La Banca Multilateral y la inversión en el sector cultura (Una reflexión personal) Maritza Izaguirre Porras En esta oportunidad quisiera agradecer la cordial invitación recibida de los organizadores del evento, el cual plantea un problema de enorme importancia para la sociedad actual: el financiamiento de la actividad cultural. El tema lo trataré desde dos puntos de vista, el primero desde el enfoque de las políticas públicas, al insertar el sector en la actividad en los planes y programas del sector público y el segundo y estrechamente vinculado con el anterior, la participación de un organismo multilateral en el financiamiento del sector. Para el tratamiento de los temas me baso en mi ya larga experiencia profesional en el campo del desarrollo. La cultura en el ámbito de las políticas públicas. El interés sobre el tema en materia de políticas públicas surge en los años setenta, en esa década la UNESCO patrocina algunos seminarios y se inicia una ya larga lista de publicaciones sobre esta materia. En el caso de Venezuela, en ocasión de la formulación del IV Plan de la Nación, se introduce por primera vez planteamientos en esa dirección. Se reconoce la importancia de incorporar a la estrategia de desarrollo definiciones fundamentales en este sector. La primera definición fue la de que el sector podía ser sujeto de planificación, en otras palabras que se podían identificar, objetivos, metas, estrategias y políticas para ser ejecutadas en el marco de un programa de desarrollo “cultural”. La definición básica utilizada fue “ todo lo concerniente al universo simbólico de los valores, de las representaciones, imágenes y modelos. Universo donde el hombre se afirma en un momento histórico y en un espacio dado, para situarse en relación con el mundo y los otros hombres. Universo donde el hombre se identifica, se comunica y comparte una civilización y un destino común.” Por otra parte, el ser sujeto de planificación implicaba la identificación de acciones concretas a ser ejecutadas por alguna institución pública responsable tanto por el diseño de políticas como por su ejecución posterior. De otro lado, exigía un esfuerzo de cuantificación o sea llegar a conocer cuanto costaban las acciones a realizar, puesto que dichas acciones tenían fuertes implicaciones financieras, tanto en la dimensión gasto como inversión. Esta última dimensión conlleva a la formulación de programas y proyectos, los cuales podrán ser eventualmente financiados por diferentes tipos de recursos, públicos: nacionales, regionales o locales de un lado y del otro los apoyos al sector con recursos de origen multilateral o bilateral. En esa oportunidad el uso de recursos de origen privado se circunscribía al tradicional apoyo de las fundaciones de ese origen a algunas de las iniciativas. Otra de las revelaciones interesantes de esa primera etapa fue descubrir lo complejo del tema, en especial incorporar a sus principales actores, mentes creadoras, cuya aproximación a la realidad no era siempre sistemática, al ejercicio de la planificación, obligando a una reflexión sobre objetivos y metas en el marco de los planteamientos generales de un plan de desarrollo. La experiencia anterior, trabajando en los sectores productivos tradicionales, no nos preparaba para el encuentro con artistas y científicos, al tratar de incorporar en la actividad de planificación a estos sectores. En el diagnóstico inicial, se identifica la presencia de una red de organizaciones que ejercían la actividad cultural, estas instituciones estaban conformadas por instituciones públicas o privadas, entre las que destacaban Fundaciones, Ateneos, Direcciones estatales, municipales y nacionales de cultura, además de contar con la presencia del sistema educativo nacional, el cual para la fecha implicaba la existencia de recursos no sólo en infraestructura sino la posibilidad de trasmitir actitudes y valores que permitiesen el fortalecimiento de actitudes y valores tendentes a crear una plataforma común de interpretación de la realidad. Estas organizaciones movilizaban recursos humanos, financieros e institucionales que conformaban un sector, que por sus características podría integrarse al sistema de planificación nacional. De estas primeras experiencias queda la identificación del sector, el ordenamiento de su financiamiento público, a través de los presupuestos por programa y la importancia del mismo en la concepción integral del desarrollo, observando con preocupación la presencia de amplios grupos de la población, ajenos a este quehacer. Por lo tanto, ayer como hoy, uno de los principales desafíos de la política pública es como resolver el problema de la falta de participación de amplios sectores de la población en el hecho cultural. En los años transcurridos, el financiamiento de la actividad ha evolucionado considerablemente. De un lado, cada vez se hace más clara la división de funciones, o sea el Estado es responsable por el diseño del marco general, debe orientar la formulación de lo que en el viejo lenguaje de la planificación se concebía como el “modelo normativo”, a dónde queremos ir, con quién, para qué, cómo, cuando y dónde. Y por la otra, ante la escasez real de recursos públicos, debe revisarse cuidadosamente la incorporación de otras fuentes, entre ellas la posibilidad de acceder a los empréstitos multilaterales por una parte, y por la otra estrechar la vinculación con el sector privado. El papel de la Banca Multilateral en el financiamiento del sector. Dadas las limitaciones financieras del sector público, en los años ochenta se inicia la tendencia de acceder a recursos multilaterales para complementar el financiamiento de esta actividad. Para ello fue necesario conjugar tanto el interés de los gobiernos como de estas organizaciones, en las cuales no existía la tradición de financiar actividades distintas a la de la infraestructura tradicional. La Banca Multilateral es una banca de desarrollo, la cual cuida con esmero algunas reglas básicas para otorgar crédito: entre ellas: el programa o proyecto a financiar debe responder a una estrategia global de desarrollo; la eventual operación debe haber sido identificada en un ejercicio regular de programación, o sea que el país ha señalado su interés al priorizar la operación e incorporarla al listado de eventuales operaciones; el proyecto deberá ser formulado siguiendo una propuesta metodológica que permita su evaluación económica, social, técnica, financiera e institucional. La experiencia inicial de la banca fue en proyectos de infraestructura, de allí que las metodologías de evaluación fueron formuladas para facilitar el análisis de este tipo de proyectos. Con el correr del tiempo, se incorporan otras operaciones relacionadas con la infraestructura social, donde la construcción era sólo un componente, el contenido cualitativo cobra importancia y en especial los elementos institucionales. Lo anterior obligó a la formulación de nuevas propuestas para la evaluación, lo que llevó a incorporar a la teoría del análisis de proyecto una serie de interesantes contribuciones intelectuales destinadas a la evaluación de estos proyectos. Una vez incorporado el tema, se han financiado distintas iniciativas, entre ellas: la reconstrucción de centros históricos, vinculados a proyectos de renovación urbana, donde el Centro se convierte en un área de interés, histórico, turístico y comercial. Estos programas generalmente contienen rubros destinados al financiamiento de la rehabilitación y construcción de nueva infraestructura, a cambio de modificaciones profundas en la gestión, tratando de asegurar que el proyecto sea sustentable en el futuro. Es por ello, que en la mayoría de las ocasiones, los esquemas requieren de participación del capital privado como socio en las iniciativas comerciales o de inversión, utilizando en algunos casos la figura de la conseción. Otro aspecto interesante de la cooperación viene dada por los componentes asociados al fortalecimiento institucional, destinado a modificar el entorno organizativo y gerencial de las organizaciones. El proceso puede iniciarse estudiando la mejor solución institucional para lograr los cambios previstos, es por ello que con frecuencia las preguntas básicas giran alrededor de la figura institucional y su organización, cual será la forma más conveniente?: una fundación, un fideicomiso; cuál será su carácter: público, privado o mixto. De que manera los distintos entes gubernamentales se relacionarían con el proyecto. Cuál sería la relación entre este y el gobierno local?. Estas son entre otras las preguntas que se hacen, para tratar de ubicar el mejor contexto institucional para asegurar el éxito del proyecto. Por lo general acompañan al proceso anterior componentes destinados a mejorar la capacidad gerencial de las organizaciones, incluyendo la capacitación de personal y el mejoramiento de sus sistemas operativos. Preocupación especial la constituye el asegurar la sustentabilidad económica y financiera de la operación financiada en el futuro, de allí la importancia del análisis financiero y de los supuestos que lo sustentan en materia de precios de los bienes y servicios generados por la nueva actividad. Esto último es importante, porque se trata de contraer empréstitos externos, o sea hablamos de endeudamiento, de deuda pública externa, la cual debe ser repagada, de allí lo importante de asegurar la viabilidad económica financiera de la operación a ser financiada por este tipo de recursos. Por otra parte, los bancos en los últimos años han financiado iniciativas relacionadas con la generación de empleo por medio del fortalecimiento de la actividad artesanal, en especial en países de fuerte tradición, tales como México, Guatemala, Perú y Ecuador, entre otros. En este último campo, la actividad artesanal, además de ser un componente importante de la creatividad popular, puede convertirse en una actividad generadora de divisas, de allí que puede incluirse entre las actividades sujetas a incentivos de exportación, entre ellos el crédito. De otro lado, en programas destinados al financiamiento de la educación, generalmente pueden ser incluidos elementos destinados a mejorar la calidad de la educación y por ende la formación cultural, además de la creación de infraestructura, tales como centros culturales o comunitarios de uso múltiple lo que amplía la potencial oferta de locales para el desenvolvimiento de actividades en este campo. A las iniciativas anteriores no escapa, algunas de carácter regional, o sea, programas que abarcan más de un país siendo beneficiarias diversas organizaciones, estos programas generalmente tuvieron relación con el entrenamiento y capacitación y en algunos casos la investigación. La participación del sector privado. En la caso privado, hay múltiples ejemplos de participación de este sector en el desarrollo cultural. El papel de las fundaciones en Venezuela fue básico para el crecimiento de la actividad, al prestar apoyo financiero a iniciativas particulares, articuladas localmente, lo que permitió conjuntamente con el apoyo gubernamental la construcción de la infraestructura, la capacitación del personal especializado en la gerencia, el financiamiento de la programación y en muchos casos las subvenciones que facilitaron una oferta cultural variada para toda la población. De allí la importancia de cuidar esta fuente de recursos para el financiamiento de la actividad cultural. Los nuevos paradigmas. Sin embargo, estamos en presencia de un panorama complejo, caracterizado por las restricciones público privadas consecuencia, entre otros de los numerosos programas de ajuste aplicados en la región, en los cuales una de las consecuencias restricciones en el gasto e inversión socio cultural. Esto ha limitado el aporte público al financiamiento del sector y ha restringido las posibilidades reales de las empresas para alimentar las transferencias. Esto ha generado dificultades reales para el financiamiento del sector, o sea estamos en una situación de transición, dónde el viejo paradigma se rompe y hay que generar uno alternativo, participativo, de mayor responsabilidad desde la base y con claros incentivos para una participación estable, de allí que se discutan, entre otros, el mecenazgo. Ley que facilitaría el apoyo económico de individuos, sociedades, y empresas a la actividad cultural en respuesta a beneficios de carácter fiscal, En este contexto hay que tomar en cuenta la necesaria coherencia entre las diferentes medidas de carácter fiscal que deberían de ser adoptados. Por una parte, los incentivos y estímulos a un sector de la economía cada vez más relevante, basado en el conocimiento y la creatividad y por la otra, la adopción de normas y marcos de regulación para que dicha actividad contribuya responsablemente al ingreso, en una industria que genera riqueza y bienestar en forma directa o indirecta sólo para ciertos estamentos de la población, pero cuyo potencial de contribución a la renta nacional puede ser de grandes magnitudes. A manera de conclusiones. La importancia de la inversión en capital social, ha sido ampliamente demostrada, de allí, que la promoción del ser humano, su desarrollo integral sea un concepto hoy presente en la mayoría de los mensajes políticos. Sin embargo lo difícil es traducirlo en un sólido cuerpo de políticas públicas, entre las cuales destacan las reglas para el financiamiento de la actividad. Entre éstas cada vez es más frecuente preguntarse acerca de la conveniencia o no de financiar con recursos de origen multilateral estas actividades, puesto que se trata de endeudamiento público externo. Dada la importancia del sector por su papel en el desarrollo integral de una sociedad, no debe de haber temor, siempre y cuando se llegue a estos recursos cumpliendo con la normativa establecida. Estos recursos ofrecen la oportunidad de complementar el financiamiento requerido para múltiples iniciativas de inversión socio cultural, hoy retenidos por la falta de recursos locales. Finalmente, y ante las nuevas realidades es recomendable la construcción de alianzas entre los sectores público y privado, internacionales, nacionales, regionales y locales que faciliten el diseño e implantación de las políticas públicas destinadas a fortalecer la acción cultural clave del verdadero desarrollo integral. Muchas gracias, Caracas, marzo de 2001