TRABAJO FIN DE GRADO FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD Departamento de Ciencias de la Salud Grado en Psicología Relación entre el trastorno de pica, la anorexia nerviosa y el trastorno obsesivo-compulsivo Autora: Dña. Almudena Pina Sánchez Director/a: Dra. Dña. Marina Iniesta Sepúlveda Murcia, 1 de Julio del 2015 TRABAJO FIN DE GRADO FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD Departamento de Ciencias de la Salud Grado en Psicología Relación entre el trastorno de pica, la anorexia nerviosa y el trastorno obsesivo-compulsivo Autora: Dña. Almudena Pina Sánchez Directora: Dra. Dña. Marina Iniesta Sepúlveda Murcia, 1 de Julio del 2015 DEFENSA TRABAJOS FIN DE GRADO ANEXO V DATOS DEL ALUMNO Apellidos: Pina Sánchez DNI: 48739411-L Nombre: Almudena Grado: Grado en Psicología Departamento de Ciencias de la Salud Título del trabajo: Relación entre el trastorno de pica, la anorexia nerviosa y el trastorno obsesivo-compulsivo El Dr. D. Marina Iniesta Sepúlveda como Tutor(1) del trabajo reseñado arriba, acredito su idoneidad y otorgo el V.º B.º a su contenido para ir a Tribunal de Trabajo Fin de Grado En Murcia a día 1 de Julio de 2015 Fdo.: Marina Iniesta Sepúlveda (1) Si el trabajo está dirigido por más de un Director tienen que constar y firmar ambos. Agradecimientos Agradezco a Marina Iniesta, por guiarme durante la consecución de este trabajo. A Javier Orteso, por demostrarme que todo siempre se puede hacer mejor. A mi tío, por las veces que me fue a recoger a la UCAM todas esas noches para así evitarme hacer ese largo trayecto en tranvía de vuelta al Cabezo de noche. A Mónica, por insistir tanto con que empezara a hacer este trabajo. A Manuel, por ayudarme con la búsqueda. A Joaquín, por su apoyo emocional aportado durante este largo curso. A los profesores en general, por haberme hecho mejorar en las exposiciones orales. Y a Jorge en especial, por hablarme del modo en que fueron criticados los trabajos creativos de fin de grado e intentar que me amoldara a las exigencias del tribunal del trabajo de fin de grado para así tener posibilidades de aprobar. Índice 1. Introducción ............................................................................................... 15 2. Desarrollo del tema .................................................................................... 17 2.1. Caso ficticio ......................................................................................... 17 2.2. El trastorno de pica o alotriofagia ........................................................ 20 2.3. Anorexia .............................................................................................. 25 2.4. Trastorno Obsesivo-Compulsivo (T. O. C.) ........................................... 32 2.5. Relación entre pica, anorexia nerviosa y trastorno obsesivo-compulsivo (T. O. C.) ....................................................................................................... 40 3. Conclusiones ............................................................................................. 42 4. Referencias Bibliográficas ......................................................................... 44 Resumen En este trabajo se muestran las relaciones existentes entre los trastornos de la alimentación: anorexia y alotriofagia o pica; y el trastorno obsesivo-compulsivo con las conductas autolesivas. Para ello se muestran los datos de cada uno de estos trastornos respecto a sus clasificaciones en los manuales DSM-5 y CIE-10, prevalencia, comorbilidad, evaluación y tratamiento; y todo ello es aclarado a partir de la redacción de un caso. En dicho caso, una adolescente de 13 años explica su día a día tras ingresar en el Instituto Francisco Sabater García narrando desde el grosor de los pasillos de la institución hasta las actitudes hacia sus problemas conductuales y mentales por parte de su familia, psiquiatra y compañeras. Palabras clave: Pica, Alotriofagia, Anorexia Nerviosa, Trastornos de Alimentación, Autolesión, Trastorno Obsesivo-Compulsivo. Abstract In this work is shown the relationships between eating disorders: anorexia and alotriofagia or pica; and the obsessive-compulsive disorder with self-injury behaviors. For this data is displayed for each of these disorders with respect to their classifications in the manuals DSM-5 and ICD-10, prevalence, comorbidity, and treatment evaluation; and all this is clear from the language of a case. In the above mentioned case, a 13-year-old teenager explains her day after day after Francisco Sabater García joining the Institute narrating from the thickness of the corridors of the institution up to the attitudes towards her behavioral and mental problems on the part of her family, psychiatrist and companions. Keywords: Pica, Alotriophagia, Anorexia Nervosa, Eating or Feeding Disorder, Self-harm, Obsessive-Compulsive Disorder. 1. Introducción Los trastornos de la alimentación son enfermedades que tienden a cronificarse que a medida en que avanzan empeoran. A pesar de que se manifiestan como disrupciones de la conducta alimentaria también abarcan factores psicológicos, entre los que destaca la distorsión de la auto-imagen corporal, los afectados por este tipo de trastornos no se ven como son realmente o si lo hacen, se niegan a mantenerse en su peso ideal, queriendo estar de esta manera, por debajo del mismo. Es común que los individuos comparecientes de este tipo de trastornos experimenten un gran temor a subir de peso y un descenso de la autoestima ya que ésta está en función de la manera en que ellos se ven (Salcedo et al., 2009). Los trastornos de la alimentación engloban, según el último manual de trastornos mentales (DSM-5; American Psychiatric Association, 2013), la anorexia nerviosa (AN), el trastorno de pica, el trastorno de rumiación, el trastorno de evitación/restricción de la ingestión de alimentos (ARFID), la bulimia nerviosa (BN), el trastorno por atracón y otros trastornos alimentarios o de la ingestión de alimentos no especificados (OSFED) y trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no especificado (BED) (Delaney, Eddy, Hartmann, Becker, Murray and Thomas, 2014). Pero este trabajo no va enfocado al global de los trastornos de la alimentación, sino a dos trastornos concretos de la misma gama: trastorno de pica y anorexia nerviosa. Al contrario de lo que mucha gente piensa, los trastornos alimentarios, como son la pica y la anorexia, han existido desde antes de los principios de los estudios médicos y sus razones de origen distaban mucho de las teorías de acerca de las causas que explican el modo por el que se desarrollan estos trastornos de la alimentación. En un principio, las razones eran religiosas o bien, como sería el caso de la pica, surgían como resultado de importantes hambrunas y no se hacían con la 15 idea de perder el peso sobrante, ni como comportamiento compulsivo. En las razones religiosas se pueden encontrar ayunos dedicados en honor a santos o a dioses antiguos cuyo culto exigía que les dieran a ellos sus alimentos o que se sacrificaron por ellos. Como explica Parejo (2006), el ideal romántico acerca de los cánones de belleza, aportado por los franceses al llegar a España, fue el detonante de los casos de anorexia tal y como se entienden en la actualidad. Por otro lado, García (1991) redacta que el trastorno de pica empezó siendo entendido como un desorden frecuentado únicamente por las embarazadas, como se explicará con más detalle en apartados posteriores. Aún se puede encontrar a gente que, pasando hambre, se alimenta de barro o de otros materiales que causan una falsa sensación de saciación en el estómago, pero que realmente carecen de valor energético alguno: “Para remediar ese hambre, en Kenia y Haití fabrican galletas de barro para vendérselas a los niños en el mercado” (Bonet, 2012). Ballesteros y González (2006) narraron que aquí en España, durante el período de la posguerra, como también se pasaba hambre por la escasez de alimentos nutritivos, se llevaron a cabo numerosos fraudes entre otros se encuentra rellenar el pan y las galletas con serrín, teniendo el mismo fin que las galletas de barro de África. Maya (2011) explica que la pica no se trata de un trastorno que afecte a la percepción de la persona hacia sí misma y que por eso mismo no constituye una causa de muerte tan importante como el otro trastorno explicado en este trabajo, aun así dependiendo de según qué tipo de pica, puede llegar a causar problemas estomacales y bucales graves, aunque en casos aislados sí que puede causar la muerte por esas razones. A diferencia del pica, según otro autor (Solano, 2010) la anorexia tiene graves consecuencias tanto para la vida del individuo que lo padece como para la gente que la rodea de tal forma que la muerte por anorexia (por dejar de comer, parasuicidio por ingerir grandes cantidades de pastillas o hacerse pequeños cortes con mucha frecuencia, por suicido como resultado de un episodio depresivo, etc.) oscila entre el 0.5 y el 3% de las muertes juveniles mundiales. El propósito de este trabajo es enunciar las relaciones existentes entre estos trastornos y conductas erráticas, llevando a cabo un recorrido por los 16 manuales de la DSM-5 y CIE-10 y relatando la información adicional recopilada en una serie de investigaciones, en los que no sólo se abordan las relaciones entre los problemas relatados en los párrafos anteriores, sino que algunos también los relacionan con el trastorno obsesivo compulsivo, o que afirman que las conductas autolesivas, como la onicofagia, forman parte del misterioso trastorno de pica. Para que resulte más explicativo, se expondrá un caso ficticio en primera persona, del cual se partirá para aclarar el resto de la información, acerca de una adolescente que bajo las influencias del medio sociocultultural comienza a visitar una página pro-Ana (pro anorexia), y a poner en práctica este tipo de conductas. A continuación se relatará de modo breve los orígenes de cada uno de los trastornos insinuados en el caso, estos son: pica, anorexia y trastorno obsesivo-compulsivo. Seguidamente, describiré sus definiciones actuales según los manuales DSM-5 y CIE-10. Después se pasará a mostrar las teorías, más recientes e importantes sobre las conexiones entre todas esas conductas problemáticas. Solamente serán mencionados los tres trastornos porque las conductas autolesivas no son considerados tanto como trastornos específicos en sí, sino síntomas de los trastornos de pica, anorexia y trastorno obsesivocompulsivo. De modo que se hablará de ellos, pero sin indagar demasiado. 2. Desarrollo del tema 2.1. Caso ficticio Hola, me llamo Ana. Tengo 13 años, y curso tercero de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Francisco Sabater García. Solo llevo un año allí, y mi vida ya es un infierno. Los pasillos son sumamente estrechos y los tenemos que atravesar para llegar a tiempo a las clases entre clases. La falta de espacio, los insultos y los empujones que recibo 17 y recibía para llegar a las aulas, me hacían y hacen sentir gorda. Miro a mi alrededor, y veo chicas ataviadas con ropa ceñida y corta, en la que yo sé que no cabría ni haciendo uso de un calzador, esto hace que me sienta peor con mi cuerpo. En el recreo al ir con mis compañeras de clase a la cantina, nos sentábamos en una mesa, mis compañeras sacaban alguna clase de fruta, yogurt o alguna barrita mueslie mientras y yo sacaba mi bocadillo de chorizo y queso casero. Mientras que seguía mi rutina de desmigajar la corteza del pan (a pesar de tener una dureza intermedia) y le iba dando bocaditos por las partes desmigajadas con chorizo una vez y con queso otra, volvía a hacer lo mismo hasta que la mitad del bocadillo en el plato y el resto de los ingredientes eran seleccionados meticulosamente (cosa que llevo haciendo desde los 11 años para solucionar la idea que me rondaba la cabeza, en ocasiones, de que si no lo hacía de esa exacta manera, alguien entraría en mi casa y estrangularía a mi gata negra, Thais, o incluso, de que ese alguien fuera yo misma), ellas me miraban de mala manera y comenzaban a hacer comentarios por el estilo de “¿Tú sabes la de calorías que tiene eso?”, “Eso es lo peor para las cartucheras”, “Con tu cuerpo, yo me cuidaría más o llegarás un momento en que no cabrás por los pasillos” y muchos más parecidos. Me hicieron sentir fatal con esos comentarios, así que dejé de diseccionar y de comer tras haberle propinado al alimento menos de tres bocados. Al ver que paraba de mala gana me intentaron animar tratando de hacerme pensar que era una broma, pero ya se me habían pasado las ganas de satisfacer a mi estómago. Se encogieron de hombros y nos dirigimos al gimnasio. He odiado desde siempre la asignatura de gimnasia. Pero dados los comentarios de mis compañeras corro hasta la extenuación. Al parar, mis compañeras murmuraban sobre la manera en que se me movían las carnes al correr y saltar. Me negué a entrar en los vestuarios con ellas porque ya estaba empezando a sentir mucho asco de mi cuerpo. En días posteriores, al ver que mis padres no le daban importancia al tema y me decían que no pensaban ponerme a dieta porque todavía estaba creciendo y que, por lo tanto, ya los perdería, empecé a frecuentar un blog 18 llamado Thin Intentions. En él leí una serie de normas que ponía tan solo entrar en la página y a seguirlas por el orden en el que iban redactadas. Mis padres cada vez se pelean más conmigo por rechazar muchas de las comidas por pasarse de 100 kilocalorías (kcal), por hacer la comida trozos muy pequeños y por comérmelos intercalándolas con vasos enteros de agua con la idea en la cabeza de llenarme. Me pareció perfecto, yo ya diseccionaba la comida antes de meterme de cabeza en esta desventura así que algunas de las cosas que leí no me parecieron ningún disparate. Además quería demostrarles a mis compañeras quienes eran las gordas en el grupo y poder ser yo la que se mofara de ellas, y no al revés como venía siendo hasta entonces. En cuanto tengo la oportunidad, voy al baño y me tomo triple ración del dulcolaxo en forma de comprimidos que mi madre tenía en la repisa del tocador. Las raciones de este tipo de laxante las tenía bien calculadas para que no se notara en exceso ni a mí me diese una diarrea tan fuerte que no pudiera aguantar. Muchas veces me pongo una faja ajustadísima de mi madre y como con ella puesta para que, como dice en la página, relacione la comida con el dolor. Me pinté las uñas, como decían las normas de la página, pero aun así me como las uñas en busca de los nutrientes que me faltan al comer poco y tirar lo poco que comía por el desagüe. Y acepté el consejo de ingerir hielo o vinagre de manzana entre horas, ya que en la página decía que las bebidas frías hacen que la digestión sea más rápida y ese vinagre en concreto, hace que los alimentos se deslicen con más facilidad. Pero aun así, no adelgazo ni un gramo y ya llevo un año con esta dieta. Tengo la impresión de que encima engordo, a pesar de verme hasta los huesos al mirarme al espejo y saber eso no estaba bien. A pesar de saber que todo lo que hacía me estaba destrozando a mí y mi familia, y querer gritar “auxilio”, una parte de mí me decía que me lo merecía, que no era suficiente y que, a menos que decidiera cortarme las venas para acabar, que siguiera como lo estaba haciendo. Llegó un momento en el que mi mente dijo que ya no aguantaba más aquel tipo de vida e intenté cortarme la arteria carótida con la cuchilla de recambio de la maquinilla de depilación Venus de mi madre una vez la hube 19 desmontado. Afortunadamente mi madre se disponía a depilarse en ese momento, ya que era el único que tenía libre, y me pilló con la cuchilla a dos centímetros del cuello. Me quitó la cuchilla de un manotazo, me echó la bronca por haber tratado de hacer esa burrada, yo estallé y le conté lo que me pasaba desde hacía dos semanas. Una vez comprendido, telefoneó a mi padre y este, a su vez al psiquiatra. Poco tiempo después de empezar el tratamiento, mis padres, ya hartos de que el médico psiquiatra que me diagnosticó de TOC (por lo que hacía con las comidas de comerme cada cosa por su lado, años antes) solo les dijera que era culpa suya por no hacerme ver el presente problema, y de que empeorara con ello la ya complicada situación, me han llevado al psicólogo. Este, tras escuchar la historia y pasarme un par de test (por decir algo porque me dio la impresión de que fueron más de cuatro), me diagnosticó de anorexia del tipo restrictivo (a pesar de que también vomitase, como los vómitos y purgas intestinales no iban acompañadas por atracones no quiso considerarla del otro tipo). Y al darse cuenta de que cómo llevaba las uñas, también lo hizo de onicofagia. En lo del hielo dudó un poco, ya que uno de sus libros no incluía el pica como pagofagia en este caso, o como fuere, como parte del diagnóstico de anorexia. Pero al final lo hizo. 2.2. El trastorno de pica o alotriofagia Según Maya (2011), la historia de la pica se remonta a la antigua Grecia y a sus principios de la medicina. La primera mención del pica va de la mano de Hipócrates de Kos en el S. IV A.C., diciendo que si una mujer embarazada consumía tierra, el niño, al crecer, la imitaría con la misma intensidad. Más tarde, Cornelius Celsus, en el año 20 años D.C., advirtió acerca de los efectos secundarios perjudiciales del consumo de sustancias poco nutritivas, tales como dolores de cabeza y ansiedad. Ya en el siglo VI, un médico de la Corte del Emperador Justidiano I de Constantinopla llamado Aetius de Amida, hizo la primera asociación de la conducta de pica con el embarazo. Argumentó que las embarazadas sentían aquellos extraños deseos hacía cosas incomestibles solo 20 como antojos, y que igualmente podrían haber querido alimentos picantes o salados. El médico árabe, Avicena, fue el primero en relacionar, en el siglo XI, la pica con una falta de hierro considerable y tratarlo mediante el consumo de vino fino. Finalmente el trastorno de pica adoptó ese nombre por cortesía de un córvido, la urraca, quien coge toda clase de objetos para su nido, y algunos incluso para comérselos (López, Soler y Martín de Portela, 2004; Padilla y De la Torre, 2006). En cuanto a la definición y criterios diagnósticos para el trastorno de pica, los encontramos en los manuales oficiales: La Clasificación Internacional de las Enfermedades en su Décima edición (CIE-10; Organización Mundial de la Salud, 1992) y el Manual Diagnostico de los Trastornos Mentales 5ª Edición (DSM-5; American Psychiatric Association, 2013). De acuerdo con el CIE-10, el trastorno de pica está incluido dentro del apartado Otros trastornos de las emociones y del comportamiento de comienzo habitual en la infancia y adolescencia y consiste en la “Ingestión persistente de sustancias no nutritivas […] La pica puede aparecer como uno entre muchos síntomas de un trastorno psiquiátrico más amplio (como el autismo) o puede presentarse como un comportamiento psicopatológico relativamente aislado” (OMS, 1992; p.167). La descripción aportada en el DSM-5 no dista mucho de la descripción dada por la CIE-10, salvo en algunos aspectos. En primer lugar su clasificación ya que este trastorno se encuentra dentro de la categoría Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos. En cuanto a la definición la pica se refiere a la ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias durante un período mínimo de un mes que resulta inapropiada al grado de desarrollo del individuo. Además este comportamiento alimentario no puede formar parte de una práctica culturalmente aceptada o normativa social. También se señala que este comportamiento alimentario se puede diagnosticar en el contexto de otro trastorno mental o afección médica si es suficientemente grave para justificar la atención clínica adicional (APA, 2013). 21 Tabla 1. Criterios diagnósticos para el trastorno de pica (Tomado del DSM-5; APA, 2013) Según los autores Delaney et al. (2014) el trastorno de pica, también conocido como alotriofagia, tiene una prevalencia del 77% en embarazadas, del 15% en discapacitados intelectuales, del 74% en niños subsaharianos, y del 24% (alotriofagia de diversos tipos) al 60% (pagofagia) en personas con anemia causada por déficit de hierro. Estos porcentajes se han mantenido y se muestran en la Figura 1. 22 Figura 1. Prevalencia de la Pica (Elaborado a partir de Delaney et al., 2014) Hagopian, González, Rivet, Triggs y Clark (2011) argumentan que comer o chupar cosas que normalmente nadie comería, se empieza a considerar anormal a partir de los 18-24 meses de edad. También dicen que, de la misma manera, puede observarse pica en personas estresadas, con baja autoestima, con miedos o abusos en la infancia o posteriores. Los problemas de salud que puede causar este trastorno son: envenenamiento, obstrucción intestinal y lesiones dentales. Hartmann, Becker, Hampton y Bryant-Waugh (2012) se basan en la definición de la CIE-10 sobre el trastorno de pica para manifestar su negación a que éste tenga relación alguna con el resto de los trastornos de la alimentación, argumentando que “[…] la pica puede ocurrir al mismo tiempo que otros trastornos como los del espectro autista, esquizofrénico y obsesivo-compulsivo, aunque también se puede dar con la presencia de conductas autolesivas. Pero si la ingesta de productos no alimenticios tiene como finalidad la supresión del apetito ligado con la anorexia nerviosa, el diagnóstico no está garantizado” (p. 427-428). 23 En cuanto a la evaluación del trastorno de pica, nada más que se puede sonsacar mediante el uso de una entrevista porque no existen pruebas específicas para detectar el trastorno de pica, lo peor es que ni siquiera se puede deducir a partir de pruebas que evalúan trastornos de la alimentación en general ya que no hay ítems específicos dentro de esos test que no sean para detectar comportamientos anorexígenos, bulímicos o de trastornos por atracón. Ya que para lo referente a la evaluación del pica no ha dado tiempo a renovar el concepto de pica que aparece en la DSM-IV, no se ha tenido tiempo de renovar los test psicológicos ya que la DSM-5 es muy reciente. Los tratamientos conductuales que se proponen (Bell y Stein, 1992; Hagopian et al., 2011) para los casos de pica o alotriofagia son: dispositivos de autodefensa, sobrecorrección, restricción física, reforzamiento diferencial, la técnica del zumo de limón, la del vaho de agua y la del amoníaco aromático. Los dispositivos de autodefensa (se siguen utilizando pero en discapacitados mentales) se llevan a cabo mediante el uso de contenciones homologadas y/o bozales. El tiempo estimado para el uso de este tipo de técnica varía en función del tiempo en que el paciente siga intentando llevar a cabo la conducta, llegando a oscilar entre 15 minutos y dos horas a lo largo de 29 días. La sobrecorrección es la técnica más destacada de entre todas las conocidas para tratar este tipo de trastorno y se trata de corregir a través de prácticas exageradas. Por ejemplo, que a los sujetos, al realizar la conducta errática, se los obligue a lavarse los dientes con una solución aversiva para ellos, en la que se sumergió previamente el cepillo. Se debe llevar a cabo esa técnica durante 15 minutos cada vez, pudiendo llegar hasta ocho horas diarias como máximo, en un plazo de tres meses. La restricción física es muy similar a los dispositivos de autodefensa, con la excepción de que aquí lo único que se hace es atarles las manos a la espalda a los sujetos durante 30 segundos tres veces al día. La boca queda completamente libre de contenciones. Esta técnica no tiene plazo máximo, así que se puede llevar a cabo hasta que la conducta haya disminuido o desparecido. En el reforzamiento diferencial se refuerza la conducta del sujeto cuando no ejecuta el comportamiento de pica, o lleva a cabo cualquier acción incompatible con las del trastorno de pica. Esta técnica tiene mejores resultados a largo plazo. La técnica del zumo de limón consiste en hacerle 24 beber al sujeto una cucharada sopera de limón cada vez que lleve a cabo la conducta de pica. En la técnica del vaho de agua el terapeuta rocía la cara del paciente con agua a temperatura ambiente inmediatamente después de haber avistado la conducta de pica. En la técnica del amoníaco aromático se le coloca al sujeto debajo de la nariz una cápsula de amoníaco en el mismo momento que las anteriores. Estas últimas tres técnicas se suelen combinar para que el individuo no se acostumbre al estímulo aversivo, y se aplican durante un plazo de 15 sesiones. Como se redactó en el caso, Ana se empezó a comer las uñas durante la dieta y a ingerir hielo, conducta más conocida como pagofagia debido a que su autoestima se vio reducida por los comentarios de sus compañeras y al estrecho espacio en el que tenía que moverse, aunque en parte también se debía a la frustración que le producía la impresión de que no estaba perdiendo todo el peso que debería para estar feliz consigo misma. Pero que también son resultado de su falta de nutrientes obtenido en la dieta recomendada por la página pro-Ana, que es una página que se dedica a promover la conducta anoréxica dando consejos para que ese tipo de personas pierdan peso de formas realmente rápidas. 2.3. Anorexia Según narra Bleichmar (2000) fue Galeno, en el año 155, quien describió de manera destacada lo que podría ser un caso de anorexia. En el siglo XI Avicena hace mención al caso de un príncipe que murió por negarse a comer, aunque también pudo haberse tratado de una causa secundaria a un cuadro de depresión. Richard Morton (López, García, y Parra, 2003) denominó, en 1689, una enfermedad como “consunción nerviosa”. Tal como describió los síntomas que observó en una de sus pacientes, la anorexia consiste en: dejar de menstruar, disminución del apetito, enfriamiento del cuerpo y palidez cutánea. Pero la anorexia no aparece dentro de la clasificación de enfermedades psiquiátricas hasta que debutó en el Congreso de Gottinger a finales del siglo XIX. 25 Actualmente existen, al igual que con la pica, dos clasificaciones actuales acerca de la anorexia: la CIE-10 y el DSM-5. Según la CIE-10 la anorexia está clasificada como Trastornos de comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas y a factores somáticos, más concretamente se encuentra repartido entre los apartados segundo (Anorexia nerviosa) y tercero (Anorexia atípica). De la anorexia nerviosa explica que se trata de un “Trastorno caracterizado por la presencia de una pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por el mismo enfermo. El trastorno aparece con mayor frecuencia muchachas adolescentes y mujeres jóvenes” (OMS, 1992, p. 96). También se explica que deben estar presentes todas las siguientes alteraciones: a) Pérdida significativa de peso, b) La pérdida de peso debe estar organizada por el propio enfermo, c) Distorsión de la imagen corporal, d) Amenorrea en las mujeres y pérdida del interés sexual en los hombres, y e) En el caso de ser anterior a la pubertad, se retrasarían sus manifestaciones o se detendría. En la anorexia atípica se reúnen solo uno o pocas más de las alteraciones presentadas en la anorexia nerviosa. En el DSM-5 la anorexia nerviosa no tiene escisiones y está englobada dentro del apartado Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos. La definición que aporta el DSM-5 para la anorexia es “Restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso del desarrollo y la salud física. […]. Miedo intenso a ganar peso o a engordar, o comportamiento persistente que interfiere en el aumento de peso […]. Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución […]” (APA, 2013; pp. 338-339). 26 Tabla 2. Criterios diagnósticos para la anorexia nerviosa (Tomado del DSM-5; APA, 2013) Según esta clasificación, la anorexia nerviosa puede ser o del tipo restrictivo o del tipo con atracones/purgas. En el primero simplemente se privan de los alimentos, no llevan a cabo ningún deporte ni se provocan el vómito (purgas) para perder el peso. Sin embargo, en el segundo la víctima come más a allá de la saciación y después se purga mediante el vómito, mediante el consumo de laxantes, además de recurrir al deporte (especialmente a los ejercicios de estiramiento y contracción de las piernas, ya que según este tipo de individuos, así aceleran el metabolismo para, de esa manera acelerar la digestión de lo poco que haya podido llegar a sus estómagos. Espie y Eisler (2015) redactan que la anorexia prevalece en un 0.29% de las adolescentes de 15 a 19 años y el porcentaje aumenta cuando se inicia más tarde. En gemelos, el riesgo de sufrir anorexia es de 2.2% en mujeres y de 0.24% en hombres. Aunque el porcentaje de hombres está aumentando porque cada vez se les exige más respecto al físico. 27 Figura 2. Prevalencia de la anorexia (Elaborado a partir de Espie y Eisler, 2015) Haciendo alusión a lo mencionado en la CIE-10, la anorexia se empieza a considerar peligrosa a partir del momento en que cursa con un comienzo tardío (a partir de 20 ó 30 años), ambiente familiar disfuncional, antecedentes de obesidad, aparición de episodios de bulimia intermedios, anulación de la menstruación y tratamiento previo del trastorno terminado en fracaso. El curso del trastorno no es homogéneo, cada anoréxico tiene su forma de inicio y trascurso particular diferentes al del resto de los afectados. Este trastorno puede aparecer de manera comórbida (Salbach-Andrae, Lenz, Simmendinger, Klinkowski, Lehmkuhl y Pfeiffer, 2008) con trastornos de ansiedad, obsesivo-compulsivo y de personalidad. Concretamente, de los trastornos de ansiedad existe un 60% de riesgo de padecer depresión mayor y un 33% de otros tipos de trastornos de este tipo: trastorno de ansiedad generalizada, fobias y trastorno de pánico. Como mínimo, un 20% de los anoréxicos cursa además con algún trastorno de la gama de los de personalidad. Y respecto a los trastornos de ansiedad, los anoréxicos se 28 caracterizan por su miedo exacerbado a engordar eso les lleva a experimentar reacciones que se podrían identificar como fóbicas, al igual que al no sentirse bien consigo mismos ni con su ambiente se acaban sintiendo culpables de su fracaso en todos los ámbitos, lo que les lleva a tener un alto riesgo de comorbilidad con la depresión mayor (Kaye, Bulik, Thornton, Barbarich y Masters, 2004). Figura 3. Comorbilidad de la anorexia (Elaborado a partir de SalbachAndrae et al., 2008) La evaluación de la anorexia se puede llevar a cabo mediante el uso de test psicológicos de la conducta alimentaria. A pesar de existir muchos que la evalúan, en este trabajo solo se mencionarán y redactarán dos test de trastornos alimentarios: el Cuestionario de Actitudes hacia la Comida o Eating Attitudes Test (EAT) y el Inventario de Trastornos de la Conducta Alimentaria o Eating Disorder Inventory-2 (EDI-2). El EAT (Castro, Toro, Salamero y Guimera, 1991) es un cuestionario de screening que está compuesto por 40 ítems de tipo Likert; que van de A-F, siendo A=nunca y F=siempre; con los que 29 se evalúa el miedo de los encuestados a ganar peso, el énfasis en perder peso, y las restricciones alimentarias. Éste test se aplica a jóvenes y adolescentes de los dos sexos, está dividido en 3 subescalas y su tiempo de administración es de un máximo de 15 minutos. El EDI-2 (Garner, 2000) es un cuestionario de exploración inicial y evaluaciones pre-post, que consta de 91 ítems tipo Likert, en los que 0=nunca y 5=siempre, que evalúan las actitudes que respectan a los alimentos y al peso, ineficacia percibida, perfeccionismo, desconfianza interpersonal, conciencia interoceptiva, miedo a la madurez, impulsividad e inseguridad social. Consta de 11 escalas, está pensado para poder ser administrado a personas de 11 años en adelante en un intervalo de 20 minutos. La recuperación de los afectados por la anorexia se puede llevar a cabo mediante cuatro tipos de intervención (Vives y Salgado, 2008): terapia nutricional, terapia cognitivo-conductual, terapia familiar y farmacoterapia. La terapia nutricional trata de que el sujeto recobre un peso saludable en relación a su edad y tipo físico, ideando un plan de alimentación que se ciña al estilo de vida y necesidades de la persona. Antes de acceder a ese tipo de terapia, el individuo afectado debe rellenar un registro con la hora, el lugar y la situación en el que se ha comido, el tipo de comida que se ha ingerido, los pensamientos antes y después de comer, y si se ha tenido intención de vomitar y darse un atracón, si sólo se ha tenido intención de una de esas dos cosas, o si no se ha tenido intención de ninguna de ellas. Para saber si la terapia nutritiva tiene éxito se llevará a cabo una prueba de peso que se hará mediante el cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC). El IMC se evalúa mediante la división del peso en Kg y la altura en m2. La clasificación del Índice de Masa Corporal va de leve a extremo siendo así las puntuaciones: Leve: IMC ≥ 17 kg/m2, Moderado: IMC 16–16,99 kg/m2, Grave: IMC 15–15,99 kg/m2, y Extremo: IMC < 15 kg/m2. La terapia cognitivo-conductual es la más recomendada a la hora de tratar cualquier clase de trastorno de alimentación, ya que está enfocada hacia proporcionar un cambio positivo en la vida del paciente eliminando el modo en el que ve la comida, erradicando las purgas (si es que las hay) y corrigiendo el modo en el que ven, los trastornados, su propio cuerpo. Para ello, el terapeuta se pondrá de acuerdo con el paciente para establecer una serie de reglas que, en el caso de ser cumplidas, serán reforzadas con el estímulo que el paciente 30 haya elegido. La terapia familiar tratará de convencer a la familia del individuo para que coopere para que la consecución del tratamiento resulte exitosa, ya que si los familiares y seres cercanos no cooperan con el tratamiento impuesto, no habría garantías de que el paciente se recupere. Los familiares deben asistir a reuniones individuales y grupales organizadas por el terapeuta para resolver la/s situación/es problemática/as. La farmacoterapia va dirigida a aplacar los síntomas anímicos del trastorno mediante el uso de antidepresivos y antipsicóticos. Tal y como quedó reflejado en la Tabla 2, Ana, la chica del caso, a medida que fue avanzando con su conducta disruptiva pasó a trocear la comida hasta dejarla hecha migas y de masticar dichos alimentos hasta 50 veces cada fragmento para que al terminar con el trozo que se estuviera comiendo, al ver lo que le quedaba todavía en el plato, se le quitaran las ganas de seguir comiendo. Curiosamente, a pesar de haberse quedado extremadamente delgada, se veía gorda (distorsión de la percepción de la propia imagen). Y llegó a hacer innumerables conductas más debido a la disminución de la confianza en sí misma por la influencia de las compañeras, aunque, como tampoco se indagó demasiado en la vida privada de la adolescente, se baraja la posibilidad de que la familia tuviera un estilo de enseñanza autoritario que no la dejara desarrollarse. Otro factor que podría haber actuado a modo de desencadenante de la anorexia podría ser que Ana poseyera como rasgo de personalidad la introversión (Behar, 2010). Por supuesto, la forma de tratar el trastorno de Ana por parte del médico era el que utilizaría un terapeuta de la Escuela de Milán. En esta escuela se les trata de concienciar a los pacientes de las preocupaciones que está provocando en sus familias desde el momento de aparición del trastorno que sufren, para que así dejen de cometer esas conductas erráticas. Como explican Heaton y Strauss (2008), ese tipo de gente ya se siente culpable porque piensa que su físico no es lo suficientemente bueno, porque la gente la mira mal por la calle (las pocas veces que sale), etc. Si alguien les dice que la culpa de que sus padres no se fijen en el pago del piso, por ejemplo, es suya exclusivamente, en el mejor de los casos simplemente no funcionaría, y en el peor y más probable, podría empeorar el diagnóstico de anorexia. 31 2.4. Trastorno Obsesivo-Compulsivo (T. O. C.) Tal y como describe Kodysz (s.f.) la primera vez que alguien describió un cuadro de trastorno obsesivo-compulsivo fue en 1838 de la mano de Jean Etienne Dominique Esquirol, quien habló de su estudio acerca de este trastorno en su libro Las obsesiones y la psicoastenia. En el siglo XX comenzaron a escribirse teorías acerca de las neurosis obsesivo-compulsivas y de sus relaciones con los conflictos acontecidos en el inconsciente, como bien enunció Sigmund Freud. A partir de los años 50, aparece la terapia conductual, derivada de las teorías del aprendizaje empieza a ser utilizada a modo de tratamiento de las fobias y del trastorno obsesivo-compulsivo. Pero el pesar de todos estos avances, el trastorno obsesivo-compulsivo recibió este nombre en las publicaciones de los manuales sanitarios DSM-IV y CIE-10. Y finalmente en la década de los 90 se introdujo el término Espectro Obsesivo Compulsivo, en el que se incluyeron una sería de síndromes relacionados. En la CIE-10 (OMS, 1992; pp. 74-76) el trastorno obsesivo-compulsivo tiene su propia categoría, es denominada F42 Trastorno obsesivo compulsivo, incluye como subcategorías la neurosis obsesivo-compulsiva, la neurosis obsesiva y la neurosis anancástica (perfeccionista), y como subtipos: F42.0 Con predominio de pensamientos o rumiaciones obsesivos, F42.1 Con predominio de actos compulsivos, F42.2 Con mezcla de pensamientos y actos obsesivos, F42.8 Otros trastornos obsesivo-compulsivos y F42.9 Trastorno obsesivo-compulsivos sin especificación. Según este manual, este trastorno se caracteriza por la presencia de pensamientos obsesivos o actos compulsivos recurrentes. Describe los pensamientos obsesivos son imágenes mentales que irrumpen en la actividad mental del individuo y suelen ser desagradables. En lo que respecta a los actos compulsivos, son definidas como conductas estereotipadas que pretenden poner fin a futuros daños posibles. Las conductas compulsivas no son de por sí placenteras y a menudo les resultan a los sujetos afectados, carentes de sentido o ineficaces. Según la CIE-10 tiene cierto grado de comorbilidad con la depresión, por tener un alto grado de 32 ansiedad se suelen presentar pensamientos obsesivos durante los episodios de depresión. También explica que este tipo de trastorno es más frecuente en hombres que en mujeres, suele ser propio de personas perfeccionistas y tiene normalmente tiene comienzo en la infancia o principio de la adultez. El curso de este trastorno es variable y tiende a tiende a la cronicidad, a no ser que presente síntomas depresivos. Según el DSM-5 el trastorno obsesivo-compulsivo aparece como el primero de los trastornos presentes en el apartado de Trastorno Obsesivo Compulsivo y trastornos relacionados, los cuales se dividen a su vez en: Trastorno obsesivo-compulsivo, Trastorno dismófico corporal, Trastorno de acumulación, Tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo), Trastorno de excoriación (rascarse la piel), Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados inducidos por sustancias/medicamentos, Trastorno obsesivocompulsivo y trastornos relacionados debido a otra afección médica, Otro trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados específicos; y Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados no especificados. En este manual el Trastorno obsesivo-compulsivo está caracterizado por “la presencia de obsesiones y compulsiones […] las obsesiones son pensamientos impulsivos o imágenes recurrentes que el sujeto experimenta de forma intrusiva e intenta ignorar o neutralizar con otro acto […] las compulsiones son comportamientos o actos mentales que son llevados a cabo para evitar alguna situación temida y estos comportamientos no están conectados de una manera realista con los destinados a neutralizar o prevenir o neutralizar […]” (APA, 2013; pp. 198-210). 33 Tabla 3. Criterios diagnósticos para el trastorno obsesivo-compulsivo (Tomado del DSM-5; APA, 2013) Según esta clasificación, el trastorno obsesivo-compulsivo puede ser: con introspección buena o aceptable, con poca introspección o con ausencia de introspección/con creencias delirantes. En la que tiene introspección buena o aceptable el individuo sabe que sus obsesiones no ser ciertas. En la que tiene ausencia de introspección/con creencias delirantes el sujeto piensa que sus obsesiones son ciertas. Y en la que tiene poca introspección el sujeto piensa que sus obsesiones en ocasiones no son ciertas, pero en la mayoría cree que sí que lo son. En cuanto a la prevalencia del trastorno obsesivo-compulsivo los estudios más recientes a los que se ha podido acceder dicen que en mujeres embarazadas la posibilidad de tener TOC se encuentra entre el 0.2% y el 3.5% 34 (Frías, Palma, Barón, Varela, Álvarez y Salvador, 2015), la de los niños de entre 8 y 12 años oscila entre un 1% y un 2.3% de prevalencia global y un 0.7% de la prevalencia anual, en jóvenes de 18 años hay una prevalencia del 0.7% según los criterios de la DSM y un 1.4% según los criterios de la CIE-10(RosaAlcázar, Iniesta-Sepúlveda y Rosa-Alcázar, 2013; Moreso, HernándezMartínez, Val y Sans, 2013) y de la población en general entre un 1% y un 4% padecen del trastorno obsesivo-compulsivo (Rosa-Alcázar, Ruiz-García, Iniesta-Sepúlveda, López-Pina, Rosa-Alcázar y Parada-Navas, 2014). Hay más posibilidades de padecerlo si se tiene en la familia cercana a alguien que lo tenga o haya tenido (López, 2005). Figura 4. Prevalencia del trastorno obsesivo-compulsivo (Elaborado a partir de Frías et al, 2015) Aunque el trastorno obsesivo-compulsivo puede tener su comienzo en la infancia, por lo general suele comenzar en la adolescencia o a principios de la edad adulta. La edad media de comienzo es de 22 años. El trastorno obsesivocompulsivo tiene comienzo antes en los hombres que en las mujeres, 35 empezando entre los 13 y los 15 años en los chicos y entre los 20 y los 24 años en las chicas. En la infancia comienza a los 9,5 años en los niños y a los 11 años en las niñas (López, 2005; Rosa-Alcázar, Iniesta-Sepúlveda y RosaAlcázar, 2012). Si el TOC empieza a los 35 o 40 años existirá sospecha de problemas neurológicos o de depresión. El TOC tiene un comienzo gradual y su curso es crónico pero con altibajos durando seis meses o más (López, 2005). De un 28 a un 38% de las personas convalecientes del trastorno obsesivo-compulsivo padecen además de otros trastornos, este trastorno es un 85% comórbido con algún episodio depresivo, el 27% cumplen por completo con los criterios diagnósticos de algún tipo de trastorno depresivo, sobretodo depresión mayor (13-35%). El 16,1% de los diagnosticados de trastornos de alimentación sufre de TOC. Y el resto de los sujetos con trastorno obsesivocompulsivo pueden tenerlo con algún tipo de trastorno de ansiedad (fobia específica, agorafobia o trastorno de pánico), con abuso de alcohol, con abuso del juego, trastornos del control de los impulsos (síndrome de Tourette, tricotilomanía o cleptomanía), trastorno dismórfico corporal, hipocondría, esquizofrenia, sintomatología psicótica y trastorno de despersonalización (García, 2008). 36 Figura 5. Comorbilidad del trastorno obsesivo-compulsivo (Elaborado a partir de García, 2008). La evaluación del trastorno obsesivo-compulsivo se puede llevar a cabo mediante el uso de cualquiera de estos cuatro cuestionarios específicos: el Test de Evitación Conductual para el Trastorno Obsesivo-Compulsivo o Behavioral Avoidance Test for Obssesive Compulsive Disorder (BAT), el Inventario de Padua o Padua Inventory (PI), la Escala de Obsesión-Compulsión de Yale-Brown o Yale-Brown Obssesive Compulsive Scale (Y-BOCS), y el Inventario Maudsley de Obsesión-Compulsión o Maudsley Obssional- Compulsive Inventory (MOCI). El Test de Evitación Conductual para el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (Steketee, 1996) es una escala de observación destinada a evaluar el miedo y la evitación de las personas con miedos y fobias de cualquier edad mediante tres tareas seleccionadas por el paciente que son agrupadas en siete pasos o ítems. El Inventario de Padua (Sanavio, 1988) es un cuestionario de evaluación pre-post formado por 60 ítems tipo Likert de 5 puntos (0=nada; 4=mucho) que evalúan la intensidad de los síntomas obsesivo-compulsivos de las poblaciones no clínica (simplemente es gente con tendencias perfeccionistas, pero sin TOC) y clínica. Este test se debe administrar en 30 minutos como máximo. La Escala de ObsesiónCompulsión de Yale-Brown (Goodman, Price, Rasmussen, Mazure, Fleischmann, Hill, Heninger y cols, 1989) es un test que se puede usar tanto durante el tratamiento como antes y después formado por 83 ítems que se encuentran divididos en 15 categorías, que sirve para valorar la gravedad tanto las obsesiones como de las compulsiones, el tiempo malgastado en llevarlas a cabo, la interferencia, el estrés (distrés) negativo desencadenado por las mismas, la resistencia a hacerlas y el control. El tiempo de administración de este test oscila entre 30 y 45 minutos. El Inventario Maudsley de ObsesiónCompulsión (Hodgson y Rachman, 1986) es un test de evaluación de pretratamiento compuesto por 30 ítems de tipo verdadero-falso que sirven para diferenciar a las personas que tienen un trastorno obsesivo-compulsivo de la que tienen rasgos y estilos de personalidad obsesivos, haciendo referencia a los rituales de comprobación, lavado y limpieza, aparte de incluir ítems de duda 37 o consciencia sobre las obsesiones. El tiempo de administración de este test varía entre 10 y 15 minutos. Los tratamientos que han conseguido mayores resultados a la hora de solucionar los comportamientos del trastorno obsesivo-compulsivo son los de tipo cognitivo-conductual, como son la exposición con prevención de respuesta, psicoeducación neurobiológica, entrenamiento a los padres o intervenciones basadas en la familia, intervenciones narrativas, técnicas cognitivas, terapia de reducción de la ideación de peligro, detección del pensamiento, prevención de las recaídas y de manejo de ansiedad (Rosa-Alcázar, Iniesta-Sepúlveda y Rosa-Alcázar, 2012; López, 2005). Pero a pesar de su alto índice de eficacia a la hora de tratar este tipo de trastorno no es la única posibilidad de tratamiento, el tratamiento psicológico de índole conductual suele ir acompañado de un tratamiento farmacológico (Vives y Salgado, 2008). Según López (2005) en la exposición con prevención de respuesta el individuo debe ser expuesto al estímulo temido, ya sea de forma virtual o en vivo y se previene durante el mismo la ocurrencia de compulsiones encubiertas y manifiestas. Esta actividad debe ser practicada hasta que la ansiedad disminuya, o sea cerca de un hora aproximadamente. Entre un 15 y un 25% aceptan el tratamiento de exposición con prevención de respuesta, de un 8 a un 17% lo abandonan, y entre el 50 y el 60% de los que lo aceptan mejoran. La terapia cognitiva sirve para enseñarle a que el sujeto controle sus pensamientos obsesivos una vez que aparezcan, para que distingan si esos pensamientos son ciertos o no, y también resulta útil para los pacientes de TOC que hayan sufrido alguna vez un episodio depresivo, con esta terapia el paciente notará una mejora de por lo menos el 20%. En la terapia de reducción de la ideación de peligro va dirigida a reducir la probabilidad de aparición de rituales de lavado/limpieza, pero sin recurrir a la exposición directa del individuo a los estímulos temidos. Esta terapia consta de siete partes: justificación y descripción del tratamiento, reestructuración verbal, entrevistas filmadas, experimentos microbiológicos, tarea de estimulación de la probabilidad de catástrofe, información correctiva y concentración de la atención. En la justificación y descripción del tratamiento se le explica que ansiedad es debida al exceso de importancia que le da el paciente a sus obsesiones. En la reestructuración verbal se trata de cambiarle los 38 pensamientos obsesivos por otros que sean más positivos y tranquilos y esta fase dura 15 minutos. Entonces se dará paso a las entrevistas filmadas, donde se le obliga a ver al paciente a ver películas en las que se puede ver a trabajadores llevando a cabo las conductas que a ellos les obsesionan, haciendo énfasis en la ausencia de enfermedades de los protagonistas de esas películas. Esa parte dura normalmente entre 40 y 60 minutos. En los experimentos microbiológicos se le indica al paciente que toque durante todo el día cosas sin lavarse las manos inmediatamente para desensibilizarlo. Al final del día se le permitiría lavarse las manos, pero sólo una vez ya sea con agua sola o con agua y jabón. En la tarea de estimulación de la probabilidad de catástrofe se le hace ver el escaso sentido que tienen sus obsesiones comparándoselas con catástrofes naturales, accidentes de tráfico, maltratos a animales, violaciones, etc. A esta actividad se le dedican entre 30 y 60 minutos. Durante la información correctiva se le informa al paciente de las causas de muerte acontecidas en los últimos años, haciéndole darse cuenta de que ninguna de ellas tiene nada que ver con sus pensamientos obsesivos. También, durante esta última técnica, se le consciencia de los numerosos problemas físicos que le podrían causar a largo plazo las compulsiones que utilizan frecuentemente para poner fin a sus obsesiones. La técnica oscila entre 20 y 60 minutos. La concentración de la atención pretende reducir la frecuencia de los pensamientos intrusivos mediante el control de la respiración y repeticiones de la palabra “relax” o de series de números. Los pacientes deben practicar esta técnica en su casa 10 minutos al día dos veces al día, y 60 minutos si se lleva a cabo en la sesión. Otra posible técnica es la detección del pensamiento, la cual no es especialmente eficaz aunque podría resultar de utilidad para los rituales internos que se tratan en la técnica de exposición con prevención de respuesta. Y, por último, la prevención de recaídas se suele llevar a cabo mediante cuatro sesiones de 90 minutos a lo largo de 12 semanas, en estas sesiones se explica la ocurrencia de los agentes estresantes y su reaparición, se identifican los agentes estresantes de la vida cotidiana, se proporcionan otras técnicas de afrontamiento y se le expone a las situaciones ansiogenas contando con la ayuda de un familiar. 39 En el caso de Ana, ya tenía un tipo de trastorno obsesivo-compulsivo que le hacía desmigajar y desmontar los bocadillos para comérselos de manera extremadamente ordenada para remediar el pensamiento de que si no lo hacía en esa secuencia, alguien entraría en su casa para estrangular a su gata negra, Thais, o incluso que fuera ella misma quien llevara a cabo tal atrocidad. Lo llevaba haciendo así desde los 11 años, edad dentro de la normalidad para el comienzo del TOC en niñas, ya que en la infancia las mujeres comienzan a notar las obsesiones después que los niños (Rosa-Alcázar, Iniesta-Sepúlveda y Rosa-Alcázar, 2012). Y tal como se explica a lo largo de este apartado, los pensamientos obsesivos o las compulsiones, como en este caso, tienen un alto riesgo de ser comórbidas con los trastornos de alimentación, con lo que si se presenta una situación como la que se le presentó a Ana, son más vulnerables a padecer alguno de ellos que el resto de la población. Lo que no significa que en otro tipo de personas no se pueda dar. 2.5. Relación entre pica, anorexia nerviosa y trastorno obsesivo-compulsivo (T. O. C.) Tanto la anorexia como la pica tienen origen en una considerable falta de autoestima. Pero la diferencia entre las dos reside en que la pica es un trastorno poco aceptado en la sociedad de hoy en día, pero sin embargo la anorexia tiene su origen en la fijación de sus víctimas por ser aceptadas en una sociedad donde si tienes unos pocos kilos de más, te marginan y odian. Aunque a largo plazo, la anorexia tampoco es aceptada dentro de la sociedad haciendo que, no solo las odien o miren mal, sino que también se ven mal ellas/ellos mismos/as. En lo que respecta a la anorexia y su ímpetu por conseguir un tipo físico imposible, algunos autores (Jacobs y Isaacs, 1986; Shaw, 2012) describen en sus artículos que los sujetos que padecen este trastorno tienden a sentirse culpables porque piensan que no conseguirán en sus vidas su meta. Aunque en el fondo, postulan ellos, las personas anoréxicas disfrutan con su propio sufrimiento porque piensan que así no volverán a cometer sus errores. Las 40 formas más comunes de autolesión entre los anoréxicos son las de hacerse pequeños cortes con algún objeto punzante en zonas que no son mortales, y la de ingerir grandes cantidades de laxantes para librarse de la poca comida que hayan podido digerir e incluso de los líquidos que hayan tomado. A pesar de su afán por querer estar delgados, ellos mismos notan que se están pasando y desean pedir ayuda, no lo hacen porque una parte de ellos quiere proporcionarles una muerte lenta y dolorosa, esto indica la comorbilidad de la anorexia, y del resto de trastornos de la alimentación con el masoquismo (Bhatia y Kaur, 2014). Shaw (2012) argumenta que ese deseo de autodestrucción puede tener su origen en los malos tratos proporcionados por sus padres y el resto de sus seres cercanos durante un largo periodo de tiempo o durante la infancia, los cuales parecían disfrutar viéndolos sufrir, de modo que sería una forma de imitación de lo que han visto a lo largo de sus vidas. El autor Vargas-Mendoza (2012) añadió a la clasificación sobre los trastornos de alimentación, en concreto sobre la pica, aparente en su DSM coetánea los comportamientos de tricotilomanía o síndrome de Rapunzel, coprofagia y onicofagia, ya que los consideraba comportamientos alimentarios fuera de lo habitual y que eran ejecutados de manera compulsiva. Este autor también dijo que algunos casos de pica podrían llegar hasta la adolescencia o adultez llegando a coincidir, de esa manera, con otro tipo de trastornos de la alimentación como podría ser el caso de la anorexia. Esto empeoraría el pronóstico de pica, ya que si ese trastorno se debe a un nivel bajo de zinc, el hecho de la supresión de la ingesta de alimentos enriquecidos con el mismo, no sólo le producirá una bajada drástica de peso, lanugo (crecida de vello en sitios inusuales independientemente del sexo al que se pertenezca, debido a un importante desajuste hormonal) y demás acontecimientos desagradables tanto para el propio individuo como para todo su entorno social, sino que además descenderían los niveles de zinc. Morgan, Ahene y Lacey (2010) llegaron a investigar casos en los que algunos jóvenes anoréxicos ingerían grandes cantidades de sal de modo compulsivo para así poder eliminar los pensamientos obsesivos líquidos de forma más rápida de lo habitual, ya que la sal absorbe los líquidos del organismo. 41 Los autores Bertrand, Bélanger y O´Connor (2011) explicaron ese extraño comportamiento aludiendo a la relación de la anorexia de esos chicos con su problema de pica, pero también con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Según ellos, los trastornos alimentarios se pueden llegar a relacionar con el TOC argumentando que al empezar a sentir los pensamientos rumiativos de que no les caen bien al resto de la gente, ya sean sus familiares o sus amigos, o que discuten porque estoy gorda en el caso de maltrato doméstico, son lo más parecido a las obsesiones acontecidas en el TOC. Para solventar esas obsesiones, los anoréxicos sienten que no pueden dejar de comer del todo y callan los pensamientos mediante la ingesta de sustancias con bajo índice calórico o carentes de calorías. O simplemente ver una persona gorda por la calle y pensar de inmediato que ellos también lo están y desean ponerle fin a ese pensamiento comiendo cada vez menos. Si bien es cierto que al contrario en el TOC, en la anorexia el consumo de este tipo de alimentos o su restricción total, sí que tiene relación con sus pensamientos intrusivos, mientras que en el TOC las compulsiones muchas veces no están relacionadas con las obsesiones a que intentan poner fin. A modo de ejemplo de lo que se habla en este párrafo acerca de esa casi insustancial diferencia entre TOC y anorexia con pica, se redactará el ejemplo que tantas veces se ha mencionado en clase sobre un caso de TOC: A alguien se le ocurre la idea, de repente, de que si pisa algún espacio de los que hay entre las losas de la acera, su padre morirá. De modo que empieza a ir andando por la calle esquivando con inmensa cautela los espacios que separen las losas. 3. Conclusiones A modo de resumen, tanto la anorexia como la pica o alotriofagia son trastornos de la alimentación en los que hay una considerable falta de autoestima, ambas tienen comorbilidad con los trastornos de ansiedad, obsesivo-compulsivos y los de personalidad. Ambas tienen sus comienzos en la antigua Grecia. El trastorno obsesivo-compulsivo, como se acaba de explicar, tiene una alta probabilidad de coincidir con cualquiera de estos dos 42 trastornos sino con los dos al mismo tiempo, aunque el límite entre las tres es muy difuso en gran cantidad de ocasiones y, por lo tanto no se puede saber muy bien, cuando coinciden de qué trastorno fue el que provocó la aparición del otro. A pesar de que la CIE-10 dice que el trastorno de pica, al ir relacionado con cualquier otro trastorno que no sea de ni esquizofrenia ni retraso mental o trastornos del espectro autista, no puede considerarse como tal y se suele obviar, mediante el uso de artículos diversos se ha podido demostrar que puede actuar como un trastorno en sí y no solo como un síntoma de otros de mayor calibre. Las conductas parasuicidas pueden aparecer acompañando a estos tres trastornos por separado o juntos, debido al bajo estado de ánimo que muestran tanto la pica como la anorexia y el trastorno obsesivo-compulsivo, y justamente, es por esto que la anorexia y el trastorno obsesivo-compulsivo muchas veces son comórbidas con la depresión mayor o con cualquier tipo de trastorno anímico. La pica también incluye las conductas parasuicidas dentro de su rango, ya que en la onicofagia, por ejemplo, se hacen sangre, en otros tipos de pica se ingieren de manera compulsiva sustancias que en grandes cantidades podrían resultar tóxicas para el individuo que las consume como el barro, los clavos, pelo, etc… Algunos expertos consideran que las dos enfermedades, si se presenta al mismo tiempo, podrían llegar a ser mortales porque se provocaría un déficit de Zinc. Pero si además coinciden con un trastorno obsesivo-compulsivo se asegura la repetición errónea del individuo, porque no hay manera de acallar perpetuamente los pensamientos obsesivos, a pesar de que se puedan amortiguar mediante ciertas técnicas solo sirven para controlar esos pensamientos tan molestos. Lo mismo pasa con la anorexia que puede llegar a ser crónica y volver a aparecer años más tarde del tratamiento. Todo esto porque en el fondo piensan que no podrán sostener esa situación de angustia durante más tiempo y se dañan con la esperanza de que a la larga, les cause la muerte y así acabar con ese sin vivir. En todos estos trastornos los sujetos se dan cuenta de que su conducta no es la que llevaría a cabo un individuo normal de la sociedad en la que habitan. 43 Pero debido a su base, no se ven capaces de dejarlo, aunque por otro lado, tampoco desean dejar de cometer dichas conductas contrarias a su salud tanto física como mental y social. Resulta curioso pensar que el trastorno de pica no tenga ningún test específico dentro de los trastornos de alimentación a pesar de los cambios producidos en el DSM-5, escaseen los cuestionarios que identifiquen cualquier tipo de trastorno de la alimentación fuera de la bulimia y la anorexia. A pesar de que el trastorno de pica ha cambiado de clasificación hace pocos años, lo raro esque ni siquiera aparece con los otros trastornos con los que lo metieron en la clasificación del DSM-IV. En los cuestionarios del trastorno obsesivocompulsivo, sin embargo, se pueden distinguir no solo los trastornos de TOC y relacionados, sino que también se diferencian de otros trastornos o conductas parecidas, como por ejemplo es el perfeccionismo. El desarrollo o, por lo contrario, el estancamiento y fin de este tipo de trastornos depende de la voluntad de actuación que muestre la sociedad occidental respecto a los trastornos de la alimentación. En el fondo, la promoción de esos trastornos, y de otros muchos aparentes en la DSM-5 y la CIE-10, la provocan los exagerados cánones de belleza existentes de nuestra sociedad de consumo entre otras razones. Y debido a esto, los tratamientos no resultan todo lo sencillos que deberían ser de llevar a cabo exitosamente. 4. Referencias Bibliográficas American Psychiatric Association (2013). Diagnostic And Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.). Washington, DC: American Psychiatric Publishing. Ballesteros, J. G. y González, F. R. (2006). El Madrid de la postguerra. Madrid: Universidad de Mayores de Experiencia Recíproca, 3-29. 44 Behar, R. A. (2010). La construcción cultural del cuerpo: El paradigma de los trastornos de la conducta alimentaria. Revista Chilena de Neuropsiquiatría, 48 (4), 319-334. Bell, K. E. y Stein, D. M. (1992). Behavioral Treatments for Pica: A Review of Empirical Studies. International Journal of Eating Disorders, 11(4), 377389. 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