer y madre. Cecilia López Coordinadora de Procesos Clínicos Dirección Médica Nacional Nací el 8 de marzo de 1977 con 6 meses de gestación. Por complicaciones del embarazo y temas de salud, los Médicos del Hospital de Villarrica debieron realizar una cesárea a mi mamita, EFIJENIA COFRÉ ARAVENA, con riesgo de morir uno de nosotros. Gracias a Dios sobrevivimos y llegué pesando 1.5 kilos. Personal del hospital, debió implementar un procedimiento de emergencia y fui trasladado al Hospital Regional de Temuco. Mi madre todos los días concurría a visitarme. Una vez completado los 9 meses en incubadora me dieron el alta y el médico le preguntó a mi mamita si sería capaz de cuidar a esté bebe y salir adelante. Mi madre le señaló: «Sí, con amor, dedicación y la ayuda de Dios». Han transcurrido 39 años y gracias a los cuidados de mi mamita y papito, tuve un crecimiento sano y sin complicaciones. Mi madre es ejemplificadora y luchadora, da mucho amor, cariño y dedicación a sus seres queridos. Cuidó de sus padres hasta el último minuto de sus vidas al igual que a mi padre, con quien vivió 47 años y de los cuales 19 años cuidó con amor, cariño y dedicación debido a un accidente vascular que él tuvo. Héctor Barrera Cofré Comprador Hospital Santiago Unidad de Compras Servicios Médicos Mi madre es MARÍA ANGÉLICA CARMONA ESPINOZA, una mujer llena de virtudes y bondad, que jamás se cansa de ayudar a la gente. Hace unos años atrás me diagnosticaron una enfermedad catastrófica. Fue un proceso largo pero lleno de amor y fortaleza de parte de ella. Yo debía desayunar a las 7 de la mañana y tomar los remedios a esa hora exacta. Fue entonces que comencé con el proceso de pérdida de pelo, se caía a mechones en la ducha y mientras dormía. Una de las cosas que aún me emociona al recordar y que no puedo sacar de mi mente, es a mi madre entrando tipo 6 de la mañana a mi pieza para limpiar mi almohada, silenciosa y delicadamente mientras yo “dormía”. Quería que yo no me diera cuenta cuánto pelo había caído. Cuando ya había retirado los pelos, me despertaba y daba el desayuno en cama, junto con las pastillas. Lo que nunca supo es que cada mañana que lo hizo yo la escuchaba, pero me hacía la dormida para no echar a perder su plan. Me encantaba sentir su olor y suavidad para que yo no sufriera. Esas demostraciones de amor dan vida… Gracias a Dios todo salió bien, hoy también soy madre y estoy aquí escribiendo este correo. Sin duda el amor sana, es increíble lo que podemos hacer las madres por un hijo… Ilia Carmona Carmona Gestor Comercial Gerencia Clientes III Región Gerencia Seguro Zona Norte Madrecita querida. Incondicional amor de toda la vida. Mejor amiga… que entrega luz en la oscuridad de los hijos. Que siempre está para entregar el amor que necesitamos. Te amo... la verdad ha participado en todos mis momentos de angustia y felicidad. Sin ella no habría podido hacer muchas cosas, como estudiar trabajar formar una familia ser abuelita, etc… Victoria Cortés Obregón Ejecutiva Comercial Zona Metropolitana Gerencia Pyme y Emprendedores Me hiciste creer que Superman era fuerte, que la velocidad de la luz es insuperable, que los santos son los seres más bondadosos, que la naturaleza es el regalo más lindo que Dios le dio al ser humano… yo te escuche, te creí y seguí mi camino... No obstante, mientras crecía, me fui dando cuenta que existía una persona más fuerte que Superman , más rápida que la velocidad de la luz, más bondadosa que los santos y que me entrega miles de regalos más lindos que la naturaleza... y esa eres tú mamá... TERESA VERAGUA ENCINA, para mí es un gran orgullo que seas mi mamá, infinita y únicamente especial. Me haz enseñado tanto que me siento completa, jamás me limitaste a creer en algo, no me impusiste un credo, una postura política, de género, etc... Me dejaste ser y pensar a mi modo, dejaste que me equivocará aunque te doliera, me hiciste crecer hasta donde yo desee llegar, me dejaste soñar y llenarte de orgullo con cada paso. Mi mamá tiene el corazón repartido: ama a su familia, y por favor créanme, somos 7 hermanos, su corazón es enorme y me consta que cada uno de nosotros tiene un pedacito de ella. También lo reparte en su trabajo, por que ella ama lo que hace, ama a sus ejecutivas. Su positivismo contagioso es desbordante… a veces me pregunto cómo lo hace para tener tanta energía si se levanta a las 5 AM y se duerme muchas veces en la madrugada. María José Jara Veragua Hija de Teresa Veragua Encina Supervisora de Ventas, Gerencia Canales de Ventas Había nacido mi segunda hija, Emilia, y Javier, el mayor, tenía 1 año 6 meses ¡Mi vida era un caos! Entre pañales, pechuga, chupete y llantos, mi desesperación era máxima. Mi esposo Francisco me ayudaba en todo, pero no era suficiente… hasta que llego MARÍA AGUIRRE, mi mamá y salvadora, quien con paciencia, cariño y amor incondicional llegó a ayudarnos y hacer más grata, hermosa y placentera la llegada de un segundo hijo. Han pasado ya 6 años y el recuerdo está siempre presente. Hasta el día de hoy mi viejita nos apoya cuando lo necesitamos. Soy la mujer más afortunada del mundo por tener a mi madre cerca, presente en los momentos complicados, dispuesta a dar una mano, siempre con su cara sonriente y dispuesta a entregarlo todo por mí y sus nietos. Un abrazo mamita linda! Te adoro por hoy y siempre! Claudia Pavez Aguirre Médico de Rancagua Toda mi vida me he sentido amada por mi madre LIDIA CÁRDENAS ALVARADO, pero me sentí "salvada" y amada incondicionalmente cuando a los 7 meses, estando aún en su vientre, comenzó repentinamente con síntomas de aborto espontáneo. Tuvieron que trasladarla urgente al hospital más cercano, a 3 horas de la isla donde vivíamos, tiempo que se hizo eterno a bordo de una embarcación, sin importar las condiciones climáticas, desconocimiento si al llegar a destino estaría todo bien, sumado además al miedo y angustia de una madre primeriza. Solo el amor de una madre lleva a dar la lucha hasta el final por su hijo/a y no darse por vencida jamás, a pesar de las circunstancias que te pone la vida. Por eso me aferré fuertemente a mi mamita durante un mes más, hasta tenerme en sus brazos, saliéndome con la mía :) Me sentiré eternamente orgullosa de ella, de todo el sacrificio que realiza diariamente por sus hijos, es la mejor mamá del mundo... Marcela Frías Cárdenas Enfermera Castro El mejor momento de contención y apoyo de mi mamá, DINORA GONZÁLEZ LEÓN, fue cuando al yo estar sola, para poder tener a mi hija, ella fue la que me acompañó en todo momento en el hospital y además en el momento del parto. Para mí eso fue lo más maravilloso. En la foto aparece mi abuela a la izquierda y mi mamá a la derecha. Karina Pérez González Encargada de Admisión Copiapó Corría 1985 y yo cursaba 6° básico en un liceo de la Panamericana Sur, donde estudiaba con mis hermanos. Cada día debíamos esperar hasta las 16:00 o 17:00 horas en los patios para irnos a nuestra casa en Paine. Uno de esos días, corría por unos de los interminables caminos de tierra del patio y a lo lejos escuché la voz ofensiva de un joven que me gritó: «¡Oye flaca!» Paré de forma automática y quedé impávida. También escuché el grito una profesora, quien me llamó y me dijo: “Haber niñita, venga para acá… dígame, ¿usted conoce a este joven?”, a lo que respondí: “No, no lo conozco…”. Entonces, la profesora respondió mirando al joven: “Y entonces si no la conoce, ¿por qué usted joven se refiere a ella como ´oye flaca´?, ¿Acaso no sabe que esta niña tiene nombre?, ¿Cómo se llama usted niñita?». Respondí: “Me llamo Paulina”. La profesora dijo: “Ah, tiene nombre y se llama Paulina. Entonces como tiene nombre, usted joven no debió referirse a ella de esa forma, por lo que debe pedirle disculpas”. El joven, cabeza gacha y con las manos atrás, me pidió disculpas. Luego la profesora dio por terminado el episodio y siguió su caminar, con el libro de clase entre los brazos. Me sentí tan feliz, apoyada, cuidada, rescatada por una héroe que vigilaba mis horas de espera. Esa héroe es mi madre, ¡sí! MARÍA YOLANDA POZO, con quien viajábamos todos los días desde Paine al liceo donde ella trabajaba y nosotros estudiábamos ¡INFINITAS GRACIAS MAMÁ! Paulina Reyes Pozo Enfermera CAS Paine