Manuel Godoy

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Manuel Godoy
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Manuel Godoy
Manuel Godoy
Manuel Godoy retratado como vencedor de la Guerra de las Naranjas, por Goya. Real Academia de San Fernando, Madrid.
Nacimiento
12 de mayo de 1767
Badajoz, España
Fallecimiento
4 de octubre de 1851 (84 años)
París, Francia
Nacionalidad
Español
Ocupación
Político
Cónyuge
María Teresa de Borbón y Vallabriga
Hijos
•
•
•
Carlota Luisa de Godoy y Borbón
Manuel de Godoy y Tudó
Luis de Godoy y Tudó
Padres
•
•
José de Godoy Cáceres y Ovando Ríos
Antonia Justa Álvarez de Faria y Sánchez Zarzoza
Premios
Q15117228
Manuel Godoy y Álvarez de Faria (Badajoz, 12 de mayo de 1767 - París, 4 de octubre de 1851) fue un noble y
político español, favorito y primer ministro de Carlos IV entre 1792 y 1797, y nuevamente de 1801 a 1808. Fue
duque de la Alcudia y de Sueca y príncipe de la Paz, por su negociación de la Paz de Basilea (1795), título éste que
años después Fernando VII declararía ilegal y Godoy reemplazaría, ya en el exilio, por el italiano de príncipe de
Bassano.[1]
De origen hidalgo, fue elevado de forma meteórica al poder por Carlos IV, que le concedió títulos y honores, le dotó
de una inmensa riqueza y le confió los más altos cargos del Estado, ante la incapacidad de las camarillas cortesanas
del inicio de su reinado, encabezadas por los condes de Floridablanca (secretario de Estado de 1777 a 1792) y
Aranda (idem en 1792) para hacer frente a las turbulencias del momento.
Como secretario de Estado (1792-98) y generalísimo (1801-08) estuvo al frente del Gobierno de España durante la
crisis europea provocada por la Revolución francesa y las ambiciones de Napoleón Bonaparte, que culminó con la
invasión francesa de 1808 y la Guerra de Independencia, pocos meses después de la caída de Carlos IV y el propio
Godoy a causa del Motín de Aranjuez. A lo largo de su valimiento, lleno de luces y sombras, logró mantener la
situación de España ante el poderío de Francia con una política exterior pragmática -en tanto que otras potencias
como Austria, Prusia u Holanda eran humilladas o anexionadas-, mientras que en el interior trató de llevar a cabo un
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programa reformista ilustrado que generó un profundo rechazo en muchos grupos sociales, en especial entre la
nobleza y el clero.
Godoy, uno de los personajes más vilipendiados de la Historia de España, ha sido objeto en los últimos tiempos de
una serie de estudios rehabilitadores coincidentes con el 150.º aniversario de su muerte.
Primeros años
Nació en la calle Santa Lucía de Badajoz[2] el 12 de mayo de 1767, hijo de José Godoy y Sánchez de los Ríos,
regidor perpetuo de Badajoz y alcalde de Santa Hermandad por el estamento nobiliario en 1768, 1778, 1779 y
1786,[3] y de doña María Antonia Justa Álvarez de Faria y Sánchez Zarzosa,[4] de origen portugués pero nacida
igualmente en Badajoz, siendo bautizado Manuel Domingo Francisco. Ambos pertenecían a la nobleza de
provincias, lo que les permitía el acceso a cargos que sólo los nobles podían ocupar en aquellos tiempos.
José Godoy, coronel del ejército, y con cargos en el gobierno municipal de Badajoz, se preocupó cuanto pudo de la
instrucción de sus hijos en el aspecto intelectual y físico, por medio de la práctica de la equitación y la esgrima;
indispensables para que pudieran seguir con éxito la carrera militar. Después de acabar los estudios elementales,
Godoy adquirió conocimientos de matemáticas, humanidades y filosofía.
En 1784 llegó a la Corte de Madrid y fue admitido por Carlos III en la Guardia de Corps, donde servía su hermano
mayor Luis. Estudió francés e italiano con los hermanos Joubert, a los que manifestaba deber mucho, así como a su
confesor.
La rápida ascensión de Godoy
El 15 de noviembre de 1792, ocho años después de su ingreso en la Guardia de Corps, Manuel Godoy fue elevado al
cargo de primer secretario de Estado o del Despacho, es decir, primer ministro o ministro universal, por el nuevo
soberano Carlos IV, quien desde que subió al trono en 1788 no había cesado de llenarle de honores: cadete, ayudante
general de la Guardia de Corps, brigadier, mariscal de campo y sargento mayor de la Guardia.
Ya primer ministro, el 25 de mayo de 1793, Godoy firmó en Aranjuez
el convenio provisional de alianza defensiva contra Gran Bretaña con
los títulos de duque de la Alcudia, Grande de España y de primera
clase, regidor perpetuo de la ciudad de Santiago de Compostela,
caballero del Toisón de Oro, gran Cruz de la Orden de Carlos III,
comendador de Valencia del Ventoso y de Aceuchal en 1796 y 1793,
respectivamente, consejero de Estado, primer secretario, secretario de
la reina, superintendente general de Correos y Caminos, gentilhombre
de cámara con ejercicio, capitán general de los Reales Ejércitos,
inspector y sargento mayor del Real Cuerpo de Guardia de Corps.
A todos estos honores los reyes le añadirán el de príncipe de la Paz con
motivo de firmarse el segundo Tratado de Basilea el 22 de julio de
1795. Más tarde, Godoy fue nombrado además como señor de Soto de
Roma y del Estado de Albalá; regidor perpetuo de la villa de Madrid y
de las ciudades de Cádiz, Málaga, Écija y Reus, conllevando este
último cargo el título de Barón de Mascalbó; veinticuatro de la de
Sevilla; caballero gran cruz de la Orden de Cristo y de la religión de
San Juan; protector de la Real Academia de Nobles Artes y de los
Reales Institutos de Historia Natural, Jardín Botánico, Laboratorio
Químico y Observatorio.
Godoy en 1790.
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En 1801 fue nombrado generalísimo, título nunca otorgado antes en España. Finalmente, en 1807, cerca ya de su
caída, Carlos IV le concedió el título de Gran Almirante, con tratamiento de Alteza Serenísima, y de presidente del
Consejo de Estado.
Motivos de su rápida ascensión
• Los rumores y la historiografía tradicional favorable al reinado de
Fernando VII lo atribuían al favor de la reina María Luisa y a su
presunta relación amorosa: belleza e inteligencia fueron las virtudes
que la soberana apreció en su protegido, y la idea que llegó a
forjarse del talento político de Godoy logró infundírsela también a
su esposo. Su supuesta aventura con la reina contribuyó al
desprestigio de la monarquía. Godoy desmiente discretamente esos
rumores en sus memorias al calificar al rey de persona sin mancha.
• Otro sector de la historiografía moderna (como Seco Serrano,
Bullón de Mendoza, La Parra o Rúspoli) no reconoce como
verosímil la aventura de la reina con Godoy: María Luisa de Parma,
además de una vida privada casi inexistente, en su condición de
reina, tuvo 13 embarazos y 11 abortos, dando a luz a 14 hijos, 7 de
Godoy retratado por Agustín Esteve.
los cuales murieron. Confirman estos autores que la rápida
ascensión de Godoy fue impulsada por las repercusiones que la revolución francesa y su giro cada vez más radical
tuvieron en la península. Ante los acontecimientos que obligaron a renunciar al trono a Luis XVI, el ministro
Floridablanca adoptó una actitud vacilante, sin atreverse a intervenir, al tiempo que intentó mantener a salvo el
país de la ideología revolucionaria (1789-1791). Fracasada esta política, Aranda tomó el poder, pero no supo
mejorar la delicada situación de la monarquía de Carlos IV, ni la del rey de Francia, país en el cual ya se había
proclamado una república. Ante estos acontecimientos, el rey llamó a gobernar a Godoy, un hombre libre de las
influencias y relaciones con Floridablanca o con el partido aragonés de Aranda. Debía todo lo que era y lo que
tenía a los reyes, y por eso les fue leal únicamente a ellos.
• Algunas reformas emprendidas por Godoy tienen como fin limitar o controlar el poder de la Alta Nobleza. Carlos
IV elevó hasta la más alta nobleza (grande de España de primera clase, duque y príncipe, esposo de una prima del
rey) a Godoy con el fin de autorizarle ante la nobleza e inmunizarle contra los argumentos en su contra
dimanantes de su origen humilde. Haciéndole poderoso, tendría autoridad frente a los poderosos.
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En sus Memorias, el favorito protesta contra los que atribuyeron al
galanteo y a las tonadas las preferencias de los reyes: "En mi vida
entendí de guitarra, ni de cantar, ni podía acudir a esas habilidades,
que no tenía, para sostenerme en la corte. Yo diré pocas cosas sobre
esto, y observaré el decoro que requiere su memoria, como conviene
entre españoles". No puede negarse nobleza de intención en dichas
palabras.
Sin embargo, la repugnancia de los españoles por el advenedizo fue
grande: así lo testimonia el abate Muriel según el sentir general de la
época; no por la juventud de Godoy, pues un joven podía gobernar
bien, y en Inglaterra tenían el ejemplo de Pitt, sino por la forma en que
había llegado al cargo.
Por su parte, Carles, miembro de la embajada francesa en Madrid de
cuya imparcialidad cabe dudar, explica que la rápida ascensión de
aquel "aventurero" era causa de murmuración de todas las clases
sociales y que la falta de modestia de la "reina lasciva", quien
enriquecía a su favorito a expensas del tesoro público, escandalizaba a
todos.
Busto idealizado de Godoy, por Juan Adán (1794,
R.A.B.A.S.F.). Es retratado como un emperador
romano, intentando reflejar con ello el gran poder
político y militar que tenía entonces.
En 1908, Juan Pérez de Guzmán intentaba por primera vez la
vindicación de la desprestigiada María Luisa.
El marqués de Villaurrutia muy gustoso de los chismes, autor de Palique Diplomático, zahiere de nuevo a la
soberana en su obra de los años 20 La reina María Luisa, esposa de Carlos IV.
El mexicano Carlos Pereyra, en su edición de las Cartas confidenciales de la reina María Luisa y de don Manuel
Godoy, en los años 40, consideró calumnioso todo lo referente a la ilustre dama y lo sometió a aguda crítica.
En la penúltima edición de las Memorias del Príncipe de la Paz, el doctor Carlos Seco ofrece quizás una de las
versiones más desapasionadas y completas del origen de la privanza del favorito. Admite la posibilidad de amores
con María Luisa, pero les da una importancia secundaria. El origen del fervor de ambos soberanos -no sólo de la
reina- habría que encontrarlo en la búsqueda, cuando eran príncipes de Asturias, de alguien que se lo debiera todo a
ellos, para contraponerlo a los omnipotentes ministros de Carlos III, con quienes no simpatizaban.
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La guerra con Francia y la paz de Basilea
El 21 de enero de 1793, Luis XVI moría en la guillotina. Tras algunos
intentos inútiles de detener la ejecución, Godoy provocó el conflicto
para castigar el magnicidio, y la Convención abrió las hostilidades. La
Guerra de la Convención fue en un principio favorable para España. El
general Antonio Ricardos llegó hasta Perpiñán, pero la organización de
la defensa por parte francesa frenó el empuje inicial. En diciembre de
1794, españoles e ingleses, aliados, levantaron el asedio de Toulon,
plaza que había sido recuperada por los republicanos.
La contraofensiva francesa enfrió los ánimos de los españoles, que
habían ido a la contienda en defensa de la religión y de la monarquía.
Godoy ganó la partida a Aranda, partidario del cese de la lucha, por lo
que fue desterrado. La muerte del general Antonio Ricardos y la
invasión de Cataluña, Navarra y País Vasco por parte republicana, así
como la adecuada réplica española, estabilizaron los frentes.
Ante el cansancio de ambos contendientes, se llegó a la paz de Basilea
(22 de julio de 1795), en la que España cedió a Francia su parte de la
isla de Santo Domingo y ciertas ventajas económicas a cambio de la
retirada francesa de los territorios peninsulares conquistados.
Godoy se apresuró a recoger el premio del cese de hostilidades y fue
investido por su soberano como Príncipe de la Paz, además de recibir
cuatro grandezas de España, siete grandes cruces de Carlos III, diez
bandas de María Luisa y otros muchos premios.
Manuel Godoy, grabado de A. L. J de Laborde
en Viaje histórico y pintoresco de España.
Alianza con el Directorio y guerra con Inglaterra
Entonces Godoy olvidó la enemistad con Francia y se alió con ella mediante el primer tratado de San Ildefonso el 18
de agosto de 1796. El favorito temió que el rearme inglés se utilizara contra los territorios hispanos de ultramar,
debido al disgusto que provocó a Inglaterra la firma en Madrid de la Paz de Basilea, sin una previa consulta al
antiguo aliado. Además Carlos IV y María Luisa necesitaban el apoyo francés ante el futuro del ducado de Parma, ya
que su hija María Luisa estaba casada con el heredero de aquel territorio.
Finalmente, Godoy palpaba la hostilidad creciente hacia su persona, y al temer la caída, como se manifestó por la
fracasada conspiración de Malaspina, pensó que aliándose con el Directorio acallaría los últimos devaneos
republicanistas surgidos en España, lo que le atraería, todavía más si cabe, el agradecimiento de sus augustos
señores.
Aunque la derrota de la escuadra española junto al cabo de San Vicente (14 de febrero de 1797) y la conquista
inglesa de la isla Trinidad fue compensada por la defensa de Cádiz, Puerto Rico y Tenerife, las intrigas contra el
favorito, atizadas por el propio Directorio, que abrió negociaciones de paz con Inglaterra sin contar con España,
dieron su fruto, y Godoy tuvo que retirarse como primer secretario de Despacho (28 de marzo de 1798).
Manuel Godoy
Política en España
Entretanto, Godoy reanudó las políticas reformistas, aunque sin poder maquillar su desprestigio. Redujo los
monopolios gremiales, apoyó la ley agraria, suprimió algunos impuestos, liberalizó los precios de las manufacturas e
incluso en 1797 reunió un gobierno integrado por lo más granado de la Ilustración española, la mayoría del cual ya
había desempeñado puestos relevantes con Carlos III. Gaspar Melchor de Jovellanos se convirtió en secretario de
Justicia. Francisco de Saavedra se hizo cargo de la Hacienda. Francisco Cabarrús, uno de los creadores del Banco de
San Carlos, fue enviado como embajador a París. Los escritores y políticos Juan Meléndez Valdés y Mariano Luis
de Urquijo ocuparon también puestos importantes. No es más que un episodio de la tremenda fractura ideológica que
la Revolución francesa y las guerras napoleónicas producirían en la sociedad española.
Segundo Ministerio
En la caída de Godoy habían intervenido algunos ministros que él había incorporado a su Consejo para conferirle
cierto tono liberal, así lo hicieron Saavedra y Jovellanos, los cuales quedaron como hombres fuertes de los destinos
del país, pero no tardaron en ser relevados por motivos de salud.
En 1801, Godoy se desembarazó de sus rivales y, aunque el cargo de primer secretario lo ocupó su primo político
Pedro Cevallos, volvió a ser de nuevo la figura preeminente del gobierno.
Napoleón, primer cónsul de Francia ofreció a la duquesa de Parma, hija de Carlos IV, el nuevo reino de Etruria como
propiedad de la familia real española (Tercer Tratado de San Ildefonso, octubre de 1800); a cambio, España prometía
la Luisiana a Francia y debía unir el destino de su flota al de la francesa, así como abrir las hostilidades con Portugal
para obligarle a renunciar a la alianza inglesa. Esta breve guerra, denominada Guerra de las Naranjas por el ramo de
dicha fruta que ofreció Godoy a la reina, duró del 16 de mayo al 6 de junio de 1801, supuso la cima de la gloria del
valido. Godoy logró de manera casi incruenta una paz favorable a España y Portugal, y contraria a los intereses de
Bonaparte: el Tratado de Badajoz, por el cual Portugal cedió a España la plaza de Olivenza y se comprometió a
cerrar sus puertos a los ingleses.
Si bien el resultado no satisfizo a Napoleón, necesitado de una tregua, acabó por firmar la Paz de Amiens con
Inglaterra (1802), por la que España recobró Menorca, perdida durante la contienda, y cedió la isla Trinidad a los
británicos. Por su parte, el príncipe de la Paz ratificaba el tratado de San Ildefonso de 1800.
Con el pretexto de que Godoy favorecía a los ingleses, Napoleón obligaba a España, con amenazas, a ejecutar sus
designios. Así, arrancó primero a Carlos IV un convenio de neutralidad y después una nueva alianza (1805), que
trajo la derrota de la flota franco-española en Trafalgar (21 de octubre de 1805) a manos británicas. Entonces Godoy
se dio cuenta de que su privanza tocaba a su fin. En torno al príncipe heredero Fernando se agruparon los
descontentos con la política del favorito, quien, al temer por su suerte y la de Carlos IV, creyó que, por el momento,
lo mejor era unirse más estrechamente al emperador francés.
Napoleón apreciaba a Godoy como hombre y como ministro, pero fomentó aquellos recelos y ambiciones para sus
fines. Entre 1805 y 1806, Godoy le propuso entrar en un reparto de Portugal y que le concediera una de las
porciones. Al parecer incluso planeó cambiar el orden de sucesión al trono español para eliminar al príncipe heredero
Fernando o ejercer él la regencia. En el invierno de 1806, el emperador concedió el reino de Nápoles a su hermano
José tras expulsar a Fernando IV de Borbón, hermano del soberano español y padre de María Antonia, casada con el
príncipe de Asturias. Lograr la aprobación de Carlos IV no hubiera sido fácil sin contar con la animadversión de
Godoy al príncipe.
Napoleón en la cúspide de su gloria desoyó las pretensiones del favorito y exigió en cambio hombres, dinero, la
adhesión de España al bloqueo continental contra Inglaterra, así como el puerto de Pasajes o las Baleares para el rey
destronado de Nápoles. Godoy se dio cuenta entonces de las verdaderas intenciones del emperador y pretendió
alejarse de su órbita, pues hasta pensó en aliarse con sus enemigos (Cuarta Coalición), pero la victoria francesa de
Jena le obligó a disimular.
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El Príncipe de la Paz se plegó entonces a las exorbitantes exigencias napoleónicas, mientras el francés fingía creer en
la sinceridad de Godoy y se aliaba con los partidarios del príncipe Fernando. España se adhirió al bloqueo
continental (19 de febrero de 1807 y otorgó a Napoleón su concurso militar. Pero como era preciso que Portugal
entrara también en el bloqueo y el regente del reino se oponía, el emperador francés preparó con Eugenio Izquierdo,
agente secreto de Godoy, el tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), por el que Portugal se dividiría en tres
partes: la del norte, para compensar a los destronados reyes de Etruria, la del centro, para cambiarla por Gibraltar y
demás colonias arrebatadas por los ingleses, y la del sur, para Godoy, como príncipe de los Algarves. Carlos IV, a
quien Napoleón garantizaba la posesión de sus Estados de Europa, tomaría el título de emperador de las Américas.
Un ejército francés entraría en España camino de Portugal, al que seguiría otro español. Cuando Godoy descubriera
que en los cálculos napoleónicos, además de someter a Portugal, se hallaba el de ocupar la propia España, ya no
tendría remedio.
Motín de Aranjuez: la caída de Godoy
Poco antes de la ratificación del tratado, tropas francesas franquearon los Pirineos con el beneplácito de Godoy, que
confiaba en lo pactado, y del príncipe Fernando, que aproximado a Napoleón para hacer caer al favorito, había
intentado, sin conseguirlo, emparentar con el emperador, al enviudar de la princesa María Antonia. Pero Godoy
descubrió los planes del partido fernandista para derrocar a Carlos IV. En el proceso de El Escorial (octubre de 1807
- enero de 1808) el príncipe de Asturias, al ser perdonado, contribuyó a que el desprestigio de Godoy fuera en
aumento.
Las tropas franco-españolas se apoderaron de Portugal, mientras las principales plazas de España eran guarnecidas
por tropas del emperador. Entonces Napoleón exigió un camino militar hasta Portugal o la línea del Ebro como
frontera con Francia. Los reyes desde Aranjuez decidieron -aconsejados por Godoy- salir en dirección a Cádiz, pues
así estarían más protegidos del emperador y tendrían vía libre para partir hacia América si lo veían necesario. El
pueblo se alarmó, y aunque se fijó una proclama en la que se declaraba falso el proyectado viaje, hizo culpable a
Godoy de la desgraciada política llevada hasta entonces.
La noche del 19 de marzo de 1808, el populacho, dirigido por una parte de la nobleza desdeñosa ante el recorte de
sus privilegios impulsado por Godoy, asaltó el palacete del favorito, en el llamado Motín de Aranjuez, tras el cual
fue destituido de sus cargos y honores, como lo fue el rey Carlos, anonadado ante el golpe de Estado perpetrado por
su hijo, siendo encerrado en el castillo de Villaviciosa de Odón (Madrid), por orden del príncipe Fernando y que a
duras penas salvó la vida gracias a la intervención de Murat, quien lo condujo a Bayona, en donde se vio por primera
vez directamente con Napoleón. Allí se encontró también con sus señores y con su enemigo Fernando; ni padre ni
hijo eran ya reyes por haber hecho cesión de sus derechos sobre la corona española a la dinastía Bonaparte
(Abdicaciones de Bayona).
El rey Carlos IV, hombre del antiguo régimen, no podía concebir la traición de su hijo en El Escorial (aunque la
perdonó) o en Aranjuez (que le costó la corona) y tampoco podía concebir que el emperador de los franceses le
hubiera engañado sin hacer ningún honor a su palabra, y sometiendo España a la destrucción, la sangre y el fuego.
Ese comportamiento traicionero en un emperador era algo que no era capaz de concebir, que no le podía entrar en la
cabeza. Se dice que por no seguir un comportamiento semejante, que implicaba engaño, Carlos IV había retrasado
indefinidamente la expansión de España en el norte de África.
Los palacios y posesiones de Godoy fueron objeto de rapiña. La corte estaba en Aranjuez, por lo que poca
justificación política tiene el asalto a las casas de Madrid. Mesonero Romanos se jacta en sus "memorias de un
setentón" de tener como uno de sus primeros recuerdos de infancia una incursión a las viviendas de Godoy en la
calle Barquillo, de donde sustrajo varios objetos que conservó toda su vida. También el Estado se hizo con la
posesión de muchos de tales bienes, entregando unos al duque de Wellington (posesiones en Granada y hasta el
propio vellocino de oro que se contempla en Apsley House que había pertenecido a Godoy [5]), enriqueciendo otros
al propio Estado (Palacio de Buenavista) y siguiendo otros de tales bienes los más extraños caminos hasta acabar en
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Manuel Godoy
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la National Gallery (Venus del Espejo), Museo Lázaro Galdiano (Mesa de Godoy), Museo del Prado (Majas vestida
y desnuda) o Real Academia de Bellas Artes (su retrato por Goya en la batalla de las Naranjas). Por tanto el motín
fue económicamente rentable para muchos.
Pero para España el motín de Aranjuez supuso la ruptura de la legalidad, y como consecuencia del exilio de su
familia real y el vacío de poder, la invasión francesa, la pérdida de soberanía de España sobre su territorio, la
expoliación de sus tesoros, la extinción de su ganadería e industria y más remotamente la pérdida de los territorios
americanos y el reinado del peor rey que pudiera haber tenido España en el siglo XIX, Fernando VII, tras cuyo
ominoso reinado dejó por herencia unas guerras carlistas que hicieron del siglo XIX, de principio a fin, un siglo para
olvidar.
Destierro y muerte
Al acabar la Guerra de la Independencia, Fernando VII regresó a
Madrid el 14 de abril de 1814. El 1 de octubre de 1814, Carlos IV
abdicó nuevamente en su hijo Fernando VII, a cambio de ocho
millones de reales. Los monarcas se instalaron definitivamente en el
exilio y residieron en la corte papal, en Roma. Fernando VII también
consiguió que Manuel de Godoy fuera desterrado a Pésaro (Italia).
En el exilio, la fidelidad de Godoy a sus antiguos soberanos es digna
de encomio. Su esposa, María Teresa de Borbón y Vallabriga, condesa
de Chinchón, con quien casó en 1797, prima de Carlos IV), lo
abandonó cansada ya de su constante infidelidad con Pepita Tudó, para
la que Godoy había solicitado los títulos de condesa de Castillofiel y
vizcondesa de Rocafuerte con el fin de que pasaran a los dos hijos
extramatrimoniales que había tenido con ella.
Encuentro de Fernando VII y Godoy cuando éste
era conducido a prisión. Grabado de la época.
Godoy acompañó a Carlos IV y María Luisa a Compiègne y Marsella. En 1812 se instaló con ellos en Roma, en el
palacio Barberini, donde años después murieron los reyes, con diferencia de pocos meses (1819), acompañando a
ambos en el trance. Fernando VII, ya rey de España, persiguió a Godoy constantemente. Le obligó a renunciar a los
títulos de Príncipe de la Paz y príncipe de Bassano, éste concedido por el Papa, e invalidó el testamento que la reina
hizo en su favor para compensar enormes pérdidas que le llevarían a la miseria, las que supuso un destierro que fue
acompañado de la confiscación de todos sus bienes sin formación de causa alguna. Poco antes murió en París su
esposa legítima, que fue enterrada en Boadilla del Monte, y Godoy se apresuró a regularizar su unión con Pepita
Tudó, aunque finalmente ésta se trasladó a Madrid para seguir de cerca los procedimientos judiciales y sus intereses
en España y nunca volvió junto a él. Pepita Tudó murió en Madrid y está enterrada en la Sacramental de San Isidro.
Instalado en París en 1832, Luis Felipe de Orleans le concedió una modesta pensión, con la que pudo dedicarse a
escribir sus Memorias, traducidas al francés por el coronel Esménard y publicadas en París entre 1836 y 1838 y
luego en Madrid en versión española. Son un documento indispensable para conocer las acciones de gobierno y los
principios que las impulsaron.
Dos decretos de 1844 y 1847 de Isabel II devolvieron sobre el papel a Godoy todos sus bienes. Le fueron
reintegrados los honores, cargos militares y títulos, salvo los de "príncipe de la Paz", "generalísimo" y "gran
almirante". A los ochenta años, Godoy hubiera podido por fin volver a su patria, pero no se decidió. En París asistió
a las jornadas revolucionarias de junio de 1848 y a la exaltación al poder de Napoleón III. La demora en la entrega
de sus bienes superó el momento de su muerte, continuando sus herederos las reivindicaciones, hasta que en tiempos
de la Primera República (1873) el presidente Emilio Castelar declaró la nacionalización de todos los bienes de
Godoy, pese a que éste tenía sobre ellos los títulos de propiedad y las sentencias judiciales a su favor que declaraban
como expoliación ilegal las confiscaciones que había sufrido desde 1808.
Manuel Godoy
El 4 de octubre de 1851 falleció, sin que su desaparición apenas interesara
ni en Francia ni en España. En un primer momento sus restos
permanecieron en la cripta de la iglesia de Saint Roch. Transcurrido un año
sin que nadie reclamase su cadáver, uno de sus últimos banqueros compró
un reducido espacio en el cementerio del Este, conocido hoy como
Père-Lachaise, a donde se le trasladó y permanece, al pie de una sencilla
lápida con su retrato. El ayuntamiento de Badajoz tomó en 2008 el acuerdo
de devolver sus restos a su ciudad natal, donde le ha sido levantado un
monumento, y depositarlos bajo el mismo en la plaza de San Antón, donde
se encontraba el seminario en el que estudió Godoy.
Sin embargo, existen voces discrepantes. En marzo de 2011 se publicó el
hallazgo del pacense Pedro Castellanos Bote: un documento del Archivo
Histórico Provincial de Badajoz que demuestra que Godoy fue desde 1796
patrono del antiguo convento de San Gabriel de Badajoz (hoy sólo queda
su iglesia, llamada ahora de La Concepción). Este es el motivo por el que
Carlota Luisa de Godoy y Borbón, hija de
figura su escudo de armas en la fachada principal de la iglesia, teniendo por
Manuel Godoy.
[6][7]
tanto el derecho de ser enterrado en ella.
Desde este punto de vista, la
iglesia de la Concepción o la catedral serían los lugares más adecuados para el descanso definitivo de sus restos, si
algún día se completan los trámites en marcha y se realiza su traslado desde París.
Descendencia
De su matrimonio con la condesa de Chinchón le sobreviviría una hija:
• Carlota Luisa de Godoy y Borbón, heredera del condado y duquesa de Sueca, que casaría con Camilo Ruspoli, un
príncipe romano al que conoció en el largo exilio que vivió en Roma junto a su padre, y cuyos descendientes
viven en España.
Con Pepita Tudó tuvo cuatro hijos, de los que sobrevivieron dos:
• Manuel de Godoy y Tudó (1805-1871)
• Luis de Godoy y Tudó (1807-1818)
Valoración
Fue el último de los validos del antiguo régimen, con un poder superior a Lerma o a Olivares, ya que consiguió ser
equiparado a la realeza: sus criados vistieron igual que los del monarca, Carlos IV le visitaba en su casa y le ayudaba
a vestirse, se unió en matrimonio con una prima del rey, etc.
Con notables excepciones antes de 1990 como la de Carlos Seco Serrano (editor y comentarista de las Memorias de
Godoy para la edición de la BAE en 1956), Alfonso Bullón de Mendoza y muy pocos otros, la historia en general se
ensañó con Godoy, en especial por el origen de su rápido encumbramiento y la amplitud de sus poderes, y su fama e
imagen en general fueron nefastas durante décadas. Sin embargo, los últimos estudios sobre Godoy, a partir del año
2001, empiezan a transmitir una imagen y valoración más positivas, mostrando cómo la propaganda napoléonica
manipuló y tergiversó la realidad para poner al pueblo en contra de Godoy y de los reyes, y cómo se unió más tarde a
ella la negativa, y más duradera, propaganda del repuesto Fernando VII, que había considerado siempre a Godoy,
especialmente desde el acceso de éste al principado, como un peligroso rival.
En el aspecto ideológico su actuación fue vacilante pues, aunque favoreció el regalismo y el enciclopedismo y
mantuvo a raya a la Inquisición, a veces se valió de ésta para sus fines. Autorizó la vuelta de los ilustrados jesuitas,
tras una expulsión y exilio difícilmente justificables, decretados por Carlos III a instancias del conde de
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Manuel Godoy
Campomanes[8] y de otros regalistas.
Su oposición a los privilegios de la alta nobleza (de la que entra a formar parte como medio de desactivarla desde
dentro) le acaba costando el odio de una parte de este importante estamento, la más cercana a Fernando VII con
Escoiquiz y Caballero a la cabeza, que -como pudo comprobarse durante el reinado fernandino-, constituía la facción
más reaccionaria de la España de esos años.
Labor científica y cultural
Su labor científica y cultural, poco conocida por efecto de las citadas propagandas pero revalorizada durante la
última década (2001-2011), a raíz de conmemorarse los 150 años de su muerte, resultó encomiable. En 1793 fundó la
primera escuela de Veterinaria y dos años después, una Escuela Superior de Medicina en Madrid. Creó el Cuerpo de
Ingenieros Cosmógrafos, el Jardín Botánico de Sanlúcar, el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, el Depósito
Hidrográfico, el Observatorio Astronómico, la Escuela de Sordomudos, el Instituto Pestalozziano, etc.
Recientemente (2001) se ha descubierto su desconocido papel como mecenas de la Arqueología española, junto con
el propio rey, y ahora se sabe que se debieron a la iniciativa de ambos excavaciones arqueológicas en Duratón,
Segóbriga, Sagunto o Mérida, la restauración de la Torre de Hércules en La Coruña, la creación de la figura del "juez
conservador de antigüedades" (en Sagunto y Mérida), o el patrocinio de varias notables publicaciones filológicas y
arqueológicas, comenzando por el siempre supuesto como francés Voyage Pittoresque et historique de l'Espagne [9],
de Alexandre de Laborde. Quizá sea lo más destacable el haber auspiciado la primera legislación de alcance nacional
para la protección de Antigüedades, la Instrucción formada por la Real Academia de la Historia sobre el modo de
recoger y conservar los monumentos antiguos descubiertos o que se descubran en el Reino, de 6 de julio de 1803,
una normativa vanguardista que por primera vez obligaba a la protección también de los monumentos hebreos y
árabes, a la que animaba un interés por mejorar el conocimiento popular, y que seguramente se había ido gestando
desde la creación de la Sala de Antigüedades de la Real Academia de la Historia, en 1792.[10]
Fue también un gran mecenas artístico: protegió a Goya, Meléndez Valdés, Moratín, etc. Parece que fue él quien
encargó a Goya las famosas "Majas" (Museo del Prado).
Notas y referencias
[1] La compra del feudo de Bassano del Sutri, cerca de Roma, le dio derecho a este título, tras concesión del papa Pío VIII (http:/ / books. google.
es/ books?id=TiNg8eo9_aUC& pg=PA230& lpg=PA230& dq="PrÃncipe+ de+ Bassano"& source=bl& ots=fFdXfwKv2Y&
sig=5DroWSXVDMg9W6lavXo7R-7XkII& hl=es& ei=XOdfTsy7DMGUOsnwzOcC& sa=X& oi=book_result& ct=result& resnum=9&
ved=0CFsQ6AEwCA#v=onepage& q="PrÃncipe de Bassano"& f=false).
[2] Lo confirma él mismo en sus Memorias ( libro I, cap. II, pág. 23 (http:/ / www. archive. org/ stream/ cuentadadadesuv04godogoog#page/ n30/
mode/ 1up)), aunque es frecuente la confusión con un nacimiento en Castuera, pueblo de procedencia y solariego de la familia, que se había
trasladado sin embargo a Badajoz ya en el primer tercio del siglo XVIII, en época de sus abuelos. La casa solariega de Castuera estaba por
aquella época "casi arruinada".
[3] A. Barredo de Valenzuela y A. Alonso de Cadenas, Nobiliario de Extremadura, tomo III, Madrid, 1998: "Godoy", págs. 140-147 (http:/ /
books. google. es/ books?id=Qj6TNgQctJEC& printsec=frontcover& source=gbs_ge_summary_r& cad=0#v=onepage& q=Godoy& f=false).
[4] Así sus nombres y apellidos en el listado de la Orden de la reina María Luisa (http:/ / www. geneall. net/ H/ per_page. php?id=234480) (ed.
1998, pág. 111).
[5] http:/ / www. antiquesatoz. com/ sgfleece/ toisonbook. htm
[6] Aunque el titular de la noticia induce a error, sí podría argumentarse, incluso jurídicamente, que Godoy, por haber sido patrono de la iglesia,
aunque no hubiera fallecido en la ciudad, tendría la opción de ser enterrado en ella.
[7] La hipotética relación entre Godoy y esta iglesia, ahora probada, ya había sido apuntada por Guillermo S. Kurtz Schaefer:
[8] P. Rodríguez de Campomanes, Dictamen fiscal de expulsión de los jesuitas de España, 1766-67, cf. Archivo del conde de Campomanes
(http:/ / www. fuesp. com/ web/ biblioteca/ campo. htm).
[9] http:/ / openlibrary. org/ books/ OL249312M/ Voyage_pittoresque_et_historique_de_l%27Espagne.
[10] Sobre todo ello véase, continuando un trabajo de avance de 1994-1995 (http:/ / books. google. es/ books?hl=es& id=8goAYwwz1mMC&
q=98-1099#v=snippet& q=98-1099& f=false), las dos monografías de Alicia M. Canto, Mérida y la Arqueología Ilustrada. Las láminas de
don Manuel de Villena (1791-1794) (http:/ / uam. academia. edu/ AliciaMCanto/ Books/ 1377963/ Merida_y_la_Arqueologia_Ilustrada.
_Las_laminas_de_don_Manuel_de_Villena_1791-1794_) (Catálogo de la exposición del mismo título en el Museo Nacional de Arte Romano
de Mérida), Madrid, 2001, espec. pp. 13-22 y La Arqueología española en la época de Carlos IV y Godoy. Los dibujos de Mérida de don
10
Manuel Godoy
11
Manuel de Villena Moziño (1791-1794) (http:/ / uam. academia. edu/ AliciaMCanto/ Books/ 1137023/
La_Arqueologia_espanola_en_la_epoca_de_Carlos_IV_y_Godoy.
_Los_dibujos_de_Merida_de_don_Manuel_de_Villena_Mozino_1791-1794_), Madrid, 2001, espec. pp. 32-70.
Bibliografía
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Paz; ó sean Memorias críticas y apologéticas para la historia del reinado del señor D. Carlos IV de Borbón,
Madrid, 1836-1842, en 6 vols. ( consultables en Google Books (http://www.archive.org/search.
php?query=Cuenta dada de su vida polÃtica por Don Manuel Godoy)).
• B. Pérez Galdós, El 19 de marzo y el 2 de mayo (novelado). Madrid, 1873.
• A. Muriel, Memorial Histórico Español, tt. XXIX-XXXIX. Madrid, 1893-1894.
• J. Pérez de Guzmán, Estudios de la vida, reinado, proscripción y muerte de Carlos IV y María Luisa. Madrid,
1908.
• Marqués de Villaurrutia, La reina María Luisa esposa de Carlos IV. Madrid, 1927.
• C. Pereyra, Cartas confidenciales de la reina María Luisa y de don Manuel de Godoy. Madrid, 1935.
• C. Seco Serrano, Príncipe de la Paz. Memorias. Edición y estudio preliminar de Carlos Seco, Biblioteca de
Autores Españoles, tt. 88 y 89. Madrid, 1956.
• A. M. Canto, La arqueología española en la época de Carlos IV y Godoy. Los dibujos de Mérida de Don Manuel
de Villena Moziño 1791-1794 (http://www.tiemposmodernos.org/novedad.htm), Madrid, Ediciones El Viso,
2001.
• A. M. Canto, Mérida y la Arqueología ilustrada: Las láminas de don Manuel de Villena (1791-1794) (http://
www.tiemposmodernos.org/novedad2.htm) (catálogo de la exposición en el Museo Nacional de Arte Romano
de Mérida, junio-octubre 2001), Madrid, 2001.
• E. La Parra López, Manuel Godoy: la aventura del poder. Prólogo de Carlos Seco Serrano, Barcelona, Tusquets,
2002
• E. Rúspoli, Godoy: La lealtad de un gobernante ilustrado. Ed. Temas de Hoy, 2004.
• J. Belmonte y P. Leseduarte, Godoy. Historia documentada de un expolio (http://www.edicionesbeta.com/
libros/ver_detalleeuskera.asp?libro=63) Bilbao, Ediciones Beta Milenio III, 2004.
• E. Rúspoli. Edición abreviada de las Memorias de Godoy. La esfera de los Libros, Madrid, 2008.
• J.L. Gil Soto, La traición del rey. Styria de Ediciones y Publicaciones S.L., Barcelona, 2008.
Enlaces externos
•
Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Manuel GodoyCommons.
• Curiosidades de Manuel Godoy (http://www.mundofree.com/nor/natm/curiosidades/spain/personajes/
M_Godoy.htm)
• Godoy y la Condesa de Chinchón (http://www.boadilla.com/pages/chinchon.htm)
• La vida del Príncipe de la Paz (http://www.boadilla.com/pages/godoy.htm)
Predecesor:
Conde de Aranda
Secretario de
Estado
1792-1798
Sucesor:
Francisco de Saavedra
Fuentes y contribuyentes del artículo
Fuentes y contribuyentes del artículo
Manuel Godoy Fuente: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=71769649 Contribuyentes: .Sergio, Aalvarez000, Adrypi, Aeoris, Albertoteles007, Alicia M. Canto, Aloneibar, AnTeMi,
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