ENCUENTROS EN VERINES 1995 Casona de Verines. Pendueles(Asturias) CREACIÓN Y ENSEÑANZA LITERARIA Carlos Linazasoro Así, a bote pronto, el título de la presente ponencia se me antoja algo antiguo y también contradictorio; antiguo, porque es viejísimo y casi consubstancial a la literatura. La literatura lleva consigo implícitamente el problema irresoluble de su óptima transmisión. Contradictorio, porque yo no creo que el proceso de crear (de escribir, en este caso) tenga un nexo nítido y común con la transmisión y la enseñanza de eso que se ha creado, es decir, con la literatura. Salvo a posteriori. Uno escribe primero para sí mismo. Por eso a mí, como escritor, me interesa sin duda más reflexionar sobre el primer aspecto de la ponencia; me interesa más saber por qué un escritor escribe, qué persigue un pintor cuando aborda un lienzo virgen, de dónde surge un poema o el destello que alumbrará un cuento, cómo surge una obra de arte y con qué fin. Me interesa menos, como escritor, reflexionar sobre los problemas externos que pueda encontrar a su paso ese texto ya creado, puesto que si son externos -es decir, que no atañen directamente al proceso de creación- poco puede hacer el escritor por solucionarlos; otra cosa bien distinta es que el texto creado plantee problemas de transmisión internos, pues ello querrá decir que la obra no funciona porque es rancia, o porque está mal escrita, o porque no interesa su trama o su configuración, o porque es un peñazo de insoportable digestión... Como escritor, me interesa ahondar en el proceso de creación de un texto literario, así como reflexionar sobre los problemas internos que éste pueda sufrir para que llegue o no llegue al hipotético lector. Pero supongo que como casi todo el mundo aquí, yo también tengo mi lado Hyde -o debiera decir tal vez mi lado Jekyll-. O sea, que soy bibliotecario. Y como pulcro funcionario que soy, estoy en la romántica obligación de preocuparme por los problemas de transmisión que acechan a la literatura, y así puedo afirmar, desde la íntima experiencia de pasar cientos de horas con clientes y lectores, que los problemas que padece la comunicación literaria son múltiples y graves; un cáncer más bien generalizado. Las bacterias las conocemos todos: medios audiovisuales, analfabetismo, abulia cultural, desinterés institucional... Yo digo -porque lo veo- que se lee poco y se lee basura. Daré nombres, porque todos los que estamos aquí nos salvamos de la quema: Clancy, Follet, Pilcher, Cook... ¿Por qué en mi biblioteca nadie lee a Gamoneda, a B. Singer, A Pío Baroja? Creo que hemos llegado ya al terreno de la enseñanza, y yo aquí me apeo. Desconozco por completo la Pedagogía, y confieso, además, que nunca me atrajo en absoluto. Suya es gran parte de la culpa del enquistamiento que sufre la literatura actual y su conocimiento. Pero no es ético que yo opine ahora sobre una labor que tan especializada está y tan altos maestros tiene. Al fin y al cabo, yo sólo soy un bibliotecario escritor o viceversa. 11-9-95 Karlos Linazasoro