HOMILÍA en la Apertura del Año Jubilar Teresiano. Convento Madres Carmelitas Descalzas de Sanlúcar de Barrameda (15 de octubre de 2014) Sr. Párroco, Capellán de este convento, Hermanos Sacerdotes, Religiosos Carmelitas Descalzos, Querida priora y hermanas Carmelitas Descalzas, queridos hermanos todos en el Señor Hoy festividad litúrgica de la Mística Doctora-, inauguramos en este monasterio de las carmelitas Descalzas de Sanlúcar los actos del V centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús, y el Año Santo Jubilar Teresiano, que se celebrará en todas las diócesis de España y en una treintena de países de los cinco continentes. Será el año próximo, el 2015, el año en que se cumpla, el día 25 (otros dicen el 28) de Marzo, los quinientos años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, virgen, monja carmelita, introductora en su Orden de la rama reformada o descalza, fundadora de 17 conventos, reformadora eclesial durante un período de grandes convulsiones, y que por sus excelsos libros y cartas, describiendo sus experiencias espirituales de la oración y de la mística, ha merecido ser la primera mujer en la Historia de la Iglesia que ha recibido el título oficial de Doctora de la Iglesia. Ni que decir tiene que para la Iglesia española, en cuyo seno vivió, trabajó y murió la Madre Teresa de Jesús, es una gracia poder celebrar con fervor este quinto centenario, dando gracias a Dios por su vida y por sus hijas. Y, a su vez, difundiendo el maravilloso ejemplo de su figura y su doctrina, para ayudar a descubrir la vigencia del mensaje y del testimonio de santa Teresa de Jesús para nuestro tiempo, para nosotros y para las personas que están a nuestro alrededor, porque, al igual que Santa Teresa, vivimos un momento de crisis cultural y de renovación eclesial, y esta celebración de su nacimiento es un buen momento para aprender de esta incansable caminante a afrontar los tiempos recios para, como ella, caminar por la senda del amor de Dios. Vale la pena evocar las palabras del santo Papa Juan Pablo II, que refiriéndose a la Santa decía: “Teresa de Jesús es arroyo que lleva a la fuente, es resplandor que conduce a la luz. Y su luz es Cristo, el Maestro de la Sabiduría, el Libro vivo en que aprendió las verdades; es esa luz del cielo, el Espíritu de la Sabiduría, que ella invocaba para que hablase en su nombre y guiase su pluma. Vamos a unir nuestra voz a su canto eterno de las misericordias divinas, para dar gracias a ese Dios que es la misma Sabiduría”. Pues bien permitidme hoy a la luz de Santa Teresa dar algunas pautas que nos ayuden en nuestro camino de fe. Interioridad habitada En cuanto nos acercamos a santa Teresa a través de sus escritos, nos damos cuenta que sigue hablándonos con un mensaje muy claro: su llamada a la interioridad, a la oración. Esto es de total 1 actualidad, porque nuestro mundo nos empuja a vivir de una forma muy superficial. Esto también pasaba, de forma similar, en tiempos de Teresa, y por eso, ella habla de una “interioridad habitada y dice que no estamos huecos por dentro, sino habitados por Dios”. Como hace 500 años, hoy también hace falta que la Doctora Mística nos invite a redescubrir nuestra interioridad en cualquier circunstancia, recordándonos que “Dios también está entre los pucheros”, y por tanto, también entre ordenadores, móviles, o tablets. En definitiva, tenemos que aprender de ella, como nos enseña con su vida, la importancia de la oración, de la intimidad con el Señor, ser amigos fuertes de Dios y repetir cada día con ella «Vuestra soy,/para Vos nací./¿Qué mandáis hacer de mí?» Caminantes evangelizadores También nosotros, al igual que Santa Teresa, estamos llamados a ir caminando por los caminos del mundo anunciando el evangelio. También nosotros, como hizo ella, debemos buscar nuevos métodos y nuevos caminos que nos ayuden a ser discípulos enamorados y misioneros ardorosos de Jesucristo. Es esto lo que nos pide hoy la Iglesia por boca del Santo Padre Francisco que en su exhortación Evangelii Gaudium nos invita a “recuperar la frescura original del Evangelio: Jesús no debe quedar apresado en “esquemas aburridos”. Es esto lo que nos muestra Teresa cuando en el libro de su vida nos cuenta el paso de Dios por su vida y va revelando al lector, poco a poco, el rostro de Dios, la hermosura de Cristo y su forma de actuar: cercana y misericordiosa, como un amigo (¡Qué buen amigo hacéis, Señor!), que es como más le gusta referirse a su Amado. Ella siempre hablará y dará testimonio de un Dios amigo, personal y humano, que le ha cambiado la vida. También nosotros hemos acogido al Señor; también nosotros hemos expresado la alegría de acompañarlo, de saber que nos es cercano, presente en nosotros y en medio de nosotros como un amigo, como un hermano, también como rey, es decir, como faro luminoso de nuestra vida. Y por ello, como nos recuerda el Santo Padre, tenemos que rebosar alegría y No ser nunca hombres, mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. “Nunca se dejen vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; de saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables..., y ¡hay tantos! Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que Él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Llevemos a todos la alegría de la fe”. Porque como decía San Juan Pablo II refiriéndose al nombre de Santa Teresa de Jesús, ser de Jesús es la verdad del hombre, de todo hombre y de toda mujer, la verdad del matrimonio y de la familia. Sin Él, cada uno de los seres humano, no sólo nada podemos hacer, en realidad nada podemos ser. Libre de ataduras Otro de los grandes atractivos de Teresa de Jesús para hoy está en que no se acobarda ante las dificultades, sino que, al vivirlas con una profunda confianza en Dios, se siente verdaderamente libre de ataduras. Sus tiempos, como los nuestros, eran tiempos recios, tiempos difíciles, y tiempos de cambio entre épocas, pero que no intimidaron a nuestra Santa, sino todo lo contrario les dio la fuerza para vivir más intensamente la fe y la entrega radical a Cristo que la llevaba a dar testimonio constante y coherente de su amor en medio de un mundo superficial y en crisis. También nosotros tenemos que aprender de ella y grabar en nuestro corazón el lema del próximo Encuentro Europeo de Jóvenes que se celebrará en Ávila con motivo de este quinto centenario: En tiempos recios, amigos fuertes de Dios y recitar con ella 2 Nada te turbe; nada te espante; todo se pasa; Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta. Por último, me vais a permitir dirigirme a las hermanas haciendo mías las palabras de San Juan Pablo II En su encuentro con las monjas contemplativas, en el monasterio de la Encarnación de Ávila, aquel 1 de noviembre: “Hijas del Carmelo: que seáis imágenes vivas de vuestra Madre Teresa, de su espiritualidad y humanismo. Que seáis de veras como ella fue y quiso llamarse -y como yo deseo se la llameTeresa de Jesús. El mundo necesita, más de lo que a veces se cree, vuestra presencia y vuestro testimonio. Es necesario, por ello, mostrar con eficacia los valores auténticos y absolutos del Evangelio a un mundo que exalta los valores relativos de la vida. Y que corre el riesgo de perder el sentido de lo divino, ahogado por la excesiva valoración de lo material, de lo transeúnte, de lo que ignora el gozo del espíritu. Sí, las monjas contemplativas son muy necesarias para la Humanidad entera, su actitud ante las realidades de este mundo, que ellas contemplan según la sabiduría del Espíritu, nos ilumina acerca de los bienes definitivos y nos hace palpar la gratuidad del amor salvador de Dios”. Nos encomendamos a la intercesión celestial de Santa Teresa para que la Iglesia toda, firmemente abrazada a la alegría del evangelio emprenda el camino de la nueva evangelización. Que así sea. + José Mazuelos Pérez Obispo de Asidonia-Jerez 3