Islam y la educación en las escuelas Ponencia presentada por Ndeye Andújar, el pasado 29 de junio, en el Parlamento Catalán de las Religiones, en Barcelona. La relación entre la religión y la escuela es una cuestión sensible, difícil y polémica. Actualmente se está debatiendo acerca del modelo educativo que plantea la LOE y más concretamente sobre cuál ha de ser el papel de la religión en la escuela y si ésta tiene o no cabida. En este debate apasionado aparecen claramente dos posturas: la que defiende un laicismo a ultranza y la que está a favor de un laicismo que respete las diferentes religiones e ideologías. El laicismo no debe ser entendido como la negación de la religión. España es un país aconfesional pero al mismo tiempo es plural, es un país en el que las diferentes confesiones, así como los puntos de vista ateos, agnósticos, deben aprender a convivir. El descubrimiento del «otro» pasa por el reconocimiento de una escala de valores diferente pero no opuesta en ningún momento a la libertad de conciencia y la libertad religiosa. El laicismo no es una opción espiritual entre otras. Justamente es el laicismo el que permite la convivencia entre las diferentes opciones. Claro está que se debe hacer hincapié en aquello que nos une, lo que es común a todos los hombres y mujeres. A lo largo de esta exposición, voy a plantear cuatro cuestiones que me parecen de sumo interés: ¿Por qué se debe enseñar el islam en la escuela? ¿Cómo se debe enseñar? ¿Qué islam se debe enseñar? Y por último ¿quién debe enseñarlo? ¿Por qué se debe enseñar el islam en la escuela pública? La reivindicación de la introducción de la enseñanza del islam en la escuela es legítima. Por un lado el marco legal reconoce este derecho. En 1992 se lleva a cabo la Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas que desea promover la realización de los principios enunciados en la Declaración Universal de Derechos Humanos: Artículo 1 Los Estados protegerán la existencia y la identidad nacional o étnica, cultural, religiosa y lingüística de las minorías dentro de sus territorios respectivos y fomentarán las condiciones para la promoción de esa identidad. Artículo 3 Las personas pertenecientes a minorías podrán ejercer sus derechos, incluídos los que se enuncian en la presente Declaración, individualmente así como en comunidad con los demás miembros de su grupo, sin discriminación alguna. En el artículo 27.3 de la Constitución Española queda reflejado de la siguiente manera: "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Este derecho constitucional fue desarrollado en el Acuerdo de Cooperación de 1992 entre el Estado y la Comisión Islámica de España en el que se garantiza la enseñanza del islam en la escuela pública. Ahora bien, no se debe reducir a la catalogación como puro derecho de igualdad ante la ley, sino que se ha de observar como un derecho que hace más real la libertad de las personas. En consecuencia, ¿cuáles son realmente los objetivos?: A través de la Enseñanza Religiosa Islámica, se pretende contribuir al desarrollo físico, intelectual, afectivo, social y moral de los alumnos, afirmando sus valores personales, familiares y sociales convirtiendo en normas de conducta: la fraternidad, la solidaridad, la justicia y la libertad. También se pretende luchar contra el analfabetismo religioso. Aprender a conocerse a sí mismos para conocer mejor a los demás, mostrando los orígenes geoculturales mediterráneos del islam, las numerosas relaciones que aparecen en el Corán y la tradición con las fuentes bíblicas, evangélicas, y las lenguas y las culturas semíticas, además de la relación del islam con el pensamiento griego y las culturas del Próximo Oriente antiguo. Los alumnos pueden conocer la variedad del islam. El islam no es monolítico, cada pueblo, cada país lo vive de manera diferente. Se fomentará el intercambio y el respeto en cuanto a las diferentes expresiones culturales del islam en el mundo, contribuyendo así al encuentro de musulmanes de diferentes nacionalidades Por otro lado, se debe evitar que la religión quede relegada de la transmisión racional puesto que eso podría llevar en algunos casos al riesgo de las lecturas fundamentalistas. Las fuentes del islam (Corán y ahadiz) insisten en la importancia del conocimiento: «La educación es un deber sagrado para cada musulmán y musulmana». Además, puesto que el islam incita a la búsqueda de conocimiento, puede suponer una ayuda y una motivación para los alumnos que se encuentren en una situación de fracaso escolar. Otro aspecto a tener en cuenta, es la creación de escuelas privadas de confesión islámica. En España no existe ninguna escuela privada musulmana y en cambio hay muchísimas escuelas católicas. Ante esta situación de discriminación cabe preguntarnos acerca de la financiación por parte del estado de determinadas escuelas. Se dan dos tipos de discriminación: unas escuelas de carácter religioso reciben financiación y otras no. Y por otro lado, la negación de crear escuelas petenecientes a todas las confesiones. Si bien es cierto que en la escuela privada no siempre se aporta una variedad de visiones y no es un lugar de encuentro; esos argumentos nunca habían sido defendidos contra la apertura de escuelas privadas de confesión católica. Pero esta opción presenta algunos inconvenientes. En Francia, por ejemplo, solamente hay tres centros musulmanes relativamente recientes: una escuela, un colegio y un instituto. Los importes de la matrícula son muy elevados ya que son centros completamente privados (excepto la escuela de primaria), lo que supone un acceso limitado y un número de plazas insuficiente para la creciente demanda. Estos establecimientos deben seguir los programas oficiales y han de tener la aprobación del Ministerio de Educación. El problema principal que se señala es que se potencia el repliegue de los diferentes colectivos que tanto quiere evitar el laicismo. En cambio, la enseñanza del islam en la escuela pública presenta varias ventajas: La escuela es un lugar abierto, es el ámbito ideal para el intercambio, el encuentro. El alumnado es heterogéneo así como el tipo de educación que se imparte. En la escuela, se lleva a cabo una enseñanza mixta: tanto el alumnado como el profesorado son mixtos. Además los alumnos son de orígenes y culturas diferentes, de clase social diferente... El currículo de la asignatura respeta la complementariedad entre la fe y la razón, entre el aspecto afectivo y el conocimiento. Gracias al conocimiento, los alumnos pueden llegar a ser adultos libres, críticos y responsables. Respecto al aspecto afectivo, los alumnos podrán compartir un islam desde la vivencia, en el que se sentirán valorados, comprendidos… Seguramente compartirán en la clase sus experiencias, sus miedos… La enseñanza del islam puede servir para encontrar un equilibrio y para que no se vean obligados a elegir entre dos mundos La enseñanza de la religión en el ámbito familiar, es insuficiente ya que, en muchos casos, los padres no se encuentran en una situación favorable. En Francia, antes de la reagrupación familiar, el islam de los trabajadores era un islam de «invitados», poco perceptible para los franceses. El trabajador inmigrante buscaba sobre todo no llamar la atención. El islam de los padres y abuelos era vivido en aquel entonces como un «exilio interior». Este fenómeno sociológico es similar al que nos encontramos actualmente en España, con sus matices. La escuela, pues, llevaría a cabo esa labor educativa, prácticamente inexistente o muy insuficiente en algunas familias. La escuela no lleva a cabo una enseñanza doctrinal como en las mezquitas. Los métodos educativos se adaptan a las exigencias de calidad, modernidad y adecuación al contexto en el que vivimos, valorando la comunicación y los métodos deductivos en lugar de la pasividad y la repetición memorística La financiación y la formación de los profesores en la escuela pública ha de ser y es transparente y clara para todos, acorde con los principios y postulados aprobados entre el estado y la CIE. En cambio, la financiación de las mezquitas y la formación de los imames es una cuestión complicada y en algunos casos dudosa, por insuficiente. ¿Cómo se debe enseñar el islam? ¿Qué islam se debe enseñar? La Generalitat se ha pronunciado recientemente sobre la posibilidad de modificar la normativa actual sobre la enseñanza de la religión en la escuela. En este sentido, aboga por una enseñanza de la cultura religiosa (asignatura aconfesional), situando la asignatura confesional en el ámbito familiar y de la comunidad religiosa. Sea cual sea la opción que se lleve a cabo, se ha de asegurar la igualdad entre las diferentes confesiones. Mientras una confesión tenga un trato diferencial, la nueva asignatura no se podrá implantar de manera excluyente. En este contexto, pues, la enseñanza de la religión islámica en la escuela es la opción más viable y justa. El hecho de que se plantee desde un punto de vista confesional, no significa que haya de llevarse a cabo un proselitismo o coacción alguna («En islam no hay coacción» dice el Corán). No se trata de enseñar un simple ritualismo o adoctrinamiento (para eso hay otros ámbitos). No se ha de enseñar un islam codificado (ya acabado) y socialmente inoperante. Se ha de tener cuidado con la enseñanza desviada de sus fines, una enseñanza que no sea una iniciación sino un adoctrinamiento y que no proporcione los instrumentos necesarios para que los alumnos se desarrollen satisfactoriamente. El islam sin libertad de conciencia es imposible, se convierte en un mero ritualismo. Como dice Anne-Marie Pelletier, lingüista y profesora, « lo importante para un alumno y futuro ciudadano no es la recitación de los diez mandamientos, sino percibir el espíritu y el sentido, comprender por qué y en qué contexto se escribieron un día.» Se debe ofrecer un modelo de islam genuino y fiel a sus fuentes, el Corán y el ejemplo de conducta del Profeta, pero acorde con la realidad que vivimos. No significa reinterpretar o modificar el islam sino profundizar en su conocimiento. No hay nada en las fuentes que contradiga los postulados que defienden los sistemas democráticos, los postulados acordes con los derechos humanos y que defiendan la igualdad de género. Democracia e islam, modernidad e islam no son incompatibles ni mucho menos. La religión no es un hecho desfasado y anacrónico. Y en el islam existe la consulta y se rechaza la tiranía. Para aquellos que dudan de la conveniencia de los contenidos de la asignatura en el ámbito escolar, no se puede negar la «mala prensa» que tiene en muchas ocasiones algunos aspectos polémicos relacionados con el islam. Pero justamente, el hecho de que se enseñe en la escuela, permitirá luchar contra los estereotipos, contra la «diabolización» mutua, y contribuirá a la normalización y reconocimiento del islam como religión europea y a la normalización y reconocimiento de los musulmanes como ciudadanos europeos de pleno derecho. ¿Quién debe enseñar el islam? Otro problema que se plantea es el de los profesores que impartirán la Enseñanza Religiosa Islámica (ERI). Según el convenio sobre designación y régimen económico de las personas encargadas de la ERI de 1996, el estado subvencionará las clases que tengan diez o más alumnos. Criterios de selección La Comisión Islámica de España será la encargada de designar a los profesores propuestos por las comunidades religiosas. Los criterios de selección han de ser lo más objetivos posibles. En primer lugar, los profesores deben cumplir con los requisitos mínimos exigidos por parte de la administración para enseñar en la escuela. Han de tener un título de maestros o universitario validado por el Estado Español, y haber cursado el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP), valorándose sus aptitudes y titulación, pero sobre todo que respeten y que tengan en cuenta los objetivos ya comentados como motor de trabajo. Se han de escoger a los profesores más cualificados para llevar a cabo un trabajo positivo y provechoso tanto para los alumnos como para los profesores. El objetivo es educar a los niños y niñas en el respeto y la aceptación de diferentes formas de vivir la espiritualidad en una sociedad abierta. Por eso es imprescindible la plena integración de los profesores en el sistema educativo. Además, por otros motivos: por un lado, para no dar la imagen de que los profesores de religión islámica no están preparados y que no tienen ninguna formación (se fomentarían los prejuicios islam=inmigrante=ignorante), y porque se les ha de ofrecer una enseñanza de calidad, ya que no son ciudadanos de segunda sino que merecen el mismo trato que para las demás asignaturas. No olvidemos que estos profesores tendrán que trabajar en un instituto o colegio, y deberán hacerlo en equipo con los otros profesores de una clase, deberán participar en el claustro, saber lo que hacen los otros profesores. Una forma de trabajar muy interesante y que le permite tanto al alumno como al profesor aprender y enseñar de manera diferente es el trabajo interdisciplinar. Se aprende a trabajar con profesores de otras asignaturas de manera complementaria. Los alumnos aprenden que el saber no está compartimentado y que la realidad es compleja, complementaria, diversa. Por poner un ejemplo, se puede trabajar un tema desde un punto de vista histórico, literario y religioso con los profesores de cada asignatura. Así pues, los profesores se han de preparar para integrarse en el sistema de educación vigente. El punto de partida es enseñar la « religión islámica », porque es un derecho no sólo para los musulmanes, sino como intercambio e interés por las diferentes creencias del estado, ya sean mayoritarias o minoritarias. Formación y preparación La cuestión de la formación es fundamental ya que el éxito o el fracaso de este proyecto recaerá en buena medida en la calidad de la enseñanza que impartan los profesores, y que han de estar calificados para ejercer sus funciones de la mejor manera posible: deben conocer los contenidos y saber cómo transmitirlos de manera adecuada. El profesor tiene un deber de conocimiento y un deber de espíritu crítico. Ya que la asignatura no será evaluable, se ha de presentar de forma amena y participativa, por lo que será necesaria una formación o experiencia que se adapte a esta exigencia. Además, los profesores deberán conocer el castellano y en la medida de lo posible las lenguas autonómicas. El conocimiento del sistema educativo español es básico para el buen desarrollo de las funciones docentes. Esto plantea las siguientes preguntas: ¿quién ha de formar a los formadores?¿Se debería crear una institución que lo hiciera? ¿Por qué el estado no debería pagar a estos formadores? A pesar de la buena voluntad y la responsabilidad profesional de la gran mayoría de los profesores, se debería establecer claramente una formación general sobre la didáctica de la asignatura, porque una cosa es saber sobre islam y otra saber trasmitir este conocimiento. Eso no se improvisa, es necesario formarse. También puede pasar lo contrario, el hecho de ser profesor o maestro (experiencia, aptitud en la gestión y motivación de la clase, etc.) no significa que se esté preparado sobre los contenidos que se han de transmitir. A continuación presentamos algunas propuestas sobre la formación de profesores de ERI: En el CAP debería proponerse un módulo dedicado a la enseñanza de la religión islámica. Organización de seminarios desde el Departamento de « Ensenyament » de la Generalitat o del MEC para el resto de España (formación continua llevada a cabo por las facultades de Ciencias de la Educación). En las carreras de magisterio, debería haber optativas de religión islámica o de cultura religiosa. La UNED está organizando un curso de "Experto Profesional en Cultura, Civilización y Religión Islámica" en colaboración con la Comisión Islámica de España para el próximo curso. Se plantea la necesidad de crear un Instituto de Ciencias de las Religiones para la enseñanza de la cultura de las religiones, que no sólo formaría a los profesores, elaboraría los materiales pedagógicos y revisaría cómo son tratadas las diferentes religiones en los manuales existentes, sino que también formaría a todo el personal relacionado con la educación y la dirección de colegios e institutos. Es necesario establecer unos programas, unos contenidos y unos procedimientos consensuados de la asignatura por diferentes motivos: por un lado, porque todos los niños que quieran estudiar esta asignatura puedan aprender más o menos lo mismo, para no crear desniveles o exigencias demasiado elevadas para un nivel, o al contrario, demasiado infantiles o superficiales para otros. Por otro lado, el profesor necesita trabajar con un marco, no para que lo condicione y lo limite, sino para orientarlo sobre las prioridades de lo que debe enseñar y en qué nivel es más adecuado enseñar un tema u otro, en relación a los objetivos de cada etapa. Motivación del profesorado Al margen de algunos profesores implicados y con una vocación sincera y desinteresada, el problema es cómo se pueden encontrar a profesores cualificados si no se respetan los derechos de los trabajadores. Aquí nos remitimos a la situación de los profesores de religión católica. Ya hace muchos años que reivindican un estatuto que les reconozca por el trabajo que hacen. Cuando la Iglesia Católica lo decide puede despedir a un profesor y éste no tiene derecho a nada. Los contratos que se hacen son « temporales » de septiembre a junio, no tienen derecho a las vacaciones ni a indemnizaciones. Además de denunciar esta situación injusta e inadmisible, pensamos que es fundamental ofrecer a los profesores de religión islámica una estabilidad laboral. Puesto que de otra manera, se dificulta la captación de profesores cualificados. Además, parece ser que se propone que los profesores de religión islámica estén en diferentes centros a la vez argumentado que si se dan pocas horas de clase lectiva las han de completar de otra manera. Evidentemente así se evitaría contratar a « demasiados » profesores y los gastos se reducen. Pero eso supone un trabajo muy complicado con una enorme pérdida de tiempo cambiando constamente de centro. Se deberían encontrar soluciones antes, porque una vez que se hacen mal las cosas, después es más difícil cambiarlas. Los profesores de religión islámica pueden llevar a cabo tareas importantes y necesarias dentro del marco escolar para completar esas horas, como la mediación y prevención de conflictos. También se podría estudiar su participación en las aulas de acogida. Conclusión La introducción de la enseñanza del islam en la escuela, ya sea confesional o no confesional es importante no sólo para los musulmanes sino para todos los alumnos que deseen profundizar el conocimiento de sí mismos y del «otro». Ahora bien, la tarea no es fácil. A la escuela se le exige mucho: debe integrar, compensar, educar, solucionar todos los males de la sociedad… Para que esta enseñanza religiosa sea lo más positiva para todos es necesaria la participación de toda la comunidad educativa y el conjunto del islam español. El estado no debe mostrarse indiferente u hostil frente al hecho religioso, pero tampoco ha de mantener una actitud que se identifique con una religión concreta porque eso sería una forma de confesionalidad. El estado debe proteger el pluralismo. Hemos de tener en cuenta que el modelo laico francés en el que no se imparte religión es la excepción europea. En la mayoría de países europeos la asignatura está presente ya sea de manera obligatoria o de libre elección. España y Cataluña no deberían caer en ese «fundamentalismo» laico y tendrían que asegurar el respeto de las leyes españolas, el respeto de todos los ciudadanos y el respeto de un contexto histórico y religioso diferentes del país vecino. La ignorancia provoca el miedo y las reacciones de rechazo. Si luchamos contra la ignorancia del « otro » y de sus valores, podremos llegar a un progreso en cuanto a los conocimientos y a un mayor respeto mutuo. Como decía Eduard Said acerca del choque de civilizaciones de Huntington, en realidad se trata del «choque de ignorancias». La misión de la escuela es que no seamos ignorantes.