Piotr Beczala Foto: Angela Weiss / Getty Images Piotr Beczala en Santa Mónica L a noche del sábado 28 de abril, el tenor polaco Piotr Bezcala cantó el primer recital de su deslumbrante carrera en Broad Stages, Santa Monica (California). Se trata de una sala relativamente nueva, de excelente acústica, cómodos asientos y buena iluminación. Lo mejor de todo: está equipada con un sistema de supertitulaje, de modo que pudimos contar con tradución simultánea de cada una de las piezas que cantó. Acompañado por el conocido pianista Brian Zeger, Bezcala abrió con una enardecedora rendición de ‘Di tu se fede’ de Un ballo in maschera de Verdi. Su voz había entrado ya en calor e hizo de su interpretación mucho más que un aperitivo. Bezcala posee un dominio fenomenal de su enorme voz y cantó con hermoso timbre en cada gradación dinámica posible. Continuando con la canción napolitana de Leoncavallo ‘Mattinata’ y el aria ‘Dei miei bollenti spiriti’ de La traviata, demostró más de su capacidad con música italiana idiomática. Sensatamente no cantó la cabaletta de la última aria mencionada, pero son realmente pocos los cantantes que abrirían un recital con tan ambicioso programa. El tenor necesitaba ciertamente de un respiro después de este primer grupo, respiro que obtuvo mientras Zeger interpretó la Romanze aus Auschwung de Schumann para regresar con una apasionada rendición de ‘Adelaide’ de Beethoven y emotivas interpretaciones de siete lieder del Dichterliebe, también de Schumann. El último grupo antes del intermedio se compuso de célebres lieder de Richard Strauss: Zueignung, Das Rosenband e Ich liebe dich, en las cuales lució su opulenta gama cromática. julio-agosto 2012 Después de un intermedio de apenas quince minutos, regresamos a nuestros asientos para escuchar música eslava fabulosa que ojalá se escuchara más seguido. Escuchamos el arioso de Lenski de Eugene Onegin de Chaikovski en la Ópera de Los Angeles recientemente, pero escuchar a Bezcala cantarlo con su voz policroma fue un placer. Quizá cante el rol en algún momento de su carrera. La “Canción del comerciante indio” de la ópera Sadko de Rimsky-Korsakov y el aria de Jontek de la ópera Halka de Moniuszko fueron raras intervenciones que serán apreciadas y recordadas por mucho tiempo. Mientras el tenor tomó un corto descanso, Zeger deleitó al auditorio con tres mazurkas de Chopin. Luego regresó a hacer cuatro fascinantes canciones de un compositor polaco cuya música merece ser mucho más conocida que dieron cuenta de su distintivo talento. La corta vida de Mieczyslaw Karlowicz comenzó en 1876 y terminó trágicamente 33 años después en una avalancha en los montes Tatra. El aria de cajón ‘Ah! Leve toi, soleil!’ de Roméo et Juliette de Gounod y un recordatorio sobre la importancia de vivir la vida al máximo, ‘Frende, das Leben ist lebenswert’ de la opereta Giuditta de Lehàr hicieron el final del recital; pero semejante desempeño musical dejó al público con ganas de más y, luego de numerosos finales falsos, fuimos recompensados con una divertida versión de ‘O sole mio’ de DiCapua y una sólida rendición de ‘La danza’ de Rossini. Si el tenor ya estaba cansado, nadie lo notó: cantó la última pieza con la misma voz fresca con que abrió el recital. o por Maria Nockin pro ópera