Noticias de Capellanía Mayo 2002 Índice 1 2 3 4 Reconciliación El Islam: tan cerca y tan lejos La función social de la ética Actividades mayo’02 / Fiestas y celebraciones En contra de lo que pudiera parecer, pedir perdón no es rebajarse, al contrario, es prueba de grandeza de ánimo y de una gran talla moral. Hay muchas maneras de hacerlo. Lo importante es poner el corazón. De esta manera se restablece la paz perdida, se rehace lo que se deshizo. Reconciliación Ofendemos y nos sentimos ofendidos. Las ofensas hieren y las heridas duelen. El dolor es más agudo si las palabras punzantes provienen de una persona querida. Como cristianos, cuando somos sujetos pasivos de una ofensa, sabemos que debemos perdonar. Pero a veces no es fácil superar las pasiones que despiertan los perjuicios y olvidar el dolor. Muchas veces necesitamos un “plus” sobrehumano –sobrenatural– que nos ayude. En ese momento conviene acudir al mayor “especialista”: Jesucristo Señor Nuestro, que es capaz de encontrar atenuantes para sus propios verdugos. Cuando es uno mismo el causante de la ofensa, toca pedir perdón. Para ello se necesita, en primer lugar, una buena dosis de sinceridad con uno mismo, y valentía para objetivar la realidad de lo acontecido y pechar con la propia responsabilidad. En contra de lo que pudiera parecer, pedir perdón no es rebajarse, al contrario, es prueba de grandeza de ánimo y de una gran talla moral. Hay muchas maneras de hacerlo. Lo importante es poner el corazón. De esta manera se restablece la paz perdida, se rehace lo que se deshizo. seria, entonces, Dios, que es también Padre del que ofende, ha establecido un procedimiento especial. No basta con decirle a Dios “lo siento” (lo cual es suficiente si la cuestión ha sido poca cosa), sino que entonces hay que recibir un potente lavado del alma a través del sacramento de la Reconciliación. La Confesión En la carta que el pasado Jueves Santo el Papa Juan Pablo II escribió, como todos los años, a los sacerdotes de la Iglesia Católica, se lee lo siguiente: «Indudablemente, dicho redescubrimiento [de la Confesión] se ve favorecido por la exigencia de comunicación personal, hoy cada vez más difícil por el ritmo frenético de la sociedad tecnológica, pero, precisamente por ello, sentida aún más como una necesidad vital. ¿Cómo no reconocer que el sacramento de la Reconciliación, aunque sin confundirse con las diversas terapias de tipo psicológico, ofrece también, casi de manera desbordante, una respuesta significativa a esta exigencia? Lo hace poniendo al penitente en relación con el corazón misericordioso de Dios, a través del rostro amigo de un hermano». Ofender a los demás es ofender a Dios Sin embargo, aún no hemos llegado al punto más importante. Cualquier ofensa de la dignidad ajena, ofende también a Dios. Él es Padre, y como a un buen padre, todo el daño causado a sus hijos lo experimenta como propio. Por eso, además de pedir perdón al hermano hay que pedirlo al Padre. Cuando la cosa haya sido Podrá pensarse que no todas las faltas o pecados son una ofensa al prójimo. Ciertamente, es posible faltarse el respeto a uno mismo o a Dios directamente, pero, como se exponía en Noticias de Capellanía el pasado mes de abril, no hay acciones “sólo privadas”, «la interioridad del hombre tiende siempre a proyectarse, a comunicarse». Para mal o para bien. Noticias de Capellanía Mayo 2002 El Islam: tan cerca y tan lejos El conocido y elemental principio de que el hecho religioso no existe en estado puro, y es al mismo tiempo un hecho histórico, sociológico, cultural, psicológico..., alcanza en el caso del Islam su máxima vigencia. El Islam parece haber sido dejado fuera de la modernidad, lo cual no es juzgado por los mismos creyentes musulmanes como negativo. Pero es muy cierto que el Islam y toda la realidad geográfica, cultural y humana que supone ha sido el objeto y no el sujeto del cambio histórico desde el siglo XIII. Contrariamente a lo que muchos piensan, no es la religión musulmana la causa determinante de esta situación negativa, que no tiene visos de modificarse a corto plazo. 2 El interés por el Islam es un fenómeno incontrovertible y creciente en el mundo occidental. Se trata de un interés y de una atención polivalentes, cargada de ambigüedad. Atrae sin duda el hecho religioso musulmán, que ha llevado a Juan Pablo II a hablar de la «gran religión musulmana» y a mostrar su respeto hacia el Islam besando el Corán durante su visita a Egipto en marzo de 2000. La civilización cristiana ha sentido históricamente, con raras excepciones de momentos y personas, antipatía y desprecio hacia el Islam. En una conferencia pronunciada en marzo de 1883, decía Ernest Renan: «Islam es la unión inseparable de lo espiritual y lo temporal, es el reino del dogma, es la cadena más pesada que haya soportado la humanidad». Los tiempos han cambiado, y sobre todo lo han hecho las actitudes que, fruto de mayores contactos y de una mejor información, son capaces de superar prejuicios y sobre todo ignorancia. El conocido y elemental principio de que el hecho religioso no existe en estado puro, y es al mismo tiempo un hecho histórico, sociológico, cultural, psicológico..., alcanza en el caso del Islam su máxima vigencia. Es frecuente imaginar una comparación entre el Islam y el Occidente en la que éste aparece revestido de las notas positivas y la realización del respeto a los valores del humanismo y la democracia, mientras que el Islam sería, por el contrario, el reino del arcaísmo y la tradición inmóvil, la discriminación de la mujer y la barbarie del código penal. El Islam parece haber sido dejado fuera de la modernidad, lo cual no es juzgado por los mismos creyentes musulmanes como negativo. Pero es muy cierto que el Islam y toda la realidad geográfica, cultural y humana que supone ha sido el objeto y no el sujeto del cambio histórico desde el siglo XIII. El proceso secularizador ha demostrado con toda su ambivalencia la capacidad del Cristianismo para enfrentarse y entenderse, según los casos, con el pensamiento filosófico, la ciencia, la historia crítica, y el desarrollo democrático y social del estado y la sociedad modernos. No puede decirse lo mismo del mundo islámico, para el que estos desarrollos contendrían promesas de renovación pero sobre todo amenazadoras crisis, latentes o abiertas. Las estructuras sociales y familiares de las sociedades musulmanas sufren importantes disfunciones y problemas crónicos, a causa principalmente de la pobreza, el analfabetismo, las condiciones miserables de vida, y la multitud de familias rotas. Todo ello en un marco de estancamiento cultural y económico. La tragedia que ha significado para el mundo árabe la humillante derrota infligida por Israel en 1967 ha intensificado psicológicamente el impacto letal de tantos males, que se hacen cada vez más insoportables. Contrariamente a lo que muchos piensan, no es la religión musulmana la causa determinante de esta situación negativa, que no tiene visos de modificarse a corto plazo. Mucho más importante es el despotismo oriental, que ignora por principio los derechos y la dignidad de la persona individual, y mantiene en casi todos los órdenes un régimen de arbitrariedad que bloquea cualquier evolución positiva de carácter individual o social. Al despotismo se unen las estructuras feudales y la corrupción a gran escala, así como, más recientemente, la desintegración del consenso político que había nacido después de la independencia de los poderes coloniales. Debe mencionarse asimismo la situación inferior de la mujer, porque el desarrollo armónico de una sociedad exige que mujeres y hombres sean tratados y actúen como iguales en cuanto seres humanos. Hay también otras causas, derivadas sin duda del pasado colonial y de las contingencias de la historia pretérita o reciente, pero ninguna encierra probablemente la importancia de un sistema político que, a pesar del impulso coránico, no parece capaz de buscar la justicia, y de los prejuicios culturales y sociales que imponen a la mujer un régimen permanente de tutela. Noticias de Capellanía Mayo 2002 Es evidente al mismo tiempo que un cristiano de nuestros días que reflexione sobre la historia de la salvación dispuesta por Dios para la entera humanidad, ha de tener en cuenta, por respeto a los designios divinos, el hecho religioso del Islam. Es éste un fenómeno polivalente que ha modificado en alguna medida el curso de la historia humana, ha alimentado valiosas experiencias religiosas, y proporciona una identidad espiritual a millones de hombres y mujeres en los cinco continentes. No se debe, sin embargo, idealizar el Islam ni su azarosa historia. La historia de los musulmanes no deja de ser la de seres humanos que no han sido ni son siempre fieles a todas las enseñanzas de su religión, y que con frecuencia han coaccionado injustamente, vejado, humillado y aniquilado. La actitud del cristiano ante el Islam Es preciso huir de la denigración sistemática del Islam y de los valores musulmanes, que era una actitud muy de moda a principios del siglo XX, cultivada por bastantes cristianos y por la mayoría de los orientalistas. Hace falta también controlar el excesivo entusiasmo que algunos círculos manifiestan hoy hacia el Islam y que conduce a una ingenua idealización de éste, y a un lamentable e injusto vilipendio del Cristianismo. La relativa fascinación por el Islam, extendida actualmente en ámbitos occidentales y especialmente dentro de la Iglesia católica, impide en ocasiones un mínimo de objetividad, tanto científica como teológica. Es necesario un conocimiento desmitificado del pasado y una liberación de mitos e idealizaciones que impiden comprender el presente. No se pueden ignorar ni minimizar los aspectos de tensión que afloran a la superficie cuando se comparan y relacionan en serio dos religiones de vasta implantación que viven contiguas. La religión es el mejor camino para introducirse en la comprensión del mundo árabe, lo cual no es cierto en igual medida del mundo occidental. La religión es el mejor camino para introducirse en la comprensión del mundo árabe, lo cual no es cierto en igual medida del mundo occidental. Porque si bien la raíz del mundo cultural de Occidente puede ser religiosa, el hecho es que los elementos e impulsos religiosos se ocultan con frecuencia bajo formas filosóficas, políticas o sociológicas. El Islam muestra en cambio poderosas estructuras visibles de creencia, aunque la religión sea también aquí un arma política, en distinta medida según países, tiempos y circunstancias históricas. El Islam no es una religión de poco valor. Desde su nacimiento se ha presentado al mundo como una fuerza con la que hay que contar. Representa para muchos la negativa a ver el mundo de modo racional y crítico. Pero esta religión despreciada por siglos ha manifestado una energía, una solidez y una capacidad de unir a sus seguidores, que son objeto de asombro cuando no de alarma. No es una religión anquilosada. Habla a los corazones de millones de hombres y mujeres, a muchos de los cuales proporciona principios de temor de Dios y deseos de conducta honrada. El Islam afirma y encierra una fuerza orientada hacia el bien. Una vida conforme a sus mejores preceptos puede ser una vida que mira a lo moralmente irreprochable. No es una religión anquilosada. Habla a los corazones de millones de hombres y mujeres, a muchos de los cuales proporciona principios de temor de Dios y deseos de conducta honrada. La función de la crítica social La crítica social tiene por objeto el diagnóstico de las causas de los conflictos sociale, y la indicación de sus posibles soluciones. Esta crítica se realiza frecuentemente en la prensa, la televisión, el Parlamento, etc. Cuando se lleva a cabo con sentido de responsabilidad y competencia, la crítica social forma parte del deber de cooperar en el recto desarrollo de la organización social. Requiere, por tanto, conocer a fondo las características concretas que delimitan el bien común en la propia sociedad, el funcionamiento del sistema económico, administrativo, etc. Por otra parte, este juicio sobre los problemas sociales –realizado con honradez– es todo lo contrario a la crítica negativa y destructiva, inspirada en criterios partidistas o en el sensacionalismo, que –en lugar de ayudar a la sociedad– produce abundantes perjuicios, a veces graves. 3 Noticias de Capellanía Mayo 2002 tes dramáticos las deficiencias del orden vigente, pero no raras veces es estéril e incluso nocivo, cuando exacerba los conflictos entre grupos y personas, haciendo más profundas las heridas de la sociedad. La crítica social merece una valoración ética positiva si, respetando la libertad y la fama de individuos e instituciones, es capaz de indicar con seriedad las vías inmediatas de actuación contra los males sociales, proponiendo simultáneamente remedios adecuados para erradicar sus causas reales. No basta con señalar los fallos: hace falta, además, proporcionar medios factibles de reacción. Sólo en esas condiciones la crítica garantiza su rectitud de intención y sólo así resulta fecunda. La auténtica crítica social deberá dirigirse a la reforma tanto de la mentalidad como de las condiciones de vida. En definitiva, ha de llegar hasta la raíz de los problemas. No es suficiente –aunque es parte de su misión– preocuparse de que las condiciones materiales de vida se acomoden a la justicia social y a la dignidad humana. Es imprescindible también intentar que los usos sociales y los factores ideológicos respeten los fines esenciales del hombre y se adecuen a ellos, porque únicamente cuando el sistema social está inspirado por esos fines puede lograr eficazmente la realización del bien común. Ética, de Ángel Rodríguez Luño Actividades mayo’02 Barcelona Madrid Santa Misa: Santa Misa: De lunes a viernes Horas: 7:45 y 12:35 De lunes a viernes, a las 13:45 Sábado, a las 8:30 Vela de adoración al Santísimo Sacramento: Vela de adoración al Santísimo Sacramento: Jueves, 2, 9, 16, 23 y 30 Horario: 14:30 a 15:30 Viernes, 3 Horario: 15:15 a 16:00 Confesiones Retiros Mensuales: 10 minutos antes de la Santa Misa y durante el día, avisando a los sacerdotes Profesores, Antiguos Alumnos, participantes en Programas de Perfeccionamiento, personal no docente, familiares y amigos invitados Cursos de Retiro: Hombres Hombres Del viernes 10 a las 18:00 al domingo 12 a las 18:00 Lugar: Mas del Bosc (Vallvidrera) Lunes, 13 Horario: 19:30 a 21:00 Retiros Mensuales: Miércoles, 15 Horario: 18:00 a 19:30 Alumnos, Antiguos Alumnos de los Programas Master y Doctoral y amigos invitados Hombres Jueves, 9 Horario: 19:30 a 21:00 Mujeres Hombres Jueves, 16 (para Antiguos Alumnos del IESE) Horario: 19:45 a 21:15 Lugar: Vitrubio, 3 Mujeres Martes, 14 Horario: 15:30 a 16:45 Profesores, Antiguos Alumnos, participantes en Programas de Perfeccionamiento, personal no docente, familiares y amigos invitados Horario Capellanes: • Pelegrín Muñoz Lunes a viernes, de 10:00 a 17:00 • Luis Faus Martes, jueves y viernes, de 12:00 a 18:00 Hombres Martes, 14 Horario: 19:30 a 21:00 Mujeres Jueves, 16 Horario: 16:50 a 18:15 Horario Capellanes: • Joan Garcia Llobet Lunes, martes y viernes, de 10:30 a 19:00 • Domènec Melé Lunes a viernes, de 8:30 a 18:00, excepto martes por la tarde • Ricardo Peris Lunes a viernes, de 9:00 a 19:00, excepto martes • John Twist Lunes a jueves, de 10:30 a 13:30; lunes y miércoles, de 17:00 a 19:00 ( * Las actividades se realizan en el Oratorio del IESE, siempre que no se indique lo contrario Fiestas y celebraciones: 1 San José Obrero, 5 Stos. Felipe y Santiago, apóstoles, 12 Ascensión del Señor, 13 Ntra. Sra. de Fátima, 14 San Matías, apóstol, 15 San Isidro, labrador, 17 Aniv. Beatificación del Fundador del Opus Dei, 18 82 cumpleaños de Juan Pablo II, 19 Pentecostés, 26 Stma. Trinidad, 30 Corpus Christi, 31 La Visitación de María Noticias de Capellanía: capellania@iese.edu • www.iese.edu • ISSN: 1139-6644 Avda. Pearson 21, 08034 Barcelona, Tel.: 93 253 42 00, Fax: 93 253 43 43 • Camino del Cerro del Águila, 3 (Ctra. de Castilla, km 5,180), 28023 Madrid, Tel.: 91 357 08 09, Fax: 91 357 29 13 ( La piedra de toque de la crítica social es su carácter positivo y constructivo, de modo que se encauce debidamente el lógico pluralismo que existe entre los ciudadanos a la hora de participar en la vida pública. Siempre es fácil denunciar con tin-