OBITUARIO El día 6 murió en plena madurez un grande de la informática española: José María Troya Linero. Catedrático de la ETSII de Málaga, exdirector de la misma, premio nacional de informática, creador y responsable del grupo de investigación GISUM (Ingeniería del software) que ha generado más de una decena de catedráticos de universidad, autor de cientos de artículos en revistas internacionales, ….. Un cáncer fulminante nos lo arrebató cuando tenía sólo 64 años. Prácticamente hasta el final siguió acudiendo a su trabajo, hasta que no pudo más. Profesionalmente se formó en la Universidad Complutense de Madrid, alcanzando el grado de doctor en 1980. En su tesis resolvió un problema mencionado en la literatura especializada como planteado y difícil, creando una regla heurística, que yo sepa la única que se ha creado en España, para rebajar la complejidad computacional del problema y dando lugar a presentaciones en prestigiosos congresos y publicaciones en revistas internacionales especializadas. Desde el principio demostró una calidad investigadora de primerísimo nivel. Como docente fue muy apreciado y querido por sus alumnos. Tenía dotes excepcionales, creando apuntes y textos que siguieron usándose mucho tiempo después. De profesor titular en la Universidad Complutense pasó a catedrático del área de Lenguajes y Sistemas Informáticos en la Universidad de Málaga en1998, creando inmediatamente el GISUM, del que ha sido responsable hasta el final. Ocupó el cargo de Vicerrector de Campus e Infraestructuras entre 1998 y 2003, asumiendo posteriormente la dirección de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática y convirtiéndola en el centro de referencia que es hoy. Además, en los últimos años se centró en la creación del Instituto de Tecnologías e Ingeniería del Software, del que era actualmente director. Su prestigio fue reconocido con numerosos premios y galardones, destacando el premio nacional de informática Aritmel en 2012. La deuda que la Universidad de Málaga y la Universidad española tienen contraída con Troya es impagable e imborrable. Su calidad humana era pareja a la intelectual. Más importante aún que crear escuela profesionalmente es generar cariño por donde se va. Desde Olvera, en donde nació, pasando por Madrid, por Valverde del Camino, en donde se encontraron Charo y él para fundar una familia feliz hasta el final, y por cualquier sitio que pisó, José María se hizo querer por su sencillez y simpatía. Jamás se le oyó decir una palabra ofensiva para nadie. Yo tuve la enorme suerte de ser su tutor en la Universidad Complutense y puedo dar fe de que jamás se dio la más mínima importancia, como si lo que hacía fuese fácil y lo pudiese hacer cualquiera. Ya, ya. Y siempre estaba alegre. Daba ánimos a los demás hasta cuando ya estaba muy malito. Es triste ver partir a una persona tan valiosa en plena madurez. Parece un hecho contra natura. Pero la vida sigue y lo que ha hecho y ha representado José María seguirá viviendo en nosotros y en los que nos sigan. Antonio Vaquero Sánchez, Catedrático Emérito de la UCM.