30º Domingo del tiempo ordinario (B) Jesús cura a Bartimeo, el ciego de Jericó Marcos 10, 46-52 1. Oración inicial Señor Jesús, danos tu Espíritu, para que Él nos enseñe a reconocerte en las Escrituras como te reconocieron los discípulos en Emaús después de caminar contigo. Con la luz de tu Palabra, abre nuestros ojos, cura nuestra ceguera para que te descubramos como Hijo verdadero del Padre y te sigamos en el camino de Jerusalén hasta la pascua. Enséñanos a ponernos a tus pies, Maestro, y haznos dóciles a tu enseñanza. Amén 2. Una división del texto para ayudar a la lectura: Marcos 10,46: Descripción del contexto del episodio Marcos 10,47: El grito del pobre Marcos 10,48: Reacción de la gente ante el grito del pobre Marcos 10,49-50: Reacción de Jesús ante el grito del pobre Marcos 10,51-52: Conversación de Jesús con el ciego y su curación 3. Claves de lectura para profundizar el texto: 1. El texto de Mc al que nos acercamos hoy, describe el episodio de la curación del ciego Bartimeo de Jericó (Mc 10,46-52). Esta perícopa hace parte de una larga instrucción de Jesús para sus discípulos camino de Jerusalén después de haber les advertido por tres veces de su final incierto (Mc 8,22 a 10,52). Al principio de esta instrucción, Marcos coloca la curación del ciego anónimo (Mc 8,22-26). Ahora, al final, presenta la curación del ciego del Jericó. Las dos curaciones reflejan el proceso de conversión y seguimiento que Jesús suscita en quien se encuentra personal y existencialmente con Él. Ambas curaciones nos dejan intuir el lento aprendizaje de los discípulos y describen el punto de partida (el ciego anónimo) y el punto de llegada (el ciego Bartimeo). La distancia entre los dos ciegos, deudores ambos de la mirada compasiva y transformadora de Jesús, nos habla de un largo camino necesario para llegar a la identificación con el Reino que descubre Jesús con su predicación y a la adhesión libre y en abandono total a la que está llamado todo discípulo…¡ un reto para nosotros creyentes de ayer y de hoy! La pretensión de los Zebedeos en la escena anterior deja al descubierto la ceguera de los que esperan en el viejo mesianismo judío que pretende provecho inmediato y al que pertenece el ciego al borde del camino. En la curación de Bartimeo, ante la llamada de Jesús hay abandono de la rica y posibilitadora Jericó (poder, bienestar, seguridad, mundanidad gratificante)… “tirando su manto, de un salto se acercó a Jesús” (10,50); hay entrega sincera al don del seguimiento que provoca Jesús con su llamada. 2. Acontece la escena en el camino de Jerusalén, como ya hemos recordado, en la última etapa antes de llegar a la ciudad Santa. Los discípulos siguen sin ver claro y Jesús da la fe al que en su indigencia grita su desesperación; le quita los temores, le da fuerzas para que suelte el manto de sus viejas esperanzas y dé el salto en el vacío a la fe y al seguimiento desde la confianza. Abre los ojos al que está en la cuneta de la vida donde la semilla cae pero sin esperanzas de llegar a dar mucho fruto porque es lugar de paso y se pierde. Jesús no se detiene en Jericó, sigue adelante y aquel agraciado le seguía por el camino (Mc 10, 52). Aquel ciego no estaba en el camino de Jesús, estaba apartado, lo había abandonado por su situación 1 de marginado, cansado de promesas sin vida, por eso su grito es sincero y menesteroso. Después de esta escena, Mc nos introduce en el capítulo once, en una semana crucial en Jerusalén, seis días en la recta final, se está gestando una nueva creación… 3. En el encuentro con Jesús, el ciego le llama “Rabbuní” como María Magdalena había llamado al Resucitado en su primera aparición. Ha llegado para Bartimeo la hora de conocer al Mesías de modo nuevo, de seguirle “por el camino” desde dentro, de marcharse con Él, abandonando Jericó, acompañándolo a Jerusalén con todas sus consecuencias… ¡ha llegado la hora del discipulado en verdad! Ahora ve la realidad de modo nuevo, con los ojos y desde el corazón de Dios, como Jesús, por eso puede aceptar el mesianismo escandaloso de Jesús. 4. Aceptar que somos ciegos, compartir nuestra ceguera siempre provisional es un camino humilde que nos acerca a tantos hombres y mujeres con los que caminamos en la vida. Al mismo tiempo en nosotros vive el deseo sincero de ver a Jesús desde dentro de nuestra existencia, este es el primer paso para poder ser curados… “Maestro que recobre la vista”. Nuestra súplica valiente y su llamada nos hacen dar un salto hacia delante. Sólo la pobreza de nuestra existencia necesitada nos llevará hasta Él de quien tendremos la curación, la vida. 5. Para Francisco de Asís, “vivir carnalmente” y no recordar que “renunciamos a todos nuestros quereres por el Señor Dios” siguiendo a Jesús pobre que vino a servir y no a ser servido, son dos actitudes que denotan ceguera profunda en el hermano menor que no ha dado el salto al seguimiento. Dicho de otro modo, son según Francisco, esclavos de la voluntad propia y el reino de Dios no haya espacio en ellos; de igual modo los que vagan fuera de la obediencia como los que no quieren renunciar a las prelacías haciendo de ellas su reino y promesa particular (1R 5; 6). 4. Orar con el texto: Jesús salía de Jericó allí no puede darse el discipulado y seguimiento; ciudad del disfrute, el confort, la prosperidad… Jesús no se detiene en ella, va hacia Jerusalén que es su destino. Bartimeo, un mendigo ciego, marginado social, sin identidad personal y social, se apunta de quien es hijo, no basta su nombre, no es reconocido. Estaba junto al camino, fuera del camino donde pasaba Jesús, donde no se espera, según dice la parábola, que la semilla dé fruto. Se puso a gritar: Hijo de David, ten compasión de mí, la vieja súplica judía sedienta de un mesianismo triunfalista y dominador. Jesús se detuvo y dijo:”llamadlo” la palabra de Jesús libera del temor al hombre aquel, suscita confianza, le levanta de la postración que padecía hasta entonces. ¿Qué quieres que haga por ti? Se siente amado, acogido, siente que su vida está en manos de otro y no sólo abandonada a su suerte. Rabbuní que vea… la gracia de la fe, la gracia de tener una mirada nueva, su mirada, indispensable para dejarlo todo e ir detrás de Jesús a Jerusalén. Recobró la vista y le siguió por el camino… el creyente es una nueva criatura, el salva la fe que lleva al compromiso de la entrega total. 2 5. Textos útiles: Jr 31, 7-9; Sal 34; 126; Is 42, 1-7; Sir 35, 12-18; Jn 8, 12; Ef 5, 14 1R 5; 6; 9, 13-16; 22, 9-32; Adm 2; 3; 4; 5; 12; 19 6. Oración final Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos lleva a comprender la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu nos acompañe siempre en el camino de la vida y nos haga cada vez discípulos más conscientes y valientes. Que no nos cansemos de permanecer a la orilla del camino y de esperarte cada día. Amén 3