NO QUIERO TU MUERTE - Iglesia de Convertidos a Cristo

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NO QUIERO TU MUERTE
Ezequiel 18:32
Una de las frases más comunes en el mundo de hoy es, “Dios si es
injusto, pues mira como tiene a la humanidad pasando hambre y dolor y
no se compadece de ella”. Ciertamente que las personas que se
expresan de esta manera son unos insensatos, pues no alcanzan a
comprender que somos nosotros mismos los que hemos sembrado lo que
hoy estamos cosechando.
¿Podemos nosotros hablar de justicia, cuando el patrón de justicia
que tenemos los hombres, es un patrón degenerado y representado por
una mujer que tiene los ojos vendados y una balanza en la mano, diría
alguno, para no ver las injusticias que se cometen cada día en los juicios
humanos cuando su balanza se inclina a favor de los culpables?
¿Podemos saber lo que queremos, cuando hemos edificado una
sociedad que se autodestruye y lleva a la muerte a las almas que Dios ha
creado para que vivan, echándole la culpa a Dios? No, ciertamente que
no lo sabemos. Dios no es el culpable de la desgracia de la humanidad,
según nos dice su Palabra, Él desea que toda alma tenga vida, tenga
Vida Eterna, es aquí donde el texto que estudiaremos tiene sentido,
cuando dice: “Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová
el Señor; convertíos, pues y viviréis”.
En esta oportunidad, vamos a conocer el por qué de este deseo
de Dios, para con las almas que Él ha creado. Para esto tenemos que
partir de una realidad, Dios es amor pero también es un Dios de Justicia
perfecta y como tal no puede tener acepción de personas ya que Él
declara que todos seremos medidos por la misma vara de justicia.
La realidad es que Dios nos ha creado con un propósito
determinado. Desde antes de la fundación del mundo Él ha querido
darnos lo mejor, y desde entonces diseñó su plan de salvación con un
deseo precioso en su corazón. El deseo de que las almas que Él había de
crear lograran entrar por el camino angosto que lleva a la Vida.
Veamos pues, lo que Dios desea con respecto a nosotros.
I. EL DESEO DEL CORAZÓN DE DIOS
II. EL MANDATO DEL CORAZÓN DE DIOS
III. EL REGALO DEL CORAZÓN DE DIOS
I. EL DESEO DEL CORAZÓN DE DIOS
Iglesia de Convertidos a Cristo
Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla
2
“Evangelismo”
(Ez. 18:32a)
A.
B.
DIOS DESEA LA PROTECCIÓN DEL ALMA
1.
El texto nos dice: “Porque no quiero...” Esta expresión
denota el deseo real de parte de Dios de proteger el
alma humana de toda dolencia y de todo mal camino
con el propósito de que ninguna alma se pierda.
2.
El deseo de Dios viene porque Él es el creador de
todas las almas, esto lo declara el mismo Ezequiel en el
principio del capítulo cuando dice: “He aquí que todas
las almas son mías; como el alma del padre, así el
alma del hijo es mía; el alma que pecare esa morirá”.
3.
Como vemos, Dios es el que les ha dado la vida, por
tanto es su dueño y no desea que estas se pierdan por
el camino que lleva a la perdición, sino más bien
desea que estas almas hallen la vida eterna. Este ha
sido el propósito de Dios al desear su protección.
DIOS DESEA LA PRESERVACIÓN DEL ALMA
1.
Dios ha dado vida al alma inmortal, es por tanto que el
deseo que Él tiene de preservarla es un deseo justo y
bueno. Es por esta causa que no podemos decir que
Dios es el que ha destruido al hombre, pues el
propósito de Dios es dar vida. Notemos lo que dice el
texto: “Porque no quiero la muerte…”
2.
De hecho, Dios ha creado cada alma de manera
individual, sin que la culpa de una caiga sobre la otra,
no importando aún, ni siquiera la consanguinidad. Dios
establece que cada uno será responsable por su
pecado. Pero el pecado trae muerte. Trajo la física y
también la espiritual.
3.
En (18:20) nos dice Ezequiel: “El alma que pecare, esa
morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el
padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo
será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.”
Esto deja establecido que Dios quiere la preservación
de cada uno de manera individual.
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Autor: Pastor Arq. José R. Mallén Malla
C.
3
“Evangelismo”
DIOS DESEA EL BIEN PARA TODAS LAS ALMAS
1.
Cuando vemos lo que nos dice el texto en la
introducción, no podemos menos que pensar en la
bondad de Dios. Joel 2:13 nos dice: “…Dios; porque
misericordioso es y clemente, tardo para la ira y
grande en misericordia, y que se duele del castigo.”
2.
Esto nos indica cuan grande es el corazón de Dios
para con el alma humana, cuan grande es su bondad
para con los hombres pecadores, frente a los cuales
Dios no desea el mal, sino que desea el bien. Concluye
la primera frase del texto diciendo: “Porque no quiero
la muerte del que muere.”
3.
Este es el planteamiento bíblico para los hombres, de
parte del Dios creador. Nunca pensemos que Dios es el
culpable de lo malo que vemos, pues la maldad no es,
ni ha sido nunca uno de sus atributos, sino la bondad.
El que muere es porque lo desea.
II. EL MANDATO DEL CORAZÓN DE DIOS
(Ez. 18:32b)
A.
CONVERSIÓN DE CORAZÓN
1.
Está claro lo que dice Jehová el Señor; “Convertíos”.
Con una sola palabra Dios declara la única salida que
tiene el alma para no morir. Ahí está el deseo expreso
de Dios. Si el alma que pecare debe morir, ahora se
plantea lo que hay que hacer para evitarlo. En su
Palabra encontramos textos como: Jeremías 15:19;
18:8; 18:11; 23:14; 31:18; Ezequiel 14:6; 18:30; Oseas 11:5;
Joel 2:12; Marcos 1:4, 15; Hechos 2:38; 3:19. Que llaman
a la conversión en todos los tiempos. Ese es el mismo
mensaje de Dios para el hombre pecador.
2.
Esto implica un cambio de actitud y un cambio de
mentalidad con respecto al pecado. Notemos como
dice el (v. 27) “Y apartándose el impío de su impiedad
que hizo, y haciendo según el derecho y la justicia,
hará vivir su alma.” De esta manera Dios provee un
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“Evangelismo”
medio por el cual el hombre puede hacer vivir su
alma.
3.
B.
C.
Podemos notar en Juan 3:17-18 que el que no ha
creído en el Unigénito Hijo de Dios ya ha sido
condenado. La Biblia nos enseña que para que el
hombre sea salvo debe convertirse de su mal camino
a Dios. Ya que si no toma el camino del derecho y de
la justicia no podrá ver la vida.
ARREPENTIMIENTO GENUINO
1.
El verdadero arrepentimiento es parte integral de la
verdadera conversión. Dios demanda en la conversión:
Un cambio de actitud.
Un cambio de rumbo.
Un cambio con respecto al pecado.
Lo que nos declara que el arrepentimiento genuino
implica volverse a Dios.
2.
El arrepentimiento verdadero es el que produce Dios
en el alma de un incrédulo para arrepentirse de sus
pecados y nunca más arrepentirse de haberse
arrepentido. Todo esto viene por medio de la
benignidad de Dios (Ro. 2:4).
3.
El verdadero arrepentimiento produce obras dignas de
arrepentimiento como dice el apóstol Pablo con
respecto a aquellos a quienes les habría de predicar
en Hechos 26:20: “Sino que anuncié primeramente a
los que están en Damasco, y Jerusalén, y por toda la
tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y
se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento.”
CAMBIO DE CORAZÓN DIGNO DE UN CONVERTIDO
1.
En el pasaje que precede a nuestro texto reza de la
siguiente manera: “Echad de vosotros todas vuestras
transgresiones con que habéis pecado, y haceos un
corazón nuevo y un espíritu nuevo.” De otra manera lo
que ocurra en el alma humana es responsabilidad de
cada uno.
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“Evangelismo”
2.
Dios no admite que una persona convertida ande en
el pecado o quiera vivir una vida que no glorifique a
Dios. Un creyente tiene que vivir en santidad como su
Padre es Santo, así tiene el hijo que ser Santo.
3.
Es por tanto que el cambio de corazón ha de producir
obras dignas de un creyente que ha librado su alma
de la muerte. Es por esto que Dios hace una pregunta
antes de entrar en el texto que nos ocupa: “¿Por qué
moriréis, casa de Israel?” Dios hace esta pregunta
sabiendo que Él ha proporcionado lo necesario para
no morir espiritualmente.
III. EL REGALO DEL CORAZÓN DE DIOS
(Ez. 18:32c)
A.
B.
VIDA ETERNA
1.
El pasaje en cuestión concluye diciendo “convertíos,
pues, y viviréis.” Cuando Dios habla de vida, habla de
la Vida Eterna, aquella que ofrece nuestro Señor
Jesucristo a todo aquel que es parte de su rebaño.
2.
Esta es la promesa de Dios cuando dice:
“Mis ovejas oyen mi voz,
Y yo las conozco, y me siguen,
Y yo les doy VIDA ETERNA;
Y no perecerán jamás,
Ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Jn.10:27-28)
La promesa de la Vida Eterna es por siempre y para
siempre.
COMUNIÓN CON DIOS
1.
Dios anhela la comunión con todos aquellos que son
santificados, el texto de Juan 10:27-28 que acabamos
de citar nos plantea una segura comunión con aquel
que nos ha dado la Vida Eterna.
2.
Esa comunión con Dios es parte de su regalo, esa
comunión con Él asegura nuestra alma de caer en la
muerte eterna. Romanos 6:23 declara: “Porque la paga
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“Evangelismo”
del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
3.
C.
Esta comunión es prometida por nuestro Señor
Jesucristo en Juan 14:16-17 cuando dijo: “Yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre; el Espíritu de verdad, al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará con vosotros.”
ENTRADA AL REINO CELESTIAL
1.
Esta comunión con Dios por medio de su promesa, nos
asegura la entrada en el reino Celestial. Aquí debemos
recordar las palabras de Jesús a Nicodemo cuando le
dijo en Juan 3:3 y 3:5: “De cierto, de cierto te digo, que
el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios.”
“De cierto, de cierto de digo, que el que no naciere de
agua y de Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios.”
2.
El regalo de Dios es la vida eterna en el reino celestial,
para aquellos que han emblanquecido su alma con la
sangre del cordero. Apocalipsis 7:11-17 nos asegura
donde estarán las almas de aquellos que han recibido
el regalo de Dios.
3.
Este regalo está asegurado por el creador cuando en
Apocalipsis 22:3-5 dice: “Y no habrá más maldición; y
el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus
siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará
en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen
necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de
los siglos.”
CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN:
“Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor;
convertíos, pues, y viviréis.” Ahí está la demanda del Señor, con respecto
a las bendiciones ofrecidas por Dios, es propio entonces que cada alma
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“Evangelismo”
entienda y acepte la oferta de Dios para poder vivir eternamente.
AMÉN
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