2. La Fe de María en el Concilio Vaticano II. El Concilio Vaticano II dedica el capítulo VIII de la Constitución Lumen gentium a la Santísima Virgen María. Habla de aquella que «después de Cristo, ocupa en la santa Iglesia el lugar más alto y a la vez más próximo a nosotros» (n. 54). Después de la Introducción, el Concilio desarrolla la función de la Virgen María en la economía de la Salvación: • La Madre del Mesías en el Antiguo Testamento (n. 55). • • • • María en el misterio de la Anunciación (n. 56). La Santísima Virgen y el Niño Jesús (n. 57). La Santísima Virgen en el misterio público de Jesús (n. 58). La Virgen después de la Ascensión (n. 59). Viene después una tercera parte dedicada a la Santísima Virgen y la Iglesia: • María en la obra de la redención y de la santificación (n. 60). • • • • • Maternidad espiritual de María (n. 61). María, mediadora (n. 62). María, tipo de la Iglesia (n. 63) Fecundidad de la Virgen y de la Iglesia (n. 64). Virtudes de María que debe imitar la Iglesia (n. 65). Una cuarta parte de este capítulo está dedicada al culto de la Santísima Virgen María en el Iglesia: • Naturaleza y fundamento de este culto (n. 66). • Espíritu de la predicación y del culto (n. 67). Y por último, una quinta parte dedicada a María como signo de esperanza y de consuelo para el pueblo peregrinante de Dios (nn. 68-69). ü La doctrina del Concilio Vaticano II resume la fe de la Iglesia universal sobre la Virgen María desde el inicio de la historia de la Salvación. ü Cada misterio mariano que las hermandades y cofradías veneran es un denso capítulo de la fe de la Iglesia sobre la Santísima Virgen referido siempre a Jesucristo, su único hijo. ü María está siempre ligada a Jesucristo: Nuestro amor a la Virgen María, en las multiseculares advocaciones de la geografía diocesana, expresan una faceta del misterio redentor llevado a cabo por Nuestro Señor Jesucristo, que se hace eficaz en la celebración del Misterio pascual a través de la liturgia y de los sacramentos. ü Pero a la vez, al ahondar en los misterios marianos, profundizamos en el misterio de la Iglesia porque María es modelo de la Iglesia, su miembro más excelso. En consecuencia, no hay devoción mariana profunda y sólida si no hay también un amor afectivo y efectivo a la Iglesia. 3. La Fe de María en el Catecismo de la Iglesia Católica. El Catecismo de la Iglesia Católica recoge la doctrina sobre la Virgen María expresada en el Concilio en dos partes distintas: 1. En el artículo 3º en el que el Catecismo expone las verdades acerca de Jesucristo (cristología) y de su concepción virginal: Jesús fue «concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de santa María Virgen». «De la descendencia de Eva, Dios eligió a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella «llena de gracia», es «el fruto excelente de la redención», desde el primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida» (CEC n. 508). «La Virgen María «colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres». Ella pronunció su «fiat» loco totius humanae naturae («ocupando el lugar de toda la naturaleza humana»): por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes» (CEC n. 511). 2. En el artículo 9º en el que Catecismo recoge la doctrina acerca de la Iglesia Católica (eclesiología), presentando a María como «Madre de Cristo y Madre de la Iglesia». «Al pronunciar el Fiat en la Anunciación y al dar su consentimiento al misterio de la Encarnación, María colaboró ya en toda la obra que debe llevar a cabo su Hijo. Ella es madre allí donde Él es Salvador y Cabeza del Cuerpo místico» (CEC n. 973). «Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo» (CEC n. 975). 3. El Catecismo habla también de María en la cuarta parte, dedicada a la oración: la oración de la Virgen María (CEC nn. 26172619) y la oración en comunión con la Santa Madre de Dios (CEC nn. 2673-2679). ü La fe de María se expresa también en todas las formas del arte: esculturas, retablos, poesía, música, etc. Los retablos y artesonados que guardan las titulares de nuestras hermandades son, en algunas ocasiones, un muestrario artístico de las virtudes y cualidades de la Santísima Virgen María. Leerlos y contemplarlos desde la fe de la Iglesia en Nuestra Señora –creemos-, se convierte en un motivo más para expresar nuestra fe –creo-. ü Cualquiera de las verdades expresadas en el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de Santa María pueden ser explicadas contemplando nuestras imágenes titulares. 4. La Fe de María en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. El Compendio recoge en breves frases lo desarrollado más ampliamente por el Catecismo, y nos ofrece en sencillas expresiones la posibilidad de memorizar las verdades de la fe acerca de la Santísima Virgen María. Igualmente, las verdades catequéticas sobre María se encuentran en la parte cristológica y eclesiológica del Compendio. LA VIRGEN MARÍA, MODELO DE NUESTRA FE Quinta Catequesis. Hermandades y Cofradías LA VIRGEN MARÍA, MODELO DE NUESTRA FE «Feliz tú que has creído» 5. Creemos y celebramos la Fe de María y con María. La Iglesia nos ofrece la oportunidad de celebrar los misterios de laVirgen María que creemos y profesamos en el Catecismo de la Iglesia Católica. El Misal de la Virgen María contiene un número extenso de misas sobre las diferentes advocaciones marianas que, con su introducción, nos permiten profundizar, celebrar y vivir los misterios marianos que brotan de las imágenes titulares de nuestras cofradías. Preguntas: *¿Conozco los artículos del Catecismo de la Iglesia Católica y del Compendio acerca de la Virgen María? *¿He caído en la cuenta acerca de las verdades marianas que expresa el retablo que guarda nuestra imagen sagrada? *¿Soy fiel en mi devoción mariana? ¿Invoco a Nuestra Madre, la Virgen María, en mi vida cotidiana: en los momentos de alegría y en las dificultades? *¿Rezo el Santo Rosario como expresión de la fe en los misterios sobre Jesucristo y la Virgen María? Para recordar y meditar: *«Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc, 1.45), este tiempo de gracia» (Porta Fidei, n. 15). 6. Oración «¡Oh Hijo Unigénito y Verbo de Dios! Tú que eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre Virgen María (…) Tú, Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Espíritu Santo, ¡sálvanos!» (Liturgia bizantina de san Juan Crisóstomo) 7. Sugerencias *Redactar una pequeña catequesis a partir del retablo o de la capilla que guarda nuestra imagen titular de la hermandad. *Que los hermanos cofrades adquieran el compromiso de rezar el Santo Rosario, al menos una vez a la semana (ej: los sábados), alrededor de la imagen de la Santísima Virgen meditando al tiempo los textos marianos del Catecismo o del Compendio. 1. La fe de María contada por Benedicto XVI. A lo largo de este Año de la Fe, tendremos puesta nuestra mirada en la Virgen María. El papa Benedicto XVI resume en Porta Fidei, y en breves líneas, la fe de la Santísima Virgen diciendo: «Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cfr. Lc 1,38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomienda a Él (cfr. Lc 1,46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cfr. Lc 2,6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cfr. Mt 2,13-15). Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cfr. Jn 19,25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cfr. Lc 2,19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 1,14; 2,1-4). ü Al indicar el Papa, desde la mirada de la fe, los momentos en los que la Virgen María aparece en el Evangelio, nos señala al mismo tiempo los misterios marianos que todos nosotros expresamos con las titulares de las hermandades y cofradías marianas: Ntra. Sra. de la Expectación, la Virgen de Gracia, la Virgen de la Esperanza, Ntra. Sra. del Carmen, Ntra. Sra. de las Angustias, la Virgen de la Soledad, Ntra. Sra. de los Dolores, la Virgen de la Piedad, Ntra. Sra. de la Misericordia, Ntra. Sra. de los Remedios, Ntra. Sra. de Guadalupe, Ntra. Sra. de la Estrella, Ntra. Sra. de la Paz, Ntra. Sra. del Prado, Ntra. Sra. de la Caridad, etc. ü Cada paso de misterio mariano que nuestras cofradías y hermandades veneran es una presencia viva de la fe de la Virgen María entre los cofrades. ü A su vez, los misterios marianos, expresados en las procesiones como manifestación viva de la fe de una hermandad, es también la fe de la Iglesia que redunda para la salvación de todos los hombres, creyentes o no. Nuestras procesiones son profesiones de la fe y catequesis públicas para los que participan y para los que nos observan.