1.- material de pentecostes

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Primer momento
¿Cuál es la promesa de Jesús?
Objetivo de la dinámica
Que los jóvenes puedan descubrir de manera personal la promesa del
Padre y del Hijo de enviarnos al Consolador, al Espíritu Santo para
darnos la fuerza de cambiar nuestra vida.
I. Explica a los jóvenes con tus propias palabras lo siguiente:
Cuando Jesús les dice a sus apóstoles que tiene que ir a un
lugar a donde ellos aún no lo pueden seguir, ciertamente
ellos se entristecieron (cf. Jn. 33 ss.), pero Jesús les promete
no dejarlos solos. Les promete enviarles el Espíritu Santo
y les anima explicándoles que es lo más conveniente para
ellos. Pentecostés es precisamente el cumplimiento de
esta promesa, es el acontecimiento en el que estando
reunidos todos los apóstoles y la Virgen María, el Espíritu
desciende sobre ellos. En ese día también habían personas
que provenían de diferentes partes del mundo y recibieron al
Espíritu Santo y experimentaron sus frutos, porque esta
promesa de Jesús se extiende a todos, no sólo a los
apóstoles. Todos proclamaban las grandezas de Dios,
sólo aquellos que no aceptaron esta gracia, prefirieron
burlarse y así negar el poder de Dios.
¿Cómo se manifiesta la efusión del Espíritu Santo?
En el pasaje de los Hechos de los apóstoles, los que quedaron llenos del Espíritu Santo
hablaban en lenguas extrañas, y muchas veces al leer el texto nos quedamos centrados en
esto, llegando incluso a malinterpretarlo. Creemos que al recibir al Espíritu Santo nosotros
debemos de adquirir poderes extraños, desmayarnos, decir cosas raras, etc. Sin embargo,
nos damos cuenta que no es así, y entonces, surge la pregunta: ¿Cómo se manifiesta la
efusión del Espíritu Santo? Ciertamente son muchos los frutos que la efusión del Espíritu
Santo provoca en nosotros. El principal es el cambio de nuestras vidas, no podemos
permanecer como si no pasara nada, y para ello tenemos que tener disposición, no es
mágico el cambio, se va dando poco a poco. Aunque no es por nuestros méritos, tenemos
que poner de nuestra parte.
II. Después para comprender mejor esto, indícales que vamos a realizar lo siguiente.
1. Reparte el Documento de trabajo No. 1, en el cual, a través de la escucha atenta de
la Palabra de Dios que nos propone el Papa Benedicto XVI, descubriremos el misterio
y la obra del Espíritu Santo.
2. Una vez realizado lo anterior, otorga el tiempo que consideres necesario para que los
jóvenes puedan leer y subrayar el texto.
3. Después indica a los asistentes que en parejas vamos a contestar las preguntas que
ahí se indican.
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4. Al final, de manera plenaria vamos a comentar entre todos nuestras respuestas y
opiniones.
Segundo momento
¿Quién es para mí el Espíritu Santo?
Objetivo de la dinámica
Que los jóvenes reflexionen en la manera específica y personal que
tiene el Espíritu Santo para guiarlos y acompañarlos todos los días de
su vida.
Para realizar esta dinámica sigue los siguientes pasos.
1. Inicia este segundo momento con una lluvia de ideas en la que los jóvenes, con sus
propias palabras, puedan descubrir qué es para ellos el Espíritu Santo.
2. Pueden salir palabras como “amor”, “algo invisible que nos mueve”, “un poder de
Dios”, déjalos que se expresen libremente; si en un momento no quieren participar,
anímalos dándoles algunas ideas que ellos puedan tomar para que digan lo que ellos
creen que es el Espíritu Santo.
3. Utiliza un pintarrón, cartoncillo o algún material que te pueda servir para ir anotando
las ideas que vayan surgiendo y que, a la vez, los jóvenes puedan observar.
4. Dales el tiempo que consideres adecuado.
5. Una vez realizado lo anterior, cierra esta idea explicando brevemente, con tus propias
palabras qué es el Espíritu Santo. Recuerda ser muy específico y personal, para
lograr esto básate en las siguientes ideas.
¿Qué es el Espíritu Santo?
Primero vamos a ver qué significa la palabra “espíritu” para poder entender lo que
verdaderamente es el Espíritu Santo. Por espíritu entendemos que es un “soplo”, “aire”,
“viento”; Jesús utiliza este término para poder enseñarle a la gente que el Espíritu Santo es
el Soplo de Dios que al igual que el aire que respiramos, no lo vemos pero lo sentimos, así el
Espíritu Santo no lo podemos ver pero lo sentimos y sabemos que existe. Dentro de nuestra
fe cristiana reconocemos la presencia del Espíritu de Dios adorándolo y glorificándolo. El
Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo)
que con su poder nos envuelve y hace que profesemos la fe en Dios Trinitario y podamos
decir “Creo en Dios Padre…; Creo en Dios Hijo… Creo en Dios Espíritu Santo…” Se le conoce
desde diversas definiciones, a continuación te presentamos algunas de ellas.

2
EL AMOR ENTRE EL PADRE Y EL HIJO. El Espíritu Santo es todo el amor que
existe entre el Padre, creador y omnipotente, y el Hijo, Jesucristo Salvador de los
hombres; ya que Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu
de su Hijo (cf. Ga 4, 6) es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es
inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor
para el mundo. (CIC 689).

FUENTE DE VIDA QUE NOS SANTIFICA. Porque el amor de Dios ha sido
derramando en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado
(Rm. 5, 5), pues por medio del Espíritu Santo Dios nos concede las gracia de la
salvación que alcanzamos por el sacrificio de Jesucristo muerto en la cruz y
resucitado a al vida gloriosa. Él nos invita a seguirlo, aceptándolo y abrazándolo para
alcanzar nuestra santificación por medio de la vida de la gracia.

ESPÍRITU SANTO CONSOLADOR. Jesús,
cuando nos anuncia y nos promete que vendrá
el Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", y este
término lo escuchamos mucho en nuestras
expresiones de Iglesia, pero en ocasiones no
sabemos lo que significa esta palabra.
"Paráclito" se traduce habitualmente por
"Consolador", siendo Jesús el primer consolador
y esto significa que es "aquél que es llamado
junto a uno", si me aman, obedecerán mis
mandamientos, y yo rogaré al Padre y les dará
otro consolador, para que esté siempre con
ustedes, es el Espíritu de la verdad que no
puede recibir el mundo, porque ni lo ve ni lo
conoce; ustedes, en cambio, lo conocen porque
vive en ustedes y con ustedes está (Jn 14, 16, Cfr. CIC 692).

ESPIRITU DE VERDAD. El mismo Señor llama al Espíritu Santo: "Espíritu de
Verdad". El Espíritu de verdad que nos "revela" a Cristo "no habla de sí mismo" (Jn
16, 13). "Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Co 2, 11). Pues
bien, su Espíritu nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se
revela a sí mismo. El que "habló por los profetas" nos hace oír la Palabra del Padre.
Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al
Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. Un ocultamiento tan discreto,
propiamente divino, explica por qué "el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni
le conoce", mientras que los que creen en Cristo le conocen porque Él mora en ellos
(Jn 14, 17, Cfr. CIC 687).
Retomando las palabras que nuestro Santo Padre Benedicto XVI (Documento de trabajo No.
1), nos invita a que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo y lo reconozcamos como el
“Maestro Interior” pues Él como fuente de luz ilumina los corazones de todos los hombres
para vivir nuestra vida y llevarla por el mejor camino, para encontrar nuestra verdadera
alegría y llegar a nuestra plenitud.
A continuación seguimos con una dinámica para introducirnos a la explicación del porqué y
cómo dejarnos guiar por el Espíritu Santo.
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Dinámica: “Hilo Conductor”
1. Esta dinámica la puedes aplicar ya sea en un espacio
abierto (afuera del templo, en un campo cerca del
lugar de reunión, etc.) o bien, dentro del templo si las
condiciones climáticas no son favorables.
2. Vas a necesitar hilo cáñamo o cualquier otro que creas
conveniente lo importante es que sea resistente y no
muy grueso.
3. Suficientes pañuelos para vendarle los ojos a los
jóvenes.
4. El hilo lo vas a ir extendiendo a lo largo del campo y
puedes pasarlo por donde quieras, puede ser de un
lado a otro, de extremo a extremo. Te anexo un
ejemplo de cómo puedes colocar el hilo por el lugar de
la dinámica.
ESPACIO DONDE REALIZAR LA DINAMICA
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5. Por donde coloques el hilo conductor es por donde los jóvenes una vez vendados, van
a recorrerlo caminado y solo agarrándolo con una mano. Es importante que les digas
que una persona los va guiar por el camino y que depende de ellos dejarse guiar
para llegar hasta el final del camino. Ese guía es un amigo que siempre está con
nosotros y que no debemos de tener miedo de caminar junto a Él.
6. En algunos extremos donde coloques el hilo vas a necesitar de cinco a siete jóvenes
que sean quienes estarán esperando a los jóvenes para decirles la frase alusiva,
puedes poner dos o tres jóvenes en cada base para que no se haga tan lenta la
fluidez.
7. El número de bases puede variar según creas conveniente respecto al espacio y
tiempo para esta dinámica. Puedes utilizar las siguientes frases o bien algunas otras
que tú creas conveniente:
Base 1: “Recibe el soplo Divino y acoge en tu corazón el Espíritu de Dios”.
Base 2: “Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid al Espíritu Santo.” (Jn 20, 22)
Base 3 “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede ser hijo de Dios”.
Base 4: “Un cristiano que se deja guiar por el Espíritu Santo sabe distinguir entre el
bien y el mal”.
Base 5: “El Espíritu Santo llenará tu corazón de amor en abundancia para que lo
regales al mundo”.
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Base 6: “Sin el Espíritu de Dios en tu corazón, estarás caminando en tinieblas y
oscuridad.”
Base 7: “Déjate guiar por el Maestro interior para que alcances tu verdadera
felicidad.”
Base 8: “El Espíritu Santo te da la audacia para anuncia sin miedo: ¡Cristo ha muerto
y resucitado!”
Base 9: “La fuerza del Espíritu Santo te permite ir a anunciar hasta los confines de la
tierra.”
8. La idea de la dinámica es que los jóvenes vayan caminando, guiados por el hilo, con
los ojos vendados y al llegar a una base se le dirá al oído y en voz baja la frase para
que la vaya meditando durante todo su recorrido hasta llegar a la otra base, donde
le darán la siguiente frase y así sucesivamente hasta llegar al final.
9. Para finalizar el camino del “hilo conductor”, el recorrido puede terminar en un
espacio donde este colocada una imagen el Espíritu Santo o bien si la dinámica la
realizas dentro del templo puede terminar en la capilla del Santísimo.
10. Una vez que haya pasado el último de los jóvenes, puedes darles tiempo para que
mediten acerca de la dinámica, manejando la analogía entre la guía que te
proporciona el hilo y la ayuda del Espíritu Santo. Puedes hacerles las siguientes
preguntas:
a) ¿Qué sintieron al caminar con los ojos vendados?
b) ¿Tuvieron miedo de que se fueran a caer o de no saber a dónde iban?
c) ¿Qué se les vino a la mente cuando escucharon las frases, las iban meditando en
su interior mientras caminaban?
11. Después continúa la última parte del momento.
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Tercer momento
El Espíritu Santo
¡Nuestro Maestro Interior!
Objetivo de la dinámica
Que el joven comprenda y reflexione en la forma en que el Espíritu
Santo sigue actuando con poder en la Iglesia hoy, como nuestro
maestro interior en la medida en que cada uno está dispuesto a abrirse
a su fuerza renovadora; para dejarse guiar por su amor por medio de
sus dones.
I. Inicia la actividad inspirando a los jóvenes sobre la importancia del Espíritu Santo como
nuestro maestro interior. A continuación te presentamos una posibilidad.
El mayor regalo que Dios nos ha dado es enviarnos a su Espíritu dentro de nosotros. Él
es nuestro maestro interior, quien nos enseña, nos consuela, nos alienta, nos inspira,
nos llena de fuerza para vivir con alegría. Dios quiso quedarse con nosotros y
mostrarnos los misterios de su amor, por medio de su Santo Espíritu. Lo que vamos a
hacer a continuación es autoevaluarnos en algunas ideas básicas para ver si estamos
abiertos a recibir al Espíritu Santo.
1. Reparte el Documento de trabajo No. 2 y lápices o plumas para contestar.
2. Otorga el tiempo que consideres necesario para realizar la actividad.
3. Después pide a algunos jóvenes que nos compartan sus resultados y cuál
ha sido su experiencia en esta actividad.
4. Una vez realizado lo anterior, explica a los jóvenes la siguiente charla,
hazlo de una manera amena y con tus propias palabras. No leas la charla
porque eso le resta impacto y credibilidad. Anexa tus propias experiencias
y permite que el Señor, en la persona del Espíritu Santo inspire a los
jóvenes a dar su vida por Él.
¿Por qué decimos que el Espíritu Santo es nuestro guía?
Porque "Dios es Amor" y el Amor que es el primer don que contiene todos los demás dones
(CIC 733), ese Amor Dios lo ha derramado en cada uno de nuestros corazones por medio
del Espíritu Santo que se nos ha dado (Rm. 5-5), todos lo tenemos en nuestro interior; el
Espíritu Santo nos introducen en este Misterio del Amor de Dios, en el Misterio
trinitario porque solo el Espíritu Santo es quien nos abre a la fe y permite que la
vivamos cada día en plenitud, por medio de los dones que él nos concede, en especial
del Don del Consejo que es por el cual Dios nos va iluminado en cada una de las acciones
que realizamos. El Don de Consejo es sabernos orientar en la complejidad de la vida moral.
¿Y por qué decimos que la vida moral es compleja? Porque el bien y el mal se encuentran
mezclados en cualquier realidad que se nos presente, y que estas realidades pueden verse
desde distintos puntos de vista.
El Espíritu Santo por medio del Don de Consejo no es como una varita mágica que con solo
agitarla actúa de manera instantánea solucionándonos la vida, eso no es el Espíritu Santo y
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no actúa así. Lo encontraremos en el discernimiento que nosotros hagamos. Es la manera
en que vamos a saber tomar la decisión correcta ante tales circunstancias.
Debemos actuar como lo hizo Jesús a lo largo de su vida, por ejemplo, en el pasaje de la
curación del hombre de la mano seca (Lc. 6, 6-10) no solo lo importante es que Jesús se
compadece del enfermo y lo sana, sino que Él actúa por medio del don de Consejo que el
Espíritu Santo le inspira, que lo ilumina a discernir la decisión de curarlo y hacer un bien
mayor.
Así es precisamente como debemos de actuar, tenemos que aprender a discernir en
nuestra vida y en nuestro interior para descubrir la voluntad de Dios que nos dice
cómo hacer las cosas gracias al regalo que nos otorga con el don de Consejo. Ya
que en los distintos ambientes que nos encontramos tales como la familia, la escuela, el
trabajo, o los amigos, tenemos que tomar las mejores decisiones que nos van ayudar a
seguir y afrontar la vida. Por ejemplo, en la escuela, el decidir qué carrera estudiar, qué
profesión escoger para la vida, lo hacemos porque es el Espíritu de Dios, en su Don de
Consejo, nos orienta a tomar esta difícil decisión.
En ocasiones nos sentimos confundidos, y cuando nos sentimos así debemos acudir al
Espíritu Santo. O en la familia, de repente se presentan situaciones en donde hay que tomar
una decisión y es ahí, cuando el Espíritu Santo puede ayudarnos. También cuando estamos
en la escuela, ¿a poco no has sentido como a veces te llenas de dudas por no saber qué
hacer en momentos difíciles? Pues bien, en esos casos hay que dejar que actúe el Espíritu
Santo y dejarnos guiar.
Pero ¡¡CUIDADO!! Cuando no sabemos qué hacer ante diversos problemas que se nos
presentan y esperamos a que otro nos diga cómo debemos de hacer las cosas o qué decisión
tenemos que tomar, por ejemplo cuando dudamos de
una acción que vamos a realizar y solo depende de mí
para decidir qué hacer, es porque no dejamos que el
Espíritu Santo, Fuente de Luz, ilumine nuestra vida y
nos guíe, careciendo del don de Consejo y no sólo eso,
sino que seguimos siendo débiles de espíritu, nos
volvemos inseguros y temerosos ante la vida.
Como ya hemos visto, tenemos que aprender a
descubrir la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.
El Espíritu Santo es alegría, y nos ayuda a distinguir
entre la alegría y la tristeza que tenemos en el corazón
y a evaluar entre el poder superficial y la alegría
profunda, es decir la alegría autentica. Porque la acción
del Espíritu Santo que entra en nosotros por medio del
don de Consejo nos conduce hacia la alegría, hacia la
serenidad, hacia un entusiasmo sincero, hacia una
acción valiente1. Este es el objetivo de este don,
convertir a las personas en personas fuertes, seguras de sí mismas, que sean
asertivas, despejadas de la mente para clarificar sus decisiones y que tengan sus objetivos
claros.
Ahora te pregunto, en la dinámica ¿Cómo caminaste, con seguridad o con miedo?
¿Titubeaste al dar los pasos? Confiaste en aquella persona que te iba guiando y te llevaba
por el buen camino? No hay que dudar y seguir al Maestro interior que por su don de
Consejo nos lleva a que encontremos nuestra verdadera felicidad.
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Martini, Carlo María, SJ; Donde arde el Espíritu, Pág. 57
Cuarto Momento
Confirmación:
La fortaleza para dar
testimonio de Cristo
Objetivo de la dinámica
Comprender la importancia de los sacramentos de iniciación cristiana,
especialmente la Confirmación para acrecentar nuestra relación con
Dios Espíritu Santo y dar testimonio de Cristo a otros jóvenes.
I. Para iniciar este momento, vamos a analizar el cambio que experimentó un hombre que
conoció el poder del Espíritu Santo en su vida, para ello realiza lo siguiente.
1. Reparte el Documento de trabajo No. 3.
2. Organiza a los jóvenes en equipos de cinco o seis personas según sea el número de
participantes.
3. Explica a los jóvenes que analizaremos las actitudes de Pedro antes de la venida del
Espíritu Santo, para ello pide a alguien que lea en voz alta el pasaje bíblico y que los
demás sigan la lectura en silencio y subrayen lo que les llame la atención. Después
indícales que por equipos contesten las preguntas y saquen sus propias conclusiones.
De igual manera hagan lo mismo con la segunda lectura.
4. Otorga el tiempo que consideres adecuado.
5. Después de manera plenaria comenten algunos aspectos interesantes del cambio de
Pedro, antes y después de recibir al Espíritu Santo.
6. Una vez realizado lo anterior, explica con tus propias palabras y de manera breve lo
siguiente, enfatizando en que el Espíritu Santo nos puede hablar de diversas
maneras, pero por excelencia lo encontramos en los Sacramentos de Iniciación, como
la Confirmación.
Dios nos ha dejado los Sacramentos, los cuales podemos recibir en el seno de la Iglesia, en
esta ocasión, valoremos el Sacramento de la Confirmación:
En este sacramento, Dios nos da la fortaleza para que nosotros podamos dar testimonio de
Jesucristo. Los apóstoles eran temerosos y cuando tenían apresado a Jesús para llevarlo a la
cruz no querían decir que eran amigos de Él, por miedo a que los quisieran matar, sin
embargo, después de Pentecostés, sus actitudes cambiaron radicalmente, porque tenían la
fuerza del Espíritu Santo, ahora hablaban de Jesús sin temor, a pesar de las amenazas que
pudieran recibir, y llegaron al punto de dar la vida por Jesucristo.
El sacramento de Confirmación es nuestro Pentecostés, en él recibimos esta fuerza
que recibieron los apóstoles hoy en día.
Pero, ¿qué es la Confirmación? La Confirmación es un sacramento de iniciación cristiana,
como el Bautismo y la Eucaristía. En este se nos da la plenitud de la gracia que recibimos en
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el bautismo y además se nos dan los dones del Espíritu Santo, recibiendo con esto una
fortaleza especial. Al igual que el sacramento del Bautismo, lo recibimos una vez en la
vida y perdura hasta la vida eterna.
¿En qué consiste esa fortaleza especial?
Es
una
fuerza
que
nos
compromete
más
íntimamente con la Iglesia y nos ayuda a ser
testigos de Cristo en el mundo, llevando la fe a
quienes no lo conocen por medio de la Palabra y de
nuestras buenas obras. Así como sucedió con el apóstol
Pedro, sucede con quien recibe el sacramento de la
Confirmación. Pedro era un discípulo de Jesús, lo había
conocido profundamente, sin embargo cuando vio que su
maestro estaba en problemas hasta llegar a la muerte, se
atemorizó y lo negó. ¿Qué fue lo que hizo que tuviera
valor para dar testimonio de Jesús aún cuando había
muerto? La gracia del Espíritu Santo, porque le había
revelado completamente la verdad sobre quién era Jesús,
sobre la misión de la iglesia y la importancia de seguir
predicando la verdad aunque esto lo llevara a la muerte.
A nosotros se nos da la gracia del Bautismo, y por él nos
adentramos en la vida de la Iglesia, tomando en cuenta
que con ello participamos de la misión de ésta, la cual
consiste en llevar el Evangelio a todos los hombres hasta
los confines de la tierra. Pero, aún nos falta algo. Eso que
nos falta se nos da en el sacramento de la Confirmación: es una gracia especial que nos
capacita para cumplir con esta misión, una fuerza que nos hace anunciar a Cristo con
nuestra propia vida, sin temor a ser criticados, o a ser causa de burla de los demás, ya no
habrá nada que nos prive de ser sus testigos. ¿Crees que el Espíritu Santo puede darte
la misma fuerza que en el pasado dio a los apóstoles? La respuesta es sí, hoy el
Espíritu de amor ha venido para que podamos conocer la verdad y ser libres, para
hablar a los demás de Jesús, de la importancia de su amor y salvación.
¿Cuál es la actitud que hay que tener
ante este sacramento?
Jesús nos había prometido que enviaría su Espíritu Santo (cfr. Jn. 14, 16), y Él no podría
fallarnos porque es siempre fiel, por eso en el acontecimiento de Pentecostés cumplió su
promesa. Y cada uno de nosotros tenemos que vivir nuestro propio Pentecostés, es decir,
nuestro momento en el cual podamos conocer profundamente el poder del Espíritu Santo en
nuestra vida, de una manera muy sencilla posiblemente, o muy impactante, pero lo
importante de esto, es que los frutos sean los mismos: valentía, arrojo, deseo de predicar la
Buena Noticia que nos fue revelada por Jesús y profundizada a través del Espíritu Santo.
Para ello, hay que tener una actitud de fe y humildad. De fe porque tenemos que creer que
el Espíritu Santo puede hacer grandes maravillas en nosotros, tal como sucedió con los
apóstoles, y humildad para no caer en la tentación de quedarnos cabizbajos pensando que
no merecemos el don del Espíritu Santo. Claro que nadie lo merecemos por eso es un don,
porque Jesús nos lo quiere dar gratuitamente por amor, para nuestro bien.
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Por ello, si ya recibiste el sacramento de la Confirmación, ora con fe y constancia para
experimentar fuertemente su gracia, ora en comunidad prioritariamente, acompañado de
María, porque hay más de lo que hasta ahora has visto. Y si no lo has recibido, prepárate
para hacerlo, ve y recibe el sacramento; porque el don más grande de Dios, el regalo más
grande que nos ha podido dar: su Espíritu Santo vendrá a ti y hará su morada en ti.
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Quinto momento
¿Cuáles son los dones que recibimos
con la venida del Espíritu Santo?
Objetivo de la dinámica
Comprender y conocer más profundamente los dones espirituales para
buscarlos, pedirlos al Espíritu Santo y vivirlos plenamente.
I.
Para realizar la
siguiente actividad realiza lo que a continuación se presenta.
1. Organiza a los asistentes en equipos de cuatro o cinco personas.
2. Repárteles plumones, revistas cristianas y otras que contengan buenas imágenes,
pegamento y tijeras.
3. Reparte a cada equipo la definición de uno de los dones del Espíritu.
El don de piedad es el sentimiento profundo de ser hijos de Dios, en el gusto íntimo del
que llama a Dios “Padre”. El don de piedad por tanto, está en la base de toda devoción
auténtica, de toda espiritualidad, de toda oración cristiana. “La piedad nos mueve, bajo la
moción del Espíritu Santo, a prestar culto a Dios como Padre, y es un don del Espíritu Santo”
(Santo Tomás de Aquino).
El don de sabiduría es una penetración amorosa y sabrosa en los misterios de Dios. Este
don te permite comprender las cosas de Dios y entenderlas, así como saborearlas para
poder profundizar en otros dones. Lo contrario es la falta de sabor y de amor por las cosas
de Dios.
El don de temor de Dios es el que me capacita para luchar por no ofender a Dios, es decir,
lo amo hasta tal punto que no quiero ofenderlo; pero conociendo mis debilidades, tengo
miedo de no lograrlo. Este don nos hace evitar el pecado, no sólo por el castigo que pudiera
recibir, sino porque ofende a Dios que tanto me ama y lo amo.
El don de consejo nos capacita para oír la voz de Dios en las situaciones difíciles de la vida,
para encontrar la justa decisión, pronunciar la palabra justa y obrar rectamente (Mt. 10, 1920). El don de consejo viene en nuestra ayuda cuando la situación es incierta, para
permitirnos seguir adelante con confianza, con humildad, escogiendo razonablemente
(después de haber orado, pensado, reflexionado, después de habernos aconsejado) el
camino que parece de momento mejor.
El don de entendimiento nos hace penetrar y conocer las verdades de Dios, propuestas
por la fe mediante una luz que nos comunica el Espíritu Santo. Este don nos ayuda a
entender nuestra fe y las cosas de Dios.
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El don de ciencia es una ayuda del Espíritu Santo para conocer las cosas humanas con juicio
recto, viéndolas en relación con Dios. Este don nos capacita para ver las cosas en su relación a
Dios, de manera que tengamos la visión auténtica de ellas, no despreciando su valor, pero
reconociendo que Dios es su fundamento y que todos los valores terrenos son limitados.
El don de fortaleza es una elevación de la virtud de la fortaleza y hace que el hombre se
mantenga en las mayores dificultades y horrores y que esté en último caso dispuesto a padecer
para conservar su estado de cristiano, desde las cosas pequeñas hasta, incluso, llegar hasta el
martirio si es necesario. Este don consiste en la fuerza para cumplir lo que Dios quiere de nosotros,
a fin de servir al Evangelio, sobre todo en los tiempos difíciles, de cansancio, de prueba.
4. Explícales a los jóvenes que realizarán un collage representando lo que ese don significa y
puede hacer en la vida de cada uno de nosotros.
5. Otorga el tiempo que consideres necesario para realizar la actividad.
6. Pide a cada uno de los equipos que pase a explicar su collage en relación al don espiritual
que le tocó.
7. Al final, enfatiza en la importancia de estar abiertos, en los tiempos de oración y en la vida
diaria, para ser consientes de los dones que hemos recibido en los sacramentos de iniciación
cristiana como son: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
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Sexto momento
¡Recibe al Espíritu Santo!
Objetivo de la dinámica
Que los jóvenes a través de la lectura, meditación y contemplación de la
venida del Espíritu Santo en Pentecostés, renueven fuertemente la gracia
recibida en el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía para ser testigos
fieles del amor de Dios.
I.
La siguiente actividad es la más importante de la Vigilia de Pentecostés, porque es el momento
de estar abiertos a la presencia de Dios para recibir el Espíritu Santo y renovar nuestras
promesas bautismales, así como la gracia recibida en la Confirmación. Para ello, se realizará
primero una entronización de la Palabra, después una meditación bíblica y al final un tiempo de
oración libre, con cantos, que permitan entrar en comunión con Dios. A continuación te
presentamos algunas recomendaciones.
1. Arregla adecuadamente el lugar, coloca un altar al frente y adorna con distintivos
conmemorativos a Pentecostés. Si es posible, pide la capilla del Santísimo o un lugar
especial dentro de la Parroquia. Te recomendamos que no sea el mismo lugar donde ha sido
hasta ese momento la vigilia.
2. Pide a tres jóvenes que en el momento en que les indiques entren, una vez que todos los
demás estén en su lugar, con la Palabra de Dios, la Biblia, en alto y dos cirios en ambos
lados, para colocar la Biblia en el centro del altar.
3. Antes de que entren al lugar, explícales a los jóvenes de la importancia de esta actividad,
porque es el momento de recibir la gracia del Espíritu Santo, por ello debemos tener una alta
expectativa de lo que Dios puede hacer en nosotros.
4. Pídeles que pasen y tomen el lugar que les corresponda, pueden hacerlo en las sillas, bancas
o en el suelo, según lo dispongan como equipo.
5. Después repárteles el Documento de trabajo No. 4 para iniciar la oración.
6. Sigue la guía dando los tiempos adecuados para realizarla.
7. Al final, otorga un tiempo libre, en el que cada quien pueda orar de manera personal al
Señor, para ello, si hay alguien que toque algún instrumento, pídele que se prepare con
cantos del Espíritu Santo. Si no se cuenta con una persona así, busca música adecuada para
esta ocasión y prepara adecuadamente el equipo de sonido.
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Séptimo momento
Tu misión en estos tiempos
Objetivo de la dinámica
Que los jóvenes reflexionen en la importancia de ser testigos de Cristo para
llevar a otros a jóvenes a una relación personal con Él, por medio de la gracia
del Espíritu Santo.
I.
Para terminar con esta Vigilia de Pentecostés, explica a los jóvenes, con tus propias palabras,
tratando de animarlos, que el Papa Benedicto XVI nos ha enviado una carta para darnos
nuestra misión en estos tiempos. Para ello:
1. Reparte el Documento de trabajo No. 5, pero en forma de carta, es decir, dóblala
adecuadamente y métela en un sobre, así repártela.
2. Otorga el tiempo que consideres necesario para que los jóvenes la lean.
3. Después pregunta a los jóvenes qué es lo que más les llamó la atención y escucha sus
opiniones, es importante que esta actividad se haga de forma oral, para dar énfasis al
hecho de que el Papa es quien les manda la carta.
4. Identifiquen en grupo cuál es la misión a la que les está invitando el Papa y mencionen tres
maneras prácticas de llevarlas a cabo. Una vez que saquen estas cuestiones prácticas para
llevar a cabo su misión, aplíquenlas en el proyecto de largo plazo del grupo para hacerlas
realidad.
5. Al final, cierra la Vigilia de Pentecostés con mucho ánimo y alegría, rezando un Padre
Nuestro y un Ave María todos juntos.
6. Si desean pueden organizarse para festejar al final.
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La promesa del Espíritu Santo en la Biblia
Documento de trabajo No. 1
I.
Lee el siguiente fragmento del Mensaje del Papa Benedicto XVI. Subraya lo que te parezca más importante.
La escucha atenta de la Palabra de Dios respecto al
«Después de esto –escribe el Autor sagrado– yo
misterio y a la obra del Espíritu Santo nos abre al conocimiento
derramaré mi Espíritu en toda carne… Hasta en los siervos y las
cosas grandes y estimulantes que resumo en los siguientes puntos.
siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días» (3, 1-2).
Poco antes de su ascensión, Jesús dijo a los discípulos:
En la «plenitud del tiempo» (cf. Gal 4, 4), el ángel del
«Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido» (Lc 24, 49). Esto se
Señor anuncia a la Virgen de Nazaret que el Espíritu Santo, «poder
cumplió el día de Pentecostés, cuando estaban reunidos en oración
del Altísimo», descenderá sobre Ella y la cubrirá con su sombra. El
en el Cenáculo con la Virgen María. La efusión del Espíritu Santo
que nacerá de Ella será santo y será llamado Hijo de Dios (cf. Lc 1,
sobre la Iglesia naciente fue el cumplimiento de una promesa de
35). Según la expresión del profeta Isaías, sobre el Mesías se
Dios más antigua aún, anunciada y preparada en todo el Antiguo
posará el Espíritu del Señor (cf. 11, 1-2; 42, 1). Jesús retoma
Testamento.
precisamente esta profecía al inicio de su ministerio público en la
En efecto, ya desde las primeras páginas, la Biblia evoca
sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí –dijo
el espíritu de Dios como un viento que «aleteaba por encima de las
ante el asombro de los presentes–, porque él me ha ungido. Me ha
aguas» (cf. Gn 1, 2) y precisa que Dios insufló en las narices del
enviado a dar la Buena Noticia a los pobres. Para anunciar a los
hombre un aliento de vida, (cf. Gn 2, 7), infundiéndole así la vida
cautivos la libertad y, a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los
misma. Después del pecado original, el espíritu vivificante de Dios
oprimidos; y para anunciar un año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-
se ha ido manifestando en diversas ocasiones en la historia de los
19; cf. Is 61, 1-2). Dirigiéndose a los presentes, se atribuye a sí
hombres, suscitando profetas para incitar al pueblo elegido a volver
mismo estas palabras proféticas afirmando: «Hoy se cumple esta
a Dios y a observar fielmente los mandamientos. En la célebre
Escritura que acabáis de oír » (Lc 4, 21). Y una vez más, antes de
visión del profeta Ezequiel, Dios hace revivir con su espíritu al
su muerte en la cruz, anuncia varias veces a sus discípulos la
pueblo de Israel, representado en «huesos secos» (cf. 37, 1-14).
venida del Espíritu Santo, el «Consolador», cuya misión será la de
Joel profetiza una «efusión del espíritu» sobre todo el pueblo, sin
dar testimonio de Él y asistir a los creyentes, enseñándoles y
excluir a nadie.
guiándoles hasta la Verdad completa (cf. Jn 14, 16-17.25-26; 15,
26; 16, 13).
II. Lee las siguientes preguntas y contéstalas de manera personal al reverso de la hoja. Después comenta en parejas tus
respuestas.
1. ¿Crees que la promesa de Jesús de enviar al Espíritu Santo a sus discípulos es para ti?
2. ¿Alguna vez has tenido la necesidad de recibir algo muy especial, el Espíritu Santo en tu vida?
3. ¿Crees que el Espíritu Santo puede transformarte, llenarte de alegría y deseo de seguir los caminos de Dios?
¿Por qué?
4. ¿Alguna vez has experimentado la presencia del Espíritu Santo guiándote, enseñándote, ayudándote en alguna
situación? Explícalo brevemente.
18
El Espíritu Santo, nuestro Maestro interior
Documento de trabajo No. 2
I.
La siguiente autoevaluación tiene como objetivo valorar si tenemos al Espíritu
Santo como maestro interior de nuestra vida, así como ver cuál es la base de
nuestra relación con Él, para abrirnos a su acción en esta Vigilia de Pentecostés.
1. ¿Has tenido una experiencia personal, en la que has experimentado la presencia del
Espíritu Santo?
a) Sí
b) No
c) Al recibir los sacramentos.
d) Creo que sí, pero no sé claramente.
2. ¿Cuándo oras estás abierto a la presencia del Espíritu Santo?
a) Sí
b) No
c) Realmente no sé que es eso.
d) Creo que sí, pero me falta profundizar en eso.
3. ¿Crees que el Espíritu Santo puede actuar con poder en tu vida el día de hoy?
a) Sí
b) No
c) Sí, pero tengo algunas dudas.
d) Sí, pero tengo miedo a cambiar.
4. ¿Crees que es necesario acoger al Espíritu Santo como guía en nuestra alma para
vivir cada día nuestra fe en plenitud?
a) Sí
b) No
c) Creo Jesús es quien hace esa función en mi vida.
d) Otra.
5. ¿Te gustaría que el Espíritu Santo fuera tu maestro interior?
a) Sí
b) No
¿Por qué?
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19
Pe
dro, un hombre que conoció
el poder del Espíritu Santo
Documento de trabajo No. 3
I. Lee el siguiente pasaje bíblico y subraya lo que más te llame la atención.
“Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, entró, al mismo tiempo que
Jesús, en el patio interior de la casa del sumo sacerdote. Pedro, en cambio, tuvo que quedarse fuera, junto a la puerta, hasta que el
otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera y consiguió que lo dejaran entrar. Pero la portera preguntó a
Pedro: -¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? Pedro le contestó: - No lo soy. Como hacía frío, los criados y la
guardia habían preparado una fogata y estaban en torno a ella calentándose. Pedro estaba también con ellos calentándose. (…)
Uno le preguntó: -¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? Pedro lo negó, diciendo: -No lo soy. Uno de los
siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le insistió: -¿Cómo que no? Yo mismo te vi en
el huerto con él. Pedro volvió a negarlo. Y en aquél momento canto el gallo.”
(Jn 18, 15-18. 25-27)
II. ¿Qué actitudes tiene Pedro cuando le preguntan sobre Jesús antes de la venida del Espíritu Santo
sobre él? Menciona mínimo tres.
III. Ahora lee el pasaje bíblico en el cual Pedro ya ha recibido al Espíritu Santo en Pentecostés y subraya
lo que te llame la atención.
“Pedro, poniéndose de pie junto con los once, levantó la voz y declaró solemnemente: Judíos y habitantes de toda Jerusalén,
fíjense bien en lo que pasa y atiendan a mis palabras. Estos no están borrachos, como ustedes piensan, pues son las nueves de la
mañana. (…) Israelitas escuchen: Jesús de Nazaret fue el hombre a quien Dios acreditó ante ustedes con los milagros, prodigios y
señales que realizó por medio de él entre ustedes, como bien lo saben. Dios lo entregó conforme al plan que tenía provisto y
determinado, y ustedes, valiéndose de los impíos, lo crucificaron y lo mataron . Dios sin embargo, lo resucitó, rompiendo las
ataduras de la muerte, pues era imposible que esta lo retuviera en su poder. (…) Hermanos, permítanme decirles con franqueza
que el patriarca David murió y fue sepultado, y su sepulcro aún se conserva entre nosotros. (…) A este Jesús, Dios lo resucitó, y de
ello somos testigos todos nosotros. El poder de Dios lo ha exaltado, y él habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, lo
ha derramado como ahora lo están viendo y oyendo. (…) Sepan, pues, con plena seguridad todos los israelitas que Dios ha
constituido Señor y Mesías a este Jesús, a quien ustedes crucificaron.”
(Hch 2, 14-15.22-24.29-33.36.)
¿Cómo es Pedro ahora que ha recibido al Espíritu Santo? ¿Cuáles son sus actitudes?
¿Quién le dio la fuerza a Pedro para ser valiente y arrojado dando testimonio de Jesús después de
Pentecostés?
¿Sabes dónde puedes encontrar esta fuerza que viene del Espíritu Santo en nuestros días?
20
¡Recibe el Espíritu Santo!
Documento de trabajo No. 4
I.
Este es el momento más importante porque vamos a pedir la gracia a Dios para renovar la presencia del Espíritu Santo en
nuestra vida. LEE el siguiente pasaje de Pentecostés. Después deja un momento de silencio, para que la Palabra de Dios
resuene en tu interior. Repite dentro de tu corazón aquello que te llame más la atención.
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a una ráfaga de
viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se repartían y se
posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el
Espíritu los movía a expresarse. Se encontraban por entonces en Jerusalén judíos piadosos venidos de todas naciones de la tierra.
Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos,
sorprendidos y admirados decían: -¿No son galileos todos los que hablan? Entonces ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos
hablar en nuestra lengua materna? Partos, medos, elamitas, y los que vivimos en Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y
Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y la parte de Libia que limita con Cirene, los romanos que estamos de paso, judíos y prosélitos,
cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las grandezas de Dios. Estaban todos desconcertados y
confundidos, y comentaban: -¿Qué significa esto? Otros, por el contrario, se burlaban y decían: - Están borrachos”.
(Hch 2, 1-13)
II. Ahora MEDITA en esto, tratando de buscar lo que el Señor te quiere decir de manera personal.
Antes de este día, en los discípulos no existía ni la más mínima esperanza de ver a Jesús, pues sabían que su maestro había
muerto. Por lo tanto, el miedo y la desesperación se habían apoderado de ellos. ¿Alguna vez te has sentido así? ¿Sin esperanza de
ver a Jesús? ¿Desolado y desesperado por la situación que vives?
(Medita brevemente en esto)
Sin embargo, Jesús muchas veces les había prometido que estaría con ellos siempre, enviando su Santo Espíritu. Y cumplió
enviando el poder que viene de lo alto, al estar reunidos orando, junto a María. ¿Sabes que hoy al igual que ayer, Jesús se presenta
a sus discípulos enviando su propio Espíritu? ¿Sabías que ahora lo hace a través de un grupo de la iglesia al reunirse a orar? O por
medio de unos amigos que desean hacer grandes cosas por el Señor.
(Medita brevemente en esto)
Los primeros discípulos, con el fuego del Espíritu Santo, se lanzaron a la evangelización del mundo que los rodeaba, sufriendo
persecuciones, cárceles y martirio. Hoy al igual que ayer, hay jóvenes que han decidido darlo todo por Jesús y llevar a otros la vida
nueva que nos viene del Espíritu Santo.
(Medita brevemente en esto)
Bajo el impulso del Espíritu Santo, los discípulos han encontrado el lenguaje para el anuncio, es decir, Dios les ha dado las palabras
exactas para hablar a otros en su propio lenguaje, porque les ha sido manifestado el amor.¿Tienes miedo de anunciar su Palabra
porque crees que nadie te va a escuchar? Dios siempre da las formas para que su mensaje llegue a todos aquellos que lo
necesitan, ¡no temas!
(Medita brevemente en esto)
3. Ahora es momento de CONTEMPLAR al Señor a través de su Santo Espíritu, para ello abre tu corazón a su presencia, déjate
llevar por los latidos de tu corazón, que aunque no lo comprendamos completamente, anhelan incesantemente a su Señor.
Contemplar es habitar con Dios, estar junto al amor de los amores, cierra tus ojos y centra todo tu ser en Él.
21
Carta del Papa Benedicto XVI a ti,
joven del siglo XXI
Documento de trabajo No. 5
Queridos jóvenes:
Muchos jóvenes miran su vida con aprensión y se plantean tantos interrogantes sobre su futuro.
Ellos se preguntan preocupados: ¿Cómo insertarse en un mundo marcado por numerosas y graves
injusticias y sufrimientos? ¿Cómo reaccionar ante el egoísmo y la violencia que a veces parecen
prevalecer? ¿Cómo dar sentido pleno a la vida? ¿Cómo contribuir para que los frutos del Espíritu que
hemos recordado precedentemente, «amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad,
mansedumbre y dominio de sí» (n. 6), inunden este mundo herido y frágil, el mundo de los jóvenes sobre
todo? ¿En qué condiciones el Espíritu vivificante de la primera creación, y sobre todo de la segunda
creación o redención, puede convertirse en el alma nueva de la humanidad? No olvidemos que cuanto
más grande es el don de Dios –y el del Espíritu de Jesús es el máximo– tanto más lo es la necesidad del
mundo de recibirlo y, en consecuencia, más grande y apasionante es la misión de la Iglesia de dar un
testimonio creíble de Él.
A este propósito, queridos amigos, me apremia recordaros aquí algunas verdades cruciales sobre
las cuales meditar. Una vez más os repito que sólo Cristo puede colmar las aspiraciones más íntimas del
corazón del hombre; sólo Él es capaz de humanizar la humanidad y conducirla a su «divinización». Con
la fuerza de su Espíritu, Él infunde en nosotros la caridad divina, que nos hace capaces de amar al
prójimo y prontos para a ponernos a su servicio. El Espíritu Santo ilumina, revelando a Cristo crucificado
y resucitado, y nos indica el camino para asemejarnos más a Él, para ser precisamente «expresión e
instrumento del amor que de Él emana» (Enc. Deus caritas est, 33). Y quien se deja guiar por el Espíritu
comprende que ponerse al servicio del Evangelio no es una opción facultativa, porque advierte la
urgencia de transmitir a los demás esta Buena Noticia. Sin embargo, es necesario recordarlo una vez
más, sólo podemos ser testigos de Cristo si nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, que es «el agente
principal de la evangelización» (cf. Evangelii nuntiandi, 75) y «el protagonista de la misión» (cf.
Redemptoris missio, 21).
22
Queridos jóvenes, como han reiterado tantas veces mis venerados Predecesores Pablo VI y Juan
Pablo II, anunciar el Evangelio y testimoniar la fe es hoy más necesario que nunca (cf. Redemptoris
missio, 1). Alguno puede pensar que presentar el tesoro precioso de la fe a las personas que no la
comparten significa ser intolerantes con ellos, pero no es así, porque proponer a Cristo no significa
imponerlo (cf. Evangelii nuntiandi, 80). Además, doce Apóstoles, hace ya dos mil años, han dado la vida
para que Cristo fuese conocido y amado. Desde entonces, el Evangelio sigue difundiéndose a través de
los tiempos gracias a hombres y mujeres animados por el mismo fervor misionero. Por lo tanto, también
hoy se necesitan discípulos de Cristo que no escatimen tiempo ni energía para servir al Evangelio. Se
necesitan jóvenes que dejen arder dentro de sí el amor de Dios y respondan generosamente a su
llamamiento apremiante, como lo han hecho tantos jóvenes beatos y santos del pasado y también de
tiempos cercanos al nuestro. En particular, os aseguro que el Espíritu de Jesús os invita hoy a vosotros,
jóvenes, a ser portadores de la buena noticia de Jesús a vuestros coetáneos. La indudable dificultad de
los adultos de tratar de manera comprensible y convincente con el ámbito juvenil puede ser un signo con
el cual el Espíritu quiere impulsaros a vosotros, jóvenes, a que os hagáis cargo de ello. Vosotros
conocéis el idealismo, el lenguaje y también las heridas, las expectativas y, al mismo tiempo, el deseo de
bienestar de vuestros coetáneos. Tenéis ante vosotros el vasto mundo de los afectos, del trabajo, de la
formación, de la expectativa, del sufrimiento juvenil... Que cada uno de vosotros tenga la valentía de
prometer al Espíritu Santo llevar a un joven a Jesucristo, como mejor lo considere, sabiendo «dar razón
de vuestra esperanza, pero con mansedumbre » (cf. 1 P 3, 15).
23
Benedicto XVI
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