El número uno de R evista Consenso Año 1 Número 1 Contenido Editorial y quiénes somos Reseñas ¿Qué vida no se envuelve en los Jaleos y denuncia s del polaco S. Jaroszek? por Kimberly López 274 de Andrés Pi Andreu por Rosa Osegueda And w hat have you done? de José Castro Urioste por Lauren Johansen Opinión Los abuelos de Saramago por Carlos Ospina Cómo conocí a Monsiváis por Febronio Zatarain Literatura Poesía de Beatriz Badikián por Luis Valenzuela Las Coses petites de dos poetas catalanes, por primera vez traducidos al inglés por Juliana Morales Ensayos La psiquis de la mujer en la poesía de Delmira Agustini por Rosa Osegueda Melquíades y Tao Chi’ En, personajes mágicorealista por Mons. J. Brian Rejsek Encuentros en Chicago con la obra de don Luis Leal por Raúl Dorantes Entrevista Entrevista con Efraín Doria, artista graduado de la NEIU Contribuciones: Revista Consenso acepta trabajos de ensayo, crítica, poesía, narrativa, reseñas, artículos culturales tanto en español como en inglés, aunque los trabajos en este idioma deben estar orientados hacia la comunidad latina. Todo trabajo será revisado por un comité de lectura y evaluado para su posible publicación. Dicho comité no tendrá correspondencia privada con el contribuyente. Cada obra de creación literaria tendrá un comentario-análisis hecho por uno de los estudiantes del programa de maestría, lo que significa la opinión oficial de la Revista sino una lectura personal del trabajo. La longitud del trabajo puede variar, las siguientes medidas son tan sólo para orientación: Ensayo-Crítica: 3000 palabras Poesías: Hasta 5 Cuentos: 2000 palabras Artículos: 800 palabras Reseñas: 400 palabras Fotografías y arte, la mejor resolución posible. Todas las contribuciones deben estar bajo el marco MLA. Contacto fernandoolszanski@yahoo.com Editorial y quiénes somos Los estudiantes de la Maestría de Literatura y Cultura Latinoamericana de la Northeastern Illinois University, con el apoyo del Departamento de Lenguas extranjeras de la misma universidad, hemos abierto este espacio llamado Revista Consenso como ventana de expresión en el idioma en que estudiamos. La Revista Consenso es un espacio cultural que abarca la crítica y el ensayo, como así también la creación literaria y el ámbito cultural latino en Estados Unidos y América Latina. Esperamos que Revista Consenso no sólo refleje el ámbito creativo de nuestra universidad y de nuestra ciudad, sino que también sea un espacio para todos los que se expresan en español en los Estados Unidos. Sin más pretensión que ofrecer una plataforma de expresión para los estudiantes y para el público en general, Revista Consenso abre sus páginas también al idioma inglés, siempre que los temas que se trabajen giren alrededor de lo latino en Estados Unidos o lo latinoamericano. Con casi 44 millones de hispano-parlantes en este país, creemos que es necesario seguir manifestándonos en nuestro idioma, dar una voz y ser parte de ella, ya no podemos seguir viendo al español como una “Lengua extranjera”, sino como el segundo idioma de esta sociedad multicultural y como parte vital del mundo moderno en el que vivimos. Proponemos la coexistencia de los idiomas y no la competencia, basados en el respeto mutuo y el entendimiento. Por eso nuestra revista busca a partir de este proyecto editorial, encontrar el consenso que se necesita para hacer entender esta idea. Aquí nuestro humilde grano de arena. Sean todos bienvenidos. Patrocinador Académico: Lucrecia Artalejo, PhD. Director Editorial: Fernando Olszanski Editor Académico: Juliana Morales Editor Cultural: Elizabeth Rosiles Editor Literario: Carlos Ospina Comité Editorial: Bernardo Chávez Luis Valenzuela Hérman Córdova Kimberley López Ray Bahamón Rosa Osegueda Lauren Johansen Joel Chávez Reseñas ¿Qué vida no se envuelve en los Jaleos y denuncias del polaco S. Jaroszek? por Kimberly López La colección de diecinueve pequeñas historias de este escritor foráneo a la lengua española parecería haberlas recopilado de cualquier almacén de memoria humana. Algunas son relativas a los inmigrantes y sus chuscas experiencias, por ejemplo—Simón (“El Dueño”) y sus apartamentos con los vistosos inquilinos—y otras historias referentes al amor, decepción y relaciones entre familia. Por lo tanto, dentro de estas narraciones es fácil recordar algún jaleo o tumulto personal. Al publicar su libro en español en abril del 2010, Stanislaw Jaroszek acopió a su lista de espectadores, a una audiencia en la cual no todos esperan encontrarse a un publicista polaco escribiendo en una lengua totalmente ajena a la suya como el español. Sería más esperado que escribiese en una lengua multicultural como el inglés. Para los de habla hispana, es grato enterarse de que el éxito de una persona es basada en su interés de esta lengua, tal es el caso de Jaroszek. En su libro Jaleos Y Denuncias, el tema, como su título lo indica, de sus narraciones se basa en abruptas escenas en la vida de los personajes entre Polonia y la ciudad de Chicago. A mi parecer las historias más vistosas son las de—el sacerdote Bogdan en “El hermano”, aunque está consignado a las paredes de la castidad y las demás restricciones de la doctrina católica, por su pretensión de ayudar a los mal vivientes, se ve envuelto en sus fechorías, como dice él: “tengo que recoger los condones”. Haciéndose así la vida de este sacerdote, tal vez menos común que a la vida cotidiana de sus colegas. Igualmente, mencionando de nuevo al polaco Simón en “El Dueño”, al que le parece que su esposa es una “bruta” por querer gozar de la vida y sus placeres. Ella vive el ahora y Simón piensa en el futuro. Este futuro, que para él representa el éxito al poder adquirir un edificio de apartamentos cerca del aeropuerto O’Hare. En esta historia se aprecia la vasta cantidad de culturas y razas que se ven en la Unión Americana. En ella vemos familias polacas, una americana entrada en edad que va a misa dos veces por día y cuenta con un par de novios que la visitan en su vivienda, un italiano homosexual con su pareja—un joven mexicano, un afro-americano sobreviviente del huracán Katrina, árabes, unos hermanos palestinos a los cuales se les sospecha de tener alguna relación con los terroristas responsables del 9/11, entre otros ocupantes. Es entonces agradable la lectura de este escritor por ilustrar las ocurrencias de personajes polacos y estadounidenses, puesto que nos deja apreciar que los alborotos humanos son iguales en cualquier parte del mundo. Le deseamos éxito en sus futuras publicaciones y en su actual labor como maestro de español en las escuelas de Chicago. ¡Bravo por difundir el idioma español! Reseñas 274 de Andrés Pi Andreu. por Rosa Osegueda 274 de Andrés Pi Andreu narra un día de la vida de Telensio, un niño quien a su corta edad experimenta los estragos emocionales que causa la emigración, el exilio y a su vez la separación familiar. Este jovencito nacido en Cuba es exiliado junto a su madre a Miami, dejando atrás no sólo a su isla sino también a su padre y a su gente. Sin embargo, Cuba sigue siendo un recuerdo constante para él a pesar del tiempo y la distancia. Este relato logra reflejar perfectamente la vida y la perspectiva del emigrante. 274 es una obra que muestra un aspecto que comúnmente comparten aquellos que por problemas económicos, políticos o sociales, se ven enfrentados ante dos mundos distintos. Este pequeño protagonista abre su alma y su corazón y brinda un espejo en donde muchos emigrantes pueden verse reflejados. Por ejemplo, en este relato Telensio narra lo feliz que lo hace el poder soñar, ya que por medio de sus sueños logra “comunicarse” con su ciudad, con su padre y con sus amigos. Es decir por medio del sueño logra trasportarse hacia su mundo ideal, una vida a la que aún su mente y su corazón no logran olvidar. Por otro lado, describe el dolor tan profundo que siente al “extrañar”, ya que hay recuerdos que estremecen el alma. El exilio y la emigración encierran un mundo muy complejo, y en 274 se muestra dicha confusión, ya que por un lado este jovencito está experimentando una transición cultural, sin embargo para él y para su familia es como “si hubiera pedazos de La Habana regados por todo el mundo” (Pi Andreu 107). El emigrante, el exiliado, el desterrado, el ausente, el expatriado, siempre encontrará un pedacito de su patria aún en el rincón más incógnito de este mundo. Un olor, un sabor o quizás algún sonido puede ser capaz de transportarte, en menos de un segundo, a aquel lugar que te vio nacer. Reseñas And what have you done? de José Castro Urioste por Lauren Johansen Escrito por José Castro Urioste, And what have you done? es una novela vibrante que nos cuenta la vida de un joven peruano que se llama Tito. Con su título fuerte e incisivo, el lector, al igual que Tito contempla esta gran pregunta, And what have you done? La historia de Tito está llena de sueños, amor, recuerdos, sucesos y esperanzas. Aunque es un poco previsible, los hechos revelan a un ser humano sensible y a la vez una persona con muchas aspiraciones que, eventualmente, las lleva desde su hogar. El texto de Urioste relata las memorias que nutren para siempre a Tito. Las idealiza con el tiempo, pero la manera en que narra el flujo de pensamientos, diálogos e ideas es efectiva. El nacimiento de Tito revela mucho de su familia. Las detalladas descripciones de sus padres desarrollan a los personajes y cautivan al lector. La mirada y la sonrisa de su mamá siempre son serenas como el cielo, mientras que su papá es muy hincha del equipo de fútbol Bolo. Todos viajamos a la niñez, nos hace recordar los momentos sencillos e inocentes para anhelar cuando la vida era un picnic en las nubes. Tito es melodramático y cree en el amor de su niñez. Dice que todos somos dueños de nuestra propia vida y que las cosas imposibles se hacen posibles. Para cambiar la realidad hay que actuar pero también pensar en lo que has hecho. La novela abraza el humor, los sucesos y los personajes incitan a la risa. El humor es un alivio porque aparecen temas fuertes de la guerra, el amor y la muerte. Tito sufre las consecuencias de su gobierno, era un refugiado político. Además, descubre su sexualidad y la novela pone de manifiesto varias posturas diferentes. A veces, los actos y las relaciones son demasiado groseras e incorrectas, aún más demuestra una realidad. Es una historia autentica, así que el lector cree su historia y puede sentirse parte de ella. Para sumergirse en la novela uno aprende la cultura peruana con el uso de regionalismos. Urioste nos regala un lenguaje coloquial y nos hace participar del sabor de la bebida violeta, chicha y el picante de mondongo al paladar. El lector viaja con Tito para bañarse en los adentros del pisco o probar el pan marraqueta. Urioste, a través de su novela, insiste en que su personaje luche para lograr lo que quiere. Para hacer esto tiene que renunciar a todo y dirigirse a la búsqueda de su futuro donde puede descubrir la verdad. Esta novela es un proceso de descubrimiento para llegar a la comprensión total del mundo, la aspiración del conocimiento absoluto y volver a sus raíces. Opinión Los abuelos de Saramago por Carlos Ospina Murió José Saramago “acompañado de su familia, despidiéndose de una forma serena y plácida". Con ese corto comunicado la fundación que lleva el nombre del escritor, explicó su deceso acontecido el 18 de junio pasado. Al leer el lacónico texto, es fácil pensar que cosas de ese estilo se dice de todo el mundo cuando muere: una frase “bonita”. No así, en el caso del Nobel de Literatura 1998, quien desde los inicios de su carrera ha resaltado a su familia como determinantes en su oficio de escritor. Saramago en su discurso del Nobel no se refirió a ninguno de sus mentores literarios, ni a Dios, claro sino a sus abuelos de quiénes aprendió su oficio de escritor: “…a mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento “, un universo como los creados en sus obras, uno tan terrorífico y tan esperanzador al tiempo como en Ensayo sobre la ceguera que nos hace preguntarnos ¿Qué pasaría si todos nos quedáramos ciegos? Eso quería Saramago, que cada persona que leyera su obra pudiera indagar sobre la condición humana, el valor de lo que somos; encontrar la piedad y la compasión de un mundo sin luz. Sin ello, dijo William Faulkner, no hay verdadera literatura, no hay entonces nada que contar. Así fue como aprendió a escribir Saramago, escuchando a su abuelo Jerónimo cuando todavía era un niño: “la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba”. Y así murió Saramago, tal cual lo dijo el escueto comunicado, sereno y plácido, en su casa, con su familia, “acunado” por una literatura que pasará a la historia por sus revolucionarias técnicas en la escritura, por su rechazo a la iglesia católica y sus mordaces críticas a Dios, de quien dijo que sólo existía porque existía la muerte. Murió con la humildad que lo llevó a cerrar su discurso del Nobel diciendo: “Perdonadme si os pareció poco esto que para mí es todo”. Opinión Cómo conocí a Monsiváis por Febronio Zatarain La primera vez que vi a Carlos Monsiváis fue en el cine. Apareció en la pantalla junto con Juan Rulfo. Estaban vestidos de campesinos y sentados en una banca. Estoy seguro que sus rostros se quedaron en mi inconsciente porque En este pueblo no hay ladrones, de Alberto Isaac, fue la película que más me impresionó durante mi infancia: era la primera vez que las calles, las casas, la cantina y la gente que aparecían en un filme eran idénticas a las de mi pueblo. Luego supe de su gran humor e ironía cuando estudiaba la preparatoria y mi hermano Manuel insistía en que leyera el semanario Siempre. Lo hice y las páginas que más me llamaban la atención eran las de una sección llamada “por mi madre bohemios”. En ellas lo mismo te podías encontrar un trozo de fotonovelas de amor de la semana, alguna declaración del cantante Sandro en la que se consideraba discípulo de Freud, o las fotos de los dictadores Somoza y de Stroessner recibiendo un reconocimiento de la Universidad Autónoma de Guadalajara por su lucha contra el comunismo. Como me interesé en el periodismo, cada que Monsiváis iba a Guadalajara a dar una conferencia ya fuera sobre José Revueltas o sobre la Crónica en el siglo XIX, allí estaba yo en primera fila. Pero la vez que se me quedó más grabada fue cuando lo divisé en medio de una manifestación mirando los rostros de personas del Opus Dei y de los Caballeros de Colón que demandaban un retorno a las buenas costumbres. Lo fui siguiendo de cerca, viéndolo cómo se escabullía con sus sentidos abiertos entre esa gente de buena familia para capturar una consigna o un gesto para anotarlos de inmediato en su libreta. En 1982, siendo alumno de la antigua Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, debido a mi participación en un grupo estudiantil que demandaba la democratización de la Universidad, tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. En una de sus visitas a Guadalajara, nos buscó; se había enterado de nuestra existencia por una huelga de hambre que hicimos en contra de la FEG exigiendo el registro de todos los candidatos a la presidencia de la sociedad de alumnos. Nos dijo que contáramos con su apoyo. Y sí, pronto vino a darnos un curso de una semana sobre literatura mexicana del siglo XX. En 1989 me mudé a Chicago; aquí tuve la oportunidad de convivir con él muchas veces. Monsiváis es sin duda el intelectual latinoamericano que más ha convivido con la comunidad inmigrante hispana en los Estados Unidos. No sólo en Chicago, sino también en Los Ángeles, en Nueva York, en San Francisco tenía su séquito de activistas y de gente interesada en el arte y la escritura que se ponían a sus órdenes en cuanto llegaba. Una de las cosas que más me impresionaba era la cantidad de amigos famosos que tenía, lo mismo en la esfera de la política y de la farándula como en el mundo de los escritores y de los artistas. A todos estos amigos Monsiváis los veía muy esporádicamente, pues en los últimos años gran parte de su tiempo (según sus propias palabras) lo dedicaba a la lectura y a ver filmes estadounidenses de los treinta y los cuarenta. En el otoño de 2000, el consulado mexicano en Chicago nos invitó a Raúl Dorantes y a mí a convivir en un almuerzo con Monsiváis y Elena Poniatowska en el restaurante del hotel donde se hospedaban. Al fin del convivio, Poniatowska subió a su habitación y Monsiváis nos preguntó si teníamos algo que hacer. No, estamos a tu disposición, le dijimos. Lo acompañamos a la librería Borders y mientras avanzábamos sobre la avenida Michigan le pregunté sobre Cuco Sánchez quien acababa de fallecer. Sus canciones han crecido, nos dijo, y empezó a cantarnos algunas estrofas de “Arriero somos” y le siguió con “Grítenme piedras del campo”. Monsiváis cantaba muy bien. Sin duda era una de sus pasiones; pero siempre se rehusó a hacerlo en público. “La cama de piedra” no es de él, nos dijo, es una canción del siglo XIX que José Revueltas rescató para una película en la que Cuco fue actor. Llegamos a la librería y lo dejamos que se perdiera entre los estantes de libros, de CDs y de DVDs. Regresó con dos bolsas repletas, nos encaminamos hacia el hotel y nos preguntó si lo queríamos acompañar esa noche al concierto de la cantante cubana Omara Portuondo. Yo tuve que irme a dar una clase. Monsiváis y Raúl se fueron al concierto. No hubo una canción que no cantara completa y que no comentara. Raúl le preguntó que si había conocido a Dámaso Pérez Prado. “Era un tonto, le era imposible articular una oración; pero como músico, ah, como músico, un verdadero genio,” contestó Monsiváis. Hay muchas pequeñas anécdotas y comentarios dichos por Monsiváis en sus visitas a Chicago. Mencionaré una que tengo en la mera entrada de la casa de los recuerdos. Una vez viajó a España a un encuentro de escritores; le tocó irse a un lado de Juan José Arreola y para no aburrirse compitieron a decir poemas de memoria durante las ocho horas del trayecto. Quién ganó, le pregunté. Quedamos empatados. La última vez que estuve en su casa lo más llamativo en su despacho eran los gatos que saltaban del escritorio a sus hombros, las pilas de libros y periódicos, y los retratos a tinta pegados con cinta adhesiva en la pared que le había hecho recientemente alguien que había sido su amigo desde la adolescencia: José Luis Cuevas. Intuyo que uno de sus amigos más queridos y quizá su mayor confidente fue Sergio Pitol. Estuve tres ocasiones en casa de Monsiváis, y en dos de ellas apareció Pitol; una para desayunar juntos, y la otra para despedirse porque se iba a trabajar como diplomático a algún país del antiguo Bloque Soviético. Aún resuena en mi memoria la voz de Carlos Monsiváis cargada de guasa y de cariño la vez que me lo presentó: “Es Sergio Pitol, un escritor menor de la literatura mexicana.” Literatura La poesía de Beatriz Badikián, por Luis Valenzuela La poesía de Beatriz Badikian-Gartler es fresca, profunda. Con sus trabajos: “Creadoras de mapas” y el “Aborto de la madurez”, la poeta, nos trae la nostalgia de un pasado fecundo y de un presente lleno de esperanzas. Nos permite valorizar el tiempo y la belleza de un caminar antiguo y del descubrimiento de nuevos senderos, de adquirir una sabiduría que solo la vida, a través de los años nos va regalando, gota a gota, segundo a segundo. Su poesía nos da la sensación de una existencia inacabada. Que sólo es posible al perpetuarse en el tiempo, si se tiene la sensibilidad de comprender que nuestro paso es efímero. El desarraigo que la poeta nos hace sentir el dolor de la pérdida del terruño, a su vez, nos bendice con una mejor comprensión de un mundo más amplio, más inclusivo, más humano. Las cadenas se sueltan para dar a luz una libertad plena a través del vuelo de las palabras que la autora nos regala en estos poemas. Creadora de mapas Soy heredera de Eratóstenes, el bibliotecario que midió la tierra -- con un obelisco, un aljibe y el sol, geometría simple y correcta. Cartógrafa desde siempre, mido el planeta con palabras. Tracé caminos y se me hicieron impasables. Tendí vías ferroviarias como rutas de escape. Examiné mares y ríos a través del gusto y del tacto. Y a pesar de todo esto, ignoro mi punto de partida o llegada, solo conozco las tierras que yacen entre medio. Creciendo bajo la sombra de un obelisco, escuché historias de genocidios y guerras, leí poemas y geografía, tragando todo y aprendiendo. Pero este viaje nunca se acaba: crear mapas te toma toda la vida. El aborto de la madurez A mí me cortaron cuando recién empezaba a florecer. Me sacaron de la tierra donde crecía a duras penas y me trasplantaron a una lejana y extraña. Me arrancaron de los pies y los pelos, me arrancaron y arrojaron a otra tierra, fría y rara y allí quedé como me tiraron, hecha un bulto, un títere descalabrado con las cuerdas rotas, hecha un montoncito triste y solo, una pierna encima de la cabeza y la otra doblada bajo el culo y un brazo roto en tres partes y los dedos de la otra mano en trizas. Una marioneta descalabrada, desvencijada. Me arrancaron, me tiraron, y allí quedé por un rato largo. Tirada, gris, melancólica, estúpida, tirada y aplastadita, un montoncito de madera y carnesin huesos y tornillos, cuerdas y arterias, todo mezclado. Tardé mucho en levantarme y lo hice poco a poco. Primero abrí un ojo, lo cerré, abrí el otro, después el primero, levanté un dedo de los que no se habían trisado, después otro. En dos años y medio levanté los brazos, abrí los ojos. Dos años más las piernas. Y así en diez años o nueve y medio me pude parar, temblequeando, pero me paré. La escritora en su trabajo Su trabajo nunca se acaba crea polvo y suciedad deja manchas y agujeros Su trabajo: vasijas de arcilla y canastas de cestos, cajones, compartimientos secretos. Su trabajo: cartas leídas en secreto bajo la luz del farol de la esquina. Su trabajo es grasoso y crudo, hecho de alas y de sangre y de gritos. Su trabajo es un diente, una lengua, un hueso. Un terrón de azúcar, un laberinto, un hilo de seda -- blanco y brillante. Su trabajo nunca se acaba. Una lengua chupando un diente, su trabajo es peligroso, resbaladizo, extranjero. Su trabajo es dolorido y doloroso. Continentes no pueden contenerlo. Se rebosa, se derrama por los costados, exuda pegajoso y amarillento por cada grieta abierta, descubierta. Su trabajo nunca se acaba. Los bordes bostezan, exhalan vapor y olores. Los bordes se enrollan hacia arriba. Su trabajo calma, enfurece y transpira. Su trabajo está dentro de su cuerpo y sale de cada intersticio húmedo, deslizándose, arrastrándose hacia los otros. Su trabajo nunca se acaba. Trabajará hasta su último aliento, su suspiro final. Una pesadilla porteña un caballo azul y una trompeta la guitarra y el bandoneón piedras y huesos sangre y café el amanecer en buenos aires es gris azul el aire helado las veredas mojadas entro en un café-bar y me siento a la ventana pido café con leche y media lunas una mujer taconea sobre las baldosas cabizbaja y meditabunda el sol comienza a romperse entre las nubes y alguien pregunta ¿Qué pasa? un camionero descarga cajas de pepinos tomates duraznos desde el quiosco los diarios me hacen burla pasan los empleados con portafolios los estudiantes en blanco Piazzolla le hace el amor a buenos aires cada vez más intensamente la música golpea fuerte muere de repente Una semana El domingo es un ropero inmenso lleno de ropa de lana. Me huele a naftalina y a té de manzanilla. Un paraguas negro parado en un rincón del vestíbulo me espera. El lunes se me hace lleno de agujeros y de polvo, de escobas irresolutas. Y el martes, una monja sin su hábito; un edificio enorme que no hace sombra. El miércoles me recuerda a un árbol de manzanas en medio de un lote vacío, un perro blanco con grandes manchas negras en la espalda. El jueves me espera como una tortuga en las Galápagos, con la paciencia de una planta de jazmín, de un triste tren gris bajo la lluvia. El viernes es un niño aprendiendo a caminar, incierto pero valiente. A la hora del ocaso los tambores anuncian el día que se viene – sábado: esa canasta de promesas incumplidas y pasas de uvas negras. Las huellas de un ratón me persiguen. Las Coses petites de dos poetas catalanes, por primera vez traducidos al inglés por Juliana Morales “The purer the love, the more faithful the body […] and the snake that sleeps on top of the rock or the sleepless shadow, that forces me to bite it, happily, to make you a part of me”. Estas líneas conforman el poema “Apple” extraído del libro Coses Petites (Little Things), una compilación de 33 poemas escritos originalmente en catalán y traducido por primera vez al inglés por Elizabeth Hildreth, entrevistadora y contribuidora del sitio electrónico Bookslut. Escrito por los ya apremiados y reconocidos poetas catalanes Anna Aguilar-Amat y Francesc Parcerisas, Coses Petites es un excelente ejemplar de una poesía creativa y auténtica, rica en imágenes y conceptos. Inspirado en una novela de amor imposible (The God of Small Things), Coses Petites crea un lenguaje de amor para los amantes. En palabras de la misma autora esta colección de poemas es “una especie de diálogo entre almas [que] nos permite hablar del amor como un especie de fuerza, o poder, o energía que atraviesa todas las cosas”. Este diálogo de amor se aprecia en poemas como “Apple”, “Goodbye”, y “Brush”, entre otros. La obra fue el producto del reto que se impusieron los dos escritores de crear poemas cortos (6 a 8 líneas), basados en palabras simples o nombres de objetos. Por consiguiente, la mayoría de los poemas tienen títulos de objetos que representan conceptos trascendentales como el amor y la pasión como en “Apple” y “Brush”. En otras ocasiones los poemas utilizan títulos abstractos que representan temas trascendentales, como el miedo en “Fear”, o terminan convertidos en imágenes como es el caso en “Goodbye” donde el gozo del regreso del amante crece lentamente como un coral. Por otro lado, el poema “Newborn Baby” aunque no representa un objeto es algo trascendental. Tal como Francesc Parcerisas dice: “el objetivo principal fue reducir estas abstracciones a ‘tamaño poema’ a través de un manejo conceptual y de imágenes”. Publicado en 2002, Coses Petites es un estilo de poesía único, rico en conceptos e imágenes que nos llega por primera vez al nuevo mundo en una compilación de poemas cortos que deleitara al lector amante de la poesía. GOODBYE I have turned off the fan and all those things that make noise, and I have sat down in the place where I think you always sit. I try to tell the objects to keep you company, that they must stay in the place where we aren’t anymore. That they must watch over the pain and show us the silence of waiting. From the joy of return grows a slow coral, inexpugnable-–like love. ADÉU He tancat el ventilador i totes les coses que fan soroll, i m’he assegut on penso que tu sempre t’asseus. Intento dir als objectes que et facin companyia, que les coses siguin allà on hem deixat d’estar. Que vetllin el dolor quan dorm i ens mostrin el silenci de l’espera. Faran del goig d’una tornada un corall lent que creix inexpugnable—com l’amor. NEWBORN BABY Above the sultry rooftops of the city we are the lead of gulls and pigeons that pursue us, white and black, unhealthy. But you are that which we do not know: a path that eclipses in the future or a bow cutting waters we feel deep inside or a little swallow playing by chasing empty space like a cello chases the red sky of the sunset. NADÓ Per damunt els terrats xafogosos de la ciutat nosaltres som plom de gavines i coloms que s’empaiten, blancs i negres, malaltissos. Però tu ets allò que no sabem: un camí que s’eclipsa en el futur o una proa que talla aigües que ens són fondes. o un falciot petit que juga a empaitar el buit com un cel·lo empaita el cel roig de la posta. APPLE The purer the love, the more faithful the body. On the lips a desert with rivers under sand and the snake that sleeps on top of the rock or the sleepless shadow, that forces me to bite it, happily, to make you a part of me. POMA Cos fidel com més l’amor és pur. Als llavis un desert amb rius sota la sorra i la serp que dorm sobre la roca o l’ombra insomne que m’exigeix de mossegar, feliç, per fer-te part de mi. FEAR Deep, deep inside, it seemed immeasurable like a dark forest, but now it is only a distant black hand that reminds you of the slow hour of the summer siesta. We don’t fear the stairs anymore and, when the bell rings, the door at the top will be open and empty: we will go through, as if falling into sleep, without regret. LA POR Endins, endins, semblava incommensurable com un bosc fosc, però ara ja és sols una mà negra distant que et recorda l’hora lenta de la migdiada a l’estiu. Hem perdut la por a l’escala i, quan toqui la campana, la porta al capdamunt serà oberta i buida: hi passarem com un son que ens pren sense recança. BRUSH Brush the fears from the soul off me with little strokes like short embraces. Make them disappear. They are the dust left on my pants from leaning against a wall of past lies of white lime. Now they are clean again. My love: a dark flannel that rubs against you. RASPALL Treu-me les pors de l’ànima amb raspallades breus com abraçades curtes. Fes-les inexistir. Són un polsim que m’ha quedat als pantalons en fregar una paret de mentides passades de cal blanca. Ara torna a estar bé. El meu amor: una franel·la fosca que t’amanyaga. Ensayos La psiquis de la mujer en la poesía de Delmira Agustini. La búsqueda de una entrega total: la liberación de la sexualidad femenina. por Rosa Osegueda La escritora uruguaya Delmira Agustini es; sin duda, una de las poetas más destacadas del modernismo, además de ser una de las primeras mujeres en especializarse en la sexualidad femenina durante esta época. En su poesía se puede notar la exaltación lírica y la sensibilidad delicada; de este modo logra reflejar la sexualidad anhelante y la pasión desbordada que posee la voz poética. Por otro lado, también se logra percibir un fondo de tristeza y soledad en varios de sus poemas. Agustini muestra “la desnudez de su alma y logra reflejar la mujer que entrega su intensa y visionaria poesía.” Su poesía está empapada de pasión, amor, fantasía y erotismo que encadena el cuerpo femenino. En varios de sus poemas el amor carnal es indispensable para saciar el deseo apasionado del ser. La escritora muestra la desesperación de un alma ardiente que ruega a Dios para que le brinde esa satisfacción que necesita. “La Fantasía” es uno de los poemas donde se admite la necesidad de fantasear para lograr una sensibilidad estética, además de presentarse como una estrella que guía al ser hacia el dulce camino de un amor apasionado. “En flor nocturna” la voz poética se identifica con las flores que abren de noche, lo cual adquiere mucho significado, ya que puede referirse a esa mujer que se entrega completamente en las sombras cuando finalmente siente la seguridad de no ser juzgada. En este mismo poema, la poeta hace referencias al orgasmo masculino, lo que alude al acto sexual, ejemplo; “Se agita y revolotea, entonces entre el follaje tímidamente encubierta, pálida flor, entreabres, tu corola marfileña…” (Agustini 6). En “Cuentas de mármol” se critica precisamente a la sociedad represiva, ya que la mujer suele representar el papel de fría que le impone la sociedad, lo que le impide la satisfacción de su deseo y la somete a esconder la fogosidad de todo su ser. La desesperación que siente la mujer al sentirse encadenada en cuerpo y alma también se puede observar en el poema “Monostrofe.” En él se nota la impotencia de la mujer al verse incapaz de mostrarse tal como verdaderamente es. La voz poética admite cómo la mujer tiende a omitir sus quejas, sentimientos y pasiones. En esta composición se puede percibir un sentimiento más profundo, como lo es la tristeza. La poeta usa adjetivos que se refieren a una vida desgraciada. Por ejemplo: “Y si un grito suplicante, si una tímida protesta. Brotan hondos, desgarrantes de mi alma adolorida.” (Agustini, 13) La tristeza es transmitida de manera desesperada y dolorosa debido a la represión que siente el “yo” poeta a causa de esos ojos que la juzgan. La tristeza es presentada también, de manera más extremista. Agustini problematiza la situación de la mujer que ha sido destinada a una vida desdichada. La poeta presenta la amargura de una jovencita japonesa en “Capricho.” En este poema se observa nuevamente el interés y la preocupación de la poeta por denunciar el papel que juega la geisha y revelar así la situación que sufre la mujer a causa de imponérsele algo que ella no desea. Al final del poema, la japonesa muere de tristeza y todo por una imposición. Esta composición es el ejemplo perfecto de la entrega que la poeta tiene hacia su causa de denunciar dicha imposición. La voz lírica consigue atravesar límites y fronteras y logra mostrar la rebelión de la mujer ante tal acto. En El Rosario de Eros se puede notar cómo la poeta juega con Dios, ya que el “rosario” es ofrecido al dios del amor, Eros, el cual simboliza al erotismo. A través de los poemas que conforman esta obra, se podrá observar también, el amor idealizado. Por ejemplo, “Cuentas de Luz” refleja un amor casi fantástico, pues la voz poética aclama a ese hombre perfecto, aquel que siempre esté pensando en ella, es decir al amante idealizado. El amor prohibido suele ser un amor fantasioso, el cual se espera que se realice y para lograrlo, hay que implorar a Dios por ello. Esta súplica se puede notar en “Cuentas de sombra” en donde no sólo se suplica sino también se percibe la soledad que embarga a la voz poética por no lograr esta realización del amor. En “Cuentas falsas”, el erotismo se presenta en toda su totalidad. El amor es solamente físico pero valorable; es decir, es en el acto sexual en donde el amor espiritual sale sobrando. En este poema se ve reflejada la inspiración del poeta, ya que en él se describen los placeres carnales sin entregar el alma. Lo importante en este juego de placeres es que el gozo y la satisfacción de un acto sexual se disfrute hasta el final. El “yo” poeta refleja el amor físico como lo más importante y es por medio de esta idealización lo que produce la formulación de la mística de dicho erotismo. “Boca a boca” es uno de los poemas en donde se describe el erotismo con más fervor. Las metáforas que emplea la poeta destilan sensualidad y pasión. Por ejemplo: “Pico rojo del buitre del deseo. Que hubiste de sangre y alma entre mi boca, De tu largo y sonante picoteo, Brotó una llaga como flor de roca.” (Agustini 31). En esta estrofa, la escritora emplea nuevamente el “buitre” que bien pudiera estar simbolizando una vez más a ese hombre deseoso. A través del poema se pueden encontrar imágenes verdaderamente sensuales que refieren la unión de dos seres. El amor carnal y el erotismo que trasmite Agustini llegan a transcender más allá de su cuerpo y de su alma; por eso se puede notar en algunos de sus poemas gritos de angustia. Por ejemplo, en su obra poética se puede percatar el desequilibrio que muestra la voz lírica a causa de esta dualidad. Por ejemplo, en “Las Alas”, en donde se puede ver la alegoría del alma sometida al cuerpo. Esta angustia también se amplía a otros extremos, ya que a pesar de reflejar sus ganas de amar, también se admite que el día de partir para siempre es inevitable, es decir, la muerte. En “Serpentina” y en “Lo inefable” Agustini presiente ese momento trágico que la limitará a seguir amando. En ambos poemas se emplean símbolos que representan la muerte, tales como el “abismo, eternamente, diente feroz.” Por otro lado, la complejidad que rodea la psiquis de la mujer o ¿por qué no? la doble personalidad del poeta se ejemplifica en el poema; “Flor nocturna”. En él se describe la vida de una manera perversa; “¡Lejos de envidias y odios! ¡Lejos de traiciones negras!”(Agustini 7). En estos dos versos la escritora deja bien claro la actitud del ser humano hacia sus semejantes. La poeta no sólo muestra la complejidad de su obra sino también el de la psicología femenina. Por ejemplo, por un lado refleja una pasión por la vida y por el amor carnal, y por el otro, quisiera vivir sólo entre las sombras. La complejidad de esta poeta se debe quizás a la madurez y a la evolución que adquiere todo escritor junto con su poesía. Por ejemplo, Agustini también admite en sus poemas como a través del tiempo todo lo blanco se convierte en negro. Es decir, lo que parece maravilloso cuando se es joven se convierte en tinieblas cuando más maduro se es. Por ejemplo, en el poema “Fantasmas” se puede ver que las ilusiones son sólo para los jovencitos y no para los viejos, “Son las ilusiones, los ensueños blancos, son los compañeros, los amigos dulces de los pocos años” (Agustini 11). En este mismo poema se alude al desengaño que se va adquiriendo a través del tiempo, es decir, la poeta explica que mientras pasan los años, se va perdiendo el encanto de ilusionarse. En este poema, el título es muy sugestivo ya que esos “Fantasmas” pueden simbolizar los desengaños. “Ha pasado el tiempo sobre mí; los años con profundas huellas marcaron su paso, y jamás han vuelto, ni las ilusiones, ni los sueños blancos” (Agustini 12). Los seres humanos tienden a amargarse con el paso del tiempo y quizás una de las razones es la desconfianza. Finalmente, parece ser que la madurez no siempre es capaz de brindarle a la mujer esa dicha de entusiasmarse más. Agustini presenta de una manera eficaz la psicología de la fémina y para lograrlo presenta la vida de ésta en varias fases: el ilusionarse, enamorarse, apasionarse, concientizarse, confundirse y finalmente desilusionarse. Esa confusión y desilusión la llevan a la desconfianza, así lo explica la poeta en su poema “La duda”. Este poema se refiere a ese desengaño que también se adquiere a través de los años, después de la confusión viene la duda, y tal es su poder de ésta, que la escritora la compara con abejas. La duda puede ser la culpable de esa desilusión que se sufre con tan gran desespero. Por último, Agustini logra una liberación de la sexualidad femenina por medio de su obra, ya que su poesía desnuda su esencia y muestra a ese ser que busca con desespero una entrega total. La psiquis de dicho género es, como ya se mencionó, muy complejo y la poeta la logra descifrar a través de sus versos. Su extremado erotismo y su espíritu sensual muestran la “otra”, esa mujer apasionada y ardiente capaz de saltar la cuerda de la mesura. En “La Alborada” y “El rosario de Eros” se refleja un amor casi sobrenatural, donde el deseo de la pasión adquiere fuerza carnal, además de reflejar un erotismo un tanto violento, al emplear, buitres, búhos, serpientes, cuervos, etc., junto a un ambiente nocturno y misterioso, lo cual produce un éxtasis total. Finalmente, la poesía de Agutini muestra también esa impotencia que el ser humano siente ante el amor y la muerte. Bibliografía Agustini, Delmira. “Poemas de Delmira Agustini”: Los-poetas.com página elaborada por Humberto Garza y dirigida por el Dr. Justo S. Alarcón. 4 de enero 1998, 4 de enero 2009. www.los-poetas.com/d/delmi1.htm. Jiménez, Mariano II y Jiménez Mariano G. “Delmira Agustini” Última Revisión: 1 de enero del 2004. http/damisela.com/literatura/país/uruguay/autores/agustini. Ensayos MELQUÍADES Y TAO CHI’ EN—PERSONAJES MAGICORREALISTAS por Mons. J. Brian Rejsek Se puede decir que muchas veces, los lectores recuerdan más los nombres, las personalidades y las diferentes reacciones de los personajes en una novela, más que recordar al autor o a la autora de la novela. La escritora Gloria Bautista Gutiérrez claramente explica en su libro titulado Realismo mágico, cosmos latinoamericano: teoría y práctica que: “Sin los personajes no habría novela ya que son ellos quienes despiertan las emociones y reacciones del lector; a través de ellos nos enteramos de la trama, las aventuras e ideas que el autor quiere expresar”. La crítica literaria contemporánea, formalista o estructuralista, ha profundizado en el estudio de los personajes que pueden ser presentados de diversas maneras…vemos que Isabel Allende los recrea en forma realista, mientras que García Márquez los ofrece con una elación mágica, sin importarle que las acciones de sus intérpretes coincidan o no con la realidad objetiva (93-4). En este ensayo, se habla de dos personajes muy interesantes y misteriosos, que despiertan las emociones y los sentimientos del lector. Uno se llama Melquíades que es un gitano y “el imán…corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión” (7) en la novela titulada Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, y el otro se llama Tao Chi’en que es “un zhong yi, entrenado en la medicina tradicional china por el mejor maestro de Cantón” (187) en la novela titulada Hija de la fortuna de Isabel Allende. Ambas novelas son consideradas por los críticos literarios, obras del género del realismo mágico, y, por eso, las descripciones de los eventos asombrosos en las vidas de estos dos personajes reflejan las características de un personaje típico magicorrealista. Antes de investigar las vidas de los dos personajes por el microscopio magicorrealista, es importante recordar unas definiciones del realismo mágico. En su libro titulado Realismo mágico y lo real maravilloso en El reino de este mundo y El siglo de las luces, Juan Barroso explica que “el profesor Flores enumera las características que componen, según él, el realismo mágico, siendo las siguientes: Interés en transformar lo común y cotidiano en tremendo e irreal; lo irreal acaece como parte de la realidad; el tiempo existe en una especie de fluidez intemporal; y gran preocupación estilística” (25). Otro crítico literario, Seymour Menton, propone la siguiente definición del realismo mágico en su libro titulado Historia verdadera del realismo mágico: “El realismo mágico es la visión de la realidad diaria de un modo objetivo, estático y ultrapreciso, a veces estereoscópico, con la introducción poco enfática de algún elemento inesperado o improbable que crea un efecto raro o extraño que deja desconcertado, aturdido o asombrado al observador en el museo o al lector en su butaca…el realismo mágico como uno de esos estilos fáciles de identificar y presentes en distintas formas de las artes dentro un período histórico con más o menos ciertos límites, tales como el barroco, el romanticismo, el realismo y el surrealismo” (22-3). En este trabajo de investigación, se puede notar que Gabriel García Márquez e Isabel Allende describen los personajes mencionados, empleando los rasgos dominantes de la literatura magicorrealista descritos por Seymour Menton en su Historia verdadera del realismo mágico. Algunos de estos rasgos son: 1) un enfoque ultrapreciso, 2) una objetividad, 3) una visión simultánea de lo cercano y lo lejano y 4) una frigidez (21-9). ¿Quién es Melquíades? Gabriel García Márquez pone a este personaje en el comienzo del relato, en el desarrollo de toda la historia de la familia Buendía y en las últimas páginas de la novela. En Cien años de soledad, García Márquez relata la historia de la familia Buendía por siete generaciones en un pueblo ficticio llamado Macondo. Es una historia en la que Melquíades visita ese pueblo como uno de los gitanos que trae diversos inventos, especialmente los imanes, para mostrarles a los habitantes de Macondo. Melquíades se hace un amigo de diferentes personajes en la novela y parece que él vive siempre porque muere y resucita tres veces en el transcurso de la historia de la novela. Melquíades es un alquimista y tiene su laboratorio donde usa una lupa gigante tanto como los diferentes metales y químicos y brebajes. Melquíades es un narrador omnisciente siendo él mismo que narra los primeros y los últimos eventos en la novela. El famoso escritor, Mario Vargas Llosa, explica en su libro titulado García Márquez, historia de un deicidio que: “Lo que Melquíades escribió dentro de la historia que cuenta Cien años de soledad es Cien años de soledad. El narrador no era narrador-dios, alejado de la realidad ficticia, sino un narrador-personaje (dotado de poderes mágicos, desde luego, un personaje real imaginario) que narraba la historia indirectamente, a través de unos manuscritos, escritos dentro de la novela…La profecía de Melquíades y sus manuscritos no han sido forjados en una exterioridad sino en el seno mismo de la realidad ficticia. En el instante en que el narrador y lo narrado coinciden, ambos desaparecen” (540-1). En esta descripción de Melquíades el lector puede ver que existe una “fragmentación” mediante la visión simultánea de lo cercano y lo lejano en las acciones de este personaje misterioso. Melquíades actúa como un narrador directo y, a veces, indirecto en un aspecto mágico, pero al mismo tiempo muy real. La autora Gloria Bautista Gutiérrez menciona en su libro titulado Realismo mágico, cosmos latinoamericano: teoría y práctica que: “Melquíades es el ser que otorga el aspecto mágico a la novela; el ‘guru’ espiritual de Macondo que le despierta el ánima a los Buendía, a las cosas; él da a conocer los últimos inventos como el imán que atrae los metales, la lupa que amplifica la realidad y el catalejo que le acerca…Cumplida su misión, el extraordinario vidente va “haciéndose cada vez menos asiduo y más lejano”…Melquíades con su saber, encarna la imagen de un cosmos mágico, concebido como un organismo vivo, en constante metamorfosis” (99-100). El misterioso vidente Melquíades obliga al lector a mirar la historia de Macondo de un modo centrípedo. El ojo del lector viaja como Melquíades de lo cercano a lo lejano. Melquíades pregonaba que “La ciencia ha eliminado las distancias” y “Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa” (8-9). El lector puede recordar los rasgos del enfoque ultrapreciso y la objetividad leyendo las descripciones en Cien años de soledad de la “truculenta demonstración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia” (7). Hay una manifestación del enfoque ultrapreciso y de la objetividad en la lista de los “dos lingotes metálicos…los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos…y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades” (7-8). Es interesante notar que García Márquez escribe con palabras “frígidas” en su descripción mágicorrealista de Melquíades: “Según él mismo le contó a José Arcadio Buendía mientras lo ayudaba a montar el laboratorio, la muerte lo seguía a todas partes, humeándole los pantalones, pero sin a darle el zarpazo final…era un hombre lúgubre, envuelto en un aura triste, con una mirada asiática que parecía conocer el otro lado de las cosas…había dejado de reír desde hacía mucho tiempo, porque el escorbuto le había arrancado los dientes” (11-12). La escritora Lucila Inés Mena escribe en su libro titulado La función de la historia en Cien años de soledad que Melquíades es “la fuente de las tradiciones culturales, el historiador de Macondo y el inspirador de la verdad. Es el personaje más completo y también el más complejo; sus características humanas y divinas temporales y eternas lo convierten en el arquetipo del hombre-dios, omnisciente y eterno, fuente primordial de todo conocimiento” (147). Es definitivamente un hombre magicorrealista. ¿Quién es Tao Chi’en? Es un personaje principal en la novela titulada Hija de la fortuna de Isabel Allende. Esta novela recorta un período de diez años, desde 1843 hasta 1853, en la vida de la heroína, Eliza Sommers, una joven que vive por pasajes que alternan romance, aventura y desencanto. Es un retrato de una época marcada por la violencia y la codicia en la cual la protagonista rescata el amor, la amistad, la compasión y el valor personal. Eliza y su amigo, Tao Chi’en, pueden insertarse en la sociedad norteamericana, pero muy pronto descubren que no pueden realizar un sueño perfecto en los Estados Unidos donde “la propiedad era mucho más valiosa que la vida, cualquier robo superior a cien dólares se pagaba con la horca…La bolsita de joyas de Eliza sería inútil, pues la única moneda aceptable era el metal puro” (244). La búsqueda de Eliza y Tao Chi’en es una búsqueda interior. Lo primero que el lector nota es que Allende incluye muchos detalles sobre el nombre y la carrera de Tao Chi’en. La autora Gloria Bautista Gutiérrez dice que Allende: “No gusta de la repetición de los nombres como lo hacen Faulkner, Ionesco y el mismo García Márquez. Dicha técnica, dice, causa confusión en los libros de la vida. La autora concede mucha importancia a los nombres y a su significado pues diríase que tienen una pensada simbología que permite imaginarlos sin esfuerzo…Debido a ello, la atención y descripción se centra en los personajes iconográficos porque son simbólicos o causan situaciones determinadas, exhiben una conducta particular o poseen las características magicorrealistas” (110-11). En uno de los capítulos de la novela llamado El cuarto hijo, hay una explicación del nombre del personaje. Su anciano maestro le dio a Tao Chi’en el nombre. Allende escribe que “Consultó libros astrológicos y adivinos para averiguar el nombre…Tao. La palabra tenía varios significados, como vía, dirección, sentido y armonía, pero sobre todo representaba el viaje de la vida. El maestro le dio su propio apellido” (174). Después de leer este párrafo, el lector sabe ahora que Tao Chi’en será un hombre muy importante y posee las características magicorrealistas en la novela. En la descripción de los estudios de Tao Chi’en, se puede ver que Allende escribe con un enfoque ultrapreciso: “El joven aprendió que el cuerpo humano se compone de cinco elementos, madera, fuego, tierra, metal y agua, que están asociados a cinco planetas, cinco condiciones atmosféricas, cinco colores y cinco notas. Mediante el uso adecuado de las plantas medicinales, acupuntura y ventosas, un buen médico podía prevenir y curar diversos males, y controlar la energía masculina, activa y ligera, y la energía femenina, pasiva y oscura-yin y yang. Sin embargo, el propósito de ese arte no era tanto eliminar enfermedades como mantener la armonía” (176). Si el lector quiere ver el uso del rasgo magicorrealista de la visión simultánea de lo cercano y lo lejano en esta novela, con respecto a Tao Chi’en, debe leer el capítulo titulado “Tao Chi’en”. En este capítulo, Allende emplea esta técnica por excelencia para describir el presente y el pasado en la vida de Tao Chi’en. Allende escribe que “En el sampán que lo conducía lentamente a través de las noventa millas entre Cantón y Hong Kong, alejándolo por minutos de su vida pasada, Tao Chi’en iba soñando con esa muchacha, el placer y los hijos que le daría. Contaba una y otra vez el dinero de su bolsa…no alcanzaría para una esposa” (188). En muchos otros lugares en este capítulo, Allende habla del presente como lo cercano y el pasado como lo lejano con referencia a los recuerdos de Tao Chi’en de la choza de sus papás (190) y el aspecto de su hermanita en Cantón (215). Considerando las definiciones del realismo mágico de Ángel Flores y Seymour Menton, es claro que Gabriel García Márquez e Isabel Allende usan los personajes de Melquíades y Tao Chi’en para demonstrar su interés en “transformar lo común y cotidiano en tremendo e irreal” en sus novelas. En Cien años de soledad, Melquíades, el gitano que “era un hombre honrado” (8), apoya, dirige y da consejo a diferentes personas por su carrera como un alquimista. En una manera mágica, Melquíades transforma lo común y cotidiano en Macondo en tremendo porque “no había ordenado los hechos en el tiempo convencional de los hombres, sino que concentró un siglo de episodios cotidianos, de modo que todos coexistieron en un instante…Era la historia de la familia, escrita por Melquíades hasta en sus detalles, con cien años de anticipación” (431). En Hija de la fortuna, Tao Chi’en, un “zhong yi” – el doctor chino, apoya, dirige, da consejo y salva a Eliza usando su arte sagrado de sanación recordando bien que “de poco sirve el conocimiento sin sabiduría, no hay sabiduría sin espiritualidad y la verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás” (175). Además de sus sanaciones, Tao Chi’en habla con los espíritus. Es un ejemplo de la transformación de lo común y cotidiano en tremendo e irreal. No hay ninguna duda, que los lectores siempre recordarán las personalidades y las reacciones de Melquíades y Tao Chi’en. Son definitivamente hombres magicorrealistas. Es posible que en más de una oportunidad se haya hablado de Melquíades o Tao Chi’en, sin mencionar que son personajes literarios o sin mencionar a sus autores. Lo cierto es que, ellos han transcendido al autor o a la autora. Han ido mucho más allá. Tiene, por decirlo de algún modo, vida propia. Eso es, sin duda alguna, parte del realismo mágico, pues, presenta una realidad alternada: lo imaginario con vida propia; el personaje, más allá del autor. OBRAS CONSULTADAS Allende, Isabel. Hija de la fortuna. 1999. New York: Harper Collins-Rayo, 2002. Barroso, Juan. Realismo mágico y lo real maravilloso en El reino de este mundo y El siglo de las luces. Miami: Universal, 1977. Bautista Gutiérrez, Gloria. Realismo mágico, cosmos latinoamericano: teoría y práctica. Santafé de Bogotá: Librería-editorial América Latina, 1991. Flores, Ángel. El realismo mágico en el cuento hispanoamericano. México: Premià, 1985. García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. México: Editorial Diana, 1996. Mena, Lucila Inés. La función de la historia en Cien años de soledad. Barcelona: Plaza & Janés, S.A., 1979. Menton, Seymour. Historia verdadera del realismo mágico. México: FCE, 1998. Vargas Llosa, Mario. García Márquez, historia de un deicidio. Barcelona: Editorial Barral, 1971. Ensayos Encuentros en Chicago con la obra de don Luis Leal por Raúl Dorantes A mediados de los noventa —luego de casi diez años de mi salida de México— emprendí una búsqueda en torno a la identidad. En cada documento oficial marcaba la cajita de Hispano o Latino sin entender cabalmente el significado. Para entonces, leía lo que hallaba de literatura en la sección “Libros en español” de las bibliotecas públicas, desde los modernistas y Juan Rulfo hasta el Boom de la Narrativa Hipanoamericana. Y en esa búsqueda, que se daba entre penumbras y pasadizos oscuros, encontré con frecuencia la luz de don Luis Leal. Una especie de duende me decía que las respuestas a mi búsqueda acaso estaban en la literatura. Y como más vale viejo por conocido, empecé por los autores que había leído en los libros de texto de mi infancia y juventud. Los poemas clásicos de Rubén Darío estaban muy vivos en el hipocampo. Pero el escritor modernista que me hizo mover la silla de la Biblioteca Lozano fue el nayarita Amado Nervo. Y no precisamente su poesía. Había algo en los relatos de Nervo que no tenían los cuentos de Darío o Gutiérrez Najera. Según yo, en los cuentos de Nervo se iban describiendo las situaciones casi como desde una cámara cinematográfica. Mas eso mismo lo encontraba en los demás narradores modernistas. ¿Qué distinguía a Nervo de los demás? Entonces leí un ensayo de don Luis en el que habla del objetivismo en la literatura modernista. Para don Luis, en los cuentos de Amado Nervo hay un subjetivismo o lance espiritual que pocas veces se halla en los demás autores de su época. Efectivamente: eso era. Aún recuerdo —o casi palpo— un cuento de Nervo titulado “El castillo de lo inconsciente” en el que el personaje está a punto de abrir la puerta de la iluminación y en el último instante da marcha atrás y opta por retornar al mundo. Pasaron los meses y los años en Chicago y las preguntas seguían. ¿Era yo inmigrante mexicano o latinoamericano? Seguía definiéndome como mexicano. Mas ahora me preguntaba en qué consistía el ser mexicano. Un amigo del barrio de Pilsen me dijo que era imposible entender la mexicanidad si no repasaba con cuidado la época de la Revolución Mexicana. Me recomendó varios libros de Historia y de Ciencias Políticas. “Pero sobre todo tienes que leer a Mariano Azuela”. De inmediato me fui a la biblioteca y saqué Los de abajo y algunos ensayos sobre la literatura de la Revolución. Y ahí, en algún estante, me esperaba un libro de don Luis, Breve Historia de la Literatura Hispanoamericana, que utilicé en ocasiones como guía. Para don Luis Leal, esa novela nos muestra más que nada “la desilusión con los resultados de la Revolución Mexicana”. Yo me quedé deslumbrado ante el registro del habla y el humor de Los de abajo. Vi que el habla popular y el humor los iba trabajando Azuela como en mancuerna. Son inflexiones, dichos, palabras, contracciones que logra plasmar en una prosa que es a un tiempo naturalista y modernista. Uno de los personajes que más maneja este humor es sin duda el Güero Margarito. En un momento, en vez de darle muerte, a un prisionero, el Güero Margarito decide nombrarlo su asistente, claro, el hombre debe caminar largas jornadas casi desnudo y luego dormir a la intemperie: “¿Por qué vienes cargando con esa roña?”, le reclaman sus compañeros. Más adelante, el mismo Güero Margarito le dice a su “asistente”: “Amigo federal, te voy a matar de una vez; vienes penando mucho”. En otra página de Breve Historia don Luis habla de Pedro Páramo. Dice que en torno al personaje central “se desarrolla el tema, que es el rencor. Ese rencor hace que Pedro Páramo, cuando muere Susana, decida sentarse con los brazos cruzados y dejar que Comala muera de hambre. El rencor en él resalta con gran intensidad, ya que es el resultado de su frustración amorosa. Su amor hacia Susana, insatisfecho, le hace odiar todo lo que le rodea. Esa intensidad emocional, unida a la compleja estructura, hacen de Pedro Páramo una de las más grandes novelas mexicanas”. Yendo de la mano de don Luis, descubrí que Juan Rulfo estaba influenciado por Mariano Azuela. Hay personajes de Rulfo que nos remiten a los que aparecen en Los de abajo, uno de ellos es El Tilcuate, casi un desdoble del Güero Margarito: El Tilcuate siguió viniendo: —Ahora somos carrancistas. —Está bien. —Andamos con mi general Obregón. —Está bien. —Allá se ha hecho la paz. Andamos sueltos. —Espera. No desarmes a tu gente. Esto no puede durar mucho. —Se ha levantado en armas el padre Rentería. ¿Nos vamos con él, o contra él? Pero si la búsqueda consciente se daba en torno a la identidad nacional, lo que poco a poco fui encontrando fue una identidad lingüística. El emigrar me había revelado una pasión por la lengua española. Se acercaba el límite del milenio. Un amigo y yo escribíamos juntos una serie de ensayos sobre la cultura mexicana en Chicago y nos dejábamos llevar por las palabras de antes (las que aparecen en El Quijote) y por las palabras de ahora (el espánglish que escuchábamos en Pilsen). Al respecto don Luis hace un recuento de la lengua en el que el narrador es la lengua misma: “Yo, señores, nací en España, hijo de Tomé Latino y Juana Godos. Después de la muerte de mi padre, mi madre se enredó con algunos extranjeros indocumentados y así creció la familia, con un hermano Zaide, y una hermana Judith. Bien mozuelo pasé en busca de aventuras a un Mundo Nuevo con un tal Cristóbal y los muchachos Pinzón”.iv Puedo decir que hoy por hoy me identifico mayormente con el castellano y con la ciudad en la que vivo. En Chicago he escrito algunos cuentos y ella misma ha sido protagonista. Me gusta leer o ver documentales sobre la historia de sus barrios y sus olas migratorias. En 2003 me habría de enterar que don Luis Leal había vivido de 1927 a 1950 en Chicago. Los historiadores y los antropólogos se han centrado en el estudio de la migración mexicana en el periodo que abarca las primeras dos décadas del siglo XX, o de 1950 hasta el presente. De modo que recobra relevancia la autobiografía dictada por don Luis a Mario T. García así como el testimonio que hiciera años más tarde con la ayuda de Víctor Fuentes. En ese testimonio, don Luis evoca de un modo muy ameno la vida cultural y política del Chicago de los años treinta. A propósito del tenor José Mojica dice lo siguiente: “En la Compañía de Opera de Chicago había una cantante que se llamaba Marie Garden. Ella lo protegía mucho. Y Mojica se hizo muy famoso. Pero luego se le metió hacerse fraile y se fue al Perú… Bueno, años más tarde, cuando yo estaba escribiendo mi libro sobre Juan Rulfo, descubrí que José Mojica había nacido en un pueblo de Jalisco, en el pueblo que es Comala. Allí nació José Mojica, que por cierto publicó una autobiografía que se llama Yo pecador”. Don Luis Leal hereda al mundo de la academia esos 45 libros que dedicó a la literatura hispanoamericana, chicana y española. Y a nosotros, los latinoamericanos que habitamos en Chicago (el segundo hogar de este gran ensayista nacido en Nuevo León), nos corresponde adentrarnos también en un legado mucho más particular: los testimonios que grabó o dictó don Luis sobre sus 23 años de vida en la llamada Ciudad de los Vientos. Entrevista Entrevista con Efraín Doria, artista graduado de la NEIU Efraín Doria es un artista joven recientemente graduado de la NEIU. Su primera exposición llamó la atención del público por su audacia, colorido y movimiento. Sus pensamientos sobre el arte, su visión del mundo y lo grotesco están expresados en esta interesante entrevista. Consenso: How your inspiration, your expressions come to life, and how they affect your art? ED: To answer your question, inspiration comes from life experiences, expression to me comes from a side of human nature that brings out raw emotion. Love, life and death tend to inspire this body of artwork. People have a tendency to steer clear from emotion that takes you to another level of "focus" if you will. I am learning to embrace that which is feared and most dreaded by most. To be able to translate the movement created by a thought pulse into a brush stroke is sometimes random, even second nature, but to have a controlled chaos is simply beautiful. Consenso: What was your first type of art? ED: My first type of artwork was drawing. To this day I still continue. I would try to burn ants with a magnifying glass, use mud and crayons to make pretty drawings as a child. To truly let go and arrive to this moment of artwork I have simply been doing what I have always done, create. There is something so immaculate so elegant about pain, about hurt... the beauty of emotion, of the moment. I draw inspiration from such a lack of preparation, in order to make chaos, beautifully shelved chaotic moments, you have to embrace the moment, the random lack of control. Once you create that chaos, you MUST control it, steer it if you will to its sanctuary, the canvas. Consenso: In what other art expressions you felt more comfortable, how is your relationship with them. ED: I feel some type of comfort in jarred chaos. I find myself connecting with the macabre, the beautiful and the gross. What I mean by the macabre is the darkness of human nature. Obsessive compulsion, addiction, abuse, I take the energy from the REAL darkness of human nature, combine aspects of "darkness" in that which is the NOW. What I meant by beautiful is that I take the rawness, the innocent, the MOMENT if you will and I apply the cure. When I meant by gross is that I love how dirt something can get, how polluted something becomes, almost pure toxicity, but instead of receiving HURT...it provides a shell of comfort. Consenso: You said create chaos, but in order to create. Don’t you need certain order, even if it’s chaotic? ED: Art becomes a therapy, reaches out and touches the sub. That’s where I want to be...the under layer of it all, BECAUSE once you reach the under of anything, you can understand it, manipulate it, love it or destroy it. Consenso: What other artist inspired you, which ones are your favorites and why? ED: I find myself looking at artists such as Francis Bacon, Posada, Pollock, not for one single reason but to bring something strong to the table you must understand the past, the now and what will be. Bacon's RAWNESS, Posadas’ linework, And Pollock's Precise Exact Randomness. To be avant-garde, the be new...you must not think, or proceed, but do. I heard somewhere... it’s now my objective to live forever, but more to create an idea that will. Consenso: How people react to your work? ED: People generally react positively to skulls and pretty colors. Ja, ja, ja. As far as any future exhibitions, I’m planning to have a show of all my drawings.