FOLLETO 10 ORACIÓN Y SACRIFICIO FOLLETOS DEL MANUAL BÁSICO NACIONAL DEL M. J. V. C. ORACIÓN Y SACRIFICIO 1.- NOTA INTRODUCTORIA. Estos folletos contienen el desarrollo de las pláticas tal y como vienen en el Manual Básico. Son una opción para que el Auxiliar y/o el Asesor tengan una idea de cómo desarrollar su plática. Habrá que adaptar algunas cosas según las circunstancias específicas de cada grupo. Siempre será necesario releer lo que el Manual Básico dice sobre esta plática, en especial las págs 36, 117-120, Y 163-168. Sólo así podrán entenderse el objetivo y contenido de este folleto. 2.- OBJETIVO Y JUSTIFICACIÓN DE LA PLÁTICA. Conviene aquí reproducir lo que el Manual Básico nos dice acerca de esta plática. El Manual Básico nos habla del objetivo de está plática: A).- OBJETIVO: Que el joven descubra la oración como una fuente de encuentro y diálogo de amor con el Padre y a ésta, junto con el sacrificio, como medios de santificación. B).- JUSTIFICACIÓN: Generalmente los jóvenes, por nuestra misma naturaleza, estamos llenos de mucha energía, bullicio, activismo, factores que si bien, son positivos, pocas veces nos permiten interiorizar el significado de lo que nos rodea, lo que da paso a rehuir de la meditación o la oración, debido a la pobre o mala imagen que podemos tener de éstas o a la pobre preparación que hemos recibido en toda nuestra experiencia de Dios. Como consecuencia, el joven que asiste a Jornada, aunque entusiasmado por ese encuentro con Jesús, puede llegar a secarse, si no "ancla" su vida espiritual, que apenas va naciendo, a los medios que le permitan perseverar. Para perseverar en el amor de Dios, en la comunión con Jesús y permitir que crezca la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, es importante volver a las fuentes mismas del agua viva que Jesús nos ha mostrado. Ningún esfuerzo humano, por serio y comprometido que sea, puede sustituir a la Oración y al Sacrificio como elementos vitales para aquél que desee conocer y amar profundamente a Jesús. A esto, añadiremos fuertemente la vida sacramental en el siguiente tema. asombrados ante el Tú reflejado, por ejemplo, en la naturaleza y saltar desde ese asombro a la alabanza. Es necesario que el joven descubra en la oración y el sacrificio la riqueza que hace de ellas algo más que un espacio rígido o aburrido, para dar paso a un momento de encuentro de amor con el Señor Jesús, lleno de intimidad, de compartir, de confianza, etc. 3.-CONTENIDO DE ESTE FOLLETO: El lector encontrará dos secciones en este folleto: 1.- PRIMERA SECCIÓN: un desarrollo práctico, ya dado en jornadas, pensado para los muchachos de nuestra zona. El texto de la plática viene en letra normal. Lo que viene en negrita son los títulos del esquema del Manual Básico Nacional del M.J.V.C. (No es necesario leerlos al dar la plática). El texto que viene en el Manual Básico (págs.112-115) lo hemos incorporado al texto normal, por considerar que pertenece al mismo desarrollo de la plática. Lo que viene en Graphite Light son algunas ideas adicionales que pueden insertarse en la plática o no, a juicio del expositor, según el auditorio a quien se dirija. Las citas Bíblicas viene en UNICORN. 2.- SEGUNDA SECCIÓN: textos tomados del Magisterio de la Iglesia, para un estudio más a fondo Estos se complementan con el MATERIAL DE APOYO del Manual Básico, págs. 163-68. Recordemos que estos textos adicionales son para ayudar a la formación del Auxiliar así como para anexarlos a la plática según las necesidades de los Asistentes a la jornada. 4.- Otras indicaciones prácticas: 1. El esquema de la plática se encuentra en el Manual Básico Nacional del M.J.V.C., en las págs. 117-120. No consideramos necesario repetirlo aquí 2. El desarrollo que ponemos aquí es el que se acostumbra en muchas escuelas de nuestra Zona. No es el único posible, pero ha dado buenos resultados. 3. Como lo marca el horario del Manual, generalmente es bueno tener Cantos después de la plática (cfr. Manual Básico, p.92) para crear un ambiente de oración y compartir sobre las palancas que se leerán al final de la plática. Los auxiliares deberán estar bien preparados para poder llevar adecuadamente este momento de cantos y oración. DESARROLLO DE LA PLÁTICA 1.- INTRODUCCIÓN: 1.1 Enlace con las pláticas de "Gracia" y "pecado". En esta etapa de la Jornada has conocido el maravilloso plan que Dios tiene para tu vida, el de divinizarte a través de la Gracia y no sólo que Jesús sea tu "amigo", "tu máximo", sino que sea tu Señor y tu Salvador, el centro de tu vida, la fuente de tu Santidad. Todos nosotros, gracias al Espíritu Santo, somos hijos del Padre, y como herederos suyos nos toca ahora recibir las maravillas que Él nos tiene preparadas-. "El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos; Herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados" Rom. 8, 16-17 Quizás aún no comprendas del todo este regalo de Dios, sin embargo Dios ayuda y prepara al alma para conducirla a la Gracia plena siempre y cuando le demos un "Sí" total y convencido. "Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. . . Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni cabe en el corazón del hombre lo que Dios tiene preparado a los que le aman." Después de haber descubierto el grandioso regalo que es la Vida Divina, debemos cuidar esta Vida Divina, y no sólo cuidarla sino incrementarla, pues, como dice San Pablo: "Llevamos este tesoro en vasijas de barro",. En esta plática voy precisamente a decirte como aumentar la Gracia en tu vida y eso es a través de la Oración y del Sacrificio. 1.2 Para vivir en Gracia es necesario permanecer unido al Padre en Jesús con la Fuerza del Espíritu Santo. Al encontrarnos con Jesús, el Espíritu Santo nos da la Gracia como Don gratuito de Dios. Ahora es necesario permanecer unidos a Jesús constantemente. Al tener vida en Jesús, somos templos vivos del Espíritu Santo; pues al aceptar a Jesús, El mismo nos ha bautizado en su Espíritu. La voluntad de Dios es que permanezcamos llenos del Espíritu Santo. "Comprendan bien cuál es la voluntad de Dios: no se embriaguen con vino que lleva al libertinaje, sino más bien sean llenados una y otra vez con el Espíritu Santo" Ef. 5,17 "Somos templos de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros (1º Cor 3,16; Rom 8, 9.11), la voluntad de Dios es que permanezcamos llenos el Espíritu Santo" 1.3 Es necesario fortalecer a cada momento nuestra vida espiritual a través de una relación de amor constante con Jesús. Nos vamos transformando en imagen suya (2º Cor 3,18). Si nos unimos continuamente a Cristo, si todo lo hacemos por Él, si le contemplamos en la Palabra y en la oración, si lo amamos por encima de todas las cosas, nos iremos transformando en la misma imagen de Jesús. Pero no basta con decir: "Cristo vive en mí". Es necesario fortalecer a cada momento nuestra vida espiritual a través de una relación de amor constante con Jesús, fortalecer diariamente nuestra relación con Cristo 1.4 Sólo así podremos conocer mejor a Jesús y podremos hacer frente al Pecado. Únicamente a través de esta comunión de amor con el Señor Jesús podremos conocerlo mejor y llegar a transformarnos en él. Conocerlo, practicar sus criterios, seguirlo e imitarlo para poder hacerle frente al pecado y evitar que este mate o disminuya en nosotros la Gracia de Dios. 1.5 Para permanecer unidos al Padre, Jesús nos dejó los caminos de los sacramentos, la oración y el sacrificio. Para permanecer y perseverar en el camino del Señor, es necesario caminar en el Espíritu, como discípulos y apóstoles; formándose y educándose como verdaderos discípulos de Jesús, ampliando y profundizando su salvación en nosotros, viviendo cada vez más efectivamente su señorío; continuando con su misión como testigos y apóstoles, anunciando y extendiendo el Reino de Dios. El Señor Jesús en el Evangelio de San Juan nos hace una exhortación a permanecer unidos a Él, igual que los sarmientos a la vid principal. Esta unión es una unión vital, es decir que si te separas del árbol principal puedes secarte y morir. Para evitar secarte y que tu vida divina se extinga, Él nos dejó la oración, el sacrificio y los sacramentos Pocas veces interiorizamos en la meditación y la oración, e inventamos todo tipo de excusas: -A MI NO ME GUSTA ORAR POR QUE ME PARECE INUTIL Quizás haya que pensar primero: Para ti, ¿qué es la oración? Quizás solamente pides cosas vagas y sin importancia en tu oración, o las pides sin Fe, y por eso tu Padre no te responde... Por otro lado, ¿crees tú que Cristo hacia cosas inútiles en la vida? ¿Fue inútil la oración de Cristo? ¿La de San Pedro, o San Pablo? ¿La de todos los Santos y Santas de Dios? ¿Crees que fueron inútiles las oraciones que se hicieron por esta jornada? LA ORACIÓN YA PASÓ DE MODA La oración pasaría de moda cuando Dios pasara de moda y dejara de ser Dios y Padre de los hombres Por eso mientras el hombre sea hombre tendrá necesidad de un Creador al qué alabar, al que le den gracias por el aire, por el sol, por la lluvia y por la belleza de los luceros y por el pan de cada día. Mientras Dios siga siendo Dios, amará a sus hijos y se complacerá en conceder lo que le pidan por su hijo muy amado. -LA ORACIÓN ES HUMILLANTE: ¡Claro! ¡Para los orgullosos! Sólo la creatura soberbia y llena de sí misma, que reniega de su Creador , reniega también de sí misma, de su verdadero Yo. Los humildes, al contrario, encuentran en la oración su alegría. -LA ORACIÓN ES MUY DIFICIL: Todo es difícil si no lo sabemos hacer, todo es fácil si practicamos. La oración es como todo en la vida: ¡Echando a perder se aprende! Así que vamos a estudiar un poco lo que es la Oración. 2.- Definición: 2.1 La oración es un encuentro y diálogo de amor con el Padre. Si quisiéramos decir "QUE COSA ES ORAR?". podríamos decir que es UN ENCUENTRO Y DIÁLOGO DE AMOR CON EL PADRE. La oración es un encuentro, así como te encontraste con Dios aquí en esta Jornada, tú puedes volver a vivir constantemente ese encuentro a través de la oración. La oración es un diálogo, no un monólogo en el que únicamente echamos todo nuestro rollo a Dios y después decirle: "¡Gracias por haberme escuchado!". Santa Teresa de Ávila nos da una pista un poco más amplia de lo que es la oración: "La oración es un diálogo frecuente, solitario y amistoso con Dios, por quien el alma se siente amada. Esto último es muy bello, no es necesario hablar, hablar y hablar; sino que es igual a los enamorados que, aunque no haya diálogo entre ellos, basta con estar juntos y saberse amados recíprocamente. Así es con Dios: aunque no sientas ganar de hablarle, siéntete amado por él. "Ama y haz lo que quieras", es lo que decía San Agustín. El amor es lo más importante para un cristiano como dice el Apóstol San Pablo en su 1º carta a los Corintios (1 Cor 13.) Hay que amar a Dios, dice el primer mandamiento. Pero, ¿cómo voy a amar, si no lo conozco?, ¿Cómo se conoce a alguien? Piensa en tu vida como has llegado a conocer a los demás, es simple a través del diálogo. Pues con Dios es igual, a través del diálogo con Él, es como podremos conocerlo y de esta manera amarlo. Mientras más te comuniques con ÉL, cada día te parecerás más a Él. Ese diálogo es la oración. 2.2 Es poner lo más íntimo de ti en sus manos. Decía San Agustín: "Dios es más intimo que yo mismo". Cuando el Hombre dialoga con Dios a través de la oración lo hace en lo más hondo de si mismo; Su conciencia. En ese sagrario Santo , Dios se sienta a dialogar con su hijo el Hombre. Además ¿quien te conoce mejor?, ¿Acaso no es Dios?. ¡Claro que sí!. El mismo lo dice en Su Palabra: "Hasta los cabellos de tu cabeza los tengo contados, te llevo grabado en la palma de mi mano". Si Dios es tu Padre Creador, ya que te dio la vida, no hay en el mundo quien te conozca como Él. Por ello en la oración pon toda tu vida en las manos paternales de Dios. 2.3 La oración es un diálogo íntimo, profundo con el Padre. La oración es un encuentro con Dios y si encuentro a Dios, me encontraré a mí mismo y si con humildad, le presento a Dios mi YO VERDADERO El siempre me tenderá su mano. La oración es sentirse AMADOS POR DIOS Por la oración somos admitidos a una conversación familiar con Dios, a una comunicación filial como de un hijo o una hija con su Padre. Es un diálogo, no un monólogo, en donde sólo hablas tú. Por eso es importante que sepas escuchar a Dios, pues realmente Dios te responde. ¿Cómo te responde Dios? En el silencio de tu corazón A través de los acontecimientos. A través de los hermanos. Con su Palabra En la vivencia de los Sacramentos. 2.4 En la oración no oramos a Dios, sino oramos en Dios en comunión con Jesucristo. En la oración no es sólo orar a Dios, sino orar en Dios: Ese diálogo que estableces con Dios a través de la oración te sumerge en las profundidades de Dios, sientes que Dios te inunda siempre que oras. Al ponerte en comunión con el Señor Jesús, Él te lleva al Padre. 2.5 Es inspirada y realizada por el Espíritu Santo. A menudo surge la idea de que la oración es algo muy difícil, pero no es así. El apóstol San Pablo en su carta a los Efesios nos dice: "Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu Santo. . .". Estas palabras de San Pablo son muy alentadoras ya que nos dicen que no somos nosotros los que oramos, sino que es el Espíritu Santo el que nos inspira. Esto es posible invocando la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para que sea Él quien mantenga vivo ese diálogo. "Nadie puede decir: ‘¡Jesús es el Señor!’ sino por influjo del Espíritu Santo (1º Cor 12,3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que nos hace clamar Abbá, Padre" (Gal. 4,6). 2.6 Es compartir con tu Padre Dios, tus alegrías, tristezas, sufrimientos. Al estar en diálogo con tu Padre Dios en la oración, es el momento ideal para compartir con Él no sólo tus alegrías, sino también tus tristezas, penas, es más, tu vida entera. ¿Quién crees que puede aliviar tus cargas, aumentar tus alegrías? ¡Sólo Dios!. Por eso es bueno compartirle todo, no sólo desahogarse con Él, usarlo como paño de lagrima. ¿Qué clase de Dios crees que tienes? Al final de cuentas, ¡es tu Padre! 3.- Necesidad de la oración: 3.1 La oración es una función vital de nuestra vida espiritual La oración es la respiración del alma, de la misma manera como te cuidas corporalmente, (te alimentas, descansas, etc.), así debes cuidar tu alma. Imagínate si no respiraras, no podrías vivir más de 3 min. De igual manera con tu alma, tienes que alimentarla, hacer que respire, y para ello es necesaria la ORACIÓN. No podrás vivir en Gracia de Dios, si no haces oración. 3.2 En ella nos vivificamos por el encuentro con el Padre por el Espíritu Santo. En la oración nos acercamos y bebemos de la fuente de la Vida que es Padre Dios y Creador. Gracias a ese acercamiento nosotros vivificamos la presencia de Dios en nuestras vidas 3.3 Hallamos un momento de interioridad con el Padre en el devenir de nuestra vida cotidiana Para hacer oración es necesario escoger un momento especifico en un buen lugar, solo y apartado y a una hora determinada para poder entrar en contacto con nuestro Padre Dios. Es difícil poder mantenerse en oración en el bullicio de la calle o en el cine! Al igual que nos gusta estar a solas con alguien que nos ama, así también debemos buscar estar a solas con Dios. 3.4 Es necesaria la presencia del Padre en nuestra vida para realizar lo que no podemos realizar con nuestras propias fuerzas y sí, gracias al Espíritu Santo. La oración nos capacita para ser Santos, y así poder descubrir la presencia oculta de Dios en cada momento de nuestra vida. El Espíritu Santo es quien nos capacita para hacer oración. 4.- Condiciones de la oración: 4.1 FE: confianza en un Dios personal y vivo que nos ama y nos escucha. La fe es indispensable para la oración, porque no es posible dialogar con alguien en quien no creo. Por la Fe le creo a Dios: No sólo creo que existe, creo que me ama, que protege, me habla... La fe es confianza Es una condición indispensable para que al hacer alguna petición en nuestras oraciones, debemos liberarnos de nuestra impaciencia, de nuestras ansiedades y de nuestra desconfianza. "Yo sé de quien me he confiado" decía San Pablo y así debemos confiarnos nosotros. Es interesante observar la costumbre que tenía Jesús, cuando alguien le pedía un favor, siempre preguntaba "¿Crees que puedo hacerlo?" En otras palabras: Jesús insistía en la necesidad de tener fe en su poder de curar y hacer milagros. En el Evangelio de San Marcos (11,20 ss) leemos: "Al amanecer, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre; y, al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas. Entonces le dice a la higuera: ‘Que nunca jamás brote fruto de ti’. Cuando pasaron de madrugada, vieron que la higuera estaba seca hasta la raíz. Pedro se acordó de los del día anterior y le dijo: ‘Maestro, mira: la higuera que has maldecido está seca’. Jesús respondió: ‘tengan fe en Dios. Les aseguro que el que diga a este cerro :¡Levántate de ahí y tírate al mar!, si no duda en su corazón y si cree que sucederá como dice, se le concederá. Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración crean que ya lo han recibido y lo tendrán". Esta ley de la fe la entendieron perfectamente los apóstoles, que, a su vez, la transmitieron a los primeros cristianos hasta nuestros días. Santiago en su carta (1, 5-8) dice: "Si alguno de ustedes está falto de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte. Que no piense recibir cosa alguna del Señor un hombre como esté, un hombre irresoluto e inconstante en todos sus caminos. La fe no es algo que podamos inventar. No debemos "obligarnos" a tener fe: no sería fe en absoluto, sino un ficticio intento de forzarnos a creer. La fe es un don que se le regala a quien se expone a la compañía de Dios. Cuanto más trates con Dios, más fácilmente comprobarás que nada hay imposible para Él. Entonces te convencerás de que Él puede hacer de las piedras hijos de Abraham. Entonces te convencerás de que también puede transformar fácilmente tu propio corazón de piedra incapaz de amar; y, en el momento en que dicho convencimiento se afiance, en ese momento comenzará a producirse el cambio en tu corazón. 4.2 ESPERANZA: Impulso a la oración. ESPERANZA: Es necesaria porque al dialogar con Dios, también espero una respuesta, espero también que él me hable. Tengo esperanzas de ir creciendo en su Amor El Espíritu Santo nos enseña a celebrar la Liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa para orar en la esperanza. La oración personal alimenta en nosotros la esperanza. Los Salmos muy particularmente, con su lenguaje concreto y variado, nos enseñan a fijar nuestra esperanza en Dios: En el Señor puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor (Sal 40, 2). El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebozar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo (Rom 15, 13). La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rm 5, 5). 4.3 CARIDAD: Vivencia de la oración. AMOR: Es indispensable pues es imposible dialogar con alguien, poder contarle mis más íntimos secretos, abrir mi corazón si no lo amo. Es necesario el amor, porque el creer en Dios y dialogar con Él, me asemeja a Él, Dios es Amor. La oración saca a flote todo el amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como Él nos ha amado. El amor es la fuente de la oración. Quien bebe de ella, alcanza la cumbre de la oración. Alguien que experimentó este amor tan intenso fue San Juan María Bautista Vianney y lo expresa bellamente en la siguiente oración. Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarle eternamente... Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro 4.4 Perseverancia. La perseverancia es importante en la oración ya que en esta virtud manifestamos el deseo intenso de encontrarnos con Dios. El seguir insistiendo, insistiendo hasta mover el corazón del Padre y alcanzar lo que necesitamos de Dios. Ya Jesús en el Evangelio nos mostraba a través de algunas parábolas la importancia de insistir siempre y constantemente. "Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: ‘Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Y había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’’ Dijo, pues, el Señor: ‘escuchen lo que dice el juez injusto; y Dios ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les va a hacer esperar?’ (Lc. 18, 1-7). El mensaje es claro. ¿Puede haber una situación más desesperada que la de una pobre viuda sin influencias, sin ningún tipo de apoyo, frente a un juez absolutamente cruel e insensible? Pues bien, aún en una situación tan desesperada como ésta, la súplica insistente acaba venciendo. Y si esto ocurre con un juez insensible, ¿qué no ocurrirá con el Padre tierno y compasivo? Si muchas veces no conseguimos lo que pedimos, es porque pedimos durante un rato, pero nos cansamos de hacerlo cuando vemos que no lo logramos inmediatamente. Hemos de tomar muy en serio la lección que Jesús nos da; hemos de ser como la viuda, que no se cansó y consiguió lo que quería del juez con su insistencia. El abad Eleuterio, que, siendo ya un anciano, se enteró de que uno de sus discípulos, Abraham, había caído en pecado y enfermedad. Eleuterio se puso entonces a orar delante de Dios y le dijo: "Señor, te guste o no, no pienso marcharme de aquí hasta que le hayas curado". ¡Y su oración fue escuchada inmediatamente!. 4.5 Silencio e interioridad. Otra condición importante para la oración es el silencio. Me refiero al silencio interior del corazón, sin el cual, sencillamente, no es posible oír la voz de Cristo. Este silencio interior es muy difícil de lograr para la mayoría de nosotros: Cierra tus ojos por un momento y observa lo que ocurre en tu interior. Lo más probable es que te veas sumergido en un mar de pensamientos que no podrás controlar porque en esto suele consistir la actividad pensante: en hablarnos a nosotros mismos y se vuelven: palabras, palabras, palabras. . .ruidos, ruidos, ruidos. . .; nuestra propia voz interior compitiendo con el recuerdo de otras voces e imágenes que reclaman nuestra atención: "¿cómo resolveré tal o cual problema?. . .¿Que pasará si hago tal o cual cosa? Recuerda que tienes que hacer tal y cual cosa, etc. ¿Qué posibilidades tiene la tenue voz de Dios en medio de todo este ruido de hacerse escuchar? Recordemos que Dios no habla a gritos. El silencio exterior constituye una enorme ayuda para lograr el silencio interior. Si no eres capaz de guardar el silencio exterior, ¿cómo vas a guardar el silencio interior?. Tu capacidad de tolerar el silencio es un indicador bastante exacto de tu profundidad espiritual. Es posible sin embargo, que, cuando calles la boca, el ruido en tu interior se haga aún más estruendoso, aumenten tus distracciones y hasta te resulte aún más difícil orar. Ello no es debido al silencio: el ruido siempre ha estado ahí, y el silencio sólo te hace consciente de dicho ruido y te des la oportunidad de hacerle callar y dominarlos. Jesús recomienda en el Evangelio que cerremos la puerta cuando vayamos a orar. Evidentemente, no vamos a excluir al resto del mundo de nuestros corazones, porque debemos llevar a la oración, con nosotros, sus preocupaciones e inquietudes. Pero esa puerta debe quedar firmemente cerrada; de lo contrario, el estruendo del mundo se colará y ahogará la voz de Dios, sobre todo al principio, cuando no nos resulta fácil concentrarnos. El principiante en la oración no necesita menos concentración que el principiante de matemáticas, que no puede resolver un problema difícil si a su alrededor hay un ruido excesivo. Ya llegará el momento en que, al igual que el estudiante de matemáticas, el que trata de aprender a orar se vea tan agarrado por el objeto de su interés (la oración) que ningún ruido en el mundo pueda distraerle. Pero al principio ha de tener la humildad de reconocer su necesidad de quietud y de silencio. 4.6 Humildad y disposición de escucha. Otra condición es la Humildad y sencillez. La humildad es la actitud más inteligente que puede tener un cristiano, frente a Dios. No es otra cosa más que reconocer que nosotros somos criaturas y Él es nuestro creador. También a unos, que presumían de ser hombres de bien y despreciaban a los demás, les dijo esta parábola: -Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, erguido, hacía interiormente esta oración: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago los diezmos de todo lo que poseo». Por su parte, el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador». Os digo que éste bajó a su casa reconciliado con Dios, y el otro no. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Lc 18, 9-14. La sencillez y humildad, nos harán descubrir, a la persona más sencilla y humilde: El Señor Jesús. Toda oración me asemeja más al Hijo de Dios, me hace uno solo con ÉL. Al hacerme uno solo, me tiene que llevar a actuar, la Oración, se traduce en amor, y el amor se traduce en oración. Todo amor me lleva a la acción. La oración no sólo se debe de quedar en palabras, en muchas de las ocasiones se va traducir una acción. "No todo el que me dice Señor, Señor...." 4.7 Hacer a un lado todo aquello que se interpone en nuestra relación con el Padre: egoísmos, problemas con otros, etc. Otra condición para la oración es hacer de lado todo aquello que se interpone en la relación con mi Padre Dios: egoísmos, problemas con otros, etc. Es decir quitar nuestra mundanidad Dice el apóstol Santiago en su carta: "Ustedes quisieran tener y no tienen, entonces matan; tienen envidia y no consiguen, entonces no hay más que discusiones y peleas. Pero si ustedes no tienen es porque no piden, o si piden algo, no lo consiguen porque piden mal; y no lo consiguen porque lo derrocharían en divertirse. ¡Adúlteros! ¿No saben que la amistad con este mundo es enemistad con Dios?. Quien desee ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. (4,2 ss). El hombre que busca el placer a toda costa no puede esperar que Dios sea su cómplice en su ansia de placer. El desear el placer, incluso el placer sensual; es decir el placer de las sensaciones, es algo bueno. Sin placer, la vida sería monótona e insípida. Lo malo radica en el ansia desordenada de placer, la búsqueda obsesiva de cosas superfluas y el culto al dinero que puede proporcionárnoslas. Jesús aboga en favor de una vida sencilla, libre de lujos y de riqueza. Lo que nos dice que pidamos es el pan de cada día no el caviar de cada día, no las superficialidades que abarrotan los centros comerciales de nuestra sociedad consumista. Consiguientemente, si son ésas las cosas que pedimos a Dios, no debería sorprendernos que Dios no escuche nuestras plegarias. Más aún: si son ésas las cosas por las que vivimos (aún cuando las dejemos fuera del ámbito de nuestra oración), es muy probable que nuestras plegarias ante el Señor sean del todo ineficaces. Jesús insistió en que buscáramos el Reino de Dios y su justicia y lo demás se nos dará por añadidura. 4.8 Estar abierto a la conversión, al cambio. Otra actitud que debemos tener en la oración, es la apertura a la conversión, es decir estar siempre dispuestos al cambio. Al establecer yo un diálogo intimo con Dios, Él al responderme guiará mis pasos hacia sus caminos; por lo que siempre será necesario convertirnos hacia el camino que Dios quiere; el camino de la santidad. 4.9 Acercarse a Dios como un niño se acerca a su Padre. Y como última condición para la oración, es la de acercarse al Dios como un Padre Juanito, que tratando de mover un pesado jarrón jalaba, empujaba, lloraba, pataleaba y mientras Juanito seguía intentando mover el jarrón su Papá lo observaba con los bazos cruzados. Hasta que el Papá al ver la desesperación de su hijo le preguntó: -Juanito ¿ya lo has intentado todo? - Si Papá, pero este mugroso jarrón no se mueve. - ¿De verdad ya lo has intentado todo? - Sí, Papá. - No es cierto Juanito. Yo llevo media hora observándote y en ningún momento me has pedido ayuda. ¿Cuantos jarrones queremos mover por nuestras propias fuerzas sin pedir la ayuda de Papá? Siéntete débil y necesitado de tu Padre Dios. Una última condición para la oración es la sinceridad, recuerda que Jesús desprecia la hipocresía. 5.- Frutos de la oración: 5.1 La oración es realmente eficaz y puede transformar lo que te rodea (Familia, Escuela, Trabajo, Amigos, etc.). Así como la oración me lleva a la acción, es cierto que lo que oremos a Dios: 1) Dios lo va escuchar. 2) Dios nos dará lo necesario para crecer en Santidad. Todo aquello que se oponga, Dios no lo va conceder. Por eso siempre hay que anteponer a nuestra oración, cuando pidamos que sea una para nuestra santificación. DAR TESTIMONIO DE LA EFICACIA. La oración es realmente eficaz, como se manifiesta en toda la vida de Jesús y de sus apóstoles. En los hechos de los Apóstoles leemos (4,31) "Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo hasta tal punto que incluso sacaban a los enfermos a las plazas y los colocaban en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos ellos eran curados" (5, 12. 15-16). ¿Por qué no asistimos hoy a milagros parecidos a aquellos de los que fue testigo la Iglesia primitiva? ¿Por qué hay tan pocos casos de curaciones milagrosas?. Algunos dicen que es por que hoy no hay necesidad de milagros. Pero yo tengo la impresión que nunca los hemos necesitado como hoy; si no se dan, es sencillamente, porque no esperamos que ocurran; nuestra fe está en niveles "mínimos". Si, en nuestras vidas, nunca o casi nunca experimentamos las milagrosas intervenciones de Dios, es porque, o bien no vivimos de un modo suficientemente arriesgado, o bien nuestra fe se ha debilitado y apenas podemos esperar que se produzcan milagros. Pero es muy importante que haya milagros en nuestra vida si queremos conservar una honda conciencia de la presencia y el poder de Dios. Un milagro, en el sentido religioso de la expresión, no es necesariamente un acontecimiento que contravenga las leyes de la naturaleza, como sería el caso de un fenómeno físico que no necesitara tener un significado religioso. Para que en mi vida se produzca un milagro, me basta con tener el profundo convencimiento de que lo ocurrido ha sido producido por Dios, ha sido una intervención directa de Dios en beneficio mío. Cualquier religión que postule la existencia de un Dios personal tiene necesariamente que dar una gran importancia a dos cosas muy ligadas: la oración y los milagros. Dios se hace personal para mí cuando yo le grito, cuando no encuentro esperanza alguna en ningún ser humano y cuando Él interviene personalmente para darme fuerzas o para iluminarme y guiarme. Y, si no lo hiciera, no sería un ser personal para mí, porque no sería un factor activo en mi vida. Hoy damos la impresión de estar perdiendo ese sentido de la constante intervención de Dios en nuestras vidas por medio de la oración, un sentido que tenían sumamente desarrollado los judíos de los tiempos bíblicos, que por eso fueron hombre de una inmensa fe y oración. Si llovía, era Dios quien hacía llover; por eso no necesitaban andar escudriñando los cambios atmosféricos que anunciaban la lluvia. Si vencían o eran derrotados en una batalla, era Dios quien les hacía vencer o salir derrotados, y difícilmente se les podía ocurrir atribuir el desenlace de la batalla a la destreza o a la negligencia de sus generales. Toda la atención de los judíos se centraba en la Causa primera, en Dios, y parecían pasar por alto, las causas segundas. Por eso les resultaba natural recurrir por medio de la oración a Dios para cualquier cosa. Nuestro caso es justamente todo lo contrario. Si tenemos dolor de cabeza, no tiene objeto que nos arrodillemos y nos pongamos a orar; nos basta con tomar una aspirina. El hombre ha alcanzado la mayoría de edad y, en lugar de malgastar su tiempo orando en la iglesia, construye laboratorios, confía en su propio ingenio e inventa los medicamentos y todo cuanto necesita. Lo cual es una gran cosa, evidentemente, pero no lo es todo. Hemos llegado a conocer de tal modo las causas segundas que Dios ya no tiene lugar en nuestra vida ni en nuestro pensar. Es absolutamente cierto que la aspirina es un estupendo invento, pero es Dios quien nos da la motivación para inventarla. Es igualmente cierto que la aspirina quita el dolor de cabeza, pero la auténtica verdad es que es Dios quien cura por medio de la aspirina; que es su imponente poder el que actúa en la acción curativa o calmante de este medicamento. Dios es tan necesario en cada acontecimiento y en cada acto de nuestras vidas y de nuestras ciudades modernas como lo fue para los judíos en el desierto y lo tenemos que hacer presente por medio de la invocación de su presencia. Lo que ocurre es que hemos perdido el sentido de fe que hace posible ver la actuación de Dios detrás de cada causa segunda, ver cómo su mano guía los acontecimientos a través del velo del obrar humano. 5.2 El Espíritu Santo transforma tu corazón. Otro fruto que obtenemos al hacer oración es el aumento del estado de Gracia ya que al tener siempre al Espíritu Santo dentro de nosotros: en nuestro corazón, porque somos templos del Dios vivo. El que está consciente de que Dios vive en Él, mantiene una comunión íntima, crece mucho espiritualmente y es fuerte frente a las tentaciones y teniendo una transformación su corazón. 5.3 Descubres la voluntad de Dios en tu vida. Otro fruto de la oración es descubrir la voluntad del Padre. Al empezar a experimentar a Dios como Padre, por la acción del Espíritu Santo en nosotros y a través de la oración, entonces es posible tener con respecto al Padre la misma actitud de Jesús: agradar en todo al Padre y hacer en todo su voluntad. Como Jesús, podremos decir: 'Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado' Jn. 4,34. 'Yo hago lo que le agrada a El’ Jn. 8,29. Así tendrá todo su sentido profundo el decir: 'Padre, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo'. Por esto la motivación del actual, del verdadero cristiano, no es el cumplimiento de una ley impersonal, sino el agradar en todo a su Padre. Por eso también la exigencia para entrar en el Reino será, no el haber profetizado, el haber hecho milagros o el haber expulsado demonios, sino el haber hecho la voluntad del Padre (Mi 7, 21-22). 5.4 Te revitaliza el interior. El Espíritu Santo es el "agua viva" que, en el corazón orante, "brota para vida eterna" (Jn 4, 14). Él es quien nos enseña a recogerla en la misma Fuente: Cristo. Pues bien, en la vida cristiana hay manantiales donde Cristo nos espera para darnos a beber el Espíritu Santo y así fortalecer nuestro interior. 5.5 Te fortalece el Espíritu para ser capaz de una acción por el prójimo. Otro fruto de la oración es la capacidad de amar y perdonar a nuestro prójimo ya que al estar en oración Dios restaura nuestra capacidad de amar plenamente. Y así poder realizar acciones en bien de nuestros hermanos. Recordemos que toda oración me debe de llevar a una acción 5.6 Te compromete con la historia. Al estar en comunión con Dios él te hace copartícipe de la Historia de Salvación que Dios sigue escribiendo en cada uno de los acontecimientos de la humanidad y te compromete a que seas protagonista de esta historia para la salvación tuya y la de todos tus hermanos los hombres 5.7 Conoces más a Jesús. Con la oración conoces más a Jesús. Igual que los discípulos se sentaban a escuchar al Maestro, tú, a través de ese diálogo, escucharás al Maestro y lo irás conociendo más y más de tal modo que te irás asemejando más al Señor Jesús La preocupación fundamental del cristiano tiene que ser el poder contemplar a Jesús en la oración y asemejarse a El; ante todo en su actitud de hijo delante de su Padre celestial, que es también nuestro Padre. Tenemos que asemejarnos no sólo en lo que Él es, Hijo de Dios, sino en lo que hacía. 5.8 Te santifica. Finalmente, si oras con perseverancia y observando las condiciones de la oración lograrás un ideal máximo; el de la Santidad. No seremos santos sino en la medida en que vivamos la vida de Cristo, o mejor dicho, en la medida en que Cristo viva su vida en nosotros. El proceso de Santificación es así un proceso de "Cristificación", de "ser transformados en Cristo". El cristiano tiene que convertirse en otro Cristo y eso se logra con la oración. 6.- La oración de Jesús: ¿Cómo hay que orar? Esta es una pregunta que los apóstoles le hicieron a Jesús. Y el propio Jesús les enseñó lo que tenían que hacer para orar. También nosotros podemos aprender de Él el modo de orar. No hay mejor maestro que Jesús en el arte de la oración; de hecho, para los cristianos no hay otro maestro. En el Evangelio de Lucas (11) leemos: "Estando Él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: ‘Maestro, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos’". Los apóstoles supieron recurrir directamente al Maestro cuando quisieron aprender a orar. Te aconsejo que hagas lo mismo. De hecho, ningún hombre podrá enseñarte a orar. Yo, desde luego, no me considero capaz. Espero que esta plática te dé los elementos necesarios para empezar; pero tarde o temprano, habrás de topar con dificultades que ningún maestro del mundo podrá resolver por ti, y tendrás que poder recurrir directamente a Jesús y decirle "Señor, enséñame a orar". Y Él resolverá tus dificultades y te guiará personalmente. Por eso te aconsejo desde el principio que, cuando te topes con esas dificultades: hastío, cansancio, monotonía, tedio, rutina, etc.; y te resulte arduo seguir adelante, vuelve tu rostro a Jesús y dile: "Señor, enséñame a orar". Repítelo una y otra vez; repítelo durante todo el día, si es necesario. Repítelo sin tensiones ni ansiedades de ningún tipo, tranquilamente, con la firme esperanza de que Él habrá de enseñarnos, como, de hecho, lo hará. 6.1 Jesús oraba a solas, en silencio. 'Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar Al atardecer estaba solo ahí' Mat. 14,23. 'Una multitud numerosa afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero El se apartaba lugares solitarios para orar' Lc. 5, 16. 'Se fue Él al monte a orar y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió doce' Lc. 6,12-13. 'Tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar' Lc. 9,28. 'De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y ahí se puso a orar' Mc. l, 35. Aunque la mente y corazón humanos de Jesús estaban en una constante atención y unión con su Padre, aún en medio de su trabajo agobiante buscaba expresamente momentos para apartarse a solas para orar. Tengamos presente el hecho y los detalles de su realización: habiendo despedido a la gente en ocasiones sólo con sus más íntimos normalmente a solas buscaba lugares apartados y solitarios o subía al monte levantándose de madrugada o al atardecer o durante toda la noche Meditando en como oraba Jesús, tendremos un modelo y sentiremos un llamado a hacer lo mismo 6.2 Oraba constantemente. Es tal esta necesidad de orar que Jesucristo nos invitó a orar sin cesar: ‘Les decía esa parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer' Lc. 18,1 'Estén en vela, orando en todo tiempo para que tengan fuerza y escapen a todo lo que está para venir, y puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre' Lc, 21,36. 'Oren sin cesar y en todo den gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de ustedes ' 1 Tes5, 17-18. 'Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu' Ef 6,18. En todos estos textos de la Palabra aparece una invitación muy clara y muy insistente: orar sin cesar, en toda ocasión, en todo tiempo perseverando en ella sin desfallecer y en el Espíritu Santo. 6.3 Oraba al realizar obras importantes. ¿Cuándo ora Jesús? En todo momento, su vida era una oración continua al Padre. En el Evangelio nos narra como oraba en los momentos más importantes. Antes de comenzar su predicación. Antes de la pasión (Huerto de los Olivos) Antes de cada milagro. Antes de la elección de los discípulos. Jesús también ora por nosotros. Antes de morir, pide por cada uno de nosotros. Ya había pensado en ti, y sabía que ahora te encontrarías aquí, dispuesto a hacer oración. Escucha con atención. Jesús dijo: Padre yo te pido por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, que ya son tuyos -todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío -, y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos se quedan en el mundo, mientras yo vuelvo a ti. Padre Santo, guárdalos en ese tu Nombre que a mí me diste, para que todos sean uno como nosotros. No te pido que los saques del mundo, pero sí que los defiendas del Maligno. Ellos no son del mundo como tampoco yo soy del mundo. Hazlos santos según la verdad de tu Palabra. Así como tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo, y por ellos voy al sacrificio que me hace santo, para que ellos también sean verdaderamente santos. Jn 17, 9-11. 15-19. 6.4 Oraba siempre buscando realizar la voluntad del Padre. La oración de Jesús lo lleva a ser uno solo con su Padre, y poder así hacer su Santa Voluntad. De igual manera nuestra oración debe ser para hacer la voluntad del Padre. Ejemplo de ello es la oración de Jesús en el huerto: "Padre si es posible aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya". ¡Cuántos y cuántos cálices le hemos pedido al Padre que aparte de nuestra vida! Si bien es cierto que pasamos por un calvario, hay que recordar que después de la Pasión viene la Resurrección y eso estaba planeado en la providencia amorosa del Padre para un mayor bien: El de nuestra salvación 6.5 Oraba a Dios llamándole: ¡Abbá Padre! Jesús se dirigía a Dios diciéndole: "Abbá", que quiere decir papá. Jesús nos quiere acercar a Dios con esta sencillez como la de un niño recién nacido que sólo puede decir sonidos guturales, pero el padre se enternece y entiende perfectamente lo que su hijo le quiere comunicar. 6.6 Él nos enseña a orar con el Padre Nuestro. Los Apóstoles no le piden a Jesús que les enseñe a realizar milagros, sino lo que le piden explícitamente es que les enseñe a hacer oración. Escuchemos lo que el Evangelio nos dice: Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo: - Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. Jesús le dijo: - Cuando oren, digan: Padre santificado sea tu nombre; venga tu Reino; danos cada día el pan que necesitamos; perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende; y no nos dejes caer en la tentación. Lc 11, 1-4 Jesús le ora a Dios, como un Padre. Nos revela la filiación divina. Podemos llamarle Padre a Dios. Las consignas de Jesús se ordenan, sobre todo a despertar la confianza filial para con el Padre, a situarnos ante Él en plena humildad, a quitar de en medio toda orientación hipócrita y la vana palabrería (cfr. Mt 6,5-8). Síntesis y regla de este buen espíritu es la oración del Padre Nuestro que Jesús ha dado a los suyos. En ella figuran, en transparente profundidad y limpieza, perfectamente armonizados, todas las nobles aspiraciones del corazón humano con los altos intereses del Reino de Dios. 7.- Tipos y formas de orar: La oración es el alimento del alma, y por eso existen diversos tipos de oración, ya que, al igual que los alimentos para el cuerpo, es necesario balancearlos. 7.1 La oración puede ser de alabanza, agradecimiento, petición, de perdón, etc. Así tenemos: Oración de alabanza La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es. Es echarle piropos a Dios y gracias a esta oración participamos en la felicidad de los corazones puros que lo aman en la fe antes de verlo en la Gloria. Para esta oración exige fe y amor. La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su término: "un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Cor 8, 6). A Dios lo podemos alabar por las cosas que nos ha dado, por los dones con que llena nuestra vida, por lo que ha hecho por nosotros. También le alabamos por las cosas difíciles que nos suceden, porque confiamos en el cuidado amoroso que nos tiene el Padre. Conforme avanzamos en la oración de alabanza, alabamos a Dios más por lo que Él es y no por lo que nos da. Una ayuda útil para la oración de alabanza la encontramos en la Palabra de Dios, en el libro de los Salmos; que son himnos que los judíos usaban para orar a Dios. Ejemplo de la oración de alabanza con salmos, es el salmo 8: Qué admirable es tu nombre en toda la tierra ¡Señor, Dios nuestro, Qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Tu majestad se alza por encima de los cielos. De los labios de los niños de pecho, levantas una fortaleza frente a tus adversarios, para hacer callar al enemigo y al rebelde.... ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¡Qué belleza de palabras dirigidas a Dios! Aquí el salmista estalla en alabanza al admirar toda la creación de Dios ya que en ella hay reflejo de como es Dios. Es un Dios de amor, belleza, orden, etc. Oración de Bendición: La oración de bendición viene de la palabra bendecir, es decir bien-decir. La bendición expresa el fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición. Ejemplo claro de este tipo de oración es el Salmo 103: Bendice al Señor alma mía, del fondo de mi ser su santo nombre; bendice al Señor alma mía, no olvides sus dones a ti. El que todas tus culpas perdona, que todas tus dolencias cura; rescata tu vida de la fosa, te colma de ternura y amor. En este salmo se pone de manifiesto los dones recibidos y el salmista bendice el Nombre de Dios por esos dones recibidos. Oración de adoración: La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho (cf. Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos libra del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" (Sal 24, 9-10) y el silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor" (S. Agustín, Sal. 62, 16). La adoración de Dios tres veces Santo y soberano del Universo nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas. 7.2 La puedes realizar individual o comunitariamente. Estas oraciones las podemos realizar tanto individual como comunitariamente. En efecto, el Señor nos mandó Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo s secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. 7 Y al orar, no os perdáis en palabras como hacen los paganos, creyendo que Dios los va a escuchar por hablar mucho. No seáis como ellos, pues ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis. (Mt. 6,7-8) De igual manera, la Palabra de Dios nos enseña que los discípulos se congregaban para las oraciones. Así que nos es necesario venir al grupo o ir al Templo para hacer oración. La puedes hacer en cualquier lugar. Pero nuestra oración es más poderosa si va unida a la de nuestros hermanos. 7.3 Puedes realizarla a través de la lectura de la palabra de Dios, en forma espontánea, usando alguna oración ya escrita o a través de la Liturgia. Cuando aprendimos a caminar, nos ayudamos con andaderas, barandajes, etc. Cuando aprendimos a leer, usamos libros, historietas, etc.- De igual manera, para aprender a orar debemos de apoyarnos en varios instrumentos: La Palabra de Dios Los escritos de los Santos La Liturgia de la Iglesia: Oraciones de la Misa, la Liturgia de las Horas. Algún buen libro católico de meditaciones y/o oraciones. No dejes de usar todos estos libros y lecturas que te pueden ayudar a mejorar tu vida de oración. Trata de "sintonizarte" con Dios y deja que Su Espíritu ore en ti. 8.- Sacrificio. 8.1 Definición: La vida entera de Cristo fue una continua entrega de Amor al hombre: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oración, su predilección por los pequeños y los pobres. Su vida entera fue una entrega a la voluntad del Padre, que se realiza plenamente en la aceptación total del sacrificio en la cruz por la salvación del mundo. Su resurrección es la plenitud de la salvación. La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida "para remisión de los pecados" (Mt 26, 28). Jesús se entregó por nosotros, se sacrificó por nosotros. "Me amó y murió por mí". La eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1 Cor 11, 25) de su sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc 22, 19). La cruz es el único sacrificio de Cristo, "único mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm 2, 5). De igual manera Él te pide ahora que te entregues por cada uno de tus hermanos. Así como Jesús se ofreció como hostia viva, así también nosotros debemos ofrecernos. La llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirlo (Mt 16, 24). Él quiere, en efecto asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19; Col 1, 24). Él ha querido asociarnos no solo a su Salvación, sino a sus sufrimientos. Al sacrificio de Cristo debemos unir nuestros propios sacrificios. Fuera de la cruz no hay otra escala por donde subir al Cielo (Santa Rosa de Lima) Este ofrecimiento es un sacrificio. Es ofrecer algo a Dios, y Él que es toda santidad, al hacerlo suyo se hace Santo. Es como darle regalos a Dios. La palabra "sacrificio" viene del latín Sacrum facere que significa Hacer Santo. 8.2 Sacrificio significa hacer sagrada nuestra vida. Sacrificio significa en primer lugar que aceptamos la Gracia de Dios, el regalo de su Vida Divina, que nos hace Santos. Significa también que nosotros libremente COLABORAMOS con la Gracia de Dios para aumentar y fortalecer en nosotros esa presencia Divina. Dios respeta nuestra liberta y pide nuestra colaboración. Unidos a Cristo, nos ofrecemos con Él al Padre por la salvación del Mundo. Cat. Univ. 1368 el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. 8.3 Es ofrecer cada acto de nuestra vida a Dios. El cristiano está llamado a ofrecer a Dios cada momento de su vida, a hacer de su vida una continua ofrenda a Dios. 9.- El por qué del Sacrificio: Mucha gente pregunta: ¿para qué el sacrificio? ¿De qué sirve? No veo ninguna utilidad! 9.1 Completamos en nosotros lo que falta a la Pasión de Jesús En primer lugar, al ofrecer nuestro sacrificio, nos unimos más íntimamente a Cristo y completamos en nosotros lo que falta a Su Pasión: Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia. Col.1,24 Esto no significa que la Pasión de Cristo esté incompleta, sino que no ha llegado aún a la vida de todos los hombres, no se ha hecho aún presente en el mundo entero. Dios necesita de nosotros para que la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo sea una realidad en la vida de cada ser humano. ¡Un ejemplo de esto eres tú! Quizás ni siquiera habías oído hablar del Sacrificio de Cristo antes de esta Jornada. Pero ahora, gracias al trabajo y sacrificios de mucha gente, has podido conocer la Gracia de Dios! Ahora te toca a ti! Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios. 9.2 Morimos a nuestro hombre viejo. Los sacrificios tienen un valor espiritual muy profundo, pues nos hace morir al pecado, al hombre viejo, y renacer a una nueva vida, según las palabras de San Pablo: 9.3 Nos santifica y santifica al Mundo. La santidad no es solamente un Don: Es un Don que hay que acrecentar. La Gracia es como una planta que se nos regala: No basta con recibirla, hay que cuidarla, darle agua y fertilizante, porque está viva! Debemos de ofrecer nuestra vida a Dios para que nos santifique continuamente y, por nuestro medio, santifique al mundo. 9.4 Hacemos consciente la presencia de Jesús en nuestras vidas Es el "amor hasta el extremo" (Jn 13, 1) de Cristo que le da su valor de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Gal 2, 20; Ef 5, 2.) Sin amor no hubiera servido de nada. Conociendo ese Amor, lo vivimos más profundamente, lo hacemos una realidad en nuestras vidas. El Amor siempre es mutuo, es recíproco: Dios que nos ama nos llama a amar. El amor siempre será una entrega, un regalo al otro, buscando el bien del otro. Jesús, que es Amor, se hace así presente en nuestras vidas. 10.- ¿Qué podemos ofrecer?: Existen dos tipos de sacrificios: 10.1 Sacrificios inevitables e involuntarios: Enfermedades, muertes, accidentes. En primer lugar podemos ofrecer las cosas que nos suceden, que no podemos evitar: Una enfermedad, una muerte, un sufrimiento, etc. Es algo que no queremos, pero que aceptamos por Amor a Dios y al prójimo. 10.2 Sacrificios voluntarios: renuncia a cosas que nos agradan, ayuno, vigilias, incomodidades, nuestra vida diaria. En segundo lugar podemos ofrecer de manera voluntaria renunciar a alguna comodidad, a algo que nos agrada: un dulce, una película, ver televisión, etc. Es bueno ofrecer así a Dios sacrificios en señal de adoración y de gratitud, de súplica y de comunión: "Toda acción realizada para unirse a Dios en la santa comunión y poder ser bienaventurado es un verdadero sacrificio (S. Agustín, civ. 10, 6) No olvidemos, sin embargo, que el sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual. La Palabra de Dios nos advierte contra la hipocresía: Mi sacrificio es un espíritu contrito. (Sal 51, 19). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participación interior (cf. Am 5, 21-25) o sin relación con el prójimo (cf. Is 1, 10-20). Jesús recuerda las palabras del profeta Oseas: Misericordia quiero, que no sacrificio (Mt 9, 13; 12, 7; cf. Os 6, 6). Al regalárselo a Dios, ya no es nuestro, por el hecho de que Dios lo acepte, ya lo hace Santo. 11.- Las palancas: 11.1 Explicación de las palancas. Las palancas son oraciones y sacrificios ofrecidos por varias personas por el éxito espiritual de la Jornada. Se apunta la intención en un papel y se entrega al Equipo. Quiero hablarte ahora de un sacrificio muy especial. Es un sacrificio, o mejor dicho, muchos sacrificios que varias personas han ofrecido a Dios nuestro Señor por ti, por todos nosotros, por el éxito espiritual de esta Jornada. Así es, muchas personas han estado ofreciendo, durante estos tres días, sus oraciones y sacrificios a Dios por ti, por mí, por todos nosotros. Tú ni siquiera las conoces, ni ellas te conocen a ti, pero han querido que tengas este encuentro con Cristo, y por eso han ofrecido algún sacrificio, oración, penitencia, para que la Gracia de Dios entre a tu corazón. Estos sacrificios los llamamos "Palancas", por analogía con el Principio de Arquímedes. "Dadme un punto de apoyo y yo moveré al mundo" El punto de apoyo es Dios El brazo largo es la oración o intención que ofrecen El "peso" que hay que mover es la Jornada. Nosotros le pedimos a todas estas personas, antes de la Jornada, que ofrecieran sus "palancas". Les repartimos estos papelitos, y ellos se han comprometido delante de Dios a cumplir su promesa. 11.2 Leer algunas de ellas. Permíteme leer algunos ejemplos de estas palancas. Aquí el Auxiliar lee algunas de las palancas que se reunieron para la Jornada, para que los muchachos oigan qué se está ofreciendo por ellos. 11.3 Hacer notar que otros oran y realizan algún sacrificio por nuestra conversión. Como puedes ver, no hemos estado solos en esta Jornada: Muchos hermanos nuestros nos han acompañado con sus oraciones: En este mismo momento alguien está haciendo oración por ti, alguien está ofreciendo un sacrificio por ti: ¿No es maravilloso? 11.4 Dar algunos ejemplos de lo que han hecho las palancas. Todo nuestro esfuerzo, el éxito del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana se debe precisamente a esto: A que cientos y cientos de personas, niños, religiosas, sacerdotes, laicos, han ofrecido silenciosamente, humildemente sus oraciones y sacrificios. Más que el trabajo del equipo, ha sido la oración que ha tocado el corazón de Dios y también el tuyo. 12.- Conclusión: 12.1 Debes ser fiel a la oración para mantener esa relación íntima con el Padre, en comunión con Jesús, por el Espíritu Santo, para que Él habite en ti y fortalezca tu vida, para que realices su voluntad. Te invito pues a que seas fiel a la oración para mantener esa relación íntima con el Padre, en comunión con Jesús, por el Espíritu Santo, para que Él habite en ti y fortalezca tu vida, para que realices Su Voluntad. Pero recuerda, las buenas intenciones no bastan: Hay que trabajar, hay que esforzarse por crecer en santidad. Como los deportistas que entrenan, practican, se ponen a dieta, así tú también debes esforzarte por crecer en Santidad. 12.2 Y junto con la oración, el ofrecer cada acto de nuestra vida al Padre, nos hace más cercanos a Jesús, santificándonos por medio del Espíritu Santo. Junto con la oración, el ofrecer cada acto de nuestra vida al Padre, el "sacrificarnos" nos acerca más a Jesús, santificándonos por medio del Espíritu Santo. 12.3 Esto nos ayuda a preservar, gozar y aumentar el Don de la Gracia, la presencia del Espíritu Santo, en nuestra vida. Todo esto le ayudará a aumentar en ti el Don de la Gracia de Dios. Así que, ¡Ánimo! No le tengas miedo al reto de vivir en Gracia, de alcanzar tu verdadero ideal: LA SANTIDAD. TEXTOS DEL MAGISTERIO La misión de Evangelizar que Cristo encargó a Su Iglesia es la misión misma del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana: Somos testigos del Evangelio de Jesucristo entre los jóvenes de nuestra patria en los albores del Siglo XXI. Para ser fieles a la Misión que Cristo nos ha encomendado, es necesario conocer bien la doctrina que predicamos. Especial relevancia tiene el pensamiento del S:S: Juan Pablo II, nuestro Sumo Pontífice. El Manual Básico, en su Capítulo -B "Material de Apoyo", ya contiene amplios textos tomados del Catecismo Universal de la Iglesia Católica. No consideramos necesario repetirlos aquí. Más bien hemos querido poner esencialmente dos cosas: En primer lugar, textos de S:S: Juan Pablo II, el "Papa de los jóvenes", ya que su pensamiento es garantía de solidez y profundidad, en segundo lugar, textos y oraciones tomados de la tradición viva de la Iglesia, de Santos, hombres y mujeres que se han esforzado por vivir una vida de oración. Esperamos que este material ayudará no solamente a dar el tema de "Oración y Sacrificio", sino que contribuirá también a fortalecer la Vida de Oración de los Auxiliares. TEXTOS DE S.S. JUAN PABLO II 1. Por medio de la oración es como podemos con claridad concentrar nuestra atención en la persona de Jesucristo y percibir la importancia decisiva que su enseñanza tiene para nuestra vida. Jesús es el modelo de nuestros actos y vidas. 2. Reacciona adecuadamente sólo aquel que se deja penetrar íntima y espiritualmente por la presencia de Dios. (Alemania) 3. Una de las características más relevantes de la vida terrena de Jesús fue la prioridad que dio a la oración. San Lucas nos cuenta que "concurrían numerosas muchedumbres para oírle y ser curados de sus enfermedades, pero El se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración" (Le 5,15-16). Tenía gran compasión por la multitud y un celo ardiente por la proclamación de la cercanía del Reino de Dios, pero al mismo tiempo Jesús buscaba regular y frecuentemente un lugar tranquilo para estar solo con su Padre celestial. A veces pasaba incluso la noche entera en oración. 4. Hermanos míos: Nunca debemos olvidar esta lección que nos dejó nuestro Salvador con su palabra y su ejemplo. La oración es un ingrediente vital de la vida cristiana. Además, a través de la oración preservamos y profundizamos nuestro amor personal a Cristo, y logramos descubrir y aceptar la voluntad de Dios sobre nosotros. El tiempo pasado en oración no es un tiempo inútil. Es un tiempo pasado por ellos con el Señor, que es la fuente de todo bien. 5. Debemos sobre todo perseverar en la oración, en una oración íntima y siempre llena de energía. La unidad sólo nos puede ser otorgada como un regalo por el Señor, como fruto de su pasión y de su resurrección en la oportuna "plenitud de los tiempos". "Vigilad y orad" (Mt 26,41) en el huerto de Getsemaní de las numerosas experiencias de la historia, para que no caigáis en la tentación y para que no os detengáis en el camino. 6. Termino exhortándoos a que seáis hombres y mujeres de oración. Porque es el Espíritu de Dios quien debe ser el alma de vuestro apostolado, impregnar vuestros pensamientos, vuestros deseos, vuestros actos, purificarlos, elevarlos. Y, además, tenéis múltiples ocasiones de dar gracias e interceder por todos los que os rodean. 7. Por medio de la oración recibiréis la fuerza para resistir al espíritu del mundo. Recibiréis la capacidad de mostrar compasión a todo ser humano, tal y como hizo Jesús. Por medio de la oración tomaréis parte en la historia de salvación que se desarrolla en vuestra generación. En la oración podréis entrar en el corazón de Jesús y entender sus sentimientos hacia su Iglesia. 8. Todos nosotros reconocemos el gran valor de la oración para realizar lo que humanamente es difícil o acaso imposible. Jesús mismo nos ha dicho: "Lo que es imposible a los hombres, es posible para Dios" (Le 18,27). Sabemos lo importante que es dirigirse a Dios. 9. Que encontréis tiempo cada día para meditar la Palabra de Dios con confianza en su poder de iluminar vuestra mente y dar vida en vosotros al espíritu de las bienaventuranzas. TEXTOS DE LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA. ¿Quién desconfiará del que tan piadoso se muestra en escuchar, tan veloz en prometer, tan pronto en otorgar lo que promete? San Buenaventura Mi alma que metida estaba en lo profundo del pecado, por vos fue redimida: por vos le fue quitado aquello que sin vos fuera excusado. ¿Que gracias puedo daros, Señor, por un tal alto beneficio sino glorificaros, haciéndoos en servicio de mi alma un perpetuo sacrificio? Fray Luis de León ¿Qué buscan los jóvenes a la hora de orar? Orar para la juventud es: 1. Descubrir que Dios es "Alguien: Los jóvenes huyen del Dios concepto, idea, teoría. Intuyen a un Dios que les brota de dentro y que, por otra parte, ven reflejado en las mil realidades de la vida. Buscan, sí, un Tú Absoluto, pero personal; con quien poder entablar diálogo desde la pequeñez del yo. Y cuando lo encuentran, experimentan la satisfacción de comprobar que este Dios no ama a granel, sino que nos ama uno por uno. Hecho este descubrimiento, lo de menos será cómo orar, lo importante será El y ellos. 2. Iniciar o mantener un trato de amistad: Nadie llegó a concebir la oración como trato entre amigos mejor que los jóvenes. De ahí que en numerosas ocasiones su estilo orante adopte o la simplicidad o el romanticismo de un noviazgo adolescente. Por eso prefieren una oración libre de órdenes y de rúbricas-: una oración gratuita, una oración sincera -sin poses ni palabras rebuscadas-, Los suele encantar el orar contemplativo, quedándose asombrados ante el Tú reflejado, por ejemplo, en la naturaleza y saltar desde ese asombro a la alabanza. LA LUZ Cuando la desesperanza y la desilusión estaban a punto de hacerme abandonar, una mirada cálida y cercana llenó mi rostro de luz. Comprendí que por fin había roto la barrera infranqueable que había creado entre Dios y Yo. Y Él, el amado Padre podía por fin manifestarme su amor. Ya no estaba oculto para mí, en realidad nunca lo estuvo, yo era el oculto, el huidizo. Se había hecho presente llenando mi vida en una inusitada paz y confianza. De repente comencé a mirar, a observar el mundo de otra forma, no podía dar crédito a tanta belleza, el mundo era hermoso, los pájaros, las flores, toda la naturaleza, el hombre, todo me parecía nuevo y diferente, todo era como un cántico de alabanza a su creador. ¿Cómo era posible que hasta entonces no me hubiera dado cuenta de tanta belleza? ¿Qué era aquello que me pasaba? Ya no pensaba en mí, ya no era el único importante, estaban los demás, estaba Dios. "Loado seas mi Señor con todas tus criaturas" (San Francisco de Asís). Cuando alguno te pide que hagas oración por él, no te excuses, aunque no hayas alcanzado la virtud de la oración; muchas veces la fe y la humildad del que pide han sido causa de salud al que oró. No te ensorberbezcas por haber sido oído de Dios cuando oraste por otro; Has de creer que valió para con Dios la de aquél. Juan Clímaco (Siglo VII). CON LA FLECHA "ATRÁS" DE TU NAAVEGADOR PUEDES REGRESAR A LA PÁGINA ANTERIOR