LAS FIGURAS DE EXPRESIÓN EN LAS ESCRITURAS Las figuras de expresión en las Escrituras Mucha gente da por hecho que no hay figuras retóricas en la Biblia. Es más, pocos de nosotros realmente pensamos acerca en esto cuando leemos la Biblia. Pero, así como todos los días utilizamos las diversas figuras de expresión, las cuales abundan en nuestra forma de hablar, no deberíamos sorprendernos de encontrar una profusión de figuras de expresión en la Biblia, la palabra de Dios. Dios, el autor del lenguaje, se ha expresado de manera escrita (2 Tim. 3:16-17) para que leyendo entendamos su palabra (Ef. 3:4; 5:17). Algunas figuras literarias o formas de expresión, que encontramos en las Escrituras, son las siguientes: Símil En Mateo 3:16 leemos: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él”. Ya que el símil es una figura que consiste en comparar expresamente una cosa con otra, para dar la idea viva y eficaz de una de ellas, entonces la palabra “como” (Mat. 3:16) nos dice que el Espíritu Santo no era una paloma, sino similar a una paloma en la manera en que vino sobre Jesucristo. También se ve lo mismo en Mateo 23:27, donde Jesús dijo “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”. Ellos no eran, literalmente, unos “sepulcros blanqueados”, pero sí lo eran en semejanza. Metáfora La metáfora es una figura muy fácil de reconocer en la vida cotidiana. Pero cuando no se reconoce adecuadamente en la lectura de las Escrituras, causará un error doctrinal. La metáfora representa una cosa como otra, y se diferencia del símil en el que el símil sólo los hace similares, en cambio la metáfora siempre sugiere una comparación directa de las cosas comparadas. Entonces, la metáfora habla de las cosas comparadas como si fueran iguales. Por ejemplo, Jesús dijo a los fariseos: “Id, y decid a aquella zorra” (Luc. 13:32). Aquí, la intención de Jesús era señalar a Herodes, un ser humano, pero como si éste fuera en realidad una zorra. Jesús les dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra” (Mat 5:13). No es que ellos fueran similares a la sal (símil); los verdaderos discípulos de Cristo son la sal de la tierra (metáfora). Observe que Cristo dijo que ellos eran la sal. Jesús también dijo: “Yo soy la puerta de las ovejas” (Jn. 10:7). Jesús no era una puerta literal, esto es evidente, ya lo sabemos. Sin embargo, Jesús aquí nos presentó un punto de gran alcance acerca de él. Jesús es el único acceso, no hay otro. Un popular error doctrinal surge haciendo caso omiso de la metáfora en Mateo 26:2628, donde leemos: “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 1 LAS FIGURAS DE EXPRESIÓN EN LAS ESCRITURAS En Mateo 26:26-28, el pan no era el cuerpo de Cristo, ni la copa su sangre. Pero ¿cómo es posible que cientos de personas hayan manifestado la incomprensión de la metáfora en este pasaje al punto de hacer guerra contra otros? Siempre, la tradición sectaria y el fanatismo ciego impiden la comprensión de la palabra de Dios. En cambio, todos los cristianos primitivos, y los apóstoles, entendieron el lenguaje de Cristo respecto a los elementos de la “cena del Señor”. El apóstol Pablo lo explicó claramente a los corintios en 1 Corintios 11:23-24, cuando dijo: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí”. La cena del Señor nunca se ha tratado de “ingerir literalmente” el cuerpo y la sangre de Jesús. La cena instituida por Cristo es un monumento conmemorativo “haced esto en memoria de mí”. La cena no es un sacrificio, no es misa. Los ejemplos anteriores bien ilustran la necesidad de reconocer las metáforas en las Sagradas Escrituras, para una correcta comprensión y aplicación de la voluntad de Dios. Metonimia La metonimia consiste en designar algo con el nombre de otra cosa, tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc. La metonimia la usamos mucho hoy en día, aunque la mayoría de las veces no pensamos en el término técnico para ello. Alguien podría decir: “Leí a Shakespeare ayer por la noche”. Pero ¿Volverá Shakespeare a la vida con el texto de sus obras escrito sobre su cuerpo? Pensar así es una ridiculez, claro está. Todos entendemos se está haciendo referencia a las obras de Shakespeare, no a él mismo. Cristo, sus apóstoles, los profetas y hasta Moisés, utilizaron la metonimia en alguna ocasión. Un ejemplo lo hallamos en Lucas 16:29, donde Abraham dijo al rico avaro “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”, lo cual bien entendemos que no hace referencia al propio Moisés y a los profetas, sino a sus escritos inspirados por Dios. Los mismo lo vemos cuando Pablo dijo: “cuando se lee a Moisés” (2 Cor. 3:15). Así, también, Cristo mencionó la espada en lugar de la violencia causada por ella cuando declaró: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mat. 10:34). Sinécdoque No, la sinécdoque no es un helado. La sinécdoque consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que está formada, etc. Lucas, comentando la enseñanza de Felipe al etíope eunuco, nos informa que “le anunció el evangelio de Jesús” (Hech. 8:35), literalmente “le evangelizó a Jesús” (Lacueva). Ciertamente, Felipe le enseñó lo más rudimentario respecto a Cristo, los grandes temas doctrinales del evangelio, el “alimento sólido”, no fueron considerados en aquella ocasión (Heb. 5:14). Esto lo sabemos porque el etíope preguntó: “Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?” (Hech. 8:36). Predicar al etíope acerca de Jesús, involucró la fe, el arrepentimiento, la confesión de la deidad de Cristo y el bautismo para el perdón de los pecados para entrar en el reino de Cristo (Hech. 2:38; 8:37-38; 22:16). En fin, este era el evangelio del reino que se predicaba en el primer siglo (Hech. 8:12; 28:23, 31). No fue necesario que Lucas nos presentara una lista de todo lo que Felipe predicó, al decir que lo evangelizó acerca de Jesús nos informó por sinécdoque de todos los detalles involucrados. *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 2 LAS FIGURAS DE EXPRESIÓN EN LAS ESCRITURAS Pablo dijo a los romanos: “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo” (Rom. 1:9), entonces ¿el apóstol Pablo no servía a Dios con su cuerpo también? ¡Obviamente sí (Rom. 12:1-2; 1 Cor. 9:27)! Muchas veces de la gente en la Biblia, se nos dice que, que fue salva por la fe en Jesús, pero ¿eso fue todo lo que tuvieron que hacer? Tal cosa no puede ser cierta, primeramente porque para tener fe se debe necesariamente oír el evangelio de Cristo (Rom. 10:17), además la fe sola no salva (Stgo. 2:24) ¿Acaso fueron salvos los muchos que solamente creyeron en Cristo (Jn. 12:42-43)? Lo mismo podemos observar en el carcelero de Filipos y su familia, Pablo y Silas le dijeron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hech. 16:31) y por lo tanto “le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos” (Hech. 16:32-33). El sustantivo “fe” o el verbo “creer” muchas veces se emplean en el sentido comprensivo, y no solamente como un asentimiento mental. Además, en cuanto a quienes afirman la salvación por la fe sola, en la práctica ellos mismos se contradicen porque a nadie hacen salvos solamente por la fe sino por una oración, la llamada “oración del pecador”. Claro está, a la luz de las Escrituras el pecador inconverso no será salvo por orar, él necesita obedecer el evangelio (Rom. 1:5, 16; Hech. 2:38). Hipérbole La hipérbole es una figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla. Hipérbole es una palabra elegante, poco usada, pero en la práctica cotidiana utilizada como figura retórica habitual. Es muy interesante notar que las culturas orientales, hasta el día de hoy, utilizan la hipérbole con mucha más frecuencia que nosotros en el diario vivir. Los diez espías incrédulos, dijeron: “También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos” (Num. 13:33). Por supuesto, usted sabrá que tal cosa fue una exageración, técnicamente fue hipérbole, y el punto fue el miedo de enfrentarlos. A pesar de lo anterior, hay quienes tomaron literalmente las palabras de Juan, cuando dijo: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén” (Jn. 21:25). Pero, si todos los hechos de Jesús realizados durante los tres años y medio, hubiesen sido escritos, literalmente no llenarían el mundo. Juan estaba usando de hipérbole para establecer un punto. El punto es que la evidencia presentada por Juan en su relato del evangelio es contundente respecto a la divinidad de Cristo y la vida que él hace posible. Conclusión Muchas otras figuras literarias o formas de expresión se pueden encontrar en las Escrituras. La fábula, la parábola, el proverbio, la personificación, la ironía, etc. Es importante darse cuenta de que las figuras de dicción existen en la Biblia, y que si se pierden, podemos malinterpretar las palabras o el relato del autor inspirado. *** Por Josué Hernández www.JosueEvangelista.com 3