MÓDULO FINAL 2008 ADVIENTO El Adviento es un tiempo cuyo nombre (adventus) significa “venida”. Al revivir la espera gozosa del Mesías en su Encarnación, preparamos el Regreso del Señor al fin de los tiempos : Vino, Viene, Volverá. “El tiempo del Adviento tiene dos características: es a la vez un tiempo de preparación a las solemnidades de Navidad en que se conmemora la primera Venida de Hijo de Dios entre los hombres, y un tiempo en el cual, mediante esta celebración, la fe se dirige a esperar la segunda Venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estos dos motivos, el Adviento se presenta como un tiempo de piadosa alegre esperanza” (Calendario Romano n.39) El adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios. Los hombres desean la paz, aspiran a la justicia y la libertad, sueñan felicidad. Desde siempre. De generación en generación, de año en año, a través de los siglos, se prolongan estos anhelos frecuentemente decepcionados. En estos llamados y búsquedas de los hombres se expresan las promesas de Dios. La historia de Israel, el pueblo de Dios, es el signo de estas promesas y revelan su realización, conduce a Cristo Jesús y nos lo da. Con los deseos y los anhelos de los hombres, la Iglesia, hoy, hace su oración. Nos asegura que Dios cumple sus promesas. En pos del profeta Isaías, con las palabras vigorosas de Juan Bautista, no dice, como la Virgen María que hay que acoger a Cristo. El Adviento: re-encontrar, en el fondo de sí mismo, todo lo que puede ser salvado; volverse hacia Cristo, que vendrá un día en su gloria, pero que ya está y nos espera. Volverse hacia Cristo es lo que llamamos “Convertirse”. El Adviento es tiempo de conversión. Y tiempo de espera. Adviento es tiempo de esperar, tiempo de recibir. Esperamos a Jesucristo niño para recibirlo en nuestras manos, besarlo, adorarlo y acariciarlo. En este tiempo hay que ejercitarse para preparar el corazón, el alma, el cuerpo y la mente para acoger con fe Jesús, que quiere nacer en nosotros. Ya la sociedad y el comercio preparan la Navidad a su manera. Los cristianos no podemos quedarnos en los adornos, las luces y la fantasía. Es una realidad. Jesucristo quiere nacer en este mundo pagano, oscurecido por la incredulidad, para salvar al hombre del peligro de la desintegración de su dignidad. Que cada luz que se encienda en la corona de Adviento sea un poco más de claridad para tu alma, y puedas recibir al Señor con la alegría que El se merece. 1 Desde el Adviento hasta el Bautismo del Señor Las Fiestas del Advenimiento Los domingos de Adviento, las festividades de Navidad y la evocación del bautismo de Jesús, forman un conjunto que podemos llamar la celebración de la Venida del Señor, recordando que la palabra “Adviento” significa justamente “advenimiento, venida”. Navidad recuerda la Venida del Salvador en la humildad de nuestra carne humana y se desarrolla en múltiples facetas: no sólo la Venida del Niño (noche de Navidad) y el misterio de Verbo hecho carne ( Navidad día), sino también, Dios entrando en el tejido de las relaciones familiares (Santa Familia), y Dios resaltando la misión de María (1° de Enero). La Epifanía, mucho más celebrada en las Iglesias de Oriente, nos revela el alcance universal de la Venida de Dios entre los hombres mientras, que el Bautismo inaugura la misión concreta de Jesús, el Salvador: el Espíritu Santo lo consagra como enviado de Dios, al descender sobre Él en su forma visible. Los Cuatro Domingos de Adviento Cada año, la elección de los evangelios nos hace seguir una progresión en los 4 domingos de Adviento: - El primer domingo nos orienta hacia la Venida del Señor al final de la historia y el mensaje es el de la vigilancia; - El segundo domingo está centrado en la figura de Juan Bautista y el mensaje es el de la paciencia y de la preparación activa para la Venida del Señor; - El tercer domingo, también centrado en el Bautista, nos orienta con más fuerza hacia la persona de Aquél que viene; el mensaje es el de la alegría por la venida muy cercana; - El cuarto domingo contempla el misterio de la Encarnación de Dios en María; el mensaje: una preparación profunda del misterio de la Navidad. Los símbolos nos ayudan a celebrar mejor. Tanto en la iglesia como en el ambiente de la familia o de la escuela, nos puede servir un símbolo tan sencillo como el de la corona de Adviento La CORONA DE ADVIENTO El Adviento no es, pues, una simple preparación de Navidad. Celebra a la vez la última Venida del Señor que dará todo su sentido a nuestra historia; pero también celebra al Señor que viene cada día a nosotros con una presencia muy real, pero que nos da la sed de Él, más fuerte y palpable. 2 El Adviento es un tiempo de alegría, esperanza y purificación, en el que esperamos el nacimiento del Niño Jesús, Nuestro Salvador. Para prepararnos a tan especial acontecimiento, podemos fabricar una Corona de Adviento y rezar cada domingo en familia. La Corona de Adviento lleva 4 velas que se van encendiendo una a una cada domingo previo a Navidad, hasta llegar al último domingo y a la Cena de Navidad, con todas sus velas prendidas. El encender progresivamente las velas, semana tras semana, indica la Luz del Padre, que es Cristo, que está por venir y a quién nos acercamos progresivamente. Por eso, se suele hacer una oración antes de la Misa (de la comida, si se hace en familia) en cada domingo de adviento. Es también recomendable que la corona esté en un lugar visible, cerca del altar o en medio de la mesa familiar, para que ésta recuerde nuestros buenos propósitos que cada uno le ha ofrecido al Niñito Jesús. (Material extraído de páginas de Pensadores Católicos) Oraciones para encender las velas de la Corona ORACIÓN DEL PRIMER DOMINGO Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que viene. En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús! ORACIÓN DEL SEGUNDO DOMINGO Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador! ORACIÓN DEL TERCER DOMINGO En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se acerca. Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! 3 ORACIÓN DEL CUARTO DOMINGO Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en Ella, la Virgen, tu Madre y nuestra Madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en Ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos! EL ADVIENTO CON MARÍA Carlos Lledó López Meditamos los misterios gozosos del Rosario con María. Ella nos enseña cómo vivir el Adviento y cómo preparar la Navidad. Madre de Dios y Madre nuestra: Tú eres reflejo excepcional de la bondad del Padre por la práctica heroica de las virtudes. Madre, enséñanos a reflejar la bondad del Padre en el amor a todos los hombres como hijos de Dios y hermanos nuestros. Enséñanos a vivir como familia de Dios. María: eres la Madre de la fidelidad por tu respuesta siempre fiel al plan del Padre. Enséñanos a ser fieles al plan del Padre en Cristo por obra del Espíritu Santo para que seamos santos. Que no defraudemos la eterna fidelidad de Dios. La Virgen-Madre nos invita a mirar al Cielo. Aprendamos de Ella a recorrer la senda de la fidelidad en el amor. Te confiamos, Madre, el camino del Adviento que ha de culminar en el gozo de la Navidad. Te confiamos nuestra vida, camino de Adviento que ha de culminar en el Cielo. El Adviento es "tiempo fuerte" de oración, purificación y renovación como preparación espiritual para la Navidad. Necesitamos el encuentro con el Padre. Necesitamos de Dios. Es nuestro Padre. Su nombre de siempre es nuestro redentor. Clamamos con el Profeta desde nuestra debilidad y pobreza: Vuélvete por amor a tus siervos al pueblo de tu heredad. Señor, a pesar del pecado, tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obras de tus manos. Danos un corazón nuevo para hacer de nuestra vida una respuesta de amor filial al amor que Tú nos tienes, y abandonar el camino del pecado. Necesitamos abrirnos al misterio de Dios. Esto es: recuperar la gracia santificante, invocar a Dios como a Padre en la oración asidua, alimentarnos en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía... Necesitamos vivir como hijos. Vivimos como hijos de Dios cuando reflejamos la bondad del Padre en la práctica de las virtudes cristianas. Esto es: cuando nos amamos como hermanos porque tenemos el mismo Padre, cuado salimos al encuentro de los hermanos separados, de los alejados, de los más pobres y marginados, de los que pasan hambre, de los que no tienen calor de hogar... Entonces viviremos como familia de Dios, congregados en la Iglesia de Cristo. 4 Necesitamos ser hijos agradecidos. El tiempo fuerte del Adviento es también para dar gracias al Padre por el don de la Encarnación del Hijo, y por el perdón y la gracia que Cristo nos trae. Es la invitación que San Pablo nos hace: En mi Acción de gracias os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Es la gracia del Enmanuel, Dios con nosotros. Es la Iglesia de Cristo donde recibimos el perdón de los pecados y la participación en la vida íntima de Dios. Ésta es la fe que nos salva, la esperanza que no defrauda, el amor que no puede fallar. Dios Padre nos llama en el Hijo. Dios Padre nos llama a ser hijos en el Hijo: “Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Y Él es fiel!. Participar en la vida del Hijo es participar en la vida íntima del Padre. Dios no puede abandonar a sus hijos: es eternamente fiel. Nosotros, sí podemos abandonar a Dios por el pecado. Cuando volvemos a Él, siempre nos acoge: nos abraza con su amor eternamente fiel. ¡Dios es fiel! San Marcos 13, 33-37. El tiempo fuerte del Adviento es una llamada a la vigilancia para no perder los dones de la redención y la gracia. Nos dice el Señor en el Evangelio: Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Nuestra respuesta. Hemos de vigilar con las armas de los sacramentos, especialmente la Confesión, y la Eucaristía; de la oración asidua, del cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios... para estar preparados, pues no sabemos cuando es el momento. Pero no olvidemos que Dios es el Padre que nos ama y nos congrega en la Iglesia, comunidad de salvación. Que Cristo es el Redentor que se hace hombre y da su vida para que nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia. Que el Espíritu Santo nos inspira el bien. Si somos hijos fieles, no tengamos miedo: el amor de Dios triunfará definitivamente sobre cada uno de nosotros. Adviento-Navidad Nos informamos • El tiempo de Adviento comienza con el Domingo 1º de Adviento, el 30 de noviembre. • El 17 de Diciembre empieza una semana peculiar: son las ferias privilegiadas de Adviento. Llegado ese día, se abandona la 3ª semana de Adviento y se sigue el Evangelio de los días 17, 18, etc. (sucesivamente, hasta el día 24) Uno de esos días coincide en domingo: entonces se sigue el Evangelio del Domingo 4º de Adviento. • Para el día de Navidad se usan 4 textos distintos del Evangelio, según la hora en que se celebre la misa: Vigilia, Medianoche, Aurora o Misa del Día. Nuestro servicio manda a los suscriptores —de manera alternativa— una de esas posibilidades. • La Sagrada Familia se celebra el Primer Domingo después de Navidad : 28 de diciembre Tiene también triple ciclo A, B y C. • Los días 26, 27 y 28 de Diciembre, si no coinciden en domingo, son fiesta propia: san Esteban, san Juan y los Santos Inocentes, respectivamente. • El tiempo de Navidad concluye con el Bautismo del Señor: se celebra el Primer Domingo después de la Epifanía (por tanto, se celebra entre el 7 y el 13 de Enero). Entre ambas fiestas se sigue el Evangelio propio de los días 7 a 12 de Enero. • El día siguiente del Bautismo es el Lunes 1º del Tiempo Ordinario. 5 PERSONAJES BÍBLICOS QUE NOS ACOMPAÑAN DURANTE ESTE TIEMPO Isaías, profeta de esperanza en tiempos difíciles Isaías es uno de los personajes que acompañan el Adviento. Fue profeta en Jerusalén en el siglo VIII antes de Cristo, y le tocó vivir momentos difíciles de la historia de esa ciudad, amenazada por la invasión de Asiria. El mensaje de Isaías fue siempre el mismo: “Vigilancia y calma, confiad en Dios”. Tras su muerte, algunos seguidores suyos continuaron escribiendo sobre el mismo mensaje de esperanza, y alrededor del siglo VI, a la vuelta del Destierro, se coleccionaron todos estos dichos bajo un único libro, que es el libro de Isaías que encontramos en la Biblia. Isaías representa la llama de la esperanza mantenida encendida por los profetas hasta la llegada de Jesucristo, el Mesías prometido. Los profetas son testigos de esperanza. Y es que hace falta testigos de esperanza, ayer y hoy, que ayuden a vivir. Porque sin esperanza no se puede vivir, ni tener fe, ni amar. Juan el Bautista, empeñado en señalar "al que tenía que venir" Juan el Bautista es el segundo personaje del Adviento. De vida austera y voz tronante, es capaz de atraer a los pecadores hasta el amor de Dios, y al mismo tiempo de hacer temblar a los poderosos. El historiador judío Flavio Josefo narra su muerte en la fortaleza de Maqueronte, por orden de Herodes Antipas. Por eso mucha gente se preguntó si no sería el Mesías, e incluso tras su muerte algunos discípulos suyos lo consideraron así. Pero él continuamente decía: “Yo no soy el que buscáis. Detrás de mí viene el que puede más que yo. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Se le representa vestido con piel de camello y con un cordero a los pies, porque él fue quien señaló a Cristo como “el Cordero de Dios” (Juan 1,36). San Agustín dirá: “Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna”. La Virgen María, Estrella del Adviento La Virgen María es el tercer personaje del Adviento. En Ella, concebida sin pecado original y preparada por el Padre desde la eternidad, nacida judía hija de Israel, se concentran todas las esperanzas del pueblo judío y de toda la humanidad. Mujer sencilla, mujer del silencio, de la escucha atenta de la Palabra de Dios. Y al mismo tiempo Mujer fuerte, porque hace falta valentía para fiarse de Dios, y porque Dios la ha llenado de su fortaleza. Mujer “llena de juventud y de limpia hermosura”, como dice la Iglesia el día de la Inmaculada. Dios se enamoró de su pobreza, y por eso la llenó totalmente, haciendo de Ella una casa donde su Hijo pudiera vivir. Mujer de fe, y por eso Isabel le dice: “Dichosa tú que has creído” (Lucas 1,45). Mujer que dijo siempre “Sí” a Dios, la “esclava del Señor”. Pablo VI dijo que el Adviento era sobre todo un tiempo mariano. La Iglesia, que se prepara para la fiesta de Navidad, que no tiene otra misión en este mundo que recibir a Cristo y ofrecerlo a los demás, no tiene más remedio que fijarse en Ella. Ella es la imagen perfecta de la Iglesia. Ella es el modelo de cada uno de nosotros, que buscamos encontrarnos con Dios cada día de nuestra vida. 6