20 LA VANGUARDIA O P I N I Ó N LUNES, 17 SEPTIEMBRE 2007 FRANCESC-MARC ÁLVARO A Frankfurt con Joan Sales L eí por vez primera la novela Incerta glòria, de Joan Sales, en Menorca, durante unas vacaciones. Tenía yo veintitantos años y esa lectura me causó un impacto enorme porque, además de descubrir un personaje excepcional, como Juli Soleràs, entendí que la literatura catalana contemporánea tenía habitaciones mucho más amplias y atractivas de lo que parecía a simple vista, estancias capaces de conectarnos con universos extraordinarios. Incerta glòria también me arrastró por otros caminos inesperados, verbigracia hacia los bosques oscuros y pantanosos de la hoy llamada memoria histórica; confronté la visión de la guerra civil que emerge de la obra con los recuerdos de mi familia, con retazos de conversaciones olvidadas, con fotos perdidas por los cajones, y con testimonios de veteranos a los que, por suerte, tuve acceso. Críticos solventes, como Joan Triadú, han calificado Incerta glòria de gran novela europea del siglo XX, relato total que refleja la crisis profunda del hombre contemporáneo dentro del vendaval de la guerra, con una fuerza y una complejidad singulares. Sales, comparado en su momento con Greene y Bernanos, parte de la tragedia para bucear, con detallismo, en los abismos donde el individuo llega hasta los límites de su conciencia frente a un mundo en coma. La carne y huesos de sus personajes nos acompaña con intensidad inusitada y notamos la respiración de los tres amigos combatientes en el frente de Aragón, Soleràs, Cruells y Lluís, así como de Trini, la mujer que hace de contrapunto a las voces masculinas. Soleràs, al que sólo conocemos por las palabras de los otros, se convierte en un extraño amigo del lector. Hace unos años, Catalunya Ràdio ofreció una magnífica versión radiofónica de la novela, una iniciati- DEBATE El enigma ruso / va que señala hasta qué punto estamos ante una historia de contornos épicos que podría interesar al gran público. Puesta en manos de un gran director, Incerta glòria podría dar lugar a una producción cinematográfica de éxito y proyección internacionales. Si estuviéramos en Estados Unidos o en el Reino Unido, haría mucho tiempo que el cinismo desabrido y el romanticismo emboscado de Soleràs hubieran asomado por la gran pantalla y por la televisión. A pocas semanas del comienzo de la feria editorial de Frankfurt, que este año tiene a la literatura catalana como invitada de honor, he pensado mucho en Joan Sales, desaparecido en 1983. Como editor y como autor, Sales encarna lo mejor de nuestras letras: ambi- ción, originalidad, riesgo, capacidad de crear lectores, amor a la lengua, universalidad. Además de Incerta glòria, sus Cartes a Màrius Torres dicen más y mejor de nuestra historia reciente que muchos manuales, con un estilo vivo y pugnaz, penetrante, de una sinceridad sobrecogedora, radical. Sales sería una buena bandera para desplegar en Frankfurt, al margen de nuestros clásicos y de nuestros autores vivos excelentes. Sería una puerta de lujo, incuestionable, para entrar en la literatura catalana. No me consta que Incerta glòria haya sido traducida al alemán ni al inglés, lo cual debería interesarnos. En castellano, fue el sabio Carlos Pujol quien se encargó de ello en 1969, versión que Planeta reeditó en el 2005. Por cierto, sugiero humildemente desde aquí que alguien haga llegar sendos ejemplares de la versión castellana de Incerta glòria a los señores Zapatero y Rajoy antes de las próximas elecciones generales. Tal vez la lectura de Sales les ayude a ver con nueva perspectiva algunos asuntos muy ASTROMUJOFF sensibles que ambos manosean con escaso cuidado. Es motivo de satisfacción, en cambio, la reciente publicación en francés de la versión definitiva de la novela de Sales, con un prólogo de Juan Goytisolo, responsable en su momento de que Gallimard publicara, en 1962, otra traducción de esta obra a partir de una versión más libre sin los cortes impuestos por la censura, pues iba destinada al exterior. Esta nueva edición francesa, con el importante apoyo del Institut Ramon Llull, se completa con un epílogo muy esclarecedor y certero del profesor Xavier Pla. Ojalá está Gloire incertaine, vertida cuidadosamente por Bernard Lesfargues y Marie Bohigas y editada por Éditions Tinta Blava, ocupe un lugar destacado entre los materiales de la representación oficial en Frankfurt. Si hay que explicar a los europeos, y a los editores del resto del mundo, que la literatura catalana moderna puede hablar de tú a tú con las otras literaturas, la novela de Sales es un ejemplo perfecto. Tal vez la editorial alemana Suhrkamp, que ha decidido traducir, entre otros títulos, Quanta, quanta guerra, de Mercè Rodoreda, El quadern gris, de Josep Pla, y Les veus del Pamano, de Jaume Cabré, pueda interesarse también por Incerta glòria. Juan Goytisolo, en el prólogo a la nueva traducción francesa, destaca que Sales escribe su obra como un testimonio a favor de la verdad y contra lo que el propio novelista y editor llamó “la mentira de los rojos y la mentira de los negros, de los fascistas”. Un testimonio que fue permanentemente revisado y reescrito desde que, en 1955, Sales ganó el premio Joa- ENCARNA LO MEJOR de nuestras letras: ambición, originalidad, riesgo, capacidad de crear lectores, amor a la lengua, universalidad not Martorell. Ahora, los responsables del Institut Ramon Llull, en un opúsculo editado para el público francés, rescatan oportunamente lo que los censores franquistas juzgaron en 1956, tras examinar el original de Incerta glòria. Según el funcionario de turno, la obra “expresa ideas heréticas –las propias de semejante individuo [un oficial del ejército rojo]– y a menudo en un lenguaje grosero y asqueroso. Se desprende una filosofía existencialista, condenable por la forma y el fondo. Las ideas condenables constituyen el verdadero fondo de la novela; de manera que, aunque se suprimieran pasajes enteros, la obra seguiría siendo absolutamente impublicable. Es preciso prohibirla en absoluto”. Finalmente, la novela, con muchas supresiones, apareció en 1956 y, luego, sucesivas ediciones recogieron las ampliaciones y modificaciones introducidas por Sales. No hay duda de que las advertencias de los censores franquistas resultan, a día de hoy, una magnífica invitación involuntaria a la lectura de Incerta glòria. Para el lector catalán y para cualquier lector deseoso de penetrar en una gran historia.c ANDREI PIONTKOVSKY El candidato Borgia a la presidencia rusa E n la última entrevista dada por Andrei Lugovoi, el hombre que Gran Bretaña desea extraditar de Rusia por envenenar al disidente Alexander Litvinenko con polonio radiactivo, hubo un momento notable que no ha sido apreciado en su totalidad. Lugovoi mencionó que cuando es visto en público normalmente se encuentra rodeado de gente que quiere estrechar su mano, felicitarlo por su valentía y pedirle un autógrafo. “¿Ha pensado en comenzar una carrera política?”, preguntó el entrevistador. Lamentablemente, el entrevistado no siguió hablando del tema. Es una pena, porque el estatus de Andrei Lugovoi en Rusia nos dice mucho acerca de mi país en el séptimo año del régimen del presidente Vladimir Putin. Tal vez resulte sorprendente que Andrei Lugovoi no parezca preguntarse por qué está disfrutando de una recepción tan entusiasta por parte de sus compatriotas. ¿Están realmente los rusos de la calle mostrando su solidaridad hacia una vícANDREI PIONTKOVSKY, director ejecutivo del Centro de Estudios Estratégicos en Moscú tima injustamente acosada por el ministerio público británico? Eso parece poco plausible. ¿Desde cuándo los rusos piden autógrafos a las víctimas? Yo mismo he estado atrayendo la atención del ministerio público ruso durante varios meses ya y aún no he visto ningún gesto de apoyo público en la calle, por no hablar de cazadores de autógrafos. En Rusia, a alguien se le pide un autógrafo si es un héroe con todas las de la ley: un jugador de hockey, un astronauta, una prostituta de la alta sociedad o, como Andrei Lugovoi, un verdugo. Parte de los aplausos a Lugovoi se deriva del hecho de que la lista de inenarrables crímenes cometidos por el último Alexander Litvinenko en el curso de su corta vida se hace más larga en los medios de comunicación rusos con cada día que pasa. Se trata de crímenes tan odiosos que cualquier ruso patriota y biempensante no podría sino sentir ansias de que una persona así sea sometida a una medida suprema de retribución nacional. Sólo a uno de esos patriotas se le concedió el honor de llevar a cabo tal acción. Por eso a Lugovoi le piden autógrafos. Por supuesto, no se debería pen- sar que esto significa que los patriotas que celebran la hazaña de Lugovoi hagan la concesión de que las acusaciones británicas son justas. La conciencia social del Homo putinicus, meticulosamente sepultada por los propagandistas televisivos, es tal que el orgullo por la acción de Lugovoi y la indignación ante la in- ¿POR QUÉ NO elegir a un hombre que, como Lugovoi, representa lo que es la elite de la nación? fame campaña desatada contra él por quienes odian a Rusia pueden coexistir en el interior de los rusos de la calle sin que sientan la menor disonancia. Evidentemente, nos vemos enfrentados al misterio del pensamiento ruso, que ha probado ser tan insondable para los observadores externos, tan indoblegable ante cualquier herramienta de examen y análisis y sobre el que tanta tinta han vertido eslavófilos y euroasiáticos. Sin embargo, veo en todo esto un giro práctico que nadie ha apreciado todavía. ¿No significaría la entrada de Lugovoi en el mundo de la política una solución ideal para encontrar un heredero para Putin? Después de todo, esa búsqueda está amenazando con dividir la elite de la nación. De modo que ¿por qué no elegir a un hombre que, como Lugovoi, verdaderamente representa lo que esa elite es? Comparemos dos potenciales candidatos presidenciales, Putin en 1999 y Lugovoi en el 2007. Las similitudes son notables: los modestos orígenes, la formación en el KGB, el vocabulario del hampa, la mentalidad y el físico, la actitud implacable hacia los enemigos del pueblo. Los modales propios del submundo que ambos muestran van de la mano con este vivo interés por los negocios que es tan esencial para que continúen las reformas liberales en Rusia. Finalmente, existe la coincidencia adicional y muy decidora de que ambos hombres dependieron mucho del oligarca Boris Berezovsky al comienzo de sus carreras políticas y posteriormente se distanciaron de él. Si pensamos en sus logros profe- sionales, el Lugovoi del 2007 parece llevar ventaja. Llevar a cabo con éxito una operación de gran escala en el centro de Londres supera con mucho a un empleo de escritorio en la Casa de Amistad entre la RDA y la URSS en Dresde en los años de la perestroika y el colapso comunista. Así es que, tal vez, ¿no deberían los rusos poner en su corazón a este verdugo con rango de teniente coronel, del mismo modo que hace ocho años hicieron con otro teniente coronel del KGB, Vladimir Putin? ¿Aceptaría el sibarita y trotamundos Lugovoi ceñirse la corona? Después de todo, manejar el Kremlin es un empleo lleno de desafíos. Todos hemos visto envejecer notablemente el rostro de Putin en los últimos ocho años. Pero el rostro de Lugovoi también ha cambiado en los últimos ocho meses de conferencias de prensa. El que antes era un cauteloso don nadie se ha vuelto más brioso. Es la cara de la nueva Rusia de Putin, de una engreída Rusia que “ya ha dejado de estar de rodillas” y se apresta a desenfundar la pistola.c © Project Syndicate, 2007 www.project-syndicate.org Traducción: David Meléndez Tormen