DERECHO DE IGUALDAD EN EL OTORGAMIENTO DE LA PRISIÓN DOMICILIARIA AUTORA: Regina Rinaldoni1 PALABRAS CLAVES: Igualdad - Género - Normas Penales - Prisión Domiciliaria – Interés superior del niño RESUMEN: La prisión o arresto domiciliario consiste en la posibilidad de que una persona condenada a cumplir una pena privativa de la libertad, lo haga en el interior de un domicilio, del que no puede salir sin autorización judicial y observando una serie de reglas impuestas por el órgano jurisdiccional competente. Está regulado en el artículo 10 del Código Penal, donde se establecen unas seis situaciones en los cuáles el instituto podrá ser otorgado. El inconveniente es que el último de estos supuestos es altamente violatorio al principio de igualdad constitucionalmente establecido, desvirtuando el sentido que la propia Constitución Nacional ha dado al legislador al otorgarle la facultad de legislar y promover medidas de acción positiva. INTRODUCCIÓN A raíz de las modificaciones y reconocimientos legislativos que en las últimas décadas se vienen plasmando en torno a la protección de aquellos grupos que históricamente han sido los más vulnerables, como son las mujeres, los niños, los ancianos; es que decido enfocarme en analizar cómo este intento en muchas ocasiones genera un atentado al principio de igualdad. El Estado a través del Poder Legislativo y amparado por la Carta Magna, está facultado a tomar “acciones positivas”, a través de exigencias que por vía de ley se establecen para obligar a que una desigualdad existente se supere. Un ejemplo de estas acciones es la ley 26.472 donde, en su artículo 32, regula los supuestos en los cuáles podrá otorgarse la PRISIÓN DOMICILIARIA como modalidad morigerada de encierro. A su vez, en el inciso f de dicho artículo, se establece que “El Juez de Ejecución, o Juez competente, podrá disponer el cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaria: a la madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad, a su cargo.” Ahora bien, hay un eje que guía este trabajo y consiste en responder el siguiente interrogante: ¿Desconoce el principio de igualdad una norma penal que concede el otorgamiento de la prisión domiciliaria a las mujeres condenadas con pena privativa de la libertad en los supuestos que tenga un menor de 5 años o discapacitados a su cargo y NO a los hombres que se encuentran en las mismas condiciones y bajo los mismos supuestos? 1 ABOGADA, egresada de la Universidad Nacional de Córdoba (2007-2012). Realizando durante el curso de su carrera ayudantías en la cátedra de Derecho Penal II y tareas investigativas en la CONICET junto al abogado y sociólogo Juan Marco Vaggione, a quien agradece enormemente por despertar su interés en la investigación sobre cuestiones de género y sexualidad. Miembro de la Comisión de Jóvenes abogados de Córdoba y de FACA Jóvenes. Adscripta de la Cátedra de Derecho Constitucional en la Universidad Nacional de Córdoba junto al Profesor Dr. Pablo Riberi a quien agradece la generosidad en el reparto de su saber. 1 Me apresuro en afirmar que, a mi criterio, se violenta la igualdad reconocida por nuestra Constitución Nacional. Lo que esta disposición intenta proteger es el interés superior del menor o discapacitado. Por ende, entiendo, que la norma no debe reconocer sexo, ya que ambos progenitores deberían poder gozar del derecho a acceder a esta modalidad de cumplimiento de la condena. No debemos desconocer que los menores que forman parte de un núcleo familiar que depende de su padre, tienen el mismo derecho fundamental que los que hacen parte de un núcleo familiar que depende de la madre. Intentaré mostrar a lo largo del siguiente ensayo cuáles son los argumentos sociológicos, filosóficos y normativos que dan base a la hipótesis planteada. 1- PRINCIPIO DE IGUALDAD "Donde la igualdad no se discute, allí también hay insubordinación." Bernard Shaw 1.1. ¿QUE ES LA IGUALDAD? Dice el Diccionario de la Real Academia del término igualdad (Del lat. aequalitas, atís) en alguna de sus acepciones: 1. F. conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad. 2. F. correspondencia y proporción que resulta de muchas partes que uniformemente componen un todo … ~ ante la ley. 1. f. Principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos. La igualdad es un concepto relacional que muestra la identidad que existe entre dos o más personas, cosas o hechos, en relación tan sólo con algunos aspectos o elementos, reconociendo las diferencias sustanciales que existen en el resto de los aspectos.2 Lo que explica que no es cierto que la igualdad sea una ley de la naturaleza, dado que ésta no tiene nada de igual, por tanto la igualdad no es una realidad objetiva o empírica anterior al derecho, sino que la construcción jurídica de la igualdad, implica siempre un juicio de valor. Desde la perspectiva jurídica, la igualdad entre las personas, implica estrictamente que la identidad que existe entre ellas reside en que todos y todas, sin excepción son titulares de derechos y obligaciones. 1.2. RECEPCIÓN CONSTITUCIONAL El principio de igualdad de los hombres ante la ley constituye una de las reglas constitucionales fundamentales de los estados civilizados modernos. El artículo 16 de la Constitución Argentina (en adelante C.N.) impone: “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento; no hay en ellas fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”. A partir de la reforma constitucional de 1994, con la incorporación de los tratados internacionales sobre derechos humanos con jerarquía constitucional y por otras disposiciones específicas de nuestra ley fundamental, se ha establecido la obligación del 2 Ruiz Miguel, Alfonzo. “Sobre el concepto de igualdad” en Carbonell, Miguel. El principio constitucional de igualdad. Lecturas de introducción. México 2003 2 estado de eliminar los obstáculos que existen para que la igualdad entre los habitantes tengan una vigencia efectiva, al mismo tiempo que se garantice su derecho a la identidad y a ser diferentes Es así que el artículo II de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, indica: “Todas las personas son iguales ante la ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna”. En el mismo sentido se pronuncia la Declaración Universal de Derechos Humanos, partiendo del concepto de que la dignidad de la persona humana es el fundamento de su libertad y de la vigencia de la justicia y la paz en el mundo, proclamando así la igualdad con la que nacen todos los hombres. El artículo II proclama que "1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional y social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. 2. Además, no se hará distinción alguna en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía. La Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José de Costa Rica, establece en su artículo I que los estados firmantes se comprometen a garantizar a toda persona sujeta a su jurisdicción los derechos y libertades que en ella se establecen "sin discriminación de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social". Y su artículo XXIV determina que "todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley". En el mismo sentido, en cuanto a la igualdad y dignidad de todos los seres humanos, se expresan todos los tratados que han sido incorporados con jerarquía internacional según la disposición del artículo 75 inc.22 de la Constitución Tiene especial relevancia el artículo 37 in fine de la C.N. reformada, que dispone que los varones y las mujeres deberán tener "igualdad real" de oportunidades para acceder a cargos electivos y que ello deberá obtenerse a través de acciones positivas. De conformidad con el artículo 75 inciso 23 del mismo ordenamiento, donde se encuentra entre las atribuciones del Congreso la de legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades de trato y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la C.N., los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, mujeres, ancianos y personas con discapacidad. Es aquí donde aparece el mentado término “acciones positivas”, al que la doctrina se ha encargado de darle diferentes alcances, no existiendo un concepto universalmente aceptado. Para algunos autores, son aquellas medidas que tienen el fin de conseguir una mayor igualdad social sustantiva entre grupos sociales con problemas de discriminación o de desigualdad de oportunidades.3 Otros se refieren a ella como el conjunto coherente de medidas de carácter temporal dirigidas específicamente a remediar la situación de los miembros del grupo a que están destinadas en un aspecto o varios aspectos de su vida social para alcanzar la igualdad efectiva. 4 Ante estas acepciones, concluyo que el fin esencial de las acciones positivas es contribuir a eliminar desigualdades en la práctica, dejando de lado todo formalismo jurídico. Son las exigencias que por vía de la ley se establecen para obligar a que una desigualdad existente se supere. 3 RUIZ MIGUEL, ALFONZO, (1996) La discriminación inversa y el caso Kalante, Doxa, Madrid. BOSSUYT, MARC, (2002) El concepto y la práctica de la acción afirmativa, informe final presentado en la ante la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos, Naciones Unidas. 4 3 Estas normas también se conocen como de “discriminación inversa", ya que establece en forma positiva una discriminación, estableciendo una diferenciación tendiente a equilibrar o restaurar las fuerzas de poder. 1.3 LA IGUALDAD EN LA LEY PENAL La máxima validez general de la ley penal con relación a las personas, constituye un derivado de aquél principio, e implica el imperio de la norma penal para todas las personas por igual.5 La consagración del principio de igualdad en materia penal, exige el cumplimiento de aquella normativa internacional que requiere la no discriminación en el trato y el reconocimiento de las diferencias de sexos. En este contexto es que las teorías de género, y más concretamente, una teoría que procure la igualdad jurídica entre hombres y mujeres, es una meta a alcanzar. Lo importante tal vez consista en analizar cómo se reproduce este principio en las prácticas de nuestro sistema penal para intentar vislumbrar cuáles son las vicisitudes del mismo. Planteándonos ésta meta es que podemos sugerir innumerables hipótesis para que sólo una salga victorioso a y hacer de ésta una realidad concreta que coadyuve a lograr que éste principio deje de ser sólo un formalismo neutral o la utopía de los más vulnerados (o bien, el discurso de los poderosos). Desde el punto de las acciones positivas, se pueden enumerar a modo ejemplificativo algunas que resguardan ampliamente y garantizan la no vulneración a este principio, receptadas en nuestro Código Penal (en adelante C.P.) y leyes complementarias. Así sucede con la agravación del delito de homicidio por odio racial o religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión (art. 80 inc. 4 del C.P. modif. por ley 26.791); O la reciente incorporación de los incisos 11 y 12 al artículo 80 para los casos de femicidio; O cuando exime de responsabilidad por aborto a una mujer violada idiota o demente (art. 86 inc 2 del C.P.) ; En estos supuestos normativos, se vé claramente la intención del legislador, que es la de proteger a un grupo que se encuentra en peligro. En los casos ejemplificados ut supra, son las mujeres, las personas discapacitadas o quienes tienen ideología política o religiosa diferente. 1.4 EL DERECHO COMO INSTRUMENTO DE LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO Ahora bien, ¿Cómo el DERECHO representa e influye en la vulneración del principio de igualdad? Lejos de ser una disciplina neutral, representa un conjunto de prácticas, disposiciones y dispositivos que operan "selectivamente", esto es, que la definición de lo que es o no criminal (y por tanto, criminalizable) responde a una operación selectiva. Pero no podemos echar mano a un instituto tan intangible como lo es el derecho. Este es solo un medio, tanto las normas jurídicas como el conocimiento acerca de ellas, son instrumentos de algo, de una realidad llamada POLITICA CRIMINAL. 6 Tradicionalmente el derecho ha sido concebido como el producto del poder soberano. H.L.A. Hart7 señala los elementos que permiten distinguir al derecho de la moral y se ocupa del análisis del derecho como el poder del soberano. Basándose en esto sostiene que el derecho es analizado como un producto y como un instrumento. COSTA, M. NOEL Y BUTELER, ENRIQUE (2005).” Derecho Penal Parte General”. Córdoba, Argentina. Ed.Advocatus BINDER, ALBERTO (1997): Política criminal, Derecho, Pena y Sociedad democrática. Buenos Aires. Ed. Ad Hoc. 7 H.L.A. HART. El concepto de derecho. Buenos Aires, Argentina. Ed. Abeledo Perrot, traducción de G. Carrió. www.uv.es. 5 6 4 Si buscamos un concepto de “instrumento” de manera clara el diccionario nos dice que “es aquello de que nos servimos para conseguir un objetivo determinado”. Y si hacemos lo mismo con el vocablo “producto” nos dará como sinónimo “consecuencia o resultado”. Esto me legitima para inferir que el derecho no es más que una herramienta o aparato utilizado por aquellos que pretenden alcanzar un propósito, y que detrás de este producto hay múltiples factores que hacen a la creación del mismo. Es prudente comenzar analizando cuáles son y de qué manera estos factores influyen en las diferencias entre varones y mujeres. La antropología cultural se ha interesado siempre en cómo la CULTURA expresa la diferencia entre varones y mujeres. Margaret Mead es una de la pioneras que abrió una perspectiva de interpretación más allá de la etnografía, quién reflexionaba sobre el porqué de las diferencias conductuales (y de temperamento), concluyendo que son creaciones culturales y que la naturaleza humana es increíblemente maleable. Murdock compara la división social del trabajo en varias sociedades concluyendo que no todas las especializaciones por sexo pueden ser explicadas por las diferencias físicas entre los sexos. Linton señalaba que todas las personas aprenden su STATUS sexual y los comportamientos apropiados a ese status. Dentro de esta línea se concebía la masculinidad y feminidad como status instituídos y que se vuelven en identidades psicológicas para cada persona8. Por su parte Foucoult, en una cronología histórica nos remonta al crepúsculo de la monarquía Victoriana, donde la sexualidad se “muda”, se vuelve excesivamente encerrada y se absorbe por entero en la función reproductora. Se dicta la ley de la pareja legítima y procreadora. Se impone como modelo, hace valer la norma. Tanto en el espacio social como en el corazón de cada hogar existe un único lugar de sexualidad reconocida, utilitaria y fecunda: la alcoba de los padres. Lo que no apunta a la generación no tiene ley. 9 Pero entonces ¿es factible decir que Foucoult está hablando de historia? Me atrevería a decir que halla el inicio de lo que hasta el día de hoy nuestra sociedad no ha logrado superarse, de aquellas barreras que parecen infranqueables por las estructuras con las que nos hemos criado. Automatizados en la forma en que nos desenvolvemos cumpliendo con el status social y jurídico impuesto. Cabe destacar que la religión y la Iglesia como institución portavoz de aquella, fue y es uno de los principales actores sociales que pone su “marca” en torno a los derechos sexuales. Existe una ideología asociada a la modernidad que es preocupación central del Vaticano: el relativismo moral que es generalmente un eufemismo para hablar de la moralidad sexual. Desde el Vaticano se asocia al relativismo moral con la ampliación de los derechos sexuales y reproductivos que se están dando en la mayoría de las democracias contemporáneas. Wojtyla y Ratzinger ven en estos derechos un ataque directo no sólo a una forma de definir a la familia, la cristiana, sino también a los basamentos culturales y morales de la humanidad. La defensa de la familia, que enmascara un dogmatismo fóbico sobre la sexualidad, se ha convertido en la dimensión más visible de las políticas del Vaticano. Mientras la Iglesia pide participar de los debates públicos y legislativos, afirma que existen “principios éticos que, por su naturaleza y papel fundacional de la vida social, no son “negociables”, entre los que se destacan aquellos conectados al cuerpo y la sexualidad.10 Esta intención por parte de las instituciones religiosas de entrometerse en la vida política, genera una trabazón que impide la posibilidad de que aquel principio de igualdad, tan anhelado, deje de ser puramente abstracto en muchas de las normas plasmadas en el derecho para volverse operativo. 8 9 LAMAS, MARTA. La antropología feminista y la categoría “género”. FOUCOULT, MICHEL. Historia de la sexualidad I. La voluntad del saber. Ed. Siglo veintiuno 10 VAGGIONE, JUAN MARCO. “Umbrales de lo religioso: las políticas del Vaticano”. Le monde Diplomatique. 5 1.5 GENERO Y DERECHO PENAL En ese “status jurídico impuesto” es donde las normas reconocen sexo, y bajo la luz de nuestro sistema penal normativo es que se generan grandes desigualdades de género. La historia nos prueba que la mujer siempre ha cumplido un papel pasivo ante la vida, se la estigmatizo como un individuo corporalmente más débil, sujeta al control de la familia, desarrollando actividades en el seno del hogar y no fuera de él. Por el contrario, el hombre ha sido más activo y ha participado más en la vida social, lo que pudo significarle mayor número de oportunidades y tentaciones a delinquir. Bajo formas cambiantes según tiempo y lugar, las mujeres han sido consideradas seres cuya humanidad es problemática (más peligrosa o menos capaz) en comparación con la de los hombres. A la dominación sexual que este prejuicio genera la llamamos patriarcado y al sentido común que lo alimenta y reproduce, cultura patriarcal. La persistencia histórica de esta cultura es tan fuerte que, incluso en las regiones del mundo en las que ha sido oficialmente superada por la consagración constitucional de la igualdad sexual, las prácticas cotidianas de las instituciones y las relaciones sociales continúan reproduciendo el prejuicio y la desigualdad.11 Pero la realidad actual publica claramente de que los roles se han equiparado. Hoy ambos surten un papel claramente activo en la sociedad. Sin embargo, siguen existiendo normas penales que no reflejan este avance, y con la errónea creencia de que se toman acciones para proteger a un grupo vulnerable como son las mujeres, se generan atentados al principio de igualdad. Más allá de los aportes superadores que se fueron dando en la evolución de las corrientes criminológicas, a manera de soporte de mi hipótesis considero importante destacar las contribuciones de la “criminología crítica”. Esta escuela, a mi modo de ver, es la que más se adapta con sus contribuciones a la conflictiva actual respecto al tema que traigo a debate. La criminóloga crítica Elena Larrauri12 sostiene que más allá de cómo estén redactadas las normas, existe un segundo ámbito que consiste en ver cómo las normas penales están “dotadas de contenido”. Ésta expresión pretende trascender el análisis de la aplicación del derecho penal. Es decir, no se trata de afirmar que las normas penales son igualitarias pero los jueces las aplican de forma desigual, sino que resalta la idea de que las normas son iguales pero están dotadas de un contenido desigual, porque normalmente los requisitos que rodean su interpretación han sido elaborados por hombres pensando en una determinada situación o contexto. No se trata de que el juez realice una aplicación “machista” de la norma, sino de que cuando el juez aplica la norma tal como está siendo interpretada, esta norma no puede dejar de reproducir los requisitos y contextos para los cuales ha sido ideada. En lo referente a las leyes, ha existido una evolución – defectuosa a mi criterio- ya que antes los tipos penales estaban definidos de manera tal que sólo o casi sólo podían ser cometidos por hombres, sobre todo en ciertos delitos sexuales, donde la mujer era tomada como víctima pero no como agente13. Nuestra actual normativa penal admite que los delitos sean cometidos por ambos sexos, pero sin embargo siguen existiendo disposiciones como el ARTICULO 10 INCISO F, donde establece que: “El Juez de Ejecución o Juez competente podrá disponer el 11 BOAUVENTURA DE SOUSA SANTOS, La persistencia histórica del patriarcado * Doctor en Sociología del Derecho; profesor de las universidades de Coimbra (Portugal) y de Wisconsin (EE.UU.). Traducción: Javier Lorca. 12 13 LARRAURI, ELENA (2002). Género y derecho penal. Salamanca, España. www.cienciaspenales.net. HUASCAR, CAJIAS (1982). Criminología. La Paz, Bolivia. Ed. “Juventud”. 6 cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaria: a la madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad, a su cargo.” Es aquí donde voy a detenerme para sostener con argumentos firmes porque considero que esta norma viola el principio de igualdad constitucionalmente admitido. 2. PRISIÓN DOMICILIARIA 2.1 ARTÍCULO 10 – CÓDIGO PENAL “Podrán, a criterio del juez competente, cumplir la pena de reclusión o prisión en detención domiciliaria: a) El interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impide recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un establecimiento hospitalario; b) El interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal; c) El interno discapacitado cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario es inadecuada por su condición implicándole un trato indigno, inhumano o cruel; d) El interno mayor de setenta (70) años; e) La mujer embarazada; f) La madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad a su cargo.” 2.2 ALCANCES DE LA DISPOSICIÓN Este artículo que alude a la posibilidad de cumplir la pena privativa de la libertad en el interior del domicilio ha quedad redactado, a partir de su modificación por la ley 26.472, de manera prácticamente idéntica a la que exhibe el (también reformado por dicha ley) art. 32 de la ley 24.660. 14 Los fundamentos de esta modalidad morigerada de encierro remiten a consideraciones eminentemente humanitarias 15, consagradas con máxima jerarquía normativa en nuestro ordenamiento jurídico, y en función de las cuales resultan inadmisibles las penas y tratos crueles, inhumanos o degradantes. 16 El texto legal presupone que una persona haya sido condenada a una pena privativa de la libertad- de efectivo cumplimiento- y también para quienes se encuentran detenidos en prisión preventva. 14 ARTICULO 32. — El Juez de ejecución, o juez competente, podrá disponer el cumplimiento de la pena impuesta en detención domiciliaria: a) Al interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impida recuperarse o tratar adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un establecimiento hospitalario; b) Al interno que padezca una enfermedad incurable en período terminal; c) Al interno discapacitado cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario es inadecuada por su condición implicándole un trato indigno, inhumano o cruel; d) Al interno mayor de setenta (70) años; e) A la mujer embarazada; f) A la madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad, a su cargo. 15 DE LA RÚA, op. Cit. , p.143; NEUMAN, p. 130. Cfr. Arts. 18 y 75 inc 22 de la CN; y en particular, los arts. 7° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 5°, apartado 2- parte 1- de la Convención Americana de Derechos Humanos: XXVI de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; art. 16 de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; y 5° de la Declaración Universal de Derechos Humanos. 16 7 Como su nombre lo indica, la pena de prisión domiciliaria importa que el condenado debe permanecer en el interior de un domicilio determinado – del que no puede salir sin autorización judicial- y someterse, eventualmente, a la observancia una serie de reglas impuestas por el órgano jurisdiccional competente. Técnicamente constituye un modo de cumplimiento efectivo de la pena privativa de la libertad que no importa suspender ni diferir la ejecución. Aunque sus particularidades la diferencian del encierro en una unidad carcelaria y la asemejan- en algunos aspectos- a la libertad condicional prevista en el art. 26 del C.P., no debe ser confundida con ésta. Ello es así, principalmente porque el tiempo transcurrido bajo el régimen de detención domiciliaria se computa-por regla- como efectivo cumplimiento de la condena, pese a que el penado no es sometido a tratamiento penitenciario alguno.17 2.3 CARACTERÍSTICAS GENERALES En el esquema actual, la prisión domiciliaria : - - - Es un derecho para el condenado, siendo facultativo – aunque no discrecional18para los jueces19 su otorgamiento. En este sentido es que la norma utiliza el término “podrán”. Así parece entenderlo la jurisprudencia en sintonía con esa idea. 20 Conforme lo expresado, cualquier decisión que, en alguno de los casos previstos, deniegue el arresto domiciliario, no podrá fundarse en el mero argumento de que se trata de una “facultad judicial”, sino que debe tener sustento en razones que lo justifiquen teniendo en cuenta situaciones particulares de la causa. No hay delitos excluídos, de modo que resultaría viable, incluso, en aquellos supuestos en los que, conforme al texto de los arts. 14 CP21 y 56 bis22 de la ley de ejecución, no pueden otorgarse la libertad condicional, los beneficios comprendidos en el período de prueba, ni la prisión discontinua, la semidetención o la libertad asistida. De tal modo, que en cualquiera de las hipótesis prevista en la ley, cualquiera sea la gravedad del delito, la prisión domiciliaria puede ser acordada. Tribunal competente para el otorgamiento: El art. 10 comentado alude al “Juez competente”, pero la ley que lo modifica alude a “Juez de Ejecución o Juez competente”. De lo que se puede inferir que: en la etapa de instrucción será el juez de garantías; en la etapa de debate y al momento de dictar el fallo será el juez o tribunal ante el que quedó radicada la causa y los tribunales de apelación o casación respectivos; y por último, durante la etapa de ejecución, los jueces encargados de supervisarla. 17 ZAFFARONI-BAIGUN, Código Penal, Parte General, Comentado. Ed. Hamurabbi. CN CASACIÓN PENAL, SALA II, 2009/03/09, “Teomanópulos, Liliana Sandra s/ Rec. De Casación”, causa n°0.458. En el mismo sentido JEjecución Penal Córdoba 1° Nom, 2009/04/07, “Salguero, Miriam Raquel”, 19 Cfr. Proyecto de ley registrado en la H. Cámara de Diputados bajo expediente n° 0269-D-2006. En concordancia con el texto sancionado, se eliminó la disposición del proyecto que derogaba los arts. 192 a 196 de la ley 24.660. 20 CCRIM Y CORREC. SANTIAGO DEL ESTERO, SALA IV, 2002/12/30, “Gallo, Silvia v. Flores Urrejola, María C. s/ extorsión”, Lexis N° 19/12683. 21 Art. 14 CP : “La libertad condicional no se concederá a los reincidentes. Tampoco se concederá en los casos previstos en los artículos 80 inciso 7º, 124, 142 bis, anteúltimo párrafo, 165 y 170, anteúltimo párrafo.” 22 Art 56 bis. Ley 24.660 — No podrán otorgarse los beneficios comprendidos en el período de prueba a los condenados por los siguientes delitos:1.- Homicidio agravado previsto en el artículo 80, inciso 7., del Código Penal.2.- Delitos contra la integridad sexual de los que resultare la muerte de la víctima, previstos en el artículo 124 del Código Penal.3.- Privación ilegal de la libertad coactiva, si se causare intencionalmente la muerte de la persona ofendida, previsto en el artículo 142 bis, anteúltimo párrafo, del Código Penal.4.- Homicidio en ocasión de robo, previsto en el artículo 165 del Código Penal.5. Secuestro extorsivo, si se causare intencionalmente la muerte de la persona ofendida, previsto en el artículo 170, anteúltimo párrafo, del Código Penal.Los condenados por cualquiera de los delitos enumerados precedentemente, tampoco podrán obtener los beneficios de la prisión discontinua o semidetención, ni el de la libertad asistida, previstos en los artículos 35, 54 y concordantes de la presente ley. 18 8 2.4 ¿CUÁNDO ATENTA CONTRA EL PRINCIPIO DE IGUALDAD LA CITADA NORMA? Como vengo remarcando, con la ley 26.472 se ampliaron los supuestos bajo los cuáles se puede otorgar el arresto domiciliario. Uno de estos agregados es el inciso que dispone el que: “Podrán a criterio del juez competente, cumplir la pena de reclusión o prisión en detención domiciliaria: la madre de un niño menor de cinco (5) años o una persona con discapacidad a su cargo” Aquí vemos como claramente la norma, establece una prioridad en cuanto a quienes pueden acceder a este beneficio. Por lo que surge del texto legal, sólo las mujeres, madres de niños menores de cinco años o con una persona discapacitada a su cargo están en condiciones de solicitar su otorgamiento. Ahora bien, ¿Desconoce el principio de igualdad una norma penal que concede el otorgamiento de la prisión domiciliaria a las mujeres condenadas con pena privativa de la libertad en los supuestos que tenga un menor de 5 años o discapacitados a su cargo y NO a los hombres que se encuentran en las mismas condiciones y bajo los mismos supuestos? Es, a mi criterio, una norma que genera una notoria violación al principio de igualdad, altamente reconocido por el bloque de constitucionalidad. Es donde el legislador, con el respaldo que se le otorga constitucionalmente y resguardado por su facultad de establecer acciones positivas, toma un rumbo equivocado, confundiendo el grupo afectado. En consecuencia se provoca una notoria desigualdad entre los padres cabezas de familia y madres cabezas de familia. Hay varias razones que argumentan esta afirmación. En primer lugar, porque lo que se debería haber querido proteger con este instituto es el interés superior del menor o discapacitado. Se vislumbra, claramente, que los grupos vulnerables tendientes a ser atendidos son estos. Es por ello que la norma no debería distinguir cuál de los progenitores tiene derecho a acceder a la morigeración de la pena a través de su cumplimiento en su domicilio. Siguiendo con esta idea, los casos de hombres solos encargados de una familia con varios hijos no son muy frecuentes pero sí existen y en tales situaciones, si el padre es condenado a una pena privativa de la libertad, los niños pueden quedar en la misma condición de abandono en que se encontrarían los hijos de una mujer cabeza de familia condenada a prisión. ¿Si la situación de abandono justifica conceder un derecho especial a la mujer para poder garantizar los derechos del niño, por qué no se justifica una medida similar en aquellos casos en que los menores dependen, no económicamente, sino para su salud y su cuidado, de un hombre? El legislador no abordó esta cuestión, pues su preocupación era un problema social de gran envergadura, a saber: el número considerable de mujeres cabeza de familia en prisión. Este caso parte del reconocimiento del papel fundamental de la madre en la crianza de los hijos, sobre todo los de corta edad. Por otro lado, supone una aceptación de los señalamientos acerca de los efectos nocivos que la cárcel tiene sobre los menores de 4 años, cuestionando de esta forma la única “solución” que preveía la Ley 24.660, consistente en el encierro de los hijos junto a sus madres. La nueva regulación resulta mucho más razonable, al disponer la salida de la cárcel de la madre, en vez del ingreso de su hijo.23 Es aquí mi mayor cuestionamiento e indefectiblemente me lleva a hacer un análisis sociológico del tema que traigo a debate. 23 http://www.ppn.gov.ar/?q=info-arresto-domiciliario 9 El prejuicio que sigue recayendo sobre las mujeres, de que están “naturalmente” llamadas a encargarse de la crianza de los hijos y a realizar las labores domésticas, el estereotipo reflejo en el caso de los hombres es que su lugar está en las actividades de provisión de sustento realizadas en la esfera pública y, por lo tanto, los asuntos del hogar y el cuidado de los menores no son un asunto “para ellos”, ni siquiera en el caso de los hijos propios. No existe razón para no contemplar una medida de protección para los niños de un padre cabeza de familia. Parece ser que el legislador no tuvo en cuenta esta situación. Ahora bien, quiere ello decir que no se cumple siquiera con el primer requisito que se demanda de una norma al analizar su razonabilidad, pues la medida no está encaminada hacia algún fin legítimo. Nada justifica proteger a unos menores y desproteger a otros en las mismas condiciones, tan sólo porque el sexo de la persona cabeza de la familia a la cual pertenecen es distinto. 3- ¿QUÉ NOS DICE LA JURISPRUDENCIA? Luego de hacer un análisis exhaustivo de las decisiones judiciales en cuanto al otorgamiento de la prisión domiciliaria, entiendo que hay que destacar la labor de aquellos que más allá de lo que nos dicta la norma penal, han solicitado al juez competente, el otorgamiento del arresto domiciliario en los casos en los que el hombre, condenado a prisión, padre de familia, entendían les corresponde tal beneficio.24 Sin perjuicio de lo que hayan resuelto los jueces competentes de la causa, en relación a la correspondencia o no de su otorgamiento, ya sea por razones de protección a la salud o bienestar del menor, entiendo que el derecho a pedir el arresto domiciliario corresponde de igual manera a cualquiera de los progenitores. La conducta reprochable o no de los padres y madres en relación a sus hijos no tiene que ver con el sexo que tengan. Las situaciones de descuido o de amor hacia los niños, no reconoce fronteras de género.25 Lo verdaderamente problemático, es que si hacemos un análisis estadístico, cuantitativamente notamos cuán mayoritario es el número de solicitudes para acceder al arresto domiciliario por parte de mujeres en relación al pedido que realizan los hombres. Esto proviene, en parte, de que la propia norma nos está discriminando quienes están legitimados a pedirlo. Y, por otro lado, que todavía culturalmente, no se logra reconocer que tanto hombres como mujeres cumplen un rol social activo pero también pasivo en la sociedad. Y que no debemos escasillar en compartimentos estancos al sexo femenino como actor del ámbito privado y al masculino como actor del ámbito público. A la postre, lo que verdaderamente los jueces penales deberán tener en cuenta en el caso concreto es el interés superior del niño o persona discapacitada, más allá de quien solicite el arresto domiciliario. En este sentido, la jurisprudencia argentina, se ha destacado en sus sentencias, y ha analizado los pedidos de arresto domiciliario sin hacer diferencias de género. 24 CNCAS. PEN., SALA I, 21-11-2011, “Ojeda, Cecilio Antonio s/ Rec. De Casación”, c. 15.004, reg. 18853.1 (www.pjn.gov.ar) ; CNCAS. PEN. SALA IV, 9-11-2011, “Herrera, Raúl Patricio s/ Rec de queja”, c. 14.292, reg. 15871.4 (www.pjn.gov.ar); CNCAS. PEN., SALA II, 24-05-2011, “Aranda, Omar Antonio s/Recurso de Casación”, c. 13.142, reg. 18524.2 (www.ojn.gov.ar) 25 CNCAS. PEN, SALA III, 9-08-2011, “Ortiz, Olga s/Rec. De Casación”, c. 14.078, reg. 1096.11.3 (www.pjn.gov.ar); CNCAS. PEN., SALA III, 2-6-2011, “Guimenez, María del Carmen S/ Rec de casación”, c.13.412, reg. 715.11.3. (www.pjn.gov.ar) 10 CONCLUSION El tema que traje a debate demuestra la ficción que todavía gira en torno al principio de igualdad ante la ley de todos los miembros de una comunidad. Y especialmente cómo se vulneran los derechos de los individuos sean del sexo que fueren. El legislador puede adoptar medidas de protección de personas que integran grupos respecto de los cuales la Constitución, expresamente, establece un mandato de apoyo especial, sin que ello desconozca el principio de igualdad. Hombres y mujeres nacen libres e iguales y deben recibir el mismo trato y gozar de los mismos derechos y oportunidades, según lo reconoce nuestra Constitución. La medida a favor de las mujeres en el otorgamiento de la prisión domiciliaria, también debió extenderse a los hombres, ya que lo que prima es el interés superior del menor o persona discapacitada. Por ende el individuo que reclame este derecho debe demostrar que, en verdad, brindará el cuidado y el amor que los niños requieran para un adecuado desarrollo y crecimiento. Para que la respuesta a esta cuestión sea exitosa, debería darse una modificación legislativa. Mientras esto no suceda, nos queda seguir confiando en los jueces penales del nuestro país que tan ardua tarea les compete al tener que aplicar criterios razonables y objetivos que justifiquen sus decisiones. La normativa vigente en nuestro país es el principal factor de desigualdades, pero soy una convencida de que, además de la mencionada tarea jurisprudencial, gracias a las luchas sociales actualmente generadas se va a edificar el “siglo de la igualdad” y vamos por un camino victorioso. 11 BIBLIOGRAFÍA DE LA RÚA, op. Cit. , p.143; NEUMAN, p. 130. BINDER, ALBERTO (1997): Política criminal, Derecho, Pena y Sociedad democrática. Buenos Aires. Ed. Ad Hoc. BOAUVENTURA DE SOUSA SANTOS, La persistencia histórica del patriarcado * Doctor en Sociología del Derecho; profesor de las universidades de Coimbra (Portugal) y de Wisconsin (EE.UU.). Traducción: Javier Lorca. 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