UNIDAD III EL HECHO RELIGIOSO CRISTIANO: CRISTOLOGIA- ECLESIOLOGÍA. SACRAMENTOS INTRODUCCIÓN Después de hacer profundizado en el hecho religioso como experiencia antropológica y de recorrer el camino del Pueblo de Israel donde Dios se va revelando progresivamente al hombre dentro de su realidad cotidiana de caminante, en esta Tercera Unidad va a encontrarse con Jesús de Nazaret que es el culmen de la revelación, Dios que se hace hombre asumiendo toda la realidad humana menos el pecado y quien da sentido a nuestro diario vivir. Es fundamental partir afirmando que la Cristología nace dentro de la primera comunidad cristiana de la necesidad de responder a una serie de preguntas que les ha planteado su convivencia con Jesús y de hacer transmisible la experiencia de Dios que han vivido con él, a las comunidades a quienes llevan la buena nueva cristiana. Nace pues de una experiencia profunda .Los interrogantes que se planteó esta primera comunidad se podrían formular así: ¿Quién es Jesús que Dios se ha comprometido totalmente con él por la resurrección? ¿Por qué Jesús se comprometía con sus actitudes haciendo presente una historia de salvación? ¿Qué espíritu comunicaba Jesús al hombre que lo llevaba a un cambio total en sus valores? En la Iglesia, “Nuevo Pueblo de Dios”, fundada por Jesús bajo el cimiento de los apóstoles, es el ámbito donde el creyente vivencia su experiencia de fe, en comunidad, y se compromete a ser testigo de ella en su ambiente familiar, socia y profesional. Los Sacramentos son medios de salvación que ofrece la Iglesia al creyente para proyectar su fe en medio de la comunidad. Se enfatiza en la temática acerca la novedad de los sacramentos, se presenta en forma sucinta cada uno de los 7 sacramentos y se le plantean retos al cristiano frente a la vivencia de los ellos 55 3.1 LA CRISTOLOGÌA COMO EJE ARTICULADOR DE LA EXISTENCIA HUMANA ¿Quién es Jesús? ¿Quién es este hombre que se atreve a anunciar un mundo nuevo, un renovado modo de vivir? ¿Qué hay detrás de su mirada? ¿Qué guarda en su corazón? Estos y otros interrogantes se plantean todo aquel que, de alguna manera, se inquieta por conocer y profundizar en Jesús de Nazaret. Sin embargo, aún después de escuchar sus palabras y seguir sus pasos, se estará siempre a la puerta del misterio y se llegará a esta conclusión: Jesús es el hombre que rompe todos los esquemas. De todas maneras vale la pena hacer un esbozo que resalte los rasgos fundamentales de Jesús. PROPÓSITOS Reconocer los rasgos fundamentales de la persona de Jesús a través de las actitudes y actuaciones que aparecen en los relatos evangélicos Identificar los fundamentos bíblicos del Reino de Dios Describir los aspectos fundamentales del Reino de Dios tal como aparecen en la predicación y práxis de Jesús Reconocer los milagros de Jesús como señales de la presencia del Reino Describir el Reino como una realidad oculta que se expresa en parábolas Especificar las antinomias del Reino para entenderlo desde la óptica de Jesús Precisar las exigencias que la Buena Nueva del Reino plantea al cristiano de hoy. LOGROS Reconoce los rasgos fundamentales de la persona de Jesús a través de las actitudes y actuaciones que aparecen en los relatos evangélicos Identifica los fundamentos bíblicos del Reino de Dios Describe los aspectos fundamentales del Reino de Dios tal como aparecen en la predicación y práxis de Jesús Reconoce los milagros de Jesús como señales de la presencia del Reino Describe el Reino como una realidad oculta que se expresa en parábolas Especifica las antinomias del Reino para entenderlo desde la óptica de Jesús Precisa las exigencias que la Buena Nueva del Reino plantea al cristiano de hoy. 56 3.1.1 Una aproximación a la persona de Jesús ¿Quién es Jesús? Quién es este hombre que se atreve anunciar un mundo nuevo, un renovado modo de vivir? ¿Qué dice y hace Jesús? Estos y otros interrogantes se plantean todo aquel que, de alguna manera, se inquieta por conocer y profundizar en la persona de Jesús. A continuación despejaremos algunos de estos interrogantes Jesús y su entorno: El amor por la naturaleza es evidente en su predicación: la observa, la admira, la respeta y se vale de ella para predicar la Buena Nueva. Así, la siembra de los campos, el crecimiento de la semilla, la recolección de los frutos le atraen; hay muchas imágenes tomadas de ese medio ( Cf. Mc.4,3; Mt. 6,26, Mc. 4,28, Jn. 10,3.) Jesús enseña, predica, a parir de la realidad cotidiana, de la experiencia diaria y se apoya en ella. Veamos algunos ejemplos: “Nadie echa vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos. Si no que el vino nuevo, en pellejos nuevos” ( Mc.2,22); “ Buena es la sal, más si se vuelve insípida, ¿ con qué la sazonaréis” ( Mc. 9,50) . También se pueden confrontar otros textos: Mc. 4,21; Mt. 6,19... Igualmente conoce la vida del pastor que cuida de sus ovejas, sabe de la mujer que barre la casa, prepara la masa con la levadura. Este sentido por lo cotidiano y el entorno hace que el evangelio sea apreciado y comprendido por la gente sencilla. Jesús Maestro y profeta El primer titulo que sus contemporáneos le dan a Jesús es el de Maestro. Así le llamaron antes de oírle hablar, los primeros discípulos: “ Maestro, dónde vives? “ De esta forma lo menciona la gente que se admira de sus enseñanzas” (Mt.7,28) Con este título de respeto le tratan con alguna frecuencia los fariseos ( Mt.9,11) De la misma manera se dirigen a El sus íntimos: “ El Maestro está ahí y te llama” ( Jn. 11,28); Con esta denominación lo designan con frecuencia sus apóstoles( Mt.26,25; Mt. 26,46). Jesús acepta con normalidad este título, que usa en su predicación: “No está el discípulo por encima del maestro “ ( Mt.10,24). Reconoce, incluso que es título le es debido: “Vosotros me llamáis maestro y señor, y decid bien, porque lo soy” . ( Jn. 4,19) Sólo en una ocasión trata de quitar a esa palabra todo lo que pueda encerrar de orgullo y poder: “Ved cómo los fariseos gustan ser llamados Rabí por los hombres. Pero vosotros no os hagáis llamar Rabí, porque uno sólo es vuestro maestro, el Mesías” ( ( Mt.23,7) 57 Así mismo es percibido como profeta: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros” ( Lc. 7,16) La Samaritana se impresiona al darse cuenta cómo Jesús conoce su vida y le dice: “ Señor veo que eres un profeta” ( Jn. 4,19) Existen muchos otros textos que se refiere al profetismo de Jesús ¿Jesús aceptó el título de profeta que la gente le daba? Es posible, pero no existe ninguna precisión al respecto. En efecto , Jesús explica la incredulidad de los nazarenos diciendo que “ sólo en su tierra, en su casa crece el profeta de prestigio” ( Mt.13, 57) y más tarde comenta con sus discípulos que no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén ( Cf. Lc.13,33) .Jesús, como los antiguos profetas tienen la misión de transmitir la palabra divina y de enseñar a los hombres a percibir el alcance de los acontecimientos; pero se diferencia de ellos por el modo de realizar su misión; Jesús habla en nombre propio, transmite, lo que ha oído a su Padre, pero lo anuncia como propio: “ Pero en verdad os digo...” ( Jn. 5,19; 6, 26) En síntesis, se puede afirmar que la figura de Jesús como Maestro y Profeta, además de apoyarse en lo que estas funciones significaban normalmente en su tiempo, le da una visión nueva y una autoridad mayor. Jesús, fiel a su misión La personalidad de Jesús está también marcada por la fidelidad a su misión. Es uno de los rasgos más significativos que presenta el Evangelio. Jesús tiene una meta, un ideal, una entrega y es consecuente hasta el final. Nada le aparta de su misión, ni los fracasos, ni las incomprensiones, la soledad, el alejamiento de sus amigos y discípulos, la cruz, ni – sobre todo- la tentación que lo acosa a través de su vida pública para utilizar el poder divino en la realización de su misión, y no la vía de la kenosis. Jesús posee una conciencia clara y creciente de la misión que le había sido encomendada por su Padre. Su postura crítica frente a las autoridades, su libertad frente a la ley, todo ello no es más que una consecuencia de su dedicación a la opción radical asumida desde el principio. Jesús hombre libre Hay un rasgo que se destaca con una fuerza extraordinaria en la vida de Jesús: su libertad. Libertad rica en matices y que es quizás, la clave de la fascinación que ejerce Jesús sobre quienes lo rodean. Se manifiesta en su autonomía para actuar, hablar, tomar posiciones, criticar.. 58 Jesús demuestra una gran libertad frente a las clases dominantes. No se deja amedrentar por Herodes (Lc. 13,31-33) , ni por quienes lo amenazan constantemente de muerte (Jn. 7,1-10) El texto del Evangelio de Juan sintetiza esa actitud permanente mediante un aforismo que excluye la posibilidad de un Jesús temerario o ingenuo: “ Nadie me quita la vida, yo la doy libremente” (Jn. 10,18) Ante la ley judía manifiesta respeto y libertad. Rechaza el ritualismo como criterio absoluto; algo más importante que las abluciones antes de comer, es purificar el corazón humano. Vale más compartir el pan con el hambriento que ayunar. Así como no se deja condicionar por las instituciones judías, tampoco se deja coaccionar por las presiones de su propia familia. Igualmente, con la misma libertad elige a sus discípulos entre gente mal vista. La libertad de Jesús está íntimamente relacionada con el anuncio del Reino. Antes de ser tema de su predicación, la libertad y liberación, encuentra expresión concreta en su misma persona, en su dinamismo creador y en su originalidad. Jesús es profundamente libre, por eso, su palabra y su acción suscitan libertad allí donde se hace presente 3.1.2 El mensaje de Jesús: el Reino Jesús comienza su predicación en Galilea diciendo: " El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca(Mc.1,15). Es un grito de júbilo que sólo puede entender un pueblo que lleva mucho tiempo esperando que se cumpla la promesa. Jesús está convencido de tal manera de la proximidad del reinado de Dios que no puede dejar de pregonarlo y de hacerlo anunciar a sus discípulos. A estos les dice que lo dejen todo, las redes o la mesa de cobrar impuestos y que otros se encarguen, si es preciso, de enterrar a los muertos, pero que ellos le sigan sin demora y se pongan al servicio del Evangelio. Este pregón va dirigido a todos. Jesús anuncia el Reino a todo el mundo, pero advierte: " Quién tenga oídos para oír, que oiga, pues sabe muy bien que muchos miran y no ven, oyen y no entienden, ya que no quieren convertirse de sus pecados (Mc. 4,12) Este mensaje para todos los que escuchan, acogen, el Evangelio y lo ponen en práctica. ( Lc. 14,15-24) Siendo este tema central dentro de la Cristología, se profundizará, presentando primero, su fundamentación bíblica, luego las características del Reino predicado por Jesús; se subrayará el sentido de los milagros y las parábolas, vistos desde la óptica del Reino, para terminar explicitando las exigencias que plantea la predicación de Jesús para el cristiano de hoy. 59 3.1.2.1 El Reino en el Antiguo Testamento Aunque el Reino de Dios hace relación directa a Cristo, no obstante, se encuentra presente en toda Sagrada Escritura, a lo largo de la cual se descubre una misma línea de significado con diversos matices. A continuación se describirá cómo se ha entendido desde los albores del pueblo de Israel hasta la primitiva comunidad cristiana. La aclamación de los israelitas en su salmos “Dios reina” (Sal. 93), de la que Jesús hace eco en la proclamación del Reino (Mt 4,17), contiene el meollo del mensaje bíblico. La dominación real de Dios abarca toda la historia de la salvación: Dios hace efectiva su realeza, que ejerce desde al creación, en su designio de salvación. La soberanía de Dios se convierte en punto de partida de la religión revelada. La soberanía divina era una idea común a todas las religiones del antiguo Oriente; sin embargo, aunque los primitivos grupos semitas hayan calificado con títulos reales a sus divinidades, nada de eso aparece en Israel antes del siglo XI, época de la fundación de la monarquía. La idea del Reino de Yahvé viene expresada en Israel con otros términos, especialmente bajo la idea de pacto y de elección. En el siglo XI a.C. Israel, cansado de la anarquía, reclama por jefe a un rey; su soberanía está subordinada a la realeza de Yahvé. La monarquía en Jerusalén se convierte en el trono regio de Yahvé sobre Israel. En el templo salomónico, el Arca de la Alianza, se considera como trono y asiento de Dios (1, Rey 8,6). Yahvé es, pues, Rey de Israel; poder que tiene asiento en el mundo y en la historia; que no sólo abarca a Israel, sino que se extiende a todos los demás pueblos. Esa convicción del carácter universal del Reino de Yahvé es para Israel consecuencia de su monoteísmo y de su fe en Dios creador. En el período profético, del cual obtiene Jesús las categorías para comprender lo que es el Reino de Dios, existe una respuesta clara a la pregunta sobre lo que realmente ocurre cuando Dios reina. Dios es un Dios amoroso, no es condenador sino amor. Por ello Yahvé aparece como Padre cariñoso (Os 11,1), esposo fiel (Os 2,18), como madre que consuela (Is 66,13). Yahvé no ha abandonado a su pueblo: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido” (Is 49,15). 3.1.2.2 El reino en el Nuevo Testamento La esperanza del reino mesiánico en Israel en tiempos de Jesús 60 La opinión dominante y al mismo tiempo usual, era que Dios enviaría al MesíasRey, al Hijo de David y por su medio restauraría el Reino de Israel, según el antiguo esplendor de la alianza de las doce tribus, libres del dominio extranjero y de la miseria, pero también purificadas por un servicio fiel al Señor a través del exacto cumplimiento de la Ley. Sin embargo, esta expectativa en la línea de una liberación política, tiene también una connotación religiosa. El cántico de Zacarías (Lc 1, 71-75), es un ejemplo de ello. Allí se habla de una liberación de los enemigos para luego servir al Señor en “santidad y justicia todos los días de nuestra vida”. Todos los grupos de la época coinciden con este objetivo religioso, aunque mantengan sus diferencias en otros aspectos. Así, los Fariseos, no conciben el Reino de Dios como una realidad trascendente, sino como una plenitud de Israel actual. Se trata de una concepción nacionalista sin ninguna visión de futuro. Caen en el peligro de desconocer la sobrenaturalidad de la obra de Dios y mantenerse únicamente en el plano temporal. Por lo tanto, para este grupo, el Reino de Dios se fundamenta en el cumplimiento, aquí y ahora, de la voluntad de Dios, expresada en la ley. Una nueva revelación de Dios no se puede esperar. Todo depende del cumplimiento de la ley. Así que, los incultos, los ignorantes, los que desconocen la ley son una desgracia para Israel, porque arruinan el destino del país. Los zelotas se creen obligados a combatir con as armas a los opresores extranjeros que oprimen al pueblo de Dios; se fundamentan para ello en la concepción que tienen del Reino como instauración del poder de Yahvé en Israel. Los evangelios son los mejores testigos de la esperanza en el Reino mesiánico de Israel. El texto de los hijos de Zebedeo (Mc 10, 35-40) refleja las esperanzas terrenas. Anhelan estar en los mejores puestos cuando triunfe Jesús como Rey mesiánico. Simón Pedro intenta apartar a Jesús del camino de la pasión (Mc 8,32); no acepta compaginar cruz-reino. La gente esperaba que el Reino apareciera de un momento a otro (Lc 19-11). Dentro de su manera de concebir el Reino, le parecía lógico querer hacer rey a Jesús (Jn 6,15). El “buen ladrón” le expresa a Jesús en la cruz que lo tenga en cuenta cuando tome posesión de su Reino (Lc 23,42). Jesús realiza el Reino “La alborada del tiempo mesiánico acontece por la palabra y obra de Jesús. Su presencia significa la llegada del Reino de Dios. Él, en persona, es el misterio del Reino de Dios. En su predicación inaugural en Nazaret puede decir, tras leer el texto profético: “hoy se han cumplido ante vuestros oídos estas palabras de la 61 Escritura. “Si expulsa los demonios con el dedo (con el Espíritu) de Dios, entonces ha llegado el Reino” Esta es la hora prometida por los profetas y que tienen ahora su cumplimiento. “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios” (Mt 11,5). Todo esto ocurre ahora con Jesús. Con su venida está llegando, de modo oculto, el Reino de Dios. Orígenes resumió esto, diciendo que Jesús es el Auto-Basilea; pero es mejor decir que Jesús es la llegada del Reino de Dios en la figura del ocultamiento, la humillación y la pobreza. En él se hace palpable lo que quiere significar el Reino, en él se revela ese Reino. Con su palabra y acción, Jesús acerca y posibilita su llegada. El Reino en la predicación de Jesús En la predicación de Jesús se encuentra el pleno cumplimiento del mensaje de la soberanía de Dios, que ha tomado cuerpo a lo largo del Antiguo Testamento. Este tema no sólo constituye el centro de su mensaje sino que incluso, sus acciones-milagros y curaciones- son signos de esta soberanía de Dios, presente ya entre los hombres. Jesús incorpora a su Buena Nueva lo que hasta entonces se había dicho del Reino, pero además enseña algo nuevo: su vida y su misión se identifican con el Reino. Los evangelistas atestiguan la proclamación del mensaje del Reino desde los comienzos de la predicación de Jesús. Así, Marcos, lo coloca en los mismos orígenes, condensando en breves palabras lo que ha de ser el contenido de su predicación: cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la Buena Noticia: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1, 14-15). En el evangelio de Mateo, después del pasaje de las tentaciones de Jesús y ante el anuncio de la detención de Juan, Jesús proclama por primera vez la Buena Nueva con estas palabras: “Convertíos, porque el Reino de los cielos ha llegado” (Mt 4,17). “Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt 4,23; 9,35). Lucas coloca a Jesús en Nazaret y Cafarnaún, después de las tentaciones y sus palabras en relación con su ministerio fueron semejantes a las de los otros evangelistas: “Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando y, llegando donde él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero él les dijo: también a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado” (Lc 4,43). 62 La misma misión que Jesús ha recibido es la que confiere a sus discípulos: proclamad el Reino de Dios. “Convocó a los doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego les envió a proclamar el reinado de Dios y a curar los enfermos” (Lc 9, 1-3). Así, pues, el Reino de Dios está en labios de Jesús y de los discípulos desde los comienzos de la predicación, constituyéndose en el tema central y el marco que encierra las otras verdades. 3.1.2.3 Características del Reino predicado por Jesús Universalidad del Reino Jesús anuncia el Reino a todos los hombres; con él adquiere claridad la dimensión universal del Reino. Jesús se dirige a todos sin excepción en su anuncio del Reino. Le es totalmente ajena la idea de un pequeño resto enfatizado en tiempo de los profetas (Is 4,3), que se mantuvo en el judaísmo tardío y adquirió gran importancia, en tiempo de Jesús, entre los fariseos y los esenios. Este carácter universal queda acentuado en la promesa que hace Jesús a todos los pueblos (Mt 8,11), y presente también en la obligación de evangelizar a todos los hombres (Mc 13,10) y en la descripción que hace del juicio final, cuando todos se congreguen ante el trono del Hijo del Hombre (Mt 25, 31-46). Con Jesús se manifiesta el carácter religioso del Reino. La expectación del pueblo judío acerca de un Reino y de un Mesías temporales, queda truncada reiteradamente por Jesús. Tras la multiplicación de los panes acordaron proclamarle rey, pero él se retiró a la montaña (Jn 6,15), porque, aunque ciertamente lo era, su Reino no es de este mundo (Jn 18,36s). Sin embargo, el Reino de Dios no es exclusivamente espiritual o fuera de este mundo como muchos piensan, es la totalidad del mundo material, espiritual y humano ahora introducido en el orden de Dios. El Reino es un don del Padre El Reino de Dios “viene”. Con esto se quiere dar a entender que es una realidad divina. La iniciativa es de Dios, Él mismo se acerca al hombre. Jesús piensa en la presencia de Dios más plena, más personal, más actual, más perfecta, cuando habla del Reino. 63 No es e hombre el que hace que el Reino venga. El Reino se pide o se desea (Mt 6,10), no se crea, ni tampoco se adelanta su venida con esfuerzos (Mc 4, 26-29; Mt 11,12); el Reino es dado (Lc 12,32) y dejado en herencia (Lc 22,29; Mt 25,34); pero exige compromiso y creer en él (Mc 1,15) dejando que Dios obre. Ante este ofrecimiento del Reino, el hombre no puede quedar pasivo, debe realizar el esfuerzo de aceptarlo y recibirlo como el mayor regalo. Hay que entrar en él (Mt 19,12), alcanzarlo, hacerse violencia para arrebatarlo (Mt 11,12), buscarlo (Mt 6,33). Por eso mismo unos están más cerca que otros de él, unos pueden impedir a otros la entrada a él (Mt 23,13). A lo largo de todo el evangelio hay una enorme insistencia en este aspecto: el hombre debe estar dispuesto, preparado, vigilante para su venida. Dimensión soteriológica La originalidad de Jesús no consiste no sólo en haber predicado el mensaje del Reino de Dios, sino en haberle dado una dimensión salvífica. Con su anuncio, promete el cumplimiento de todas las ansias, esperanzas y anhelos del hombre en orden a un cambio fundamental de todas las situaciones. La esperanza primigenia que asumieron los profetas del Antiguo Testamento, en el sentido que en el tiempo de la redención, cuando llegue al Reino de Dios, acabará todo dolor, todas las lágrimas y toda la angustia, se lo apropió Jesús: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muerto resucitan, a los pobres de les anuncia el mensaje de salvación” Lc 7,22ss). La llegada del Reino se aguardaba como liberación del injusto señorío de los hombres, la justicia de Dios debía imponerse; el Reino era la personificación de la esperanza de salvación. El mensaje de Jesús sobre la llegada del Reino tiene que entenderse en el horizonte de la pregunta, que la humanidad se hace acerca de la paz, la libertad, la justicia, la vida. Un rasgo muy característico de la predicación de Jesús es el anuncio de la salvación. El Reino es para él, en primer lugar, la realización de la voluntad salvífica de Dios. Su predicación es un mensaje de salud, alegría y paz. Hay algunas diferencias entre la predicación de Jesús y al de Juan Bautista. El mensaje del precursor es un llamamiento a la conversión y si ésta se da, promete la futura liberación; Jesús anuncia la salvación como ya presente y eficaz, aunque todavía no plena y perfecta. Además se encuentra otra discrepancia. La llamada de Jesús a la penitencia tiene un sentido nuevo en relación con la del Bautista, porque el hoy de la salvación del Reino de Dios, la hora de la salvación es distinto del fuego del juicio final anunciado por Juan. Convertirse significa ahora alcanzar la salvación presente ya y darlo todo por ella. “El Reino de los cielos es semejante 64 a un tesoro escondido...” y también “el Reino de los cielos es semejante a un mercader que busca perlas preciosas...” (Mt 13,45). Dimensión escatológica del Reino Jesús utilizó el concepto de Reino en un sentido escatológico, designando la revelación última y definitiva de la gloria de Dios. Es precisamente este carácter de urgencia, la peculiaridad del mensaje de Jesús sobre el Reino: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca” (Mc 1,15). El concepto de Reino de Dios en labios de Jesús sobrepasa el sentido que tenía en el Antiguo Testamento; lo entendía como la acción rectora de Dios sobre Israel y el mundo. Jesús da un cambio a esta esperanza; anuncia que su cumplimiento se da ahora, en la historia presente. El momento aguardado por tantas generaciones en el pueblo de Israel ha llegado: “¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis pero no lo vieron y oír lo que vosotros oís pero no lo oyeron” (Lc 10, 23-24). Dimensión ética del Reino El Reino de Dios toca directamente a las personas; de ellas se exige una conversión que significa: mudar el modo de pensar y actuar en el sentido de Dios. El discípulo que acepta el don del Reno responde a él con una conducta determinada. Es la dimensión ética del Reino. Por eso Jesús comienza predicando: “convertíos, porque ha llegado el Reino de los cielos” (Mt 3,2). 3.1.3 Los signos de Jesús y el Reino Los milagros de Jesús son signos del Reino de Dios que irrumpe en la historia. Su llegada significa el desmoronamiento del dominio de Satanás. Ambas realidades van juntas: “Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (Mt 12,28). El poder del demonio se caracteriza por su enemistad por la creación y por la dominación alienadora de hombre... Donde se recupera la comunión con Dios, donde se implanta el Reino de Dios, las cosas vuelven a enderezarse y el mundo a ser salvado. Los milagros dicen que esta salvación no es solamente espiritual, sino que afecta a todo el hombre, llegando a su dimensión corporal, social, ética, etc. Los milagros son signos del envío y poder de Jesús. Es, no sólo el Mesías de la palabra, sino también el de la acción, pero jamás realiza portentos por pura demostración de su poder mesiánico, inclusive rechaza expresamente milagros por llamar la atención (Mt 12,38s; 16 Is; Lc 11,29s). Estos son signos de cómo 65 quería Jesús que se entendiera su potestad; no desea que se interpreten al modo del poder humano, de la apariencia externa, de la fama. Jesús no quiere “show”. El verdadero sentido de los milagros de Jesús se puede entender desde estas perspectivas: Se presenta como cumplimiento de la promesa hecha en el pasado. Los milagros tienen que liberar al hombre para dar una respuesta a Jesús. Los milagros de Jesús son signos para la fe. El milagro debe levar a la fe; es decir, debe provocar la pregunta: “¿Quién es éste?” (Mc 4,41). 3.1.4 Jesús predica el Reino en parábolas El Reino es la realidad oculta, cuya única forma de ser expresada es mediante parábolas, de las cuales se sirve Jesús. Estas comparaciones son típicamente galileas. En ellas se describe toda la vida cotidiana que rodea a Jesús durante sus primeras predicaciones. Se ve a los labriegos que siembran y siegan mientras él predica, se descubre a los mercaderes que trafican, a las mujeres que preparan el pan, a los criados que van y vienen al servicio de sus amos. Todo es sencillo y luminoso en estas páginas, aunque tampoco falta la sombra perversa del enemigo que siembra la cizaña. Este método, utilizado por Jesús para comunicar su doctrina, era común entre los rabinos de su tiempo, aunque J. Jeremías sostiene que no sea halla ni una parábola antes de Jesús (Jeremías, J. Las parábolas de Jesús). Se puede decir que en las parábolas se encuentra el núcleo de su mensaje. Gran parte del tema sobre el Reino narrado en los sinópticos, viene expresado a través de estas comparaciones, ya sea en forma explícita o implícita. Connotaciones de las parábolas Presencia de Reino Cuando los fariseos formulan la pregunta ¿cuándo llegará el Reino de Dios? Están esperando de Jesús una descripción de los acontecimientos que les revele su llegada. Él les responde de forma inesperada: El Reino de Dios está en medio de vosotros. No vendrá en forma espectacular aunque opera una renovación total. Cristo anuncia el Reino con su persona, pero los judíos no supieron reconocer esta presencia en medio de ellos: “¡Hipócritas! sabéis explorar el aspecto de la tierra y el cielo y ¿cómo no exploráis, pues este tiempo?” (Lc 12,56). 66 Por tiempo se entiende un momento que trae una acción salvífica gratuita, a la vez conlleva exigencias morales y se cumple con la llegada del Reino. De igual forma se indica la presencia de este tiempo ante la pregunta que le hacen a Jesús de por qué sus discípulos no ayunan mientras los de Juan y los fariseos sí lo hacen (Mc 2,18); él da la respuesta en este interrogante: ¿Pueden ayunar los invitados durante la boda? Ya que en lenguaje simbólico oriental boda es una imagen del tiempo de salvación; Cristo se presenta como el novio, el que trae los bienes salvíficos. En esta misma línea se sitúa el significado de la parábola del “paño nuevo y del vino nuevo en odres viejos” (Mc 2,21). Exigencias del momento La presencia del Reino lleva al hombre a una decisión; esto es lo que muestran las parábolas del Reino. Por ejemplo “la de la puerta estrecha” (Lc 13,24-28), habla de la urgencia del momento presente y de las exigencias que trae consigo para aquel que quiera participar de él. “La del rico y el pobre Lázaro” (Lc 16, 19-31) señalan que la condenación del rico sucede porque se ha apropiado de las riquezas haciendo caso omiso de la urgencia del Reino. Las exigencias que trae la participación en el Reino vienen significadas en el “traje de boda” (Mt 22, 11-13). La parábola de las “diez vírgenes” (Mt 25, 1-13) está referida a la segunda venida de Cristo; se habla en ella también de la necesidad de la preparación para participar en el banquete (Reino). La seriedad del momento que trae la llegada del Reino, exige una preparación personal e inaplazable. La actuación de Dios La bondad ilimitada de Dios, viene manifestada en una serie de parábolas que describen cómo, a pesar de la fragilidad del hombre, Dios sigue siendo bondadoso con él. En la parábola del “pan y del pez” (Mt 7, 9-11), se muestra a Dios como Padre que concede aquello que se le ha pedido. De la misma forma, en la del “juez inicuo y la viuda” (Lc 18, 1-8), se insiste en la necesidad de la oración, es decir, de la confianza de Dios. A pesar de las dificultades que se presentan, Dios no fallará porque es infinitamente bueno. La parábola del “amigo importuno” (Lc 11, 5-8) vuelve a insistir en la necesidad de la perseverancia en la oración. Dios siempre concede lo que se le pida, pero no de modo mágico, sus dones son gratuitos y Él es soberano y libre. La bondad del Señor también se manifiesta en las parábolas de la misericordia: Jesús ha venido a estar no al lado de los justos, sino de los pecadores. “La parábola de la “oveja pérdida” (Lc 15, 3-7) muestra la alegría que produce en el 67 cielo la conversión de un pecador; en el mismo sentido se presenta la de la “dracma perdida” (Lc 15, 8-19). Finalmente se muestra la actuación de Dios en las parábolas tales como la del “hijo pródigo” (Lc 15, 11-32) en la que el protagonista es el padre que se adelanta a reconocer al hijo y le recibe con amor. La alegría del Padre, como en las anteriores parábolas, es inmensa, pues ha recuperado al hijo que había perdido. Este es el pensamiento fundamental de las parábolas: el amor gratuito y sin límites de Dios para con los pecadores. 3.1.5 Antinomias del Reino El Reino y el dinero La ambición de las riquezas es diametralmente opuesta a la búsqueda del Reino. Dios y el dinero son como dos amos. Si se ama y se sirve a uno de ellos, hay que rechazar necesariamente al otro (Mt 6,24; Mc 4,19). N hay componenda posible, ni posición intermedia. El Reino y el prestigio En síntesis, el Reino de Dos, será una sociedad en la que no haya ni prestigio, ni división de las personas en inferiores y superiores. Todo el mundo será amado y respetado no por su educación, su riqueza, su linaje, su autoridad, su rango, su virtud u otras cualidades parecidas, sino porque, al igual que cualquier otro, es una persona. Para algunos resultará difícil imaginar cómo será ese Reino, pero para quienes nunca han gozado de ningún privilegio, y para aquellos que esto carece de valor, entenderán con suma facilidad la realización plena que supondrá la vida en dicha sociedad. Los hombres que no pueden soportar el que se les trate como iguales a los mendigos, a las prostitutas, a las criadas, y a los niños que no son capaces de vivir sin sentirse superiores a otros, sencillamente no se sentirán a gusto en el Reino de Dios tal como Jesús lo concibe. Ellos mismos se excluirán de él. El Reino y el poder La última diferencia entre el Reino de Dios y el reino de Satán se refiere al poder. Toda sociedad ha de tener una estructura, y ésta siempre tendrá algo que ver con el poder. En tiempo de Jesús éste era concebido como dominación y opresión, mientras que en el contexto del Reino de Dios se entiende y vive como servicio y libertad. Jesús lo expresa del siguiente modo: 68 “Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mc 10, 42-45). Bibliografía básica Armendaris, L., El Reino de Dios, Sal Terrae, Santander, 1976 Bonkamm, G., Jesús de Nazaret, Sígueme, Salamanca, 1977 Charpentier, E., Para leer el Nuevo Testamento, Verbo Divino, Navarra, 1978 Charria, B., Jesucristo Ungido y liberador, Indo Americam Press, Bogotá, 1993 Espeja, J., La experiencia de Jesús, San Esteban, Salamanca, 1980 González, J.I., Acceso a Jesús, Sígueme, Salamanca, 1979 Kasper, W., Jesús el Cristo, Sígueme, Salamanca, 1979 Nolan, A., ¿Quién es este hombre?, Sal Terrae, Santander, 1981 Schnackenburg, R., Reino y Reinado de Dios, Fax, Madrid, 1974 Schillebeeckx, E., Jesús, la historia de un viviente, Cristiandad, Madrid, 1981 Sobrino, J., Cristología desde América Latina, Sal Terrae, Santander, 1982 69 3.2 EL NUEVO PUEBLO DE DIOS: LA IGLESIA ¿Qué es la Iglesia? ¿Quiénes la conforman? ¿Cuál es la novedad de su mensaje y de su vivencia? Estos y otros interrogantes se plantean todo aquel que, de alguna manera, se inquieta por conocer y profundizar la obra de Jesús y su fruto pospascual que es la Iglesia. Es hermoso conocer cono ha subsistido a lo largo de la historia gracias a ese Misterio que la constituye, fundamenta y la hace perenne en el tiempo. PROPÓSITOS Reconocer los rasgos fundamentales de la Iglesia, a través de las actitudes y actuaciones que aparecen en los relatos neotestamentarios y en los documentos de la Iglesia. Identificar los fundamentos bíblicos de la existencia eclesial Reconocer en los signos de los tiempos la presencia de Dios. Describir el Reino como una realidad oculta que se expresa y se realiza a través de la Iglesia Caracteriza las dimensiones o notas de la Iglesia Precisa los fundamentos eclesiales desde el Concilio Vaticano II y los documentos latinoamericanos Identificar los retos y desafíos que enfrenta la Iglesia en el mundo actual. LOGROS Reconoce los rasgos fundamentales de la Iglesia, a través de las actitudes y actuaciones que aparecen en los relatos neotestamentarios y en los documentos de la Iglesia. Identifica los fundamentos bíblicos de la existencia eclesial Reconoce en los signos de los tiempos la presencia de Dios. Describir el Reino como una realidad oculta que se expresa y se realiza a través de la Iglesia Caracteriza las dimensiones o notas de la Iglesia Precisa los fundamentos eclesiales desde el Concilio Vaticano II y los documentos latinoamericanos Identifica los retos y desafíos que enfrenta la Iglesia en el mundo actual. 70 3.2.1 Orígenes La fundación de la Iglesia tiende sus raíces en la experiencia pascual crística. Sin el acontecimiento pascual de Jesucristo no se podaría hablar de Iglesia. Ella se funda no como se entiende actualmente la fundación de una ciudad o lugar. La proclama de la fundación de la Iglesia es el acto pascual de Cristo y el hecho de que Dios hace presencia en el mundo de modo preferencial en ella, constituyéndola en su principal sacramento. Según los evangelios sinópticos la fundación tiene lugar en Pentecostés por ser allí donde los evangelios formalizan la acción misionera de la Iglesia a través de los discípulos y apóstoles. Según el evangelio de Juan la fundación se origina en el mismo momento de la muerte de Jesús en la cruz, él con su sacrificio se asemeja a una mujer en parto que da su vida por la nueva criatura; de igual modo Jesús ofrenda su vida en el ”parto pascual” para dar vida a la Iglesia 3.2.2 Modelos de comunidad La primitiva comunidad cristiana desde sus comienzos deja evidenciar la riqueza en la vivencia del kerigma, al constatarse un solo evangelio pero diversidad de formas comunales de vivirlo. Entre la variedad comunitaria sobresalen dos modelos de vida: el de Jerusalén y el de Antioquía Jerusalén. Comunidad de corte judaico, mas arraigada a los principios y herencia judía como la Torah y sus costumbres. Es de corte petrino y esta influenciada por la línea de Santiago apóstol, cuya connotación se podría calificar hoy día como de derecha. Su evangelización tiende a pasar por el filtro judío. Antioquía. Comunidad mas abierta por estar alejada del influjo directo de las costumbres judaizantes. Es más abierta por estar presente el mundo helénico. En el contesto de hoy se puede considerar como de centro izquierda. Su evangelización es más universal. 3.2.3 Dimensiones esenciales La Iglesia de manera sabia a sabido interpretar el querer de Dios con respecto a la Iglesia, y a la vez lo ha conciliado con la realidad histórica, al señalar en el Credo las notas o dimensiones eclesiales: unicidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. A continuación se presenta una reseña de dichas dimensiones o notas características de la Iglesia. 71 Dimensión Una Santa Católica Apostólica Teológicas - doctrinales Llamada a la unidad Una funda Cristo Unidad en la diversidad En ella habita el Espíritu Santo. Llamada a la Santidad Portadora de salvación Es universal La llamada de salvación es universal Se apoya en el testimonio de los apóstoles sobre la resurrección de Jesucristo Una y diversa La Iglesia es una en la fe común, en el mismo culto que celebra la fe y en los ministerios de la comunión. Dicha unidad se realiza en la comunión de Iglesias y en la unidad entre parroquias, iglesia domestica, comunidades eclesiales de base y nuevos movimientos eclesiales como el ecuménico. Al hablar de Iglesia Una, es preciso tener en cuenta: La iglesia local: es una comunidad presidida por el obispo, que a la vez es universal porque en ella se realiza todas y cada una de las otras iglesias locales. Esta reciprocidad no rompe la unidad al igual que la pluralidad de asambleas eucarísticas no destruye la unidad de la eucaristía La iglesia particular: en ella se realiza toda la iglesia universal, porque cumple la misión encomendada ala iglesia. Es como una célula viviente del pueblo de Dios que realiza y hace presente (tangible) a la Iglesia universal. Iglesia como comunidad de Iglesias: En la comunión de Iglesias existe una única iglesia que es la de Jesucristo, cuyo modelo es la comunión trinitaria y la eucaristía, donde las iglesias celebran el mismo memorial comiendo el cuerpo de Cristo e insertas por un mismo bautismo. Conciliaridad en la comunión de Iglesias: Los concilios realizan la unidad en medio de la diversidad al reorientar la misión de la iglesia desde las fuentes mismas del evangelio, siempre nueva y actual. Santa e imperfecta La Iglesia se hace santa en la santidad de Dios que habita en ella. En lo anterior se fundamenta el llamado universal a la santidad que esta dirigido a todos y cada uno de los bautizados, para que la Iglesia sea en verdad comunión de todos los santos. 72 Las características de la santidad: La dialéctica escatológica y la santidad de la Iglesia se alimentan de tres pilares teológicos: el Reino de Dios, Jesús glorificado y la Parusía. La Iglesia no puede dejar de ser santa u dicha santidad es indestructible a causa de que surge de la acción definitiva y escatológica de Dios Padre en Cristo y por el Espíritu Santo en la vida eclesial En virtud de la santidad objetiva de la iglesia los sacramentos aportan a la salvación independientemente de la disposición subjetiva del ministro humano, porque el verdadero ministro es el Señor. Católica y concreta La Iglesia es católica en cuanto Cristo está presente como cabeza de todo el cuerpo eclesial y su misión salvífica es para toda la humanidad, es decir, todo el genero humano es destinatario de la salvación y la misión de la Iglesia es permitir la realización salvífica del Reino en el mundo. Es importante tener en cuenta que: El sentido de catolicidad esta presente en la iglesia antes de entenderse como amplitud o extensión, es decir, la pequeña comunidad de Jerusalén es católica a pesar de radicar en un solo lugar, porque es realización en la humanidad y es salvación para la humanidad. La misión de la Iglesia debe estar al servicio de la catolicidad. La iglesia particular nace del dinamismo misionero que anuncia el kerigma desde el mismo momento del nacimiento de la Iglesia hasta nuestros días. El siempre mensaje salvador universal se renueva y actualiza sin modificar su esencia. Es por eso que a lo largo de la historia se ha ido generando una serie de paradigmas que permiten la actualidad del mensaje salvífico pero que una vez cumplida su función es reemplazado por otro que responda mejor a las exigencias de la época. Hoy día se concibe la misión ad gentes en un contexto de apertura y globalización en el ámbito mundial. Apostólica e igualitaria La Iglesia apoya toda su creencia en el testimonio de los apóstoles sobre Jesucristo y su mensaje. La organización eclesial y episcopal se fundamentan en el primado petrino y en la organización de la iglesia apostólica. 73 Algunas de sus características son: El apostolado de la Iglesia se puede vivir desde varias formas de vida eclesial: laicado, vida consagrada y ministerio ordenado. La apostolicidad se entiende también como comunidad autonomía en tanto que sus miembros la constituyen responsable y libremente, teniendo en cuenta la acción divina en su quehacer y orientada por la institucionalidad. Por el bautismo se participa del sacerdocio común por el cual se esta llamado al servicio apostólico. La unción sella ese sacerdocio al constituir en misionero al ungido para cumplir la misión que desde inicio se encomendó a los apóstoles y de generación se transmite a toda la Iglesia. Iglesia sinodal: el ejercicio apostólico se realiza a través de la colegiatura y esta a su vez en la sinodalidad en cada iglesia particular. La sinodalidad debe convertirse en el tejido de cada iglesia local; en la expresión más adecuada de una comunión que se realiza desde las diversidades socio-históricas. 3.2.4 Visión panorámica de los momentos más relevantes de la historia eclesial A continuación se presentara sintéticamente una visión panorámica de la Historia de la Iglesia haciendo énfasis en los aspectos relevantes de cada una de sus etapas, 3.2.4.1 Primeros siglos de la Iglesia La historia de los orígenes de la Iglesia se hallan en el Nuevo Testamento, porque la Iglesia es la sociedad, la comunidad, de los que creen en Jesucristo, como Dios encarnado, con la misión de redimir a la humanidad y darle a conocer la plenitud de al revelación en Dios.. El cristianismo se fue extendiendo, lenta pero progresivamente a partir de Pentecostés. La primera proyección misionera se dio en Antioquía, tercera ciudad del Imperio Romano, destinada a ser el primer centro de vida cristiana y, en siglos posteriores, el principal foco de la actividad misionera en Oriente. La Iglesia iba creciendo con paso firme y rápido a pesar de las divisiones y controversias doctrinales y de la constante presión hostil ejercida por la autoridad civil del Imperio Romano. Durante los tres primeros siglos, la Iglesia estuvo siempre expuesta a una cruel persecución. Las principales causas de ello fueron: El Emperador sentía como una amenaza para su imperio la existencia de una Religión Universal El negarse los cristianos a rendirle al Emperador el culto que se le ofrece solo a Dios 74 El paganismo en cualquiera de sus formas La consecuencia de estas persecuciones fue la multitud de mártires que dieron su vida por defender su fe. En el año 305 Dioclesiano, emperador Romano, responsable de la última persecución, confesó su derrota, abdicó y asumió Constantino como emperador en occidente. Constantino promulga el famoso Edicto de Milán que dio comienzo a una política abiertamente favorable al cristianismo. Consciente que la antigua aristocracia romana permanecía fiel al paganismo lo movió a trasladar la capital del imperio de Roma a Bizancio, ubicada en los límites de Europa y Asia. Quiso que Bizancio fuera una ciudad cristiana y libre de templo paganos, tan numerosos en Roma.. La ambición de los obispos de Bizancio o Constantinopla y el desprecio que profesaban hacia los latinos causaron paulatinamente el Cisma de Oriente. 3.2.4.2 Vida de la Iglesia en la Edad Media Con la paz de Constantino la iglesia pudo alcanzar interiormente una mejor organización; al convertirse los bárbaros se multiplicaron las iglesias rurales gobernadas por los sacerdotes; así se fueron formando las primeras diócesis o regiones sujetas a un obispo. Los obispos eran elegidos por el propio clero.. Dos rasgos caracterizaban el culto en la Edad Media: la fijación de las fórmulas sagradas en los Sacramentos y una pompa exterior. Hasta el siglo VII el Bautismo se administraba por inmersión; desde entonces se realizan por infusión. Aún existía la penitencia pública para algunos pecados pero la práctica general era la confesión privada. Grandes esfuerzos realizó al Iglesia para que reyes y príncipes respetaran la santidad del matrimonio; no vaciló en emplear la excomunión en caso necesario. Así mismo fue notorio la disminución del fervor de los fieles en la recepción de la Eucaristía; varios Concilios se vieron obligados a fijar tres comuniones al año: Pascua de Resurrección, Pentecostés y Natividad del Señor . La vida cristiana sufrió mengua en los siglos llamados Alta Edad Media. El papado se vio sujeto a los caprichos y ambiciones de ciertas familias italianas; los obispos, a menudo escogido por los reyes, no eran dignos, los sacerdotes carecían de una sólida formación y la vida de muchos fieles era un a mezcla de superstición y de vicios. 75 Algunos dan a esta época en nombre de Siglo de Hierro. Sin embargo no faltaron santos en el pontificado, episcopado y .en la vida monacal. Principales enemigo de la Iglesia en este periodo El Islamismo: Religión fundada por Mahoma en el siglo VI. Sus creencias son una mezcla de cristianismo, judaísmo y paganismo. El Cisma de Oriente: Separación de la Iglesia Griega y Latina hacia el siglo IX. Desde el momento en que Constantino hizo de Bizancio la capital del imperio Romano, los obispos de aquella ciudad pretendieron ser iguales al Papa. Varias causas aumentaron las divergencias entre griegos y latinos: la diversidad de costumbres; formación del Estado eclesiástico; establecimiento del Imperio de Occidente en la persona de Carlomagno (gran príncipe cristiano que gobernó en nombre del Señor Jesucristo; respetó profundamente la libertad de la Iglesia e hizo culminar su obra con la creación de la Cristiandad, agrupando las naciones europeas alrededor del Papa) . Las herejías: doctrinas falsas, contrarias a la fe y condenadas por la Iglesia Hechos significativos de este periodo Las Cruzadas: Los árabes que se habían apoderado de Jerusalén y Palestina permitían a los cristianos practicar su religión y visitar los Santos lugares mediante el pago de tributos. El califa envió a Carlomagno las llaves del Santo Sepulcro en prueba de su amistad. Sin embargo en el siglo XI los turcos conquistaron a Palestina agravándose la situación para los cristianos: fuertes tributos y malos tratos. Fue en ese momentos cuando los Papas llevaron a cabo un antiguo proyecto: organizar expediciones religiosas y guerreras para rescatar el Santo Sepulcro, en poder de manos paganas. Estas expediciones se llamaron CRIZADAS, porque quienes las llevaban a cabo se distinguían por una cruz roja que llevaban en el hombro derecho. Se realizaron ocho cruzadas; sólo la primera tuvo completo éxito, las demás no libertaron a Jerusalén pero ejercieron una gran influencia en pro de la civilización cristiana. Las Ordenes Mendicantes El nombre lo reciben porque desean vivir un estilo de vida a semejanzas de los primeros Apóstoles: itinerancia y pobreza evangélica. Dos Órdenes Religiosas mendicantes nacen en el siglo XIII que van a marcar la historia de la Iglesia hasta nuestros días. 76 La Orden de los Predicadores comúnmente llamados Dominicos. Su fundador fue Santo Domingo de Guzmán (1170...1215). Canónigo regular, español a quien la casualidad de un viaje diplomático puso en contacto con la misión cisterciense destinada a convertir a los herejes albigenses, hacia el año 1205. En ese viaje comprendió que la pompa oficial de los legados y sus ayudantes era un gran impedimento para su labor misionera.. Así mismo comprendió que los católicos vacilantes só0lo podrían mantener su fe. Ayudados por unos sacerdotes que la conocieran a fondo tanto para defenderla como para sentirla, y que en su vida fueran tan despegados de las riquezas y comodidades como los ascetas de la secta albigense. Así nacieron los dominicos. Su misión era clara: predicar con la palabra y con la vida el Evangelio. En el grupo de predicadores congregados en torno suyo tenían cabida todos esos ideales. La Orden de los Predicadores era totalmente distinta a los canónigos regulares y a los monjes. Su misión era la predicación itinerante. La Orden Franciscana: ( 1182 _ 1226) Fundada por Francisco de Asís, hijo de un rico mercader de Asís: llevó una vida disipada en su juventud pero Dios lo llamó a su servicio a través de grandes pruebas: un año estuvo encarcelado y sufrió una grave enfermedad... todo ello lo encaminó a su conversión. Movido a penitencia un día que participaba en la Eucaristía, se vistió con un grueso sayal ceñido con un cordel, descalzo y viviendo de limosna se puso a predicar. Muchísimos jóvenes se unieron a él y así nació la Orden de Frailes Menores o Franciscanos. La gran característica de la Orden era su extraordinaria devoción a la pobreza Ambas Órdenes fueron aprobadas por el Papa Inocencio III El ocaso de la Cristiandad en Europa (finales del siglo XIII y comienzos del XIV) La lucha de poderes entre el Papa Bonifacio VIII y el rey de Francia Felipe IV el Hermoso, fue ocasionando progresivamente el ocaso de la cristiandad. Estos duros enfrentamientos que condujeron al Papa a la cárcel y poco después a su muerte condujo a la ruptura entre los dos poderes: el espiritual y el temporal. Las naciones perdieron el apoyo del poder moral del pontificado y los reyes entraron por el camino del despotismo que, siglos más tarde había de llevarlos a la ruina. El sucesor de Bonifacio VIII no gobernó sino un año. A su muerte Felipe el Hermoso influyó para que se eligiera un Papa Francés, Clemente V,. Quién se fue a legislar a Avignón ciudad de Francia. Seis de sus sucesores continuaron gobernando desde esa ciudad. El traslado de la Santa Sede a Avignón preparó el Cisma de Occidente que fue fatal para el prestigio del papado 77 El Cisma de Occidente ( 1378 – 1417) Después de la muerte de Gregorio IX los cardenales bajo al amenaza del pueblo eligieron al italiano Urbano VI. Sólo después de cuatro meses de pacífica posesión, con pretexto de que esta elección no había sido libre y ofendidos por el trato áspero que les dio el nuevo Pontífice, los Cardenales franceses eligieron a un segundo Papa, Clemente VII, que residió en Avinón.. Durante 39 años la cristiandad quedó dividida en dos poderes : Francia, España e Inglaterra reconocían al Papa de Avignón; Italia, Alemania y el resto de Europa a Roma. En el año de 1409 ce celebró un Concilio en Piza; ninguno de los dos Pontífices quiso renunciar. El Concilio los declaró depuestos y eligió a un y tercer. Hubo entonces tres Papas en la Iglesia y todos se creían legítimos sucesores de San Pedro en la sede Romana. Finalmente el Concilio de Constanza, 1417, puso fin al Cisma, siendo elegido Martín V como único Papa. 3.2.4.3 Edad Moderna: Rebelión Protestante y Reforma Católica. Con el siglo XVI se abre para la Iglesia un periodo de luchas que cada día se volverán más recias y dolorosas. El antiguo concepto de cristiandad – conjunto de naciones cristianas cuyas leyes y costumbres reconocían el reinado de Cristo y el de su Iglesia- había sufrido un duro golpe con las teorías absolutistas de los legisladores (tanto de reyes como de pontífices). El papado había perdido mucha influencia raíz del destierro de Avignón y del Cisma de Occidente. El alto clero, especialmente en Alemania, había olvidado su misión: no pocos obispos y abades eran más príncipes que prelados quienes conseguían sus dignidades por medios ilícitos, comprándolos por dinero. Varias veces se habían esbozado intentos de reforma pero antes que esto se diera llegó la fuerte influencia del llamado Renacimiento que invadió la corte pontificia. Los Papas fueron los grandes mecenas e impulsores de los artista de la época. Martín Lutero y la rebelión Protestante Lutero pertenecía a una familia alemana de origen humilde, ingresó a los 22 años en la Orden de los Ermitaño de San Agustín, donde se ordenó de Sacerdote y se doctoró en Teología. Se deja influenciar de la escolástica en decadencia; está convencido , igualmente, de la imposibilidad de cualquier síntesis entre razón y fe. 78 Recurre, entonces, a la Sagrada escritura y a San Agustín para elaborar un sistema de pensamiento al margen de sus dificultades. Las principales afirmaciones de su doctrina son: - - - Los pecados no son culpa del hombre sino que se deben a una corrupción universal y esencial de la naturaleza humana, que es la consecuencia del pecado de Adán El hombre no sólo no puede evitar el pecado sino que no puede obrar el bien aunque lo desee. Sus acciones son siempre pecaminosas, aunque no sea culpable de ello. De las penas que en justicia le corresponden por ese cúmulo de maldades, el hombre es redimido por la gracia de Dios: y la condición para obtener esa gracia es la Fe. Es decir, el hombre debe creer en Dios que quiere salvarle y poner toda su confianza en ello. Esta doctrina se llama “ Justificación solo |por la Fe” En estas enseñanzas erróneas, apoyadas en una falsa interpretación de San Pablo y San Agustín, se halla como germen toda la doctrina luterana. La disputa relativa a las “ Indulgencias” , que muchos consideran como punto de partida de la rebelión del fraile, no fue más que un pretexto, a la vez que una consecuencia de los principios doctrinales anteriormente expuestos Las Indulgencias; En 1517 el Papa León X concedió indulgencia plenaria a todos los fieles mediante la confesión, comunión, un día de ayuno, la visita a siete Iglesias y una limosna ofrecida para la erección de la basílica de San Pedro. Lutero aprovechándose de algunos abusos, especialmente en lo referente a la recolección de la limosna, Lutero hizo fijar en la puerta de la Iglesia de Wittemberg, un escrito en el que negaba la eficiencia de las indulgencias y el poder que tiene el Papa para condecerla. Tres años de vanas discusiones no hicieron sino afianzar a Lutero en sus falsas doctrinas, y cuando el Papa León X publicó en 1520 una Bula condenando las tesis heréticas del fraile y le daba sesenta días para retractarse so pena de ser tratado como un hereje, ya era demasiado tarde. Lutero se desató en injurias contra el Para y quemó públicamente la bula de excomunión. Además atacó en sus escritos la autoridad e infabilidad del Papa, el culto e invocación de los Santos, el celibato de los clérigos y los votos monásticos; el ayuno, los sufragios por los difuntos, el santo sacrificio de la misa, la doctrina que se refiere a la gracias y a los Sacramentos, etc. 79 El Protestantismo se difundió rápidamente en Francia, Alemania, Suiza y los Países Bajos. La Reforma Católica Mientras el protestantismo dejaba arruinada a media Europa por las guerras civiles que había provocado, la Iglesia Católica realizaba la verdadera reforma. Fueron partes integrantes de la Reforma Católica: - La definición exacta de los dogmas y. la publicación de nuevas leyes relativas la disciplina eclesiástica, a la formación del clero y a sus obligaciones, fundamentados en la doctrina del Concilio de Trento. El nacimiento de nuevas Órdenes religiosas, entre ellas, la Compañía de Jesús o jesuitas Una floración de Santos, tan insigne de santos, como pocas veces se había visto en la Iglesia. El empeño de los Pontífices romanos en hacer cumplir los decretos del Concilio Concilio de Trento Después de muchas dificultades pudo reunirse el Concilio de Trento, a finales de 1545. Aspectos fundamentales aprobados en el Concilio - - En la parte dogmática, sintetizó y declaró la verdadera tradición de la Iglesia en cuanto a número, valor y texto de oso libros sagrados. Precisó la verdad católica en lo referente a la justificación y a los sacramentos, puntos muy atacados por los protestantes. En la parte disciplinaria, redactó una gran cantidad de reformas encaminadas a mejorar la vida del clero, a las obligaciones de los prelados. Las decisiones del Concilio, aceptadas en su parte dogmática por todas las naciones católicas, entraron poco a poco en las costumbres de al Iglesia, en lo referente a la disciplina eclesiástica 3.2.4.4 Proyección actual de la Iglesia Concilio Vaticano II El Concilio Vaticano II vuelve a las fuentes del evangelio y de la primitiva comunidad cristiana para refrescar y actualizar el mensaje salvífico. Con relación a 80 la Iglesia dicha renovación se ve representada en el rescate de imágenes como Pueblo de Dios, Iglesia como sacramento, Iglesia del Hijo y comunión de creyentes; también se relee la organización de la Iglesia destacando la importancia del laico, el ecumenismo, las formas de existencia eclesial y otras realizaciones de la Iglesia que le permitan enfrentar los desafíos y retos del devenir. La Iglesia Pueblo de Dios para el Concilio llamar a la Iglesia Nuevo Pueblo de Dios significa reconocerla como continuadora de la Historia de la Salvación y hereditaria directa de las promesas hechas por Dios al Pueblo de Israel. Esta imagen mira la pasado y al porvenir. Al pasado porque se proclama depositaria de la Alianza establecida por Dios con su pueblo desde Abraham. Al porvenir porque se reconoce a la Iglesia como el lugar teológico predilecto para la realización escatológica del Reino de Dios y sus promesas veterotestamentarias. En esta imagen se aprecia la iniciativa del Padre: es decir una dialéctica concentración de las promesas en un pueblo – expansión del pueblo de Dios desde la Iglesia; dialéctica de la vocación de envió (misión) y la Alianza (Iglesia como depositaria y realizadora de las Alianza). Teológicamente se enfatiza la dimensión trinitaria del pueblo de Dios. La Iglesia pueblo-asamblea hace patente la dimensión comunitaria de la fe y de la vida cristiana. Dicha dimensión cristiana cobra vida en la medida que la Iglesia y sus miembros asumen el compromiso profético de establecer una nueva alianza desde el corazón del hombre (Ezequiel). La Iglesia es sacramento en la medida que hace presente a la trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) entre la comunidad y posibilita un dialogo o encuentro entre Dios y las personas; es decir que la Iglesia es sacramento en tanto se constituye en signo sensible que permite la comunicación entre Dios que se dona al hombre y el hombre que se abre a Dios. Dicho encuentro es con los miembros de la Iglesia y con toda la humanidad. La sacramentalidad de la Iglesia adquiere sentido desde la sacramentalidad de Cristo y su misión pascual. La vida sacramental de la Iglesia debe leerse en clave cristológica. La Iglesia como comunión parte de los siguientes parámetros: La comunión eclesial tiene sus raíces en la comunión trinitaria. La acción comunitaria y unificante radican en la acción del Pneuma desde Pentecostés y la presencia crística en la asamblea eucarística Desde la perspectiva paulina la acción crística como cabeza de un solo cuerpo con diversidad de funciones y carismas. 81 3.2. 4.5 La Iglesia en América Latina En la raíz de nuestra religiosidad se encuentran valores religiosos indígenas e hispánicos. Estos dos núcleos generan una situación de conflicto y de choque en donde se produce un dominio del uno sobre el otro más que una comunicación enriquecedora. La cristianización intensiva se inicia en el momento mismo en que los españoles se establecen en tierra firme. La evangelización comienza con la imposición del bautismo a la mayor parte de los indígenas Durante el siglo XVI la Iglesia y las Órdenes Religiosas asumen como tarea prioritaria el establecimiento del nuevo sistema religioso. Paralelamente las culturas indígenas son sometidas por el conquistador. Este sometimiento conlleva la destrucción de la cultura indígena y su conciencia ética. De improviso se derriban sus costumbres, sus creencias, valores y formas de vida. A consecuencia de los métodos y del proceso de aculturación empleado por conquistadores y misioneros muchos indígenas siguieron viviendo su religión precolombina bajo formas cristianas. Resalta desde entonces la astucia y “ malicia” indígenas para simular. La mayor parte de los indígenas, aun cuando externamente se comportaban como buenos católicos asistiendo a los oficios sagrados y confesándose, continuaban practicando en secreto su religión ancestral. Aunque estos indígenas contaban con la protección de la Iglesia y la corona al haber aceptado la religión católica, quedaron incorporados brusca y artificialmente a una cultura demasiado diferente a la de ellos en la que no se sentían a gusto. Sus crónicas y cantares constituyen un lamento de una raza vencida cuyos sobrevivientes aún lo expresan en su rostro. Los misioneros en la lucha por la justicia Frente a la población indígena muchos misioneros y jerarcas de la Iglesia optan a favor del conquistador. Sin embargo, no se puede desconocer, sin faltar a la verdad histórica, que fue la Iglesia a través de algunos misioneros la primera que enfrentó a la política del conquistador español caracterizada por el atropello, el despojo de las tierras y el abuso en su afán de enriquecimiento. Esta actitud eclesial manifiesta claramente la corriente profética que jalona permanentemente hacia una mayor autenticidad y fidelidad a la doctrina del Evangelio. Corriente profética que denuncia y opta por el pobre y oprimido, encarnándose de distintas formas según el momento histórico. Durante la 82 Conquista lo hacen un grupo de frailes dominicos hacia 1510 en la isla La Española. Entre estos frailes sobresale Antonio de Montesinos, quien poseía especiales cualidades para la predicación por su fuerza y eficacia en reprender la injusticia. Durante un año permanece conviviendo con los indígenas y conociendo su realidad hasta que en diciembre de 1511 se ve en la obligante necesidad de asumir su compromiso con el desposeído de todo poder. Son muy famosos sus dos sermones donde, desde el púlpito, con gran claridad denuncia todos los atropellos que realizan los conquistadores. En el año 1515 otro clérigo, Bartolomé de Las Casas, retoma las banderas de Montesinos. Las casas valiéndose de diversos recursos ideológicos para proteger a los indios de las consecuencias de la doctrina de la servidumbre natural, la esclavitud y las encomiendas analizó en primer lugar la situación de hecho: los indios no son irracionales ni bárbaros como suponen quienes los llaman siervos por naturaleza. Es una calumnia nacida de la ignorancia o de la mala fe. Por el contrario, gozan de razón, de capacidad moral y política, de buena disposición. El grupo de frailes dominicos, en su momento histórico, interpretó el verdadero significado y práxis del Evangelio.1 Conferencias episcopales latinoamericanas Las Conferencias Episcopales latinoamericanas siguen la línea propuesta por el Concilio Vaticano II, y están en comunión con la Iglesia universal. Siendo leales al mensaje evangélico la iglesia latinoamericana en sus ultimas décadas ha visto como hijos preferenciales a los pobres (no de forma exclusiva sino preferencial), porque en ellos se manifiesta el rostro sufriente de Dios. Río de Janeiro. 1955 En esta ciudad del Brasil se realiza la 1 Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) Con esta Conferencia se inicia un proceso de relexiòn doctrinal de los prelados de América Latina y se sientan las bases para las posteriores reflexiones. Los principales temas tratados en esta asamblea fueron: - Las Vocaciones y la formación del clero - El protestantismo y los movimientos anticatólicos - Los problemas sociales Cf. Varios “Antecedentes históricos de lo religioso en Latinoamérica, “ Cuadernos de formación cristiana. N. 1 Usta, Bogotá, 1994 1 83 - Las misiones. Los migrantes Medellín. 1968 La verdadera aplicación del Vaticano II para América Latina se da en la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín y cuyas conclusiones se conocen más popularmente como · “documento de Medellín”. Allí se continúa la línea trazada por el Concilio de reencuentro con el hombre contemporáneo y su mundo, de redescubrimiento de su misión histórica de liberación de todo hombre y de todos los hombres, de búsqueda de una nueva forma de vivir el cristianismo como también en la forma de abordar los problemas teológicos. Se comienza a mirar más desde las circunstancias concretas del hombre latinoamericano, caracterizada principalmente por una problemática de tipo socio-económico y de injusticia social. Partiendo de la situación concreta en que viven los hombres y los pueblos del continente latinoamericano, la Iglesia se ha preguntado con sinceridad qué es ella misma, qué significa para estos hombres y pueblos el mensaje de salvación integral que Cristo ha traído al mundo y como hacerlo llegar en forma real y efectiva. En los documentos de trabajo presenta un análisis del subdesarrollo que afecta e incide en toda la situación del continente. Los pueblos ven injustas diferencias sociales y descubren que no es un orden natural, ni querido por Dios. Descubre, igualmente, que las situaciones de miseria, explotación, injusticia son las causas que generan la reacción violenta de quienes la padecen, convirtiéndose en una violencia institucionalizada. Esta contradice la dignidad de la persona humana y oprime la libertad. Puebla. 1979 La Tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano, se llevó a cabo en Puebla, 10 años después de la celebrada en Medellín. Allí se recoge la experiencia y reflexión de los obispos quienes profundizaron su opción por el pueblo y por el pobre. Los obispos optan por el método de VER analíticamente, JUZGAR teológicamente y ACTUAR pastoralmente; consideran que no es posible la realización de su misión evangelizadora o del anuncio del evangelio sin un conocimiento de la realidad. En su reflexión los obispos consideran como un pecado social la permanente violación de la dignidad de la persona humana; por ello, la defensa y promoción 84 de la dignidad del hombre es considerada como esencia del mensaje cristiano y de la misión evangelizadora de la Iglesia La opción por el pueblo y los pobres exige una valoración y depuración de todo lo cotidiano del pueblo, especialmente su religiosidad. Este representa la forma como el pueblo asimila el Evangelio y vive su encuentro con Dios. Optan preferentemente por los jóvenes para quienes Cristo se les presenta como liberador integral. Miran a Latinoamérica como un pueblo constituido en su mayoría por jóvenes, pero explotados y condenados a no tener juventud y ve en ellos la capacidad de transformación de la sociedad. La mujer está presente en todo el documento. la iglesia se solidariza con sus esfuerzos de emancipación y lamenta su insuficiente valoración y escasa participación en la vida eclesial. Por último los obispos hacen tres grandes condenas importantes: - Condenan el capitalismo liberal como idolatría a la riqueza en su forma individual y como un sistema de pecado - Condenan el marxismo colectivista - Condenan la ideología de la Seguridad Nacional por su carácter totalitario y anticristiano. Santo Domingo. 1992 El contexto de esta IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano se realizó en Santo Domingo teniendo como antecedente la conmemoración de los 500 años de la Evangelización en América. Allí se continuaron profundizando los lineamientos conferencias anteriores: Medellín y Puebla. y las opciones de las Se desarrolló teniendo como marco referencial el eslogan: “ América Latina y el Caribe: Entre el temor y la Esperanza” Una esperanza que se concreta en una misión: - La Nueva Evangelización Jesucristo: Ayer, Hoy y Siempre: Jesús sale al encuentro de la humanidad que camina (Lc.24,13-17) Promoción humana: Jesús comparte el camino de los seres humanos (Lc. 24,17-24) La cultura: Jesús ilumina con las Escrituras el cambio de los hombres. (Lc.24,25-28) 85 - Un nuevo ardor: Jesús se da a conocer en la fracción del pan ( Lc.24,28-32) Misión: Jesús es anunciado por los discípulos ( Lc. 24,33-35) 3.2.4.6 Retos y desafíos Los retos y desafíos se concentran en dos grandes vertientes que son la globalización y el fenómeno de la Nueva Era. La globalización como representación de la privatización, masificación y apertura enmarcadas dentro de una política neoliberal y una economía de capitalismo salvaje en donde, siguiendo a Pueblo, se constata pobres cada vez más pobre a costa de ricos cada vez más ricos. El fenómeno de la Nueva Era como representación del esoterismo, sincretismo religioso, renacimiento del espiritismo y proliferación de espiritualidades alternativas como el orientalismo, gnosticismo y la wicca (brujería), constituyendo el mundo trascendente en un supermercado espiritual que contribuye a la perdida de identidad de las personas BIBLIOGRAFÍA BUENO DE LA FUENTE, Eloy. Eclesiología. Madrid: BAC 1998. CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA. Bogotá: Conferencia Episcopal Colombiana 1993. CONCILIO VATICANO II. “Constitución Dogmática Lumen Gentium. En: Documentos Completos del Concilio Vaticano II. Roma: 1995. CONFERENCIA EPISCOPAL LATINOAMERICANA. Medellín, Puebla, Santo Domingo. Bogotá: CELAM 1994. DUSSEL Enrique. Historia de la Iglesia en América Latina. Bogotá: USTA 1997. HUGHES Philip, Síntesis de la Hitoria de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1986. TILLARD, Jean. Iglesia de iglesias. Salamanca: Sígueme 1991. 86 3.3 LOS SACRAMENTOS INTRODUCCIÓN Hablar de la sacramentalidad irremediablemente es hablar de la vida y por lo tanto de la persona que es el único ser que puede dar sentido a todo. En la actualidad, surgen muchos interrogantes, ¿tiene sentido hoy hablar de los sacramentos? ¿por qué el hombre actual tiene dificultades para entender el significado de los sacramentos? ¿cuál es la novedad de los sacramentos cristianos? La pastoral sacramental, si quiere ser eficaz, debe necesariamente disolver dos grandes obstáculos: Por parte de la persona, sus prejuicios acerca de unos ritos litúrgicos a los que juzga extraños a su propia naturaleza humana y a sus mecanismos de relación interpersonal. Por parte de la Iglesia, el desprecio, o al menos, el olvido de los símbolos naturales a través de los cuales la persona descubre en este mundo la inmanencia de trascendencia divina y expresa su relación (religación) constitutiva con ella . PROPÓSITOS Descubrir la riqueza simbólica y celebrativa de los sacramentos para alimentar la vida cristiana. Analizar la condición humana sacramental y la sacramentalidad religiosa. Identificar los aspectos de los sacramentos cristianos. Descubrir la novedad de los sacramentos cristianos. Analizar los niveles de sacramentalidad de Cristo, de la Iglesia y del cristiano Justificar por qué los sacramentos son siete Precisar la diversidad, jerarquía e interrelación de los sacramentos LOGROS Descubre la riqueza simbólica y celebrativa de los sacramentos para alimentar la vida cristiana. Analiza la condición humana sacramental y la sacramentalidad religiosa. Identifica los aspectos de los sacramentos cristianos. Descubre la novedad de los sacramentos cristianos. Analiza los niveles de sacramentalidad de Cristo, de la Iglesia y del cristiano 87 Justifica por qué los sacramentos son siete Precisa la diversidad, jerarquía e interrelación de los sacramentos . 3.3.1 Los sacramentos cristianos Si observamos la realidad podríamos decir los sacramentos unas veces son interpretados como actos religiosos que se practican en los templos, pero que nada tiene que ver con la vida. Otras veces se han convertido como sacramentos sociales (bautismo, primera comunión). Otros ven en los ritos sacramentales como alienación o evasión de un serio compromiso en la transformación de la sociedad. Se da, incluso entre los que frecuentan los sacramentos la idea del rito como una especie de fórmula mágica; su eficacia milagrosa estaría determinada más o menos arbitrariamente por el mismo Jesucristo. Habría mucho que analizar al respecto pero en oposición a lo anterior tenemos que afirmar que los sacramentos cristianos son la respuesta a la necesidad que tiene la persona de alcanzar la plenitud a la que está llamada. Lo primero que tenemos que afirmar es que los sacramentos cristianos son símbolos y parten de la experiencia Los sacramentos parten de la experiencia, nunca de la teoría, la vida de Jesús y las comunidades cristianas. Vamos a entender por “experiencia” “trato directo, sin intermediarios, con los hombres o con las cosas”, encuentro con personas o realidades que irrumpen dentro de nosotros, nos afectan y nos hacen reaccionar”. La Iglesia sacramental está ya presente de una manera vaga, pero de todos modos visible, en la vida de toda la humanidad religiosa. Toda la humanidad está bajo la influencia del llamamiento interior de Dios que le invita a la comunidad de gracia con El. En el paganismo, este llamamiento es vago, si es escuchado por un corazón sincero, suscita ya un sentimiento oscuro del Dios Redentor que se compromete personalmente en la salvación de estos hombres. Pero esta experiencia interior operada por la gracia no encontró todavía la forma visible de esta gracia, que estaba por decirlo así oculta, bajo un semblante desconocido, en lo más profundo del corazón humano. Cristo Sacramento págs, 15-16 de E. Schillebeeckx 88 La experiencia religiosa tiene puesto y significación muy notable “en la revelación bíblica”: Dios se manifiesta e interviene gratuitamente en la historia de los hombres para sacarlos de su postración y abrir un camino de felicidad. La historia del pueblo según la Biblia es como un proceso dinamizador por una promesa de Dios y orientado hacia el cumplimiento de la misma. La experiencia religiosa tiene puesto y significación muy notable “ en la revelación bíblica” Dios se manifiesta e interviene gratuitamente en la historia de los hombres para sacarlos de su postración y abrir un camino de felicidad. La historia del pueblo según la Biblia es como un proceso dinamizador por una promesa de Dios orientado hacia el cumplimiento de la misma. El sacramento no es un gesto ritual ajeno a la experiencia cristiana que vive el creyente, sino que brota de esa experiencia y revierte sobre ella para potenciarla y enriquecerla. J.M. Castillo Símbolo de libertad “El cristianismo supone una novedad” no sólo en las manifestaciones religiosas del mundo, sino también en la revelación bíblica: ”En Cristo, todas las promesas de Dios han pasado a ser un sí” (2 Cor 1,20). Jesús de Nazaret es el acontecimiento en que Dios se hace cargo de nuestra historia, y nos hace justos no por nuestros méritos, sino por su misericordia. Se trata de una experiencia nueva: “Sentirse perdonado, aceptado y amado”. Es la gracia: participación de Dios mismo, amor gratuito que nos transforma, nos hace agradecidos y agradables. Un don o fuerza del Espíritu que nos une como hijos del mismo Padre y como hermanos de la única familia. a) Se expresan en el lenguaje simbólico El lenguaje simbólico es “mediación necesaria en la experiencia religiosa”. Cada religión tiene sus símbolos donde los fieles se identifican como sujetos que viven una experiencia religiosa común. Jesús de Nazaret habló con este mismo lenguaje simbólico, no sólo en sus parábolas, sino de modo especial en sus gestos: comidas con los pobres, últimas cena con sus discípulos, lavatorio de los pies, silencio humilde ante sus acusadores. La expresión frecuente “a qué compararé”, que vemos en los Evangelios, nos sugiere la profunda e intensa experiencia con que Jesús vive la cercanía de Dios o la llegada del reino. 89 Podemos hablar de sacramento cuando hay realidades, gestos, palabras o silencios que “transparentan” o despiertan una experiencia o encuentro vivencial. Actos de religión y no de magia: Religión y magia son dos modos de interpretar y responder al eco y a la llamada del misterio. El hombre religioso acepta y se entrega con humildad al misterio que percibe; su actitud es de sano temor, adoración y súplica confiada. La magia, en cambio, trata de dominar el misterio y manipularlo para lograr rentabilidades inmediatas: librarse de males y conseguir bienes. Diferencia entre el ministro de la religión y el mago: Ministro de la religión: es como un servir de la comunidad de creyente; actúa con el espíritu y exigencias de la misma. Mago: es visto como un individuo particular con facultades singulares para conjurar y domesticar a espíritus o poderes misteriosos En la religión, los ritos expresan y promueven la fe o experiencia de la comunidad, pero pueden sufrir perversión, que se da tanto en la sacramentalidad humana como en la sacramentalidad religiosa, solo en esta última hablamos de magia. Así, el cálido apretón de manos, que dentro de un texto es signo de amistad, será una perversión cuando tenga lugar entre dos personas mientras se odian cordialmente y no están dispuestas a cambiar 3.3.2 Novedad de los sacramentos cristianos Para explicar la novedad de los sacramentos cristianos, solamente se puede hacer partiendo de la confesión creyente. El acontecimiento Jesucristo es el sí definitivo de Dios a favor de la humanidad; se han cumplido las promesas y ha llegado ya la salvación esperada. Los sacramentos cristianos son símbolos que actualizan esta presencia. Los sacramentos cristianos son: Un proyecto de gracia: Según la fe cristiana, el mundo y su historia caminan ya en los brazos de Dios. La revelación bíblica nos ofrece la verdad sobre la creación: el mundo y todas sus realidades son fruto del amor gratuito del creador, quien continuamente acompaña 90 y promueve a su obra en el curso de la historia: Su realización final llegará como “ “alianza nueva” gracias al Espíritu que transformará el corazón de los hombres (Jr.31,31-34). Jesucristo, realizador de ese proyecto Según los evangelios, Jesús vivió de modo único la intimidad con Dios, y actuó convencido de que llegaba ya el cumplimiento de las promesas, la utopía esperada, el reinado de Dios: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para anunciar a los pobres la buena noticia, proclamar la liberación de los cautivos, dar vista a los ciegos, liberar a los oprimidos, proclamar el año de gracia” (Lc 4,18-19) Jesús manifestó y celebró su experiencia singular en algunos gestos simbólicos: la comida con los pobres, última cena con sus discípulos, lavatorio de los pies. Eran símbolos en acción, gestos sacramentales. Después de la Resurrección y a la luz de la misma los primeros cristianos leyeron e interpretaron los acontecimientos históricos de Jesús; y le confesaron como Palabra, Hijo de Dios, Salvador del mundo; el sí de las promesas, la “nueva alianza”, el único mediador. En Jesucristo se ha realizado por fin y de modo pleno la inclinación gratuita de Dios a favor de todos los hombres, y la entrega libre de la humanidad a su creador: “La obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios” ( S:C 5). Es el encuentro definitivo de salvación que se ha dado en visibilidad histórica. Los gestos de Jesús, todo cuanto habló, hizo y padeció, fueron expresión de Dios interveniendo a favor nuestro, del reino ya presente y activo en nuestro mundo. Bien podemos decir que “Jesucristo es el sacramento primordial” Es el Sacramento del Padre, Jn 14,8, , Felipe, muéstrame al Padre Este proyecto continúa en la Iglesia: “cuerpo espiritual” de Cristo: Durante su actividad mesiánica, Jesús formó una pequeña comunidad; era como germen y símbolo de la humanidad nueva o reinado de Dios. En Pentecostés, los primeros cristianos se sintieron convocados, unidos por el Espíritu en una comunidad o nueva familia integrada por hombres de toda lengua y todos los pueblos. La Iglesia es “sacramento admirable” que garantiza la posibilidad y eficacia de los sacramentos cristianos 91 Símbolos de la gracia: La comunidad creyente, animada por el Espíritu, expresa y celebra en oraciones y ritos el encuentro personal con Dios que llamamos gracia. Es “un acontecimiento entre personas”, es una experiencia singular: Dios mismo que se nos da como amor que transforma nuestros corazones, promueve nuestra libertad y nos da capacidad para vivir sus mismos sentimientos. Ese dinamismo de la justificación, diálogo en que Dios realiza su obra de salvación en nosotros y con nosotros, es la entraña misma de la Iglesia. ¿Dónde radica la peculiaridad de los sacramentos propiamente dichos? K. Rahner lo expresa así: “Cuando la Iglesia como medio salvífico de gracia, entra en contacto con el individuo en la última realización de su esencia, entonces nos encontramos con sacramentos en sentido propio, los cuales son a la vez realizaciones de la Iglesia misma” ( K Rahner La Iglesia y los sacramentos, pág 10). Se trata de momentos privilegiados por la misma Iglesia, que no sólo es administradora de los sacramentos, sino fuente y sustento fundamental de los mismos. En la tradición teológica se utiliza los “sacramentos como expresión de fe”. Son profesión de fe objetiva y de fe subjetiva. Fe objetiva: porque la celebración sacramental es como una versión del “credo” en palabras y gestos simbólicos: Dios nos salva en Jesucristo y en su comunidad. Fe subjetiva: porque los sacramentos manifiestan y actualizan “ la comunión de los santos” la gracia que viven ya todos los creyentes animados por el Espíritu. Vaticano II nos dice claramente: “Los sacramentos no sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan por medio de palabras y cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe” ( Sacrosantum concilium n| 59). Los sacramentos son los símbolos en que se actualizan y avivan la fe, la esperanza y el amor de la comunidad de creyente. 92 Acciones comunitarias de culto cristiano: Culto: es profesión pública de la fe mediante palabras y gestos. Los sacramentos son actos cultuales como expresión de fe o gracia de la comunidad de creyentes y por lo tanto sus expresiones son comunitarias. Siendo fe y gracia de la comunidad creyente , sus expresiones rituales serán lógicamente comunitarios. Hablamos de culto “cristiano”; porque se trata de una fe o seguimiento de Jesucristo, la que vive su comunidad que es la IGLESIA, por lo tanto el verdadero culto cristiano incluye y exige recrear históricamente la conducta de Cristo. Así, los sacramentos son el centro de la liturgia ( Sacrosanto concilium 6) Errores En muchas prácticas sacramentales deja en la sombra la dimensión comunitaria y cultual de los sacramentos, bien por un privatismo individualista o por una mentalidad eficacista del sacramento como remedio para arreglar mis cuentas. No se destaca suficientemente la peculiaridad del culto cristiano como profesión de fe o seguimiento de Cristo; y a sí la misericordia y la justicia como empeño y tarea en nuestra vida cotidiana no se ven como exigencia y consecuencia de las celebraciones cultuales. La catequesis y la teología como servicio en una Iglesia evangelizadora tienen aquí un amplio y urgente campo. “Los sacramentos son actos de todo el cuerpo místico de Cristo y de su Iglesia. En el sentido de que son actos de Cristo en y por su Iglesia, Cristo desempeña un papel activo en los sacramentos junto con su “pueblo de Dios” ya realizado en el mundo” (E. Schillebeeckx, Cristo, sacramento, 83) Las expresiones de la fe o de la gracia que vive la comunidad cristiana, los sacramentos como toda la liturgia, “ no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, por eso pertenecen a todo el cuerpo de la misma, lo manifiestan y lo implican” S.C. 14. La dimensión comunitaria de los sacramentos explica ciertas notas en la celebración de los mismos y nos permite comprender el verdadero significado del ministro. 93 3.3.3 La iglesia y los sacramentos Jesús muere y resucita, y los evangelios nos cuentan algunas apariciones de Jesús en las que todavía su cuerpo sigue siendo sacramento de la presencia de Dios para las mujeres y los discípulos, así Lucas nos habla de Cristo como sacramento, cuando sale al camino de los discípulos que van hacia Emaús. Cuando estos le reconocen al partir el pan, se preguntan, ¿no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las Escrituras por el camino? Y vuelven a la comunidad (Lc 24,32). Se dan los elementos del sacramento de Cristo, el signo es el caminante que les acompaña y el partir el pan; la Palabra – cuando les explica la Escritura-, y el efecto: se produce el encuentro, le reconocen y van a comunicarlo con gozo a los demás. Pero al ser glorificada su humanidad ya no puede ser para los hombres un sacramento sensible de nuestro encuentro con Dios, sigue teniendo la posibilidad de comunicarse con los hombres pero necesita hacerse presente de forma visible. Al ascender Jesús al cielo, permitirá y obligará al grupo de creyentes a asumir la responsabilidad de prolongar en la historia el papel de ser el sacramento de Dios para los hombres. Es decir el carácter sacramental de Jesucristo pasará y se hará extensivo con su muerte a la Iglesia. La Iglesia será, a partir de la muerte de Cristo, sacramento original, su sacramento primordial. Así como Cristo sacramentaliza a Dios entre los hombres por su encarnación durante unos treinta y tres años, así también la Iglesia sacramentaliza a Jesucristo o, al menos, debe hacerlo, a través de todo el curso de la historia, hasta que Cristo vuelva, encarnándose en todo lo humano menos en el pecado. Pues, ¿cómo podría ser la Iglesia sacramento de Cristo sin encarnarse, sin asumir la debilidad de la humanidad? La Iglesia es sacramento de salvación universal por su mera presencia en el mundo, donde da testimonio de Cristo resucitado. Lo es por la predicación de la fe y la verdad cuyo depósito le ha sido confiado por Cristo. Lo es al mantener a los hombres en la unidad de la verdad, de la esperanza y de la caridad. Lo es por el ministerio del culto y de los sacramentos. Jesús, al subir al Padre se hace presente por el Espíritu, en la Iglesia. Así el Hijo de Dios entra en la historia para salvar a la humanidad, no sólo los años que vivió en la tierra, El quiere hacerse presente en todos los tiempos y lugares por medio de la acción del Espíritu. Acción que se realiza mediante una mediación histórica querida por Dios y que en cierto modo prolonga el misterio de su Encarnación. Esta mediación es la Iglesia, “sacramento de Cristo”, que está inseparablemente ligada a El, Pablo nos habla de la intima conexión que hay entre el misterio de Cristo y el de la Iglesia. En ella todos gozan del mismo encuentro con Cristo, ya sean judío o gentil, libre o esclavo, hombre o mujer, y mediante la Iglesia, la 94 salvación llega a todas las gentes. En ella, Cristo, se hace presente todos los días y hasta el fin del mundo (Mt 28,20) El concilio Vaticano II ha afirmado repetidas veces que la Iglesia es un sacramento (LG1;9;48;59;SC5;26;GS42;45;AG1;5) . Esto quiere decir que la Iglesia prolonga, en el espacio del tiempo, la presencia salvadora y liberadora de Jesús el Mesías entre los hombres. Porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo y es propio del cuerpo hacer visible y presente a la persona. Por consiguiente, la Iglesia tiene que organizarse y funcionar de tal manera que lo visible que hay en ella, lo que la gente percibe y se mete por los ojos, sea real y efectivamente un motivo para que la gente conozca a Jesús, acepte a Jesús y viva de acuerdo con el evangelio de Jesús. Por lo tanto, se puede y se debe decir que lo visible y tangible de la Iglesia no es una cosa sin importancia; por el contrario, se trata ahí y en eso de una categoría estrictamente teológica, puesto que pertenece en sentido propio a la sacramentalidad de la Iglesia. Por otra parte, si la Iglesia es el primer sacramento, de donde brotan los demás sacramentos, quiere decir que todo sacramento se debe interpretar y comprender a partir de la sacramentalidad de la Iglesia. Ahora bien, la Iglesia es esencialmente un pueblo unido, una comunidad de creyentes. Por consiguiente, todo sacramento tiene necesariamente una dimensión comunitaria y una expresión también comunitaria. Es decir, lo comunitario es esencialmente constitutivo de todo sacramento. Y esos significa que la celebración sacramental debe ser siempre una experiencia comunitaria. 3.3.2 Dimensiones de los sacramentos Las acciones simbólicas de los sacramentos tienen unas dimensiones : Dimensión cristológica pascual , porque en todos se simboliza el Misterio Pascual. La pascua es el acontecimiento fundante de toda expresión sacramental. Dimensión pneumatológica, porque simbolizan y actualizan la acción del Espíritu Santo. Los sacramentos actúan en virtud de la “fuerza del Espíritu Santo” y son una efusión suya, que hace presente y continúa la obra salvadora de Jesús. Dimensión trinitaria, ya que en todos la Trinidad actúa y está presente. Dimensión eclesiológica, porque son acciones de la Iglesia, en ellos se edifica ésta y por ellos pasamos a formar parte de ella como miembros de su Cuerpo. Dimensión comunitaria porque son celebraciones de la comunidad que celebra y comparte su experiencia de creyente. Dimensión escatológica, porque anticipan lo definitivo, nuestro futuro en Cristo. 95 Los sacramentos deben ser recibidos con fe, no puede haber sacramento sin fe expresada. Y al mismo tiempo el sacramento expresa la fe y provoca el crecimiento en la fe. 3.3.5 Institución de los sacramentos Los Sacramentos son instituidos por Jesucristo. En el concilio de Trento hay dos afirmaciones importantes: a) Jesucristo instituyó los siete sacramentos; b) La Iglesia no tiene poder sobre la “sustancia” de los mismos (Ds 1601 y 1728) Es necesario interpretar adecuadamente la doctrina conciliar: Jesucristo instituye los sacramentos al poner en marcha la comunidad de la Iglesia; inicialmente, mientras desarrolló su actividad profética en Palestina, y después de la Resurrección por medio de su Espíritu. En este sentido, los sacramentos “no son invenciones de la Iglesia”, sino acciones de Jesucristo en su comunidad. Bien podemos suscribir lo que hace unos años escribió K. Rahner: “ La existencia de verdaderos sacramentos, en sentido más riguroso y tradicional, no necesita fundarse en cada caso y en cada palabra – comprobable o presunta – en la que Jesús histórico hable explícitamente de un sacramento determinado”; “ la institución de un sacramento puede también – lo cual no quiere decir que debe siempre ocurrir- por el simple hecho de que Cristo fundó la Iglesia con su carácter de protosacramento” ( La Iglesia.. 44-45) Por lo tanto, no es posible afirmar que Jesucristo se pronunciase sobre cada uno de los sacramentos, no hay más remedio que acudir a la “conciencia de la Iglesia”, que animada por el Espíritu, actualiza de modo público e infalible su realidad íntima o encuentro de gracia a favor de los hombres. Admitiendo que hay sacramento cuando la comunidad cristiana se compromete y empeña en su propia vida, ¿quién sino ella tiene capacidad para decirnos cuándo hay sacramento? 3.3.6 ¿Por qué sólo siete sacramentos? En la tradición antigua de la Iglesia no se fija el número de sacramentos; hay distintas listas, a veces muy largas. El número septenario se fijó en la teología del s. XII y fue ratificado por el Magisterio en el s. XIII . El Concilió de Trento declaró: “Los sacramentos de la nueva ley son siete, ni más ni menos” 96 Pero cuando nos preguntamos el por qué de los “siete” sacramentos hemos de situarnos en una clave distinta a aquella que asumió o hubo de asumir el concilio de Trento. Hoy no nos planteamos esta pregunta porque se cuestione el número en cuanto tal. Nos preguntamos el por qué de los siete sacramentos movidos por el interés de una mejor comprensión de la fe. Lo que más nos interesa en este momento es la articulación interna de los sacramentos: sus correlaciones, complementariedades. Nos interesa, así mismo, ver si la sacramentalidad cristiana se expresa adecuadamente en su totalidad en los siete sacramentos. Sin olvidar las razones que la tradición de la Iglesia ha aducido para explicar el septenario sacramental- el argumento simbólico y argumento tomista de conveniencia antropológica-, vamos a presentar algunas explicaciones actuales del septenario que parten de dos perspectivas complementarias: La densidad simbólica de la existencia humana (las diafanías del misterio santo) y las densidades sacramentales de la Iglesia (las diafanías del misterio- Iglesia). 3.3.6.1 Densidad simbólica de la existencia humana Teólogos dogmáticos que abordan la cuestión del septenario sacramental parten del siguiente principio: la pluralidad de los sacramentos no proviene de la pluralidad de “misterios”- EL MISTERIO ES UNO Y ÚNICO-, sino de las formas diversas por medio de las cuales tenemos acceso al misterio. Porque hay múltiples formas de acceso simbólico a él, por eso hay múltiples sacramentos. Karl Rahner, Leonardo Boff, otros autores - cada uno con sus propios maticeshan tratado de exponer cuáles son los momentos existenciales que dan lugar a los grandes sacramentos y cuáles son sus expresiones simbólicas. Según ellos, hay ciertos momentos simbólicos en los que el encuentro del hombre con el misterio adquiere una peculiar intensidad.. Hay en la existencia humana ciertos “nudos existenciales” (L. Boff) o ciertos “momentos decisivos” (K. Rahner) en los que se diafaniza el misterio. En tales momentos el hombre siente la fuerza de “lo trascendente”, el riesgo de la existencia, la precariedad de lo humano, la necesidad de fundamentación y de sentido. Tales momentos remiten inequívocamente hacia “lo absolutamente otro”. Desde la fenomenología de la religión, tales momentos son los siguientes: cuando nace la vida o cuando sobrevive ante poderosas amenazas de muerte; en esos momentos los hombres utilizan ritos de iniciación o bautismo sagrados; 97 cuando se constituye y se consolida la comunidad, superando las amenazas de las fuerzas disolventes del egoísmo; en esos casos las religiones y las comunidades humanas recurren a comidas rituales o festivas; cuando el amor es negado, la amistad y la injusticia traicionada, o las relaciones comunitarias han quedado interrumpidas; cuando se siente el agobio de la culpabilidad y se ha sucumbido ante los poderes del mal; entonces los grupos y las personas recurren a ritos de expiación, reconciliación y perdón; cuando una persona siente en sí misma el zarpazo de la enfermedad, tanto física como psíquica; cuando percibe la cercanía de la muerte o la progresiva degradación de su salud; esas situaciones se conminan y asumen a través de ritos de sanación y de unción; cuando el hombre y la mujer quieren sellar su amor para formar una nueva comunidad, fuente de vida, pero se sienten amenazados por la fuerza disolvente del eros egoísta; es cuando las religiones y la sociedad ofrecen ritos matrimoniales y de compromiso; cuando una persona se siente llamada a entregar su vida y su servicio a una comunidad humana, sea política, religiosa, pero es consciente de la amenaza que conlleva la instalación en el poder, el dominio, la manipulación; entocnces se recurre a ritos de investidura, de toma de posesión, de ordenación o consagración. En estos momentos existenciales a los que acabamos de referirnos la vida humana se encuentra en encrucijada, pujante y amenazada; son tiempos de decisión, en los que aparecen tensiones personales y sociales. Son momentos vinculados de una u otra forma a la comunidad. En ellos se densifica el misterio, se manifiesta que, aun en medio de la desgracia, la vida está grávida de gracia ( L. Boff., Los sacramentos de la vida, Bogotá 1975, pág. 50). Esta reflexión no intenta justificar el número “siete” de los sacramentos. pero es útil manifestar cómo los siete sacramentos responden a las grandes experiencias de los hombres religiosos de todos los tiempos e incluso de las sociedades humanas. Este tipo de reflexión nos indica, asimismo, que allí donde el misterio se acerca al hombre con cierta densidad y dentro de un contexto comunitario allí tenemos una situación vital “sacramentalizable”. Es importante reseñar que no es el hombre quien autónomamente crea o inventa estos símbolos o momentos, El los descubre, los acoge. 98 3.3.6.2 Densidades sacramentales de la Iglesia También para la Iglesia el misterio es uno y único: es el misterio de Dios, manifestado y actuado en Cristo Jesús por la fuerza del Espíritu. Ella misma está implicada en la manifestación y actuación del misterio (LG.3). “La Iglesia es en Cristo como un sacramento” (LG1). Por eso para los cristianos el encuentro con el misterio se realiza a través de la mediación eclesial, implicándose en su sacramentalidad fundamental Llamamos “sacramentos” de la Iglesia a aquellos símbolos rituales que sirven de mediación cuando un creyente tiene un encuentro intenso y decisivo con el misterio de Cristo en la Iglesia. ¿Cuáles son esos momentos decisivos de la existencia del hombre en los cuales realiza el encuentro con el misterio dentro del contexto y la mediación eclesial? son los momentos que acabamos de reseñar desde la perspectiva de la fenomenología de la religión: los momentos más densos de la existencia humana. No todos los momentos de encuentro, sin embargo, tienen la misma intensidad o actualizan de la misma forma el misterio de Cristo en su Iglesia ante el individuo. La misma tradición de la Iglesia ha hablado de “sacramentos mayores o principales” ( Y CONGAR, La idea de los sacramentos mayores o principales, en “Concilium” 4 (1968)). 3.3.6.3 ¿Cómo entender hoy el número septenario de los sacramentos? Hoy la Iglesia no tiene las preocupaciones del concilio de Trento en orden a determinar exactamente el número de los sacramentos. Se interesa, más que por la cuestión del número, por la organicidad y articulación interna del septenario sacramental. La gran preocupación de la Iglesia actualmente es manifestar cómo los siete sacramentos cubren adecuadamente todos los momentos decisivos de la existencia humana, cómo no hay experiencia humana que quede substraída al encuentro simbólico con el misterio de Dios en Cristo Jesús. En este sentido, el argumento simbólico del medioevo readquiere una nueva actualidad. Lo importante no es el número “siete” en cuanto suma rito, sino el símbolo del “septenario”, que abarca todos las dimensiones de la existencia humana y las hace susceptibles de simbolización mistérica. 3.3.7 El organismo sacramental: (diversidad, jerarquía e interrelación) A través de los siglos, la teología se ha preocupado de clasificar los sacramentos en un esquema coherente. Santo Tomás hace la clasificación desde distintas claves ( Suma Teológica, III, 65,1) Merece la pena traer aquí la que destaca en primer lugar: los sacramentos tienen como objetivo perfeccionar a los hombres en la vida cristiana, y ser remedio contra el pecado; esa vida no sólo es personal, sino 99 también comunitaria. En esta clave y en paralelismo con la vida o existencia corporal, los sacramentos son medios de vida: En cuanto a la propia persona: Promoviendo la vida: - Como dádiva del ser: bautismo - Como aumento del ser recibido: confirmación - Como aumento de la vida: eucaristía. Curando la enfermedad: - Curando el pecado: la penitencia Curación de la debilidad: unción de los enfermos En orden a la comunidad: - Facultad de propagación natural: matrimonio Facultad para dirigir a la comunidad y ejercer actos públicos: sacramento del orden Esta clasificación está condicionada lógicamente por la visión sacramental del s. XIII cuando escribe Santo Tomás, llama “extrema unción” al rito que hoy llamamos “unción de los enfermos”. Tampoco entonces se daba prioridad al matrimonio como sacramento del amor que completa y perfecciona mutuamente a los cónyuges. Pero las tres dimensiones de la gracia sacramental – elevante, sanante y comunitaria- son criterios válidos y permanentes para una presentación adecuada de los sacramentos. Asumiendo y reinterpretando esta clasificación dividimos nuestro estudio en tres grandes partes: Sacramento de iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía Sacramento de curación o rehabilitación o eventuales: penitencia y unción de enfermos Sacramento para el servicio de la comunidad o sacramentos institucionales de la madurez cristiana: matrimonio y orden 3.3.7.1. Sacramento de iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía De todos los sacramentos, la eucaristía es el sacramento culmen, centro y fin El sacramento fundamental y central en la vida de la Iglesia y en la existencia cristiana es la eucaristía porque 100 Con ella culmina la iniciación cristiana, Por medio de ella se vive y consolida la comunión con Dios y con los hermanos durante toda la existencia Con ella culmina la existencia cristiana en la hora de la muerte La eucaristía de la iniciación, juntamente con el bautismo y la confirmación, forman un gran sacramento que es “ la iniciación cristiana”. El Concilio Vaticano II nos ha recordado la unidad de los tres sacramentos de la iniciación ( Sacrosanctum Concilium, 71); esta unidad se funda en la unidad del misterio Pascual; son tres ritos significativos y eficaces de dicho misterio, destinados a realizar la progresiva y completa configuración del creyente con Cristo en la Iglesia ( A. Cañizares, Los sacramentos de la iniciación cristiana, en la iniciación cristiana hoy: liturgia y catequesis, PPC, Madrid 1989, 26). Los sacramentos de la iniciación forman una unidad dinámica, de modo que podría hablarse de un sacramento en tres; son los sacramentos que fundamentan la existencia cristiana 3.3.7.2 Los Sacramentos eventuales: Penitencia y Unción En las situaciones eventuales, producidas por la infidelidad a la fe cristiana profesada y asumida en la iniciación o por la crisis humana y espiritual que conlleva la enfermedad, la Iglesia recurre a aquellas acciones sacramentales, recibidas de su Señor, que simbolizan y actualizan su perdón y su salvación: son los sacramentos de la penitencia y de la unción de los enfermos. Desde siempre se supo la Iglesia “bajo el perdón misericordioso de Dios”, aunque la celebración sacramental del perdón haya sido tan cambiante a lo largo de la historia. El sacramento de la penitencia era comprendido como una nueva oportunidad para rehacer el camino iniciático y recuperar la gracia bautismal. Era entendido como un segundo bautismo o una “segunda penitencia” Esta ha de celebrarse, en principio, en la eventualidad de una seria negación de todo aquello que se profesó en la iniciación. ¡Es un sacramento eventual!. Lo mismo cabe decir del sacramento de la unción: en la eventualidad de la enfermedad y sus crisis, este sacramento evoca y actualiza la cercanía salvífica de Jesús y de su Iglesia a los creyentes enfermos prometiéndoles la salvación. Ambos sacramentos tienden en su dinámica hacia la Eucaristía, el gran sacramento del reino de Dios: La reconciliación libera de la excomunión del pecado para entrar en la comunión eclesial- eucarística; la unción libera de la tiranía de la enfermedad y crea comunión eclesial y eucarística en quienes el mal físico o psíquico margina. 101 3.3.7.3 Los sacramentos institucionales de la “madurez cristiana”: Hay sacramentos institucionales o de la “madurez cristiana” a través de los cuales “se instituye” la Iglesia como comunidad de creyentes (ministerio ordenado) o como Iglesia doméstica ( matrimonio). Son los sacramentos de aquellas formas de vida y de ministerialidad que constituyen necesariamente a la Iglesia en cuanto comunidad humana y comunidad de fe. Orden y matrimonio son sacramentos que obviamente presuponen la iniciación, pero en la actualidad, ¿se da realmente iniciación?; son sacramentos en los que se expresan la madurez cristiana y la vocación particular de cada creyente – cuando es constituyente de la comunidad eclesial. Los sacramentos del orden y del matrimonio no están en manera laguna desvinculados de la Eucaristía. En ella encuentran su máxima expresión simbólica y su auténtico sentido. 3.3.7.4 Los carismas sacramentales: Lo más extraño en el esquema propuesto, respecto a la tradición sacramental de la Iglesia, es indudablemente el hablar de “carísma sacramentales” No pocos se preguntan por qué siendo considerado sacramento el matrimonio cristiano, no es considerada tal la profesión monástica o religiosa. Sabemos por la historia que en el primer medievo la profesión monástico- religiosa fue denominada sacramentum. Es indudable que las vocaciones carismáticas y ministeriales que particularizan la vocación fundamental cristiana participan de la sacramentalidad de la Iglesia: “ Todos los miembros -pastores, laicos y religiosos- participan, cada uno a su manera, de la naturaleza sacramental de la Iglesia; cada uno desde su propio puesto debe ser signo e instrumento tanto de la unión con Dios cuanto de la salvación del mundo” ( Mutuae relationes, 4). Es cierto que no todas las vocaciones particulares tienen en la Iglesia la misma capacidad constitutiva. Puede haber Iglesia sin monjes o sin institutos seculares; pero nunca podrá existir sin ministros ordenados o sin familias o Iglesias domésticas. Orden y matrimonio son sacramentos para dos formas de vida que podríamos definir eclesio-genéticas. Las otras vocaciones y formas particulares de vida - secular o consagrada – animan carismáticamente la vida eclesial: no pertenecen a su estructura constitutiva, sí a su vida y santidad. No dependen del principio instituyente o constituyente de la Iglesia, sino del principio carismático. No obstante, la Iglesia reconoce y celebra la llamada de Dios a estas vocaciones 102 carismáticas particulares uniendo la respuesta y auto-oblación de los llamados al sacrificio eucarístico. En las profesiones religiosas o en la celebración de los ministerios no-ordenados, la Iglesia incluye en la sacramentalidad eucarística los serios compromisos que estas vocaciones implican. Estos carismas y ministerios son concedidos a la Iglesia por el Espíritu no como elementos “constituyentes” de los cuales ella no pudiera prescindir, sino como elementos “libres” que la animan, estimulan y enriquecen para toda obra buena. Aquí situamos la profesión monástica o religiosa, la consagración de los institutos seculares, los ministerios no ordenados ( como oficialización cuasi-sacramental de los carismas de los creyentes) y otras expresiones rituales que pueden y deben ir surgiendo en el futuro, sobre todo en el ámbito del estado seglar. Toda vocación particular es tal porque particulariza la vocación fundamental que se evidencia en la iniciación cristiana. Hay vocaciones particulares que no necesitan una nueva calificación sacramental porque despliegan el dinamismo del bautismo-confirmación-eucaristía. ¿No ha sido definida la profesión religiosa “segundo bautismo”, no como añadidura al primero, sino como manifestación de él?. El gran rito de estas vocaciones particulares es la celebración eucarística y la evocación de la iniciación en todos los momentos. 3.3.7.5. Factores determinantes de nuestra época que se deben tener en cuenta. Como hemos venido diciendo, los sacramentos son celebraciones de seres humanos que viven siempre dentro de una determinada cultura, y porque son “para los hombres”, no es suficiente una teoría ni se arregla todo con formulaciones teológicas perfectas y universales. Hay sin embargo factores determinantes en nuestra época que deben ser tenidos en cuenta precisamente para que los sacramentos sean medios de liberación. Niveles de las celebraciones de los sacramentos - Las palabras o fórmulas rituales: El Vaticano II dio paso a las fórmulas en lengua vernácula e invitó a la inculturación de los símbolos sacramentales. - Los símbolos: Aquí todavía hay mucho que andar. - Teológico: muy relacionado con la idea que se tenga de la divinidad. 103 En el catolicismo hay pluralidad de situaciones Para los católicos que viven su fe “como ajuste existencial” y a ráfagas en situaciones límite de amenaza o de alegría, los sacramentos como el bautismo, la primera comunión o el matrimonio son eventos importantes con cierto matiz religioso. Son muchos los bautizados no practicantes o practicantes esporádicos que celebran esos “sacramentos llamados sociales”; no es fácil definir bien cual es la razón que les mueve a esa participación, pues frecuentemente se mezclan distintas motivaciones. Otros, conscientes y celosos de su libertad, piensan que la celebración sacramental encubre o es una evasión de los problemas reales, y por eso abandonan estas celebraciones. Reaccionando contra el peligro de la magia en algunos casos se ha perdido la dimensión de gratuidad manifiestan en la sacramentalidad de la Iglesia y en los sacramentos cristianos. Aspectos que merecen atención Hay un malestar de muchos sacerdotes en la administración de los sacramentos. La gente que los celebra no está suficientemente preparada y tampoco acepta fácilmente un proceso de preparación. Muchos piden los sacramentos por razones familiares, sociales o por inercia; y quienes reciben los sacramentos escasamente se integran en la comunidad parroquial. Hay que avivar el entusiasmo por servir a la comunidad cristiana para ello es importante tener en cuenta: - - El espíritu que está trabajando misteriosamente no solo en la historia, sino también y de modo especial en el corazón de cada persona humana. Un mayor cuidado en lograr la verdad del sacramento. Una vez más los sacramentos como acciones de la Iglesia deben tener una normativa canónica pero sin caer en el ritualismo que tantos estragos ha hecho en la práctica sacramental. Los sacramentos no son fines en sí mismo, sino medios de justificación, un encuentro personal entre Dios y la persona humana. Conviene denunciar aquí cierta tensión, más o menos callada entre liturgistas preocupados por la normatividad y pastoralistas que a veces lamentan la cerrajón litúrgica. Dimensión comunitaria de los sacramentos La comunitariedad aquí no solo se refiere a la Iglesia, sino también a la solidaridad social; los sacramentos son actos- celebraciones de toda la comunidad cristiana y 104 medios para edificar esa comunidad; pero también suponen y alimentan una fe inseparable de la caridad o amor comprometido con todos sin discriminaciones. Evangelizar lo religioso El cristianismo se desenvuelve como una religión, pero el evangelio sobre Dios anunciado por Jesús es, en cierto modo, subversión del esquema religiosos: porque Dios no es alguien alejado cuya simpatía hemos de conquistar, sino el Padre que se pone a nuestro lado antes de que lo invoquemos. Más que medios para superar el distanciamiento de Dios o aplacar su ira, los sacramentos y el sacrificio cristiano son la expresión histórica y encarnada de Dios: amor que nos ama no porque seamos buenos sino porque El es bueno. Actitud evangélica: misericordia Cuando en la Edad Media se fraguaba la reflexión teológica sobre los sacramentos, era introducción frecuente la parábola del buen samaritano: cómo aquel hombre movido a compasión se inclinó hacia el desvalido; en los sacramento, Jesucristo es el buen samaritano que se pone a nuestro lado para curar nuestras heridas y ponernos en pie a fin de que sigamos caminando. Los sacramentos manifiestan y concretan históricamente la vida maternal de la Iglesia, que se define como sacramento del amor gratuito: “sed misericordioso como vuestro Padre Celestial es misericordioso (Lc. 6,36) 3.4. BIBLIOGRAFÍA - BOFF, Leonardo. Los Sacramentos de la vida y la vida de los sacramentos. Mínima sacramentalia. Colombia: Indo American press service-editores, 1990. - BOROBIO, Dionisio. Pastoral de los Sacramentos. Salamanca: Secretariado Trinitario, 1996. - CASTILLO, José María. Sacramentos y compromiso cristiano. Paraguay: CEPAG, 1992. - CLEMENT DILLENSCHNEIDER. El dinamismo de nuestros sacramentos. Salamanca: Sígueme, 1968. - CODINA, Víctor. El mundo de los sacramentos. Colombia: Ediciones Paulinas, 1991. - CORPAS DE POSADA, Isabel. Teología de los sacramentos. Experiencia cristiana y lenguaje sacramental eclesial. Colombia: San Pablo, 1993. - ESPEJA, Jesús. Para comprender los Sacramentos. Pamplona: Verbo Divino, 1996. - ESTRADA, HUGO. Los siete sacramentos. Colombia: Ediciones Paulinas, 1991. - FANLO, Leandro. La eucaristía. Una fiesta infinita. Madrid: Ciudad Nueva, 1998. 105 - GARCIA PAREDES, José Cristo Rey. Teología fundamental de los sacramentos. Madrid: Ediciones Paulinas, 1991. GERARD FOUREZ. Sacramentos y vida del hombre. Celebrar las tentaciones y los gozos de la existencia. Santander: Sal Terrae, 1983. GIUSEPPE RAMBALDI. Los sacramentos I. Bautismo- Confirmación- Orden Eucaristía. Barcelona: Litúrgica Española, 1962. GIUSEPPE RAMBALDI. Los sacramentos II. Penitencia- ExtremaunciónMatrimonio. Barcelona: Litúrgica Española, 1963. GONZALEZ DORADO, P. Antonio. Los sacramentos del evangelio. Sacramentología fundamental y orgánica. Bogotá: CELAM, 1988. JALICS, Francisco. El encuentro con Dios. Madrid: Ediciones Paulinas, 1984. Documento del Concilio Vaticano II Catecismo de la Iglesia Católica Documentos de Medellín, Puebla y Santo Domingo 3.5. EJERCICIO INVESTIGATIVO Para completar el estudio de esta unidad realice las siguientes actividades 1. Precise que hechos demuestran que Jesús vivió y actuó como “hombre libre”. 2. A través de una encuesta pregunte a sus compañeros de trabajo, ¿cuáles son las principales dificultades que se le presentan para actuar con plena libertad? a. Analice las respuestas que le dieron b. Proponga unas alternativas para conseguir la libertad que Cristo nos muestra . 3. Organice un diálogo al interior de su hogar y pregunte a los miembros de su familia que le gusta y que le molesta de su iglesia particular (parroquia, centro de culto etc) ¿Qué retos le plantea la reflexión anterior?, realice un ensayo 106