Historia La Cultura del Siglo de Oro La cultura del Renacimiento recibió la influencia del humanismo, el erasmismo, de las corrientes literarias de Italia y artísticas de Italia y Flandes. La llegada de la imprenta en la época del reinado de los Reyes Católicos favoreció extraordinariamente la difusión del pensamiento, la ciencia y la creación cultural, las elevadas tasas de analfabetismo, clásicas para la época, no fueron óbice para la expansión de las nuevas ideas o para la difusión de la cultura escrita, algunas de cuyas obras gozaron de un enorme predicamento social merced a la literatura de cordel y a la transmisión oral a través de las populares coplas de ciego. La censura, monopolizada por la Inquisición con la publicación del Índice de libros prohibidos, se centró particularmente sobre las obras de temática religiosa, con particular atención a las vinculadas a la reforma protestante y, por extensión, a las de carácter erasmista, la obsesión por la defensa de la ortodoxia católica extendió el brazo censor hacia las obras de tendencia mística o las relacionadas con la Biblia, cuya difusión en lengua vulgar fue prohibida. El celo inquisitorial llevó a colocar en el Índice toda clase de libros, científicos y filosóficos, literarios y religiosos, antiguos y modernos, hispanos y extranjeros. Hasta el punto que la producción mística de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y fray Luis de León estuvo en el punto de mira de la censura inquisitorial. A pesar de ello la cultura del Renacimiento en la Monarquía hispana vivió un gran momento creativo. Durante el reinado de Carlos V el pensamiento reformista de signo erasmista proliferó en los territorios del Imperio, encarnado en el humanismo, merced a las simpatías con la que era visto inicialmente por el emperador, en la universidad uno de sus principales focos en la península se situó en la recién creada por el cardenal Cisneros, 1508, Universidad de Alcalá, frente al neoescolasticismo de la Universidad de Salamanca. Figuras descollantes del humanismo de raíz erasmista fueron Juan Luis Vives, los hermanos Alonso y Juan de Valdés, Fernán Pérez de Oliva o el médico Andrés Laguna, su influencia se proyectó más allá del reinado de Carlos V, ejemplo de ello fue Miguel de Cervantes. Con la reforma protestante y el movimiento de la contrarreforma surgido del Concilio de Trento, donde la Monarquía hispana jugó un papel de liderazgo aliado con el papado, el clima intelectual cambio significativamente durante el reinado de Felipe II, el neoescolasticismo de Salamanca impuso con claridad su liderazgo. En el campo de la filosofía la figura más relevante fue Francisco de Vitoria, introductor del neotomismo y, sobre todo, por sus obras de filosofía del derecho y filosofía política, en especial con sus obras De potestate civili, 1528, De iure belli y De indis, ambas de 1539, fue el fundador del derecho de gentes con su argumentación a favor de la presencia española en América. El otro gran filósofo fue Francisco Suárez, máxima figura de la escolástica moderna, donde destacaron sus obras Disputaciones metafísicas, 1597, y De legibus, 1612. Por su papel en el Concilio de Trento fueron importantes los dominicos Melchor Cano, sucesor en la cátedra de Salamanca de Francisco de Vitoria, y Domingo Soto. En el pensamiento político también destacaron Diego Covarrubias, Pedro de Ribadeneyra y, sobre todo, Juan de Mariana con su obra De rege et regis institucione, 1599. En el pensamiento económico ya hemos mencionado la importancia de la escuela de Salamanca en la fundamentación de la teoría mercantilista, destacando Martín de Azpilicueta y Tomás de Mercado, quienes desarrollaron la teoría cuantitativista de la moneda, así como el mercantilista Pedro Ortiz. Las ciencias naturales también encontraron un amplio campo de desarrollo en las universidades y en las nuevas instituciones surgidas de la mano de la expansión geográfica de la Monarquía hispana, sobre todo con la creación de la Casa de Contratación de Sevilla, la Academia Matemática de Madrid y la Biblioteca de El Escorial. La realidad del imperio transoceánico impulsó la construcción naval, la navegación, la minería y la cartografía, para cuyo dinamismo fue imprescindible el conocimiento científico y la innovación tecnológica. En matemáticas destacó Pedro Sánchez Ciruelo, mientras el sistema copernicano en astronomía fue tema de atención en Salamanca, con importantes aplicaciones para la navegación o la reforma gregoriana del calendario, en la que participó activamente Pedro Chacón, en este campo destacaron los cosmógrafos y pilotos mayores de la Casa de Contratación de Sevilla, donde sobresalieron Martín Fernández de Enciso con su Suma de geografía que trata largamente del arte de marear, 1519, Pedro de Medina con su Arte de navegar, 1545, Martín Cortés con el Breve compendio de la esfera y de la arte de navegar, 1551, o Alonso de Chaves, Juan Escalante de Mendoza o el portugués Francisco Faleiro, entre otros. En el campo de la geografía también destacaron Pedro Esquivel, Juan de Villuga o Alonso de Meneses, estos tres últimos dedicados a la descripción geográfica de la Península. En el campo de la medicina la figura más descollante fue Miguel Servet, con sus trabajos sobre la circulación, publicados en su Christianismi Restitutio, 1553, condenado a muerte en la Ginebra de Calvino, destacando también en este campo los valencianos Pedro Jimeno y Luis Collado, introductores de la anatomía vesaliana, el erasmista Andrés Laguna, Juan Huarte de San Juan cuya obra Examen de ingenios para las ciencias, 1575, que conoció una gran difusión, fue pionera en los primeros desarrollos de la psicología. Sin olvidar la obra de los médicos y botánicos Francisco Hernández y Nicolás Monardes, con sus estudios sobre la flora americana y sus posibles aplicaciones farmacológicas. Más conocida fue la explosión creativa en el plano literario, conocida como el Siglo de Oro. En poesía descollaron las figuras de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León o Fernando de Herrera. En prosa la novela picaresca con el Lazarillo de Tormes, 1554, y el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, 1599-1604, alcanzaron las cimas de un género que marcó la literatura hispana. Mención aparte merece la figura de Miguel de Cervantes, cultivador de varios géneros como la novela de aventuras representada por Persiles y Segismunda, publicada póstumamente en 1617, la pastoril como La Galatea de 1585, o las de género picaresco como las novelas ejemplares, alcanzó con El Quijote, publicado en 1605, una de las cimas de la literatura universal, que puso fin con su genialidad a todo un género literario como la novela de caballerías que hasta entonces había gozado del favor del público, sentando las bases para la novela moderna. En el teatro destacaron Juan de la Encina, el portugués Gil Vicente, Juan de la Cueva o Lope de Rueda, mención aparte merece la figura de Lope de Vega, autor a caballo entre el siglo XVI y el XVII, autor de éxito en la época que cultivo también la prosa, como en la novela pastoril La Arcadia, 1598, o La Dorotea de 1632, la poesía como los poemas épicos La Dragontea, 1596, y La Jerusalén conquistada, de 1609, prolífico autor de comedias destacan entre otras Fuente Ovejuna, 1618, o El caballero de Olmedo. La literatura de naturaleza religiosa conoció un gran momento desde los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, 1548, fundador de la Compañía de Jesús, hasta el propio fray Luis de León con La perfecta casada, 1583, entre otras, o la producción de los místicos Teresa de Jesús, con sus Las Moradas, 1578, o Camino de perfección, 1583, y Juan de la Cruz, con sus Subida al Monte Carmelo, Noche oscura del alma, Cántico espiritual o Llama de amor viva, publicados póstumamente entre 1618 y 1627. En arquitectura la influencia del renacimiento italiano se hizo sentir con fuerza ya con el plateresco, representado por la fachada de la Universidad de Salamanca, el clasicismo dejo su huella en el palacio de Carlos V en la Alhambra, de Pedro Machuca, y, sobre todo, en el monasterio de El Escorial de Juan de Herrera, o las catedrales de Granada de Diego de Siloé y la de Jaén de Andrés de Vandelvira, el Colegio de San Ildefonso –Universidad- de Alcalá de Henares de Rodrigo Gil de Hontañón, el palacio Arzobispal de Alcalá de Henares de Covarrubias o el Hospital Tavera de Toledo. En escultura destacó Alonso Berruguete, Juan de Juni, Bartolomé Ordóñez o Esteban Jordán. En pintura la influencia flamenca fue pronto compartida por la italiana, por encima de todos descolló Domékicos Theotocópoulos, El Greco. http://www.loseskakeados.com