Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996. Técnicas góticas y renacentistas en el trazado y la talla de las bóvedas de crucería españolas del siglo XVI Enrique Rabasa Díaz El término estereotomía es un neologismo relativamente moderno, que designa lo que antes se conoció como Cortes de piedra o de Cantería, o Trazas de Montea, es decir, el arte de encontrar la partición más adecuada del aparejo, de dar forma a las piezas de piedra que después deben coincidir en la construcción. El uso de la palabra estereotomía es además la culminación de un proceso dirigido a presentar esta disciplina como una ciencia racional. Pero más que un conjunto articulado de conocimientos, por mucho tiempo había sido sólo una colección de estrategias de geometría práctica. Empezará a adquirir un carácter de discipJina sistemática desde el siglo XVI, cuando nace una tratadística sobre el tema que se desarrollará hasta comienzos del XX. La construcción medieval en piedra también requería, naturalmente, la organización de un despiece y la ejecución de la talla de sus elementos, aunque los procedimientos se transmitan por tradición oral. En la construcción gótica estos trazados y cortes aparecen integrados en la idea formal general, y participan en su característica búsqueda de la eficacia. Es decir, la bóveda gótica presenta una organización constructiva del despiezo que es inseparable de la estructura nervada que va a ser la apariencia final, y ambas, despiezo y forma general, son necesarias para la consecución de un resultado que es a la vez geométricamente elástico y mecánicamente eficaz. El nuevo estilo renacentista ofrece respecto al gótico, no sólo importantes diferencias estilísticas y de estrategia mecánica, sino también una concepción distinta de la cantería. Los casos descritos en los tratados y manua- les (arcos, bóvedas, etc.), aunque pertenecientes generalmente al repertorio clásico, serán muy variados, y la disciplina se presentará a sí misma como capaz de resolver los problemas de la construcción en piedra cualquiera que sea la forma a alcanzar. Es decir, se ocupará de encontrar una partición para hacer posible la ejecución en piedra de la forma ideal concebida previamente, y no tanto ya dc la participación de este factor en el diseño de la estructura formal general. La España de la segunda mitad del siglo XVI es un campo donde se encuentran estas dos concepciones, y en cuanto implican procedimientos radicalmente distintos pero coincidentes en el tiempo -y que además llegan a conciJiarse en algunos casos para dar lugar a una cierta continuidad-, la situación es especialmente atractiva. El objeto de esta comunicación es añadir datos sobre la traza de cantería tardogótica, que confirman para el caso español lo que en términos generales explicaron en su momento Viollet-Ie-Duc o Robert WiIlis, y también sobre la manera renacentista de abordar la talla de las dovelas de una bóveda esférica, llamando la atención sobre algunos fragmentos de escritos del s.xVI que tratan explícitamente la diferencia entre los dos procedimientos. LA TALLA DE LOS ELEMENTOS EN LA BÓVEDA GÓTICA La plementería es por definición un relleno informal, y la nervadura es un conjunto de arcos descompuestos en dovelas sencillas, que sólo ofrecen difi- 424 E. Rabasa cultades en sus interferencias: en su convergencia sobre el pilar y en los cruces. La zona en la cual los nervios se reúnen y convergen, interseccionándose, sobre el pilar, se denomina enjarje, <<jarjas» o «jarjamentü».' Desde el punto de vista del despiece es una prolongación del pilar, ya que las juntas son horizontales, y entre estas juntas los nervios, más o menos maclados, forman todos parte de un mismo sillar. En la interpenetración algunas molduraciones van desapareciendo en el interior de otras. A veces la reunión de los nervios es tan ordenada que el capitel puede ser suprimido para mostrar la continuidad entre el pilar y el jarjamento, como ocurre en la catedral de Plasencia. O bien no hay correspondencia y las molduras del pilar siguen elevándose por encima del capitel para desaparecer sumergidas en eJ fascículo de nervios del enjarje, como se puede ver en la catedral de Salamanca.2 En ocasiones cada nervio de la bóveda baja hasta el pilar siguiendo su camino espacial sin evitar la complicación del resultado, y Jlegando a reaparecer después de su intersección con otro; esto es muy común en el tardogótico alemán. Pues bien, no es necesario que dibujo alguno anticipe el resultado de tales intersecciones para acometer la talla. El procedimiento es bien conocido. Fue el inglés Robert Willis quien lo explicó en 1842, a par- tir de observaciones arqueológicas. J Según la des- cripción de Willis, para obtener cada uno de los sillares, sobre el bloque desbastado se labran las superficies de los lechos superior e inferior, y en cada una de ellas se dibuja el contorno correspondiente a esa sección horizontal, y se completa la labra de las superficies exteriores vi stas, es decir, las molduras, enlazando los dos contornos.4 (figura 1) Lo interesante es que de esta manera tales contornos, por complicados que sean, se encuentran con toda facilidad y se trazan directamente sobre la piedra. En cuanto a los datos, las líneas esquemáticas del trazado general de la bóveda son suficientes. Basta con dibujar la planta del haz de nervios, es decir, una serie de rectas convergentes que representan los planos medios, y situar en cada una el perfil de la moldura correspondiente. La envolvente de todas es el contorno requerido. Sólo hace falta conocer la distancia de cada moldura al eje, y este es un dato que se toma inmediatamente de los trazados individuales de cada uno de los arcos. Por este procedimiento, de manera natural, algu- //~ (.' . ~~. I ~~.... I ~~ { . ", ! .~'-..... 1\ ~ '. ~\ \\,I\ / i ,! I ""..V J f / Figura 1 Diseño y labra de las piezas del enjarje nas formas de las molduras van desapareciendo en el interior de otras. Pero esto sólo se sabe al ejecutar la pieza. En muchos casos no habría una pre-visión real -en todos los sentidos, es decir, ni planificación ni dibujode los detaJles de la forma resultante. También sería posible imaginar que estos enjarjes se realizaran asentando los sillares con la superficie exterior desbastada y labrando in situ los nervios. Pero este no es el caso. Nos convencería de eJlo el haJlazgo, en una intervención, de las huellas del trazado del perímetro -como las que encontró Willis-. Pero aún más convincente es el ejemplo de la capiJla deJ Condestable de la catedral de Burgos, donde podemos ver un hueco entre los arranques de dos nervios, por el que cabe la mano, y que permite descubrir así, al tacto -si uno tiene la fortuna de alcanzar ese lugar mediante un andamio-, que las molduras también están talladas en ese interior, aun siendo inaccesible y oculto, con toda perfección (figura 2). Sobrepasada esta zona, y ya en su recorrido normal, los cruces de nervios suelen estar ocupados por claves o torteras. Los nervios siempre se mantienen con la molduración vertical (incluso si el nervio es de los que aparecen curvados en planta, también dirige su molduración hacia abajo, verticalmente).5 De manera que al reunirse o cruzarse sus planos de simetría se cortan según un eje vertical. El cuerpo redondo de la clave se sitúa en el lugar más cómodo para su función conectora, aproximadamente sobre el eje del cruce de los nervios. Las claves son pues, cilindros, Técnicas góticas y renacentistas Figura 2 Arranque de los nervios en la capilla del Condestable catedral de Burgos 425 en las bóvedas de crucería 2 de la habitualmente verticales, con o sin molduras, sobre los que acometen nervios con diversas inclinaciones.6 La ejecución precisa exige la correcta disposición de las acometidas, que acaban en un lecho para enlazar con las dove]as normales del nervio. Aunque la forma final pueda parecer complicada, su talla no exige del dibujo previo más que la planta esquemática y un par de ángulos. El proceso sería como indica la figura 3. Sobre el bloque de piedra se talla en primer lugar un plano que será la superficie horizontal superior de la pieza, y en ese plano se trazan las líneas necesarias para guiar la talla (como lo que Willis llamó supetficie de operación).? A continuación se tallan las superficies laterales inclinadas que corresponden a lo que serán los lechos o cortes de las acometidas. Como muestra la figura, una saltarregla serviría para tallar estos planos de manera que formen ángulos determinados con respecto a la superficie superior, ángulos que hemos 3 Figura 3 Proceso de talla de una clave gótica llamado ex y ~. Hecho esto, se sitúan sobre tales planos las plantillas con el contorno de los nervios. Y ya hay referencias suficientes para completar la pieza 426 E. Rabasa labrando hacia abajo el cilindro y continuando las molduras de las acometidas hasta que 10 encuentran. La superficie superior se labra pues sólo como referencia, y finalmente quedará oculta en la pmte superior, en el extradós de la bóveda.' Algunas claves de la catedral de Segovia aparecen en el trasdós, y se puede observar en ellas la convergencia sobre el eje de las trazas de los planos medios, y también dos líneas a cada lado de estas trazas, las interiores coincidentes con caja o espiga que traspasa la plementería, y las exterIores probablemente a plomo con el borde del nervi09 (figura 4). En las que están perforadas (como Rodrigo Gil recomienda en su descripción)") el agujero no aparece por arriba exactamente centrado, lo que no es de extrañar si, como es lógico, se comienza a taladrar desde el intradós. Figura 4 Trazas sobre el trasdós de una de las claves de la catedral de Segovia La clave central de la mencionada capilla del Condestable en Burgos es una pieza de gran tamaño y de simetría estrellada, que presenta en su parte inferior un amplio disco plano donde han permanecido las trazas que guiaron su talla (figura 5). Esto supone una excepción: en este caso la superficie de operación fue una superficie aparente del intradós, porque podía quedar como referencia hasta el final (habitualmente está oculta por la tortera de madera). Disponemos de dos dibujos españoles que parecen ser esquemas como los utilizados en las manteas. ~ Figura 5 Trazas bajo la tortera de la clave central de la capilla del Condestable de la catedral de Burgos Ambos muestran también un corte horizontal en la parte superior de las claves, que confirma este procedimiento. Uno de ellos está en el manuscrito de Hernán Ruiz, quizá anterior a 1560, que se conserva en la Escuela de Arquitectura de Madrid.' I En este cuaderno encontramos algunos dibujos que representan trazas de cantería, con el delineado hábil y cuidadoso que caracteriza al resto del tratado, pero sin explicación alguna; aunque no es necesaria, porque los modelos son reconocibles. Estos trazados, como en Vandelvira y en general la tradición clásica de la Traza, buscan las longitudes y ángulos de las líneas de los sillares o las formas de las plantillas de sus caras. Pero junto a estas completas trazas renacentistas, hay también una montea que sólo atiende al esquema de las líneas generales, y representa una bóveda de crucería gótica (figura 6), con la planta y con los patrones de la verdadera magnitud o -podríamos llamadolas elevaciones de cada uno de los arcos, de los que se representa sólo una línea directriz. (Es decir, no es un alzado o proyección, sino un conjunto desarticulado de formas reales). A pesar de lo abstracto y escueto del esquema no deja de señalarse lo que parece ser el volumen de las claves, con aquel corte horizontal superior, que, como veremos, es necesario representar efectivamente para obtener los ángulos ex y ~ que habíamos empleado. El otro dibujo que mencionábamos representa las bóvedas nervadas de la cabecera de la iglesia parroquial de Priego en Cuenca, y en este caso se realizó 427 Técnicas góticas y renacen ti stas en las bóvedas de crucería Figura 6 Hernán Ruiz. Trazado de una bóveda de crucería como levantamiento j Figura 7 Francisco de Luna. Trazas para la tasación de la iglesia parroquia! de Priegü (Cuenca) posterior, para la tasación de la obra, 12 pero ofrece también el croquis de los patrones de los arcos y el mismo corte en las claves (figura 7). TRAZADO GENERAL SEGÚN EL MANi JSCRITO DE HERNÁN RUIZ En el tratado de Vandelvira hay una bóveda de crucería gótica. También en el manuscrito de Alonso de Guardia.13 Aunque ambas construidas a la manera renacentista, que más adelante comentaremos. Y probablemente la encontraríamos en el de Ginés Martínez de Aranda, si nos hubiera llegado completo. Aparece también en el de De I'Orme, y en autores del XViI y el XVIIII,14 ya entonces bajo la justiflca- ción de la restauración de las bóvedas góticas originales; y naturalmente reaparecerá en las explicaciones históricas de la teoría del XIX. A pesar de esta larga preocupación por dar, al menos, noticia de la bóveda gótica. el trazado de Hernán Ruiz y la descripción de Rodrigo Gil son de excepcional interés, porque responden más estrechamente a lo que conocemos de la construcción medieval. La crucería que dibuja Hernán Ruiz,15 sobre planta cuadrada y con terceletes, contiene sólo los elementos básicos de este tipo de bóveda. Los arcos de las cuatro embocaduras son apuntados. Pero el dibujo presenta una tentativa, borrada, de utilización de arcos de medio puntO.16 428 E. Rabasa La bóveda tiene una clave central y cuatro secunestá cruzada por los nervios diagonales u ojivos (semicirculares, como es habitual), con las ligaduras que unen las claves secundarias, y los terceletes que bajan desde estas claves hasta los apoyos. Todos estos arcos están en la planta, y junto a la planta se dibujan sus curvas reales, a modo de patrones de los nervios, en un esquema que relaciona las alturas de unos y otros (figura 8). darias, y ~B ~~/.~c ' (/ ~y/~/=;r] / \~ / .// . 1 \~)k"~' I ¡'~ l/e . I~/)"\ i '~'-~~~~ . '-' , . ( ~\ l i I . 1 I . Fi gura 8 Reconstrucción del tralado de Hcrnán Ruiz para una hóveda de crucería El extremo del tercelete debe llegar a la altura ade- cuada para enlazar con la ligadura; y ese nudo, unión de dos terceletes y una ligadura, está ocupado por una de las claves secundarias. Mientras la clave central, por su simetría, no ofrecerá dificultad para acometer su talla, estas claves secundarias son un punto interesante del dibujo. En efecto, aparecen como círculos en la planta, pero también hay una representación en las eJevaciones de los nervios que se corresponde con ellas, y que no es propiamente lo que entenderíamos por una proyección vertical. sino sólo la expresión de los dos ángulos ex y p, fundamentales para esta pieza, que habíamos utilizado al explicar el proceso de su talla. Veamos el proceso de construcción del dibujo. Lo que se representa de los arcos en la elevación es el perfil de su intradós, y por eso el radio del ojiva no es la semi diagonal, sino algo menor: es el arco señalado AB. Y el AC es el arco de embocadura (formero o perpiaño), que se traza ligeramente apuntado. Todos los nervios que salen de A lo hacen verticalmente; si conocemos además el punto final, queda geométricamente determinado el centro y el radio; así podría haber sido construido el AC. Pero esta operación se ha hecho en todos los casos por tanteos, a juzgar por la gran cantidad de orificios que muestra el papel17 El arco BD es el arco teórico que enlazaría la clave central B con la del arco de embocadura C. Para ello se ha trasladado C horizontalmente hasta D, que es el lugar adecuado para que BD presente un recorrido horizontal como el que se mide en la planta. De este arco BD sólo el tramo BE corresponde efectivamente a la ligadura que une la clave central con la secundaria, y determinamos este tramo utilizando de nuevo la longitud de la planta. Así que la clave secundaria queda a la altura de E. El trazado del tercelete se muestra en la figura de la derecha: la altura de E se traslada horizontalmente hasta F de manera que la proyección horizontal de AF sea la del tercelete, que otra vez tomamos de la planta, y así se traza este tercelete AF. En este dibujo el radio OB del nervio de ligadura BD es, con los errores de precisión normales en el resto de las medidas, justamente igual a la longitud de la diagonal de la planta, es decir, el doble del radio del crucero. El papel presenta incluso la incisión de un trazo seco de compás (m) para situar ese punto. Así que podemos suponer que no es una casualidad y que, en lugar de trazar el arco BD a partir de la cota de C ya establecida, se habría determinado primero la curva de la ligadura BD con ese radio OB y después se habría dibujado el arco de embocadura AC de manera que llegara a la altura de D. Sigamos, en cualquier caso. Vemos la representaciÓn de la clave secundaria en E (a la derecha). Por el punto E pasa la línea que corresponde al nervio de ligadura, pero además, desde E y hacia la izquierda sale otro arco ES que es una traslación paralela del tercelete FA. Este tercelete FA tenía su centro en un punto H, y el arco ES lo tiene en G (HG = FE). La especie de clave que se sitúa en E tiene un límite superior horizontal, como ya hemos mencionado; tiene un límite a la derecha que parece dirigirse hacia el centro de la ligadura, el punto O; y Técnicas góticas y rcnacentistas tiene un límite a la izquierda que se dirige hacia G, centro del arco de tercelete trasladado. Es difícil asegurar que segmentos tan cortos se dirigcn precisamente hacia esos puntos alejados, pero si suponemos que es así (y nada parece contradecirlo), arriba aparecen ]os dos ángulos a y ~ que eran necesarios para la taHa. Y en consecuencia lo que hemos llamado representación de la clave es una especie desarrollo de su sección quebrada. Este dibujo esquemático de bóveda de crucería, que uti]iza la p]anta y las elevaciones de los arcos independientes pero relacionando sus alturas, es en cierto modo semejante a otros que se conservan del tardogótico europeo.'x No es una representación visual ni un sistema de proyecciones, ni está aún en el camino que llevará al sistema diédrico, pero ofrece todo lo necesario para el rep]anteo y ]a talla de los elementos. 429 en las bóvedas dc crucena la forma que tuvicren sus plantas por cara, dándoles a los lechos y juntas la tirantez que causare el baivel de la dicha vuelta de cúpula.") y aunque también a]go posterior, el manuscrito de Joseph Gelabert (1653) explica el mismo procedimiento. y especifica que el material de la plantma debe ser flexible para su adaptación a ]a superficie esférica previamente tallada: ..axo son las plantas de la duella advertint que nos podem fcr de post sino que an de ser de carta o de paper dobla o de qualsevc>1 altra cosa soIs que es pua doblegar, el modo de picar las pedras es que sa de picar primer la duella buidadc ab la serca de la e. que en el dibujo indica la cercha con la curvatura de la esfera] apres seha de posar la sua planta y ajupirla dins lo clot y señar a tata la radar de ella dcspres tant anel lIit devall com anelllit demunt com anels caps sa de fer ab la serca de la m. Ique en el dibujo es el baivel] qui es del matex punt de aquella de la e. y ab exa urde san de picar totas las pedras..." r MANERA RENACENTISTA DE TALLAR LOS ELEMENTOS DE UNA BÓVEDA DE CRUCERÍA Como José Carlos Pa]acios ha explicado, los tratados clasificarán con insistencia los métodos de talla de las piezas en dos estrategias. 19Una es ]a denominada por rohos o por escuadría, y la otra es la directa. Es probable que en la práctica se combinaran ambas; el procedimiento descrito antes para ]a clavc gótica es de hecho una mezcla: como el de escuadría, emplea ]a proyección horizontal sobre una superficie provisional, y Juego continúa con ]os planos contiguos para rodear la pieza, como el directo. Una dove]a de una bóveda semiesférica, vaída o sobre pechinas, se labraría preferenremente por el método directo. Palacios explicó ya claramente la asimilación de cada hilada a un cono, y su desarrollo, para obtener la plantilJa de intradós cOITespondiente; y también la curiosa adecuación del baivel al encuentro de ]os ]echos y las juntas con el intradós. A esto podemos añadir otros datos sobre la sucesión concreta de las operaciones. V~ndelvira no detalla el procedimiento, limitándose a describir la construcción de la plantilla del intradós, como si su aplicación posterior fuera universalmente conocida. A]onso de Guardia nos arroja luz sobre esto cuando en varios lugares dice: ...para labrar las piezas de la dicha capilla labrarás las ca- ras con la cercha de la vuelta de cúpula, cortándolas con Es decir (figura 9), sobre el bloque en bruto se labraría en primer lugar la superficie cóncava que ha de quedar vista, el intradós, comprobando su esfericidad con una cercha. Después se marcaría sobre eJla el contorno preciso de esta cara, apoyando ]a plantiJla." Finalmente se tallarían lechos y juntas, todos con la ayuda del haivel, que corre por el perímetro marcado y garantiza que estas superficies encuentran ortogonalmente al intradós." Éste es tamhién el procedimiento que explicará Derand (1643), la labra de la concavidad para sobre eJla marcar el perímetro, y el uso posterior del baivel para juntas y lechos. Derand añade que la concavidad se labra empezando por una tirada de diagona]es con la curvatura de la esfera, para eliminar después la piedra sobrante mientras se comprueba apoyando la misma cercha. como aparece en nuestra figura.24 Estas y otras cuestiones quedan sin detaJlar en los textos del siglo XVI, porque se suponen conocidas, y porque se propone un acercamiento a la forma poco riguroso y que no distingue sutilezas. Pero todo esto se refiere a la manera de tallar dovelas de hóvedas de sillería renacentistas. Vandelvira y Alonso de Guardia presentan también bóvedas de crucería; ambas son perfectamente esféricas, y en consecuencia sus arcos formeros y perpiaños son de medio punto. La talla del enjarje sería semejante a la descrita más arriba, pero ]a talla de los eruees de nervios se aborda en estos dos casos siguiendo el proce- 430 E. Rabasa ~r . '-;:;"'1#/'. ~.~:..:"kJ~' 7 . "' '" r . . ~ ' ' ',,' '''':''~'i~~'ii. . ... . . . . . . '. .' ,;r~1!=i¡:;"'<;'..g;'. ;.,,¿r.:;~ i ,1 j .. ,, .5U.'A.ri" 'J~'''' '' ¿o l'. P' '/ '~~1 ... //,f~il4", L~ i7'd,,;¡¡;~.q (."..., -¿;..~ . J, JJl .~ f C¡-_::~ ~~T~; ,. " ~ . ~ . ./ 1 ,,¡.t&.~.h. ",3,.J--:<-Lj:<:"-~f"-f~¿¡:f;;" f~/4nn;~ ~~ T~t.~4"'~~ (~>'h<:;¿'..J,' -r3[~/'<'4"-If" . j ~ '(1 ffñ;.:4I<s /' ) ~-.f77I<"N'J -R./.;";y~,.¡,~~~ ¡;!J..e"'i~'\. -f);b-L/ , L'~ ~.C< V t . 4" //¿:¡:1oj",,4<J1.~(\j-""{l\. ",-:../ ~'~?lf { "". Figura 10 Alonso de Guardia. Bóveda de crucería Figura 9 Proceso de talla de una dovela de bóveda esférica dimiento explicado para la dovcla esférica. Por eso se obligan a trazar la plantilla de la cara de intradós, que un cantero gótico no habría necesitado. De hecho además Alonso de Guardia llega al extremo de emplear el mismo método para tallar las dovelas de los arcos formero y tercelete, lo que es verdaderamente sorprendente (figura 10).25 Los nervios que dibuja son revirado.I', es decir, su sección recta ha sufrido una deformación afín para mantener la verticalidad y adaptarse a la vez a la inclinación de la zona de la bóveda en la que están insertos. La alternativa (puco ortodoxa en una bóveda de apariencia gótica) sería la disposición en cuadrado, como De Guardia y Yandelvira coinciden en llamar, es decir, el nervio que surge ortogonalmente de la superficie esférica de la bóveda, Para obtener nervios o las molduras en cuadrado sería natural emplear el método que hemos explicado para las dovelas de bóvedas esféricas, porque en realidad se trata de dovelas alargadas o, en el caso de los cruces, con forma de estrella. Pero si cl nervio es revirado, o simplemente vertical, el procedimiento tradicional no ofrece ninguna dificultad. empleando sólo la curvatura del nervio y la plantilla de la sección. Es más, la gran ventaja del uso del baivel para la dovela, la posibilidad de utilizado para todas las superficies que la rodean (<<por todos los cabos», como dice Yandelvira) desaparece entonces, ya que sólo sirve para las juntas. Sin embargo Alonso de Guardia se obliga a encontrar gráfi- Técnicas góticas y renacentistas camente las plantillas de las estrechas caras de intradós, para seguir el método renacentista. Por último llamaremos la atención sobre una breve mención que se puede encontrar en el libro de Vandel vira, acerca la diferencia entre la estrategia gótica y la planificación renacentista, en un capítulo de poco interés y difícilmente colocado. En efecto, casi al final de la obra, Vandelvira presenta otra bóveda de crucería sobre planta romboidal. 26 Al tratar el cruce de nervios dice: En lo que toca al trazar de las crucetas se ha de notar que toda capilla que fuere en vuelta de horno, sc han de trazar sus crucetas por la dovela, mas siendo moderna u irregular hanse de trazar por las tardosas poniendo en cuadrado las crucetas ~l ancho en la planta, como parece en la cruceta S., y el ancho y alto en su montea como parece en la H., luego robándole a esta piedra conforme pidieren las cerchas del rempante y terceletes que se vienen a encantar en esta cruceta, teniendo en cuenta en qué altura se hallan los despiezos de la dicha cruceta." donde «tardosas» son trasdoses o extradoscs, y «por la dovela» puede aludir también a la superficie del intradós del bolsor, que era otro significado habitua] para esta palabra. H y S son escuadría contenedoras que efectivamente muestra la figura. Es decir, mientras que en la bóveda renacentista el cruce de nervios deriva de una dovela normal o sigue el mismo procedimiento a partir del intradós, en la gótica (<<moderna») se traza sobre un trasdós horizontal. y sus acometidas se tallan tomando los datos de las elevaciones, de acuerdo con el procedimiento antes descrito. CONCLUSIÓN Durante la segunda mitad del siglo XVI se pasa lentamente de las bóvedas de crucería gótica a algo que puede tener una apariencia semejante, pero que ya es una bóveda vaída y de sillería renacentista. El cambio transforma los arcos apuntados en arcos de medio punto, redondea la sección, convierte la plementería en un aparejo de piezas grandes y correctamente labradas, ortogonaJiza la decoración, etc. Aunque un cruce de nervios tenga en ambos casos más o menos la misma forma, en cuanto a la traza y taBa la diferencia es radical, desde lo más anecdótico (el método gótico comienza por arriba y el renacen- en las bóvedas de crucería 431 tista por el intradós), hasta lo más relevante (el método gótico no emplea más que la planta y algún dato senci 110,y se puede seguir corno una receta, mientras que el renacentista exige la concepción espacial de las piezas y un trabajo gráfico previo para la obtención de la p]antilla). Corno consecuencia los nuevos procedimientos, que suponcn enfrcntarse sin miedo a complejidades formales distintas en cada caso, darán lugar al desarrollo de un sistema gráfico para la resolución de problemas, y una anticipación visual de los resultados y la forma y posición de los elementos en todo su detalle, que terminará por generar lo que conocemos corno sistema diédrico y geometría descriptiva. Por otra parte a partir de esa decisión de abordar la resolución de los problemas que la concepción de un espacio a priori plantea, se hará posible la separación entre forma y construcción -forma y despiezo en este caso-, y la separación de la decoración, antes unida a ambas. Como Palacios2S ha señalado, la obtención de las plantillas de intradós equivale al desarrollo comp]eto dc las superficies aparentes y permite 1Ievar sobre ellas labras decorativas independientcs del despiezo. Aún en el siglo XVI esta voluntad que no repara en esfuerzos para concebir la forma y prever por el dibujo, cs algo torpc. No siempre emplea con soJtura proyecciones distintas de la planta, y con frecuencia prefierc el uso dc vistas frontales de los elementos planos, corno cn el trazado medieval. Pero lo que hemos visto cn la crucería del manuscrito de Alonso de Guardia anticipa algo que será característico de la complejidad de 1a discipJina estereotómica de los siglos XVITT y XIX: un esfuerzo geométrico que con frecuencia resulta excesivo, porque ha perdido contacto con la tradici6n. NOTAS 1. La expresión francesa tas de charl?e designa esto mismo, aunque en su sentido más general se refiere a los aparejos que avanzan manteniendo las hiladas de cortes horizontales. 2. Fernando Chueca. La Catedral nueva de Salamanca, Salamanca, Universidad, 1951, p.121. Se producen incluso cruces simétricos y premeditados en esta zona. Ocurre también en encuentros de ventanas geminadas de molduraciÓn gótica. 3. R.WilJis, «On the construction of the vaults of the E. Rabasa 432 Middle Ages», en Transactions 2, 1842, reimpreso en 1910. of the RIBA, voLI, parte 4. El último sillar de las jarjas dispone en la parte superior los lechos de los nervios ya con su inclinación hacia el centro, para recibir las dovelas. Desde el punto de vista geométrico los perfiles a utilizar para las secciones horizontales no debieran ser iguales entre sí ni iguales a la sección recta del nervio, pero la diferencia es pequeña, y habitualmente imperceptible para el observador. R.Willis, op. cit., p.8. 5. Una curiosa excepción es la Cancillería Bohemia dcl Ludwigstrakt en Praga (1505), que retucrce los nervios por rotación de las molduras. Por otra parte, cuando los arquitectos neogóticos disponen nervaduras sobrc superficies perfectamente esféricas y se empeñan en que la superficie de la bóveda reciba el nervio ortogonalmente, como en su salida del capitel está obligado a formar un haz con los otros nervios, debe girar en su recorrido para enderezarse. 6. El manuscrito de Simón García (Co/l/pendio de arquitectura y simetría de los templos..., 1681, facsímil Valladolid: COA V, 1990) dibuja una clave -que no se corresponde con la plantade eje ortogonal al nervio donde acomete, sin seguir el revirado que en otro lugar propone como alternativa para los nervios. En cualquier caso se trata de una bóveda vaída. Una excepción que confirma la regla de la verticalidad de las torteras 10 constituyen aquellas que surgen como decoración en el camino de un nervio, sin cruce con otro, como en la catedral de Astorga o la Capilla de la Presentación de la catedral de Burgos. 7. Willis observó las bóvedas inglesas. R.Willis, op. cit. Walter C. Leedy, Fan Vaulting: A Studv ot Form, Technology and Meaning, London: Scolar Press, 1980, afirma sin embargo que la «superficie de operación» no aparece en todas las bóvedas de abanico, aunque es frecuente en las ú1timas y en las grandes luces. 8. La referencia de cada lecho a la superficie superior provoca ángulos agudos entre ambas que quedarán finalmente ocultos, pero que en los casos más llamativos pueden ser evitados levantando un plano vertical de enlace, a modo de chaflán, a partir del trasdós de la moldura de lecho. Willis, op.cit., habla de este corte vertical que elude el ángulo y explica que se realiza con objeto de aligerar la pieza. Este es el cami no que parecen proponer algunos dibujos del gótico tardío alemán, cuando muestran las claves encerradas en una especie de escuadría o prisma contenedor. Werner Müller, «Le dessin technique a I'epoque gothique» en Les hattisseus des cathedrales gothiques, Strasbourg, Les Musées de la Ville, 1989,237-254, Y Grundlangen Gothisches Bautechnik, Munich, Dt. Kunstverl, 1990. 9. Agradezco al profesor José Miguel Merino de Cáceres que me llamara la atención sobre la existencia de estas claves aparentes en el trasdós. 10. Manuscrito de Simón García, op.cit. 11. Pedro Navascués, Ellihro de Arquitectura de Hernán Ruiz. El Joven, Madrid, ETSAM, 1974. 12. María Luz Rokiski, «La Cabecera de la Iglesia de Priego (Cuenca): Dibujos y Tasación», en Cuenca, n° 17, 1980,27-34. 13. Alonso de Vandelvira, Lihro de traras de cortes de piedras, 1575-1580 (facsímil en Genevieve Barbe-Coquelin de Liste, Tratado de Arquitectura de Alonso de Vandelvira, Albacete, Caja de Ahorros, 1977) fo1.96v. El ejemplar de Ludovico Dolce, Imprese de diversi principi,..., Venecia, 1560, que conserva la Biblioteca Nacional de Madrid (ER 4196), contiene en el reverso de sus páginas trazas de cantería coleccionadas por un desconocido Alonso de Guardia, que aprovechó esta zona libre (ver Fernando Marías, «Trazas, trazas, trazas: tipos y funciones del dibujo arquitectónico», en Juan de Herrero v su influencia, Santander, Univ. de Cantabria, 1993); la penuria de papel que esto denota y la semejanza con Vandelvira y Martínez de Aranda hacen sospechar que no sería muy posterior. 14. El manuscrito delmal10rquín Joseph Gelabert, De I 'Art de Picopedrer, fechado en 1653 (facsímil en Palma de Mallorca, Diputación, 1977), presenta algunos interesantes capítulos dedicados a la bóveda de crucería. El tratado de Derand (P.Derand, L'Architecture des voútes, París, Sébastien Cramoisy, 1643) dibuja la traza general y explica brevemente en el texto la tal1a del jarjamento. El tratado del P.Thomas Vicente Tosca (Compendio mothemático..., VaJencia, Antonio Bordazar, 1707-15) sigue aquí, como en tantas cuestiones, al del P.ClaudeF. Mil1et-Dechal1es (Cursus sue mundus mathematicus, Tractatus XIV «De lapidum sectione», Lyon, Anissom, 1674), reproduciendo una crucería sobre bóveda vaída, aunque mejora el dibujo, y añade consideraciones sobre el cimborrio de la Catedral de Valencia. El francés Amedeé-Fran~ois Frezier (La théorie et la practique de lu cOllpe des pierres et de hois... ou traité de StéreotonÚe..., Estrasburgo y París, Jombert, 1737-39) también tratará las bóvedas góticas. 15. Hernán Ruiz, Arquitectura, vascués,op.cit.). 46v (facsímil en Pedro Na- 16. El dibujo presenta también un primer ensayo borrado, casi todo él una mera traslación del definitivo: parece haber sido rehecho para que coincidan todos los arcos en su nacimiento con el formero, cuyo arranque es fijo. 17. Y no todos estos orificios se encuentran exactamente a nivel con A. 18. W. Mül1er los l1ama «derivaciones»: utilizan el desarro110de un camino que l1eva desde el nacimiento al punto más alto de la bóveda y va resolviendo las cotas inter- Técnicas góticas y renacentistas medias; y este autor explica su carácter instrumental y alejado de la representación figurativa convencional. W.Mül]er, «Le dessin technique...», op.cit. ] 9. J. C. Palacios, Trazas y cortes de cantería en el Renacimiento español, Madrid, Minist. de CultUra, 1990. 20.0p.cit. nota 13, vuelta de la página con el nÚmero 87. 2]. Joseph Gelabert, op.cit., p.90. 22. Si e] operario busca el contacto pleno de la plantilla con la superficie cóncava, teóricamente encontraría problemas en la adaptación. Pero el tamaño de la pieza suele ser pequeño en relación con la curvatura de la bóveda, de manera se puede pasar por alto el hecho de que la superficie esférica no sea desarrollable. También puede ser que, como en nuestra figura, se adapten sólo los bor- en las bóvedas de crucería 23. 24. 25. 26. 433 des superior e inferior, ]0 que sería geométricamente más correcto. También es posible la talla de estas dovelas por escuadría. Lo advierte De L'Orme, y lo explica detalladamente Derand. aunque todos prefieren e] procedimiento directo. F. Derand, op. cit., parte [V, cap.x. Op.cit. nota 13. Para la determinación en este caso especial de ]a forma de los nervios. Algunos son arcos de elipse, lo que muestra e] alejamiento de la práctica gótica. 27. Alonso de Vandelvira, op.cit., fo1.124r. (sin numerar), y dibujo en l24v. 28. José Carlos Palacios, op.cit.