Una aproximación al desafío de ser CONTEMPLATIVOS, TESTIGOS, SOLIDARIOS-PROFETAS de la Pascua en la Pasión de Jesús 11 P. Francisco Murray c.p. I. CONTEMPLATIVOS DE LA PASCUA EN LA PASION DE JESUS Introducción Esta es la primera de tres reflexiones sobre la espiritualidad Pasionista: 1. Contemplativos de la pascua en la pasión de Jesús. 2. Testigos de la pascua en la pasión propia. 3. Solidarios-profetas de la pascua en la pasión del mundo. En el presente escrito quiero expresar una de las muchas miradas posibles sobre SER CONTEMPLATIVOS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN DE JESÚS. Te propongo que lo leamos por partes, despacio y con tiempo para rezar, reflexionar y ahondar en su contenido. Todo de una vez, parece mucho…, ya que el objetivo fundamental es que su contenido nos anime a un encuentro más profundo con el Crucificado. También, es importante que despierte otras miradas, otras búsquedas y otros modos de comprender esta dimensión de nuestra vida Pasionista. Haremos el siguiente recorrido para que, progresivamente, nos vayamos metiendo en el tema: I. Nuestra vida 1. Las preguntas que nos hacemos 2. Los sentimientos que nos surgen, las causas y sus consecuencias II. Lugares desde los cuales nos nutrimos 1. Los textos bíblicos que nos ayudan 2. El camino de Jesús 3. La mirada de Pablo de la Cruz III. CONTEMPLATIVOS de la pascua en la pasión de Jesús 1. Lo que nosotros “proyectamos” sobre la cruz. Experiencia de Dios 2. Una interpretación de la cruz de Jesús 3. La cruz como consecuencia de las opciones de Dios 4. Reconocer las causas trae sus consecuencias 5. Las claves de la contemplación 6. Contemplativos de la pascua en la pasión de Jesús 4 Francisco José Murray c.p. Febrero 2005 I. NUESTRA VIDA 1. LAS PREGUNTAS QUE NOS HACEMOS Mirando al Crucificado, los creyentes y no creyentes nos hacemos muchas preguntas: sobre la forma de morir, las causas que lo llevaron a la muerte, las motivaciones personales, los conflictos, etc. ¿Por qué Dios Padre quería que muriera así? ¿Por qué había tantos que no lo comprendían? ¿Por qué era necesario que sufriera tanto? ¿Por qué no buscó otro camino, otra manera de salvarnos? ¿Qué habrá vivido en esos momentos? ¿Qué sentimientos lo habitaban? ¿Cuánto de nosotros hay en él? ¿Qué dolores nos expresa y refleja? ¿Quiénes no están incluidos en su cruz? ¿Por qué dicen que nos salvó, si todo sigue igual? ¿Por qué adorar un elemento de tortura? ¿Por qué insistir tanto con el tema del dolor? ¿Dónde ha quedado la esperanza? Si era Dios….¿Cuánto habrá sufrido verdaderamente? ¿Cuáles son las preguntas que generalmente te surgen en momentos de dolor? 5 2. LOS SENTIMIENTOS QUE NOS SURGEN, LAS CAUSAS Y SUS CONSECUENCIAS Cada uno de nosotros tenemos formas de sentir los acontecimientos que vemos o nos cuentan… de acuerdo a nuestra personalidad, sensibilidad, concepción de la vida, escala de valores, etc. Por eso, es difícil que permanezcamos indiferentes ante el dolor humano. En cierta medida nos vemos reflejados o amenazados por él. Para mirar en profundidad a Jesús, es importante que seamos conscientes de nuestra manera personal…, más racional o más sentimental…, de sentir, vivir y concebir el dolor. Así, seguramente, tomaremos conciencia de que estamos atraídos por algún aspecto, dimensión o rasgo, más que por otro. Es importante que asumamos nuestra manera de concebir el dolor, para trascender esta mirada y ahondar en el misterio profundo encerrado en la cruz de Jesús. Pero, también, cada uno cree que Jesús murió por algo, por alguien, para algo y para alguien. Esto nos lleva a colocarnos frente al Crucificado de un modo muy personal, puesto que nuestro encuentro Él está condicionado por cómo hemos ido aprendiendo y conociendo los motivos de su muerte, las causas que lo llevaron a la cruz, las personas que tuvieron que ver con ello y la actitud de Dios. Es fundamental que, antes de avanzar en la lectura, podamos clarificarnos lo que sentimos, creemos y pensamos sobre el dolor y sobre la muerte de Jesús. 6 II. LUGARES DESDE LOS QUE NOS NUTRIMOS II. LUGARES DESDE LOS CUALES NOS NUTRIMOS 1. LOS TEXTOS BÍBLICOS QUE NOS AYUDAN. a. En el Antiguo Testamento Vamos a recorrer algunos textos que son intuiciones, aproximaciones, elementos, signos, que nos ayudarán a comprender al Crucificado. No hablan especialmente de Él, sino de este misterio tan profundo que es “la vida que surge del dolor y la muerte”. Les propongo que recemos estos textos y tomemos conciencia de cómo resuenan en nosotros: ¿Qué sentimientos nos despiertan?, ¿Qué mensaje nos transmiten?… “Él arrancará sobre esta montaña, el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho Él, el Señor. Y se dirá en aquel día: ´Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en quien nosotros esperábamos; alegrémonos y regocijémonos de su salvación´.” Is 25,7-9 “Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido…, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz, ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará… …Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.” Is 42,1-7 “Porque él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado… …por sus heridas fuimos sanados.” Is 53,4-5 “¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar?… Por eso, así habla el Señor… ´ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos… Te 7 combatirán, pero no podrán contra ti porque yo estoy contigo para salvarte y librarte´.” Jer 15,18-20 “El Señor me dijo: Profetiza sobre estos huesos, diciéndoles: Huesos secos, escuchen la Palabra del Señor. Así habla el Señor a estos huesos: ´Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes y vivirán. Pondré nervios en ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los recubriré de piel, les infundiré un espíritu y vivirán. Así sabrán que yo soy el Señor´.” Ez 37,5-6 “Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: ´¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres… … El Señor Dios nos está viendo y tiene compasión de nosotros, como lo declaró Moisés en el canto que atestigua claramente: ´El Señor se apiadará de sus servidores´… Una vez que murió éste, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios. Y, cuando ya estaba próximo a su fin, habló así: ´Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por Él. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida´.” 2 Mac 7, 2. 6.13-14 “Las almas de los justos están en las manos de Dios… A los ojos de los insensatos parecían muertos y su partida de este mundo fue considerada una desgracia… pero ellos están en paz… su esperanza estaba colmada de inmortalidad.” Sab 3,1-4 b. En el nuevo Testamento Del Nuevo Testamento nos ayudan tres personas a comprender al Crucificado: Pablo apóstol, el Centurión romano y María de Nazaret. Les propongo que también recemos los siguientes textos y tomemos conciencia de cómo resuenan en nosotros; ¿qué sentimientos nos despiertan?, ¿qué mensaje nos transmiten tanto Pablo, el Centurión, como María…? Pablo apóstol. “Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía éramos débiles, Cristo, en el tiempo señalado, murió por los pecadores. Difícilmente se encuentra alguien que dé su vida por un hombre justo; tal vez alguno sea capaz de morir por un bienhechor. Pero la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.” Rm 5,5-8 8 “El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios… Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombre.” 1 Cor 1,18.25 “… La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?… ¡Damos gracias a Dios que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!” 1 Cor 15,5457 “Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados..., aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre interior se va renovando cada día.” 2 Cor 4, 8. 16-17 “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente; al contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y, presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: Jesucristo es el Señor.” Fil. 2,5-11 El Centurión romano. “Y diciendo esto (Jesús) expiró. Cuando el Centurión vio lo que había pasado alabó a Dios exclamando: “realmente, este hombre era un justo.” Lc 23,46-47 María. “Su madre conservaba estas cosas en su corazón.” Lc 1,51 “Junto a la Cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, la mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre: ´Mujer, ahí tienes a tu hijo´. Después dijo al discípulo: ´Ahí tienes a tu madre´. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”. Jn 19,25-27 2. EL CAMINO DE JESÚS La vida de Jesús, sus palabras y obras, y el rechazo a su proyecto nos hacen comprender las causas y el sentido de su muerte. Por eso, lo mejor sería leer todo el Evangelio, profundizar en el estilo de vida de Jesús y ver, también, el creciente rechazo que fue generando en aquellos que se sintieron amenazados en sus proyectos mezquinos, en su ambición de poder y poseer, porque estaban seguros en sus puestos y se aprovechaban del pueblo… Pero… hemos elegido algunos textos para desentrañar su mensaje. 9 “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días y les hablaba de éstos con toda claridad. Pedro llevándolo aparte comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió: ´Retírate, ve detrás de mí, Santanás, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.” Mc 8,31-33 “De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto. Para que todos los que creen en Él tengan vida eterna… Porque Dios no envió a su hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.” Jn 3,14.17 “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto.” Jn 12,23-24 “Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: Padre líbrame de esta hora? ¡Si para eso he llegado a esta hora! Padre, ¡glorifica tu nombre! Entonces se oyó una voz del cielo: ´ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar´.” Jn 12,27-28 “Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado fuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.” Jn 12,31-32 “Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo, aquí están mis manos. Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo sino hombre de fe. Tomás respondió: Señor mío y Dios mío. Jesús le dijo: “ahora crees, porque has visto. Felices los que creen sin haber visto.” Jn 20,2729 “El Padre me ama, porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me quita la vida, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla.” Jn 10,18 Y las palabras desde la cruz… “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Mc 15,33 “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Lc 23,34 “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lc 23,43 “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Lc 23,46 “Jesús le dijo a su madre Mujer: ´ahí tienes a tu hijo´. Después le dijo al discípulo: ´ahí tiene s a tu madre´.” Jn 19, 26-27 “Tengo sed.” Jn 19, 28 “Todo se ha cumplido.” Jn 19, 30 Al leer estos textos: ¿Qué sentimos?, ¿qué palabras resuenan en nosotros con más fuerza?, ¿qué mensaje sobre la cruz nos transmiten? 3. LA MIRADA DE PABLO DE LA CRUZ 10 Vamos a dejar que Pablo nos hable de la mirada que tuvo sobre la cruz y El Crucificado: “La causa de todos los males de nuestro tiempo es el olvido de la Pasión de Jesús”. “La memoria de la Pasión de Jesús es el remedio más eficaz”. “Que la Pasión de Jesús esté siempre en nuestros corazones”. “Sabed, carísimos, que la principal finalidad de ir vestidos de negro es llevar luto en memoria de la Pasión y Muerte de Jesús, y para que al propio tiempo jamás nos olvidemos de mantener en nosotros su continuo y doloroso recuerdo”. “Es éste (el escudo) como una señal de lo muy cándido y puro que debe ser el corazón del que lleve esculpido el santísimo nombre de Jesús”. “La pasión de Jesús la obra más admirable del amor de Dios”. “Sumérjanse en el mar de amor y de dolor de la pasión. Allí encontrarán finas perlas”. “Sobre todo, nos disponemos para ser insigniados con aquel santísimo escudo de salvación, que indicará a las gentes que estamos destinados a predicar las penas amarguísimas de nuestro Jesús, promoviendo en todos los corazones la verdadera devoción a la misma, medio tan eficaz para extirpar tantos males como inundan nuestro pobre mundo católico.” ¿Qué nos impacta más de las palabras de Pablo de la Cruz, inspirador de nuestra memoria del Crucificado? III. CONTEMPLATIVOS de la pascua en la pasión de Jesús 11 Hemos hecho un proceso: Las preguntas que nos hacemos, los sentimientos que surgen, las convicciones y la fe frente al Crucificado, nos llevan a mirar con cariño nuestro propio camino y los intentos por acercarnos a Él. Los textos del A.T. y del N.T. nos ayudan a comprender mejor el misterio de la vida entregada para los demás. Los textos del Evangelio nos animan a ahondar en la experiencia de Jesús. Y Pablo de la Cruz nos regala su mirada sobre la contemplación de la Pasión. Ahora, enriquecidos con toda esta densidad de vida queremos, primero, recoger los distintos aportes que hemos ido descubriendo a lo largo de este camino y, segundo, a partir de ellos, buscar una respuesta, entre otras muchas, como Familia Pasionista, ahondando desde la clave de lectura: PASIÓN-PASCUA. Les propongo que al terminar de leer este último capítulo, lo podamos reflexionar, profundizar y compartir. Especialmente, ver en qué nos ayuda y anima en nuestra vida. “Buscamos la unidad de nuestra vida y de nuestro apostolado en la Pasión de Jesucristo. Esta es la revelación del poder de Dios, que penetra el mundo para destruir el poder del mal y edificar el Reino de Dios. Llamados a tomar parte en la vida y en la misión de Aquel que ´se anonadó a sí mismo tomando la forma de esclavo´, en asidua oración, contemplamos a Cristo que, al entregar su vida por nosotros, revela el amor de Dios a los hombres y el camino que también éstos deben seguir para llegar al Padre. Esta contemplación nos hace cada vez más capaces para manifestar su amor y ayudar a los demás, de modo que ofrezcan su vida con Cristo al Padre.” (Constituciones de la Congregación de la Pasión No. 5) 1. LO QUE NOSOTROS “PROYECTAMOS” SOBRE LA CRUZ EXPERIENCIA DE DIOS Volvamos sobre algo que dijimos al principio: es importante que podamos conocer qué “proyectamos” en el Crucificado. Es decir, aquellas experiencias, conocimientos, vivencias, 12 interpretaciones que nos habitan y que al mirar a Jesús nos surgen naturalmente, nos brotan desde el corazón y animan nuestra fe. Ellas expresan la “experiencia de Dios”… Con esta frase queremos decir que Jesús Crucificado ha calado hondo en nuestras vidas. Él nos mueve a vivir intensamente cada momento y en cada lugar… Nuestra “experiencia de Dios” no puede expresarse tan fácil con palabras, pero, cuanto más clara sea, más profundamente va a enraizarse en nuestra vida y desplegarse a los hermanos. Cuanto más ahondemos en ella, mejor vamos a anunciar a Jesús con la vida, con las palabras y con los gestos. No es algo exclusivo de los místicos, de los consagrados o de los santos… Es el regalo que Dios nos da cuando le hacemos un espacio en nuestra vida personal, comunitaria y social. También, debemos crecer en la “experiencia de Dios”. Es necesario que dejemos penetrar su Palabra hasta romper algunos esquemas que tenemos y que no nos ayudan en nuestra vida. Debemos abrirnos a “contemplar” nuevas dimensiones de su cruz, ya que la misma es una “escuela de sabiduría”. Quienes hacemos la “experiencia de Dios” somos cada uno de nosotros, con nuestra manera de ser, de sentir, de vivir, de sufrir, de gozar, de comprender la fe… y además está Dios que, a partir de los que somos, nos invita a un paso más, a una misión diferente, a una renovada experiencia del amor, del servicio y de la justicia. Pero esto lo aprendemos en la vida de todos los días, con la búsqueda personal y comunitaria. No de una vez para siempre, porque Dios no es estático, sino dinámico e invita al camino, a nuevas opciones, a mejores interpretaciones que nos ayuden a poner, cada día con mayor entusiasmo, nuestras vidas al servicio del Reino. Es el Espíritu el que anima a esta búsqueda. Por lo tanto, decimos que es una “espiritualidad”. Es el intento diario de vivir en el Espíritu. 2. UNA INTERPRETACIÓN DE LA CRUZ DE JESÚS En esta experiencia del Crucificado, cada uno de nosotros, como anunciábamos al principio, cree que Jesús murió por algo, por alguien, para algo y para alguien. Hemos ido aprendiendo y conociendo los motivos de la muerte, las causas que lo llevaron a la cruz, las personas que tuvieron que ver con ello y la actitud de Dios. Durante muchos siglos, se creyó y enseñó que la cruz de Jesús fue la consecuencia del pecado original del hombre. Dios, que había creado un mundo perfecto, vio derrumbada su obra por el pecado de los hombres. Debido a ello, como castigo, merecimos el sufrimiento y la muerte. Su ofensa había sido muy grande. Se necesitaba un sacrificio suficientemente grande como para reparar este daño. Sólo Jesús, Hijo de Dios, podría hacerlo por medio del sacrificio de la cruz. Esa era la voluntad del Padre: que Jesús fuera la “víctima” por medio de la cual nos salvara, nos redimiera del pecado. A partir de esta mirada, muchos creyentes vivieron con sinceridad su camino de fe y entregaron su vida al servicio del Reino. Pero esta mirada guardaba una imagen de Dios, de Jesús y del sufrimiento que hoy estamos invitados a renovar. A través de Dios se explicaba todo y se tenía la certeza del premio o el castigo e el “más allá”. Un Dios creador y juez, que miraba desde fuera la historia. Un Dios con un proyecto sobre cada uno de nosotros y el mundo, al cual difícilmente accedíamos… Era un misterio. Ese proyecto había sido desvirtuado por el pecado y debía reconstruirse nuevamente a través del 13 sacrificio de Jesús. Por eso, el sufrimiento de Jesús era querido por el Padre, era parte de ese proyecto, un destino del cual su Hijo no podía desprenderse porque era Su voluntad. Pero, como Jesús es Dios, también, lo podía vivir de modo diferente. Y el sufrimiento era la manera como Dios nos probaba, como nos fogueaba para ver la hondura de nuestra fidelidad. 3. LA CRUZ COMO CONSECUENCIA DE LAS OPCIONES DE DIOS Nosotros intentamos otra mirada, a partir de reinterpretar los textos bíblicos, del avance de la teología y de las búsquedas personales y comunitarias. Dios se comprometió desde el principio con la humanidad. Al crearnos y acompañarnos expresa su amor entrañable. Al hablarnos y llamarnos, su constante cercanía y fidelidad. Al enviarnos a Jesús, expresa su sueño sobre nosotros, ya que Él es “la Palabra de Dios que se hizo carne” Jn 1,14. También, Dios nos ha regalado el don tan hermoso y desafiante de la libertad, con el que podemos construir y destruir, amar y odiar, gestar la fraternidad o la injusticia. Dios, al comprometerse hasta las últimas consecuencias con nosotros, en la persona de Jesús, nos anunció su sueño: una humanidad donde todos vivamos como hijos suyos y como hermanos, en armonía con todo lo creado. Pero, con la libertad muchas veces somos mezquinos y nos oponemos a este proyecto, nos aferramos a los propios intereses y combatimos la vida en todas sus formas, con todos los medios posibles, incluso matando… Jesús, a su alrededor, fue animando las dimensiones más hermosas y fraternas que tenemos, pero también desenmascaró las intenciones más contrarias al sueño de Dios, que todos poseemos. El sabía que esto podía llevarlo a la muerte, como le había ocurrido a tantos profetas antes que a Él. Y, el círculo sobre su vida se fue cerrando con un proyecto de muerte, para acallar su voz en la cruz. Sabemos que la Buena Noticia de la Pascua es que la última palabra no la tuvo la muerte, ni la desesperanza, ni el desánimo: “Nadie me quita la vida, yo la doy por mí mismo” Jn 10,18, “No busquen entre los muertos al que está vivo” Lc 24,5… porque el amor de Dios es más fuerte que nuestro pecado. Y su amor se manifestó en la resurrección. Por lo dicho, nosotros creemos que la Cruz es consecuencia del pecado del hombre, pero no del primer hombre y la primera mujer sino de todos los proyectos contrarios al Reino. No se puede separar la cruz de la vida de Jesús. Es parte fundamental. El sentido de su vida da sentido a su muerte como consecuencia de sus opciones, no como exigencia de Dios. Jesús no fue la víctima de los deseos ocultos de Dios, ni el campo de batalla entre Dios y el demonio. Jesús es la expresión más grande del amor de Dios, quien se hace uno con nosotros para asumir nuestra humanidad y llevarla a su máxima profundidad. Además, creemos que la cruz es, fundamentalmente, consecuencia del amor de Dios para con nosotros, porque Jesús en la cruz vence todos nuestros límites, ya que nuestra vida está condicionada de muchas maneras y en diferentes aspectos. Algunos de esos límites son muy grandes: como el pecado, la injusticia y la muerte. Frente a ellos nos sentimos sin fuerzas, sin suficientes armas para luchar. Por otro lado, algunos elaboran la mayor cantidad de estrategias posibles para disimular el pecado, negar o justificar la injusticia y ocultar la muerte. 14 Jesús, en la Cruz, vence todos los límites: el poder del pecado (“Padre, perdónalos”. Lc 23,34), la justificación de la injusticia (“El príncipe de este mundo será arrojado fuera”. Jn 12,31) y la sombra de la muerte (“¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? 1 Cor 15,55) El triunfo de Jesús en la cruz no es una medalla para el ganador, no es una corona para el vencedor, es la validez del proyecto de Dios para todos en la historia. Es la fuerza del amor que vence las limitaciones. Es la esperanza cierta de la mañana de resurrección que hay que seguir gestando. 4. RECONOCER LAS CAUSAS TRAE SUS CONSECUENCIAS Si comprendemos las causas que lo llevaron a Jesús a la cruz de esta manera, también descubriremos que tiene sus consecuencias: una nueva mirada respecto de Dios, de Jesús y de los hombres. Dios no nos oculta su proyecto, sino que lo da a conocer, tanto como puede y como llegamos a comprender. No nos ha castigado de ninguna manera, menos aún con el sufrimiento o la muerte. Y, a lo largo de la historia, nos sigue revelando su amor para con nosotros. Siempre habrá algo nuevo por descubrir, porque nos quiere tanto que intenta mil maneras de acercarse, de hacernos conocer su sueño sobre la humanidad, sobre cada uno de nosotros y sobre nuestra historia. En Jesús, reconocemos y celebramos la cercanía de Dios. La vida abundante que brota de su camino, sus palabras, sus opciones y sus gestos llegan a su culminación en la cruz, al entregarnos el Espíritu. También, vemos con claridad la trama que se fue tejiendo para encerrarlo. Sin embargo, a medida que esta trama se cerraba, descubrimos que Jesús era cada vez más libre, por la hondura de su fidelidad a la causa de los pobres y relegados del sistema. Por eso, nosotros nos sentimos reflejados en la cruz y expresados en su sufrimiento. No estamos llamados a vivir resignada y calladamente el sufrimiento, pensando que es la cruz que Dios ha elegido para nosotros. No es cierto que ha elegido para cada uno “la cruz cuyo peso uno puede cargar”… Más bien, estamos animados por Él a asumir los dolores que no podemos cambiar y a luchar para que no haya más cruces impuestas por nosotros o por otros hombres, que causan la muerte prematura o el sufrimiento prolongado de tantos hermanos. 5. LAS CLAVES DE LA CONTEMPLACIÓN Para poder conectarnos con la fuente de esta “experiencia de Dios”, estamos invitados a ser contemplativos. No es un ejercicio de los místicos, de los padres de la Iglesia, de los curas, de las religiosas o de los consagrados. Todos tenemos ojos y corazón, para mirar con fe profunda las realidades más hondas de la vida. Recordemos cuando “contemplamos” un niño recién nacido y llegamos a la hondura de su frágil vida. Cuando “contemplamos” una vida que se entrega por la causa de los demás. Cuando “contemplamos” el coraje de los que luchan, aún con canas, por la justicia y los derechos humanos. Cuando “contemplamos” el amor de las parejas. Cuando “contemplamos” el servicio silencioso de tantos hermanos dedicados a aliviar el dolor ajeno. Cuando “contemplamos” la fe profunda, la esperanza inquebrantable, la 15 fortaleza irrenunciable de nuestros maestros en la vida. Cuando “contemplamos” el amor de nuestros amigos… Contemplar es mirar en el fondo y con el corazón cargado de esperanza. Es intentar llegar al sentido de las cosas, las personas y los acontecimientos. Es, también, dejarnos contemplar por aquello que miramos, para poder recibir, comprender y acoger su mensaje. No es un momento. Es una actitud en la vida, es una manera de estar, de sentir, de pensar, de rezar. No es una actitud pasiva, estática, aunque hay que darle tiempo y espacio. Es el dinamismo del amor que nos lleva a no quedarnos con lo que está por fuera, con la primera impresión… Más que nada es llegar al corazón de la vida, de las vidas… Allí donde late con más fuerza, donde tiene sus mejores energías, donde guarda el misterio de su persistencia, donde afirma la hondura de su resistencia. Es mirar por la ventana de la historia para llegar a lo más profundo y genuino. Como dice Atahualpa Yupanqui: “¿Qué es lo que llaman distancia? Eso me habrán de explicar. Sólo están lejos las cosas que no se saben mirar”. 6. CONTEMPLATIVOS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN DE JESÚS Como Pasionistas, estamos invitados a vivir esta dimensión de nuestra espiritualidad. Pero, ¿qué queremos decir con esta expresión? Recordemos el texto del encuentro del apóstol Tomás con Jesús resucitado…:“Trae aquí tu dedo, aquí están mis manos. Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo sino hombre de fe. Tomás respondió: ‘Señor mío y Dios mío’.” Jn 20,27-28 Allí mismo, en los clavos y el costado del Cristo Crucificado queremos contemplar todo lo que hemos venido ahondando. Queremos desentrañar la vida que brota de su cruz. No contemplamos sólo un momento, porque hay un antes y un después. No es un espiritualismo vacío que sólo ve la luz, ni una mirada pesimista que “busca entre los muertos al que está vivo” Lc 24,5. Queremos contemplar a través del Crucificado, para llegar al fondo de nuestra “experiencia de Dios”. A partir de la cruz, pero no sin ella, porque es culminación de un camino de fidelidad y comienzo de un camino de Nueva Alianza. Esto nos permitirá “mirar” toda nuestra vida personal, comunitaria y social con otros ojos, otro corazón y otros sueños… En la Cruz, contemplamos como Jesús… 16 Vivió en carne propia cuánto puede destruir la libertad de los hombres. A través del Crucificado vemos todo el dolor del mundo, la enorme cantidad de hermanos que diariamente cargan una cruz impuesta. Jesús no es quien ha sufrido más en este mundo… El umbral del dolor no se puede medir. Pero sí, es quien mejor expresa nuestros sufrimientos. Denunció, con indignación profética, el pecado y la injusticia que provoca el dolor y la muerte de tantos varones y mujeres a lo largo de la historia humana. Asumió que la pascua no se puede dar sino a través de la entrega de la vida en la lucha contra el sufrimiento. Y que esto, muchas veces, conlleva el sentimiento de soledad y abandono, incluso de Dios. Reconoció que, en el amor y el dolor, se juega el misterio cotidiano de la vida. Las dos experiencias fueron parte de su camino y, a partir de ellas, anunció la Buena Nueva. Miró de frente las contradicciones, encrucijadas y proyectos mezquinos, para que estuvieran a la luz y pudieran ser desenmascarados. No le “quitó el cuerpo” a los conflictos personales, comunitarios o sociales. Abrió el corazón para el perdón, para el abrazo de la reconciliación, para extender sus brazos en la cruz y hacer de nosotros un pueblo. Se identificó con el proyecto de Dios y asumió la causa de los pobres. Convirtió en signo de salvación un elemento de castigo y muerte degradante, como era la cruz. Nos entregó el Espíritu para animarnos y fortalecernos en la vida, como a los huesos secos de Ezequiel. Creyó que era posible vivir de otro modo los límites de la experiencia personal y social. Le abrió espacio a la esperanza, que se esconde en el dolor. Se dejó invadir por la vida en abundancia que vino a traernos y nos ofrece cada día. En la Cruz, contemplamos que… Dios no quiere la muerte de Jesús, sino que la acepta como consecuencia de un camino de fidelidad y solidaridad con los sufrientes de la historia. Dios acoge con ternura de Madre y Padre la vida entregada de Jesús y lo resucita de la muerte. Contemplamos como Jesús Crucificado, desde la cruz clavada en la tierra y elevada al cielo, une entrañablemente a Dios con la humanidad y la creación entera. Y, con sus brazos extendidos, nos abraza y reúne en el desafío cotidiano de gestar un mundo reconciliado con el sueño de Dios. II. TESTIGOS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN PROPIA Introducción 17 Esta es la segunda de tres reflexiones sobre la espiritualidad Pasionista. En este escrito quiero expresar una de las muchas miradas posibles sobre el aspecto: SER TESTIGOS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN PROPIA. (Para hacer un camino de profundización, sería importante leer el primero antes que éste) Te propongo que, como al anterior, también lo leamos, por partes, despacio y con tiempo para rezar, reflexionar y ahondar en su contenido. Todo de una vez, puede resultar largo y pesado… Sobre todo, porque lo más importante es que su contenido nos anime a mirar y vivir de otro modo el dolor en nuestra vida personal. Es importante además que despierte otras miradas, otras búsquedas y otros modos de comprender esta dimensión de nuestra vida Pasionista. Haremos el siguiente recorrido para que, progresivamente, nos vayamos metiendo en el tema: I. Nuestra vida 1. Las preguntas que nos hacemos. 2. Las respuestas que a veces nos damos. 3. Cuando frente al dolor no tenemos palabras. 4. El dolor ¿de qué tipo? Las causas. II. Lugares desde los que nos nutrimos 1. Los textos bíblicos que nos ayudan. 2. El camino de Jesús. 3. La mirada de Pablo de la Cruz. 4. Las experiencias de vida. III. TESTIGOS de la pascua en la pasión propia 1. Reconocer las causas. 2. Saber resistir. 3. Desentrañar la vida encerrada en el dolor. 4. Ser testigos de la pascua en la pasión propia. I. NUESTRA VIDA La experiencia del dolor personal abarca aspectos muy profundos que no siempre tenemos tiempo, oportunidades y elementos para ahondar en ellos. Cuando el dolor nos visita de tantas maneras posibles, nos surge aquello que está en el fondo del corazón. Aquellos interrogantes, cuestionamientos, miedos, vacíos y certezas que nos habitan en lo más profundo. Queremos partir de lo que sentimos y vivimos, para poder iluminarlo con los testimonios y las experiencias de otros que pueden nutrirnos, para así ahondar en una mirada propia, como Familia Pasionista, desde la clave: PASIÓN-PASCUA. 18 1. LAS PREGUNTAS QUE NOS HACEMOS A todos nos gustaría vivir sin sufrir. A veces nos parece, sentimos o creemos sinceramente que vivir es gozar y que todo aquello que no trae gozo es como una cuña que se ha incrustado y que no tiene nada que ver con la vida. Por eso, muchas veces nos brotan preguntas como: ¿Por qué a mí? ¿Por qué este dolor y no otro? ¿Qué habré hecho para merecer esta manera de sufrir? ¿Cuánto tiempo querrá Dios probarme? ¿Qué me estará pidiendo? ¿Tendré fuerzas para sobrellevar esto? ¿Dios me estará pidiendo que sufra, para que otros no lo hagan? ¿Cuáles son las preguntas que generalmente te surgen en momentos de dolor? 2. LAS RESPUESTAS QUE A VECES NOS DAMOS A lo largo de los años y en distintos momentos de la vida, de acuerdo con la imagen de nosotros mismos y de Dios que vayamos construyendo, intentamos respuestas que puedan explicarnos y ayudarnos a vivir el sufrimiento personal. 1. Algunos de nosotros vemos en Dios la fuente de todo lo que ocurre. Si es el autor de la vida, es también del sufrimiento. Por eso, pensamos que Dios nos lo envía por alguna razón especial, que sólo Él conoce y que nosotros no podremos conocer nunca. Por medio de la oración, deseamos que comprenda nuestra bondad, nuestra buena intención y que, por lo tanto, revierta su decisión, aunque estamos abiertos a sus misteriosos caminos, que no comprendemos, pero que, seguramente, algún sentido tendrán. 2. Algunos buscamos una explicación que pueda desentrañarnos las razones de su corazón para hacernos sufrir. Explicaciones a veces racionales, a veces más del corazón, a veces en la teología o en la filosofía. 3. Otros, rechazamos de plano sus proyectos sobre nosotros, por injustos, y nos alejamos de Él. Quienes nos negamos a aceptarlos preferimos no hablar más con Él. Porque no podemos admitir que, quien es la fuente de la vida y de la justicia, pueda cometer actos tan insensibles como ver sufrir a sus hijos. A un Dios así, mejor no seguir. 19 4. También, algunos de nosotros creemos que el origen de los dolores que nos toca sufrir es “el mal” (que adquiere muchos nombres, según la fe de cada uno). Aquellos que sienten esto, se ven atrapados por una fuerza misteriosa y engañosa, difícil de combatir y de comprender cómo actúa. Algo malo y mayor a nosotros se nos aparece bajo formas muy distintas y nos atrapa, haciéndonos sufrir. Frente a ello, algunos luchamos, otros nos resignamos. Es fundamental que, antes de avanzar en la lectura, podamos, cada uno, clarificarnos lo que sentimos, creemos y pensamos cuando sufrimos. Es decir, las respuestas que nos damos. 3. CUANDO FRENTE AL DOLOR NO HAY PALABRAS Cuando estamos tranquilos y podemos poner una cierta distancia psicológica y espiritual frente al dolor personal, nos podemos hacer un tiempo para ahondar en él y buscar la manera de comprender su sentido y enfrentarlo. Pero, la experiencia nos dice que muchas veces el dolor nos toma por entero y no hay palabras que puedan llegar a darle sentido y ayudarnos a vivirlo. No encontramos la posibilidad de comprenderlo y desentrañar su mensaje. No estamos preparados para asumirlo, ni para combatirlo… Estamos desolados. Incluso, nos sentimos abandonados fundamentalmente por Dios. Encerrados en nuestro propio dolor. Las razones de la razón no llegan a responder a las preguntas del corazón. Además, hay ciertos dolores que parecen incurables y resistentes a toda explicación, sentido, mensaje o iluminación. A veces para vivir esos momentos, algunos queremos convencernos de que el dolor no existe, o de que es posible erradicarlo del todo, o de que estamos condenados a la frustración… Recordemos alguna experiencia personal en la que nos hemos sentido impotentes frente al dolor y nos hemos encontrado sin palabras para poder asumirlo desde la fe. 4. EL DOLOR, ¿DE QUÉ TIPO? Las causas. Como a todos, el sufrimiento puede ser causado por nosotros mismos, por los otros o por la naturaleza. 20 Aunque para reflexionar y meditar sobre el dolor propio podemos dividir sus causas y mirarlas con cierta distancia. Lo verdadero es que en la vida cotidiana las razones están profundamente interrelacionadas. Los dolores están provocados por muchas causas. Es más, son interdependientes y puede ser que una nos lleve a las otras o que traiga consecuencias en los demás aspectos de la vida. A veces, incluso, es difícil saber cuál fue la causa originante de algún dolor que sentimos. (Por ejemplo: La pobreza nos puede llevar a no poder comprar medicamentos, esto agrava ciertas deficiencias que ya teníamos en el cuerpo, y provoca entonces malestar en aquellas dimensiones que tocan nuestras fragilidades psicológicas, lo cual, a su vez, acrecienta los sufrimientos en las relaciones que establecemos…) DESDE DENTRO 1. Dimensiones psicológicas: Nos hacen sufrir nuestros complejos, nuestras inseguridades, heridas históricas que nos han quedado de experiencias duras o frustrantes, miedos que nos habitan frente al presente o al futuro, equivocaciones en la toma de decisiones y sus posteriores consecuencias (las cuales, a lo mejor, estamos padeciendo en estos momentos). 2. La fe: Hay experiencias de dolor que nos brotan de querer vivir a fondo nuestra fe, o de sentir que existen muchas exigencias religiosas que no logramos alcanzar, o de escrúpulos y culpas que no nos dejan gozar de la vida. 3. El amor: Sufrimos por amar profundamente. Porque hemos decidido que nuestro corazón no sea de piedra sino, que pueda contener la mayor cantidad de nombres posibles. Y en esta interrelación de amar y ser amado, no siempre encontramos correspondencia, respuesta, sintonía… 4. El dolor ajeno: Además, sufrimos por luchar contra el dolor, porque optamos por gestar un mundo más justo y solidario, más humano y humanizador. DESDE FUERA 1. Atropellos: Podemos tener relaciones que de muchas maneras atropellan nuestra dignidad: violencia, enfrentamientos, desprecio de nuestros derechos. Todo aquello que nos haga sentir no amados, no reconocidos, dejados de lado. 2. Sistema: Hay un perverso sistema en el cual estamos inmersos y, dentro del cual, vivimos fuertemente condicionados según la familia, el barrio, el lugar donde hayamos nacido. Este 21 sistema, afecta nuestras decisiones familiares, laborales, económicas, sociales, políticas, religiosas, de estudio, etc. 3. La Iglesia: Quienes vivimos en esta comunidad de la Iglesia, sentimos que nos hacen sufrir ciertas normas, leyes, costumbres y formas autoritarias de ejercer el poder. DE LA NATURALEZA Es difícil decir si viene desde dentro o desde fuera de nosotros mismos el dolor provocado por la naturaleza. Está dentro y, al mismo tiempo, es el contexto en el cual nos movemos. Ella nos provoca sufrimientos causados por los cambios climáticos, que pueden ser pequeños o grandes, pero también somos parte de la naturaleza, está dentro de nosotros. Somos un cuerpo en comunión con la tierra, el aire y las enormes intercomunicaciones que coexisten en ella. (Los aborígenes nos enseñan esta comunión tan profunda con la naturaleza). Muchas veces, nos aflijimos porque nuestro cuerpo es de una manera u otra, tiene de más o de menos algo, envejece más rápido de lo que quisiéramos, o padece males que nos acompañan mucho tiempo o toda la vida. En este intercambio con la naturaleza, podemos resistir mejor o peor sus cambios. Muchos mueren por el calor y otros por el frío, hay quienes se enferman más y quienes menos. También por la rotación de los vientos, el movimiento de la tierra o de las aguas: tornados, terremotos, inundaciones o sequías. ¿Qué pensamos sobre este tema de las causas del dolor? ¿Compartimos lo que está escrito? ¿Por qué sí, por qué no? II. LUGARES DESDE LOS QUE NOS NUTRIMOS I. LOS TEXTOS BÍBLICOS QUE NOS AYUDAN A lo largo de la Biblia, desde distintos ángulos y diferentes causas, varios personajes se refieren al tema del dolor personal. Recorrer algunos de ellos, nos puede ayudar a adentrarnos en el corazón, la fe y los sentimientos de quienes, mucho antes, hicieron el mismo intento que nosotros. Les propongo que recemos estos textos y tomemos conciencia de cómo resuenan en nosotros: ¿qué sentimientos nos 22despiertan?, ¿qué mensaje nos transmiten?… En el texto de Gn. 3,16-19, el autor se pregunta sobre las causas del sufrimiento y encuentra en el pecado de los hombres, varones y mujeres, el origen del dolor personal y social. Dios los castiga con el sufrimiento. “Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos, darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido y él te dominará. Y dijo al hombre: Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. Él te producirá cardos y espinas y comerás hierbas del campo. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra de donde fuiste sacado.” Gn. 3,16-19 Las causas del sufrimiento de Moisés están en la llamada que Dios le hace de liberar a su pueblo. Una llamada difícil a la cual quiere renunciar y no puede. “Moisés dijo: Si me presento ante los israelitas y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cuál es su nombre. Y entonces: ¿qué les responderé?” Ex. 3,13 “Pero Moisés respondió: ¿Y si se niegan a creerme, y en lugar de hacerme caso me dicen: ´No es cierto que el Señor se te ha aparecido´?” Ex. 4,1 “Moisés dijo al Señor: Perdóname, Señor, pero yo nunca he sido una persona elocuente, ni antes, ni a partir del momento en que tú me hablaste. Yo soy torpe para hablar y me expreso con dificultad.” Ex 4,10 “… Moisés, vivamente contrariado le dijo: ¿Por qué tratas tan duramente a tu servidor?¿Por qué no has tenido compasión de mí y me has cargado con el peso de todo este pueblo? ¿Acaso he sido yo el que concibió a todo este pueblo o el que le dio a luz, para que me digan: llévalo en tu regazo, como la nodriza lleva a un niño de pecho, hasta la tierra que juraste dar a sus padres? ¿De dónde voy a sacar carne para dar de comer a todos los que están llorando a mi lado y me dicen: Danos de comer? Yo solo no puedo soportar el peso de todo este pueblo; mis fuerzas no dan para tanto. Si me vas a seguir tratando de este modo, mátame de una vez. Así me veré libre de mis males.” Nm. 11,10-14 El salmista encuentra en su propia debilidad como criatura y en la enemistad de otros las razones de su angustia. Pero sabe que Dios es su protector, siempre. “Yo soy culpable desde que nací, pecador me concibió mi madre…Aparta tu vista de mis pecados, borra todas mis culpas… El sacrificio que Dios quiere es un espíritu arrepentido. Un corazón arrepentido y humillado, tú no lo desprecias.” Sal. 51,7.19. 23 “Ten piedad de mí, Oh Dios, que me acosan. Me están atacando y oprimiendo todo el día… Cuando siento miedo, confío en ti… Has registrado en tu libro mi vida de fugitivo, has recogido mis lágrimas en tu cántaro ¿Acaso no está todo registrado en tu libro? Mis enemigos retrocederán cuando te invoque. Entonces sabré que Dios está de mi parte.” Sal. 56,2.4.9 Podemos pensar que el texto del Siervo Yahveh de Isaías se refiere al mismo profeta o al pueblo en el exilio. En ese momento, el pueblo había sido invadido y llevados sus dirigentes y artesanos a Babilonia. El templo había sido destruido, el rey destituido, desmantelada toda organización, eliminada toda esperanza de continuar como pueblo. En el medio de esa situación, se pregunta sobre el sentido del dolor, sobre las causas del sufrimiento y sobre la acción de Dios sobre aquellos que sufren. El autor reflexiona cómo Dios lo prueba con el dolor para poder sanar y salvar a todos. “No tenía belleza, ni presencia que atrajese las miradas… desfigurado, desechado, despreciado… abrumado de dolores, habituado al sufrimiento… traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestros crímenes...tan despreciado que lo tuvimos por nada... Estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano…fue detenido y juzgado injustamente y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por la rebeldías de mi pueblo… Nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado… El Señor hizo caer sobre él las iniquidades de todos nosotros… El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento… por sus llagas hemos sido curados…” Is. 52,13ss. Jeremías siente que Dios al llamarlo a ser profeta lo hace sufrir. Sabe que su dolor no tiene posibilidad de cambiar. Pero sabe que Él está de su parte. “Señor, acuérdate de mí, tómame en cuenta, y véngame de mis perseguidores; no dejes que me arrebaten, abusando de tu paciencia; mira que soporto injurias por tu causa… ¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable y se resiste a sanar? Tú me has vuelto arroyo engañoso de aguas inconstantes.” Jer. 15,15 Elías siente que Dios lo ha puesto en este camino de sufrimiento, porque es dueño de su vida y cree que es el mismo Dios quien lo puede liberar, quitándole la vida. “Elías se llenó de miedo y huyó para salvar su vida. Al llegar a Berseba de Judá, dejó allí su criado. Él se adentró por el desierto un día de camino, se sentó bajo una retama y, deseándose la muerte, decía: ¡Basta, Señor! Quítame la vida, que no soy mejor que mis antepasados.” 1Re. 19,1 24 En el Antiguo Testamento, el pueblo cree que todo lo que pasa en la tierra viene de Dios. Por eso, si bien se da cuenta que sufren por causa del llamado de Dios, o de su propia debilidad, o del dolor que le infligen los otros, también siente que esto ha sido querido por Él mismo. “Desaparezca el día en que nací y la noche en que se anunció: Ha sido concebido un hombre… ¿Por qué alumbró con su luz a un desgraciado y dio vida a los que están llenos de amargura, a los que en vano desean la muerte, y la buscan más que a un tesoro?… Lo único que me queda son mis gemidos, como el agua se derraman mis lamentos… No tengo paz, ni calma, ni descanso y me invade la angustia.” Job. 3,3.20.24.26 “Todavía me quejo y me revelo porque Dios hace amargos mis gemidos… Dios me tiene acobardado, el Poderoso me ha llenado de miedo.” Job. 23,2.16 Pablo “experiencia” la posibilidad de hacerse fuerte en su propia debilidad, aún sintiendo lo difícil de cargar con ella. “Precisamente para que no me valore más de la cuenta, tengo una espina clavada en mi carne, un representante de Satanás, encargado de hacerme sufrir para que no me enorgullezca. He rogado tres veces al Señor para que apartara esto de mí y otras tantas me ha dicho: ´te basta mi gracias, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad´. Gustosamente, pues, seguiré enorgulleciéndome de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Y me complazco en soportar por Cristo debilidades, injurias, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte.” 2 Cor. 12,7-10 2. EL CAMINO DE JESÚS A largo de su vida, Jesús vivió diferentes experiencias de sufrimiento personal: la muerte del amigo, el choque frente a la cerrazón de los demás, la incomprensión de sus discípulos y de su propia familia, el dolor frente al drama de la exclusión religiosa, social y económica de su pueblo y las consecuencias de sus propias opciones, que lo llevaron a la cruz. Una mirada a la vida de Jesús, nos da una luz muy profunda sobre las causas de su dolor personal y de qué manera lo vive. Asume su dolor sin buscar en Dios al responsable. Sólo cuando siente que le pide algo que parece mayor que sus fuerzas, lo dialoga, dramáticamente, con Él. Jesús comprendió que para acoger y gestar el Reino de justicia y paz, de verdad y fraternidad, tenía que aceptar su propia debilidad y la incomprensión de aquéllos que no entendían su mensaje o se oponían a la Buena Nueva. Existen, fundamentalmente, dos textos que iluminan esta dimensión de su vida: un momento de su vida que se suele llamar como “la crisis de Galilea” y, también, “el Huerto de Getsemaní”. La crisis de Galilea: 25 “Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes quieren irse?.” Jn. 7,67-68 Jesús, frente al dolor de ver que muchos se decepcionan porque no responde a sus expectativas, vive el abandono y la incomprensión. Pasa por una crisis, se replantea la misión y la estrategia de la misma. A partir de ella, siente un renovado ímpetu, un nuevo impulso y asume otras estrategias. Tomó de su experiencia y, sin dejarse abatir, supo repensar su camino y su mensaje. El Huerto de Getsemaní: “Entonces les dijo: ´Mi alma siente una tristeza de muerte…´… Y adelantándose un poco rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía: ´Abba, Padre, todo te es posible, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya´.” Mc 14,34ss. Jesús, frente a su muerte cercana se interroga por qué Dios lo habrá hecho llegar hasta esa situación límite. En un diálogo dramático, le pregunta si no hay otra manera de gestar el Reino, si no hay otra forma de vivir la profecía. Conoce y sufre profundamente su debilidad. Todo su cuerpo siente la angustia de este dolor que le toca asumir. Pero se entrega nuevamente con absoluta confianza a este camino por el que Dios lo va llevando. Al leer estos textos: ¿qué sentimos? ¿Qué palabras resuenan en nosotros con más fuerza? ¿Qué mensaje sobre la cruz nos transmiten? 3. LA MIRADA DE PABLO DE LA CRUZ Pablo de la Cruz vivió entre los años 1694 y 1775. Su experiencia religiosa estaba marcada por la conciencia de que los seres humanos eran muy débiles y pecadores, frente a la grandeza y la misericordia de Dios. Y, tal como se pensaba y sentía en su tiempo, entendió que los sufrimientos venían de Dios. Su espiritualidad está centrada en una mirada muy profunda sobre el dolor. Él había contemplado muchas horas al maestro Crucificado y se había compenetrado con ese dolor. Por eso, vive y predica, asume y anuncia que todo dolor, todo sufrimiento es redentor, acerca más a Dios, une mejor a Jesús. Pablo de la Cruz sabe que las tentaciones interiores, las malas inclinaciones y el pecado alejan de Dios. Por eso, para acercarse más a Él y vivir una experiencia más profunda de fe, propone dos aspectos que llevan a una conversión interior: la penitencia y el ayuno. “Obraría contra la santa fe que profeso, y por la cual estoy pronto, con la ayuda divina, a derramar hasta la última gota de mi sangre, si no sugiriera a su espíritu, tan combatido de tempestades y otros trabajos, motivos eficacísimos para alegrarse y hasta regocijarse, en Dios, nuestro dulcísimo Bien.” “Le diré que en medio de esas tempestades, debe resistir valerosamente como una roca, combatida por las olas, sin dejar nunca sus prácticas de piedad.” Carta I, 235. También, quería que sus religiosos fueran una memoria viviente “para que al propio tiempo, jamás nos olvidemos de mantener en nosotros su continuo y doloroso recuerdo”. 26 Quería que llevaran el escudo negro en letras blancas, “como señal de lo muy cándido y puro que debe ser el corazón que lleve esculpido el santísimo nombre de Jesús”. Un aspecto muy interesante en la mística de Pablo es la doble dimensión que propone de una “muerte mística para un divino nacimiento”. “Ni el sufrimiento, ni la muerte son un fin. Él intenta llevar a la gente a “una nueva vida en Cristo”. Es necesario pasar por el “desnudo padecer, para llegar al descanso en el seno celestial de Dios, el cual es puro amor”. ¿Qué nos impacta más de las palabras de Pablo de la Cruz, inspirador de nuestra memoria del Crucificado? 4. LAS EXPERIENCIAS DE VIDA Seguramente cada uno tiene experiencias personales en las que habrá podido desentrañar la vida encerrada en el dolor personal. Les propongo que recordemos alguna de ellas. Mirando la vida de los otros, podemos aprender, también, de sus experiencias frente al dolor. Entre tantas, tomemos algunas… El barco que aligera su carga Antes de que le dijeran bien cuál era su enfermedad, el P. Fidel se sentía inquieto, sin armonía interior. Cuando se enteró que lo suyo era un cáncer terminal, comenzó a repartir sus cosas. Con muy buen ánimo y con un espíritu amplio, no dejó nada para sí. Fue entregando todo, como un barco que se despoja de su peso para ir más ligero. Encontrar caminos Helen Keller fue una mujer sordomuda y ciega. Con una paciencia inmensa aprendió el lenguaje del tacto. Por medio de las manos, logró comunicarse, vivir la amistad, sentir la música y así, con tantas limitaciones, pudo encontrarse con los demás desde “su mundo”. El fruto de su resistencia Pedro vive una situación muy complicada en su trabajo, por las condiciones y el trato que recibe. Sabe que cualquier protesta le llevará a perder el trabajo. Tiene en claro que no es digno trabajar así y, en cualquier momento que pueda, buscará otro trabajo, pero le es muy difícil encontrar porque no es especialista en nada. En esa situación, descubre que cada vez que ve comer a sus tres hijos, siente que su dolor no es en vano. La paciencia y el amor Noelia y Santiago estaban casados desde hacía cerca de 13 años. Santiago se enamoró de otra mujer y, cuando volvía a casa, estaba muy agresivo. Noelia decidió tenerle paciencia y enamorarlo nuevamente. Tuvo que asumir el dolor de la humillación, la protesta de los amigos que le recomendaron echarlo de casa, su propia angustia y el dolor de los hijos al ver a su padre así, pero creyó que con el tiempo recompondría su relación. Negarle la entrada hubiera sido perderlo para siempre. Hoy, volvieron a reencontrarse y están intentando fortalecer la relación nuevamente. Recuperando la dignidad 27 Rosa vivía una relación muy traumática por la violencia de José, su marido. En muchas oportunidades, ella lo quiso dejar pero – psicológicamente - no podía. Por fin, se decidió. Recuperó su dignidad. Al tiempo, José vuelve y ella lo recibe, creyendo que había cambiado. No fue así. Tuvo que dejarlo nuevamente. Después de muchos años, él regresó porque realmente la quería. Luego de dar signos de cambio, Rosa lo aceptó. Hoy, los dos han escrito un libro sobre sus vidas, sus dolores, sus encuentros y desencuentros. Además, ayudan a mujeres o matrimonios que tengan la misma dificultad que ellos, con relación a la violencia en el hogar. Descubrir las potencialidades Muchos hermanos en vez de quedarse lamentando sus discapacidades participan en juegos e incluso en olimpíadas. Marcos, a quien le tuvieron que amputar un pie y corrió una carrera con uno ortopédico, relata: “Los límites los crea uno, muchas veces. Siempre hay alguien más, con situaciones más difíciles y con más garra que uno al cual lo podés usar como "inspiración". Por ejemplo yo veo como inspiración a Sarah Reinertsen, le falta la pierna izquierda desde arriba de la rodilla y este año corrió una maratón en Hawai. ¿Quién dijo que no se puede?” Reflexionando la propia pascua Cuando mi padre se enfermó y fui a visitarlo, me pidió que le leyera un librito donde se recopilaban textos de Teilhard de Chardin sobre el dolor, la enfermedad y la muerte. Al cabo de un rato de lectura, durante el cual él escuchaba atentamente con los ojos cerrados y acostado en su cama, le propuse dejar, pero me contestó: “seguí que me hace muy bien”… Al final de ese año, vivió su pascua. III. TESTIGOS de la pascua en la pasión propia Hemos hecho un proceso: Las preguntas que nos hacemos y las respuestas que nos damos frente a nuestro dolor, nos llevan a mirar con cariño nuestro propio camino y nuestros intentos. Pero, también, queremos ver con claridad las causas que lo generan. Los textos del A.T y del N.T nos acercan a aquéllos que, como nosotros, buscaron vivir el dolor desde su experiencia de fe. La vida, la predicación y las actitudes de Jesús nos ayudan a encontrar posibles respuestas a nuestros cuestionamientos y vivencias. Pablo de la Cruz nos muestra una manera de descubrir la pascua en la pasión propia. Las experiencias de vida, nos manifiestan que es posible gestar vivencias fecundas, a partir de los límites y dolores personales. Ahora, enriquecidos con toda esta densidad de vida queremos, primero, recoger los distintos aportes que hemos ido descubriendo a lo largo de este camino y, segundo, a partir de ellos, intentar una síntesis de nuestra propia respuesta como Familia Pasionista, ahondando desde la clave de lectura: PASIÓN-PASCUA. Les propongo que, al terminar de leer este último capítulo, lo podamos reflexionar, profundizar y compartir. Especialmente, ver en qué nos ayuda y anima en nuestra vida. 28 1. 2. 3. 4. Reconocer las causas. Saber resistir. Desentrañar la vida encerrada en el dolor. Ser testigos de la pascua en la pasión propia. 1. RECONOCER LAS CAUSAS. El recorrido que hemos hecho, nos hace ver que es importante reconocer las causas del dolor, porque solamente a partir de ellas descubrimos cómo asumirlo, transformarlo y/o enfrentarlo. En el Antiguo Testamento, se le atribuyen a Dios todas las cosas que suceden: las buenas y las malas, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, los logros y los fracasos, la guerra y la victoria, etc. Como si Él moviera los hilos de la libertad personal y la de los otros; de los corazones y de la naturaleza... A partir de este pensamiento, surgirá, como ya hemos visto, una determinada espiritualidad y una manera de enfrentar el dolor. No siempre podemos encontrar fácilmente las causas de aquello que nos hace sufrir, porque nuestra vida por momentos es confusa o compleja. Pero reconocer que las causas del dolor están en la debilidad y en la libertad de cada uno, en la de los demás y en las leyes de la naturaleza, nos lleva necesariamente a cambiar nuestra óptica y nuestra espiritualidad. Esto no es tan sencillo como parece, puesto que no sólo nos cambia la mirada sobre el dolor sino, fundamentalmente, sobre Dios y su manera de actuar en nuestra vida. Dios, interviene en lo que llamamos “causas segundas” - (Él es la “causa primera”) –. Es decir, actúa dialogando, aun dificultosamente, con el corazón de cada hombre y de cada comunidad, y dejándonos mensajes en todo lo que vivimos. Es allí donde reconocemos sus huellas y su propuesta. No fuerza, cambia, modifica o ignora la libertad humana y las leyes de la naturaleza. Es decir, “nunca va en contra de lo que Él fue autor” (Pío XII). Reconocer las causas de nuestro dolor personal, nos ubica con responsabilidad frente a todo lo que sucede. Nos hace aceptar la presencia del dolor como parte ineludible de nuestra existencia y nos da la posibilidad de vivirlo de una manera pascual. Si sólo dependiera de Dios, nosotros no tendríamos que hacer otra cosa más que pedirle que cambie su voluntad… Jesús, cuando pide que se haga “Su voluntad”, es porque siente que tiene voces interiores que lo invitan a evitar el dolor (también a nosotros nos sucede esto). Pero Jesús quiere identificarse con el proyecto del Padre. Si hubiera querido huir, dejar de lado la propuesta de Dios o renunciar públicamente a su predicación, lo hubiera podido hacer, ya que era libre. 2. SABER RESISTIR. Colocados frente a las causa generadoras del dolor nos brota una actitud de resistencia. El texto de Isaías, que pudo haber sido escrito hace alrededor de 2.550 años..., contiene algunas imágenes que pueden parecer sumisión, como el hecho de haber sido “una oveja llevada al matadero”..., “muda ante quien la esquila”..., “se humillaba y no abría su boca”... Pero, detrás de todas ellas está la certeza de la resistencia. Un hombre - una comunidad- están llamados a 29 resistir cuando sienten que no es posible evitar el dolor. Muchas veces la resistencia es con el grito, otras con el gesto y también, y muy fuertemente, se hace desde el “silencio sonoro”... Por eso, cuando leemos que el Siervo estaba mudo y tanto lo recuerdan quienes escribieron este texto, nos damos cuenta que, seguramente, su silencio era muy fuerte, como el de Jesús ante Pilatos o en la crucifixión: “Nunca habló tan fuerte, ni gritó tan alto, como aquella tarde en que calló en la cruz”. La resistencia no es pasividad, no es resignación. Es la actitud interior de quien juega su vida por una causa y sabe que la fuerza más poderosa viene del corazón. Puesto que, cuando desde el interior nos sentimos derrotados, es imposible la resistencia. 3. DESENTRAÑAR LA VIDA ENCERRADA EN EL DOLOR. No sólo es importante resistir, hay también que hacer brotar la profunda vida encerrada en el sufrimiento. Los que escribieron sobre El Siervo dicen que con el paso del tiempo tomaron conciencia de que “él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba nuestras dolencias”. Allí se dieron cuenta de que no estaba ni “golpeado” ni “herido por Dios”. Y, llegaron más lejos diciendo: “por sus heridas fuimos sanados”... y “sobre él recayó el castigo que nos trae la paz”. El Siervo no vivió el sufrimiento como víctima. Él sabía que luchar para erradicar o superar el sufrimiento trae aparejado el dolor. Como la madre que sabe que cuidar la vida de su hijo cuesta; como el sembrador que sabe que para poder cosechar hay que pasar por el sudor de la siembra; como el panadero que sabe que para saborear el pan debe aceptar el calor del horno; como los maestros, jubilados, las Madres de Plaza de Mayo, etc. que para que haya más justicia asumen “enfrentar la terrible tempestad” - como canta Víctor Heredia -. Y por eso, dice el texto que El Siervo “será exaltado y elevado a una altura muy grande” y “los reyes cerrarán la boca porque verán algo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído”. 4. SER TESTIGOS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN PROPIA. Recogiendo toda la reflexión que venimos haciendo, queremos intentar una síntesis de nuestra propia respuesta como Familia Pasionista, ahondando desde la clave de lectura: PASIÓN-PASCUA. Puede ser que cuando El Siervo no estaba más entre ellos, sus amigos recibieran el fruto pascual de su dolor. Del mismo modo como, después de la muerte de Jesús, los discípulos recibieron los frutos de su redención. Como muchas veces nos pasa que, después de que alguna persona muy buena fallece, somos herederos de tantas cosas lindas que, aún en el dolor, nos dejó. Pero la invitación que la espiritualidad Pasionista nos hace es a vivir cada uno la pascua en su propio dolor: para crecer como personas, para ahondar la fe, para vivir más apasionadamente, para descubrir la densidad de la existencia humana, para ser más libres, para optar por los valores que permanecen siempre, para servir mejor a los demás y para anunciar - desde la 30 propia experiencia - que es posible desentrañar la vida encerrada en todo sufrimiento. Aquello que Pablo de la Cruz intuía como “divino nacimiento”. Desde las situaciones de dolor más pequeñas, donde se manifiestan nuestros límites menores, hasta las aparentemente sin salida, frustrantes sin gérmenes nuevos, pueden ser vividas por cada uno de nosotros como una oportunidad para la pascua. Hay que darse tiempo, espacio, un corazón hermano para compartir y una fe profunda, para creer que es posible encontrar caminos. Muchas veces esos caminos nuevos serán distintos a los imaginados o deseados, otras, significarán una manera distinta de vivir. Porque vivir la pascua en el dolor personal no es necesariamente la erradicación del dolor, sino el asumir experiencias más profundas de humanización y de identificación con Dios: De humanización, porque el dolor nos puede volver más sensibles, más auténticos, más fraternos, más solidarios, más misericordiosos, más comprensivos de la vida de los demás. Nos puede ayudar a palpar la densidad y el sentido de la vida. Y de identificación con Dios, porque como dice San Pablo apóstol, podemos llegar a sentir en profundidad: “yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.” Gal. 2,19 Tal vez, algunas experiencias de dolor nos costarán más que otras, o contendrán más escondida su potencialidad, o estaremos menos fortalecidos para afrontarlas, pero nunca estarán cerradas a la esperanza de algo diferente. Sencillamente, porque Dios jamás nos abandona y siempre nos extiende su mano, para una nueva oportunidad. Su invitación es a reconocer y aceptar el sufrimiento, el fracaso o la muerte como parte de nosotros mismos, como condición de nuestra vida y como posibilidad de vivir más hondamente, porque, como dice Atahualpa Yupanqui: “hasta la noche más oscura, tiene encerrada la promesa del alba”. Y así seremos testigos de Dios, vida de nuestra vida. 31 III. SOLIDARIOS-PROFETAS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN DEL MUNDO Introducción Esta es la tercera de tres reflexiones sobre la espiritualidad Pasionista. En este escrito también quiero expresar una de las muchas miradas posibles sobre este aspecto: SER SOLIDARIOS-PROFETAS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN DEL MUNDO. (Para hacer un camino de profundización sería importante leer primero los anteriores). Te propongo que lo leamos por partes, despacio y con tiempo para rezar, reflexionar y ahondar en su contenido. Todo de una vez, parece mucho… porque lo más importante es que su contenido nos anime a un compromiso mayor con el dolor de tantas comunidades y pueblos. También, sería importante que despierte otras miradas, otras búsquedas y otros modos de comprender esta dimensión de nuestra vida. Hay muchas maneras de “encontrarse o desencontrarse” con el dolor de los demás (que expresamos con la palabra “mundo”). Nosotros, los Pasionistas, creemos que la invitación que Dios nos ha hecho por medio de nuestra espiritualidad, es vivir la solidaridad y la profecía. Dos dimensiones inseparables que mutuamente se fortalecen y, a través de las cuales, acogemos y gestamos el Reino. Esta es nuestra manera de “estar en el mundo”. Haremos el siguiente recorrido, para que, progresivamente nos vayamos “metiendo” en el tema: 32 I. Nuestra vida 1. Las preguntas que nos hacemos 2. Los sentimientos que nos surgen y las posibles respuestas 3. El dolor de los hermanos II. Lugares desde los que nos nutrimos 1. Los textos bíblicos que nos ayudan 2. El camino de Jesús 3. La mirada de Pablo de la Cruz 4. Las experiencias de vida III. SOLIDARIOS-PROFETAS de la pascua en la pasión del mundo 1. Compañeros en el dolor 2. El mundo grande y el pequeño mundo 3. La mundialización de la humanización 4. La alegría esperanzada en medio del dolor 5. Las claves de la solidaridad y la profecía 6. Solidarios-profetas de la pascua en la pasión del mundo I. NUESTRA VIDA 1. LAS PREGUNTAS QUE NOS HACEMOS Frente al dolor de los hermanos, nos surgen muchas preguntas sobre las causas que lo generan y sobre las actitudes a tomar para aliviarlos. ¿Por qué tanto dolor? ¿Cuáles son las causas de tanto dolor? ¿Qué podemos hacer frente a tanta pobreza? Frente a una cultura de la muerte, ¿cómo vencerla? ¿Valdrá la pena lo que pueda hacer? ¿Cómo podré ayudarlos desde afuera de su situación? ¿Qué piden los que sufren la injusticia? ¿Qué es lo mejor que tengo para ofrecerles? ¿Cómo reaccionarán frente a lo que le pueda ofrecer? ¿Cuáles son las preguntas que generalmente te surgen frente al dolor de los demás? 2. LOS SENTIMIENTOS QUE NOS PUEDEN SURGIR Y LAS POSIBLES RESPUESTAS 33 Muchas veces, frente al dolor personal, comunitario y social, frente a los rostros concretos del dolor y la estructura de opresión, podemos tener diferentes sentimientos y, de acuerdo a ellos, tomar distintas actitudes. Queremos esbozar algunos y las actitudes que podríamos tomar: . Podemos sentir lástima, entonces, puede ser que la aliviemos con algún gesto esporádico que nos haga bien. . Podemos sentir molestia y, tal vez, pasemos al lado de los rostros dolientes y a lo sumo tendremos algún gesto de aparente cariño, que oculte nuestra incomodidad. . Podemos sentir indiferencia, por eso, es posible que pasaremos al lado como si fueran parte del paisaje, seres no iguales a nosotros. . Podemos sentir sospecha y calcular cada palabra, cada gesto, cada actitud, desconfiadamente. . Podemos sentir culpa, lo cual nos podría llevar a darles a partir de nuestra culpa, sin discernir de qué modo podemos ayudarlos mejor a vivir como personas. . Podemos sentir dificultad de plantearnos el dolor de los demás y, por eso, preferir mirar solamente dimensiones positivas, aunque no realistas. . Podemos sentirnos cuestionados, entonces, la vida de los otros llegará al fondo de nuestro corazón. . Podemos sentir miedo de denunciar las causas de su dolor, y entonces, tal vez, nos quedaremos con la conciencia de no haber llegado hasta el fondo del problema. . Podemos sentirnos desafiados, e intentar la mejor respuesta para aliviarlos de su sufrimiento. . Podemos sentir bronca frente a tanta injusticia y quizás tomemos caminos cegados por ella. . Podemos sentir impotencia, la cual nos puede llevar a quedarnos con los brazos cruzados. ¿Te reconocés en alguna de ellas? Sino, ¿cuáles suelen ser tus sentimientos y actitudes? 3. EL DOLOR DE LOS HERMANOS Quienes sufren el dolor también poseen muchos sentimientos respecto de sí mismos y respecto de los otros. Ellos dependen del modo de ser, de sentir, de pensar la vida, de encarar las dificultades y de creer en Dios y su proyecto. . Hay quienes lo viven con resignación, porque sienten su dolor como connatural a su condición; como si les estuviera señalado un destino del cual no pueden desprenderse. . Hay algunos que lo viven con resentimiento, con rechazo a todos los que ellos consideran causantes de su sufrimiento. . Hay quienes se sienten frustrados, sin horizontes, sin caminos, porque la realidad del dolor que los ha atravesado fue mayor que sus fuerzas. . Hay quienes tienen miedo de plantearse otra manera de vivir, por las consecuencias que traería esta opción. . Hay quienes saben que la vida tiene experiencias de dolor y de gozo. Saben que algunas duran un tiempo, por eso lo viven en paciente espera. 34 . Hay quienes lo viven con rebeldía y saben que sólo luchando contra aquello o aquéllos que los hacen sufrir, lograrán cambiar la situación. . Hay quienes lo viven como una prueba divina, por eso se esfuerzan en perseverar para ser más agradables a Dios. Creen que les está haciendo pagar alguna deuda propia o ajena y que nada pueden hacer hasta que aquella no sea saldada. . Hay quienes aceptan con fortaleza el dolor que ellos mismos han asumido para aliviar el dolor de los demás. . Hay quienes lo viven con esperanza, porque saben que en la vida hay experiencias muy hermosas todavía por vivir. . Hay quienes están en permanente búsqueda y no se dejan vencer por el dolor, sino que tratan de vencer las causas del sufrimiento humano. ¿Con qué actitudes de otros hermanos, frente al dolor, te has encontrado en tu vida? II. LUGARES DESDE LOS QUE NOS NUTRIMOS Les propongo que recemos estos textos y tomemos conciencia de cómo resuenan en nosotros: ¿qué sentimientos nos despiertan?, ¿qué mensaje nos transmiten?… 1. LOS TEXTOS BÍBLICOS QUE NOS AYUDAN “El amor y la justicia se abrazan”. Sal. 84 A lo largo de la Biblia la defensa y cuidado de los pobres, como también la denuncia de los atropellos al pueblo, se expresan de muchas maneras diferentes, tanto en la imagen de Dios, como en las actitudes de los creyentes. En el A.T. la imagen de Dios está expresada en términos de cercanía y acompañamiento de los pobres y, al mismo tiempo, de defensor de la justicia y la libertad. “El Señor dijo: ´Yo he visto la opresión de mi pueblo que está en Egipto y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces´. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado para liberarlo del poder de los Egipcios…” Ex. 3,7-8 “El Señor tu Dios… hace justicia al huérfano y a la viuda, ama al extranjero y le da ropa y alimento”. Dt. 10,18 35 “Cuando extienden sus manos yo cierro los ojos; por más que multipliquen sus plegarias yo no escucho: ¡las manos de ustedes están llenas de sangre! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan a la viuda!” Is. 1,15.17 “El Señor entabla un pleito contra los ancianos y los príncipes de su pueblo: ´ ¡ustedes han arrasado la viña, tienen en sus casas lo que arrebataron al pobre! ¿Con qué derecho aplastan a mi pueblo y trituran el rostro de los pobres?” Is. 3,14-15 “Los pobres y los indigentes buscan agua en vano, su lengua está reseca por la sed. Pero yo, el Señor, les responderé, yo el Dios de Israel no los abandonaré”. Is. 41,17 “¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? Pero, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.” Is. 49,15 “Yo había enseñado a caminar a Efrain, lo tomaba por los brazos. Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer”. Os. 11,3-4 Los Salmos abundan en súplicas de ayuda y solidaridad divinas, frente a situaciones de indigencia, enfermedad o persecución. “Pero tú lo estás viendo: tú consideras los trabajos y el dolor, para tomarlos en tus propias manos. El débil se encomienda a ti, tú eres el protector del huérfano.” Sal. 10,14 “Por los sollozos del humilde y los gemidos del pobre, ahora me levantaré - dice el Señor – y le daré mi ayuda al que suspira por ella”. Sal. 12,6 “Ten piedad de mi porque me faltan las fuerzas; sáname porque mis huesos se estremecen. Mi alma está atormentada, y tú, Señor, ¿hasta cuando?... Estoy agotado de tanto gemir; cada noche empapo mi lecho con el llanto, inundo de lágrimas mi cama. Mis ojos están extenuados por el pesar y envejecidos a causa de la opresión.” Sal. 6,3.7 “¿Hasta cuándo me tendrás olvidado, Señor? ¿Eternamente? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? ¿Hasta cuándo mi alma estará acongojada y habrá pesar en mi corazón día tras día?” Sal. 13,2-3 “Mírame, Señor, y ten piedad de mí, porque estoy solo y afligido: alivia las angustias de mi corazón y sácame de mis tribulaciones.” Sal. 25,16-17 Hay gestos de solidaridad con personas particulares a las que se las comprende, se compadece, acompaña y da respuesta a su dolor. Eliseo y el aceite de la viuda. 36 “La mujer… imploró a Eliseo diciendo: ´Tu servidor, mi marido, ha muerto, y tú sabes que era un hombre temeroso del Señor. Pero ahora ha venido un acreedor para llevarse a mis dos hijos como esclavos. Eliseo le dijo:´¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en tu casa. Ella le respondió: ´tu servidora no tiene en su casa nada más que un frasco de aceite. Eliseo le dijo: ´Ve y pide prestados a tus vecinos unos recipientes vacíos, cuantos más sean, mejor. Luego entra y enciérrate; echa el aceite en todos esos recipientes, y cuando estén llenos, colócalos aparte´… Ella fue a informar al hombre de Dios y este le dijo: ´Ve a vender el aceite y paga la deuda; después tú y tus hijos podrán vivir con el resto”. 2 Re. 4,1ss. Eliseo y la curación de Naamán. “Naamán, general del ejército del rey de Aram, era un hombre prestigioso y altamente estimado por su señor… Pero este hombre, guerrero valeroso, padecía de una enfermedad en la piel… Eliseo, mandó a decir al rey: ´Que él venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel´… Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: ´Ve a bañarte siete veces en el Jordán, tu carne se restablecerá y quedarás limpio… Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios, así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio.” 2 Re. 5,1ss. Pedro y Juan frente al hombre paralítico. “… Había allí un hombre paralítico de nacimiento, a quien todos los días llevaban y colocaban junto a la puerta Hermosa del templo para pedir limosna a los que entraban. Al ver que Pedro y Juan iban a entrar en el templo, les pidió limosna. Entonces Pedro, acompañado de Juan, lo miró fijamente y le dijo:´Miranos´. Él los miró fijamente esperando recibir algo de ellos. Pedro le dijo: ´No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo; en nombre de Jesucristo Nazareno, camina.´ Y, tomándolo de la mano derecha, lo levantó.” Hech. 3,1ss. La indignación profética como sentimiento religioso está presente en aquellos varones y mujeres que supieron mirar desde Dios la realidad de desprotección y atropello del pueblo y la expresaron tanto con palabras como con gestos simbólicos. PALABRAS “ ¡Mis entrañas, mis entrañas! ¡Me retuerzo de dolor! ¡Las fibras de mi corazón!. ¡Mi corazón se conmueve dentro de mí, no puedo callarme! Porque oigo el sonido de trompeta, el clamor del combate.” Jer. 4,19 “Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes dicen: ´¿cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias y venderemos hasta los desechos del trigo. ´El Señor lo ha jurado: ´Jamás olvidaré ninguna de sus acciones´.” Am. 8,4-7 “Este es el ayuno que yo amo – oráculo del Señor - : soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no 37 despreocuparte de tu propia carne… Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.” Is. 58,6-10 GESTOS PROFÉTICOS “La palabra del Señor me llegó en estos términos: No tomes para ti una mujer, ni tengas hijos e hijas en este lugar….No entres en una casa donde hay un banquete fúnebre… No entres en la casa donde hay un festejo, para sentarte a la mesa con ellos a comer y beber… Cuando tú anuncies a este pueblo todas estas cosas, ellos te dirán:´¿Por qué el Señor nos amenaza…? Entonces tú les responderás: Es porque los padres de ustedes me han abandonado”. Jer. 16,12.5.8.10-11 “Así habló el Señor a Jeremías: Ve a comprar un cántaro de arcilla. Luego llevarás contigo algunos de los ancianos del pueblo y a los ancianos de los sacerdotes. Tú quebrarás el cántaro a la vista de los hombres que te hayan acompañado y les dirás: ´… De esta misma manera quebraré a este pueblo y a esta ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero que ya no se puede reparar´.” Jer. 19,1.10-11 “Y tú Hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir; no seas rebelde como este pueblo rebelde, abre tu boca y come lo que te daré. Yo miré y vi una mano extendida hacia mí y en ella había un libro enrollado. Lo desplegó delante de mí y estaba escrito de los dos lados. En él había cantos fúnebres, gemidos y lamentos… Yo abrí mi boca y Él me hizo comer ese rollo… Él me dijo: Hijo de hombre, dirígete a los israelitas y comunícales mis palabras…” Ez. 2,8-10. 3,4 2. EL CAMINO DE JESÚS Los Evangelios nos muestran las palabras y los hechos de Jesús en relación a los relegados de la sociedad de su tiempo, su predicación a favor de los pobres y sus exigencias para los que quieran ser sus discípulos. “… Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor… Él les respondió: ´Denles de comer ustedes mismos´…” Mc. 6,30ss. “Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, por ser mi discípulo no quedará sin recompensa”. Mt. 10,42 “… Ustedes no cumplen la ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe…” Mt. 23,23-26 “… Señor ¿Cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso y te alojamos; desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o 38 preso y fuimos a verte?... Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo…” Mt. 25,31ss. “Le presentaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde está escrito: ´El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado con la unción. Él me envío a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Lc. 4,1719 “Felices, ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece…Ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo”. Lc. 6,20-24 “Una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años y a quien nadie había podido curar, se acercó por detrás y tocó los flecos de su manto; inmediatamente cesó la hemorragia. Jesús preguntó: ´¿Quién me ha tocado?... Alguien me ha tocado porque he sentido que una fuerza salía de mí…” Lc. 8,43ss. “…Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo…” Lc. 10.33ss. “Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero”. Lc. 16,13 “Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó:´¿Quieres curarte?´. Él respondió: ´Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza agitarse, mientras yo voy, otro desciende antes…´ Jesús le dijo: ´Levántate, toma tu camilla y camina´”. Jn. 5,1ss. Si releemos el Magnificat, descubrimos que Lucas nos expresa cómo María siente la ternura y la fuerza de Dios, quien defiende a los más desprotegidos y denuncia a los poderosos. Pero, a su vez, en medio de esta situación siente una profunda alegría al tomar conciencia del amor y la cercanía de Dios. “Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz porque el todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: su nombre es Santo. Su misericordia se extiende de generación en generación sobre los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono 39 y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia para siempre.” Al leer estos textos: ¿Qué sentimos?, ¿qué palabras resuenan en nosotros con más fuerza?, ¿qué mensaje sobre la solidaridad y la profecía nos transmiten?, ¿qué sentimientos nos despiertan? 3. LA MIRADA DE PABLO DE LA CRUZ “Pablo de la Cruz tuvo un tiempo y un espacio. En ese tiempo y en ese espacio recibió y expresó su carisma, un mensaje de Dios, cuyo sentido total no pudo descubrir sino dentro de los límites del horizonte restringido de su época. Una gran reserva de sentido quedaba así para ser descubierta en tiempos posteriores, gracias a otras circunstancias.” Delaney, E. Mensaje a las comunidades pasionistas. Le preocupaba que sus religiosos aliviaran el sufrimiento de la gente y que vivieran ellos mismos como los pobres. La manera de “estar en el mundo” de Pablo de la Cruz estaba centrada en la solidaridad. “La solidaridad con los pobres exigía que al igual que ellos se viajara a pie. Se permitía el caballo sólo por enfermedad o durante el verano si se tenía que pasar por zonas infestadas de malaria, a fin de acelerar la marcha y evitar el contagio… el ahorro de leña en la cocina, del aceite que se quemaba en las lámparas, aguando el vino y preparando la comida, según la pobreza y la templanza, era en realidad una manifestación de coherencia al tratar de comportarse como los pobres del 1.700” Giorgini, F.; Historia de la Congregación, Vol 1, p.398. “El fundador deseaba que se compartiera con los pobres la humillación de no poder disponer de nada y de tener que pedir limosna cuando era menester cubrir las propias necesidades… El aspirante debía vender, antes de entrar en la Congregación, cuanto poseía… distribuyéndolo entre los pobres… Fue norma en los Retiros que tanto el producto del huerto, como los castañares… que sobraba de las necesidades de los religiosos se repartiera entre los pobres… Se les daba igualmente lo que al final del año sobraba del mantenimiento de la comunidad… Strambi recuerda: ´Quería que en nuestros Retiros se diera limosna a los pobres que vienen a pedirla y que en el Retiro de Roma se señalaran dos días semanales para distribuirles pan y 40 menestra a cuantos se presentaran para recibirla y Pablo solía decir que lo sobrante en el comedor se distribuyera a la puerta pues pertenecía a los pobres. Luego nació el uso de que los religiosos separaran de la ración del comedor una pequeña porción dejándola en un plato limpio para aumentar lo que se distribuía entre los pobres… Debíamos ser los primeros en sufrir las penurias de nuestros prójimos, revistiéndonos de entrañas de compasión, apropiándonos las penas de nuestros hermanos y dándoles a ellos parte de nuestra comida, bien que escasa, compartiendo así la común calamidad”. Idem; pp.339-441. Eligió la extrema pobreza en un contexto de Iglesia ajena al sufrimiento del pueblo. “El Vaticano, a pesar de sus esplendorosos palacios renacentistas levantados a lo largo de dos siglos… construye un nuevo palacio: el Quirinal (de donde fue expulsado Pablo, por presentarse pobre y sin recomendaciones en la ingenuidad de su juventud). La etiqueta de la corte pontificia y el ceremonial en San Pedro se inspiran en el lujo y en el boato de las otras cortes… Las curias episcopales siguen en escala reducida el ejemplo de la corte pontificia y de los nobles locales. Los obispos abandonan sus diócesis cuando llega el verano por razones de clima y están ausentes por tres o cuatro meses. La situación religiosa del pueblo va de la mano con su postergación social en cuanto que carece de auténticos líderes y pastores para afrontar esta crisis. La miseria del pueblo fue una de las razones por las que éste acudía de manera tan especial a Cristo paciente.” Pegoraro H. La Congregación de los pobres de Jesús p.14-15 Edificó su primer convento en la Marisma Toscana: lugar de explotación y muerte de muchos trabajadores golondrinas de aquella época. “Pablo de la Cruz nació en Piamonte, al norte de Italia, pero donde más trabajó y vivió es en el centro de su tierra, sobre todo en Toscaza. A lo largo de la costa se extiende, al sur sudeste de Liorna, la Marisma... algunas Colinas de arena o dunas formadas por el flujo y reflujo la separan del mar. Abarca una superficie de 5.000 km cuadrados y tenía unos 33.000 habitantes repartidos en tres diócesis… El clima era durísimo y la falta de una buena alimentación y recursos sanitarios causaban epidemias de tifus, tuberculosis y, sobre todo, de malaria. La situación económica era tremendamente grave y aquí se veían en toda su crudeza las consecuencias del sistema de poder… El latifundio golpeaba duramente la suerte de los campesinos. Confluyen los desheredados desde las más lejanas regiones y a menudo golpeados por la malaria, sucumben en el más horrendo abandono. En la época de las cosechas acuden alrededor de 18.000 personas, campesinos y jornaleros, siervos y desheredados, viven en ranchos malsanos y pequeños, apenas abrigados para defenderse de la intemperie, universalmente desnutridos y a menudo vejados por jefes y capataces inhumanos.” “Llevados por la necesidad venían sabiendo que regresarían enfermos mortalmente o morirían en el trabajo. Comían en el campo, morían en la miseria, lejos de su familia y de su casa, sin asistencia médica ni espiritual, ni siquiera recibían sepultura digna, se los enterraba de prisa, en el campo o junto a las carreteras y caminos o se llevaban los cadáveres al monte y se los cubría de piedras.” 41 “La población era casi totalmente analfabeta. Sólo tenían acceso a la educación, a cargo de un maestro, los hijos de los nobles y los clérigos…” “Como si esto fuera poco, las guerras de sucesión dejan huellas en el corazón del pueblo golpeado por los poderosos y sus intereses. Pablo de la Cruz no fue ajeno a todo esto, él vivió, fue testigo, y participó incluso de esta realidad. Su vida familiar, su trabajo como misionero, y hasta atendiendo a los heridos en medio de la guerra entre Austria y Francia-España de 1733 a 1735, todas estas vivencias le hicieron ´palpar las llagas del Crucificado´ en las llagas de los pobres.” Idem; La Congregación de los pobres de Jesús, pp.18-19. Vio a Jesús en los pobres “A la luz de estas palabras descubrimos cómo Pablo de la Cruz, con sus palabras y su modo, decía a sus hermanos de comunidad ´mírenles a la cara (a los pobres), todos ellos llevan esculpido el nombre de Jesús´. Vemos, también, que su contemplación del Crucificado nunca estuvo desligada de la vida y del rostro de los pobres. ´En Castellazzo, en Gaeta, en Roma y en el Argentario, el ansia de la soledad no lo sustrajo jamás a la fascinación de la figura del pobre, perenne encarnación de Cristo: enfermos, hambrientos, encarcelados y ajusticiados tuvieron pan, el alivio de su asistencia… Aquellos grandes ojos, centellantes sobre su pálido rostro de eremita, infinitas veces fijaron indescriptibles escenas de horror, vagabundo por los caminos y en los tugurios, en los hospitales y en los campos de batalla. Hay un pasaje de la vida de Pablo de la Cruz que puede expresarnos como vivió él esta experiencia: Un pobre viene a las puertas del Monasterio para pedir limosna. Como tantas veces, Pablo no quiere renunciar al privilegio de estar cerca de los preferidos de Dios. Él mismo cuenta con sus palabras: ´Me pidió limosna y se la di. Luego se dio vuelta hacia mí y me dijo: - ¿Me conoces? - Te conozco, seguro, tú representas a Jesucristo – respondí. - ¿Represento a Jesucristo? – me dijo y sonrió. - Sí, representas a Jesucristo – añadí. - ¿Y si fuera el mismo Jesucristo? – respondió´. Pablo es incapaz de expresar lo que experimenta al escuchar las palabras del pobre: “caí en tierra... pedí perdón mientras sentía un júbilo interno indecible”. Idem. p.17. Asumió su causa, alentado su esperanza En sus circunstancias concretas, Pablo de la Cruz supo comprometerse con la suerte de los pobres, no teniendo ningún reparo en denunciar las situaciones de injusticia desde su predicación, o en las oportunidades que se le presentaban. “En el 59, predicando en Vetralla, supo que el pueblo estaba angustiado, dada la escasa cosecha, no podía restituir al Monte de l´Abundanza (una especie de entidad de préstamo de la época) el grano recibido el invierno anterior. El vicegobernador amenazaba con tomar ´medidas enérgicas´, pero él, desde el tablado de la misión fue tan claro y elocuente en sostener y apoyar a los pobres habitantes que las autoridades se vieron obligadas a prolongar por un año el plazo de pago de las deudas.” 42 Además de asumir la causa de los que sufrían las injusticias en carne propia, con un sano realismo y con las medidas a su alcance, trató de dar una mano. Así como lo vemos encargándose personalmente de solucionar situaciones individuales que, si bien para el momento no podían ser solucionadas en sus raíces, sí son una exigencia de fraternidad, como por ejemplo pedir que recibieran a un enfermo en el hospital, socorrer a aquellos que no tenían a nadie que se encargara de sus vidas, y de varios hechos cotidianos. Su palabra para los pobres fue siempre de aliento y esperanza. Decía en su predicación: ´Tengan coraje, pobres, y ¡cuidado los ricos¡ porque sus riquezas les servirán de mayor castigo en el infierno, si no hicieran buen uso de ellas…´ Idem. pp. 17-18. ¿Qué nos impacta más de las palabras y actitudes de Pablo de la Cruz, en su relación con los pobres y relegados de su tiempo? 4. LAS EXPERIENCIAS DE VIDA Solidaridad… silenciosa Cuando se inundó la ciudad de Santa Fe, desde muchas partes del país (incluso entre los más pobres) y del mundo se sumaron gestos, para paliar la situación de los inundados. Sin embargo, pocas voces se levantaron para preguntar por las responsabilidades gubernamentales. Del mismo modo, en el maremoto del sur de Asia hubo mucha solidaridad, pero pocos alzaron su voz para decir que los científicos norteamericanos supieron con suficiente tiempo como para alertar a algunas naciones del movimiento de las aguas y no lo hicieron de un modo eficaz. Mons. Helder Cámara Este obispo brasileño, defensor de la causa de los pobres, decía: “Si yo le doy un pan a un hambriento me dicen que soy un santo, pero si pregunto por qué este hombre tiene hambre, me dicen que soy un comunista”. Las solidaridades pequeñas de los pobres Los cartoneros de Buenos Aires, que viven juntando la basura de la ciudad, enviaron un vagón con víveres para los pobres de Tucumán. Solidaridad por la paz Hacia fines del año 2003; se realizó en Estados Unidos un encuentro entre familiares de víctimas del “11 de septiembre”. El objetivo era intentar gestar la paz y no hacer memorias revanchistas o justificadoras de invasiones. Tan es así, que quieren organizar un nuevo 43 encuentro que incluya a los familiares de los pilotos de los aviones que provocaron los atentados. Marchas Las marchas en varias provincias (entre ellas: Catamarca, Neuquén, Santiago del Estero, Buenos Aires) reúnen a multitudes que se solidarizan con los familiares de las víctimas de la violencia policial, quienes quieren esclarecer los hechos, pero también exigen justicia. Comedores populares Hay comedores populares para mucha gente o pequeños hogares para grupos reducidos. En todos ellos, trabajan una infinidad de voluntarios. La gran mayoría no son conocidos, pero prestan un servicio impresionante. Generalmente desde distintas iglesias se asume este compromiso, pero faltan voces que se alcen denunciando el hambre de nuestro pueblo y las causas que lo generan. La persistencia de las madres Es innegable la fortaleza y persistencia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Ni los largos años, ni las enormes resistencias, ni la incomprensión, lograron frenar su profecía, ni tampoco su solidaridad con otras situaciones que no eran sus hijos desaparecidos o sus nietos apropiados ilegalmente. 44 III. SOLIDARIOS-PROFETAS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN DEL MUNDO 1. 2. 3. 4. 5. 6. Compañeros en el dolor. El mundo grande y el pequeño mundo. La mundialización de la humanización. La alegría esperanzada en medio del dolor. Las claves de la solidaridad y la profecía. Solidarios-profetas de la pascua en la pasión del mundo. Hemos hecho un proceso: Las preguntas que nos hacemos y que cuestionan nuestra manera de luchar contra o vivir el sufrimiento del mundo, los sentimientos y las respuestas que nos damos y el mirar el dolor de los hermanos, nos lleva a tomar mayor conciencia de la dimensión profunda que tiene el misterio del dolor. Los textos del A.T y del N.T nos ayudan a ver que, a lo largo de la historia, el intento de encontrar una respuesta a tantos interrogantes y, sobre todo, de cómo afrontar el dolor del mundo, es una parte fundamental de la búsqueda de Dios. La vida, la predicación y las actitudes de Jesús nos encaminan en las respuestas a los cuestionamiento que todos nos hacemos. Pablo de la Cruz nos ayuda a ver cómo, en su tiempo y con una experiencia tan honda del Crucificado, también intentó una respuesta de fidelidad. Las experiencias de vida nos muestran la dificultad pero nos animan también, a creer que es posible encontrar caminos para nuestro tiempo. Ahora, enriquecidos con toda esta densidad de vida queremos, primero, recoger los distintos aportes que hemos ido descubriendo a lo largo de este camino y, segundo, a partir de ellos, intentar una síntesis de nuestra propia respuesta como Familia Pasionista, ahondando desde la clave de lectura: PASIÓN-PASCUA. Les propongo que al terminar de leer este último capítulo, lo podamos reflexionar, profundizar y compartir. Especialmente, ver en qué nos ayuda y anima en “nuestra manera de estar en el mundo”. 1. COMPAÑEROS EN EL DOLOR Una primera certeza que nos brota al recorrer esta riqueza de testimonios y experiencias es el sabernos varones y mujeres, compañeros en el dolor. “Cum pane”, con quien compartimos 45 el pan que es la búsqueda del sentido, los intentos de respuestas, los distintos modos de vivirlo. Una larga historia de compañeros en este camino. “Siempre habrá un hombro, siempre habrá una mano que relativice su miedo. Que se pueda atravesar el dolor para encontrar la fuerza, nos conduce a mirar al otro, sabiendo que es un igual, que también sufre, que tiene miedo, que tiene angustia. Y aprenderá el arte más olvidado: el de ponerse en el lugar del otro. Si, guiado por la ternura, esto ocurre, aprenderemos a luchar con fuerza por aquello en lo que creemos pero no contra algo o alguien.” “Cuando sufrimos, nos dirá “él está ahí” para tener la seguridad de que ya saldremos del paso. Nos dirá que el otro es alguien a quien la vida también hace pasar por momentos duros, de total desesperanza, y que, si lo permitimos, siempre habrá alguien que nos acoja en momentos difíciles.” D.M. Bustos. Página 12, 27.06.2003 Creemos que la solidaridad nos lleva a esa experiencia tan profunda de mirar al otro como “compañero en el dolor”. Nos coloca junto a otro, sabiéndonos tan débiles como él o como ellos. Si en algún momento nos encuentra mejor plantados o colocados de pie, frente a quien está caído, no es porque seamos superiores, mejores, más capaces, más pudientes, sino porque justo en ese momento se nos presenta la posibilidad de “abajarnos” e intentar aliviar, acompañar, denunciar o erradicar el dolor de otro. 2. EL MUNDO GRANDE Y EL MUNDO PEQUEÑO A partir de sabernos junto a otros y en una larga historia de caminantes, descubrimos cómo nuestra vida se expresa en varios planos, profundamente interrelacionados y entrelazados, sin una frontera clara que pueda diferenciarlos. De tal manera que se interconectan, influyen y entran en tensión. Una dimensión más social, política, estructural y, otra, más personal, comunitaria, relacional. Todo lo que realicemos en alguna de estas dos dimensiones repercute necesariamente en la otra. Muchas experiencias de dolor son tan personales que precisan una atención particularizada. “Necesitaría que alguien se enterara de que estoy sufriendo”- escribía un amigo. Otras, deben ser atendidas en forma inmediata. Parafraseando un refrán brasileño “Hay mucho hambre en Indonesia, pero más me duele mi cayo”. Otras tienen urgencias que no nos permiten cambiar, antes, las estructuras: “la panza vacía no piensa”. Muchas discusiones se han dado sobre por dónde comenzar los cambios… si por las estructuras o por los hombres… Muchas dimensiones de nuestro pequeño mundo están causadas por situaciones de injusticia estructural y está atravesado por este sistema, que oprime y mata lenta o violentamente. Pero, en este mundo pequeño o grande, es fundamental preguntarnos por las causas del dolor de las personas, las comunidades, los pueblos... Porque, por detrás de los rostros sufrientes, de las lágrimas y las voces calladas, las muertes prematuras, las familias sin techo y el hambre de tantos, hay otros rostros, otros nombres, otras decisiones que provocan todo esto. Existen personas, grupos, gobiernos y organizaciones internacionales que son responsables de causarlo: es el pecado personal, comunitario, social o estructural, de quienes deciden, toleran o favorecen con su silencio, fruto del egoísmo, la ambición, la soberbia o la 46 cobardía. Nosotros creemos que no hay ningún “destino”, ninguna concepción sobre la jerarquía de razas o personas, ninguna imagen de Dios que lo justifique. Somos nosotros, los seres humanos, cada uno con nuestra cuota de responsabilidad, quienes lo hemos ido provocando. 3. LA MUNDIALIZACIÓN DE LA HUMANIZACIÓN Sabiéndonos inmersos en este pequeño mundo de cada uno, nos abrimos al mundo grande de la humanidad. Allí nos encontramos o desencontramos mujeres y varones, pueblos, naciones y continentes, con un nuevo desafío por delante. Es fundamental tomar conciencia de que la solidaridad y la profecía tienen dimensiones ecuménicas, interreligiosas, interculturales y ecológicas, puesto que nos unen con muchos hermanos y hermanas, más allá de los credos y las culturas. Desde hace unos años, la humanidad en su proceso de globalización uniformiza una cultura hegemónica de dominación. Pero, al mismo tiempo, desde el seno de diversos países y gracias a la fuerza de la vida que fluye y a la conciencia de las personas y los pueblos, respecto de los derechos humanos y el cuidado del planeta, hay una fuerza de unificación que día a día tiene gestos, expresiones y realizaciones cada vez más profundas. La experiencia de mundialización de la solidaridad, de la paz y la justicia nos hace involucrarnos en proyectos de humanización, junto a todos aquellos con quienes nos sentimos más unidos por estos valores que divididos por las diferencias religiosas, étnicas o culturales. Como meridianos hacia el polo, nos unimos en el proyecto del Reino. 4. LA ALEGRÍA ESPERANZADA EN MEDIO DEL DOLOR Esta mundialización de la solidaridad, la paz y la justicia, nos hace brotar una profunda y esperanzada alegría. Como el canto de María, el corazón se alegra al vernos inmersos en una corriente de humanización. “Hay algunos ´secretos´ de su canto en los que precisamente estos tiempos nos permiten sumergirnos… Es verdad que su canto es un canto de triunfo, y es verdad que a veces sentimos que acariciamos el corazón mismo de su sentido, cuando vemos la dignidad alzarse sobre la soberbia, la solidaridad venciendo el egoísmo; cuando las movilizaciones populares hacen temblar las pseudo-seguridades de los poderosos, y cuando la creatividad se abre camino entre tanto tedio y conformismo”. No estamos ajenos a las dificultades, pero tampoco queremos dejarnos abatir por la desesperación o la desesperanza. Nos hace mucho bien darnos cuenta de que desde los orígenes de la humanidad, con experiencias religiosas en tiempos históricos muy distintos, hubo mujeres y varones que se lanzaron detrás de sus sueños, que apostaron a la vida, que creyeron que “otro mundo era posible” y que, con alegre esperanza lo intentaron y nos dejaron la antorcha que hoy gozosamente queremos recoger. 5. LAS CLAVES DE LA SOLIDARIDAD Y LA PROFECÍA Mirando esta historia, nos damos cuenta que la actitud profunda de solidaridad y profecía nace de: 47 . Ver que la creación del Dios de la vida está amenazada “de muerte lenta en la opresión y rápida en la represión”. La criatura mejor del Señor no puede vivir como era su sueño. . Ver que la humanidad está amenazada, porque la mayoría son pobres. Las diferencias que hacen sufrir a esta mayoría “no coexisten meramente sino en mutua causalidad”. . Preguntarse qué significa ser hombre en esta realidad de hombres divididos. “¿Qué hiciste con la sangre de tu hermano?” Gn. 4,10. “Ser hombre es ser corresponsable con los pobres que no alcanzan a vivir.” J. Sobrino, El principio misericordia. Ser solidario es “hacerse prójimo”, aproximarse. Existen distintas actitudes: Frente a las catástrofes, accidentes, situaciones de dolor inesperadas, o el sentimiento de cercanía con los pobres, podemos ofrecer una ayuda humanitaria. Un servicio, ciertamente muy valioso, aunque no nos compromete ni para siempre, ni desde la hondura de nuestras opciones. Muchas experiencias de solidaridad han aliviado el sufrimiento de comunidades, barrios, pueblos, etc. Nada de esto es de despreciar. Pero hay una experiencia intensa que toca niveles hondos y permanentes de las personas en sus opciones. Desde esta mirada, no es sólo ni fundamentalmente “algo bueno que hay que poner en práctica frente a situaciones esporádicas”. La solidaridad es una actitud frente a la realidad permanente y dramática de los pobres. Hay “rostros sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestionan e interpelan” (Puebla). Por eso, descubrimos un permanente llamado a la solidaridad que conlleva la profecía, la denuncia del atropello y un anuncio del proyecto de Dios. Ser profeta es levantar la voz, el gesto y la actitud, para que todos puedan tener su voz y defender su dignidad. Si en un tiempo, la profecía se comprendió como la vocación a ser “voz de los sin voz”, hoy queremos dar un paso más en la igualdad y el reconocimiento de la fuerza de los pobres. La profecía es alzar la voz junto a los que son atropellados. Es expresar unidos el desgarro y la esperanza. Es buscar los gestos, actitudes y formas de la resistencia. Es encontrar juntos los caminos por donde nos llevan los sueños. Ser profeta, además, no es sólo hablar de Dios al mundo, sino hablar del mundo a Dios. Junto a los pobres y sufrientes, hablar con el silencio o la palabra, buscando en Él la fortaleza para resistir, para luchar y la sabiduría para encontrar los caminos. Todos estamos llamados a ser profetas. No es un privilegio de unos pocos elegidos por Dios... es una vocación-llamado que se nos hace desde el bautismo y se nos vuelve a renovar cada vez que a un hermano sufriendo las consecuencias de los mecanismos que generan pobreza, marginación o muerte prematura: “Moisés le respondió: ´... ¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque Él les infunde su espíritu!´ Nm. 11,28 Por eso, “lo primero es la indignación por causa del sufrimiento humano, dejando que se mantenga irrecuperable algo de esa indignación (que puede ser contra lo que hacen los seres humanos o contra lo que deja de hacer Dios). El segundo es el momento utópico de esperanza de que Dios -con o sin poder para superar el mal- tenga poder para mantener al ser humano en su esperanza, “a pesar de todo”, y en su praxis de “revertir la historia”. Por último, la decisión a practicar la justicia y la ternura, y a caminar en la historia con Dios, humildemente, en oscuridad 48 y con protestas, pero caminando siempre”. (J. Sobrino. Reflexiones sobre el maremoto en Indonesia). 6. SOLIDARIOS PROFETAS DE LA PASCUA EN LA PASIÓN DEL MUNDO En continuidad con toda la reflexión que venimos haciendo, queremos intentar una síntesis de nuestra propia respuesta: “Nosotros, los Pasionistas, solidarios con los crucificados de hoy, nos abrimos a la fuerza de la cruz, para afrontar proféticamente la injusticia y anunciar de un modo creíble al Dios de la vida”. Objetivo General, Capítulo General 1988. La mujer y el varón con el corazón en los pobres dan, ayudan, se “aproximan” a quienes tienen necesidades. Pero también, por el hecho de hacerse prójimo, reciben de ese “otro” algo más profundo, que es humanizarse y sumergirse en el misterio del amor de Dios, estableciendo nuevas y muy profundas relaciones de hermanos. Por lo tanto, la solidaridad y la profecía son una exigencia que nos nace de un corazón amante de los demás, especialmente de los pobres; son una experiencia de salvación, de recuperación del sentido de la vida, de encuentro con Dios: “Cada vez que lo hicieron con uno de mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo”. Mt. 25,40. “Amarás a tu Dios….y a tu prójimo como a ti mismo”. Mc 12,29-31. Así, la solidaridad y la profecía nos hacen mirar con ojos de hermanos a los que sufren y, a su vez, esos mismos ojos que nos miran, nos limpian la mirada, para que podamos ver la realidad más profunda de las cosas, vuelven más bondadoso nuestro corazón y nos reaniman en el camino de la justicia. Creemos que tienen una matriz trascendente. Las entrañas de misericordia van gestando, desde el dolor de las personas y los pueblos, una realidad nueva, la pascua de Jesús, la de cada varón y mujer y la de una humanidad más fraterna y más justa. Nosotros, los Pasionistas no podemos vivir la solidaridad sin la profecía, ni la profecía sin la solidaridad. Sería desvirtuar la raíz de nuestra espiritualidad; puesto que la identificación de los crucificados de hoy con el Crucificado Jesús, no sólo se da en el sufrimiento, sino también y, fundamentalmente, en las causas que los llevan a sufrir y en la fuerza de la pascua que brota de sus cruces. Porque Jesús no fue crucificado por Dios, sino por las mismas causas que hacen padecer a muchos hermanos y hermanas. No podemos acercarnos a los pobres para aliviar su sufrimiento, sin denunciar las causas que lo generan y sin gestar estructuras y espacios, a fin de que ninguno de nuestros hermanos sea atropellado en sus derechos. “Sabiendo que la pasión de Cristo continúa en este mundo hasta que Él venga en su gloria, compartimos los gozos y las angustias de la humanidad, que camina hacia el Padre. Deseamos participar en las tribulaciones de los hombres, sobre todo de los pobres y abandonados, confortándolos y ofreciéndoles consuelo en sus sufrimientos. Por el poder de la Cruz, sabiduría de Dios, trabajamos con ilusión para iluminar y suprimir las causas de los males que angustian a los hombres...” Constituciones 3. Como los mismos brazos con que Jesús, en el madero de la cruz, abrazó a la humanidad; la solidaridad y la profecía son nuestra manera de “estar en el mundo”. 49 50 INDICE Paginas CONTEMPLATIVOS DE LA PASCUA EN LA PASION DE JESUS……………………………………..3 I. Nuestra vida…………………………………………………………………………………………4 1 Las preguntas que nos hacemos 2 Los sentimientos que nos surgen, las causas y sus consecuencias II. Lugares desde los cuales nos nutrimos ………………………………………………………...6 1. Los textos bíblicos que nos ayudan 2. El camino de Jesús 3. La mirada de Pablo de la Cruz III. CONTEMPLATIVOS de la pascua en la pasión de Jesús………………………………..…11 1. Lo que nosotros “proyectamos” sobre la cruz. Experiencia de Dios 2. Una interpretación de la cruz de Jesús 3. La cruz como consecuencia de las opciones de Dios 4. Reconocer las causas trae sus consecuencias 5. Las claves de la contemplación 6. Contemplativos de la pascua en la pasión de Jesús TESTIGOS DE LA PASCUA EN LA PASION PROPIA………………………………………………17 I. Nuestra vida…………………………………………………………………………….………...18 1. Las preguntas que nos hacemos 2. Las respuestas que a veces nos damos 3. Cuando frente al dolor no tenemos palabras 4. El dolor ¿de qué tipo? Las causas II. Lugares desde los que nos nutrimos…………………………………………………….……..22 1. Los textos bíblicos que nos ayudan 2. El camino de Jesús 3. La mirada de Pablo de la Cruz 4. Las experiencias de vida III. TESTIGOS de la pascua en la pasión propia …………………………………………….….28 1. Reconocer las causas 2. Saber resistir 3. Desentrañar la vida encerrada en el dolor 4. Ser testigos de la pascua en la pasión propia SOLIDARIOS-PROFETAS DELA PASCUA EN LA PASION DEL MUNDO…………..…….…….32 I. Nuestra vida………………………………………………………………………….…………..33 1. Las preguntas que nos hacemos 2. Los sentimientos que nos surgen y las posibles respuestas 3. El dolor de los hermanos II. Lugares desde los que nos nutrimos ……………………………………………………..….35 1. Los textos bíblicos que nos ayudan 2. El camino de Jesús 3. La mirada de Pablo de la Cruz 4. Las experiencias de vida III. SOLIDARIOS-PROFETAS de la pascua en la pasión del mundo ……………………….….45 1. Compañeros en el dolor 2. El mundo grande y el pequeño mundo 3. La mundialización de la humanización 4. La alegría esperanzada en medio del dolor 5. Las claves de la solidaridad y la profecía 51 6. Solidarios-profetas de la pascua en la pasión del mundo Colección Espiritualidad Pasionista Para uso interno “Buscamos la unidad de nuestra vida y de nuestro apostolado en la Pasión de Jesucristo. Esta es la revelación del poder de Dios, que penetra el mundo para destruir el poder del mal y edificar el Reino de Dios. Llamados a tomar parte en la vida y en la misión de Aquel que ´se anonadó a sí mismo tomando la forma de esclavo´, en asidua oración, contemplamos a Cristo que, al entregar su vida por nosotros, revela el amor de Dios a los hombres y el camino que también éstos deben seguir para llegar al Padre. Esta contemplación nos hace cada vez más capaces para manifestar su amor y ayudar a los demás, de modo que ofrezcan su vida con Cristo al Padre.” (Constituciones de la Congregación de la Pasión No. 5) Familia Pasionista 52 53