La Catedral de Oviedo

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La Catedral de Oviedo
La actual catedral de San Salvador de Oviedo es, sin duda, la obra más
destacada del gótico asturiano. El edificio actual viene a ser todo un
compendio del arte en Asturias desde la Baja Edad Media hasta nuestros
días. Las distintas construcciones que la componen, desde la Sala
Capitular a la admirable Torre, colocan a la Catedral ovetense en una
posición de auténtico privilegio. En ella han quedado plasmadas, una a
una, las diferentes etapas de la evolución del gótico español desde el
siglo XIII al XVI.
En el año 761 Máximo y Fromestano construyeron en la colina de
Oveato, habitada desde tiempos prehistóricos y en la que hubo un
antiguo asentamiento romano, una iglesia dedicada a San Vicente, junto
a la que fundaron un monasterio benedictino, alrededor del cual se irá
formando la ciudad de Oviedo.
Este iba a ser el escenario en el que el rey Fruela fundaría dos iglesias:
La de los mártires Julián y Basilisa y la del Salvador. La vida de estos
nuevos templos resultaría más bien corta. En el año setecientos noventa
y cuatro, reinando ya Alfonso II, el caudillo Aba Almaid penetró en
Asturias, llegó a Oviedo, saqueó la ciudad y destruyó las iglesias
construidas en ella. La respuesta del rey Casto fue doble: Por un lado,
aniquiló al invasor y por otro inició un afán constructivo que le
conduciría a una transformación.
El rey asturiano Fruela I (del 757 al 768), mandó construir una basílica
consagrada a San Salvador, que ejercería las funciones de catedral.
Posteriormente, el rey Alfonso II levanta en el mismo sitio una nueva
basílica. Ambas fueron edificadas en el solar donde hoy se encuentra la
actual catedral de Oviedo. Fue rodeada por una serie de edificaciones
como la Cámara Santa, la Basílica de Santa María, la iglesia de San
Tirso.
La catedral prerrománica se mantuvo en pie hasta los años 1382-88 en
que comenzó a construirse el edificio gótico que hoy conocemos y que
se encuentra custodiando la Plaza.
A la primitiva Basílica románica se habían ido añadiendo múltiples
edificaciones: La torre vieja, a finales del siglo XI, y el claustro gótico
que sustituyó a otro de estilo románico. También la Cámara Santa había
conocido una importante renovación arquitectónica y decorativa en
época románica. Los trabajos de construcción del nuevo templo
continuaron lentamente desde fines del siglo XIV hasta mediados del
siglo XVI.
Recibió su configuración definitiva en los siglos XVII y XVIII: La
girola, la sacristía, las capillas de los Vigiles, de Santa Bárbara y de
Santa Eulalia.
A comienzos del siglo XX bajo se retiraron diversos elementos: El coro
con su sillería, los ambones de hierro barrocos, las rejas góticas y los dos
grandes órganos también barrocos, construidos entre 1747 y 1751 por D.
Pedro Echevarría Alcázar, organero de su majestad.
En 1924 con las aportaciones del acomodado fotógrafo y benefactor
ovetense Luis Muñiz Miranda, se recolocaron las vidrieras del rosetón de
la nave central, las de los ventanales del muro norte, las de la nave
mayor y las del brazo septentrional del transepto.
Más adelante, destruidas o gravemente deterioradas en la revolución de
octubre de 1934 y la posterior guerra civil, fueron renovadas en 1952 por
el vidriero Santos Cuadrado.
A este maestro se le debe también la nueva vidriera del rosetón de la
fachada, cuya traza fue diseñada por el arquitecto D. Luis Menéndez
Pidal. Lamentablemente, la revolución de octubre de 1934 y la guerra
civil dañaron seriamente el conjunto catedralicio: La Cámara Santa y su
tesoro, la sala Capitular del Claustro, las Capillas de San Ildefonso y
Santa Bárbara y el remate de la torre, algo de su mobiliario y sobre todo,
las vidrieras.
Los trabajos de reconstrucción corrieron también a cargo del arquitecto
Luis Menéndez-Pidal Álvarez, quien entre los años 1938 y 1942
reedificó la Cámara Santa en estrecha colaboración con el escultor
Víctor Hevia Granda, y por último, la torre de 1943 a 1953.
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