El recuerdo del bombardeo de Gernika y su relevancia en nuestro trabajo de memoria Por Jordi Font Agulló, Museu Memorial de l’Exili, Espana Sin duda, para aquellos que nos dedicamos a la preservación del patrimonio memorial del siglo XX, los sucesos que tuvieron lugar en Gernika el 26 de abril de 1937 tienen una gran significación y, por lo tanto, el recuerdo de esa masacre desempeña un papel referencial en todas nuestras acciones. De hecho, no puede ser de otra manera, ya que el Museu Memorial de l’Exili, situado en el nordeste de Cataluña (La Jonquera), tiene como principal objeto de trabajo el exilio republicano que tuvo lugar durante y después de la Guerra Civil española. Aunque no se trata ni mucho menos del único episodio execrable que se produjo durante ese conflicto bélico, no obstante, sí que la destrucción de Gernika inaugura eso que podríamos denominar como “rompimiento civilizatorio” en lo que concierne a la actitud de los ejércitos contendientes hacia la población civil. Esta afirmación no soslaya que con anterioridad no se hubieran producido atrocidades en otras guerras, pero Gernika expresa el inicio “científico” del lanzamiento de la guerra tecnológica sobre la población indefensa. El terror que llegó desde el cielo destruyó la pequeña ciudad vasca y infligió enormes pérdidas en otras muchas ciudades del Estado español durante los casi tres años de guerra. Por cercanía, teniendo en cuenta nuestra ubicación geográfica, podríamos citar lugares como Barcelona, Granollers, Figueres, Portbou o incluso las mismas columnas de refugiados que avanzaban hacia la frontera francesa camino del exilio que, en algunos casos, fueron ametralladas por la misma aviación que destruyó Gernika. En consecuencia, en nuestro caso, cuando se trata de llevar a cabo el trabajo pedagógico de memoria, sobre todo con jóvenes, Gernika no es sólo el famoso e imprescindible cuadro de Pablo Picasso, sino que también puede ser el pretexto para empezar a trabajar sobre una realidad histórica muy próxima territorialmente. De este modo, la extraordinaria potencialidad simbólica de Gernika permite el acercamiento a acontecimientos parecidos que transcurrieron casi en el mismo lugar que está ubicado nuestro centro museístico. Así pues, el arrasamiento de Gernika posibilita explicar la estrategia terrorista de los vencedores de la Guerra Civil. Una estrategia que fue aplicada por el fascismo hasta los mismos momentos finales de la Cataluña republicana. Resumiendo, podríamos afirmar que Gernika y otros sucesos similares tienen, hoy, la función de nexo transmisor de la verdadera naturaleza de la guerra moderna, es decir, muerte, heridas irreparables, destrucción de patrimonio, refugiados, exilio y, en última instancia, fracaso cultural estrepitoso de la humanidad. Indudablemente, estamos ante unas secuelas sociales y culturales terribles. En buena medida, Gernika, del mismo modo que Auschwitz o el exilio, es ya un concepto muy útil para definir el siglo XX y nuestra propia actualidad. Es más, Gernika es una categoría de fuerte carácter educativo que nos permite rememorar y revisar críticamente la guerra total en el pasado (Barcelona, Londres, Dresde, Hamburgo, Tokio, Hiroshima, Corea, Vietnam, etc.) hasta llegar a nuestro casi presente con Irak y Afganistán a la cabeza. Gernika es, pues, un acontecimiento fundamental de la Guerra Civil española, pero es también un símbolo planetario de enorme potencial para continuar denunciando, entre otras cosas, el uso del terror contra inocentes y la manipulación informativa que aflora en todos los conflictos bélicos. Y, sobre todo, debe ser una plataforma para impulsar la refutación a la instrumentalización y adulteración del lenguaje político y mediático. A saber, no podemos sucumbir a expresiones tan perversas como bombardeos de precisión, guerra limpia o daños colaterales y que tanta fortuna han tenido en estos últimos tiempos de campañas militares en un mundo atenazado por el terror después del 11 de septiembre de 2001. Por consiguiente, podríamos concluir señalando que el ejemplo de Gernika es un recurso muy útil en el trabajo pedagógico que lleva a cabo nuestra institución. Sin ocupar la centralidad en el relato de nuestro museo sí que, en cambio, es un referente ineludible para nuestro propósito de transferir a la sociedad el alto valor cualitativo que posee una cultura de la paz fundamentada en el humanismo y los valores democráticos.