Tipo de documento: Fragmento de libro Autor: Luciana Lartigue Título del libro: La Revolución Mexicana Editorial: Ocean Sur Lugar de publicación: México Año de publicación: 2011 Páginas: 12-14 Temas: Fuerzas populares, Movimiento social popular, México La oposición al régimen Periódicamente el gobierno de Díaz convocaba a elecciones fraudulentas con el objetivo de legitimar su base de dominación. En el año 1910, México se preparaba para celebrar una nueva contienda electoral hacia la presidencia. Nadie esperaba cambios en el resultado de las urnas pues las elecciones era una verdadera farsa y el gobierno tenía el triunfo garantizado. Sin embargo, en ese mismo año, se conjugaron varios hechos que desestabilizaron el poder de Díaz y pusieron en cuestión la continuidad del régimen. Desde comienzos de siglo y hacia finales de la primera década surgió una creciente oposición al gobierno. Por un lado, se encontraba el general Bernardo Reyes (1850-1913), gobernador del estado de Nuevo León, que junto a sus seguidores se hallaba enfrentado a los llamados científicos. Su propuesta no pretendía más que la búsqueda de cierta renovación en la estructura política sin introducir grandes modificaciones al modelo económico y social que la sostenía. Por otro lado, estaba la que aglutinaba a su alrededor don Francisco Madero (1873-1913), terrateniente y miembro de una familia acaudalada dueña de industrias en San Luis de Potosí. Esta corriente representaba el ala liberal y sumó en su apoyo a diversos sectores opositores al régimen, incluidos los que habían acompañado a Bernardo Reyes luego de que este se retirara en 1909 por imposición de Díaz. En ese mismo año, Madero fundó el Partido Antirreeleccionista Nacional. Su lema fue «sufragio efectivo y no reelección» y lanzó un libro titulado La sucesión presidencial en 1910. Por último, existía una oposición de izquierda encabezada por el grupo de Ricardo Flores Magón (1873-1922) que desempeñó un destacado papel. En principio, estos grupos se habían nucleado alrededor de los Clubes Liberales, como el Club Liberal Ponciano Arriaga. Finalmente, se organizaron a través del Partido Liberal cuyas propuestas influyeron de manera decisiva en el movimiento revolucionario que derrocará a la dictadura. Aunque no fue la corriente que logró encabezar el alzamiento de 1910, su participación en los conflictos obreros, su papel de agitación y acción contra el porfiriato le permitió tener una verdadera proyección a nivel nacional. Ofreció una base de apoyo a las masas campesinas sublevadas y su periódico Regeneración brindó un marco ideológico a las numerosas revueltas que surgieron en los albores del nuevo siglo. La sucesión presidencial En marzo de 1908 el presidente Díaz concedió una entrevista al periodista James Creelman para la revista Pearson’s Magazine, que fue traducida y publicada en México por uno de los principales diarios de la oligarquía, El Imparcial. La entrevista pasó a la historia por las repercusiones que generó en el seno de la clase política mexicana. En el reportaje Díaz anunció: «No importa lo que al respecto digan mis amigos y partidarios, me retiraré cuando termine el presente período y no volveré a gobernar otra vez. Para entonces tendré ya 80 años». Aunque Díaz había insinuado su retiro en numerosas oportunidades, en esta ocasión un hecho de orden natural, sus 80 años, hizo que sus palabras fueran esta vez tomadas en serio. Puesto que se retirara o no en estas elecciones lo cierto era que estaba viejo y no duraría vivo muchos años más. El problema de la sucesión conmocionó a toda la clase política, y también a las clases populares. Esta fue la sorpresa que no esperaba la burguesía mexicana mientras debatía en los entretelones quién sería el heredero. Tras treinta años de gobierno Porfirio Díaz había conseguido a sangre y fuego «pacificar» el país. Una pacificación siniestra que también había modificado su estructura económica, social y de clases. Sin duda esta nueva configuración del país fue lo que no tuvieron en cuenta quienes planeaban simplemente un cambio de manos en el mismo guante. En junio de 1910, el resultado de las elecciones fue el mismo de siempre y Porfirio Díaz fue reelegido una vez más. Sin embargo, una fuerte movilización de fuerzas sociales había sido puesta en marcha y ya nada podría detenerla.