Consulta ciudadana: ¿una posibilidad para definir el meridiano 82 como límite entre Colombia y Nicaragua? Diana Plata Alarcón1 Hace menos de 15 días, el jueves 4 de septiembre, el periódico El Espectador en su sección editorial publicó un artículo titulado “Populismo sin memoria”. Este hace referencia a una idea del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, actual Congresista de la República por el Centro Democrático, con la que busca convocar a una consulta ciudadana para ratificar que “el único límite que se reconoce con Nicaragua es el meridiano 82”2. Es sorprendente que una persona que se supone tiene las calidades de liderazgo, la formación en derecho y la trayectoria política como él, sea capaz de proponer una idea como esta, que analizada desde una óptica objetiva y sin apasionamientos, es a todas luces ilógica y sin asidero sensato. Lo primero que habría que decir al respecto, o mejor, recordar, es que el meridiano 82 no fue, ni es, ni será límite entre Colombia y Nicaragua. No fue límite, aunque se diga lo contrario, porque nunca se estableció a través de ningún instrumento jurídico. Y claro, habrá quien se pregunte ¿Y entonces para que sirvió el tratado Esguerra – Bárcenas de 1928? Este sirvió para que cada uno de los Estados parte reconocieran la soberanía del otro sobre ciertos territorios. 1 Internacionalista, Docente y Joven Investigadora de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario 2 Consultar el artículo completo en la dirección http://www.elespectador.com/opinion/editorial/po pulismo-sin-memoria-articulo-514817 Colombia reconoció la soberanía de Nicaragua sobre la Costa Mosquitia y las islas Mangles (también llamadas islas del Maíz) a Nicaragua, mientras que Nicaragua reconoció las Islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y todas las demás islas, islotes y cayos que hacen parte del archipiélago, a Colombia. Lo que es claro es que en el tratado nunca se dice que el meridiano 82 es el límite y, de hecho, ni siquiera se menciona. La primera vez que se alude a este meridiano es en el Acta de Canje de Instrumentos de Ratificación del tratado Esguerra – Bárcenas, en 1930. En el acta se establece que el señalado meridiano es una línea de referencia entre los dos países, no un límite. Fue adicionado por sugerencia de la delegación del nuestra contraparte, pues esta consideraba que Colombia podía luego reclamar otras islas del Caribe, ubicadas frente a la costa nicaragüense, al occidente del meridiano 82 y que estaban dentro de su jurisdicción. No es límite tampoco. Esto quedó claramente definido en el fallo de las excepciones preliminares emitido por la Corte Internacional de Justicia en 2007. En este fallo la Corte ratificó la soberanía de Colombia sobre el Archipiélago de San Andrés y Providencia y señaló su competencia para definir el límite entre los dos países, pues era claro que el meridiano 82 no lo era. En el fallo del 19 de Noviembre de 2013, la Corte señaló la trayectoria que a partir de ese momento quedaría establecida como línea divisoria entre los dos estados. Mucho menos será límite, pues para eso tendría que dejar de acatar el fallo de CIJ de 2012 y negociar un nuevo tratado con Nicaragua, cosa que nunca se dará, sobre todo por el carácter obstinado y busca pleitos de Nicaragua. En segundo lugar, cabe mencionar que Colombia está obligada a cumplir con el fallo de la Corte Internacional de Justicia, porque esta tiene un carácter vinculante. Además, la actitud de no acatar el fallo es contraria al derecho y restaría prestigio a Colombia en el escenario Internacional. Esto justamente fue lo que forzó a Nicaragua a demandar nuevamente a Colombia ante la Corte Internacional de Justicia a finales de 2013, como una medida de presión, para que nuestro país actuara conforme a la ley. En tercer lugar, es absolutamente absurdo que un Estado pueda definir su frontera de forma unilateral, propósito fundamental de la mencionada consulta ciudadana, cosa que no tiene sentido, ya que para establecer un límite entre los dos países se debe hacer de forma concertada entre las partes o como ocurrió en el caso que nos ocupa, a través de un fallo de un organismo competente. En cuarto lugar, aunque el fallo de 2012 no acogió en su totalidad nuestras pretensiones, pues no trazó la frontera por donde nosotros considerábamos era lo óptimo, tampoco le dio la razón a Nicaragua. Es más, nosotros en cierta manera salimos ganando pues se ratificó nuestra soberanía sobre el Archipiélago de San Andrés y Providencia y nos otorgó ciento cuarenta y un mil (141.000) kilómetros de mar. Con todo lo anterior cabe hacerse una pregunta ¿la idea de Colombia es acoger lo que le gusta del fallo y no acoger lo que no le gusta? Porque si es así, al no acatar al fallo está poniendo en riesgo su soberanía, la que ya fue ratificada por la Corte, pues está abriendo una caja de Pandora sobre las pretensiones de Estados que históricamente han tenido interés en la zona como los Estados Unidos y Nicaragua y dará pie a nuevas reclamaciones.