R8 b LATERCERA Domingo 12 de junio de 2016 Tiro al blanco Fernando Villegas Escila, Caribdis y Burgos E Explica Wikipedia: “Escila y Caribdis son dos monstruos marinos de la mitología griega situados en orillas opuestas de un estrecho canal de agua, tan cerca que los marineros intentando evitar a Caribdis pasarían muy cerca de Escila y viceversa...”. Considerando dicha definición y su ilustre origen en el panteón de los dioses y monstruos de la antigüedad clásica, nada de raro que por muchos siglos se dijera “estar entre Escila y Caribdis” para graficar el difícil predicamento de transitarse entre dos amenazas opuestas, pero igualmente cercanas y peligrosas. Hoy ya no se usa. Los términos no significan nada para el homo-tablet del siglo XXI. Se la ha reemplazado por la parecida y gastronómica “saltar del sartén para caer en las brazas”. Ninguna era o es un dilema: no se está obligado a elegir un lado o el otro, sino se pretende no elegir ninguno y pasar piola, pero eso, no escoger entre dos extremos, es justamente la tarea más difícil de todas. Si no nos creen pregúntenle a Jorge Burgos, ex ministro del Interior. El desgrane La salida de Burgos -en medio de una previa discusión a gritos, nos sopló un informante- se intentó diluir convocando todo el repertorio de clichés usados en estas ocasiones. Se habló de “una decisión personal” (¿existen las decisiones impersonales?) o también algunos quisieron darle un aire de cosa previsible y hasta sujeta a calendario porque “su salida estaba pactada desde marzo”, o finalmente, para convertir a la Presidenta en Florence Nightingale, que el hombre estaba sufriendo “estrés”. Dicha retórica vale aun menos de lo que es habitual en las pasmosamente inanes declaraciones del vocero. Si de estrés se trata, ¿quién no lo sufre? No es fácil vivir en las condiciones que ha promovido o hecho posible el gobierno de las “transformaciones profundas”, menos dentro de La Moneda. Si Burgos estaba tenso la explica- ción ha de buscarse en el porqué lo estaba y no en el implícito razonamiento circular “estaba tenso porque tiene estés”. Poco probable es que haya sido picado por una nueva especie de mosquitos portadores del ataque de nervios; más verosímil es que su papel en el gobierno fuera la raíz de su incomodidad. No es agradable ni relajante haber sido al mismo tiempo vagón de cola del Presidente y su círculo íntimo de turno, pegamento para mantener pegado en el diario mural de las mentiras que la Decé “está” en el gobierno y además cumplir el rol de ser la coartada “moderada y razonable” de aquél. El problema fue precisamente que Burgos nunca se resignó a esos papeles de reparto. No se resignaba a ser vagón de cola ni -como se ha comprobado- la Decé necesitaba su presencia para atornillarse en los cargos, no pudo jamás imponer una “política moderada y razonable”, como tampoco el gobierno necesita esa coartada; hace rato quemó las naves y margina sin contemplaciones a quienes no estén dispuestos a dar un salto al vacío. Como el ángel haciendo de portero en el Paraíso, la Presidenta blande en estos días una espada de fuego y expulsa o expulsará a los meros temporeros políticos. Por todo eso Burgos estaba hace rato en una postura políticamente imposible y psicológicamente intolerable. Si acaso se necesita una prueba de la obsolescencia funcionaria del ahora ex ministro, de su desahucio incluso para desempeñar esos lastimosos papeles, obsérvese qué vacía estaba últimamente su agenda, qué poco aparecía a dar la cara, qué liviano era ya su peso específico dentro de La Moneda. En este fenómeno no hay nada de nuevo y pasmoso. Todo proceso político similar al nuestro manifiesta a poco andar un desgrane del choclo, la partida de los ele- La renuncia de Burgos no inicia ni termina, no corta ni pincha. Como diría el rey Lear: “Es una renuncia llena de ruido y furia, pero que no significa nada”. mentos moderados y como complemento y en paralelo una creciente hegemonía de sectores e individuos más extremos en sus posturas y más reducidos en su número. Hace rato que los moderados de la NM adquirieron mala fama y/o habitaban el limbo; de hecho no pueden siquiera sacar la voz sin que les caiga encima una manada de combatientes y luchadores sociales, como lo vivió incluso el ex Presidente Lagos, a quien mocosos de discutibles facultades e indiscutible delirio se permitieron ningunearlo a su gusto. Por la misma razón la salida de Burgos no tendrá NINGUN efecto ni va a significar NADA nuevo. La jubilación precoz de los moderados se celebró hace rato y la intrascendencia política e incluso administrativa de Burgos existía desde hace meses. Del mismo modo, la permanencia de la Decé en el gobierno, ya sea por convicción y conversión, como ocurre con Ximena Rincón y Mario Fernández (el reemplazante de Burgos y quien acaba de ver la luz) o por la necesidad de sobrevivir política y financieramente, como ocurre con muchos más, es cosa oleada y sacramentada desde el primer día del segundo año del gobierno de Bachelet. La renuncia de Burgos, entonces, no inicia ni termina, no corta ni pincha. Como diría el rey Lear, “es una renuncia llena de ruido y furia, pero que no significa nada”. Ni siquiera podemos hablar de una muerte anunciada; es a lo más, dicha salida, como las peripecias del cuerpo embalsamado de Evita Perón hasta 20 años después de su muerte. Los viejos marinos o caían en garras de Escila o en las de Caribdis; Burgos cayó en las de ambos. Contradicciones Pero los Escila y Caribdis agobian también al entero clan que nos gobierna. Es el sino simultáneamente trágico y cómico de estos procesos. La decisión de demandar a Bolivia es una de esas antinomias. Se anunció súbitamente muy en el estilo de la Presidenta, quien no gusta hacer anuncios si no es en un medio de propiedad del Satánico doctor No. La acción de arte fue concebida como un modo para abducirla, desde el platillo volador de los efectos mediáticos, del escenario suscitado por su demanda contra periodistas de Qué Pasa. En esa visita a una radio de propiedad del grupo empresarial también propietario de la revista Qué Pasa, la Presidenta cayó -es también parte de su rico estilo- en un cúmulo de contradicciones. La contradicción es territorio que la Presidenta transita con frecuencia. ¿No es contradictorio plantarse como persona flexible dispuesta a reconsiderar las cosas si se reconoce que se cometió un “error”, pero al mismo tiempo pidiendo tres años de cárcel para los perpetradores del presunto error si no lo reconocen? Es también contradictorio insinuar que los medios no son libres porque están en manos de una oligarquía y al mismo tiempo visitarlos para hacer anuncios de peso; es contradictorio acusar a Morales de usar las relaciones internacionales en pro de su imagen y hacer lo mismo; es contradictorio pretender refundar el país debido a un presunto conocimiento ABSOLUTO de lo que nos conviene, pero alegar en cada ocasión desagradable que “no sabía”. Contradicción es el nombre del juego, su juego. La demanda Las contradicciones que nos estrellan o contra Escila o contra Caribdis a menudo son inevitables porque están en la naturaleza de las cosas, pero en muchos casos resultan de una torpe navegación por donde no corresponde. Es de temerse que la torpeza tiene una nefasta capacidad para multiplicar el primer error con un segundo y un tercero. Conocido es el caso de quien pisa una bosta y procede enseguida a hacer lo mismo con el otro zapato. Lo de la demanda es, a nuestro juicio, una de esas pisadas. Si acaso íbamos a ser una vez más arrastrados a La Haya, lugar donde nunca hemos vivido felices experiencias, el ir allí por propia voluntad empeora la situación pues por un lado ubica a Chile en el único territorio que conviene a Morales, pero además nos deja de manos atadas si acaso el tribunal, una vez más desoyendo los llamados “argumentos jurídicos”, procede a otro tedéum de jurisdicción políticamente correcta y declara no tener Chile derecho a las aguas del Silala. Y en ese caso, ¿qué hacemos? He ahí la más grande y peligrosa contradicción de todas: que el Estado de Chile, a través de este gobierno, proclame derechos absolutos sobre un territorio o en el uso de un río, para entonces convertirlos instantáneamente en materia de discusión en un tribunal. Evo debe estar de fiesta. Pisamos la bosta por segunda vez...R