TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL autodeterminación sexual”130. Pero, detrás de tales proyectos y reformas se encontraba en la base un profundo cambio en la percepción de la sexualidad inherente a los valores de la sociedad post-moderna, la cual inevitablemente incidía en la materia de regulación legislativa131. Así, esas líneas básicas de ese cambio social se constituían en las siguientes premisas: (a) se registra una progresiva ausencia de juicios puramente éticos en la consideración de los sucesos sexuales, con la disminución consiguiente de reacciones emocionales de escándalo; (b) la sexualidad y su ejercicio ha dejado de considerarse bajo planteamientos ascéticos, y se valora ahora positivamente, siendo concebida “como fuente de satisfacción y de autorrealización de la persona, como elemento constitutivo decisivo de su desarrollo corporal y espiritual. Y, ciertamente, no ligada a la institución matrimonial, siendo socialmente reconocido y apreciado su ejercicio fuera de tal institución; (c) consecuencia de los dos factores precedentes es que se registra un aumento de la tolerancia respecto a la conducta sexual ajena, y que sea frecuente aún en las personas de costumbres más estrictas; y (d) asimismo, se debe reconsiderar la imagen que posee la mujer a la luz de las nuevas realidades sociales. En tal sentido, y como se sostuvo en la comisión de debates del parlamento alemán de aquel momento, ella está en condiciones de protegerse por sí sola, con conocimiento de causa, y teniendo una más que suÀciente conciencia de ello132”. Es evidente que tal polémica ha repercutido en el papel que le corresponde al Derecho Penal en la tutela de los ámbitos individuales relacionados con la sexualidad, y particularmente desde un enfoque político-criminal en relación con los principios de mínima intervención –subsidiariedad y fragmentariedad– como los de pro libertate, pluralismo ideológico y tolerancia. A tal efecto, nos recordaba SÁINZ CANTERO que la ley penal debe tener una intervención mínima en la organización de la vida social, lo que supone, de un lado, que sólo debe acudir con sus severos medios de reacción cuando hayan fracasado los medios –menos severos – de que disponen otras ramas del ordenamiento jurídico; y de otro, que únicamente debe proteger los valores más fundamentales para el individuo y la sociedad, valores que singularmente deben merecer la tutela penal frente a los ataques más intolerables. Si estos postulados se aceptan para todos los 130 ROXIN, El desarrollo de la política criminal desde el Proyecto Alternativo, en: A.A.V.V., Política Criminal y Reforma del Derecho Penal, Edit. Temis, Bogotá, Pág. 9 y ss. 131 Como muy bien lo señaló SÁINZ CANTERO, el cambio experimentado por la sociedad (el tan mencionado cambio social) impone una paralela transformación de las normas penales positivas, y esto acontece en dos campos en el ámbito de los derechos políticos y en el de los delitos sexuales. Al efecto, véase su artículo: La reforma del Derecho penal sexual, ADPCP, fascículo II, 1978, Pág. 238. 132 Sobre esta interesante evolución, junto con un minucioso análisis, conviene la lectura de la obra: El Derecho penal ante el Sexo, escrita por el profesor español José Luis DIEZ RIPOLLES, Edit, Bosch, 1981. En particular del capítulo II. 75