TISHA BEAV De la destrucción a la esperanza Tishá BeAv, literalmente el noveno día del mes de Av, es el día de duelo nacional del Pueblo Judío. En esta fecha, según la tradición, fueron destruidos el primero y segundo Templo de Jerusalem. La primera destrucción del Templo sucedió en el año 586 a.e.c., cuando Nabucodonosor, Rey de Babilonia, tomó Jerusalem y destruyó el Templo que había sido contruido 300 años antes por el Rey Shlomó. Este hecho marcó la pérdida de la soberanía judía y el comienzo del primer exilio, el que se conoce como “Exilio babilónico”. Fue durante este exilio, que duró 50 años, que los judíos comenzaron a conmemorar Tishá BeAv como día de duelo. La segunda destrucción del Templo ocurrió 600 años más tarde, en el año 70 de nuestra era, cuando el emperador romano Tito (I’s) conquistó Jerusalem y destruyó el Templo que había sido re-construido por los exiliados a Babilonia luego de su retorno a Sion. Esta segunda destrucción es la que causó el exilio y la Diáspora de la que aún somos parte. En el Talmud, nuestros sabios senalan mas sucesos acaecidos en esta fecha. Dicen que fue precisamente en Tishá BeAv cuando nuestros antepasados rechazaron en el desierto la posibilidad de entrar en la Tierra Prometida. El temor a los poderosos pueblos que vivían entonces en la tierra los hace desear volver a Egipto. D’s no tolera esta falta de fe de los hebreos y los condena a vagar por el desierto durante 40 años. Dice el Midrash que D’s en ese momento les dijo a los hebreos: “Han llorado un llanto sin causa, Yo haré de este día, un día de llanto para las generaciones por venir” También en Tishá BeAv, según el Talmud, cayó la fortaleza de Betar, último bastión de la rebelión de Bar Kojba contra los romanos en el ano 135. Así se extinguió el último rastro de soberanía judía en Israel por casi dos mil años. Todos estos acontecimientos tienen que ver con el exilio del pueblo de su tierra y con la necesidad de retornar a la soberanía territorial. Además, hubieron durante la historia judía y universal otras situaciones trágicas que también acaecieron en el día de Tishá BeAv. Tal vez las más notables sean la Expulsión de los judíos de Espana en 1492, el estallido de la Primera Guerra Mundial, las primeras deportaciones a los campos de exterminio y hasta la explosión de la bomba atómica en Hiroshima. Costumbres de Tishá BeAv Tishá BeAv concluye un período de tres semanas de semi-duelo que comienza el 17 de Tamuz, día de ayuno parcial en el que, según la tradición, los romanos hicieron la primera brecha en las murallas de Jerusalem. Fue,, de alguna manera, el principio del fin. Durante este período, no se acostumbra celebrar casamientos ni otros rituales festivos. El día de Tishá BeAv es un día de ayuno y recogimiento. De la misma manera que en Iom Kipur, no se utilizan prendas de cuero, ni maquillaje, ni perfumes, ya que prevalece la atmósfera de duelo y meditación. Se acostumbra leer pasajes especiales de la Biblia, relacionados con el especial ambiente del día. Uno de los principales es el libro de “Eijá” (Lamentaciones) Atribuido al profeta Jeremías, este libro relata las impresiones de los hebreos al ver a su ciudad destruida. En la sinagoga se acostumbra sentarse en el piso o sobre almohadones bajo la luz de las velas. También se leen libros que invitan a la reflexión como Job o diversos pasajes del Talmud. Se acostumbra leer y cantar “kinot”, canciones tristes, en memoria de Jerusalem. Algunos grupos religiosos, especialmente parte de los conservadores y reformistas, han modficado la costumbre de ayunar en Tishá BeAv y sólo cumplen un ayuno parcial, para marcar que el estado de Israel resurjió y Jereusalem fue reconstruida, y está nuevamente bajo soberanía judía. Esperanza y Reconstrucción: Cuentan los jasidim que Francisco José, el emperador del Imperio austro-húngaro, paseaba en su carruaje el día de Tishá BeAv y al pasar por la puerta de la sinagoga, vio a un grupo de judíos llorando y lamentándose. Le pidió a uno de sus servidores que le averigue por qué lloraba esa gente. El escudero regreso riéndose: “No lo creería, Majestad, lloran por la destrucción de un Templo, algo que pasó hace dos mil años.” El emperador se quedó pensativo y luego de un rato dijo: “Si esta gente llora por algo que pasó hace dos mil años, seguramente su Templo será reconstruido, y seguramente mi Imperio desaparecerá y nadie llorará por él.” Sin duda, la perseverancia y el tesón del pueblo a lo largo de dos mil años de exilio, en los cuales no se perdió el vínculo con la Tierra ancestral ni con el deseo de reconstruir y vivir libre y soberanamente, fue lo que permitió que finalmente el Estado de Israel resurja y Jerusalem se reconstruya. Pero para nuestra tradición, la destrucción no nos debe desesperanzar sino que debe movernos hacia el compromiso con valores constructivos. Precisamente, de la destrucción debe extraerse la fuerza para construir un mundo mejor. Tal vez por ello el Talmud nos enseña que en el mismo día en que se destruyó el Templo, nació el Mesías, que simboliza nuestra esperanza en un mundo mejor en el que todos viviremos en armonía y libertad. Otro Midrash, cuenta que cuando el Templo fue incendiado, en Tishá BeAv, el Sumo Sacerdote de entonces, arrojó las llaves del Templo al cielo. Entonces una mano bajó del cielo y tomó las llaves. Dice el Talmud que en cada generación, la misma mano vuelve a bajar y ofrece a los hombres las llaves del Templo. Tal vez sea tarea de cada uno tomar esas llaves y aceptar el desafío de la reconstrucción. Tarea: Leer el artículo Buscar en el diccionario las palabras que no entiendas Plantear 5 preguntas de este texto para formular luego a tus compañeros en clase. Estas preguntas deberán estar escritas en hoja A4.