CELEBRACIÓN BAUTISMO LECTURAS ANTIGUO TESTAMENTO SALMOS Lectura del profeta Isaías 55, 1-3b.6.8-11 Salmo 22 Venid por agua todos los sedientos; venid aunque no tengáis dinero; comprad trigo y comed de balde, vino y leche sin tener que pagar. R/ El Señor es mi pastor, nada me falta. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no sacia, el salario en lo que no quita el hambre. Escuchadme atentamente y comeréis bien, os deleitareis con manjares. Prestad atención, venid a mi; escuchadme y viviréis. Buscad al señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras esta cerca. Porque mis planes no son vuestros planes, ni vuestros caminos como los míos, oráculo del Señor. Cuanto dista el cielo de la tierra, así mis caminos de los vuestros, mis planes de vuestros planes. Como la lluvia y la nieve caen del cielo, y solo vuelven allí después de haber empapado la tierra, de haberla fecundado y hacerla germinar, para que de simiente al que siembra y pan al que come, así la Palabra que sale de mi boca: no volverá a mi de vacío, sino que cumplirá mi voluntad y llevará a cabo mi encargo. Lectura del Profeta Ezequiel 36,24-28 Me vino esta palabra del Señor: Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/ El Señor es mi pastor, nada me falta. Salmo 26 R/ El Señor es mi luz y mi salvación. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. -Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R/ El Señor es mi luz y mi salvación. CARTAS APOSTÓLICAS EVANGELIOS Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 6,3-5 Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22,35-40 Hermanos: Los que por el Bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el Bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. En aquel tiempo, un fariseo, doctor de la ley, preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: –Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? El le dijo: –Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.» Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: –«Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 8, 28-32 Lectura del santo Evangelio según San Mateo 28, 18-20 Hermanos: Sabemos que Dios hace que todas las cosas contribuyan al bien de los que le aman, de los que han sido llamados según su voluntad. A los que de antemano conoció, a esos los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que sea él el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó también los llamó; y a los que llamó también los justificó; y a los que justificó también los glorificó. ¿Qué diremos más? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con su Hijo? Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 12-13 Hermanos: Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2,4-5.9-10 Hermanos: Acercándoos a Cristo, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios, para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Antes erais «no pueblo», ahora sois «Pueblo de Dios»; antes erais «no compadecidos», ahora sois «Compadecidos». En aquel tiempo, acercándose Jesús a los once discípulos les dijo: –Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 13-16 En aquel tiempo, presentaron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: –Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. Lectura del santo Evangelio según San Marcos 12, 28b-34 En aquel tiempo, un letrado se acercó a Jesús y le preguntó: -¿Qué mandamiento es el primero de todos? Respondió Jesús: –El primero es: «Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos. El letrado replicó: –Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: –No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Lectura del santo Evangelio según San Juan 3, 1-6 En aquel tiempo había un fariseo llamado Nicodemo, magistrado judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: –Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él. Jesús le contestó: –Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios. Nicodemo le pregunta: –¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? Jesús le contestó: –Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. Lectura del santo Evangelio según San Juan 4, 5-14 En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor de mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: -Dame de beber. (Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le dice: –¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó: –Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva. La mujer le dice: –Señor, si no tienes cubo y el Pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados? Lectura del santo Evangelio según San Juan 15, 1-11 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: –Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca; y a todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca: luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos. Como el Padre me ha amado, así os he amado yo: